Cortes Unidos [Libro #2]

By JCRincon

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Jack y Valerie han retornado a su vida luego de haber superado aquella desastrosa etapa de sus vidas. Ahora c... More

Prologo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 7
Capítulo 8
DOMINIK
Capítulo 9
ANUNCIO
Dominik 2
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12 [FINAL]

Capítulo 6

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By JCRincon

Era la peor noche de mi vida. Ni cuando vi a Valerie tan destrozada debido al maltrato que le había causado Christian, había sufrido tanto. Este dolor era de traición y me había atormentado toda la noche, ni las tres botellas de whisky lograron calmarlo, al contrario, lo hacían más fuerte y menos soportable.

Entre el dolor, la ira y las ganas de desaparecer. Envió varios mensajes, uno a mi jefe disculpándome por la manera en la que me iba de la empresa, y diciéndole que no volvería en un largo tiempo. Y otro diciéndole a Dominik que partiría al amanecer hacia Londres, solo.

Cuando empieza a salir el sol, se que ya era el momento. Aún con el alcohol corriendo por mis venas y sin saber si estaba totalmente seguro de hacer esto, empiezo a guardar toda la ropa que puedo en mis dos maletas de viaje. Luego de terminar voy al baño y al ver mi deplorable estado me doy una ducha de casi una hora. Cuando trato de vestirme el sueño me gana y termino tirado en la cama semi desnudo.

Cuando despierto el sol brilla demasiado que siento mis ojos quemarse. Me termino de vestir y voy al baño a lavarme la cara. Mi cabeza me da vueltas y mis reacciones van tan lentas que tardó en darme cuenta que alguien ha llegado y está corriendo por todo el apartamento. Tropiezo contra la puerta golpeándome la frente, que torpe. Salgo del baño y me encuentro con Valerie allí y lucho contra mi corazón para evitar salir corriendo a abrazarla.

La perdono por lo que ha hecho. Pero el dolor sigue allí y no es fácil superarlo, me entran dudas y aunque no sea un adolescente ya, necesito huir y darme un tiempo. Así las piezas rotas de mi corazón se rompan más al dejar a Valerie sola.

Me comporto como un imbécil y salgo, sin antes despedirme y dedicarle un mirada, está allí sola en el suelo como la primera vez que la encontré. Con los ojos cristalinos que amenazan con liberar lágrimas en cualquier momento y su expresión triste. Con la poca fuerza que me queda tomo el ascensor hasta el despacho principal, me despido del amable portero sin antes encomendarle a Valerie.

Al subir al taxi, el conductor me mira extraño, pero no le pongo atención, le digo que me lleve al aeropuerto lo más rápido posible –antes de que me arrepienta y vuelva a los brazos Valerie– sin decir nada atiende a mi petición y a los pocos minutos ya estoy en las puertas del aeropuerto.

Cuando llegó y presentó los tickets que tenía de mi hermano me llevan inmediatamente a la zona de despegue. Donde un avión con el logotipo de United London me estaba esperando.

—Vaya sí que los millonarios se dan sus lujos —digo para mí mismo.

Las personas que me atienden me suben al avión, me dicen las precauciones que debo tomar y los servicios que me pueden ofrecer mientras estoy en el vuelo. No hago más que asentir y cuando ya todo está listo el avión prende sus motores y emprende el vuelo.

—No te dejo Valerie, tan solo me doy un tiempo para que el dolor sane —murmuró apoyado contra la ventanilla mientras veo el paisaje de Nueva York con la esperanza de que ella me oiga.

El viaje parece interminable, aunque tan solo fueron unas cuantas horas. Luego de desembarcar estoy con mis maletas en la puerta de salida del aeropuerto de Londres en medio de la noche sin saber a dónde ir. Para mí sorpresa –aunque ni tanta ya me lo esperaba– había un pequeño auto con las ventanillas negras y un hombre con traje sosteniendo un pequeño cartel con mi nombre. El auto tenía el logotipo de United London al igual que el avión. El hombre me ayuda a poner las maletas en la parte de atrás del auto, me abre la puerta para subir y luego pone en marcha el auto.

Aprecio la vista de la hermosa ciudad, me imagino viviendo aquí paseando con mi padre, mi hermano y mi madre, quizás hasta con mis abuelos, todos juntos como familia. Pero tan solo son fantasías. Yo pertenezco a la realidad donde mi padre está muerto, mis abuelos igual y mi madre al otro lado del mundo.

Llegamos a una casa enorme, pintada de blanco toda su fachada y con un gran jardín alrededor. El auto entra por la enorme puerta eléctrica y luego de recorrer una pequeña calle se detiene al frente de la entrada a la casa, donde mi hermano me recibe.

—Bienvenido a casa Jack —dice Dominik con los brazos abiertos al bajarme.

—Mi padre sí que dejó buena herencia, me gustaría ser el hijo rico, no habría pasado por lo que pase —digo en broma mientras el hombre que me recogió del aeropuerto me pasa las maletas.

—Gracias Chad —le dice al conductor—. Y mi vida tampoco ha sido fácil, no es sencillo ser joven y manejar una multinacional y menos con tantos cuervos sueltos.

—Pues eso no lo sé, después de todo he vivido 26 años sin saber de todo esto —encojo los hombros.

—Pues esta es tu primera lección, esta es la casa familiar que dejó mi padre antes de morir —con un gesto de mano me invita a pasar, yo lo sigo—. Tenía todo listo antes de su muerte, se había asegurado de tener un lugar donde su familia pudiera estar cómoda y este es el lugar —recorremos la casa mientras me enseña cada parte—. Una casa casi mansión con dos platas. Una sala gigantesca, cocina, cuarto de lavado y varios cuartos para los empleados en la primera planta. En la segunda hay cuatro habitaciones, tres con cama doble y baño privado la cuarta es la biblioteca familiar. Todo esto lo he remodelado al pasar los años, y los libros los he conseguido poco a poco para llenar la biblioteca. Se van añadiendo pocas cosas, pero igual se siente vacía esta enorme casa.

Por un momento entiendo a mi hermano. He vivido solo durante un tiempo cuando era pequeño y cuando Jodie me dejo. Aunque no estuviese en una gran casa como esta, se sentía un gran vacío al llegar de noche y no ver a alguien feliz por tu llegada.

—Vaya esta genial Dominik, buen trabajo por cuidar lo que dejó mi padre.

—No es sólo mío, hay casi diez personas encargadas de mantenerla limpia al igual que el jardín —¿presumiendo de sus empleados?—. Puedes ir a tu habitación arriba, tiene tu nombre y aún está la cuna para bebé no supe qué hacer con eso así que la dejé allí. Espero que no te incomode.

—Para nada así está bien —una cuna para un bebé ¿Qué sería de mí si mi padre viviera?

—Acompáñalo para que se instale, Theresa —una de las mucamas a su lado asiente y camina delante mío para que la siga hasta mi habitación.

Agradezco a la mujer cuando llegamos a la habitación, ella se retira y yo cierro la puerta y me tiro a la cama. Un viaje largo igual a un gran cansancio. Sin embargo aún no he cenado y no dormiré con el estómago vacío. Empiezo a deshacer las maletas para pasar el tiempo, dejo mi ropa colgada entre el armario que hay en la habitación, me doy una ducha y me cambio de ropa.

La ducha me sienta bien tanto que me siento con energías para correrme todo Londres. Decido quedarme en la habitación, pasando canales en el televisor mientras Dominik o alguien más me llaman.

"Valerie cayendo en brazos de otro hombre, besándolo, tocándolo, siendo feliz con él. La oscuridad me rodea y empieza a ser lo único visible para mí, opacándolo la luz que una vez Valerie me había dado. A lo lejos la veo sonreír mientras acaricia su vientre con delicadeza, en el que guarda a un pequeño a punto de nacer"

Suficiente tengo con Valerie, la amo no lo negaré, pero siento mucho dolor y hasta en los sueños aparece. Necesito distracción, quizás unas buenas copas de licor no vendrían mal, pero aquí no conozco donde poder ir a conseguirlas y en la casa no he visto ni unas sola botella de licor.

No puedo quedarme en la habitación siempre. Abro la puerta y en ese momento me encuentro a la joven Theresa de pie frente a mi habitación a punto de golpear.

—Hola, señor, perdón —tartamudea y parece intimidada—. El señor Dominik lo espera en el comedor para cenar.

—Muchas gracias, Theresa —contesto dedicándole una sonrisa.

No estaba nada mal la joven mucama, pero ya tengo a Valerie, a miles de kilómetros físicamente, pero dentro de mi corazón en forma sentimental. Bajó al comedor siguiendo de lejos a Theresa. Al llegar la mesa está repleta de comida que podría alcanzar para unas veinte personas. Suena una campana y pronto los empleados de la casa llegan al comedor.

—Buenas noches a todos y todas —dice Dominik saludando a todos de pie, desde uno de los extremos de la gran mesa—. Hoy tenemos a un invitado especial. Mi hermano Jack White, ponte de pie —hago lo que me pide y todos empiezan a aplaudir—. Nos acompañará por unas semanas espero que lo ayuden a adaptarse y cualquier cosa que necesite ustedes puedan ayudarlo —al unísono dicen "Si" y mi hermano asiente—. Muy bien, no siendo más agradezcamos por la comida y empecemos, bon appétit.

La comida no ha estado mal, y entre todos allí ordenamos el comedor luego de comer. Aprovechó la ocasión y le pregunto a uno de los hombres allí si sabe de algún bar o si en casa hay licor. Me dice que por órdenes de mi hermano en casa nadie bebe ni conserva licor o cualquier sustancia que cambie el comportamiento, pero me da indicaciones para llegar a un pequeño bar cerca. Le agradezco y sin que mi hermano lo note me voy.

Llegó al pequeño bar, y sin pedir el hombre de la barra me alcanzan un vaso de lo que parece whisky. Agradezco son una sonrisa y me lo tomo de un solo sorbo.

—Parece que mi amigo tiene problemas —dice un hombre con un sombrero y un gabán negro, mientras se sienta a mi lado.

—El amor apesta muchas veces —contesto mientras me tomo nuevamente otro vaso.

—Sin embargo nunca pierde su magia —una frase demasiado elegante para un hombre en un bar.

—Pero a veces esa magia no es suficiente y... Sabe que, estoy aquí para desahogarme y olvidarme de todo por un momento. A la mierda —pido dos vasos más y me los tomo uno tras otro.

—Hombre si, brindemos por el desamor —dice el hombre alzando su vaso con otro licor.

—Y por las mujeres que se van con otros —chocamos nuestros vasos y juntos tomamos.

Quién iba a imaginar que el joven Jack, estudiante perfecto en la universidad, un joven proactivo y sin vicios iba a terminar en un bar en medio de la noche, brindando con un desconocido. No era lo correcto, quizás, pero el dolor seguía allí. Necesitaba ahogarlo con lo que fuese necesario, quería estar bien.

—Y ¿Qué me cuentas de tu vida joven? —pregunta el misterioso señor.

Decido contarle de manera resumida mi relación con Valerie y lo poco que puedo de mi familia. Yo le hago la misma pregunta al terminar, su hombre es Richard al parecer es separado y tiene un hijo. Vive solo en una habitación ya que su único hijo se fue del país y no era necesario estar pagando un gran apartamento. Poco habla sobre su trabajo y cuenta uno que otro anécdota, nos reímos, brindamos y nos embriagamos juntos. Creo que he encontrado un compañero de bar.

—Jack ¿Qué haces aquí? —la voz de mi hermano interrumpe en el lugar. Me giro hacia la puerta y allí estaba, tan bien vestido que no encajaba en el bar.

—Yo no sé, dime tú ¿Qué haces aquí? —creo que acabo de decir una estupidez.

—Vine a buscarte, tenemos trabajo Jack, no pierdas tu tiempo aquí, nos vamos —junto con el conductor me sacan a rastras del lugar y me suben al auto.

No discuto porque sé que perdería y no ganaría nada. Dominik no hace más que regañarme como si fuese mi madre o mi padre, y yo simplemente no presto atención como un niño malcriado.

—Se porque estás aquí, pero embriagarte no es la manera. Mañana te necesito bien, comenzaras a trabajar. Por ahora quiero que descanses —es lo último que dice y lo único a lo que le prestó atención. Era evidente mi despecho, hasta mi hermano lo había pillado ¿Tan destrozado estaba?

Al llegar a la casa me voy directo a la habitación, sin antes tropezar en las escaleras al no poder caminar bien. Me encierro en el baño y pronto veo como mi brazo derecho está descubierto, las cicatrices se ven y mis lágrimas mojan mis mejillas.

«Es para estúpidos adolescentes»

Pienso al desear lastimarme. Veo las cicatrices que me hacen recordar el mal trato y las malas experiencias que he tenido con las pocas personas que he conocido. Llega a mi mente Valerie y como desde allí mi vida cambió ¿Estaba bien hacer esto? Huir no era mi estilo ¿Pero qué más hacia? Mentiras, infidelidad e insultos en una misma noche y todo de Valerie.

«Estaba ebria»

Pero aun así no tenía razones para ponerse de esa manera. Que si era por Jodie, entonces es falta de confianza en mí para creer que no haría nada con nadie. Que jamás la engañaría ni le fallaría de ninguna manera ¿Cómo lograr eso? No sé, pensaba a que ya la teníamos.

«Hablen»

Seguro no quiere hacerlo. Sin darme cuenta ya tengo el móvil en mi mano llamándola.

—Aló ¡Jack! ¿Dónde estás? ¿Por qué no has vuelto? Hablemos ¿Si? Quiero que me disculpes por lo que pasó, perdón Jack, perdón...

Cortó la llamada y vuelvo a apagar el móvil. Sonaba destrozada, como yo lo estoy ahora. Era tarde para arrepentirse, ya estaba aquí con mi hermano. Tarde o temprano llegaría a este lugar. Que me vine en un mal momento, era cierto, pero estoy seguro que mientras haga aquí lo que necesito hacer, me despejare y pensare mejor las cosas.

Me lavo el rostro y me acuesto en la cama. Pronto empiezo a quedarme dormido. Pienso en lo que ha pasado en las últimas veinticuatro horas y caigo en cuenta de un pequeño detalle. Richard no estaba cuando mi hermano llego ¿A dónde habrá ido? ¿Habrá sido mi imaginación?

El dolor de cabeza me mata, ni siquiera las pastillas logras amenguar el dolor. Además nadie me había dicho que me levantaría a las cinco de la mañana para llegar a mi nuevo trabajo. Al fin y al cabo no podía quejarme, fui yo quien decidió ir a tomar hasta casi perder la consciencia así que ahora debía aguantarme y no llorar.

Luego de bañarme y vestirme un poco formal para ir a mi primer día de trabajo, bajo al comedor donde espero encontrar la mesa con el desayuno de todos. Desgraciadamente y continuando con mi mala racha en la mañana, el comedor estaba completamente vacío.

—Joven Jack, buenos días —dice Theresa a mis espaldas, giro y la saludo.

—Buenos días Theresa —me quedo un momento en silencio pensando en cómo decirle sobre el desayuno sin sonar mandón.

—El desayuno se sirve hasta las ocho de la mañana —pero parece que me lee la mente. Ahora tendré que hacerme algo yo.

—Vale, gracias ¿Sabe dónde está Dominik?.

—Seguramente en su habitación, hasta ahora son las seis y el sale a trabajar a las ocho y media¿No se lo dijo?

—¡Ese imbécil! —bufo y veo cómo Theresa trata de no reírse —Gracias Theresa, hablaré con mi hermano —le dedico una sonrisa muy fingida y subo hasta el cuarto de mi querido hermano.

Golpeó la puerta con todas mis fuerzas. El muy imbécil me había engañado, hasta las ocho y media salía de esta casa y solo hizo que me despertaran a las cinco para joderme, sabía que estaría mal en la mañana y se aprovechó de eso.

—Sal de tu puto cuarto ahora Dominik —digo mientras golpeó la puerta sin parar—. No es nada gracioso lo que hiciste, sal cobarde.

—P-perdone joven Jack —dice con un hilo de voz Theresa a mi lado, al parecer le doy miedo—. Dominik... Perdón el señor Dominik dejó una tarea para usted.

Debía ayudar a los jardineros a podar el césped ¿¡A las seis de la mañana!? Esta loco. Lastimosamente no está enfrente mío para dejarle claro que no haré lo que me pide, en cambio está Theresa que evita mirarme a los ojos. Voy a la cochera y saco la única podadora que estaba allí, le pregunto a uno de los dos encargados del jardín que ya estaban arreglando algunas plantas por donde comenzaba. Luego de las indicaciones empiezo con mi absurda tarea.

El sol empieza a salir y yo estoy por terminar mi tarea. El jardín que rodea la casa en más extenso de lo pensaba y la casa se ve muy imponente desde afuera. De pronto veo a Dominik en el balcón trasero con lo que parece una taza viendo con una sonrisa como podo el césped.

—¡Te parece divertido gilipollas! —le gritó desde abajo.

—Demasiado, aunque no me gusta como está quedando, te bajaré en la paga —contesta burlándose de mí.

—¡Ni siquiera me pagas! Arréglate para irnos ya me canse de esto —me divierte tanto con lo que hago que se parte de risa.

—¡Hoy es domingo hermano mío! Día libre nadie trabaja.

¡Hijo de su mamá! Me había hecho una broma y de las grandes. Había caído muy fácilmente y todo por mi estado. Theresa también estaba metida en todo esto, seguro Dominik la convenció que la ayudara para reírse de mí.

—¡Maldito imbécil! No haré nada más, dejaré esto aquí y volveré a mi cama.

—Termina lo que comenzaste ¿O para Jack le quedo grande podar el césped? Esto te ganas por ir a emborracharte anoche.

—¡Tú no eres mi madre para reclamarme por mis actos! —se le está subiendo el poder a la cabeza. No es mi jefe, solo mi estupido hermano rico.

—Pero soy el dueño de la casa en la que te quedaras por un tiempo así que mientras estés aquí me obedecerás.

Me quedo sin argumentos para reclamarle. Sin que tenga alternativa termino de podar el césped. La estadía aquí no iba a ser agradable, y menos con mi hermano mandón. Espero que mi trabajo sea lejos de él y que dure todo el día para no verle su cara. Subo a mi habitación al terminar me ducho y me cambio de ropa, la anterior había terminado sudada. Cuando estoy a punto de acostarme en mi cama tocan la puerta y escucho la voz de Theresa llamándome.

—¿Otra tarea? —pregunto al abrir la puerta.

—S-si señor.

Ahora era otro de los empleados de mi hermano. Mi día de descanso se iba yendo a la mierda poco a poco.

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