"𝓔𝓵 𝓶𝓾𝓷𝓭𝓸 𝓹𝓮𝓻𝓮𝓬𝓮𝓻á 𝓪𝓷𝓽𝓮 𝓮𝓵 𝓬𝓪𝓸𝓼 𝓭𝓮 𝓵𝓸𝓼 𝓭𝓲𝓸𝓼𝓮𝓼 𝓾𝓷𝓪 𝓿𝓮𝔃 𝓶á𝓼, 𝓬𝓲𝓷𝓬𝓸 𝓷𝓾𝓮𝓿𝓸𝓼 𝓶𝓮𝓼𝓽𝓲𝔃𝓸𝓼 𝓪 𝓵𝓪 𝓫ú𝓼𝓺𝓾𝓮𝓭𝓪 𝓭𝓮 𝓵𝓪 𝓭𝓲𝓼𝓬𝓸𝓻𝓭𝓲𝓪 𝓼𝓮 𝓮𝓷𝓯𝓻𝓮𝓷𝓽𝓪𝓻á𝓷
𝓛𝓪 𝓶𝓾𝓮𝓻𝓽𝓮 𝔂 𝓵𝓪 𝓵𝓾𝓷𝓪 𝓽𝓮𝓷𝓭𝓻á𝓷 𝓺𝓾𝓮 𝓮𝓵𝓮𝓰𝓲𝓻
𝓔𝓵 𝓬𝓲𝓮𝓵𝓸 𝓼𝓮 𝓪𝓹𝓪𝓰𝓪𝓻á 𝔂 𝓵𝓪 𝓫𝓪𝓽𝓪𝓵𝓵𝓪 𝓭𝓮 𝓵𝓪𝓼 𝓮𝓼𝓽𝓻𝓮𝓵𝓵𝓪𝓼 𝓼𝓮𝓻á 𝓮𝓵 𝓲𝓷𝓲𝓬𝓲𝓸 𝓭𝓮𝓵 𝓯𝓲𝓷."
La vida de un mestizo nunca era fácil, la diosa sabía a la perfección que traer a un semidiós al mundo humano era algo sumamente egoísta. Nunca tendrían una vida pacifica y normal. Por lo general, los semidioses no tenían un final feliz.
Sin embargo, los dioses siempre necesitaban de ellos. Eran vitales para crean una conexión entre el mundo humano y divino.
— ¿Es consiente de las consecuencias que traerá al mundo este semidiós?— preguntó sin rodeos.
—Se a la perfección que un hijo o hija mío desatara un desequilibrio en el mundo. Va en contra de las reglas— la diosa sintió un ligero movimiento en su vientre. Colocó una mano sobre este, y lo acarició con ternura— A pesar de ello, es la única forma que tenemos para conseguir la gloria. La profecía lo indica.
—Confío en usted. Si es la única forma, la apoyaré hasta la eternidad. Como lo prometí.
—Será nuestro secreto. El mundo todavía no está listo, llegará el día en que todos sabrán la verdad.
—Si, mi señora— se arrodilló ante ella.
La diosa se convirtió en una luz brillante y desapareció del lugar. La apuesta era arriesgada y no iba a perderla.