Capítulo 4

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– ¡Lauren, Lisette!

El grito de Cassie se oía en toda la habitación como si estuviera hablando a través de un megáfono. Las hermanas salieron corriendo de sus alcobas con el cabello despeinado y en su rostro la expresión de completo miedo. Al ver a su hermana de pie en la sala, ambas cruzaron una mirada.

– ¿Qué pasa? –Lauren fue a sentarse a uno de los sillones.

–Sé lo que estamos haciendo aquí, en Nueva York.

– ¡Al fin! –Lisette parecía contenta, aunque no precisamente por tal noticia. Cassie la fulminó con la mirada.

–Lady Mary ha hablado conmigo y me informó la situación. La Dama Gris ha estado reuniendo a sus tropas de cazadores aquí, en la ciudad.

– ¿¡Qué!? –preguntaron las otras dos al unísono.

–Sí. Por eso venimos, ellos creen que seguimos en Londres, incluso piensan que hemos viajado a Mayfies.

–Espera –empezó Lisette, parecía confundida–. ¿Estás diciendo que saben quiénes somos? ¿Cómo?

–Es una excelente pregunta –contestó Cassie–. Sí, todos los cazadores están al tanto de nuestra existencia. Lady Mary dice que La Dama Gris sabe de nuestra sangre. Si otras tres chicas fueran "las hermanas Smith", entonces no estaríamos en tanto peligro.

–Pero lo estaríamos de igual forma –comentó Lauren.

–Todos estamos en peligro. Es solo que el hecho de ser nosotras esas hermanas, lo estamos un poco más.

– ¿Cómo es que la Dama Gris, siendo una bruja, trabaja con cazadores... de brujas? –preguntó Lisette.

–Al parecer, han hecho una especie de trato. Los cazadores han sido entrenados desde pequeños para asesinarnos, eso es lo que quiere la Dama Gris. Aunque su pequeño trato no es muy fiel que se diga.

– ¿Cómo lo sabes?

–Porque aun trabajando juntos, cazadores y brujos no pueden ser amigos. Ha existido una rivalidad desde hace siglos. La Dama Gris no querrá que unos cazadores se acercaran a sus nuevas creaciones, y los cazadores no permitirán que ella lo haga.

–Parece bastante lógico y obvio.

–Lo es.

– ¿Qué haremos? –Lauren chasqueó los dedos, haciendo aparecer un vaso con agua, el cual se bebió con gusto. Ninguna de las hermanas se sobresaltó. En tan poco tiempo, la magia se había convertido en algo normal para ellas.

–Seguir con el plan; si no saben que estamos aquí, tenemos ventaja. Seguiremos entrenando y obteniendo información hasta encontrar el paradero de La Dama Gris.

–Secundo eso –Lisette señaló a su hermana como dándole la razón–. Voy a salir. Dan viene a la ciudad e iré a verlo.

Antes de que las hermanas mayores tuvieran tiempo de preguntar siquiera, Lisette ya estaba preparándose en su habitación: una ducha de agua caliente, un par de jeans, una playera verde que combinaba con sus ojos, el cabello negro rizado completamente suelto, un collar que Allison le había regalado años atrás, con la inscripción "Lis"; y por último, una mariconera color café. Tomó una rebanada de pan de la cocina y salió. Bajó por el elevador, pasó por la sala principal de hotel. Una vez fuera ladeó la cabeza buscando un taxi. Dio un vistazo a su reloj para comprobar que el avión aún no había aterrizado, sin embargo no tardaría en hacerlo. Una leve sonrisa apareció en su rostro, la misma que tenía cuando una loca idea se le cruzaba por la mente. Chasqueó los dedos y en cuestión de segundos cinco taxis estaban estacionados enfrente del hotel. La sonrisa de la bruja se ensanchó. Subió al taxi más próximo y se aventuró en las calles abarrotadas de autos de Manhattan. Pensó en hacer otro tipo de magia, pero estaba segura que sería imposible pasar desapercibida ante tantos mortales. Si Cassie llegara a enterarse, no quedaría duda que se enfadaría como los mil demonios. Era muy estricta con respecto de la magia y sobre las normas que debía cumplir para la seguridad de todos.

Cazadores vs BrujasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora