3,2,1...Action!!

By Xversa

397K 13.2K 475

Alex Hunt es un joven actor norteamericano. Declarado el hombre más sexy del mundo, tiene fama, dinero, una n... More

Capítulo 1 Candela
Capítulo 2 Alex
Capítulo 3 Candela
Capítulo 4 Alex
Capítulo 5 Candy
Capítulo 6 Alex
Capítulo 7 Candela
Capítulo 8 Alex
Capítulo 9 Candy
Capítulo 11
Capítulo 12
capítulo 12+1
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
capítulo 17
capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27

Capítulo 10

14K 475 18
By Xversa

Así que así es como se siente la castidad: con un calentón de la puta madre y dos duchas frías.

El celibato no es para ti, Alexander. No, a menos que quieras causarte una aneurisma por el esfuerzo, claro”. — Oigo decir a mi yo diabólico en mi mente mientras juega con una especie de mini-tridente rojo.

Bien. Ahora, además de un dolor de huevos, tengo alucinaciones en 3D.

Me levanto en dirección de nuevo a la ducha; abro el grifo al máximo y dejo que el calor inunde el baño de mármol negro, llenando la estancia de vaho, para introducirme bajo la cortina de agua y neblina después. Echo la cabeza hacia atrás y mientras dejo que los chorros relajen los músculos de mi espalda, dirijo mi mano por debajo de mi abdomen, ahuecando mi miembro en mi mano.

Sigue igual que hace unas horas, después de dejar a Candy en la cama: duro como una piedra.

Cierro mi mano alrededor de la erección con la imagen de Candy y su boca de fresa entreabierta en mi mente, iniciando un decadente sube y baja.

Dios...esa boca

Pienso en todas las veces que la he sentido contra mi boca, lamiendo mi lengua, succionando mis dedos, y, sin poder evitarlo, acelero el ritmo y la presión al tiempo que la imagino tomándome entero en su boca, mirándome a los ojos mientras lo hace. La imagino dándose placer a sí misma mientras...

Siento llegar las convulsiones del orgasmo y la humedad de mi simiente se vierte en mi mano.

Dejo que el agua se lleve los restos de mi auto-satisfacción, esperando que ésta sea la definitiva de las 3 masturbaciones que llevo esta madrugada, para, a los cinco o seis minutos, descubrirme pensando en Candy, y en esa forma de mirarme suplicante mientras la acaricio...

Mierda.”

Giro el termostato de mi ducha de última generación hasta que los números del visor led se vuelven azules indicando frío, y dejo que el agua y el jabón laven mi sucia mente.

15 Minutos después, salgo de mi habitación y noto un olor a tortitas subiendo por las escaleras acompañado de voces femeninas y... ¿eso son dibujos animados?

Entro en la cocina para ver a Candy y a su hija Kendra cantar la canción de cabecera de una serie juvenil, mientras la primera cocina de espaldas a la mesa negra a modo de barra de mar. En ella, hay dispuestos cuatro servicios, uno de los cuales, está siendo usado por una risueña y musical Kendra, que se lleva un trozo de tortita con nata a la boca mientras rapea y bailotea sentada.

— ¡Buenos días, Alex! — Me dice Kendra.

— ¡Kendra! ¿Podrías no hablar con la boca llena, cielo? Gracias — Le regaña suavemente su madre — Buenos días. No sabíamos que desayunas normalmente, así que, ¡voila!

Mientras termina de hablar, Candy señala con la mano una fuente de fruta, un par de tostadas, un recipiente de aceite de oliva, y , con la mano derecha, coloca delante de mí un plato con un par de tortitas decoradas con un poco de nata y un par de fresas.

"Y...Villa Hunt está siendo oficialmente invadido por españolas...”

— Lo siento. Estoy acostumbrado a desayunar simplemente café y estar...solo. — contesto casi más para mí mismo que a Candy.

— ¿A ese agua sucia lo llamas tú “café”? ¡Perdónale, Oh Señor, que no sabe lo que dice! — Contesta una dramática y divertida Candy mientras eleva su mirada al cielo, simulando hablar con Dios.

Las risas de Kendra llenan la cocina y no puedo evitar sucumbir a revolver con una mano sus preciosos rizos tornasolados.

— ¿Tú también te ríes de mí? ¿Quieres que te ponga a cortar el césped, señorita? ¿Sabes la de césped que hay en esta casa, eh? — Le pregunto en tono de broma mientras sus carcajadas siguen.

— Hollyw...señor. Buenos días. — Saluda un sorprendido Big Tom.

Antes si quiera de poder abrir la boca, Candy le da la bienvenida:

— Buenos días, Tommy, ¿Por qué no agarras uno de esos platos y desayunas, sí?                          

Big Tom me mira indeciso pero deseoso, así que con un leve asentimiento de cabeza y una mueca divertida, le doy mi beneplácito, para que, con un entusiasmo casi infantil, se una a nuestro “desayuno familiar”.

Durante unos pocos minutos lo único que se oye en la cocina es el ruido ambiental de la televisión y nuestros sonidos de deleite ante tan delicioso desayuno.

De repente, Big Tom y Kendra se ponen en marcha para ir al colegio.

— Beso, ma — dice mientras se pone su bandolera y permite a su madre inclinarse para depositar un beso en cada mejilla, al tiempo que se despide.

— Beso, Alex

Me quedo paralizado al sentir a Kendra darme un beso en cada mejilla, para después saludarnos con la mano antes de salir seguida de Big Tom en dirección al colegio.

— No estás muy acostumbrado a esto, ¿no? — Me dice Candy.

— ¿A qué? — Le pregunto contrariado.

— A...esto. La invasión. Estás a tiempo de arrepentirte. — Dice elevando los hombros en un gesto que trata de restar, sin conseguirlo, hierro a la pregunta.

— No. Teneros aquí fue cosa mía, y me gusta. Es...hace mucho que vivo solo. Sólo veo a mis padres y a mi familia en fiestas y comidas familiares; y teniendo en cuenta que a Giselle las palabras “comida familiar” no le entusiasmaban— contesto. — Candy, la verdad es que quería pedirte que volvieras al set conmigo. Sé que has estado evitando ir durante estos días para no verme. Pero teniendo en cuenta que vivimos juntos...

— Sólo por un tiempo, Hollywood, no te emociones.

— Ahora que vivimos juntos “sólo por un tiempo”, no creo que tenga razón de ser eso de evitar ir a trabajar. A parte de lo vaga que pareces. — Le digo elevando una ceja, esperando su reacción.

— Yo no soy ninguna vaga— Frunce el ceño durante un segundo— Bien. Pero a cambio, me contarás sobre tu familia de camino a los estudios, ¿trato? — pregunta mientras frunce su boca de fresa.

— Trato.

— Bien ¿Por qué tengo la sensación de que al final eres tú el que has ganado? — Me pregunta ella una vez en el Escalade, dirección al trabajo.

— Bueno. Considéralo un empate: yo puedo velar por tu seguridad, mientras Big T es libre para llevar a Kendra, Además, tienes vía libre para tu interrogatorio personal sobre mi familia. Todos ganamos. — Contesto sin apartar los ojos de la carretera.

— Aham. Así, que, dime ¿tienes hermanos? ¿Tus padres siguen casados? Y, ¿de dónde eres?

— ehm...Sí, sí, y de Baton Rouge, Lousiana. Soy en parte cajún.

— Espera, espera. Quiero detalles.

— Lo siento, cielo. La vida es injusta. En otra ocasión tal vez. — le digo mientras aparco mi coche en mi plaza designada dentro de los estudios.

 *********************************************************************

Al llegar a los estudios, me despido temporalmente de Alex, y me voy en busca de Otto.

Durante las últimas 24 horas, todo ha ocurrido tan deprisa y de una manera tan intensa, que una extraña familiaridad nos ha cubierto tanto a Kendra como a Alex y a mí, así que me pareció enseguida buena idea volver al set de rodaje.

— Hola, Otto

— Hola, cielo. No esperaba verte aquí tan pronto. ¿Todo bien? — Me pregunta un sorprendentemente preocupado Otto.

Las horas van pasando entre la conversación y el trabajo, y cuando levanto la cabeza, el señor LaFontaine aparece en escena.

— Buenas tardes, ¿señora, señorita? — Pregunta con un artístico ademán.

— La verdad que a estas alturas, prefiero señora... ¿Detective, inspector?

— Detective.

— Oh, vaya. Pensé que era inspector. Cómo Gadget. — contesto provocadora. No entiendo por qué, pero hay algo en este hombre que me mantiene alerta todo el rato.

— Será por lo del apellido francés, bien sûr. — contesta con una enigmática sonrisa

— ¿Y qué le trae por aquí, detective? ¿Alguna noticia?

— Pues, sí. Y la verdad no es buena . — contesta sin rastro ya de broma alguna.

— Tiene que saber que la condena y orden de alejamiento dictada contra el señor Aguilar, son de obligado cumplimiento en territorio español, pero no en suelo estadounidense. Es decir, mientras no cometa un delito en cualquiera de los estados, tiene tanto derecho a vagar tan cerca de usted como yo, o cualquier otro. Y sus anteriores sentencias, sólo serán consideradas como agravantes en caso de ser condenado por la justicia de los Estados Unidos de Norteamérica. En cuanto a la amenaza...está limpia en huellas excepto las suyas las de Otto, y alguna parcial de Sebastian y el señor Hunt.

— Mierda. ¿Al menos puedo saber si está o no en el país? — pregunto alterada.

— Aún no está aquí. Por otro lado, he abierto investigación en referencia a su denuncia sobre falso testimonio y calumnias contra “the Reporter”. Es curioso. Según la publicación, alguien les vendió la entrevista grabada, y una foto suya, pero no conservan ningún archivo de sonido, y hemos descubierto que la foto es un montaje a partir de otra foto. Una, que me atrevería a decir falta del mueble del recibidor de su hall, señora Velázquez. ¿Por qué no mencionó nada al respecto?

— La verdad, con todo lo de la amenaza, era lo último en lo que pensaba...y una vez que se aclaró todo con Alex, yo...Espere, ¿cree que tiene relación? — digo mientras frunzo el ceño tratando de entender el planteamiento del detective LaFontaine.

— Todo puede ser, señora. Dígame una cosa, el señor Hunt y usted, ¿están juntos? — pregunta inquisidor el detective.

— ¿Quiere saberlo para la investigación ou c'est simplement par curiositè, monsieur[1]?

— Digamos que ahora mismo...es más curiosidad, madame. — Dice lentamente mientras sus labios se curvan en una seductora media sonrisa

— Entonces, Monsieur LaFontaine, dígamelo usted, que es el mentalista de los dos. Y si no tiene nada más que decirme, me temo que he de volver al trabajo. Buenas Tardes.

Mientras me despido del detective, Olliver se acerca a lo lejos.

Mierda”.

Entre toda la porquería, no había pensado en Olliver. La última vez que nos vimos, habíamos salido juntos a un desfile benéfico. Y de eso había pasado apenas una semana y un par de días. Y media tonelada de basura periodística, obvio. Me adelanto un par de pasos, y tomo la decisión de hablar con él.

— Hola, Olliver. ¿Qué tal todo?— le pregunto.

— Bien. ¿Y tú? Pensé en llamarte, pero, con todo el revuelo de la prensa, y...— contesta sin apenas mirarme.

— Sí...bueno. No fue cosa mía, la entrevista. Es todo mentira, Ollie. De veras.

— Lo cierto es que...tenía esa sospecha. La entrevista, las expresiones. No sonaban como tú. — contesta sonriendo tímidamente.

— ¿De veras pensaste eso?. Gracias, en serio. — Sin pensar en nada más que el alivio, lo abrazo nada más terminar la frase, para ver a Alex mirarme con una extraña expresión en la cara por encima del hombro de Olliver.

— Candy, ¿estas saliendo con Hunt? ¿Sois pareja...algo? — pregunta Olliver.

— Nop. No somos pareja ni nada. — contesta Alex por mí, para alejarse un segundo después guiñándome un ojo.

 ******************************************************************************

Joder. Últimamente me estoy ganando el cielo a pasos agigantados; primero castidad, y ahora sacrificio. Bien, Alex.

Odio tener que admitirlo, pero el imbécil de Olliver Sutton es un buen tipo, y parece interesado en Candy. Probablemente si yo no me hubiera inmiscuido, ahora estarían saliendo, y el indeseable de su ex, ni siquiera habría asomado el hocico. Esta mierda es lo mejor que puedo hacer. Pero entonces ¿por qué siento esta molestia en el pecho sólo de mirarlos?

Me siento a comerme la magdalena que acabo de coger en una de las sillas de plástico orientadas a la grabación, y observo a Sutton casi tembloroso hablarle a Candy.

“Vale, puede ser que sea bueno, pero no soy tonto. Este tío es imbécil”.

— Buenas tardes, señor Hunt. Increíble mujer, esta Candy, ¿eh?

El que faltaba. LaFontaine.

Está sentado a mi izquierda, así que me giro para saludarlo con la cabeza mientras sigo comiendo.

— Sí...lo es — le contesto.

Un ruidito repetitivo capta mi atención, y, me vuelvo hacia él, para captar al detective LaFontaine lanzando al aire y recogiendo una pelota de baseball.

— La verdad, señor Hunt, pensaba que la señora Velázquez no tenía ninguna relación...— dice sin parar el lanzamiento constante de la pelotita.

— No la tiene conmigo, al menos.— Respondo mientras sigo observando a Sutton y Candy hablar animadamente.

— Por la forma en la que la mira, me contuve de hacerle ningún tipo de insinuación porque pensé que usted y ella...Curioso.

— Curioso se va a ver usted cuando le meta esa pelotita por su lado curioso cómo se le ocurra acercarse a ella... Tu as compris?[2]— Digo sin mirarle, mientras me levanto y abandono el lugar.

Al día siguiente, y debido a la cercanía de las navidades, se había organizado una especie de cóctel informal, al que supuso, acudiría Candy con Olliver, hasta que en el desayuno de esa mañana, en la cocina, lo sacó de su error:

— Lo cierto es que es viernes, y me gustaría ir a casa a cenar con Otto y Basti. Kendra tiene una fiesta de pijamas, y como están tan cerca las navidades, y con todo esto que ha pasado, me gustaría recuperar la normalidad lo antes posible. ¿Y tú? ¿Vas a ir a la fiesta? — Me pregunta Candy.

Y resulta...que aquí estoy. Aburrido en uno de los salones de uno de los mejores y más prestigiosos hoteles de Los Ángeles. Cansado de ver rostros que ni siquiera conozco, que no sé qué hacen en un “cóctel íntimo”. La música está tan alta que apenas nos oímos los unos a los otros, y el ponche y el alcohol fluyen por la sala, descongestionando y calentando el ambiente.

—...Y en esa peli, cuando te vi, supe que tenía que conocerte. — concluye la rubia de 1,50 que lleva media hora hablándome sin cesar. Lleva un vestido rojo, tan ceñido, que dudo siquiera si lleva ropa interior.

Rob y los chicos no paran de hacer bromas sobre “la chica de rojo”. Pero no puedo parar de pensar en Candy. Mierda.

“¿A quién coño quiero engañar? Candy y yo no somos pareja. Y ella tiene que estar con un buen tipo. Ya ha tenido su ración de cretinos extra fuerte.”.

De repente tomo a la chica de rojo del codo, y la conduzco a los baños, mientras me acabo mi cerveza corona. Dejo que la rubia me bese, y la permito juguetear con sus manos por dentro de mi pantalón. La imagen de Candy vuelve a mi cabeza. Beso con fuerza a la rubia, le doy la vuelta, y retirándole el vestido, descubro que, efectivamente, no lleva ropa interior. Entramos en uno de los cubículos, y me pierdo en ella durante unos minutos, escapando de la fiesta, de mí. Y de Candy.

 *****************************************************************************

La semana pasa rápidamente, y tras haber cenado con Otto y Basti el viernes noche, y saber que iban a pasar las navidades en Puerto Rico, decido pasarme por casa para coger algo de ropa, y mudarme progresivamente a casa, para evitar que Alex se sienta más incómodo de lo que ya se siente. Lleva evitándome toda la semana, y aunque lo entiendo, deberíamos hablar sobre qué piensa hacer en navidades, porque no quiero ser una carga.

Cuando entro en el salón, está jugando a la X-Box con Kendra.

— Alex, me voy a pasar un rato por casa, si no te importa. — Le digo en tono casual.

— ¿Y eso? ¿Para qué? — pregunta curioso.

— Uhm...me gustaría recoger algunas cosas, y bueno, limpiar algo, no sé...es mi casa. No es tu mansión victoriana de dos plantas y veinte habitaciones temáticas, pero es mía. — Bromeo.

— Sí, pero aun así, no es como si Otto y Basti vivieran en el otro extremo de la ciudad, están a 20 segundos. En fin, si vas a ir, al menos, llévate el Escalade, y ten el móvil operativo. Hay unas llaves en una lata que pone “pintura” en una estantería, también tienen un juego de llaves de la casa, quédatelas.

— ¿Una lata de pintura? ¿Por qué eres tan cutre, Hollywood?

Oigo las carcajadas de Kendra a mis espaldas mientras me dirijo al garaje.

Señor. Salir de aquí es más complicado que hacer despegar un avión.

Cuando por fin consigo salir y encender el reproductor de música, dejo que Thirty seconds to mars acompañen mi nueva y recién adquirida sensación de libertad.

Al llegar, rebusco mis llaves en el bolsillo trasero de mi pantalón tejano, y cuando voy a introducirla en la cerradura, me doy cuenta de que está abierta.

Mierda”.

Con el móvil mando un whatsapp colectivo a los móviles de Alex, Otto, Basti y el Detective LaFontaine, y, pasados cinco minutos, me decido a entrar.

“Oh...no.”

Mi casa. Toda mi casa. Esta destrozada. Los sillones estan rajados y el relleno esparcido. Faltan cosas y las paredes estan manchadas con una extraña sustancia verdosa.

Subo al cuarto de Kendra, y más de lo mismo. Destrucción. Ni siquiera su ropa se ha salvado.

Abro la puerta de mi dormitorio con el mismo pensamiento, sin estar preparada para lo que me espera:

En el espejo, un macabro collage, con fotos mías, de Kendra...y de Alex. Alex con las manos puestas en el trasero de una rubia, haciéndole el amor en un baño a la rubia. Fotos con fecha y hora...mierda. Me quedo petrificada, clavada al suelo, sintiéndome vigilada, vulnerable, expuesta...y traicionada.

A lo lejos, oigo un ruido tras de mí, y me encojo para protegerme.

— Tranquila, somos....oh, mierda. — responde Alex.

[1]  ¿O es simplemente por curiosidad, señor?

[2]¿Entendiste? Fr.

Continue Reading

You'll Also Like

1.1M 187K 160
4 volúmenes + 30 extras (+19) Autor: 상승대대 Fui poseído por el villano que muere mientras atormenta al protagonista en la novela Omegaverse. ¡Y eso jus...
107K 9.5K 69
Júlia Fort García es la hermana mayor del joven lateral del Fc Barcelona Héctor Fort,el club invita al equipo a un partido de la sección femenina,est...
102K 7.7K 24
Hazel, una chica que es famosa en la escuela por agarrar a patadas a todos y ser muy extrovertida y Noah, la chica mas popular de toda la escuela, a...
62.6K 3.2K 76
Enamorarse fue fácil. Lo que viene después es el verdadero desafío... Keeping 13 «Los chicos de Tommen #2», de Chloe Walsh.