Un solo mes sin Dumbledore y el mundo ya se había ido de cabeza. La matanza de muggles, ataques a magos, y sangre sucias, era la noticia diaria que Alessia leía en los periódicos. Aunque encontrar un ejemplar del profeta se la hacía difícil, se mantenía al tanto con los periódicos muggles, los cuales no tenían idea de la real razón de tantas muertes en tan poco tiempo.
Sin embargo la noticia más dura de la que enteró Alessia fue otra, que gracias a lo difícil que era encontrar un ejemplar del profeta, se enteró dos días más tarde. El ministro de magia, Scrimgeour, había muerto, y ella estaba segura que fue en manos de Voldemort. Y aunque dijeran que ya había otro, Pius Thicknesse, el cual estaba segura que el ministerio estaba en manos de Lord Voldemort....
Sus sospechas fueron confirmadas, cuando declararon a Harry Potter como el indeseable No1, ofreciendo una recompensa al que lo entregue al ministerio para "ser entrevistado", por la muerte de Dumbledore. Pero esto solo fue el principio, había carroñeros por todo Londres en busca de sangres sucias para ser entregados al ministerio, con la alegación que le había robado su varita a algún mago, ya que la magia solo se hereda...
Por lo que los primeros días de agosto fueron más difíciles para Alex, ya que podía ser confundida con una hija de Muggle.... Haciendo que ella se trasladara de lugares más a menudo de lo normal, y pensando en una sola cosa, ya había aplazado demasiado su entrega a Voldemort...
El día de su cumpleaños, fue el día que decidió por completo que tenía que encontrar como localizarlo, por lo que solo por ese momento se daría a sí misma un descanso para celebrar el que sea quizás su último cumpleaños.
- ¿Algo más? -preguntó la cajera de la repostería en la que Alessia entró para comprar un pedazo de pastel por su cumpleaños.
-No gracias- respondió antes de tomar su pastel y salir del establecimiento.
Aquella noche parecía más oscura que dé a costumbre, dándole un mal presentimiento a la chica.
- Hey- escuchó que alguien la llamaba pero sencillamente lo ignoró, no reconocía esa voz-. Muggle, te estoy llamando- soltó el hombre antes de ella escuchar varios pasos detrás de ella siguiéndola. Aunque lo que realmente la alertó fue la palabra "Muggle", definitivamente aquellos eran magos-. Des...-intentó decir antes de ella dar la vuelta de golpe y apuntarle con su varita sin miedo.
- Expelliarmus- gritó ella haciendo saltar la varita del que parecía ser un carroñero.
- Una bruja- soltó el compañero del que la estaba llamando-. Debe ser otra sangre sucia escapando...-dijo antes del tercero sacar una lista-. ¿Cómo te llamas?
- ¿En serio crees que te lo diría? -preguntó sarcásticamente-. ¡Bombarda Máxima! -gritó produciendo una gran explosión con su varita, y derribar a los cuatro carroñeros-. No saben con quien se metieron- les dijo caminando hacía uno de ellos que era el único que no estaba inconsciente-. Supongo que ustedes están en busca de hijos de Muggle.
- Y yo supongo que tú no lo eres- soltó con desprecio antes de ella sonreír.
- ¿Qué me delató? -Preguntó con sumo sarcasmo sin esperar una real respuesta-. Necesito saber algo...
- Púdrete- soltó este antes de Alex reírse.
- ¡Crucio! - Soltó con rabia haciéndolo retorcerse del dolor-. Supongo que así me tomarás en serio...-le dijo cuando este comenzó a calmarse-. ¿Dónde puedo encontrar un mortífago? -preguntó como si nada sorprendiendo al hombre.
- ¿Por qué querías...? -Comenzó a preguntar pero se calló cuando Alex le volvió apuntar con su varita-. Ellos te encuentra, pero si quieres ir con uno, tenemos ordenes de que si encontramos a Potter llevarlo a la Manor Malfoy- soltó haciéndola sonreír, tuvo que pensarlo antes, la casa de su querido Draco.
- Obliviate- pronunció antes de hacerle olvidar al hombre y sus amigos que la habían visto, para al finalizar seguir su camino.
La Manor Malfoy era conocida por muchos, inclusive por ella, por lo que no se le hizo difícil tomar en medio de la noche un taxi Muggle hasta esta. Aunque al llegar no había nada, solo un terreno vacío. Seguro protegida por algún tipo de magia.
- ¿Seguro que se quedará a aquí?- preguntó el taxista antes de ella bajarse y pagarle.
Con su varita alzada caminó hacía el terreno vacío, y pronunció todos los hechizos antiguos para romper una protección que sabía, hasta que dio con el correcto, ya que en segundo al frente de ella apareció una inmensa mansión con dos grandes jardines delante, y en medio de estos un gran camino, por el cual caminó hasta una puerta gigante.
- ¿Quién puede ser ahora? -escuchó que alguien decía mientras se acercaba a ver quién había penetrado la protección de la casa, y quedarse perpleja al ver a Alessia.
-Hola Narcissa- le dijo sonriendo.
- ¿Quién es Cissy?-escuchó otra voz conocida detrás de la rubia-. ¡Tú! -gritó sorprendida al ver a Alex.
-Bellatrix- dijo Alessia con algo de desprecio al recordar como la había mandado a San Mungo.
- ¿Vienes por otra derrota? -preguntó Bellatrix sonriéndole como loca.
-No-respondió alzando su varita y dándole la vuelta antes de pasarla por la reja y Bellatrix tomarla-. Vengo a entregarme a su señor, Lord Voldemort- agregó sin ninguna de las dos esperárselo, aunque obteniendo una reacción diferente. Narcissa estaba algo sorprendida mientras Bellatrix solo se reía.
- Hay que llamarlo- soltó Narcissa no muy convencida aun, antes de que la gran puerta se abriera.
- Estará muy feliz cuando sepa que tuvo razón todo este tiempo...-soltó Bella antes de tomar a Alex por el brazo-. Vamos adentro...
- No es necesario la fuerza, no me escaparé luego de entregarme- dijo Alessia intentando zafarse del agarre de la loca, mientras caminaban hacía la gran mansión.
Al entrar la guiaron hasta la sala en donde Lucius Malfoy las esperaba para saber quién había venido a la casa, aunque cuando vio la pelinegra se quedó igual de sorprendido que su esposa.
- Vino a entregarse- explicó su esposa brevemente-. Hay que llamarlo...
- Él dijo que no lo llamaran al menos que tengamos a Potter- dijo Lucius con algo de miedo.
- No seas tonto Lucius, ella es más importante que Potter- replicó bella antes de sacar su varita-. Nos recompensará enormemente cuando la vea...-dijo con sumo entusiasmo.
- ¿Por qué? -Soltó Alex como si nada al lado de esta-. Yo me entregue, ni que me hubieran atrapado- reclamó cruzándose de brazos haciendo reír a Bella antes de ignorarla y colocar su varita en su marca tenebrosa para llamarlo.
- Espéralo sentada- le dijo Narcissa apuntando al sofá antes de la chica de malas ganas sentarse, intentando no pensar en lo que probablemente le haría Voldemort en cuanto la viera.
Apenas minutos después, la casa completa comenzó a temblar, y un humo negro entró a la sala, dando a saber que él había llegado. Se había parado delante de Alex, sin verla, dirigiéndose a sus dos mortífagos que lo había llamado.
- ¿Tienen a Potter? -preguntó furioso sin notar aun a Alex, haciendo que los Malfoy le vieran con terror y Bellatrix sonriendo.
-No señor...-comenzó diciendo Narcissa antes de Bella interrumpirla.
-Tenemos algo mejor- dijo ella señalando el sofá detrás de él, y este darse la vuelta antes de reír de alegría.
- ¿Quién la atrapó? -preguntó sumamente feliz antes de Alex levantarse del sofá, y tragándose todo su orgullo se arrodilló antes él.
- Yo me vine a entregar a sus servicios, mi señor- dijo intentando sonar convincente, aunque el miedo que tenía era real por completo.
- No te creo- le dijo él furioso-. Siempre supe que vendrías a mí, pero es algo conveniente que lo hayas hecho después que muriera tu querido director- explicó haciéndola temerle más-. Levántate, ya veremos si en verdad mientes- soltó antes de tomarla por el hombro para luego desaparecerse, y aparecerse en una de las habitaciones de la mansión, lejos de los curiosos-. ¿Por qué viniste ahora? -preguntó furioso, haciéndola arrepentirse desde ese momento de haberle hecho caso a Albus.
- Le pertenezco- respondió antes de él reírse.
- ¡Crucio! -Gritó él apuntándole con su varita haciéndola caer al suelo del dolor producido por la maldición-. ¿Por qué estás aquí?, siempre has estado de parte de Dumbledore Alessia- le dijo sin dejar de apuntarle-. Salvaste a Potter de mí, así que dime alguna razón para no matarte ahora mismo.
- Te puedo ser útil- dijo con un hilo de voz-. Soy igual de poderosa que tú, puedo servirte, ser tan leal como un mortífago...
- ¿Por qué debería de creerte? -preguntó furioso con suma desconfianza.
- Porque somos la misma persona- respondió fingiendo orgullo-. Solo yo entiendo el ansia de poder, de dominar sobre los demás, somos mejores que el resto de los magos...-dijo sonriendo con malicia algo que le gustó a Voldemort. Podía ver aquella maldad suya reflejada en sus ojos.
- ¡Crucio! -Gritó de nuevo haciéndola caer a sus pies de dolor-. No mientas, no te creo que luego de una vida de servicios a Dumbledore vinieras hacía mí...-soltó con rabia.
- Es porque antes no lo sabía- dijo llorando a sus pies-. No lo entendía, mi señor- agregó antes de levantar su mirada hacía él-. Robé algunos recuerdos que tenía Dumbledore, y lo vi a usted, y entendí que el director se equivocaba con algo, no somos iguales a los muggles, ni a ningún otro mago...
- ¿Qué recuerdo viste? -preguntó sin aun creerle nada.
- Cuando estuvo en el orfanato, eras igual a mí, mejor que otros, somos mejores que los demás- respondió con miedo-. Déjeme demostrárselo mi señor, permítame demostrar que vale más mantenerme viva- agregó esperándolo convencerlo.
- Levántate- le ordenó aun molesto, antes de ella pararse y él verla a los ojos para usar la legremancia en ella. Y gracias a las clases de Oclumancia de Snape, pudo enseñarle solo lo quería sin que él sospechara-. Si me decepcionas, no tendré piedad- le dijo satisfecho con lo que vio, antes de salir de la habitación y caminar hasta la sala-. Bella- llamó a la mortífaga que estaba aún allí, esperando órdenes de su señor.
-Si mi señor- dijo ella obedientemente.
- La dejaré bajo tu cuidado- explicó con brevedad-. Si intenta algo, eres libre de hacerla entrar en razón...-soltó con suma frialdad antes de desaparecer.
- Vamos niña, tendrás bastante cosas que hacer para demostrar su lealtad- soltó Bella riendo.
- ¿Cómo qué? -preguntó Alessia intentando no mostrarse asustada.
- Torturar Muggles, magos, brujas, duendes, lo que se te asigne- le respondió riendo.
- Pero por ahora es mejor que descanse- intervino Narcissa-. No tenemos a quien torturar, por lo que es mejor que ahorre energías, Bella- le dijo a su hermana antes de esta pensárselo y asentir sonriendo.
- Es cierto Cissy, no tenemos a quien torturar, aunque eso siempre cambia- soltó riendo como loca-. Cissy, muéstrale una de tus habitaciones...-le dijo a su hermana antes de ella asentir y llevarse a Alessia de la sala.
Decir que era la mansión era grande era quedarse chico, era más que inmensa, podía ser fácilmente del tamaño de un tercio de Hogwarts. Por lo que caminaron mucho antes de llegar a las escaleras que llevaban al segundo piso, y caminar por un corredor.
- Acabas de cerrar tu condena de muerte- soltó Narcissa cuando estuvieron suficientemente lejos de todos.
- ¿Por qué lo dice? -Preguntó ella con sumo interés-. Creí que estaría igual de feliz que el señor tenebroso de tenerme bajo sus servicios.
- Eres valiosa para Draco, no me gustaría verlo sufrir más por ti, y sé que lo hará cuando vea lo que harán...- respondió ella recordándole algo a Alessia-. Por lo que espero que no le diga nada a nadie, sobre lo que tuvieron...
- No se preocupe, jamás dejaría que le hicieran daño a Draco, aunque me costara mi vida- dijo con suma seriedad sorprendiendo un poco a la rubia antes de asentir y detenerse en frente de una puerta.
-Puedes tomar esta habitación- le dijo la señora Malfoy como si la conversación anterior no hubiera existido antes de abrir la puerta y Alex entrar.
Aquel sería quien sabe por cuánto tiempo su infierno personal...