Los Ángeles, Estados Unidos. 2 de Agosto, 2016.
POV JAMIE
-¡Paaaaaaapá, mira lo que sé hacer!.- la voz de mi princesa me hace voltear hasta donde se encuentra.
Al hacerlo, veo a Dulcie parada en sus manos logrando que el alma se me caiga a los pies. Aunque al segundo recuerdo que Dulcie está acostumbrada a hacer estas cosas y se me pasa.
-¡Muy bien, mi vida!.- le digo sonriéndole.- Pero ten cuidado ¿si?
Dul vuelve a pararse sobre sus pies y me asiente, a lo lejos veo como Zepp sale de su casita corriendo hasta llegar donde el terremotito y se lanza encima para lamerle la cara.
Dulcie estalla en carcajadas y mi corazón se llena. Adoro a esta niña.
-Van a pasar los años y tú vas a seguir sufriendo cada vez que la veas hacer eso ¿cierto?
Me giro hacia el ventanal de nuestra hermosa casa, y me encuentro con la dueña de mi corazón apoyada en el marco de este mientras nos mira con una sonrisa.
-Así parece.- le respondo sonriendo.- Ven aquí ¿sí? Te extraño.
Dakota camina lentamente hacia donde me encuentro sentado en el pasto mirando al diablito que tenemos como hija, con su lindo vestido veraniego que me deja ver su hermosa panza, en donde crecen nuestros bebés.
Sí, bebés. En plural.
¿Qué? ¿No se esperaban gemelos? Buenos, nosotros tampoco.
Estoy jodidamente emocionado por esto. Es hermoso poder vivir cada pequeño cambio del embarazo junto a Dakota, o cumplir sus antojos, o aguantar su humor...(bueno, eso no tanto. Pero no se lo digan porque me corta las pelotas y me las pone de collar).
Ayudo a Dakota a sentarse entre mis piernas sobre la mantita que tengo tendida en el pasto, abrazándola desde atrás.
-Huele delicioso, señora Dornan.- digo acariciando su pancita mientras inhalo el aroma de su cabello.
Dakota se acomoda mejor entre mis brazos y sé que está sonriendo.
-No puedo creer que me siga sonrojando cada vez que me dices algo tierno, Jamie.- dice volteando su cabeza y mirándome por el rabillo del ojo.
Le dejo un beso en la mejilla y ella suelta una risita.
-Es el encanto Dornan, Coqui.- moviendo una ceja.- Soy irresistible.
Dakota rueda los ojos y yo pellizco despacito su cadera.
-No me ponga los ojos en blanco, señora Dornan.- le digo con voz sensual en el oído.- No quiero tener que usar mis dotes de Christian Grey en nuestra habitación. No me obligue.
Suelta otra risa y se voltea hasta darme un suave besito en los labios, haciéndome quedar como tonto, igual que la primera vez que lo hizo.
-Eres un idiota, Jamie.- dice levantándose y yendo a jugar con Dul y Zepp.
Suspiro y me acomodo mejor en la mantita para mirar a mi familia jugar. Sonrío con cada estupidez que hacen, y les tomo algunas fotos con mi celular.
Este año cumplimos 2 años de matrimonio. Y aunque hemos tenido nuestras discusiones, nuestro enojo no pasó nunca más allá de la hora de dormir. Tal como lo prometimos hace un par de años atrás.
Luego de nuestra boda, y de disfrutar de nuestra luna de miel, volvimos hasta Irlanda y decidimos lo que íbamos a hacer con nuestra vida. A ambos siempre nos encantó Los Ángeles, es por eso que compramos esta bonita casa con vista al mar.
Es del tamaño ideal, ni tan grande, ni tan pequeña. Y Dulcie con Zepp estaban encantados con el jardín, ya que era gigante y podrían jugar todo lo que quisieran.
También teníamos una piscina y una reja que nos separaba del mar. Era simplemente la gloria.
Nuestra familia venía siempre que podía a visitarnos y nosotros hacíamos lo mismo cuando nuestras agendas nos lo permitían.
Si se preguntan qué fue de nuestra vida, bueno les haré un pequeño resumen.
Luego del matrimonio y la mudanza, nos dedicamos a disfrutar de nuestra pequeña familia. El mundo supo de nosotros en el estreno de Cincuenta Sombras, fue muy gracioso.
Las fans estaban que morían de amor, y por otro lado, la recepción de la película fue espectacular. Por eso es que el año pasado grabamos las dos secuelas que seguían, fue un proyecto muy lindo.
Los amigos que hicimos ahí, formaran parte de nosotros por siempre.
Luego de eso, nos tomamos unas pequeñas vacaciones en familia, hasta que nos salieron proyectos nuevos. A mí una serie que no dudé en aceptar porque de verdad la trama me encantó, y a Dakota un par de películas.
Aunque ella solo alcanzó a filmar una, porque el otro papel tuvo que dejarlo ya que nos enteramos de su embarazo. Así que mi princesa decidió que iba a vivir su embarazo tranquila, y yo no podía estar más de acuerdo.
Agradezco enormemente que las grabaciones de mi serie sean aquí, en Los Ángeles, porque no soportaría estar lejos de ellas otra vez.
Por otro lado, nuestra loca familia sigue cosechando éxitos. Mel tiene una línea de ropa bastante conocida, Don ha hecho unos pequeños papeles en películas, la fábrica de papá se ha extendido por otras ciudades de Irlanda, y Jesse está filmando una película en Chile.
Sí, el maldito cabrón fue a Chile antes que yo. Sigo odiándolo un poquito por eso.
Cuando me enteré hice una pequeña pataleta de "¡yo igual quiero ir!", pataleta que Dakota calmó con mucho sexo y con asegurarme que luego del embarazo iríamos a que me desquitara de Jesse recorriendo todo Chile si se me daba la puta gana.
Exactamente con esas palabras, y bueno, soy un hombre débil. No pude contenerme a aceptar semejante oferta.
Salgo de mis pensamientos cuando veo a Dul y Dakota avanzando hasta tenderse conmigo en la manta.
-Papá.- me llama mi princesa.- Tengo hambre.
-Uh si...-dice Dakota detrás de ella.- Yo también amor, mucha.
Me miran ambas haciendo morritos y me es imposible no ceder a sus caprichos.
-¿Qué quieren de comer, mis mañocitas?- digo despeinando el cabello de Dul y acariciando la mejilla de Dakota.
Ambas se miran, y como si pudieran leer la mente de la otra, dicen al unísono.
-¡COMIDA CHINA!
Y luego sueltan sus hermosas carcajadas, y me siguen mirando suplicantes.
-Está bien, dejen que llame al restaurant de siempre y encargue los platillos.- digo moviendo mi cabeza mientras sonrío como baboso.
Van a pasar mil años y este par va a seguir teniéndome en la palma de su mano. Pero no importa, en unos meses no seré solo yo, seremos dos hombres contra este par de traviesas.
A quién engaño, seguro nos manejan a ambos. No me extrañaría.
Dul y Dakota dan grititos de felicidad y cuando corto la llamada para decirles que la comida llegará en media hora, se lanzan encima de mí a llenarme de besos.
Cuando por fin terminan su ataque de amor, recupero un poco de aire y comienzo a hacerles cosquillas a ambas.
Esa siempre va a ser mi arma secreta contra este par.
Y cuando las veo a ambas suplicando porque pare, con las mejillas encendidas de tanto reír, y el cabello desordenado, es cuando vuelvo a agradecerle a mamá y al destino por ponerlas en mi vida.
Miro inconscientemente hacia el cielo y pienso.
-Gracias por todo, mamá.
Una brisita me despeina el cabello y eso me confirma que ella sigue estando conmigo. Y que me acompaña y cuida en cada paso que doy en la vida.
Miro a Dakota que acomodó su cabeza en mi muslo y me sonríe. Bajo mi cabeza para dejar un beso en sus labios, luego me quedo jugueteando con sus cabello mientras noto que Dulcie está tendida sobre el brazo de Dakota con Zepp a su lado.
El can le lame la barbilla provocando que mi bebé ría.
-Las adoro.- digo mirándolas a ambas y captando su atención.- ¿Lo saben, verdad?
-Por supuesto que sí, papi.- me responde Dul con una sonrisita.
Dakota asiente.
-Lo sabemos, Jamie.- dice sonriéndonos.- Porque a nosotras nos pasa lo mismo ¿verdad terremotito?
-¡Sí!
-Vengan aquí.- digo abriendo mis brazos.
Ambas no dudan en levantarse y nos fundimos en un abrazo eterno lleno de amor mientras Zeppelin se pone a juguetear persiguiendo a una mariposa.
Si alguien me preguntara qué es la felicidad, yo solo contestaría: Es esto. Este momento.
Estar con mis dos princesas disfrutando de una tarde en familia.
No puedo pedirle nada más a la vida.
Ya tengo todo lo que siempre quise.
Y muchísimo más.
FIN
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¡Disfrútenlo mucho!