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נכתב על ידי FaSnape

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Momentos en la vida de Snape y Hermione después de la guerra y mientras se dan cuenta de que están enamorados... עוד

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13

Capítulo 5

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נכתב על ידי FaSnape

La apuesta fue culpa de Snape, y Hermione aun no podia creer que precisamente gracias a eso se habían vuelto amigos... o lo que sea que fueran hasta ese momento.

Había pasado un mes desde que Luna había renunciado a sus intentos de ir a San Mungo cada día y conseguir por lo menos una sonrisa por parte del pocionista, y Hermione la había relevado.

Snape tampoco le hablaba, y apenas la miraba. Había algunos días, los "malos días" en que ni siquiera tenía la energía suficiente para insultarla, y había otros, los que eran un poco mejores, en que intentaba echarla fuera de la habitación por lo menos diez veces en una misma tarde.

Ese día había sido especialmente malo, las pociones no estaban surtiendo efecto tan rápido como a Hermione le gustaría, y la herida en el cuello del profesor había comenzado a sangrar de nuevo. Nagini era una serpiente especial, peligrosamente venenosa, y el horrocrux que aún mantenía en su interior cuando había mordido a Snape solo habia empeorado las cosas.

-¿Harry? ¿Qué estas haciendo aquí?

Había dejado la habitación de Snape sólo por unos minutos. Necesitaba café; con urgencia.

Harry parecía sorprendido de encontrarla ahí, pero Hermione no tenía ni el tiempo ni la conciencia suficiente para notarlo.

-Yo... Umm... Cosas

Hermione asintió. Había dejado de escucharlo en cuanto pudo dar el primer sorbo a su café bien cargado.

-Snape no está mejorando.

Harry no sabía que responder. Se trataba de Hermione, sabía que su corazón era tan grande que no había modo de que tuviera suficiente espacio en el pecho pero, sin embargo, aun no podía creer que realmente, justo en ese momento, luciera ojeras y manos temblorosas a causa del profesor.

-Los medimagos son excelentes, sólo necesita tiempo.

Se detuvieron en la puerta 4815 y Hermione se despidió porque sabía que Snape aborrecía cualquier tipo de visita (incluidas las suyas) y, a pesar de lo que el pensadero había revelado, Harry aún no conseguía procesar tanta información, después de todo, Snape lo odiaba, de eso no le cabía la menor duda y algunas veces, aún se cuestionaba si él también lo odiaba de vuelta.

-¿Me avisas cuando te vayas? Para volver juntos a casa.

Harry asintió con una sonrisa y continuó su camino por el corredor.

***

"El retrato de Dorian Gray"

Hermione miró el libro que descansaba sobre la mesita de noche. Si Snape se enterara de la clase de cosas que se dedicaba a leerle mientras dormía...

Sabía que no era necesario. Bien podría leer en silencio y el resultado sería el mismo. Snape no se enteraría, sin embargo, lo hacía por ella. Porque la reconfortaba. Porque observarlo fijamente mientras dormía era raro, demasiado raro.

Los ojos le escosian y hacia ya un par de horas que el vaso de café estaba vacío.

Fuera había oscurecido, demasiado aprisa a su parecer, y Harry aún no había vuelto por ella.

Miró a Snape, aún estaba dormido. No le gustaba cuando pasaba tantas horas durmiendo, le preocupaba que de pronto decidiera no volver a despertar.

Le tomó la mano. Eso también le reconfortaba. Sus manos eran demasiado grandes a comparación de las suyas, pero siempre estaban tibias, a diferencia de las propias...

-Granger...

-Granger...

-¡Granger!

Su mano estaba sobre su cabello, pudo sentirla en el segundo en que despertó, pero, cuando se incorporó, el hombre la aparto en seguida.

-¿Qué...? Yo.

Miró en todas direcciones. Siempre lo hacía. Porque se había vuelto una mala costumbre suya, porque debía cuidar de Ron y de Harry. Porque siempre había alguien mirando.

-¡Lo siento!

Reparó en su propia mano apretando con fuerza la del profesor y lo soltó enseguida. Apretaba su mano muy fuerte. Demasiado fuerte. Ya se lo había dicho Ron antes, porque habían dormido tomados de la mano cada noche que habían pasado buscando los horrocruxes y siempre apretaba su mano demasiado fuerte cuando estaba dormida.

Pero Snape no dijo nada, y tampoco aparto su mano de donde se encontraba. Hermione lo hizo primero.

Se había quedado dormida, sobre su profesor, literalmente.

Hacia veintiséis horas que no dormía... o treinta, verdaderamente la cantidad no importaba; no se había despegado de su habitación en los últimos dos días porque parecía que, al primer minuto que ella decidía alejarse, Snape comenzaba a morirse. Y ahora, en algún punto había caído dormida sobre la camilla, aferrando la mano del hombre igual que siempre lo hacía, aunque usualmente, la soltaba mucho antes de que Snape pudiese despertar y darse cuenta de ello.

Snape la estaba mirando raro; debía parecer una loca.

Hacia meses que las pesadillas habían comenzado, cuando terminó la guerra; cuando todos pensaron que la paz finalmente había llegado, comenzaron las secuelas.

Ginny siempre miraba por los rincones, se había obsesionado aprendiendo hechizos de defensa y Ron llevaba el desilusionador a todas partes, como si se hubiese fundido a su mano. George no toleraba mirarse al espejo, y Harry tenía más pesadillas que nunca. Ella también tenía pesadillas, malas y largas; eternas. Había ocasiones en que, después de despertar aún podía sentirse dentro de ellas, como si aún estuviera durmiendo, como si todo a su alrededor fuese a desaparecer de pronto.

Se sentía aturdida. No podía recordar el sueño, nunca los recordaba (a diferencia de Harry) pero la sensación continuaba dentro se su pecho, latiendo a la misma velocidad de su corazón acelerado.

Se aparto el cabello del rostro.

-Harry dijo que él...- se puso de pie torpemente, quería ignorar la mirada de Snape, que había comenzado a seguir cada uno de sus movimientos -... él me avisaría antes de irse... ¡demonios!- se quejó en un murmullo que se suponía, solo ella podía escuchar.

-Potter no se ha ido.

Su voz grave la hizo sobresaltarse. El hombre frunció el ceño.

Necesitaba calmarse.

-¿Ah, no?- inquirió, sintiéndose torpe enseguida.

Se dejó caer de nuevo en la silla.

Sabia que no había nadie ahí ademas de ellos dos. No había mortifagos ocultos detrás de la puerta, ni debajo de la cama de Snape... ni esperando fuera de su tienda...

-¿Granger?

Su voz la trajo de vuelta a la realidad. El profesor se había incorporado en la cama.

-¿Cuál es su problema?

***

Pasaron largos minutos sin que un solo ruido volviera a escucharse en la habitación. En algún momento las manecillas del reloj en la pared habían marcado las dos de la mañana y para ese momento, la castaña no tenía la menor intención de moverse de esa silla hasta el día siguiente.

Aún tenía la sensación de que alguien la observaba, como si aún tuviera a todos esos mortifagos siguiendo cada uno de sus pasos...

-Necesita dejar de intentar recordarla.

Hermione brinco en su asiento, porque tanta cafeína en su cuerpo no ayudaba a relajarla y porque, para ese punto, pensaba que Snape habia vuelto a dormirse.

-¿Qué?

Se irguío en la silla. Snape a su vez, se incorporó sobre el montón de almohadas debajo suyo.

-No le ayuda intentar recordar lo que sea que estaba soñando, Granger.

Hermione lo miró sorprendida. Snape lo notó.

-Se reconocer una pesadilla...

¿Qué significaba eso?

¿Qué él también las tenía?

Hermione se atrevió a mirarlo a los ojos. Snape la miraba de vuelta, pero la habitación era demasiado oscura para poder encontrar algo reflejado en sus ojos negros.

-Se que la guerra terminó pero...

Se sentía ridícula solo de pensarlo. Había sobrevivido a una guerra. Una maldita guerra contra Voldemort, y no podía enfrentar una pesadilla.

Despegó los ojos de sus manos para mirarlo; para ver como se burlaba de ella. Pero en lugar de eso se encontró con sus ojos oscuros y una expresión extraña dibujada en su rostro.

No se estaba burlando de ella, ni remotamente. A decir verdad, Hermione no tenía la mas mínima idea de lo que podía estar pasando por la mente del hombre.

Se estrujó las manos sobre su regazo.

-Ron no tolera la obscuridad- soltó de pronto -y... George no puede conjurar un patronus y Ginny siempre está paranoica... y Harry tiene pesadillas y yo siempre tengo pesadillas y...

Cerró la boca.

A Snape no debian interesarle sus tonterías; ni había preguntado ni quería saberlo.

-Sufrio un trauma, Granger, todos lo...- dudo un segundo, Hermione se atrevió a mirarlo -... todos lo sufrimos.

No esperaba una respuesta. Mucho menos algo tan alejado de un insulto.

-Pero ganamos...

-Y perdimos demasiado...

Snape la miró de vuelta y apesar de la espesa obscuridad Hermione pudo ver la impotencia en sus ojos.

Debía dar lastima o parecer un desastre, no lo sabía, pero esa noche, fue la primera vez que Snape le habló del pasado; de la marca en su brazo, de la madre de Harry y de la muerte de Dumbledore.

Había algo en la atmósfera de ese momento y en la voz de Snape que a Hermione le hacía sentir que, sólo por esa noche podía preguntar cualquier cosa, lo que deseará y el le respondería, como si verdaderamente confiara ella.

-Pero Harry...

-Potter vio lo que Dumbledore quería que viera.

Hermione sintió ganas de llorar. Snape había dejado de mirarla por un segundo, pero a pesar de la obscuridad, pudo notar una minúscula muestra de dolor reflejada en el rostro del hombre.

-No tenía que...

-Si- la cortó -fue una promesa que yo le hice a Dumbledore.

Snape le habló de la Orden, de los horrocruxes y de Voldemort.

-Y despues yo...- guardo silencio por un largo minuto -... Sólo quería morirme...- susurró, como si de pronto hubiese olvidado que Hermione aún estaba ahí.

Quizo tomar su mano; aún estaba en el mismo sitio en la camilla, tan cerca de las suyas que sólo debía estirar los dedos y podría tocarla.

Snape lo notó.

Hermione se encontró a si misma mirándolo a los ojos.

-¿Hermione?

Snape fue el primero en desviar la mirada y Hermione no tuvo mas remedio que girar y averiguar quien la estaba llamando.

Harry le estaba sonriendo desde el marco de la puerta.

-¿Estas listo para irte?

-En realidad- el moreno se rasco la nuca -solo... Umm... Creo que me quedaré... Lo siento, Herms.

Y se fue de ahí, dejando a Hermione completamente confundida y a Snape con una sonrisa burlona en la cara.

-Pero...

Miró a Snape sin comprender, aunque el hombre parecía saber algo de lo que ella no se enteraba.

-¿Qué?- le espetó, porque no me gustaba ser ella la única persona en esa habitación que parecía que no se enteraba de nada.

-Las enfermeras hablan, Granger.

La castaña entrecerro los ojos. De pronto, el pocionista parecía muy divertido con la situación.

-Esos dos terminarán durmiendo en la misma cama.

-¿Esos... dos? ¿De qué habla?

Snape tenía una sonrisa rara en la cara, una sonrisa que Hermione más tarde catalogaría como la sonrisa de *"se algo que tu no".*

-Potter esta en la habitación 4819, Granger.

Hermione fruncido el ceño y Snape casi pudo notar como un foco se encendía dentro de su cabeza.

-Pero esa es la habitación de...- abrió mucho los ojos, porque la idea sonaba simplemente imposible y porque, por primera vez Snape había decidido hablarle de Harry para algo más que insultarlo.

-¿Qué estas...? ¡No!- exclamó ella escandalizada.

Snape se estaba burlando de su cara.

-No...- lo considero un segundo -¡No!

-Se lo apuesto.

Sonaba demasiado seguro. Hermione soltó una carcajada.

-¿Estas apostando conmigo?

No supo de donde vino eso, pero finalmente se atrevió a dejar los formalismos de lado, y a Snape no parecía importarle, así que no pensaba dejar pasar esa oportunidad.

-Si esta dispuesta a perder la apuesta...

Hermione lo miró decidida.

-Acepto.

Fue esa la primera ves que le sonrió, y él le sonrió de vuelta.

***

Harry apareció finalmente al siguiente día, y Hermione se convenció a si misma de que sonreía tanto porque, simplemente, era una persona muy feliz.

Snape le regaló otra de sus enigmáticas sonrisas, a las que fácilmente podría acostumbrarse, cuando se despidió esa noche.

-Llamas violeta.

Se detuvo en la puerta.

-¿Qué?

Lo miró intrigada.

-Son relajantes... la ayudaran con las pesadillas.

No sonrio, pero de algún modo extraño y retorcido Hermione podía sentir una sonrisa en sus palabras.

Fue esa noche que Hermione descubrió dos cosas: que el fuego de colores era la cosa favorita de Snape en todo el mundo y que, por algún motivo, el hombre parecía haberse olvidado de cuanto la odiaba.

•••••

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