LISSA WESLEY
Eran las cuatro y media de la mañana y con Justin todavía seguíamos tirados al costado de aquella ruta, tomando lo que quedaba de la bebida, hablando estupideces que luego se convirtieron en cosas muy profundas. Mirando al cielo, le pregunté el origen del universo y me habló de mil cosas en las que creía, las cuales tenían como centro a Dios.
—¿Eres de esos que sólo creen en Dios o realmente te dedicas a él? Es decir ir a misa y todo eso.
Justin me miró y habló, sin quitar sus ojos de los míos lo cual me gustó. Me encantaba que me mirara a los ojos cuando me estaba hablando.
—Antes iba a la Iglesia todos los fines de semana. Era mi rutina, de verdad, no importaba donde esté, en qué ciudad, siempre encontraba un rato para Dios. Ya no es así, y aunque a veces no lo admita una de las razones por las cuales me siento tan vacío a veces es porque mi fe está flaqueando. Mi fé, mi oración, mi amor hacia él.
—Te entiendo. Me pasa muchas veces —dije haciendo una mueca—antes al menos encontraba un tiempo para hablar con él de noche antes de dormir, ahora... nada. Me siento tonta.
— ¡Exactamente eso! antes me sentía acompañado hablando de noche. Ahora me siento estúpido. Malditamente estúpido.
Seguimos hablando por un tiempo de ese tema hasta que terminamos en la familia. Me contó que, en algún momento le gustaría casarse y tener dos hijos. Le pregunté sobre sus padres y su rostro ensombreció, sus ojos se mostraron tristes.
— Oh, si no quieres contestar no hay problema. Perdón si me excedí en confianza, de verdad.. —me retracté inmediatamente.
Rió amargamente.
—No, Lissa, no es contigo. El tema me pone un poco mal pero por alguna razón me inspiras confianza...
Suspiró y dejé que se tome su tiempo en contestar.
—Pasa que... —su teléfono empezó a sonar. Lo miró y vi en la pantalla el nombre de Selena. Para mi sorpresa, lo apagó y lo dejó a un lado.
—Se va a preocupar.
— Y no sé por qué, ahora no me importa. —dijo como si aquello lo sorprendiera a él también —Lissa, lo que voy a contarte... pocas personas lo saben. Es algo que me duele, el resto piensa que aún todo está bien pero no es así.
Miró la ruta y pensó unos segundos. Tragó saliva y volvió a hablar.
—Mis padres y yo teníamos una buena relación. Solíamos estar juntos seguido, al igual que con mis hermanos. Estaba con mi mamá, otras veces con mi papá y mis hermanos y así. Y si alguno no podía estar, hacíamos videollamada cada noche, o al menos me enviaban un audio por el teléfono. Cuando empecé a salir con Selena, a mi madre le costó aceptarla ya que al principio era todo un arreglo publicitario y realmente no se agradaban, luego, Selena logró tener su confianza y todo estuvo bien. Selena solía ser... una dulzura. Me entendía, me comprendía, y un día los besos arreglados para la cámara comenzaban a nacer naturalmente en nosotros. Era algo que queríamos hacer. Vivíamos la fama juntos día a día. Y las cosas... se complicaron porque sus verdaderos colores empezaron a salir a la luz. Ella es posesiva, violenta, celosa y lastima muchísimo con las palabras muchas veces. Es fría y calculadora. Y lo peor es que me duele admitirlo y mucho más decirlo. Pero, me enamoré de ella, Lissa. Me enamoré y aunque intente alejarme... no puedo. Y también me preocupa eso, porque yo sé que si me alejo ella se pondrá mal y ultimamente... ese sentimiento de enamoramiento se alejó un poco lo cual me parece extraño. A veces diría que ya no siento lo mismo por ella pero me hace sentir culpable y siento que... me obligo a amarla. Agh, sueno tan estúpido, Lissa. Pero estamos destinados, todo el mundo lo dice.
Lo miré. Él realmente creía que era su deber estar con ella.
—Me fui de tema, lo siento. —continuó Justin —La cosa es que, cuando los problemas con Selena empezaron, mi madre empezó a intentar alejarme de ella. Dijo que Selena me cambiaba mi forma de ser, que yo era otro al estar con ella. Que ya no me hacía feliz y mil cosas más. Me puse muy furioso y le dije cosas horribles a mi mamá, y ella se molestó. Esa fue la primera pelea, pero la arreglamos. Pero cuando se enteró que yo consumía... se vino todo abajo. Se enteró que a veces mi padre consumía conmigo. El ambiente en el que los niños estaban no era sano, pero decidió callarse la boca y seguir su vida, pero sin hablarme. Mi madre no me habló por meses, hasta que un día nos reencontramos. Almorzamos todos juntos; mi madre, mi padre, mis hermanos y la novia de mi padre. Estabamos perfectamente entonces mi mamá empezó a discutir conmigo sobre las drogas e insultó a mi padre. Me enfurecí por las cosas que decía, estaba fuera de control. Tengo problemas de rabia y siempre necesito golpear algo para calmarme y como no quería hacerlo ahí tuve que tragarmelo todo por lo tanto empecé a llorar desesperadamente. Jazzy y Jaxon se acercaron a mi y se me colgaron intentando calmarme, pero no de una mala forma, lo hicieron cariñosamente y yo...
Su voz bajó un tono y sus ojos se pusieron vidriosos. Siguió contando
—Simplemente yo quería... bajarlos pero no controlé mi fuerza y les pegué un puñetazo... bah, solo a Jaxon. Hice sangrar su nariz. Jazmyn... cayó al suelo y se desmayó. Se armó un lío tremendo. Todos al hospital, yo tenía otro ataque incontrolable pero de tristeza y llanto. Fue... fue el día más horrible de mi vida y desde ahí no he vuelto a ver a mi familia. Hace... hace un par de meses ya. Quizás es otra razón más para sentirme la mierda más miserable que pueda haber. Lissa, te juro que toda es imagen que dan allá afuera de mi o esa imagen fea que quizás tienes de mi... no soy yo. Juro que no soy yo. Juro que yo nunca quise dañar a nadie. Ni a mi familia, ni a mi novia. Es solo que las cosas son tan difíciles que me hago daño hasta a mí mismo.
Tardé unos segundos en asimilar sus palabras y rodé sobre mi para estar pegada a él y abrazarlo.
—No me tengas lástima.—dijo con un tono de voz duro.
—No es lástima. Déjame abrazarte, maldita sea.
Sus tensos brazos se aflojaron y me rodearon por la cintura, manteniéndome a su lado.
—Justin, déjame hablar a mi ahora. Tengo muchas cosas que decirte que nunca me animé. Bah, de hecho las dije pero ni siquiera estabas consciente.
Me miró atentamente y esperó. Tomé aire y empecé...
—Antes de que todo ésto pasara, yo era una simple chica viviendo en un departamento con su mejor amiga con muchos sueños que cumplir. Tenía una inspiración y siempre fuiste tú. La poca diferencia de edad que tenemos siempre me hizo verte no como... un famoso, alguien inalcanzable. Sino como un amigo, como una persona que es lo que eres. SIempre intenté ponerme en tus zapatos y comprenderte, siempre intenté no juzgarte mal por tus acciones y apoyarte en cada cosa, porque eso es lo que mereces, apoyo puro. Yo sé que estás pasando por una mala época, en algún momento iba a pasar, Justin. Tienes diecinueve años, es una edad en la que los adolescentes están saliendo de fiesta y tomando alcohol y esas cosas. Y tu lo haces, pero con el peso de un mundo encima de tus hombros. Estás en la mira de todo el mundo, el cual está esperando a que des un solo paso en falso para tirarte abajo. Quieren hundirte, hacerte sentir miserable y lamentablemente lo lograron. Te rodeaste de gente... de gente en la cual hay varias personas que quieren verte abajo también. No sé exactamente si Selena es una de esas —claro que lo es, me dije a mí misma—, pero si te hace tan mal porque no sólo te alejas. La vas a extrañar, lo sé pero es parte del proceso de superar. Y lo de tus padres... demuéstrales un cambio Justin, uno sólo y todo va a estar bien. Aunque no estoy de acuerdo de que te dejen cuando más lo necesites, también pon de tu parte. Y más que nada, no te olvides nunca que tienes un par de amigo de verdad, y no sé si me consideras una, pero yo nunca me moví de aquí. Estuve, estoy y estaré siempre, porque... ésto nunca te lo dije de frente y mirándote a los ojos como ahora, pero Justin, te quiero múchisimo. Te quiero de verdad y no sé por qué, pero no hay una maldita cosa en éste mundo que pudiera lograr que te abandone, sí? Sólo ten en cuenta lo increíblemente orgullosa que estoy de tí, de tu trabajo y de tu enorme corazón que dio tanto que se olvido de guardarse un poco de afecto para sí mismo.
—Me siento culpable, Lissa.
—¿Culpable de qué? No tienes por qué sentir culpa —contesté mirando a sus tristes ojos.
—Es que me gustas mucho. Y no es lo que corresponde.
Abrí mis ojos muy grandes ante su inesperada declaración. Mi corazón paró por un momento.