Camila POV
Había logrado encontrar el camino correcto luego de horas de caminata, pero en todo el camino las palabras de aquella pantera no podían salir de mi mente.
¿Había vivido engañada toda mi vida?
¿Mis padres habían sido capaces de engañarme o ellos no habían sabido nada?
No éramos el único clan, nuestra única amenaza no eran los lobos independientes o los humanos, era también esa pantera que me había hecho dudar de todo lo que yo conocía.
¿Pero realmente era una amenaza?
Aquella pantera me había dejado vivir, me había dado algo que nunca había visto en mi clan, piedad. La pantera me había dado a entender que los salvajes éramos nosotros pero todo era realmente muy confuso. Tenía que averiguar más sobre todo eso aunque yo no tenía ni idea de donde me estaba metiendo.
Cuando por fin a lo lejos pude divisar nuestra comunidad, me di cuenta que habían varios lobos haciendo guardia. Era una orden del general Amarok, que un grupo de lobos con experiencia sean los encargados de proteger al Clan ante cualquier amenaza.
Principalmente solían hacer la vigilancia de noche. Traté de pasar desapercibida para dirigirme a mi cabaña, tratando de caminar lo más despacio posible pero los lobos notaron mi presencia. Se dirigieron a mí, mostrándome sus filudos dientes mientras yo retrocedía por el miedo.
—¿Qué haces afuera de la comunidad a estas horas?—Preguntó el lobo más grande, parecía ser el que estaba a cargo de la vigilancia en ese momento.
—Yo... Canis Suka me mando a recoger ramas.—Traté de explicar a pesar de mi nerviosismo.
—¿A estas horas? ¿Acaso Suka esta loco?
Iba a responderle cuando el lobo miro fijamente a algo detrás de mí. Voltee el rostro y pude observar al pequeño lobo que me había llevado al bosque, estaba con heridas en todo su cuerpo, estaba cojeando y caminaba a duras penas. Los lobos al verlo, empezaron a aullar. Toda la comunidad despertó y salieron de sus cabañas para ver lo que pasaba.
Yo estaba estática, no podía moverme o decir algo, nunca había visto a un lobo tan malherido. El pequeño lobo regreso a su forma humana y se tiro al suelo, ya no le quedaban fuerzas para continuar con su transformación.
Pude notar que era solo un niño, se notaba que no hace mucho recién había podido transformarse. Estaba completamente bañado en sangre. Varias personas gritaron y algunos se transformaron en lobos mientras veían como se lo llevaban a la cabaña mas cercana. Todo era un alboroto, varias personas corrían para prender antorchas e iluminar la comunidad. Otros estaban formando pequeños grupos de lobos, supuse que iban a redoblar la vigilancia pero no había ningún rastro del general.
—¿Qué mierda le hiciste a Pat?—Sentí un golpe en el rostro que me llevó directo al suelo, Suka me había golpeado.
—Yo... yo no le hice nada.—Dije mientras me limpiaba la sangre que caía de mi labio inferior.
—Maldición, él estaba contigo. Dime que hiciste con él maldita sea.
—Ya te dije que no le hice nada. ¿Crees que tengo la fuerza para dañar a un lobo de esa forma? —Traté de pararme pero Suka se transformo en un lobo e hizo que volviera a caer al suelo. Su pelaje estaba erizado y se acercaba tanto, hasta que pude sentir su aliento en mi rostro, viendo sus grandes dientes cerca de mí.
—Entonces dime que mierda paso.
—No lo sé, escuchamos ruidos extraños y terminamos separándonos. Pensé que él ya habría vuelto, yo me encontré con una pantera...
—¿Una pantera has dicho?—Me interrumpió y pude sentir la tensión en su voz.
—Sí...—Yo estaba temblando.
—¿La pantera te habló?—Había preocupación en su voz.
—¿Cómo sabes que la pantera me habló?—Dije confundida.
—Camila quiero que en este mismo momento regreses a la cabaña y no salgas de ahí hasta que te lo ordene.—Suka se dio media vuelta en dirección a los grupos de lobos que estaban siendo formados, pude notar que el general ya se encontraba ahí.
—Pero...—Traté de decirle que quería ver a Pat, me preocupaba su estado de salud.
—Es una orden.—Giro su rostro y pude ver el enfado en sus ojos, el fuego creciendo en sus pupilas. Sus ojos se habían vuelto negros. Entonces desistí y me dirigí a la cabaña.
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Sentí la luz del sol darme en el rostro, me había quedado dormida y ya era de día. Observe por mí ventana y toda la comunidad estaba como siempre. Las personas estaban haciendo sus quehaceres diarios. Me levante de mi cama en dirección a la habitación de Suka, pero él no estaba.
Nuestra comunidad no era muy grande, vivíamos cerca a las montañas y cerca al bosque. Creo que nuestros antepasados habían decidido formar nuestra comunidad en este lugar para estar lejos de los humanos.
¿Irónico no?
Yo era una humana.
El Clan del Sol estaba formado por varias cabañas que compartían las familias, teníamos todo lo necesario para vivir. Bueno, eso decían los demás. Yo nunca había ido a la ciudad en esos paseos de excursión al que iban los lobos encargados de buscar medicinas y otras cosas necesarias.
Todo lo que yo conocía era esto.
Pero a los otros miembros les encantaba, se sentían los más fuertes a pesar de vivir en una burbuja. Amaban pelear entre ellos para demostrar quien era el más fuerte. Era una tradición estúpida que tenían, peleaban delante de la comunidad, como si eso fuera la única diversión existente del lugar.
Al final, las palabras de aquella pantera venían a mi mente, en realidad si éramos salvajes. Yo también lo era, porque había vivido toda mi vida con ellos y aunque los lobos no me aceptaran, yo seguía siendo una miembro del Clan del Sol.
Iba a salir para averiguar lo que estaba pasando con Pat, cuando unos toques en la puerta llamaron mi atención, fui a abrirla y me encontré con el general, dos miembros del consejo y a Suka parados frente a mí.
—Hola Camila, ¿podemos pasar?—Preguntó el general y me hice a un lado dejándolos pasar.
—¿Cómo está Pat?—Pude notar que hizo caso omiso a mi pregunta y observaba la cabaña con detenimiento.
—He venido con dos de mis consejeros para hablar sobre lo que paso ayer.—El general se sentó en una silla mientras observaba a sus dos consejeros, dándoles la indicación para que hablaran.
El consejo del Clan del Sol, eran los encargados de dar las sentencias a los lobos cuando los consideraban indignos de pertenecer al Clan. El general tenía el poder sobre nuestro Clan pero él no podía hacer mucho sin la aprobación del consejo, a pesar de todo el miedo que impusiera, siempre había sido de esa forma.
— Suka nos informo que estuviste en la noche en el bosque con Pat.—Moví la cabeza con gesto de afirmación. —Quiero que nos digas todo lo que sabes sobre la pantera que viste.
Comencé a contarles todo lo que había pasado la noche anterior, omití la parte en la que Suka me había obligado a ir, porque podía sentir su mirada fija en mí y sus ojos llenos de furia. Mentí y dije que había ido al bosque por cuenta propia porque deseaba explorar y que Pat me había ido a buscar pero que me perdió el rastro por su inexperiencia.
—Camila, quiero que nos asegures de lo que viste no se lo vas a decir a nadie. Esto queda aquí en estas paredes.—Dijo el general mientras se levantaba de su asiento.
—No entiendo todo esto. Pensé que los lobos eran los únicos que tenían el don.—El general tomo mi mano y la apretó suavemente. Notaba que intentaba decir algo pero la mirada de los consejeros se lo impedían.
—No es algo que debas saber.—Terminó de decir mientras soltó mi mano e iba de camino a la salida.
—Hoy vas a acompañar a la división en la búsqueda de ese animal. Vas a indicarles el lugar, salen a la media noche, tienes que estar lista humana.—Comento un consejero mientras seguían al general.
—¿General Amarok?—Pregunté pero él me ignoro, mientras abría la puerta para salir, los consejeros salieron a su lado, Suka detrás de ellos con una sonrisa en su rostro.
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La noche llego, me encontraba donde estaban todos los miembros de la división reunidos en largas filas, el general se dirigía a ellos en su forma humana, ordenándolos y dándoles indicaciones. Caminaba de un lado a otro observando a los miembros que faltaban formando filas.
—Esta noche van a demostrar su lealtad al Clan.—Dijo mientras formaba un puño y se lo llevaba al pecho. —Y si es necesario dar nuestra sangre, así será.—Prácticamente gritó el general.—Nosotros somos los encargados de proteger el Clan, somos los más fuertes, no hay una posible amenaza para nuestra dinastía.—Decía mientras caminaba de un lado a otro observando a todos formados en las filas. —Ahora repitan lo que se les enseño.
—¡Lumen Solis!—Gritaron fuertemente todos a la vez. Yo no entendía su significado y tampoco nunca había preguntado porque lo decían antes de salir a cazar. Pero tal era la firmeza con la que lo decían fuertemente que parecía un grito de guerra.
Al instante, todos los miembros de la división se golpeaban el pecho gritando fuertemente hasta que se transformaron en lobos al instante, incluido el general. Yo observaba todo atentamente hasta que él se acerco a mí.
—Camila, sube a mi lomo, nos vamos.—Dijo el general Amarok.
Lauren POV
La vida es muy complicada, siempre hay algo que quieres. Al conseguir lo que querías, hay algo más que debes tener, nunca termina. Es como un círculo vicioso, tener que partirte el lomo para tener lo que mas deseas. Porque nunca nada te va a llegar fácilmente, en esta vida no hay nada regalado.
Depende de ti conseguir todo lo que te propongas, salir a enfrentarte al exterior y luchar en este mundo lleno de animales, lleno de odio, donde te obligan a creer que tienes que tener maldad en tu interior para sobrevivir, cuando ellos no saben nada de la vida. Y es injusto cuando luchas por algo toda tu vida y que te lo quiten como si nada.
Lamentablemente esa era la vida en este mundo, llena de adversidades. Yo podía decir que tenia una vida digna pero había algo que yo siempre había deseado y que nunca había podido tener, paz.
—¿Pensado en chicas lindas?—Lukas me preguntó mientras reía y entraba a mi habitación.
—Hablas tonterías.—Dije mientras me levantaba e iba a servirme un poco de agua.
—Lo que te pierdes Lauren, todas esas gatitas derritiéndose por ti. Cualquiera aprovecharía, incluso yo.—Dijo mientras yo volvía a sentarme en mi cama mirando por la ventana.
—Deja de decirles gatitas, no es algo gracioso.—Voltee a mirarlo mientras Lukas se sentaba a mi costado.
—Claro que lo es, si yo también soy un gatito.—Lukas ponía sus manos encima de su cabeza para imitar orejas de gato. Le di un pequeño golpe en el hombro, mientras lo abrazaba fuertemente. Hasta que escuchamos un toque en la puerta.
—Alfa Lauren.—Agacho la cabeza mientras entraba.
—Ya te dije que no me digas Alfa, puedes decirme solamente Lauren.—Dije tranquilamente mientras me levantaba de mi cama.
—Lo siento, los caninos están adentrándose al bosque, guiados por su Alfa.—Lukas al instante se levanto de la cama con el rostro molesto.
—¿Qué andan buscando esos lobos en el bosque?—Preguntó Lukas.
—Nuestro informante no lo sabe. Suponemos que buscan averiguar lo que paso con uno de los suyos el día de ayer.
—¿Qué?—Estaba sorprendida mirando a los dos pero ninguno hablaba. —¿Qué mierda hiciste Lukas? Contéstame ahora.
—Lauren... no podía dejarlo ir como si nada. —Lukas trataba de explicarse.
—Por favor déjanos a solas.—Me dirigí al informante, él rápidamente abandono la habitación.
—Lauren... lo siento.
—Cállate y escúchame. La razón por la que fui al bosque no era porque estaba planeando un ataque a esos lobos. Te pedí que me acompañaras porque sé que te preocupa que ande sola por el bosque. Y me importa una mierda lo que nos hayan hecho. Eso esta en el pasado, olvídate de todo. Lo único que quiero es paz. ¿entiendes? Y eso no lo voy a conseguir atacando a uno de los suyos. ¿Te has dado cuenta de lo que has conseguido? Tus garras están impregnadas en su piel. Serian muy estúpidos al no darse cuenta. Están en el bosque Lukas, nos están buscando, saben que aún existimos. Y aunque yo no les tenga miedo, no voy a pelear. No quiero otra guerra para mi gente.—Lukas estaba sin palabras y pude notar una lágrima caer de su mejilla. Al instante corrí a abrazarlo.
—Yo lo siento, no debí pedirte que me acompañaras, aún sabiendo que estábamos cerca de su comunidad y aún sabiendo todo el odio que acumulas en tu corazón.—Dije mientras le limpiaba esa pequeña lágrima.
—He metido la pata.—Dijo mientras se recomponía.
—No mi amigo, has metido las cuatro.—Dije bromeando, deseando que su dolor desapareciera de una vez por todas, el dolor de mi gente que también era mi dolor.