blue nighttimes; camren

Od milanolivar

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TODAS LAS HISTORIAS ESTÁN SUJETAS A COPYRIGHT Y HABRÁ DENUNCIA SI SE ADAPTA O PLAGIA. Las historias de amor... Více

PRÓLOGO
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
CAPÍTULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
CAPÍTULO 37
CAPÍTULO 38
CAPÍTULO 39
CAPÍTULO 40
CAPÍTULO 41
CAPÍTULO 42
CAPÍTULO 43
CAPÍTULO 44
CAPÍTULO 45
CAPÍTULO 46
CAPÍTULO 47
CAPÍTULO 48
CAPÍTULO 49
CAPÍTULO 50
CAPÍTULO 51
ÚLTIMO CAPÍTULO
EPÍLOGO
;

CAPÍTULO 18

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Od milanolivar

                  

Lauren's POV

Qué cama tan cómoda. ¿Y qué era ese olor?

—Buenos días dormilona. —Aquella voz... Joder, ¡Ashley! No, no, no, aquello había sido realidad, no era ningún sueño. ¿Acababa de tener mi primera vez con una compañera de trabajo?

Abrí los ojos de golpe y me miré, estaba desnuda. La miré a ella, tenía puesto un simple tanga que me quedé mirando durante unos diez segundos hasta que reaccioné.

—Oh no. —Dije incorporándome, pasándome las manos por la cara. —Lo hicimos.

—Oh sí, tres veces. —Abrí más los ojos y la miré a ella, que sonreía con una taza de café en su mano. —Bueno, yo me corrí tres veces, no sé si tú dos. O más de tres. —Entrecerró los ojos dándole un sorbo a su café.

—¿Hice que te...? ¿T—Tuviste un...? ¿¡Conmigo!? —Me acercó una taza de café que miré atónita entre mis manos, y Ashley se sentó a mi lado.

—¡No! Uno no, tres. ¿Es que no me escuchas? —Parpadeé con los labios abiertos y negué sacudiendo la cabeza.

—No, no, no, no, no. Vamos a ver, si era la primera vez que besaba a alguien, ¿cómo cojones voy a hacer que te corras tres veces? —Me levanté de la cama y busqué mi ropa interior por el suelo hasta que la encontré.

—Pues no sé, sabes dónde está el clítoris, sabes mover la lengua y... No sé. Tampoco hay mucho más misterio en el sexo lésbico, ¿no? Oh sí, y tienes las uñas cortas. —Alzó las cejas mientras bebía, y yo me puse los jeans rotos por las rodillas a la velocidad de la luz, abrochándome el botón del pantalón. —¿No recuerdas nada?

—Lo recuerdo todo, ¡pero creí que lo fingías! —Me puse el sujetador alterada, sin saber siquiera por qué.

—¿Cómo voy a fingir que me corro? Tuviste que notarlo. —Es verdad, lo noté. Madre mía. —¿Qué te pasa? No es nada malo.

—Sí, sí que es algo malo. —Dije agitada, abrochándome la camisa de abajo arriba. —Eres mi compañera de trabajo, y, y, ACABO DE PERDER MI VIRGINIDAD. —Dije alterada mirándola. —Oh dios, oh dios.

—Eso decías anoche. —Soltó una risa y yo abrí los ojos como si fuese a matarla. —Oye, no es nada malo. Sólo fue un polvo, yo te enseñaba a ti para tener experiencia con la tía que te gusta y yo disfrutaba de ti. Nada más. —Se encogió de hombros poniéndose de pie frente a mí con una pequeña sonrisa. —Además, me sorprendiste.

—¿Por qué? —Ella suspiró y se encogió de hombros, abrochándome la cremallera que se había quedado abierta.

—Porque no estuvo nada, nada, mal.

—Sí, sí estuvo mal, mal, mal. —Me separé sacudiendo la cabeza. ¿Por qué me importaba tanto? —Tengo que irme, de verdad, mmh, gracias, supongo.

—Gracias a ti. —Sonrió quedándose apoyada en el marco de la puerta mientras yo salía de su casa.

¿¡Dónde iba a ir!? Oh, sí, al hospital. Necesitaba ver a Camila cuanto antes. Corrí hasta la parada del autobús porque iba a la misma altura que yo, y alcé la mano para que el conductor me viese, iba casi sin aliento.

Me senté al final y no paré de mover la pierna del nerviosismo. Se suponía que Camila debía de estar allí, pero, ¿por qué cojones la buscaba a ella? Ah, porque debía tranquilizarme. Eso es, eso es. Las buenas amigas hacen eso.

Bajé en la parada del hospital y corrí dentro, casi topando con el mostrador de recepción. Allí, una mujer rechoncha y bajita me recibió, quitándose las gafas de cerca.

—¿En qué pued—

—Busco a Camila, Camila Cabello, la doctora en prácticas, morena, bajita, con marcas en las comisuras de los labios cuando sonríe y cubana. —La mujer se quedó mirándome por la rapidez en la que había hablado, y señaló el pasillo.

—Al final a la derecha.

Corrí por el pasillo y miré a todos los lados por si acaso estaba por allí, pero no, estaba justamente donde la señora me dijo que estaría.

—¡Camila! —Corrí hacia ella, que estaba sacando un café de la máquina del fondo. —Dios mío, Camila.

—¿¡Qué te pasa!? —Me dijo ella alterada, y yo me puse las manos en la cabeza.

—He hecho algo horrible. —Dije con la respiración agitada, tragando saliva mientras la miraba.

—¿¡Qué has hecho!? —Abrió los ojos al escucharme, y yo miré a los lados, volviendo la mirada a ella.

—Ayer me acosté con una chica, Camila. ¡Una compañera de trabajo! —Ella abrió los labios y sonrió un poco.

—Aww, felicidades cielo. —Pellizcó mi mejilla y me dejó congelada allí, mientras bebía un poco más de café. —¿Fue tu primera vez?

—¡Pero eso está mal! —Susurré como si quisiera gritar, buscando su mirada.

—Cielo, ha sido un polvo. El sexo siempre es bueno. Libera endorfinas, es sano. —Bebió un poco más de café.

—Pero siempre dicen que la primera vez debe ser con alguien especial. —Camila negó con el ceño fruncido.

—Lo importante es que ella te tratase bien, te hiciese sentir cómoda y ya está. Y que usarais protección, porque la usasteis, ¿verdad? —Me señaló con el dedo índice mientras bebía de su café.

—Sí, sí que la usamos. —Asentí pasándome las manos por el pelo.

—¿Ves? Entonces nada de qué preocuparse. —Me abracé a ella escondiendo mi cara en el hueco de su cuello, y sus brazos rodearon mi cuerpo sin más.

—Gracias, Camz. Pensé que había hecho una locura. —Ella soltó una risa y negó entre mis brazos, dándome un beso en el hombro.

—No. Te quiero mucho, Lauren. —Sonreí y me separé para besar su mejilla.

—Y yo a ti, Camila.

*    *    *

Aún me extrañaba el hecho de por qué buscaba a Camila la mañana anterior. Aquél sábado estaba un poco confusa, pero decidí salir ante la propuesta de Camila y sus amigas. Además, también iba Vero, y tenía muchísima más confianza que antes para actuar con una mujer. O una chica. O lo que fuese.

—Tengo que contarte algo. —Musité cuando Michael paró el coche, y me miró justo antes de bajar.

—¿Qué pasa?

—El... El otro día, cuando me dejaste la cena en el restaurante me fui con Ashley a su casa. Y... —Michael abrió los labios parpadeando.

—No jodas que te la has follado. —Asentí con una pequeña sonrisa, y él sonrió alzando la mano. —¡Ya no eres virgen! ¡Y te has tirado a una tía buena! —Reí un poco alzando la mano para chocar con él. Si no fuese virgen quizás no le habría contado lo de Ashley, a mi parecer, era de mal gusto ir diciendo con quién te habías acostado, porque básicamente era contar la vida privada de otra persona, pero esto debía contárselo. ¡Ya no era virgen!

Salimos del coche y él me miraba con una pequeña sonrisa, mientras caminábamos hacia la discoteca.

—¿Y qué tal con Vero? ¿Habláis mucho? —Asentí con una sonrisa, y entré delante de él en el local que bombardeó mis oídos con la música a todo volumen. —Bueno, me voy a la barra. —No le gustaba mucho ese rollo de parejitas que llevábamos, y menos si Dinah llevaba a su novio, como era el caso.

—¡Has venido! —Camila corrió hacia mí con una sonrisa, y no pude evitar fijarme en aquél vestido negro ajustado que llevaba puesto. Iba a ir al infierno por imaginarme aquellas cosas con ella. Detrás, a lo lejos, vi cómo Steven bebía de su copa.

—Claro que he venido. —Sonreí inclinándome para abrazarla.

—Ven, ¿quieres bailar conmigo? —Asentí apretando su mano, y me dejé llevar hasta el centro de la pista. La música sonó aún más fuerte, y aunque yo no sabía moverme, Camila me tomó de la mano y me pegó a ella.

—¿Te lo pasas bien conmigo? —Alcé la voz acercándome a su oído para hablar, y asintió al escucharme, poniendo sus manos sobre mi cuello. La miré a los ojos y me perdí, mi cabeza se inclinó para besarla casi inconscientemente hasta que noté unas manos en la cintura.

—¿Ya no te acuerdas de mí o qué? —Dijo Vero algo divertida en mi oído, haciendo que me diese la vuelta. —Porque me he puesto mi mejor vestido para ti.

Michael's POV

Parpadeé un momento con la copa en la mano y el sonido de la música bombardeaba mis oídos. No era la que yo solía escuchar, en absoluto. Aquella música comercial me gustaba, pero no para llevarla en mi móvil y escucharla de camino a casa después del servicio en el restaurante.

—¿Qué bebes? —Una voz me sobre saltó, y giré la cabeza rápido para mirar a aquella chica. Era Vero.

—Es... Licor 43. —Levanté la copa un poco y le di un sorbo. Ella torció el gesto.

—Parece fuerte. —Asentí mirando el vaso, y luego la miré a ella con una sonrisa débil. —No parece gustarte mucho esto.

—Me agobia mucho la fiesta. —Respondí apoyándome en la barra, encogiéndome de hombros.

—¿Y por qué vienes? —Entonces miré a Dinah que bailaba con su novio. Aquél sin—cuello con cara de mono que casi me parte las piernas en la fiesta de los Cabello.

—Para acompañar a Lauren.

—¿Y ese tatuaje del brazo? —Señaló el brazo derecho que iba descubierto, ya que llevaba la camisa remangada. —Es bastante raro. Eres bastante raro. —Dijo riendo. Le parecía algo inofensivo de decir, pero a mí me lo habían llamado tantas veces que  calaba dentro. —¿Nunca has pensado en cortarte el pelo un poco más? Te quedaría mejor.

—No. —Respondí antes de darle un trago largo a mi copa, dejándola en la barra. —Por eso no tengo novia. Y no tendré nunca. —Sentencié mirándola a los ojos, luego miré a Dinah que bailaba algo distraída. —Me voy fuera.

¿Sabía la gente lo que dolía que te remarcaran toda tu vida que eras diferente? Que no eres guapo, que tu pelo es una mierda, que los tatuajes que llevas no son atractivos, que la música que escuchas no la escucha nadie más, ni siquiera tu mejor amiga, que todo lo que haces lo haces mal. 'Un chico con tus pintas queriendo ser cocinero, qué raro eres jaja.' '¿Otra vez te has cambiado el pelo de color, qué raro'. No puedo salir a la calle sin mirarme una media hora antes en el espejo para mentalizarme de que la gente me va a ver así, como soy, como eso que se refleja en el cristal del baño. Ni siquiera me imagino quitándome la camiseta delante de alguna chica, o más simple aún; quitándome la camiseta en la playa. Siempre me baño con camiseta, y eso me hace aún más raro.

En el callejón hacía frío, y la fiesta se escuchaba embotellada en el local. Encendí un cigarrillo que succioné entre mis labios para tomar una calada, quedándome de espaldas a la puerta.

—TÚ. —Tan pronto como escuché el gruñido me di la vuelta y el puño de Nela se estampó contra mi ojo. —TÚ QUIERES QUE TE MATE. LO ESTÁS BUSCANDO. —La punzada de dolor que sentí se quedó corta cuando sentí aquella patada en la entrepierna. Se me cortó la respiración y caí al suelo.

—¡Déjalo en paz! —Gritaba Dinah, Camila lo sujetó del brazo pero la empujó para que cayese al suelo.

—SI QUIERE MIRARTE, QUE ME MIRE A MÍ PRIMERO, A VER SI TIENE NARICES. —Intenté levantarme, pero él me dio una patada en la boca para partirme el labio inferior. Levantó la pierna para darme en la cabeza, escuché los gritos de las chicas, Steven miraba desde el fondo, negué poniéndome las manos en la cabeza cuando iba a golpearme de nuevo.

—No me pegues, por favor. —Supliqué y él se echó a reír.

—No eres ni siquiera un hombre. Pareces una tía. —Y en ese instante, Lauren pateó la entrepierna de Nela tan fuerte que lo dejó en el suelo.

—Pues para ser una tía no golpeo mal, ¿huh? —Volvió a darle una patada en el costado, y otra en las manos para que no intentase agarrarla de las piernas. —Y como vuelvas a tocar a mi amigo juro que te denuncio.

*

Afortunadamente, todas eran doctoras, así que alguna llevaba un botiquín en el maletero del coche. Dinah se sentó conmigo en un banco, mientras, yo mantenía un gesto cabizbajo con la cabeza gacha. Puso un dedo en mi barbilla y me levantó para que la mirase a los ojos. Comenzó a esparcir agua oxigenada por mi labio.

—¿Por qué me curas? —Pregunté mirándola. Ella tenía un gesto triste, siempre lo tenía por muchas bromas que hiciese, y parecía ser yo el único en darse cuenta.

—Estudio medicina, y estás herido. Y... No te lo mereces. —Terminó por susurrar, agachando la cabeza para coger una de aquellas tiras que también le puso Camila a Lauren cuando se lo partió.

—No deberías hacerlo. Tu novio va a matarme. —Dinah apretó los labios y negó, colocando las tiras con cuidado sobre mi labio.

—No, no va a matarte. Y sí que debo hacerlo. Me importas. —Guardó la caja de tiras en el botiquín, y me permití el lujo de observarla mientras no miraba. Estaba seguro de que él la tenía en un infierno de celos, pero no podía decirle nada.

—No. Ya lo has escuchado, ni siquiera soy un hombre. —Solté una risa dolorosa, porque me habían dicho eso muchísimas veces y estaba comenzando a creérmelo. Casi escuché cómo Dinah tragaba saliva.

—En esta sociedad se enseña al hombre a luchar, a no llorar, a ser duros como una roca, pero no es así. Hay hombres que no quieren peleas, que muestran sus sentimientos y se permiten llorar. Tú eres más hombre que él, Michael. —Puso una mano en mi mejilla con una pequeña sonrisa. —Quizás podrías salvar a alguien con sentimientos y no con puñetazos.

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