–Esto ya ni siquiera tiene sentido.
Lindsay estaba que echaba fuego por la boca. Aiden la observaba contonear sus caderas en su caminar por la recamara. Los cazadores se habían reunido en un pequeño salón con tres camas. Decidieron sería el aposento de Lindsay, Phoenix y Monique. Desde que habían encontrado las habitaciones, Lindsay no dejaba de repetir lo mal que estaba la situación, el gran error que habían cometido al aceptar y la encrucijada en que estaban atrapados hasta el borde de la exasperación.
Nadie más hablaba, escuchaban la reprimenda bien fundamentada de la cazadora con cara de niño en aprietos. Esa mujer sabía cómo poner las cosas en su lugar si se lo proponía. Cuando se enteraron que la Dama Gris era realmente la madre de las hermanas Smith, para todos los cazadores, inclusive Aiden, la batalla llegó a su fin. Si bien la guerra seguía no sería para ellos. Eran cazadores, una especie diferente, dedicada a acorralar, atrapar, asesinar a brujos con la intención de hacer el mal. Antes sus ojos, el simple hecho de que un ser mágico respirara ya era algo maligno.
–No serán capaces de asesinar a su propia madre. Esa mujer lo sabe. Parece más un asunto familiar. Venimos a nuestro propio entierro. ¡Cometimos una estupidez!
–Cálmate, Lindsay –Phoenix se levantó de la cama, yendo a servirse un vaso con agua que estaba en una de las mesillas de la habitación.
–Lindsay –Legend se inclinó, apoyando los codos en sus rodillas–, somos Cazadores de Brujas. Estamos aquí para matarla. Nada cambia nuestro objetivo.
– ¡Dime si Aiden sería capaz de matar a la madre de su novia!
–Ella no es mi...
– ¡No importa! ¿Lo harías? Si Lisette llegara a odiarte de por vida por asesinarla, ¿¡lo harías!?
Él no contesto. Frunció los labios, bastante enfadado. La morena tenía razón en una cosa, Lisette podría odiarlo. Él sabía lo afectada que estaba por no haberla conocido, lo necesitada de afecto maternal que había estado toda su vida. El que Lisette estuviera enojada con su madre por abandonarla no quería decir que no la quería de regreso. Ahora que la tenía, ¿sería capaz de arrebatarle ese mínimo detalle de felicidad?
La respuesta era sencilla, aunque le costara admitirla, asumirla y aplicarla, era un rotundo sí. Era un cazador. Legend estaba en lo cierto, emprendieron un largo viaje para asesinarla, salvar a la humanidad. No podía dar marcha atrás por una chica, una que viendo amabas caras de la moneda, perdería.
–Toma un respiro –le instó Gaston.
– ¡No! Los cazadores están muriendo por culpa suya. Tú, Legend, conoces a Philip, Neil, Steven y Gwen, ellos no se darán por vencidos. Estaban más decididos que nosotros a hacer de Mayfies un baño de sangre.
–Ya basta, Lindsay, empiezas a cansarnos –Tyrell estaba recostado en la cama cubriéndose los ojos con el brazo.
– ¡Tú eres el menos indicado para hablar!
– ¿Qué quieres decir? –el cazador se levantó, sentándose en la orilla.
–Debimos haber ido tras ella a nuestra manera. Estamos aquí porque a Aiden le gusta Lisette, Phoenix puede estar con su novio y Tyrell no se cansa de flirtear con brujas quisquillosas e insufribles.
Aiden notó se le había escapado el hecho de que a Legend se le caía la baba por una bruja; no lo comentó, sería echar más leña al fuego. Por otro lado, Tyrell soltó un resoplido, elevando una de sus comisuras en una sonrisa divertida. Se levantó de la cama, poniéndose enfrente de Lindsay.
– ¿Estás armando este escándalo porque estás celosa?
–Yo no estoy celosa.
–Claro que lo estás –Tyrell empezaba a reírse.
– ¿Sabes qué? Eres igual de insufrible. Hacen una linda pareja. ¡Ve tras ella!
–Vamos, Lindsay, ¿por qué ir tras ella teniendo tremenda hermosura enfrente?
–No me interesa, Tyrell. Haz lo que quieras.
Tyrell estaba a punto de replicar, si no fuera porque su hermano mayor lo interrumpió al ponerse de pie.
–De acuerdo, nos estamos saliendo del tema. Eso no importa ahora –Legend llevó ambas manos a los bolsillos de su chaqueta, de una de ellas sacó un trozo de papel, lo leyó–. Son cincuenta bajas más que la última vez. Necesitamos un plan eficiente e inmediato. En cuanto nos volvamos a reunir con ella, estoy seguro que lo haremos, la cazaremos como es debido –le dirigió una mirada decisiva a Aiden seguido de Phoenix–. Sin distracciones.
Aiden vio a su mejor amiga. Ella tenía los labios fruncidos, luchando contra sí misma. Ella también cazaría, de eso no cabía la menor duda. ¿Qué repercutiría eso en su relación con Dimitri? El equipo se estaba desviando, en vez de luchar contra brujos estaban trabajando con ellos, sintiéndose atraídos por ellos, enamorándose de ellos. Quizá ese era el verdadero peligro y quizá el primer cazador también se enamoró de una bruja; al ver que no funcionó, la asesinó. No era la historia que les contaban mas no se alejaba de la realidad. Quizá eran amenazantes porque se dedicaban a embaucarlos, engatusarlos, atraerlos, enamorarlos, hacerlos débiles hasta acabar con ellos. ¡Qué estrategia tan bien elaborada!
Se detuvo a pensar si eso era lo que había estado pasando en todo este tiempo. Se negaba a creer que Lisette lo estuviera engañando de esa manera...
–Chicos –Monique rompió el silencio, su cara reflejaba la angustia en su máximo esplendor. Sabía lo que estaba pensando, él lo hacía. Por lo que vino después, los demás también.
– ¿Y si todos los sabían? –Dijo Augustin– ¿Qué tal si estos brujos están trabajando con ella y todo esto es una trampa? ¿Qué tal si...?
Aiden recordó la conversación que tuvo en el jardín con Nathaniel, la respuesta le vino como claro de luna.
–Sí es una emboscada –comentó–, exclusiva para cazadores.
–Cada día odio más a los brujos –concluyó Lindsay–. Malditos.
***
El frío y la humedad estaban matándolo de hipotermia. Le dolía todo el cuerpo, en especial la cabeza, sentía que en cualquier momento estallaría. Se incorporó a regañadientes, sentándose con la espalda apoyada en la pared. Estaba oscuro, podía distinguir la luz de la luna entrar por una pequeña rendija. A su lado sintió la respiración de un segundo, intentó acercarse sin que le doliera demasiado, quejándose con cada movimiento.
–No lo hagas –era la voz de Allison. No sonaba agitada, muchos menos asustada.
– ¿Allison? ¿Qué...? ¿Dónde estamos?
–Es un calabozo –la voz de un tercero sobresaltó a Daniel.
– ¿Quién eres tú?
–Nastya.
– ¿Cuántos más están aquí?
–Somos seis. Timothy está durmiendo. Kristen está por allá –Daniel sintió su mano levantarse indicándole la posición de la cazadora, era inútil, no podía verla–. Y Dominique sigue inconsciente.
– ¿Cómo puedes verlos?
–Una poción lux noctis. Mejor que los lentes con visión nocturna –dijo en tono de broma.
– ¿Ya sabes cómo saldremos de aquí? –interrumpió la voz de Kristen.
–No podemos –contestó Allison. Seguía actuando distante–. Es nuestro fin.
– ¿Cómo es que estás tranquila? Tu propia jefa te traicionó.
–Ella no me traicionó. Acepté venir aquí.
Daniel no podía creerlo. Desde que la encontraron se dio cuenta que Allison estaba siendo controlada, cuando los cazadores mencionaron que tenía el aura, confirmaron sus sospechas. Ella no hablaba en serio. Seguía sin ser Allison, la verdadera Allison. Pasó una mano por su cabello en señal de desesperación.
–Nastya, ¿puedes hacer que todos veamos?
–Puedo hasta sacarnos de aquí, ¿cómo te atreves a preguntar eso?
–Sácanos entonces.
– ¡No! –Ordenó Allison–. Ya llegará el momento.
¿El momento? ¿Qué momento, el de su muerte? Gracias pero no, él no iba a morir allí. Tenía que regresar con los demás y más importante, recuperar a Allison. No lo haría encerrado en un calabozo sin luz.
Nastya se levantó, oía sus pasos por todo el lugar. Murmuraba algunas palabras incomprensibles ante sus oídos. Tenía la esperanza de que ella lo lograra. Era de las brujas más poderosas y respetables, o eso le había contado Lisette. Era su momento de probarlo.
Pasaron interminables segundos hasta que la bruja por fin se dio por vencida, sentándose nuevamente en el suelo. Dejó salir un largo suspiro.
–Es imposible –informó–. Las barreras están selladas con algo más que magia negra. Es... ¡agh!
–No nos iremos aún. Faltan dos horas –Allison sonaba como una contestadora.
El hambre voraz empezó a atacar su sistema. Escuchaba el gruñir de su estómago pidiéndole alimento. La cabeza le dolía más que antes. Se quedó recostado en la pared, pensando en alguna posibilidad. Vio las rendijas y se preguntó si serían capaces de salir por allí. Su idea quedó aplastada al instante. Nastya no se habría tomado tantas molestas si esa hubiese sido una opción viable. Pasó tanto tiempo que ya no estaba seguro de nada. Empezaba a sentirse como una horrible pesadilla. En unas horas despertaría y estaría de nuevo en su habitación, listo para un nuevo día de entrenamiento. Recordó que ya no estaba en el equipo de fútbol, lo cual le retorció el estómago en un fuerte arrebato de fantasía.
Timothy se despertó, al igual que Dominique. Fue casi tan simultáneo que Daniel no creyó fuera una coincidencia. Hicieron las mismas preguntas que él. ¿Qué es este lugar? ¿Qué hacemos aquí? ¿Podemos salir? ¿Vamos a morir? Nastya y Kristen respondieron todas, manteniendo el sosiego. En ese momento, ellas eran su ancla. No tenía que verlas para saber que lo eran, que su presencia los reconfortaba más que cualquier otra cosa. Podían sentirse hasta dispuestos a morir gracias a ellas. Daniel se percató entonces que aunque Nastya no los haya sacado del calabozo y probado así sus poderes, tenía una gran habilidad de persuasión, control, protección. Todo en uno.
– ¡No puede ser!
– ¡Sí lo es! –dijo Allison, leyendo la mente de la bruja.
–Maldita bastarda. Ojalá se pudra en el...
– ¿Qué ocurre? –Dominique interrumpió sus maldiciones.
–Somos su sacrificio... –Nastya se levantó de nuevo. Los ojos de Daniel estaban empezando a adaptarse a la oscuridad, la distinguió–. ¿No lo ven? Somos seis. Tres chicas y tres chicos. Dos de cada especie. Ella...
– ¡Perfecto! La mujer nos utiliza de señuelo. Necesita morirse, por todos los cielos.
Kristen estaba enfadada que escupía veneno. Daniel tomó nota: no estar cerca de una cazadora, en especial la que tenía irónicamente cerca, si no quería salir herido.
– ¿Por qué nos quiere sacrificar? –indagó Timothy.
–Solo así puede derrocar la humanidad de un disparo. Brujos. Cazadores. Mortales.
– ¿Qué pasa con los vampiros y todas esas otras especies? –Daniel nunca había visto uno pero suponía existían. Él no creía en brujas y allí estaba secuestrado por una.
–El último vampiro fue cazado hace más de cincuenta años. No se ha visto ni un hombre lobo en siglos, en todo caso, ella no los ha pasado desapercibidos. Hoy es luna llena; y con ella toda especie diferente a la nuestra estará vinculada.
–Hija de perra –enfatizó Kristen.
Tomaron un descanso de la conversación para ingerir todo lo que recién averiguaron. En todo lo que Daniel podía pensar era en Allison. Necesita respuestas, recuperarla, antes de caminar al borde del precipicio. Necesitaba tiempo.
– ¿Tienes algún plan?
Sintió a Nastya poner los ojos en blanco.
–Otra vez con tus preguntas estúpidas, Daniel; por supuesto que tengo un plan.
***
El mensaje entró por la ventana, conducido por el aire invernal de la noche. Alyssa estaba sentada en la esquina de la cama tomando chocolate caliente, viendo a los demás hablar sobre la controversia de la Dama Gris siendo madre de las Smith. Estaban perdidos. No sabía si podían seguir contando con ellas. Conocía a Lauren mejor que nadie, ella no daría marcha atrás. Pero ¿Lisette y Cassie eran iguales a ella? Tomó la nube en forma de papel, sabiendo con certeza quién era el remitente.
Tú, yo y Dimitri contra ella.
Los seguidores son para el resto del grupo.
Recuerda, tal como lo hemos hecho.
El mensaje lunar le llegó como agua en el desierto. Incorporó una sonrisa en su rostro. Su hermana siempre estaba lista, siempre tenía un plan, siempre contaba con sus hermanos. No sabía dónde estaba ni le interesaba, iba a volver a verla y acabarían con la mujer más insufrible que hubiesen conocido jamás. Lo lamento, Lauren, tu mamá es una arpía.