Capítulo 11
TOBIAS
Entrada la tarde, Tris, Christina, Zeke y yo dejamos la cafetería. Los nuevos miembros están festejando con sus familiares y amigos, de manera que, dejamos los chicos solos y salimos de allí.
– ¿Vienen para nuestro piso? – Christina nos observa sin separarse de Zeke.
– Si – asiento con mi cabeza –. Creo que tenemos algunas cosas que hablar.
Luego de cenar, Tris recoge los platos. Hemos optado por cenar en nuestro piso a que unirnos a los demás porque preferíamos estar solos, y unos minutos después estamos caminando por los pasillos del complejo, camino a nuestra reunión con Max.
Entramos por dos puertas, donde se encuentra la oficina de los lideres, algo que raramente se usa y a mí, no me agrada mucho, ya que es el lugar donde Jeanine ocultaba todas las computadoras con las que organizo el ataque a abnegación.
– Tobias, Beatrice – una voz nos saluda al entrar y me encuentro con Marcus sentado tras uno de los escritorios, a su lado Johanna, Max, Cara y Jack nos observan.
– Johanna, Max, Cara, Jack, Marcus – mi tono es frío, especialmente con mi padre.
– Buenas noches – El saludo de Tris es hostil, pero totalmente educado y no suelta mi mano cuando tomamos asiento, la lleva a su regazo y la acuna entre sus manos.
Yo estrecho una de sus manos inspirándole confianza.
No hay de qué preocuparse. La observo y asiente, de manera que sé que ha entendido.
– ¿Cómo estás Tris? – Johanna sonríe.
– Hasta hace algunas horas, muy bien – el tono de Tris es demasiado sarcástico – gracias.
– He oído que tu hijo acabo la iniciación hoy, en primer lugar, debes de estar muy orgullosa.
– Lo estamos – responde observándome–. No esperábamos menos de él.
– Ya veo.
La sala guarda silencio.
– Pero, –Tris vuelve a hablar –supongo que el motivo de esta reunión no es ese, así que me gustaría mucho que fueran al grano. Si bien recordaran–observa a Max – los Osados no somos amantes de los monólogos, eso es para ustedes – se dirige a Cara –, los eruditos. Me agradaría que fueran directamente al punto y solucionemos esto lo antes posible.
El silencio se prolonga hasta que, finalmente Max retoma la palabra.
– Ese es el problema, no tiene solución.
– ¿Qué quieres decir con eso?
– La Divergencia no es algo que pueda solucionarse, Tobias – Marcus toma la palabra –.Lo sabes.
– ¿Es por mi Divergencia?
– Por favor Beatrice, sabemos muy bien de tu Divergencia. Todo Chicago habló de ella. Es por la de tu hijo.
Observo a Tris, quien se ha quedado blanca como el papel, pero aun así, no pierde la compostura.
– ¿Will? – suena sorprendida.
– No te hagas la desentendida, eres muy consciente de la Divergencia de tu hijo, como de la del hijo de Zeke y Christina, Uriah.
– ¿Y? – la pregunta escapa de mis labios cuando él acaba sin que pueda detenerla.
– Conocen las reglas – esta vez, es Max quien habla –. Deben irse, de lo contrario serán ejecutados.
– ¿Qué? – Tris salta de su silla, yo pongo un brazo alrededor de cintura y ella vuelve a tomar asiento.
– Son las reglas – Marcus intenta ocultar una sonrisa. Maldito bastardo, está hablando de su nieto –. Hemos permitido tu permanencia en Chicago al restaurar las facciones, pero hemos dejado muy en claro que los divergentes deberían abandonar la ciudad o serían ejecutados. Nuestra sociedad no está lista para ellos.
– ¿Lo harán así sin más? ¿Obligaran a tres jóvenes de dieciséis años con un gran futuro en Osadía a largarse?
– Su calificación es una farsa. Su facilidad para acabar la prueba final es debido a su divergencia, se trata de una ventaja.
– ¿Disculpa? – Tris abre mucho los ojos – ¿Estás diciendo que la clasificación de mi hijo es una farsa solo porque ser divergente? Te recuerdo que ha ido a la cabeza desde que la iniciación ha comenzado.
– Lo sé – Max asiente –, siempre supe que acabaría en primer lugar, es el mejor de todos los iniciados, al igual que lo fueron ustedes, pero reglas son reglas.
– Oh, por amor de dios–. Mi paciencia ha llegado a un límite – ¿Quiénes nos obligaran a irnos?
– A ustedes no, – Marcus no se inmuta ante mi pregunta –. Ustedes ha sido aceptados por todos nosotros – observa al resto de los líderes que siguen sentados en silencio.
– Y tú crees que dejaré a mi hijo a la deriva por la periferia – pongo los ojos en blanco –. No seré como tú, seré mejor padre de lo que tú fuiste. Eso puedo asegurártelo.
– Cuida tus palabras frente a mí.
– ¿Disculpa? –Tris me observa, pero no acota nada – Estas diciéndome que mi hijo debe abandonar Chicago, cuando si mal no recuerdo, le habías prometido a mi madre que no volverías a involúcrarte en los liderazgos, esa fue su condición para dejar el poder.
Todos me observan boquiabiertos, es la primera vez que saco a relucir este tema, desde que las facciones se han restaurado, había intentado olvidarlo ya que no podía hacer nada para evitarlo.
– Y tu –observo a Max –, lamento recordarte que a quién han escogido como líder al restaurar las facciones ha sido a mí. Tú has recuperado tu puesto como líder, al volver a Chicago, pero quien ha remplazado a Eric, soy yo y quien posee el mando total en Osadía, soy yo.
Saco a la luz las diferencias de poder entre Max y yo las cuales, casi ni siquiera son tenidas en cuenta.
– Y como líder principal, – él me observa sin inmutarse por mis palabras – debes recordar que las Reglas establecen que los Divergentes deben marcharse y estarás dispuesto a cumplirlo, sin hacer preferencias hacia tu hijo o quien fuere.
– ¿No piensan hacer nada? – Tris interrumpe y observa a Johana, Cara y Jack – ¿Simplemente dejaran que todo pase?
– Reglas son reglas, Tris – Cara se encoje de hombros –. Lo lamento mucho.
– Ya fue suficiente que se te aceptara a ti y los otros divergentes de tu edad – Johanna frunce los labios y puedo ver cómo los años que han pasado se reflejan en su rostro –. No podemos hacer nada.
Observo a Tris, por un segundo, sus ojos se comunican con los míos y sabemos lo que debemos hacer.
– Muy bien – respondo estrechando la mano de Tris– dennos un día.
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¡Jueves y día de capítulo nuevo!
Cada vez más cerca del final.
¿Qué les ha parecido?
¡Gracias por leer!
Be brave, Tris!