Campamento Rousseau [Larry St...

By geburtsfehler

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×Todos los derechos de autor reservados×. Cuando se ve a punto de ser enviada a un exótico Campamento todo u... More

Vista rápida al mundo de Campamento Rousseau.
Capítulo Uno.
Capítulo Dos.
Capítulo Tres.
Capítulo Cuatro.
Capítulo Cinco.
Capítulo Seis.
Capítulo Siete.
Capítulo Ocho.
"Del diario secreto de Pauliena Moliniers".
Capítulo Nueve.
Capítulo Diez.
Capítulo Once.
Capítulo Doce.
Capítulo Trece.
Capítulo Catorce.
Capítulo Quince.
Capítulo Dieciséis.
|AVISO|
Capítulo Dieciséis: Pt. Dos.
Capítulo Diecisiete.
|Despistada se nace, no se hace|
Capítulo Dieciocho.
Capítulo Diecinueve.
Capítulo Veinte.
Capítulo Veintiuno.
Capítulo Veintidós.
Capítulo Veintitrés.
Capítulo Veinticuatro.
Sorry not sorry.
Capítulo Veintiséis.
Capitulo Veintisiete.
Capítulo Veintiocho.
Capítulo Veintinueve
DESPEDIDA
F i n a l

Capítulo Veinticinco.

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Capítulo Veinticinco.


3. No ingerir licores o alguna otra sustancia etílica en el Campamento, sin el consentimiento del director.

-Gracias por la ayuda... Aquí tienes, ya puedes irte. -La anciana dejó los cinco billetes de 100 en la mano de la pelinegra. Recibió el pago con una sonrisa, y giró sobre sus talones, para salir al encuentro monótono de la ciudad.

Había pasado toda la mañana y la mayor parte de su tarde ahí. En la gigantesca mansión de la señora Geneviève, una ancianita de al menos 80 años, que apenas podía cargar con el peso de su cabello. Estaba agotada, sudada y seguramente apestaba. El plan era ducharse en casa de la señora, pero ésta había insistido en que en sus tiempos "El personal de limpieza jamás usaba el baño principal", y el otro baño había sido demolido.

No podía regresar a casa. Tenía que encontrarse con Alexandria a las 4:00 p.m., y más bien llegaría tarde.

Subió al asiento delantero de su auto, y echó a conducir hacia las profundidades del bosque, despidiéndose de las adoctrinadas de la ciudad. Saludó con una sonrisa amable la fría brisa de invierno, y sintió, en sus fibras, que ése sería un sorprendente año nuevo.

15 de enero. Tenía 15 días consecutivos acudiendo a la mansión a escondidas a las 4:00 p.m., y aún no había logrado acabar con la coraza de rudeza de la menor. Ni siquiera había logrado presentarse correctamente, todo parecía demasiado abordante. Y tenía el presentimiento, de que con Alexandria, podría terminar demandada por abuso a menores. Antes de llegar al Campamento, hizo varias paradas, proveyéndose de cualquier cosa que la quinceañera pudiese necesitar. Y, sintiéndose patética, terminó aceptando la realidad en la que se había sumido. Ahora era una sirvienta.

Ése día había visto muchas caras más. Ya había aprendido los nombres de todos, incluso si ellos no sabían el suyo. Pero esa vez, podía jurar que aquello eran aproximadamente 60 personas.

No fue hasta escabullirse por el pasillo, al ver a un chico desempacar en la habitación continua a la de Rousseau, que recordó algo importante. El regreso a clases.

Tocó a la puerta, rezando internamente porque la compañera de cuarto de la castaña aún no hubiese llegado, y cuando ésta se abrió, esbozó una sonrisa automática.

-Te ves terrible. -soltó, Alexandria le dedicó una mirada que, de haber podido, habría incinerado su cuerpo entero. La muchacha llevaba el pelo recogido en un topknot descuidado, oscuras ojeras rodeando sus ojos, y los labios cuarteados, resecos.

-Cállate. Estoy irritable debido a la falta de sueño. No hagas nada que me moleste. -gruñó, haciéndose a un lado y regresando a su madriguera.

-Traje algo para ti. Sírvete si quieres. -Anunció la pelinegra, dejando la bolsa sobre el buró junto a la puerta. Alexia gruñó-. Y aquí tienes una máscara para dormir.

-Entra, entonces. -musitó. Tomando entre sus manos la máscara, y analizándola. Negando con la cabeza, pensó: Diablos... Me estoy sintiendo débil ahora mismo. Me he vuelto vulnerable a la amabilidad. -. Estás totalmente sucia.

-Conseguí un trabajo rápido haciendo los deberes caseros de la Sra. Geneviève... La casa es un polverío.

-Eso no puede ser bueno para tu organismo. ¿Qué es, acaso tu naturaleza te guió hasta ese trabajo, esclava?

La pelinegra cruzó miradas con ella, y Alexia giró los ojos. Odiaba lo que estaba a punto de hacer, ¿a dónde habían ido sus principios?

[...]

Quizás una hora después, la puerta del cuarto de Alexia volvió a abrirse. Y una Srta. Ralston de cabello mojado y usando ropa de la castaña entró, dejando un profundo olor a shampoo a su paso.

- ¡Gracias por dejarme usar la ducha! Y... Por la ropa. -dijo, tímida y sonriente, dejando la toalla con la que secaba su cabello junto a la caja vacía en la que anteriormente había una pizza pequeña. Gracias a los Dioses nadie había reparado en su presencia de camino hacia allá, y los que lo habían hecho, la asociaron con otra campista más. Llevaba unos pantalones de pijama a cuadros azules, que de no ser porque eran dos tallas más grandes de lo necesario le llegarían a la pantorrilla, y una ajustada camiseta Aeropostale del color del cielo-. ¿Alexandria?

La muchacha yacía dormida sobre una pila de libros derrumbada en el piso. Los labios pálidos del frío, y las mejillas enrojecidas por la misma razón. Y, claro, con la máscara para dormir cubriendo sus ojos.

-Vas a pescar un resfriado, Alexandria. -Murmuró, retirando la máscara con delicadeza-. Métete en la cama.

-Hm... Voluptas...

Le dedicó una mirada irónica, e instintivamente, se inclinó hacia ella. Apoyó sus codos a ambos lados de su cuerpo, y delineó la curva de su mentón con las manos. Su rostro era brillante y suave, espolvoreado con dispersas y claras pecas. Y sus pestañas, largas y pobladas. Ni siquiera quería mirar los labios, y entonces, relamió los propios.

Y tenía que hacerlo, estaba tan cerca.

- ¡AH! ¿¡Qué estás haciendo!? -chilló, horrorizada. Atestando un golpe sordo en la mejilla de la mayor, empujándola lejos. Alexia se incorporó inmediatamente, y se llevó los dedos a los labios. ¿Se había atrevido a...?

- ¿Voluptas era ésa amiga de infancia?

- ¿Eh? -Apenas podía musitar palabra alguna. No despegaba sus dedos de sus labios. Estaba atónita. Ralston se irguió, con el rostro inexpresivo.

-Estabas hablando mientras dormías... -explicó, sentándose sobre sus piernas, más cerca de Alexia.

-Es-Esto no tiene nada que ver contigo. -contestó, evasiva. Y desvió a la mirada.

-Yo no... No te besé. -Aclaró, Alexia soltó un suspiro. Ralston sintió una punzada de ardor en el estómago-. Yo... Quería más tiempo para mí, así que dejé dos trabajos... Aunque sea duro, tengo un trabajo de buena paga, y como bedel a medio tiempo, bueno, le agrego algo más a mis ahorros... -A medida que hablaba, se deslizaba más cerca. Y a pesar de que Alexia odiaba el contacto, no haría nada para detenerle-. Quiero más tiempo para estudiar, por supuesto... Pero realmente espero tener más tiempo para verte, aunque sea un minuto más.

Y Alexia soltó una carcajada. Aquello le había tomado por sorpresa. Sus ojos se abrieron como platos instintivamente, y rió como loca, dando palmadas en los hombros de la pelinegra.

- ¡Cálmate! ¡Debes estar cansada y diciendo tonterías!

Pero la mayor no cedería tan fácilmente. Se acercó más a ella, y la otra contuvo la respiración. Ya no existía el espacio personal-: Lo que dije recién, normalmente cuenta como una confesión de amor. -Sus manos viajaron hasta entrelazarse con las de la menor, que miró erráticamente, sus manos, su rostro, luego sus manos de nuevo, y soltó un gemido de terror. -. Si no me acercaba y lo decía nunca lo hubieras notado... Alexandria, yo...

Toc, toc.

- ¡Ah! -Suspiró Alexia, y se levantó estrepitosamente, probablemente golpeándole, y echó a correr hacia la puerta-. ¡Ya voy, ya voy!

Suspirando, intentando recobrar la compostura antes de abrir la puerta, se estremeció. Y finalmente, lo hizo.

Ahí estaba, tan pequeña como siempre. Con el cabello suelto en rizos oscuros y los labios finos pintados de fucsia fuerte. Miraba sus cortísimas uñas negras mientras golpeteaba el piso con los pies.

- ¿Stella? -Alexia sonaba genuinamente atónita.

-Ah, ¿sigues viva? -La otra frunció el ceño-. Dejaste de ir al bar y no me llamaste ni nada... Pensé que estabas muerta al costado de una ruta en alguna parte, pequeña desgraciada.

- ¡Oh, disculpa, entonces! -soltó con la voz cargada de su ácido sarcasmo. -. ¡Tengo que estudiar el doble que un universitario normal! ¡No tengo tiempo para haraganear con la gran Stella en persona!

La más baja rió, y le dio un ligero golpe en el hombro. Alexia sabía lo que se aproximaba, y al parecer sus rodillas también, puesto que flaquearon-: No te burles de mí, perra... Estaba realmente preocupada. -Sus labios se fruncieron junto a su nariz, en una mueca graciosa, y chasqueó la lengua-. ¿Has estado durmiendo bien? Mira que si dices no voy a agarrar tu escuálido cuello y-

-Yo... -La voz se cortó, se veía dominada terriblemente en presencia de la amiga, y odiaba el sentimiento. Retrocedió, simulando bromear. Pero sus emociones estaban más a flor de piel que nunca-. Ya, no me toques.

- ¿Andrea? -susurró, preocupada. Y Alexia se había odiado a sí misma por confesarle que ser llamada con ese nombre era un privilegio que sólo le daba a los cercanos, a los que conocían su corazón. Se estremeció, y negó con la cabeza, visiblemente frustrada.

-Disculpa, pero Alexandria está bajo mi tutela ahora.

La voz fue simple. Y la acción aún más. La pelinegra cerró la puerta de golpe, y tiró de los hombros de la otra en un ademán posesivo.

- ¿Qué te pasa? ¡Idiota! ¡Eso es prestarse a malos entendidos! -gritó, a punto de abrir la puerta nuevamente. Aunque, de seguro Stella ya iría bajando las escaleras, tenía que recobrar la compostura.

- ¡Me gustas! -exclamó. Deteniendo la puerta antes de que le abriese. Tragó en seco, y cuando Alexia se volvió a encararle, con la mirada llena de furia, se atragantó con las palabras nuevamente-. Te pedí ser mi tutora... Porque me enamoré desde tu primer libro... Amor a primera vista.

-Amor...a primera...vista -Alexia saboreó las palabras, y meneó la cabeza, soltando una risita irónica-. ¿De qué diablos estás hablando?

-La primera vez que realmente te vi... Estabas llorando por ésa tal Voluptas... ¿Verdad? -Alexia se escabulló debajo del brazo de la Srta. Ralston, y caminó hacia su escritorio. Contuvo una risa despiadada, Voluptas no era una persona. Estaba teniendo una fantasía acerca de la estatua de Voluptas en aquel libro erótico que había leído-. Tu rostro llorando me atrajo profundamente... No sé- Lo que pasó... Pero yo nunca haría nada que te hiciera llorar. -Alexia rió amargamente, como si realmente disfrutara escuchar promesas vagas que ni siquiera sonaban sinceras-. Yo... Quiero verte reír.

Rousseau dio un puñetazo al escritorio. La clase de rabia que le hacía reír estaba transformándose, vibrante, al tipo de rabia que le hacía querer romper todo a su alrededor. Su sangre palpitó contra su cuello y mejillas al tiempo que soltaba un gruñido, energúmeno-: Tú... Eres tan... Sincera.

- ¿N-No te gusta que sea así?

Alexia bufó. Ahora no distinguía entre la rabia y la vergüenza, había caído en la cuenta de que no tenía sentido estar molesta, sólo estaba avergonzada-: Yo... No estoy acostumbrada a este estilo. No sé cómo reaccionar.

Rousseau no lo supo, pero Ralston sonrió detrás de ella, antes de recostar su cuerpo contra el otro, dejando que su respiración arropara su cuello-: Entonces dejaré que te acostumbres a mí... -Sus manos se deslizaron temerosamente por su espalda, hasta su cintura. Alexia se estremeció, del tipo malo-. Hasta el día de hoy estaba bien sólo pensando en ti. Pero ahora en adelante, quisiera que tú también pensaras sólo en mí...

El suave agarre terminó convirtiéndose en un abrazo que le rodeaba la cintura. Aquello le hacía sentir tan pequeña, tan femenina, inexperta, fuera de control... Adjetivos que odiaba irracionalmente. Una corriente de incomodidad y algo que no pudo describir erizó los vellos de su nuca, impidiéndole relajarse con el sonido de su respiración, y se empujó fuera de su abrazo con brusquedad.

Había recobrado la coherencia.

- ¿Quién eres tú, para pedirme hacer tal cosa? -Repentinamente, Ralston estaba frente a la reina malvada. La Reina Malvada de un cuento, de expresiones asqueadas y porte elegante-. Ni siquiera me conoces... No sabes nada de mí... Llegas a mi vida exigiendo un lugar, y además, un lugar que tome el control. Estás-Estás demente... Porque no me importa lo que quieras, ni siquiera si eso soy yo... Sólo... Joder, ni siquiera sé tu nombre. Sólo-

-Gabriella.

- ¿En serio? -Giró los ojos. Tenía un jodido nombre hermoso-. No cambia nada. No te conozco... Sólo sé que eres una estúpida mujer de mente sub-desarrollada con un trastorno obsesivo hacia mí.

-Me llamo Gabriella Ralston... Tengo veinticinco años... Tengo éste nombre porque la mujer que me recibió cuando me dejaron en el Orfanato a la edad de cinco meses, encontró al hombre grandiosamente parecido a Gabriel Ralston, de-

-Amor por Números*. -Interrumpió Alexia.

-Sí. Mi fecha de nacimiento es el 31 de octubre... Y... Estoy dispuesta a soportar todos tus desprecios si me dejas abrazarte como hace un rato, tan sólo un poco.

Alexia permaneció en silencio por unos segundos, y luego sólo negó bruscamente con la cabeza.

- ¡Estás enferma! -Espetó, caminando hasta abrir la puerta-. Adiós.

-Yo...

-Sólo vete, Gabriella.

Y así fue.

[...]

El chico tragó el café que su madre le había ofrecido. Él no odiaba el café, pero tampoco era un gran fanático del brebaje. Y éste, además, estaba amargo. Y frío.

La madre siguió conduciendo hasta que pasaron las puertas de la entrada a la majestuosa alma máter de cualquier gran escritor, filósofo y músico. Las Navidades habían sido buenas, sí, había descansado. Estaba listo para enfrentar lo que le esperaba de vuelta en la fría ciudad, sin embargo, su dulce y testaruda madre había insistido en que aún era emocionalmente inestable como para dejarlo viajar solo.

Una locura, desde luego.

Tomó sus valijas, y tras despedirse de su madre y ver el auto perderse de vuelta a la ciudad, dio un paso hacia atrás para apreciar la arquitectura de la casa que se alzaba ante él.

Había caído de vuelta en el lugar que menos quería estar.

Y no hablaba de algo geográfico, precisamente.

Vio algunas caras conocidas mientras avanzaba por los pasillos, hacia el piso de los músicos. Por el rabillo del ojo, vio a Niall instalándose y el rubio se lanzó hacia él antes de que pudiera saludarlo.

- ¡Zayn! -soltó, plantándole un excéntrico beso en la frente. El moreno rió, dejando sus pertenencias frente a la puerta.

-Hola, amigo. -saludó, en tono animado, fingiendo estar más entusiasmado de lo que realmente estaba.

El teñido le habló de lo fantásticas que habían sido sus vacaciones, de cómo había avanzado su relación con Zoë, y de lo emocionado que estaba. Según él, ahora era terriblemente bueno con la guitarra, y no podía esperar a mostrárselo a Dan.

Zayn intervino, y perdiéndose entre anécdotas mientras desempacaba, logró despejar su mente.

Y captó cada pequeña indirecta de Niall acerca de cómo algunas cosas se marchaban junto a la nieve de invierno. Y estuvo totalmente de acuerdo al escucharle decir:

-Éste año será jodidamente bueno.

La llegada del resto de las piezas de aquel rompecabezas fue más sencilla. Ellos sólo dejaron sus valijas en sus respectivas habitaciones, y luego se unieron al grupo que cada vez iba creciendo un poco más.

Para golpe de siete de la noche, en la Sala de Estar, en un conjunto de sofás en el rincón izquierdo de la estancia, yacían Paula y Evan, en el mismo sillón, el sillón continuo, Liam, incómodamente -y planeado a propósito por Niall-, Zayn y Niall. Y en el siguiente sofá, este individual, Lola.

Louis y ella habían sido los últimos en llegar. Claro que el chico se había extraviado junto al rizado, condenándole a ella a relatar las anécdotas de sus aburridas Navidades. Algo así como... Anime, American Horror Story, Wattpad y su tableta gráfica.

Lola era una pequeña sentimentalista. Muy bien, una gran sentimentalista. Y verse sentada frente a todos sus amigos, tocaba su corazón. Estuvo tan conmovida que llegó al punto de suspirar para contener algunas lágrimas que amenazaban con escapar de sus ojos. Pero toda el aura de amistad fue destruida cuando Paula se levantó, una mueca relucía en su rostro.

-Chicos -suspiró-, estoy exhausta por el viaje... Supongo que saludaré a los demás mañana. Nos vemos.

No pasaron más de dos minutos para que Evan se fuera también. Y como si ellos fueran el Blitz* , minutos de que la pareja se fuera, el trío de profesores anunció que se estarían reuniendo en la fogata, una fiesta de bienvenida.

~

Alexia se había rehusado a salir de su habitación. Lola había visto la mirada en ésa regordeta cara de su amiga. No sabía qué, pero algo lucía distinto en su habitación. Insistió un par de veces, hasta que recibió un "¿No entiendes lo que es un no, acaso eres estúpida?". Y supo que las cosas estaban mal. Realmente mal. Alexia nunca había sido tan agresiva con ella.

Así que, como buena chica, giró sobre sus talones y bajó, caminando hasta llegar al encuentro de sus amigos, en el patio trasero.

El Lac Lemán comenzaba a descongelarse, y un par de músicos jugaban a romper el hielo.

Cordelia lucía tan loca como siempre, jugando con las blondas del tocado que llevaba, mientras que Ben se sentaba, inseguro como siempre, sobre un tronco. Parecía temer que en cualquier momento alguien entrara y lo expulsara de la mansión. Dan, radiante, había tomado la iniciativa, dando una cálida bienvenida a los campistas con su sonrisa.

- ¡Ah, se siente bien estar de vuelta! -Soltó, bailoteando un poco-. Campistas, bienvenidos de vuelta a nuestro instituto... Espero que sus vacaciones, pequeñas... Y digo, realmente pequeñas- -Por un momento, se giró a mirar a Antoine con recelo fingido, luego rió y barrió la figura de Lola con sus bonitos ojos marrones-, hayan sido placenteras. Y les damos este día para acostumbrarse al frío, pero mañana, ja, mejor que estén en el comedor a las siete en punto, pequeños Rousseaus.

Y entonces la música comenzó.

Lola supuso que, de nuevo, había sido Harry quien se encargara de la música. Hasta que escuchó True Love Way de Kings of Leon, y supo que la lista de reproducción la había hecho Alexia.

Cuando sonó Closer, Harry la llamó con un ademán del brazo, indicándole que le siguiera. No entendía a donde le llevaba, despistada como era, hasta que vio en un claro del bosque -tan alejado del Campamento que la música era apenas audible-, a sus amigos sentados en pequeños troncos, sirviendo tragos de vodka en vasitos.

A sus amigos y a un par de personas más.

Ah, claro. Estaba Ed, había visto al chico por los pasillos, y le había escuchado cantar una vez. Estaba ése chico Joseph que Harry le había presentado. Y unos gemelos... Pegados tanto al cuerpo del otro, que por un momento pensó que fueran siameses.

Nate y Derek, Alexia les había hablado de ellos.

Intentó contener una sonrisa cuando Harry los presentó-: Lola, éstos son Nick y Dennis. Amigos nuestros. Chicos, Lola.

Se mordió la lengua, soltando una risita, mientras los saludaba. Nate y Derek, Nick y Dennis. Al menos había acertado las iniciales. Niall, que estaba sentado en un pequeño tronco, se las había ingeniado para formar una especie de mesa con un montón de rocas y unas tablas, y servía en vasos desechables azules, una mezcla de whisky y soda. Lola dio un suspiro, y resignándose a pasar un buen rato, estiró el brazo hasta cerrar su mano en torno al recipiente del brebaje.

[...]

Una hora y media después de que todos se hubiesen reunido en el claro, aquello estaba como cualquier otra fiesta en el Campamento: dividido. Edward hablaba tranquilamente, lo que era signo de que comenzaba a sentirse mareado, con Niall, y por irónico que fuera, compartían consejos acerca de la tintura del cabello, cómo sacarla rápido, y cómo hacer que el color perdure más brillante. Cerca de ellos, Joseph y Lola estaban medio apoyados cada uno a un árbol, platicando acerca de técnicas artísticas; éste apenas el mes anterior había admitido su afición por el dibujo, mientras que ella lo practicaba desde la secundaria, parecía una buena combinación, ninguno de los dos sentía que estaba perdiendo las inhibiciones. Un poco más lejos, entre la hoguera y la mesa improvisada con los tragos, Zayn y Nick hablaban sobre la importancia del físico de un filósofo, y la parte superficial que rige la carrera de un artista musical. Al otro lado, sin ir tan lejos, Dennis y Liam charlaban, sentados sobre troncos recortados, éstos dos estaban sintiéndose un poco más que mareados, puesto que la primera media hora de su reunión clandestina, la habían pasado bebiendo, sin musitar palabra.

Hasta que, alejados pero no lo suficiente como para que Dennis no pudiese ver, Nicholas palmeó el hombro de Zayn con aires de complicidad.

─Estúpido hijo de... -Dennis se detuvo bruscamente. Como si no quisiera insultar a su propia madre, o a la madre de Zayn, Liam no estaba seguro-. Por hombres así nos juzgan las mujeres.

Liam lo miró de soslayo, y dirigió su mirada a los dos muchachos que hablaban entusiasmados, y cabeceó-: Estoy contigo.

-Ah, conozco ése tono... -murmuró Dennis por lo bajo. Estaba consciente de que si estuviese en su sano juicio no estaría hablando con ese total desconocido. Pero no estaba en su sano juicio esa noche-. Es el tono de "Estoy solo y necesito desahogarme".

-Qué va, yo no diría algo como eso...

-Vamos, hombre, sólo cuéntame. Harás que quede como un estúpido. ¿Quién es tu novio? ¿Zayn? ¿O la chica, Lola?

-Era Zayn. -Liam respondió. Dennis asintió, como si entendiera, y girando su cuerpo hacia él, le animó a que le contara la historia. Y el otro, más aburrido que animado, terminó contándole cómo se conocieron en unas vacaciones. Ambos habían visitado la misma montaña al mismo tiempo, y habían ido a tomarse una foto en el mismo sitio, por lo que decidieron tomarla juntos. Una locura, intercambiaron números telefónicos para enviar la foto, y luego de eso, eran contactos. Antes de lo que Liam pudo notar, estaba relatando el momento en el que terminaron. Cuando decidió que la melancólica desconfianza que brillaba en los ojos de Zayn había pasado de moda, y que necesitaba algo más que su atractivo pesimismo en cuanto al amor, si quería que eso funcionara.

─ ¿Realmente te dijo eso después de que le dijeras que lo amabas? ─Dennis sonaba genuinamente atónito, como si pensara que ésa clase de rechazo descarado estaba reservado para las películas.

─Sin titubear. ─Liam giró los ojos, y dio un sorbo a su bebida─. Por eso, terminamos, pero es incómodo... Porque él sigue mirándome como si aún pudiera opinar algo acerca de mi vida. Como si tuviera algún... derecho sobre mí, que yo no tengo sobre él.

─ ¡Joder, cómo odio eso! ─Payne se sobresaltó al escuchar el grito de Dennis, que había sido tan fuerte y enojado, que los demás se volvieron a mirarlo, pero el gemelo no se inmutó─. Hasta hace un mes, mi hermano tenía ésta idea retorcida de que él podía hacer conmigo lo que le viniera en gana, pero yo no podía tocarlo. Me sacaba de quicio.

Liam torció el gesto, e hizo un sonido ronco al final de su garganta, incómodo─: Bueno, me alegro de que hayan superado sus... diferencias.

Dennis bufó, el juego de palabras no lo había divertido, y tampoco Nick riéndose junto a Zayn─: ¡Hey, tú! ¡Sí, el árabe!

─Soy tan inglés como tú, niño bonito. ─corrigió Zayn, no fue hasta que su voz resonó igual de alta que la de Dennis, que se dieron cuenta de que éste también estaba algo pasado de copas.

─Pues, yo soy francés, hombre. Sólo aléjate de mi hermano. ─Dennis fue simple, y esbozó una sonrisa que Zayn encontró bastante encantadora, no quedaba bien con todo el porte de macho.

─Dennis, no...

─No, ¿sabes? Es una buena idea, Nick, no puedes confiar en ése tipo. Él no confía en nadie, y debe ser por algo, ¿no? Se necesita de uno para conocer a uno. ─Éste fue Liam, que cuando estaba "mareado" se tornaba un poco afeminado. Con ademanes, piernas cruzadas y todos los gestos que, en sobriedad, se esforzaba por aplacar.

─Liam, no vamos a hacer esto.

─Sí, háganlo. Pero deja a Nicky fuera de todo eso. ─Dennis se levantó, dejó el vaso sobre la mesa improvisada y atravesó el trayecto hasta donde hablaban los dos bribones. El apodo no encajaba con su tono amenazador─. Nick, vámonos.

Extendió sus brazos, como si estuviese exigiendo un abrazo, y Nicholas giró los ojos─: Dennis, por favor...

─ ¿Nick, en serio? ¡Éste tipo aquí, es un desgraciado insensible! ¡Pregúntale a Liam lo que le hizo!

─ ¿¡Liam!? ─Ahora era Zayn quien gritaba, se volvió hacia su ex-novio, que le sostuvo la mirada serenamente, como si no guardara ninguna culpa─. ¿¡Se lo contaste!?

─ ¿Acaso era un secreto? No parecías muy avergonzado cuando le dijiste a todos en Londres que nuestro sexo no era bueno. ─Una ola de sonidos de sorpresa arropó el claro del bosque. Y justo cuando Zayn iba a contestar, y todos sabían que él no era tan paciente como Nicholas, Edward saltó.

─Amigos, amigos... ¿Por qué siempre tenemos que terminar peleando? Sólo... Cálmense... ─Edward no sonaba incómodo, ni borracho, como los demás. Pero sí que sonaba cansado. Niall rió nerviosamente.

─Son cosas de las que necesitan hablar en, er, privado.

Lola se balanceó sobre sus propios pies, sin decir nada. Y contempló a su nuevo amigo, el albino.

Joseph estaba aún más nervioso, puesto que conocía a Dennis y a Nick. Nick sería capaz de besar a Zayn frente a Dennis sólo para provocarlo, y Dennis estaba mirando demasiado la botella vacía de vodka en la mesa improvisada. Y como siempre, pensó en hacer lo que haría Alexia─: Bueno, no importa si ustedes dos tienen asuntos pendientes, o si ustedes no soportan estar separados, pero no son problemas que deberían afectarnos a nosotros. Si tienen algo que arreglar, sólo hagan como Larry, y váyanse de aquí.

Vale, eso había sido un tanto demandante. Sí había sonado como Alexia, pero ahora, al ver las expresiones ofendidas de sus amigos, se preguntaba cómo hacía Alexia para soportar el sentimiento que resta después de herir a las personas a diestra y siniestra.

Lola suspiró─: Buen punto, eh... ¿Dónde están Louis y Harry?

~

─Ah... Hm... H-Harry, ─Louis tiró la cabeza hacia un lado. Entre un árbol y el cuerpo cálido de su amante, no era mucho lo que podía hacer. Justo cuando Harry sintió que la virilidad de Louis iba a explotar, justo en ése momento se separó y le sonrió. El mayor despertó bruscamente de su ensueño y le miró con ojos saltones─. ¿Qué te pasa?

─Tu boca apesta a alcohol. ─se rió, volviendo a besar sus labios aparatosamente─. Si Antoine descubriera esto nos recitaría todas las reglas del campamento y bla, bla, bla.

─ ¿No crees que antes de reparar en el alcohol notaría que su hijo estuvo usando sus manos en mí? ─Louis dijo, o al menos pensó que dijo eso, lo que realmente escuchó fue un trabalenguas, y la cálida risa de Harry resonando contra sus orejas. El rizado finalizó en un suspiro y mordisqueó el lóbulo, resbalando intencionalmente hasta el hombro del más bajo, repartiendo besos a lo largo de su cuello, lamió la clavícula derecha y Louis contuvo un suspiro─. Vamos a la recámara.

─Uh, tuve escalofríos.

─Hablo en serio, tengo sueño. ─Louis apenas podía mantener sus ojos abiertos, así que Harry no podía descifrar si éste le dedicaba una mirada seductora o le estaba pidiendo que lo llevara a la cama sólo para dormir.

El rizado le besó una vez más, resignado a que incluso con alcohol de por medio, ésa noche no habría acción. Giró los ojos, y pasó su brazo alrededor de los hombros de Louis, encaminándolo de vuelta a los interiores de la mansión.

Notó, que nadie reparó en su presencia, porque los campistas ─los que no eran sus amigos y estaban escondidos en el bosque─, rodeaban a Benjamín y sonaban preocupados. Si Harry no hubiese tomado, probablemente se habría acercado a averiguar qué tenía a los chicos tan abrumados, pero dadas las circunstancias, condujo a Louis hasta su recámara, le recostó en su cama, y se acostó junto a él, mirando el techo de madera con aires de decepción.

Hacía un par de semanas, el día que Louis se había ido a Londres, Harry había tenido una idea. Sus sueños con Louis se estaban haciendo cada vez más divertidos, y las mañanas más fatídicas. Despertar y darse cuenta de que Louis no estaba bailando sobre él, no era nada que le gustase. Y se le había insinuado, se le había insinuado una y otra vez, y Louis siempre venía con una cantaleta moralista acerca de no había vuelta atrás, que no quería arruinarle la vida, que Harry tal vez no estaba seguro, hasta que había conseguido sacarle la verdad: Louis quería ser seducido, y Harry iba a seducirlo.

El intento de ésa noche había sido el alcohol, un poco cliché, pero podía decir que era impaciente. Había conseguido un poco de contacto físico, handjob, y besos calientes. Pero nada más. Louis dormía como un niño, abrazado firmemente a su cuerpo, y Harry estaba conteniendo las ganas de atarlo a ésa cama, o encadenarle en el sótano, y cumplir aquella fantasía que le había confesado una de las primeras noches.

Sin embargo, no haría nada.

Dormiría, como un necesitado idiota, y al día siguiente intentaría algo más.

Pero Harry Styles no era conocido por rendirse, o por fracasar.

[...]

¿A qué te refieres con que volverá la regla de las habitaciones mixtas?

La voz de Harry sonó clara y fuerte a lo largo del pasillo, y Paula frunció los labios, dándole esa mirada de reproche que le daba, siempre que alzaba la voz.

─Pues, sí, ya que te perdiste el discurso de "De vuelta a la rutina" del señor Rousseau, te haré un resumen... ─dijo ella, con voz suave, intentando buscar las palabras más sutiles para expresar aquello, mientras continuaban su camino hacia el patio trasero─. Esta mañana, durante el desayuno, tu padre aclaró cuán... disgustado... estaba acerca de la homosexualidad, y... expresó claramente que no quería nidos donde se pudiesen, ehm, contagiar. Así que, para prevenir, los asignó a todos en nuevas habitaciones, mixtas.

Contagiar.

El hijo menor de Antoine Rousseau avanzó por los pasillos de la mansión que debía ser su hogar y en la que no se sentía más que rechazado, conteniendo los gritos de rabia que amenazaban con escaparse de su garganta, manteniendo sus puños cerrados en los bolsillos de su chaqueta, y la mirada en el piso de madera.

Paula no dijo nada más, pues no sabía que otra cosa podría decir, y sólo le acompañó hasta llegar a su primera clase en el día.

Lo que la chica no sabía, era que a Harry no le molestaba el hecho de no ser aceptado por su padre, al menos no era eso lo que le molestaba así de mal, si no, el hecho de que ahora le sería el doble de difícil conseguir que Louis sucumbiera bajo sus ineficaces tentaciones. Ahora, estando apartados, el asunto se había convertido en una mínima probabilidad en todo el universo.

Pero a Harry le encantaban los retos.

Así que, siguió caminando hasta llegar a aquel rincón en el que él y sus amigos solían sentarse, al pie de aquel viejo y majestuoso árbol, y se recostó en el tronco, tras saludarlos uno por uno. Y entonces, Benjamín se aclaró la voz.

─Buenos días, campistas... ─comenzó, escarbando su nuca, temeroso─. Estoy aquí para... anunciar algo... para... bueno, despedirme...

Antes de que el pelinegro pudiese terminar, Alexia se levantó de golpe, y la clase entera se volvió a mirarla.

─No, ¡sabía que esto iba a pasar! ─Sonaba realmente decidida, lo que en el fondo, le dio un poco de lástima a Benjamín. Desde su punto de vista, ya no había nada que hacer. El gran jefe había tomado una decisión, y él sólo tendría que hacer lo que siempre hizo: obedecer─. No puedes irte, Ben. Papá jamás encontrará a alguien de tu calibre, no.

─ ¡No quieres que se vaya porque siempre te aprueba! ─graznó alguien, en el fondo, junto al lago, y Harry supo que tenía que ser ése odioso holandés que tocaba el trombón.

─Lo siento, señorita Rousseau, pero... está decidido. Estaré dejando el campamento justo al terminar este discurso, así que... Me gustaría agradecerle a todos-

─Ya, pero, ¿por qué te vas?

Zayn preguntó exactamente lo que estaba pasando por las cabezas de todos los campistas, y el pelinegro no hizo más que atragantarse con su saliva.

─Pues... el señor Rousseau ha... decidido que ya no necesita mis servicios. ─respondió el menudo escritor, con voz queda. Y los murmullos entre los jóvenes comenzaron a hacerse más ruidosos.

─Debe haber un motivo sólido, o es ilegal. ─aseguró Alexia, y el resto de sus amigos no pudo si no mirar mientras recitaba uno de los artículos del contrato de los profesores del campamento─. Así que, Ben, ¿cuál es el motivo?

Ben sacudió su cabeza, y se hizo hacia atrás, tomando asiento en su característica silla de madera y repiqueteando sus dedos contra el soporte de los brazos, tan nervioso que apenas podía forzar una sonrisa.

─Benjamín, ¿esto es acerca de la nueva regla de... no homosexualidad?

La pregunta se perdió en el viento, y todos se volvieron a ver al pequeño Louis, que abrazaba sus rodillas, recostado al otro lado del árbol, y garabateaba versos sin sentido en su libreta. Le observaron, como si hubiese hecho una propuesta de asesinato, de sexo casual, como si hubiese pisoteado el honor del tímido escritor, mientras que este sólo se aclaró la voz.

─No estoy obligado a responder eso...

─Eso está bien. ─Harry asintió, esbozando una sonrisita─. Pero tampoco estás obligado a abandonar el campamento. También soy un Rousseau, y digo que eres bienvenido aquí, todo el tiempo que quieras. Espero que no vayas a despreciar mi invitación...

Alexia miró a su hermano, orgullosa de la técnica de manipulación que utilizaba el rizado, y le dedicó una sonrisita que envió a sus mejillas hacia arriba, y todo el mundo estuvo de vuelta en la clase, con un profesor que apenas pudo mantenerse en una sola pieza durante ella.

[...]

─ ¿Qué es esto? ─preguntó en un gruñido socarrón.

─Son las firmas, señor ─respondió Dan, con una sonrisa burlona que le sacaba de quicio─. Los estudiantes, firmaron, en contra de la expulsión de Benjamín.

Antoine dejó caer la carpeta en el escritorio, y le hizo una señal a Dan para que dejara el despacho. Soltó un suspiro, y procedió a llenar su vaso de whisky nuevamente. Un buen escocés al golpe de las seis de la tarde, nada como eso para calmar sus nervios.

Le había enseñado a todos esos chicos a no doblegarse ante el sistema, debía esperarse una contrademanda cuando anunciara la salida de Benjamín, pero realmente se había tornado tortuoso, verlo, recibir reportes de él, encontrárselo por casualidad en el comedor, en la cocina, solos. Antoine quería creer que era un lobo solitario, que no le importaba no tener a Benjamín, y ahora, ni siquiera a Grace, pero la verdad era que no podría soportar esa rutina por mucho más tiempo.

Su rutina de pensamientos.

Sus sueños durante la madrugada, quizás eran la peor parte, mostrándole lo que pudo haber sido y luego arrojándole a la realidad de la soledad fría de su habitación. Él lo había intentado, de verdad, lo había hecho. Pero ahora... Antoine estaba comenzando a odiarse a sí mismo más de lo que odiaba a los homosexuales, porque estaba comenzando a aceptar que él era uno de ellos.

Si cerraba los ojos, escuchaba la voz de su padre mientras le golpeaba. Que estaba enfermo, que si se dejaba llevar no podrían curarle, que iría al infierno de todas las posibles religiones existentes.

Antes de que pudiese darse cuenta, un jadeo había escapado de su boca, y un par de lágrimas le seguían. No podía recordar cuanto tiempo había pasado desde la última vez que había llorado, pero lo estaba haciendo otra vez, por culpa de Benjamín, y por culpa de su padre, y como a éste último no podía castigar, se talló los ojos bruscamente y salió su despacho en busca del pelinegro.

─No, no...Mis intenciones jamás fueron que los campistas hicieran esto, yo... yo estaba dispuesto a irme, no... no es como que quería provocar al señor Rousseau.

─ ¿Por qué? ─Cordelia bajó el espejo de mano para mirar mejor a su colega, tras terminar de retocarse el maquillaje y llegar a la conclusión de que las arrugas no iban a desaparecer si les miraba fijamente.

─Es-Es intimidante, y seguramente, peligroso, no quiero ser el blanco de su... ¿Por qué miras- ─Benjamín soltó todo el aire que había retenido en sus pulmones y bajó la cabeza─. ¿Está detrás de mí, no es así?

Cordelia asintió, y tras la señal de Antoine, se desvaneció, regresando al interior de la casa.

Ben se dio la vuelta, dudoso, preparándose para el posible daño psicológico que pudiese restar de aquella confrontación. Ni siquiera pudo mirarle a los ojos; sabía lo que le esperaba, sus hermosos ojos grises, tan turbios como un río bajo el control de las fuertes corrientes. Antoine carraspeó, y el pelinegro retrocedió un paso.

─Señor Rousseau, yo-

─ ¡Benjamín! ─rugió, y de no ser por lo sofisticado de su voz, el escritor habría pensado que se encontraba frente a un león hambriento. No lo había pensado de aquel modo, pero sí encontraba alguna semejanza.

─Lo siento. Eh... Usted, bueno, yo, quiero pedirle disculpas por... por lo sucedido con los campistas, m-mi intención jamás fue desafiarle en ninguna de las maneras posibles, de verdad quisiera disculparme-

─ ¿Por esto, o por el inconveniente anterior? ─Antoine sonaba ácido, y sin embargo, ni un solo cabello en su cuerpo estaba de otro modo que no fuese erguido, tenso, un animal preparado para atacar en el momento que lo necesitara─. Sí que es tu culpa, ellos jamás lo harían por sí mismos...

─ ¡Pero lo hicieron! Yo, de verdad, lo siento si...

─ ¡Ya basta de disculpas, Benjamín! ─Furioso, gritó el rubio, dejando la oración del pelinegro perderse en una mezcla entre el viento y su propia voz. Ambos se miraron por un par de segundos, y el resto de las palabras navegaron en el aire, haciendo vibrar las fibras del menor. Bueno, Benjamín pensó, si voy a irme, debo hacerlo con estilo.

Y fue a por ello.

Apoyado en las puntas de sus pies, tiró del cuello de Antoine en su dirección y golpeó su rostro contra el del rubio toscamente. Aquello no tenía estilo, era torpe, era forzoso. Pero Benjamín sabía que, dadas las diferencias de tamaños, si Antoine hubiese querido, le hubiese apartado hacía un buen rato.

Sus brazos se relajaron, envolviendo eventualmente la cintura del menor, y éste a su vez, abrazándose contra el cuerpo cálido del mayor. Sus labios se tomaban como tantas veces antes de esa, y nada cambiaba, y Antoine no podía decir que se olvidara de todo, porque no, todo venía con más intensidad y golpeaba su cabeza de una manera que era suficiente para atormentar al más cuerdo, sin embargo... No le importaba. Mientras esos labios divinos se movieran al compás de los suyos, podrían estar siendo vistos por un millón de personas. Benjamín le gustaba más de lo que podría admitir alguna vez.

El pelinegro se separó, temeroso, y como esperaba, recibió un golpe en la mejilla. Un buen puñetazo, que estuvo a punto de derrumbarle en el suelo. Escocía, y dolía, y este dolor se esparcía, vibrante y caliente por todo su rostro.

─ ¡No te atrevas a acercarte a mí nunca más! ─casi gritó, tomándole nuevamente por el suéter, atrayéndole en una manera que confundía al más bajo, ¿iba a besarle o a golpearle otra vez? No hizo ninguna, en su lugar, dijo─: Permanecerás aquí hasta que encuentre la manera de hacer que quieras irte.

Joder... ─murmuró Ben, dejándose caer sobre un tronco tras la salida de Antoine, suspirando, intentando estabilizar su respiración─. Eso fue... Joder...

Llevó una mano a su rostro y acarició el lugar donde yacía la herida, y sonrió, porque acababa de darse cuenta de que Antoine no era para nada peligroso, sólo necesitaba ser amado. Que no estaba amargado, que estaba triste.*

________________________________________________

HOLAAAAAAAAA.

Bueno, tengo algunas cosas que decir, pero intentaré ser ordenada.

Primero que todo, ¿cómo están? ¿Qué les ha parecido el capítulo? ¿Regresé antes o después de lo que esperaban? ¿Ya me odian por lo malo que fue el capítulo o aún siguen contradiciéndome? Si es que siguen contradiciéndome, esta vez estoy dispuesta a creerles un poco, sólo porque no creo que hubiese alcanzado lo que he alcanzado si mi historia fuese tan mala como lo creo. Tal vez, sólo tal vez, no soy un asco escribiendo, jajaja.

Ahora, dos cosas. La mención del Blitz, para los que no le entendieron, hace referencia a un capítulo de How I Met Your Mother, en el que Ted cuenta una de sus típicas anécdotas, dejando como enseñanza que ése amigo que siempre se va antes de que pasen las cosas geniales, es apodado el Blitz. Cuando el Blitz se va, suceden todas esas cosas que se cuentan al día siguiente y a lo largo de los años. Y, además, esta última frase del capítulo, que también está resaltada, es una cita a Stephen Chbosky en su libro, The perks of being a Wallflower.

Continúo; ya no recuerdo qué otras cosas les iba a decir, pero seguiré hablando, porque me gusta. Sé que este capítulo estuvo algo corto, pero lo comencé a escribir en mis tiempos de bloqueo, y bueno... No me gusta colocar material que va para un capítulo en otro, porque luego se me desordena todo y agh, pierdo mi esquema. ¡AH, YA RECORDÉ!

Seguramente no se han dado cuenta, pero esta historia, este cuento, esta novela, este fanfiction, ha cumplido un año. Septiembre de cada año, aniversario de la publicación de Campamento Rousseau, jajaja, bueno. En realidad fue éste hecho lo que me inspiró a continuar con mi relato, como que me puse nostálgica. ADEMÁS DE ESAS HERMOSAS FOTOS DE LARRY TOMÁNDOSE DE LA MANO, DIOS MÍO, NO PUEDO CON MI VIDA, MI CUERPO, MI ALMA, TODO SE DERRITE Y SE SALE POR MI NARIZ Y OÍDOS, UFFFS. Bueno, vuelvo en mí, jajaja, sentí que debía volver, porque si todos y cada uno de ustedes, mis lectores, se tomaron la molestia de comentar y votar como lo han hecho, lo mínimo que puedo hacer es continuar escribiendo esta historia que sucede, misteriosamente, que les gusta. Y... sí, la primera monarca de éste desastroso reino ha vuelto, postraos ante mí. JAJAJAJA.

Gracias totales, mis pequeños bastardos, y hasta la próxima.

Love always,

Geburtsfehler.

[Spam:

Debido a que Geburtsfehler no tiene internet yo voy a subir el capitulo esta vez, ja, me emociono, siento los feelings.

Mucho gusto, soy quien interpreta a Lola en CR. Y aparte de subir el capitulo vengo a contarles la verdad oculta detrás de CR.

Pandrea es real.

Que Alexia y Gabriela, que Alexia y la chica de las cartas, que Alexia y Stella, que Harry y Louis, que Nick y Dennis, que Lola y Dan.

Alexia y Lola señores(as)

(Pss, ella es bottom, oops)

Lo que es que ajá, Geburtsfehler va a leer esto y se va a poner a decir que yo lo que soy es una cobarde. Pero Pandrea es real, shipeanos.

También me dijo que hiciera un mensaje y que me depravara, pero soy un fracaso escribiendo, so, diré que CR es bello, perfecto y hermoso, y que Geburtsfehler debería de subir otras cosas que sé que tiene escritas por ahí.

Hablaría del capítulo, pero hace mucho tiempo lo leí, y aunque lo releí haciendo el spam, no fue lo mismo a la primera vez, Solo que esto se va a poner bueno. Más bueno. Cuando todos están juntos, y Louis y Harry están por ahí besándose, y Dennis celoso por Zayn, y Liam siendo una Diva. No pueeeedo, cuando lei eso me esta cayendo en el piso de la risa. Benjamin y Antoine me derriten el alma. Es que por dios, son como un Harry y Louis alterno. Y Harry, cristo, Harry en este capitulo. No, no, ya pues. Me voy.

Dejare de hacer Spam, ok, bien,

SilentViola. O Lola. Como sea.

PD: MADRE MIA EL ABRAZO LARRY, ME MUERO.

PD2: Iba a subir una foto Pandrea pero no tengo tiempo y wattpad me odia.]


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