Los ojos de la mujer con que había dormido anoche, se abrieron perezosamente, ate mi corbata y tome mi teléfono celular.
Salí de allí antes de tener que lidiar con la mujer, nunca repito las mujeres con las que duermo, siempre exigen más, cosa que nunca haré.
Me niego a enamorarme y caer ante cosas débiles, que solo podría interferir en el orden de mi vida, lo cual es lo más cómodo y placentero para mí.
Sali de allí con un paso lento pero a la vez rápido, sali al estacionamiento donde se encuentra mi auto deportivo, tome las llaves y lo abrí, sali a una gran velocidad hasta mi casa.
Estacione el auto en la casa, me adentre en ella y me bañé y me vestí rápido, voy tarde al trabajo, sali casi corriendo hasta mi auto, lo puse en marcha.
Llege a el edificio a la compañía, me baje rápido, entre en ella y las mujeres me miraban, siempre era lo mismo, pero me gusta.
Tome la tarjeta de mi ascensor privado y este abrió sus puertas, entre y presione el botón del último piso, a los minutos se abrieron las puertas.
Me dirigí hasta mi oficina, me sorprendí al ver a mi padre sentado en mi silla, el era el dueño de la empresa, todavía no me daba el cargo de ella, según el tenía que ser más maduró.
—Siempre haces lo mismo Wilson, deja de jugar con las mujeres —dijo dándome un sermón.
—Yo no lo hago, no hagas falsas conclusiones —dije serio tratando de excusarme.
—Entonces...¿Por que tienes pintalabios rojo en tu camisa?
Mierda, seguro en una de mis aventuras, la mujer se la puso y la volvio a poner en el armario, me quedé con un semblante frío y mi padre sonrió, no se que coño le pasa, ¡Se está riendo!
—Ya está bien padre, no te metas en mi vida personal, nunca cambiaré hagas lo que hagas —dije serio.
—Si cambiarás, te lo aseguro, hoy tendrás una grata sorpresa, te lo contaré luego, pero cambiate la camisa —dijo saliendo de mi oficina.
Suspire y tome una camisa del armario de la oficina, el viejo tiene algo entre manos.