No me dejes ir... // #NewSt...

By LetiChillemi

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Patrick Taylor tiene una vida complicada: Al salir del hospital luego de haber estado internado por varios me... More

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Yo nunca, nunca, pero nunca...
Epílogo
Nota de la Autora
Especial Entrevista N°1

El bigote del director y otras cosas desagradables

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By LetiChillemi

El director es un hombre moreno y bajito y, sinceramente, tiene un aspecto bastante cómico, sobre todo por el ridículo bigote que descansa sobre su boca. Al vernos entrar, se cruza de brazos en una posición que pretende ser amenazante pero en verdad hace que tenga que presionar muy fuerte los labios para no soltar una carcajada.

-Bien- dice con voz firme- ¿Se puede saber qué fue exactamente lo que sucedió?

Chris me mira fijamente y le sostengo la mirada. Es una guerra. Y no la pienso perder. Al cabo de unos segundos, Chris aparta la mirada, suspira y empieza a hablar.

-No ocurrió nada, en realidad. Unos chicos estaban acosándome. Ellos empezaron la cosa. Eso es todo.

-¿Eso es todo?- preguntó con un tono que nos daba a entender que no, que eso no era todo- Hay dos chicos que deberán ir al hospital por esto. ¿Sabes lo que ocurrirá si demandan a la escuela? ¿El dinero que nos harán perder?

Típico. Dinero. Es lo único que les importa a los mayores. Es obvio que al director le importan una mierda los chicos lastimados o nosotros, lo único que le importa es él, su maldita escuela, y el dinero para su maldita escuela. Diría todo esto pero no conseguiría nada y me metería en más problemas de los que ya estoy. Así que me quedo callado. En realidad, todos nos quedamos callados. El silencio incómodo dura hasta que el director lo rompe diciendo.

-No quiero sonar cruel- establece en un tono que deja entrever que en definitiva, sí quiere sonar cruel- Pero este incidente amerita amonestaciones.

El director se gira hacia Chris y le dice con tono imponente:

-Y espero que no sea necesario recordarle que en este punto, las amonestaciones podrían costarle la expulsión de este instituto.

Chris se encoge de hombros una vez más. Todo su semblante deja entrever que le importa una mierda. En realidad, creo que las palabras del director me importan más a mí que a él. Y eso me descoloca, porque por lo general, me da exactamente lo mismo lo que le ocurra a los demás. No es que sea egocéntrico ni nada por el estilo, porque tampoco me importa un carajo lo que me ocurra a mí. En realidad no me importa nada. En absoluto.

Pero hay algo en Chris que me hace querer...protegerlo. Parece tan vulnerable. No es que tenga aspecto de alguien frágil ni nada por el estilo. Al contrario, a pesar de ser bastante bajito, puedo notar los marcados músculos en el comienzo de sus hombros e incluso debajo de su camiseta. Pero en realidad no tiene nada que ver con eso. Va más allá de lo físico. Hay algo en él, en sus grandes ojos cafés, que me hace querer que nada malo le pase. Y el sentimiento es tan fuerte que me hace preguntarme seriamente qué mierda me pasa.

-Mire director- le digo, intentando hacer la voz más respetuosa que me sale- El conflicto fue totalmente mi culpa. Fui yo quién golpeó a los chicos. No castigue a alguien que no tuvo nada que ver, de verdad.

El director me queda mirando fijamente y su expresión es la de alguien que no comprende ni mierda de lo que ocurre a su alrededor. Quizá es su expresión normal, pues tiene el aspecto de alguien que por lo general no comprende ni mierda de lo que ocurre a su alrededor.

Chris me mira fijamente y el director suspira. Los dos parecen pensar que soy un completo idiota.

 -Patrick, dejé que te reincorporaras a la escuela porque de verdad pienso que no hay mejor lugar para ti para que te...recuperes. Pero debes elegir bien a tus compañías-la palabra "compañías"  la pronuncia con desdén y mirando fijamente a Chris- o puedes acabar muy mal. Mira yo entiendo que quieras ser un héroe, todos deseamos eso en cierto punto, recuerdo que cuando yo era joven...

Y entonces el director nos cuenta con lujos de detalles una apasionante historia que, por lo que entiendo, tiene que ver con él de joven bajando el gato del vecino del árbol pero honestamente, escucho muy poco. Me limito a mirar un punto fijo, para que el director sienta que estoy prestando atención mientras juego a ver por cuanto tiempo puedo contener la respiración sin ponerme morado. De vez en cuando, me cubro la cara con las manos para poder bostezar, lo que el director interpreta como un gesto de sorpresa, o emoción, o lo que sea.

Miro hacia un costado y noto que Chris me está observando detenidamente. Él se da cuenta de que lo he pescado y gira la cabeza rápidamente, como si no lo hubiera visto ya. No entiendo bien por qué estaba haciendo eso, ni cómo me siento al respecto, y prefiero no pensarlo demasiado porque la idea es bastante perturbadora, así que decido guiar mi atención a otra cosa y presto atención al final de la historia del director, que cuenta que, antes de poder bajar al dichoso gato, la rama en la que se posaba se partió y él cayó al suelo, lo que es perfectamente creíble, porque ya de por sí el director parece más fácil de saltar que de rodear e imagino que de niño debió haber sido mucho peor. La historia es tan patética que da risa, pero la expresión del director es la de alguien que acaba de contar la historia más apasionante y emotiva de la historia. Parece que espera que lo aplaudamos de pie o algo así, como si un niño obeso cayéndose de un árbol fuera algo digno de orgullo.

-Apasionante historia, director- dice Chris, y procede a darme un codazo para que hable.

-Me... me ha llegado al corazón- añado, asintiendo con la cabeza quizá demasiadas veces.

El director asiente a su vez, y así nos quedamos unos instantes, asintiendo como estúpidos, hasta que el director pregunta.

-¿Ha sido entendido el mensaje que quise transmitirles con la historia?

¿Si eres gordito y torpe, no seas tan estúpido como para treparte a un maldito árbol?

-Sí...totalmente- digo con mi voz más convincente.

-Lo captamos director -dice Chris con voz de complicidad, lo que parece agradarle al profesor, que parece creer que lo consideramos nuestro mejor amigo o algo por el estilo.

- Miren, sé que la historia parece tener un final trágico- cómo no, nada más trágico que caerse de una rama... ¿este tipo va en serio?- Pero tiene una enseñanza. A partir de ese día, me mantuve alejado de los árboles. No necesité ser un héroe. Y resulté bien.

Sí, yo no estaría tan seguro.

-Quizá usted- dice y no sé bien a cuál de los dos se está dirigiendo. A lo mejor a los dos- pueda llegar a ser como yo.

Recemos a Dios que no.

 -Por supuesto, profesor- dice Chris, con una voz sollozante que creo que proviene de estar aguantándose la risa. Por suerte el profesor no lo nota. O atribuye el sollozo a la emoción - ¿Podemos retirarnos? Hoy debía llegar a casa temprano, es el cumpleaños de mi padre y...

El director se queda en silencio. Le damos nuestras miradas más lastimosas, esperando que se compadezca.

- Última oportunidad- digo con voz suplicante.

-Bueno- accede- Última oportunidad. Y si hay más problemas, la salida no será tan fácil.

-Gracias, director- decimos casi al unísono y nos apresuramos a salir por la angosta puerta del despacho.

Salimos por la puerta principal y por primera vez en el día respiro del aire fresco. Giro la cabeza para mirar a Chris, pero ya ha desaparecido. No entiendo cómo mierda lo hace... ¿Es capaz de teletrasportarse o algo por el estilo?

Miro al cielo y descubro que ya ha anochecido, a pesar de que no deben ser más de las seis. Suspiro y echo a andar,  ya que tengo un buen tramo hasta llegar a mi hogar. Sólo quiero llegar a mi casa, tirarme en la cama con los auriculares puestos, y olvidarme de que el mundo existe. O, al menos, de que vivo en él. Ha sido un largo día. Demasiadas emociones. Y no me gustan las emociones.

De pronto, oigo el sonido de una bocina. Me giro y veo una camioneta blanca. Se abre la ventana delantera y veo a Chris asomarse por ella.

-¿Necesitas que te alcancen?

Me acerco a la camioneta y lo miro. Está sonriendo. Tiene una de esas sonrisas grandes, completas, en las que pareciera que el rosto completo está sonriendo.

-No lo sé- le digo- Mi mami me dijo que no me subiera a camionetas de extraños- añado en tono juguetón.

-Vamos, no seas marica- exclama.

-No te conozco tan bien.- exclamo- Podrías ser un violador.

-Ya te gustaría a ti- me dice y vuelve a sonreírme.

Pongo los ojos en blanco. Me gusta hacerme el difícil pero empieza a hacer frío así que dejo de protestar y me meto dentro de la camioneta. Chris me dirige una mirada de suficiencia, como haciéndome entender que me había ganado.

Nos quedamos en silencio y parados durante un tiempo . Chris parece esperar que le diga algo pero no sé muy bien qué. Al cabo de unos instantes me dice con tono divertido.

-¿Vas a decirme tu dirección o estás intentando pasármela telepáticamente?.

De repente me siento el idiota más grande sobre la faz de la Tierra.

-Sí por supuesto- digo rápidamente- Madison, 139.

-Allá vamos- exclama.

 La camioneta emite un bufido que me hace pensar que está a punto de deshacerse completamente. Pero, para mi sorpresa, no se rompe y comienza a moverse a una velocidad que me hace preguntarme si no hubiera llegado a casa más rápido a pie. Pero al menos no hace frío. Miro a Chris, pero él no me devuelve la mirada porque está muy ocupado pasando por todas las estaciones de radio que existen en menos de un segundo.

-Gracias- le digo.

-No hay de qué-me dice, y me sorprende bastante que no se encoja de hombros- Te lo debía por lo de hoy. Gracias por ayudarme.

-No hay de qué- no sé por qué, pero encuentro muy divertido repetir sus palabras.

-Aunque no te necesitaba. Podía sólo con ellos.

Me río y vuelvo a poner los ojos en blanco. Segunda risa en un mismo día. Eso es raro.

-Seguro que sí- replico con tono irónico- Se notaba que tenías todo bajo control.

-No lo entiendes- me responde serio - Era mi estrategia. Dejar que me ganaran, creyeran que la tenían fácil, que se confiaran, y luego...

-¿Luego qué?- pregunto divertido- Muero por saberlo.

-Luego- me dice con detenimiento- Comenzaba a luchar de verdad.

Me lo quedo mirando unos instantes.

-Eres increíble- le digo con tono de resignación.

-Ya lo sé- me responde.

-En ese caso, lamento haber interrumpido tu brillante estrategia.

- No importa. Estoy acostumbrado a que idiotas como tú se interpongan en mis planes.

Mi mira sonriente. Su sonrisa es contagiosa así que se la devuelvo. Me giro hacia la ventana. Este camino no es el que suelo frecuentar, pero no me siento nervioso. Por alguna extraña razón, confío en Chris. Vuelvo a girarme hacia él. Hay una duda que quiero sacarme de encima.

-¿Por qué te estaban pegando?- le pregunto, adquiriendo un tono más serio.

Él lanza un largo suspiro, como si nos estuviéramos adentrando en un tema complicado, o uno del que no quiere hablar y al principio creo que va a decirme que me calle, o que directamente no va a contestarme, pero luego larga el aire y comienza a hablar.

-Bueno el tema es que salí del clóset hace unos pocos meses. En realidad, ya había hablado del tema con algunos familiares y amigos pero quería hacerlo oficial ¿sabes? No sé por qué, pero sentí que todo estaría mejor si el mundo entero lo sabía. Creí que todos iban a aceptarme. Fui un idiota.

Hay un silencio. Sé que Chris está esperando que le diga algo. Cualquier cosa, sólo que reaccione de alguna manera. Y lo haría si supiera como debo reaccionar. Pero no tengo ni la más mínima idea. No es que sea homofóbico ni nada por estilo. A decir verdad nunca le di demasiada importancia a ese tema. Pero ahora no sé que opinar. Y no es nada nuevo. Por lo general no sé que opinar sobre nada. Pero ahora parece importante que tenga una idea sobre algo, y el no tenerla me hace odiarme a mi mismo un poco más de lo que ya lo hago.

Al ver que no digo nada, Chris prosigue.

- Es que parece tan fácil. En las películas, las series y los libros. Lo dicen tan simplemente y todo el mundo está de acuerdo, y hacen todo para que te sientas cómodo contigo mismo, y todos están felices. Es pura mierda. Pero aún no lo sabía.- su tono divertido había desaparecido por completo. Ahora su voz tenía una connotación sombría- Lo subí a las redes sociales un día. El error más estúpido que he cometido. Es decir, algunos se lo tomaron bien y todo, pero hay un grupo de chicos que está metiéndose conmigo todo el tiempo desde entonces. No sé qué es lo que les molesta tanto. A veces pienso que sólo buscaban una excusa. Creí que podía con eso, que cada vez se haría más fácil. Pero no. Es más difícil. Cada vez estoy más cansado. Cansancio del que no se te quita con dormir unas horas. Ya me rendí hace tiempo, pero el juego no acaba. Nunca acaba. Y necesito que acabe. Y no sé como hacerlo, ¿entiendes?

¿Me estaba preguntando si lo entendía? Acababa de describir mi vida entera. Mi día a día. Incluso mejor que si lo hubiera dicho yo mismo. Me siento descolocado. Siempre creí que nadie lo entendía. Tenía esa sensación de estar tan...incomprendido. Y por primera vez en mi vida no me siento tan solo.

¿Pero qué mierda estoy haciendo? No conozco a este tipo. Lo vi hace unas horas. Además, debo dejar de sentir cosas tan intensas. Acaba de decirme que es gay, por el amor de Dios.

Chris me está mirando lo que me da la pauta de que debo comentar algo pero no estoy seguro de qué decir que no me haga quedar como un idiota así que prefiero quedarme callado. El vuelve la vista al frente. Al cabo de unos segundos me dice:

-Espero que esté bien contigo. El hecho de que sea homosexual, me refiero.

-Sí, por supuesto- me apresuro a contestar. Y me pregunto que se sentirá que la gente decida si lo que eres "está bien" con ella. Pero supongo que Chris ya está acostumbrado.

-Genial- de repente, parece más animado- Muchos imbéciles dejaron de ser mis amigos al enterarse pues creyeron que sólo por el hecho de ser gay estaba enamorado de ellos o algo por el estilo.

- Yo no creo que estés enamorado de mí- digo y no sé por qué, pero mi voz suena como la de un niño enfurruñado.

-Por supuesto que no.-dice sonriente- Soy completamente inmune a tus encantos.

La respuesta me sorprende porque no creí que tuviera ningún "encanto".

Pero probablemente, no tiene importancia alguna. Chris sólo está de joda. De todos modos, no me siento completamente cómodo con el rumbo que está tomando la conversación así que decido cambiar el tema.

- -¿Por qué dijo el director que eras una mala influencia?- pregunto apresuradamente, intentando no sonar como un empollón, pero esa es la única pregunta que se me ocurre hacer.

Chris vuelve a apartar la mirada.

-Es una historia larga y complicada.

-Tengo tiempo- digo, inmediatamente interesado.

-Hagamos un trato- me dice luego de un silencio- Te explico mi larga y complicada historia a cambio de una larga y complicada historia tuya.

-No me tengo historias largas y complicadas- miento y bajo la mirada.

Él me toma de la muñeca y el gesto me sobresalta, pues al principio no comprendo qué está haciendo. Pero luego gira mi mano con suavidad y señala las dos marcas rojas que atraviesan la piel blanca verticalmente. Retiro la mano bruscamente.

-No quiero hablar de eso- digo en tono cortante.

Pienso que va a discutirme o a insistir, pero se limita a asentir con la cabeza y quedarse callado. El auto frena lentamente y puedo ver la fachada de mi casa por la ventana. Siento el impulso de bajarme corriendo del auto antes de que acabe de frenarse, pero las puertas tienen traba. Luego de pararse el auto, me quedo esperando que Chris me abra, pero él permanece inmóvil un instante y luego me dice.

 -Lo siento- me dice- Me he pasado. No tendría que haberlo mencionado.

 -No importa- digo, pero mi voz suena quebrada.

 -No, en serio. A veces ni pienso lo que digo. Es sólo que todo el mundo está hablando de eso y me daba mucha curiosidad saber por qué alguien cómo tú haría...eso. Pero no debí decirlo.

 -¿Alguien como yo?- pregunto confundido.

Él se ríe e inmediatamente me siento un niño en una mesa de adultos.

-No importa. Pero... eres sin duda la mejor persona que he conocido en seis meses de instituto. Esperaba que pudiéramos ser... amigos. Si es que no lo he arruinado todo ya.

Me quedo plantado sin saber qué decir. Es cierto que por lo general mi cabeza es un mar de dudas y la presencia de Chris sólo las revuelve aún más. Pero lo cierto es que no tengo demasiados amigos y Chris es una de las pocas personas que no parecen ser completos imbéciles así que ...

-No, yo quiero ser tu amigo también- y es verdad.

-Genial- me dice y vuelve a sonreír.

No estoy seguro de qué es lo que se supone que debemos hacer ahora, si debemos abrazarnos, darnos la mano, o pincharnos las yemas de los dedos para mezclar la sangre. Honestamente, no tengo demasiada experiencia en lo referente a amigos. Siempre fui más bien del tipo solitario.

El silencio entre ambos empieza a volverse incómodo, hasta que miro el botón de desbloqueo de la puerta y recién entonces Chris reacciona y desbloquea la puerta.

Pero aun así no me bajo. No sé por qué hay una parte de mí a la que le gustaría permanecer en el auto. Y esa parte me asusta.

-¿Vas a salir?- pregunta Chris confundido.

Asiento rápidamente y salgo del auto bruscamente.

-Nos vemos mañana, mi héroe- me saluda.

-No me llames así- mascullo esperando no sonar demasiado brusco.

- No te llamaré de otra manera desde ahora- declara divertido.

Sonrío muy a mi pesar y me dirijo a la entrada de la casa mientras la camioneta blanca desaparece internándose entre los edificios.

Suspiro.

No lo he notado pero mi corazón se ha acelerado bastante y se me está dificultando la respiración. Entro a mi casa con los ojos pegados al suelo pero en este caso concreto ni siquiera el reconfortante suelo puede tranquilizarme.

Lo único que quiero hacer es ir directo a mi habitación y acurrucarme en la cama como un cachorro pero en cuanto llego, mi madre está sentada frente a la mesa, mirándome fijamente.

-¿Qué tal tu primer día de escuela?- me pregunta en cuanto me ve cruzar la puerta.

Suspiro. Estoy demasiado cansado y el hecho de contestarle me supone un esfuerzo inconmensurable.

-Bien, supongo- logro articular.

-¿Es todo lo que vas a decirme?- me dice con tono reprochador.

Sé que mi madre odia que sea tan cerrado. Ella habla hasta por los codos y es de esa gente que cree firmemente que todos y absolutamente todos los problemas del mundo se resuelven hablando, que la comunicación nos ayuda a liberar nuestras almas y librarnos del sufrimiento y más mierda que ahora mismo no recuerdo. No comprende que yo no quiero liberar mi alma y que no hay nada capaz de librarme del sufrimiento. Que a veces dejar el silencio fluir es la mejor manera de encontrar al menos un poco de paz. Y es que ella dice que hablar es transmitir nuestras emociones y mis emociones son tan melancólicas que no quiero transmitirlas. Prefiero que se queden dentro mío hasta pudrirme por dentro antes que dejarlas ahí fuera para que lastimen a alguien más. Pero por supuesto que no voy a decirle todo esto a mi madre porque no podría entenderlo. Y no la culpo por no entenderme, por lo general, ni siquiera yo mismo puedo hacerlo. No espero que entienda lo mucho que me duele hablarle, hasta mirarle a los ojos. Cada vez que veo sus tristes y grandes ojos azules no puedo dejar de pensar de que esta mierda de vida es tan injusta... Mi madre se merecía otra clase de hijo. Uno que pudiera decirle todo lo que ella quisiera escuchar. Uno que tuviera muchos amigos y siempre estuviera riendo. Uno que fuera normal, que no le hiciera gastarse todo el dinero de la renta en pastillas, psiquiatras y hospitales. Uno al que no tuviera que pasar todas las noches revisando las muñecas. Y uno que pudiera contestarle a la maldita pregunta de cómo le ha ido en el día.

Me da lástima mi madre. Si hay algo peor que llegar al punto de querer suicidarte es que tu hijo llegue a ese punto. Sé que es difícil para ella y desearía que no lo fuera. Pero soy un maldito idiota. A veces pienso que sería mejor si ni siquiera hubiera nacido. La vida de todos estaría mucho mejor. Al menos la de mi madre.

-Fue agradable volver- digo intentando sonar feliz pero hasta yo puedo notar un deje quebrado en mi voz- Me siento mucho mejor.

Ha sido una actuación de mierda pero mi madre elije creérselo, porque si no viera sólo lo que quiere ver no podría con todo. Me da un fuerte abrazo y yo se lo devuelvo, algo incómodo. Cuando me libera, me dice que en un tiempo estará lista la cena y al fin puedo irme a mi habitación.

Me tiro en la cama tan bruscamente que me sorprende que no se rompa y me quedo mirando el techo fijamente.

Las palabras de Chris resuenan en mi mente: "Muchos imbéciles dejaron de ser mis amigos al enterarse pues creyeron que sólo por el hecho de ser gay estaba enamorado de ellos o algo por el estilo." No sé si entro en esa clasificación específica de imbécil. No sé si Chris siente algo por mí. Pero es cierto que su confesión me hizo preguntármelo. Y eso me asusta. Aunque más me asusta pensar en cuál quiero que sea la respuesta.

Es estúpido. Es obvio que no estoy enamorado de él. No soy... gay ¿verdad? Pero por lo general no suelo sentir... nada en realidad. Y con Chris no es así. Chris me hace sentir vivo de alguna manera. Eso no implica que me guste ¿o sí?

A decir verdad, todo esto me da miedo. Y no sólo por el hecho de que Chris sea un chico. Y gay. Y que simplemente estar haciéndome esta pregunta esté tan mal.

Es más que eso. Chris no debería gustarme porque nadie debería gustarme. Jamás he hecho lazos fuertes con nadie más de los que estaba obligado a hacerlos, como mi madre. Creo que en un punto, temo que vayan a decepcionarme y eso me rompa más de lo que ya lo estoy. Pero más temo decepcionarlos yo a ellos y romperlos. Porque un rajadura más en mí no importa pero ellos... ellos están sanos. Su destrozo significa algo. Y voy a decepcionarlos. ¿Cómo no iba a hacerlo? Soy tóxico. Infecto a los que están a mi alrededor. Lo sé cada vez que veo los vacíos ojos azules de mi madre. Soy defectuoso. No soy como debería ser. Es como si la naturaleza hubiera cometido un error al crearme. Soy un puto desastre. Y nadie quiere vivir cerca de un desastre. La gente permanece a mi lado porque cree que es capaz de ordenarme pero cuando descubre que eso es imposible...Simplemente se marcha. Como lo hizo mi padre. Dejo de pensar en eso porque me pone demasiado triste y no sé lo que soy capaz de hacer cuando estoy demasiado triste.

Está mal que me guste Chris. No debería gustarme. Y yo no debería gustarle a él. Fin de la historia.

Me acurruco en el rincón de mi habitación, justo en ese punto en el que las dos paredes se unen. Y me siento cómodo atrapado entre ellas...Como si estuviera protegido, a salvo. Bajo la cabeza hasta que la barbilla me toca la unión entre las clavículas. Y luego la tiro bruscamente hacia atrás, hasta que la cabeza golpea con fuerza la dura pared. Siento el dolor estremecer mi cuerpo entero y en cierto sentido es bueno porque al menos ahora el dolor físico que siento equipara el dolor emocional y me siento...equilibrado. Lo hago una vez más. Y otra. Y otra.

-No me gusta Chris- murmuro cuando mi cabeza aterriza en el muro- No me gusta Chris. No me gusta Chris.

Si lo digo suficientes veces, quizá acabe por creérmelo. 


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