LISSA WESLEY
Sentí como mi garganta se cerraba de a poco, mientras se formaba un nudo y los pinchazos en mi nariz empezaron a hacerse presentes. Podría haberme echado a llorar allí mismo, pero por primera vez decidí contenerme por completo. Mantendría mi dignidad, al menos frente a ella.
Luego de unos segundos que parecieron eternos, Selena se separó de Justin y dirigió su mirada hacia mí lentamente. Su mueca fue de asombro y luego de asco, a la cual respondí levantando mi ceja.
—¿Qué hace ella aquí?—preguntó.
—Trabajo aquí.—espeté antes de que Justin pudiera siquiera decir algo.
—Tú deberías haberte mudado hace un tiempo ya. ¿Querías ocupar mi lugar?
—Yo no decido donde vivir, pero por ahora estoy muy cómoda aquí.—dije con una sonrisa cínica.
—Scooter no ha hablado con ustedes, ¿verdad?—la sonrisa de Selena no indicaba nada nuevo. Justin frunció el ceño.
—¿De qué debería hablarnos?—preguntó él, confundido. La risa de Gomez no me tranquilizó en nada. Se adentró a la casa, dejando la maleta en la puerta y se sentó en el sofá.
Un portazo resonó en la casa y los tres buscamos el origen. Scooter salía de su oficina y se quedó quieto, observándonos con los ojos muy abiertos.
—Eh, Selena—dijo en forma de... ¿saludo? ¿Por qué ninguno de los dos estaba sorprendido? las ganas de llorar eran cada vez mayores pero intenté completamente poner mi escudo personal al máximo.
—Eres un mentiroso—Selena cruzó sus brazos sobre su pecho y se enderezó en el sofá— es ahora o nunca, Braun. Yo no soportaré ésto un minuto más.
—Perdón pero necesito saber qué está pasando.—dije expresando cansancio en mi voz.
Scooter abrió de nuevo la puerta de su oficina.
—Justin y yo necesitamos hablar, Lissa. Ve a tu habitación o haz lo que tengas que hacer, luego conversaremos bien.
—Ésto es demasiado raro, Scooter, y no me está gustando. Luego quiero hablar contigo y con Nina.
Justin me miraba desde la puerta de la oficina con culpa en sus ojos y mi corazón se retorció. Intenté poner mi rostro inexpresivo y subí las escaleras hacia mi habitación sin mirar a nadie más.
Cerré de un portazo y agarré mi cabeza, sintiendo como la desesperación se expandía por todo mi pecho. ¿Qué demonios estaba sucediendo? Las cosas estaban mal, muy mal. Y era un asunto turbio. Scooter nos ocultaba algo, o al menos a mí. Me senté sobre la cama y suspire de forma pesada.
"Me enamoré de ti" me había dicho Justin. Me había besado, abrazado, me había hecho sentir especial por sólo cuarenta y ocho horas para que luego vuelva su novia. Porque aunque deteste admitirlo, ella es su novia.
"Es un contrato" me recordó una voz en mi interior, intentando tranquilizarme. Pero decidí ser realista: no era un contrato de dos meses, era un contrato que venía de hace mucho tiempo y ambos habían desarrollado emociones y sentimientos reales por el otro.
En esos dos días, que fueron los más felices de éstos últimos tiempos, se había creado una ilusión en mi interior, sin embargo al ver la forma en la que se abrazaron se destruyó de a poco.
Él, teniendo novia, me había ilusionado con un futuro que no iba a existir.
O quizá no era toda su culpa. Yo sentía el miedo cuando me confesó eso. Quizás solo se había confundido. Pero entonces sí era su culpa, porque tendría que haberse asegurado de lo que sentía antes de decírmelo. Lo que yo sentía por él era verdadero y ahora tendría que tragármelo todo.
La puerta de mi cuarto se abrió y cuando alcé la vista, Justin se encontraba contra ella, con una expresión de culpa y tristeza. Tenía la cabeza gacha y en sus ojos había un atisbo de... ¿lágrimas? Me enderecé sobre el colchón y lo miré mientras cerraba la puerta. Se acercó a mí, dudoso y se arrodilló, quedando así ambos enfrentados. Él aclaró su garganta.
—Lissa...—aún así su voz sonó quebrada. Suspiró frustrado y agarró mis manos entre las suyas, apretándolas. Las alejé, dándole a entender que no quería contacto con él hasta que aclarara todo. Vaya, qué mentirosa. Claro que quería contacto con él. Siempre. Su cara hizo una mueca de dolor y yo también sentí un pinchazo, justo en la zona del corazón.
—Habla.—susurré a secas.
—Lo siento... yo....
—Ve al grano, Justin. No tengo ganas de escuchar otra cosa.
Sus ceño estaba fruncido en forma triste y me miró como si lo estuviese lastimando. Como si me quisiera de verdad. Qué bien actuaba, eh.
—Mandy Teefey nos ha jugado una fea.
—¿Quién es Mandy Teefey?—levanté una ceja. Me sonaba aquel nombre.
—La madre... y representante de Selena.
—Explícame.
—Ella...—suspiró— ha hecho una especie de estrategia y el contrato durará más... y Scooter está metido en ello.
Cuando abrí la boca para hablar, me interrumpió.
—Creen que lo que necesitamos Selena y yo es más tiempo juntos, que sólo estoy confundido respecto a ti. Les dije que sería peor si volvíamos, pero al mismo tiempo el contrato dice que yo tengo que estar con ella... y...
—¿Tú quieres volver a intentarlo con ella?—pregunté sin rodeos.
Justin me miró a los ojos y apretó su mandíbula. Frunció el ceño y agachó la cabeza, dejando de mirarme. Eso lo dijo todo. Me levanté de la cama y me dirigí a la puerta, sin embargo él se quedó en esa misma posición.
—No te vayas, Lissa...—susurró.
—No, yo no me voy. Te vas tú.—abrí la puerta y me quedé ahí parada. El se levantó lentamente y caminó hacia mí.
—Debes entenderme, no es mi decisión.
—No, Justin, no es tu decisión. Pero hubieses aclarado todo desde un principio. Seguías con Selena y sigues queriéndola, no deberías haberte acercado a mí jamás de esa forma. Jamás, Justin...—mi voz se quebró al final.
—Lissa, juro que no te he mentido—su mano rozó mi mejilla y la quité.
—Me hiciste creer que pasaría algo y sólo fue una confusión de tu parte. Creíste que yo podría cubrir el lugar de Selena por un tiempo para llenar tu soledad y vacío y ahora que ella está de vuelta, yo no importo más.
Él negaba con la cabeza mientras las lágrimas llenaban sus ojos. Sus manos aprisionaron mi rostro.
—No, Lissa, mierda, no. Te quiero, sí, te quiero muchísimo. Pero...
Sus palabras estremecieron mi alma.
—No, Justin. Haz lo que debas hacer. —intenté alejarlo al decir eso.
—Nunca en tu puta vida vuelvas a pensar que te he usado.—las lágrimas se derramaron por su rostro y apretó los ojos.—Jamás en mi vida había estado confundido sobre mis sentimientos y... entiende... —abrió los ojos y me miró con tristeza.
Lo alejé de mí y me adentré más a la habitación, dejándole el camino libre hacia la puerta.
—Olvida lo que ha sucedido entre nosotros, si es que ha llegado a ser algo para tí. Es hora de hacer las cosas bien. No permitiré que juegues a dos puntas.
Me miró como si hubiese lanzado un flechazo directamente a su corazón y tuve que hacer un gran esfuerzo por no colapsar en llanto allí mismo. Bajó sus brazos a sus costados, rendido, y salió de mi habitación dando un gran portazo.
Las lágrimas cayeron de mis ojos como nunca.
Sentía el corazón latir dolorosamente en mi pecho y me tiré sobre la cama para quedarme completamente dormida.
JUSTIN BIEBER
El cielo estaba morado por las nubes que cubrían la noche. El frío de diciembre no era tanto, el clima era más bien agradable. Selena estaba apoyada sobre la baranda del balcón, mirando hacia abajo mientras fumaba un cigarrillo.
—No has dicho ni una palabra desde que estamos aquí—su voz sonó enojada. La miré.
—Estoy pensando.
—Woah—rió irónica. Dio una última pitada y aplastó la colilla contra el cemento de la baranda para luego tirarla al aire, dejando que cayera hacia abajo.—¿Y qué es lo que te tiene tan pensante? ¿Lissa?
La miré con el ceño fruncido.
—¿Por qué no la quieres?
—Obviamente está muerta por tí. Y obviamente mientras no estuve pasó algo. —sacó la caja de cigarrillos pero se la quité.
—Ya deja eso. Y no, no pasó nada.
—Scooter me lo ha contado—rió sin ganas— me ha dicho que te gusta.
Me sentí enojado. No tendría por qué habérselo dicho.
—Ha sido una confusión y en todo caso es problema de Lissa y yo.
Mientras quitaba la caja de cigarrillos de mis manos, prendió uno entre sus labios y me miró a los ojos. Esa mirada que siempre me había encantado, que para mí era la más bonita de todas. ¿Qué mierda le había sucedido?
Aquella mirada ya no era cálida ni cariñosa. Era fría, calculadora y oscura.
—¿La quieres?—intentó decirlo de forma altanera, pero su voz se debilitó. Yo había creado eso. Yo había hecho nacer esa inseguridad y miedo dentro de ella. Me paré y cuando estuve a su altura, la tomé de la cintura. A pesar de que las cosas habían ido mal, sentía culpa por haberla hecho sentir mal, por haberla lastimado. Tal vez ella no era la persona que solía ser, pero yo tenía cierta responsabilidad por ello.
En forma de... ¿agradecimiento? y de disculpa, la besé. La besé suave, atrayéndola hacia mí de a poco. Primero no respondió, pero finalmente tiró el cigarro y me abrazó por el cuello, pegando sus labios aún más a los míos. Pude sentir el sabor a humo mezclado con nuestros besos. Ella hizo todo más salvaje.
Sus labios eran duros, los de Lissa iban despacio.
Sus labios estaban secos, los de Lissa eran completamente húmedos todo el tiempo.
Sus labios demostraban posesión, los de Lissa demostraban cariño.
No se sentía bien.
No me sentía cómodo.
No se sentía real.
Me separé y la miré, mientras la alejaba un poco de mí.
Ésto no sería lo mismo nunca más.