Zona de guerra (Nick Robinson)

mxnicastilinski által

14.2K 987 73

Melissa ha vivido un infierno los últimos seis años y cree que volver a su casa natal de Long Island le ayuda... Több

CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO FINAL

CAPÍTULO 10

494 39 0
mxnicastilinski által

El agua tibia me resbala por el pelo y, a continuación, por todo lo largo de la espalda hasta que, finalmente, aterriza en el suelo del plato de ducha. Tengo los músculos agarrotados. Después de quince minutos duchándome, cojo mi toalla y me envuelvo en ella. Mi madre la puso cerca de la chimenea encendida mientras me lavaba y ahora está calentita. Termino de secarme y empiezo a aplicarme en la piel crema hidratante. Abandono el cuarto de baño lleno de vaho y voy a mi habitación. Revuelvo en el armario en busca de un pijama.

Mi hermano, de repente, irrumpe en mi cuarto. Suelto un grito y tengo el tiempo suficiente para alcanzar un cojín lo bastante grande como para tapar mis partes íntimas, ya que estaba completamente desnuda.

- ¡¿Qué te pasa?! ¿No sabes que hay que llamar antes de entrar porque cabe la posibilidad de encontrar a tu hermana en pelotas? - le espeto.

- Perdón, yo solo quería preguntarte que v...

- Pues te esperas. Ahora, lárgate.

John sale de la habitación intentando reprimir la risa. Será maleducado. Vuelvo a meter la cabeza en el armario y por fin encuentro un maldito pijama. Salgo al pasillo ya vestida con él y voy en busca de John. Está sentado en el suelo al lado de mi puerta mirando algo en el móvil. Nota mi presencia y levanta la vista hacia mí.

- Es una pena, me gustaban más las vistas de antes - dice decepcionado.

- Por Dios John, que eres mi hermano - respondo horrorizada ante su comentario a la vez que le doy una colleja.

- Ya lo sé, boba, estaba bromeando - se lleva la mano detrás de la cabeza y se masajea la zona donde le pegué. Pongo los ojos en blanco.

- A ver, ¿qué me querías decir? - pregunto.

- Qué querías para cenar.

- ¿Y para eso me molestas, pudiendo esperar a que tuviera puesto algo? No sabía que te corriera tanta prisa - a veces es como un niño pequeño.

- Sí, venga contesta de una vez - se impacienta.

- Pues... una tortilla francesa, y me la vas a preparar tú.

- Si no hay más remedio...

Dicho esto, bajamos a la cocina. John coge lo necesario para cocinar y yo, mientras, pongo la mesa. Termino y voy al salón a esperar que la comida esté lista. Entro y me encuentro a mis padres besándose y haciéndose muestras de cariño.

- Ejem - interrumpo, y me miran - ¿Podéis ir a hacer vuestras cosas a la habitación, por favor? Esto es una zona pública y a saber lo que me habría encontrado si hubiera tardado un poco más.

- ¡Melissa! - dice mi madre pasmada por lo que acabo de soltar.

- Tiene razón - interviene mi padre. La mira con ojos de complicidad, la coge de la mano y tira de ella para llevársela a la habitación. Parecen dos adolescentes que vayan a tener sexo por primera vez. Estaba a punto de acomodarme en el sofá cuando mi hermano me llama para cenar. Gruño y voy hacia el comedor.

Cuando acabo de comer, subo a mi cuarto a acostarme. Paso por delante de la habitación de mis padres. No se oye nada. Lo agradezco, no me gustaría escucharles hacerlo mientras intento dormir. Entro en el mío y me acurruco bajo las sábanas de mi cama. Antes de darme cuenta, ya estaba dormida.

·····················

Me despierto a la mañana siguiente con el dulce cántico de los pájaros. El día se presenta soleado. Es sábado, así que hoy no hay clase. Bajo a desayunar. La casa está en silencio, por lo que deduzco que soy la primera en levantarme. Abro la nevera y me preparo una macedonia con manzana, plátano, piña y fresas. Las corto en taquitos y las meto en un bol. Empiezo a degustarlas mientra miro el móvil. Tengo un mensaje de un número desconocido. Lo abro por curiosidad.

Número desconocido: Hey, Melissa! Soy Jennifer. Me preguntaba si te gustaría venir a correr conmigo por la mañana. Respóndeme en cuento veas este mensaje. Chao.

No sé cómo rayos consiguió mi número, pero no me importa. La agrego y respondo.

Yo: Buenos días, Jennifer! Sí, me encantaría. Te veo frente el gimnasio en media hora.

A mí realmente no me gusta correr, pero acepto porque no tengo nada mejor que hace y así me da un poco el aire. Sólo tengo 29 minutos para prepararme e ir al punto de encuentro, así que termino rápido de desayunar, friego el bol y voy a mi habitación para prepararme. Me visto unos leggins negros, una camiseta rosa fosforito y mis deportivas Nike. Me hago una coleta y preparo una mochila ligera con una botella de agua, pañuelos, algo de dinero y una chaqueta por si más tarde refresca. Rebusco en mis cajones hasta dar con un folio. Lo corto a la mitad y escribo que me voy a ausentar por unas horas. Pego la nota con un imán en la nevera y salgo de la casa, llevándome un juego de llaves por si acaso. Compruebo que llevo encima mi móvil y los cascos para escuchar música mientras corro.

Tardo 13 minutos en llegar a la calle donde se encuentra el gimnasio. Estoy a 200 metros de la puerta de éste. Alcanzo a ver la silueta de Jennifer y la de otra persona que está a su lado. No me imagino quién puede ser su acompañante. Me voy acercando más y al fin distingo el rostro de la otra persona. Es Nick. Un escalofrío me recorre la columna de arriba a abajo y se me encienden las mejillas. Rezo porque no se den cuenta. Él me ve primero y me saluda con la mano y una sonrisa.

- ¡Hey! Ya pensé que no venías - me reprocha Jennifer, a lo que yo echo un vistazo a mi reloj de muñeca.

- Wow, tres minutos de retraso - le respondo con tono irónico. Ella menea la cabeza.

- Me alegra que nos acompañes - dice con una sonrisa, dejando al descubierto su increíble dentadura.

- Bueno, pues en marcha - da por finalizada la conversación su hermano, y ponemos rumbo al parque.

Llegamos a la entrada del parque y Jennifer empieza a manipular en su reloj deportivo, supongo que para marcar los kilómetros que recorramos.

- Muy bien chicos, ¿listos para correr nueve kilómetros? - nos pregunta. Se me hace un nudo en la garganta. ¿Nueve mil metros? Rezo por no morir en el intento.

- ¡Sí! - responde entusiasmado él.

- Sí... - digo con voz débil. Me gustaría decir que no.

Y con esto echamos a correr. Vamos por los caminos hechos a través del césped y de los árboles. SE nota que se acerca la primavera porque la nieve ya empieza a derretirse, dejando paso a las briznas de hierba verde y de las copas de los árboles germinan brotes de flores. Es temprano y no hay demasiada gente. La paz envuelve el ambiente. Al final decido no escuchar música y disfrutar de la propia de los pájaros y del viento entre las ramas. Mantenemos un buen ritmo durante los primeros 3 kilómetros, pero a partir de ahí, Jennifer y Nick aumentan la velocidad. Intento seguirles el paso, pero no creo que aguante mucho más. Me queman los pulmones y empiezo a tener dificultades para respirar. Los músculos de mis piernas se quejan por el esfuerzo, así que freno en seco y apoyo las manos en las rodillas flexionadas para recuperar el aliento. Intento coger todo el aire que mis pulmones puedan almacenar por la nariz y lo suelto despacio por la boca. Repito el ejercicio varias veces. Los rayos de sol me dan de pleno en la cara, haciendo que sude más. Mi temperatura corporal aumenta. Intento enfocar la vista en una forma del suelo, pero consigo el efecto contrario, se vuelve más borrosa. Siento que mi cuerpo pesa más de lo habitual. Me tiemblan las piernas. Sigo inspirando por la nariz y expirando por la boca. No puedo sostenerme más. Mis extremidades inferiores fallan y pierdo el equilibrio. Cierro los ojos, esperando el impacto contra el suelo. Éste no se produce. Noto unos brazos firmes agarrarme por la espalda y por debajo de mis muslos que me levantan evitando golpearme contra el duro cemento. Abro los ojos para saber la identidad de la persona que me lleva en brazos. Mis ojos siguen sin enfocar bien la imagen. Nos desplazamos hacia una zona en sombra. Me acuesta suavemente a lo largo de un banco. Parpadeo varias veces y ya consigo ver con más nitidez. Nick me mira con expresión de preocupación. Me pongo colorada al instante, aunque no se nota ya que por el calor tengo la cara bastante roja. Me intento incorporar, pero él me lo impide.

- Ey, no tan rápido. Acabas de sufrir un bajón de tensión y no querrás desmayarte por levantarte con tanta brusquedad - explica.

Suspiro y me llevo una mano a la frente. La tengo ardiendo. Nick saca una toalla pequeña de su mochila y la moja con el agua que llevaba. La escurre y me la coloca en la frente. Permanece así unos minutos y la retira.

- Venga, te ayudo a sentarte - me dice.

Me agarra firmemente de la mano y lentamente me levanto. Me apoyo en el respaldo del banco.

- Gracias - le digo.

- No hay de qué - responde, y me tiende su botella para que beba lo que queda de agua. La acepto y le doy largos tragos. 

- ¡Eh! - se escucha a alguien gritar. Jennifer viene corriendo hacia nosotros - Gracias por dejarme tirada, par de inútiles.

- Siento habernos ahorrado un viaje al hospital - contesta él, y me mira divertido. Me muero de la vergüenza.

- Lo que sea. No vuelvo a salir a correr con vosotros. No aguantáis nada - se sigue quejando ella.

 Después de reponer fuerzas sentados los tres a la sombra, los dos hermano se ofrecen a acompañarme a casa. Llevo 3 horas y 47 minutos fuera y tengo que volver. En seguida nos ponemos en marcha.

Olvasás folytatása

You'll Also Like

29.7K 1.5K 30
No soñaste nunca conocer a tu ídolo y que tengáis una historia de cuento de hadas?? Pues a mí me ha pasado todo lo contrario. Resulta que mi hermana...
606K 50.1K 167
~SINOPSIS DE LA 1ª PARTE~ Anya Forger, la adorable y telepática niña, se ve envuelta en un enredo de rumores junto con Damian Desmond, el hijo del pr...
58.7K 3.4K 24
"Puedes tomar mi mano siempre que estés mal, yo estaré siempre."
994 110 21
Hasta que todo se haya dicho, hasta que todo se haya hecho, hasta que tu respiración se detenga, esto no se ha acabado... Cariño, solo aguanta. Esta...