Capítulo 10

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Así que así es como se siente la castidad: con un calentón de la puta madre y dos duchas frías.

El celibato no es para ti, Alexander. No, a menos que quieras causarte una aneurisma por el esfuerzo, claro”. — Oigo decir a mi yo diabólico en mi mente mientras juega con una especie de mini-tridente rojo.

Bien. Ahora, además de un dolor de huevos, tengo alucinaciones en 3D.

Me levanto en dirección de nuevo a la ducha; abro el grifo al máximo y dejo que el calor inunde el baño de mármol negro, llenando la estancia de vaho, para introducirme bajo la cortina de agua y neblina después. Echo la cabeza hacia atrás y mientras dejo que los chorros relajen los músculos de mi espalda, dirijo mi mano por debajo de mi abdomen, ahuecando mi miembro en mi mano.

Sigue igual que hace unas horas, después de dejar a Candy en la cama: duro como una piedra.

Cierro mi mano alrededor de la erección con la imagen de Candy y su boca de fresa entreabierta en mi mente, iniciando un decadente sube y baja.

Dios...esa boca

Pienso en todas las veces que la he sentido contra mi boca, lamiendo mi lengua, succionando mis dedos, y, sin poder evitarlo, acelero el ritmo y la presión al tiempo que la imagino tomándome entero en su boca, mirándome a los ojos mientras lo hace. La imagino dándose placer a sí misma mientras...

Siento llegar las convulsiones del orgasmo y la humedad de mi simiente se vierte en mi mano.

Dejo que el agua se lleve los restos de mi auto-satisfacción, esperando que ésta sea la definitiva de las 3 masturbaciones que llevo esta madrugada, para, a los cinco o seis minutos, descubrirme pensando en Candy, y en esa forma de mirarme suplicante mientras la acaricio...

Mierda.”

Giro el termostato de mi ducha de última generación hasta que los números del visor led se vuelven azules indicando frío, y dejo que el agua y el jabón laven mi sucia mente.

15 Minutos después, salgo de mi habitación y noto un olor a tortitas subiendo por las escaleras acompañado de voces femeninas y... ¿eso son dibujos animados?

Entro en la cocina para ver a Candy y a su hija Kendra cantar la canción de cabecera de una serie juvenil, mientras la primera cocina de espaldas a la mesa negra a modo de barra de mar. En ella, hay dispuestos cuatro servicios, uno de los cuales, está siendo usado por una risueña y musical Kendra, que se lleva un trozo de tortita con nata a la boca mientras rapea y bailotea sentada.

— ¡Buenos días, Alex! — Me dice Kendra.

— ¡Kendra! ¿Podrías no hablar con la boca llena, cielo? Gracias — Le regaña suavemente su madre — Buenos días. No sabíamos que desayunas normalmente, así que, ¡voila!

Mientras termina de hablar, Candy señala con la mano una fuente de fruta, un par de tostadas, un recipiente de aceite de oliva, y , con la mano derecha, coloca delante de mí un plato con un par de tortitas decoradas con un poco de nata y un par de fresas.

"Y...Villa Hunt está siendo oficialmente invadido por españolas...”

— Lo siento. Estoy acostumbrado a desayunar simplemente café y estar...solo. — contesto casi más para mí mismo que a Candy.

— ¿A ese agua sucia lo llamas tú “café”? ¡Perdónale, Oh Señor, que no sabe lo que dice! — Contesta una dramática y divertida Candy mientras eleva su mirada al cielo, simulando hablar con Dios.

Las risas de Kendra llenan la cocina y no puedo evitar sucumbir a revolver con una mano sus preciosos rizos tornasolados.

— ¿Tú también te ríes de mí? ¿Quieres que te ponga a cortar el césped, señorita? ¿Sabes la de césped que hay en esta casa, eh? — Le pregunto en tono de broma mientras sus carcajadas siguen.

3,2,1...Action!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora