Leave the kiss for later [SKK]

By LeoLunna

125K 11.8K 25.8K

[HISTORIA COMPLETA] Cuando Dazai se marchó de Yokohama, rompiendo su relación con Chuuya y dejando sin leer e... More

01. Dear first love...
I: Leave the kiss for later
II: But I wonder where were you?
III: Lonely street
IV: Contradictory words
V: Call me
VI: As it was
VII: Bad idea
VIII: Two fools
IX: Bother you
X: Step by step
XI: I wanna be yours
XII: Set fire to the rain
XIII: When the party's over
XIV: I can't handle change
XV: You're not sorry
XVI: Brotherhood
XVII: I'm a broken rose
XVIII: Stop, don't be so kind
XIX: Lost on you
XX: The night we met
XXI: Got the music in you
XXII: Close the book, turn on the music
XXIII: I know now, this is who I really am
XXIV: Autumn leaves on my skin
XXV: You were looking at me
02. I wrote this for you
I: You hear me?
II: Patience
III: Stop thinking
IV: Bittersweet symphony
V: Could it be easy this once?
VI: Tell me why
VII: Somebody that I used to know
VIII: All you had to do was stay
IX: The ending always stays the same
X: Turn around and make it alright
XI: Go that way
XII: The only exception
XIII: Sit down beside me
XIV: I'm never gonna leave you
XV: It doesn't hurt me
XVI: Another love
XVII: Hold On
XVIII: Are you ready to love?
XX: You look perfect
XXI: A little more
XXII: Darling, don't be afraid
XXIII: Don't wanna leave you anymore
Epílogo
Agradecimientos

XIX: The world keeps on turning

2K 189 727
By LeoLunna


―Entonces, ¿qué tal ha ido este último mes, Dazai?

El moreno, recostado en el largo sofá de la consulta, se encogió de hombros y le otorgó una sonrisa a la mujer al otro lado de la sala.

La libreta que se había llenado casi por completo en las primeras sesiones estaba a un lado, con páginas en blanco, el bolígrafo cerrado, y el hombre frente a la terapeuta ya no tenía esa mirada rota y desesperada con la cual llegó. Tal vez siempre habría en él un poco de melancolía, pero aquello ya no le hacía perder el sueño durante las noches; solo recordar momentos aleatorios de su vida que ya no afectaba a su día a día.

―Bueno, ¿creo que ha ido bien? Han pasado muchas cosas, no sé por dónde empezar ―confesó Dazai.

―¿Qué tal si empezamos con lo de siempre? ¿Qué tal están tus amigos?

―Ranpo y Yosano son tan geniales como siempre, no tengo quejas de ellos, aunque a veces son un poco molestos, pero bueno, yo también lo soy, y supongo que de esa forma se llevan los hermanos, ¿no?

La psicóloga asintió. Dazai prosiguió.

―Esta noche tenemos una fiesta en su casa. Estoy feliz de que Ranpo haya arreglado los problemas con su novio y hayan llegado a una solución, realmente no soportaría vivir otro divorcio ―bromeó. La psicóloga rio junto a él.

―¿Irá todo tu grupo? ―Dazai asintió.

―Sí, todos hicimos tiempo para asistir, es importante ―respondió―. Kunikida ha estado ocupado con las pasantías que está haciendo en una firma de abogados. Pasé mucho tiempo con Atsushi este último mes, me ayudó a editar mi relato para la antología.

―Oh, cierto, compré la antología y ya la leí. Vi que Natsume escribió un apartado solo para ti y tu relato.

―Es raro, le gusta presumir que es mi "mentor literario" ―comentó Dazai, sintiéndose un poco avergonzado―. Aunque ha estado un poco molesto recientemente. No conmigo, pero sí con Fukuzawa-sensei. Le dijo que yo me encontré con su novio de la juventud y que le informé que estaba soltero. Natsume-sensei le insistió para que intentara hablar con él, pero aún no hay progreso.

―Creo que deberían dejar que tu maestro vaya a su propio ritmo.

―Si dejamos que Fukuzawa-sensei vaya a su ritmo, el Dr. Mori regresará a Tokyo antes de que puedan hablar ―se quejó.

La psicóloga volvió a reír. Se acomodó en su sofá y preguntó por aquella persona que más de una vez fue mencionada a lo largo de sus sesiones.

―¿Y qué hay de Chuuya? ¿Ya le dieron un nombre a su relación?

El recuerdo del beso esa noche en el bar después de la presentación de Black Ocean llenó su cabeza.

Dazai no estaba seguro sobre cuánto tiempo se quedaron en la terraza, ni cuantos besos intercambiaron, intercalando entre ellos preguntas de "¿Esto es real?" de parte del moreno, y bromas por parte de Chuuya ante su incredulidad.

"Sí, esto es real. Ahora cállate y bésame otra vez", le respondió Chuuya cada vez. ¿No era cursi? Cuando le decían esas palabras tan amables, Dazai no podía hacer más que obedecer. Además, prefería seguir besándolo, así se convencía de que ese momento, esa confesión mutua y esos besos eran reales.

Sin embargo, incluso después de varios minutos con Chuuya entre sus brazos, la mitad de su cabeza seguía pensando que no era nada más que un sueño, que tal vez estaba en coma y que al despertar le faltarían las piernas, pero luego Akutagawa y Atsushi los encontraron en la terraza, y el "Chuuya, deja de besar esa cosa, está sucia" que soltó el guitarrista le confirmó que todo era real, también el quejido molesto que soltó cuando Atsushi lo golpeó y se disculpó por interrumpirlos en nombre de su novio.

Cuando bajaron de la terraza recibieron muchos "Ya era hora" de parte de la banda, e incluso de Fitzgerald. Dazai recibió miradas amenazantes de parte de Paul y Kouyou, y decidió que sin duda Arthur era su favorito; el hombre mayor fue el único que lo abrazó y cuando lo hizo, le susurró al oído un "cuida de él esta vez".

Correspondiendo su abrazo, Dazai se lo prometió. Cuidaría de Chuuya esta vez, cuidaría de ese amor.

Sin embargo, no tenía ni idea de si podía llamar otra vez a Chuuya su "novio".

Esa noche no decidieron nada. No hubo un: "¿Quieres ser mi novio otra vez, te prometo que esta vez no me comportaré como un idiota, así que di que sí?", pero cuando se reunieron el domingo por la tarde para ir a ver una película, Chuuya lo besó y tomó su mano. Pensó que sería algo de una sola vez, que todo era demasiado bueno para ser verdad, pero cuando se encontraron en Kyodai el lunes por la mañana, Chuuya volvió a besarlo y caminaron juntos por el campus hasta que cada cual tuvo que asistir a sus clases.

Sus mensajes y llamadas recurrentes se llenaron de suaves bromas de doble sentido y coqueteos por parte del pelirrojo. Dazai devolvió cada gesto, ocultando detrás de su seguridad lo temeroso que se sentía de decir algo incorrecto y arruinar todo entre ellos otra vez.

No le dijo a Chuuya cómo se sentía, pero el pelirrojo lo sabía. Nada les aseguraba que todo estaría bien, pero quería confiar que sí, le dijo Chuuya. Quería confiar que al menos esa vez, sin importar por cuánto tiempo fuera, estarían bien.

Además, podían saltarse las etapas más incómodas de su relación sin nombre. Ya conocían lo peor del otro, estaban acostumbrados a su actitudes, sus pensamientos y a sus malas bromas. Conocían a los amigos del otro, también a esa parte de la familia que les importaba. No tenían nada que ocultar ni de qué sentirse avergonzados, y luego, cuando Dazai fue invitado a visitar un onsen en la parte más antigua de Kyoto junto a Arthur y Chuuya, el pelirrojo le golpeó el trasero y sin un poco de vergüenza, se burló de él por no tener "suficiente carne".

Maldito Chuuya, ¿qué culpa tenía él de que su genética le diera altura pero no suficiente trasero? Claro, como el idiota generaba músculo más rápidamente que él, tenía de que jactarse y Dazai algo que mirar y... Bueno, ese no era el punto, se recordó a sí mismo a mitad de la terapia.

El punto es que aún no sabía si podía llamar a Chuuya su novio.

―Quiero preguntarle si puedo presentarlo como mi novio, pero ¿y si eso arruina todo entre nosotros? Tengo tendencia a decir idioteces ―respondió Dazai a la psicóloga, y soltó un tembloroso suspiro―. Tal vez solo estoy siendo paranoico, quiero decir, solo ha pasado un mes desde que nos confesamos, no hay problema si aún no somos algo "oficial". Además, realmente aún no puedo creer que él me quiera otra vez...

―¿Sigues pensando que no lo mereces?

Su respuesta demoró en llegar, como si una parte de él se negara a revelar ese lado más débil de él. Pero estaba en confianza, recordó, y después de un breve silencio, Dazai asintió suavemente. Mirando el techo de la consulta, con las manos entrelazadas sobre su vientre, confesó.

―Estoy tan acostumbrado a tener mala suerte que me dificulta pensar que me merezco las buenas cosas que me suceden...

Observando al hombre con simpatía, la psicóloga comentó:

―Lo entiendo. Tú y Chuuya tienen una historia complicada, le hiciste daño tiempos atrás, pero intentas arreglarlo incluso ahora. ¿Qué piensa Chuuya al respecto? ¿Le has dicho cómo te sientes?

Dazai asintió.

―Se lo dije esa noche después del concierto y un par de veces más ―respondió, recordando esos pequeños momentos de debilidad durante el último mes en los cuales le confiaba a Chuuya sus temores―. Él dice que todo lo que sucedió ya no importa, que quiere centrarse en el presente. No va a olvidar lo que sucedió, y yo tampoco. Creo que jamás dejaré de desear haber hecho todo diferente, pero si sigo arrepintiéndome de lo que ya no hice, no podré disfrutar de esta oportunidad.

La mujer le dirigió una sonrisa tranquila, sin poder evitar recordar y comparar al hombre que llegó por primera vez a su consulta con aquel que ahora tenía delante. Sin duda conservaba las mismas expresiones al hablar y el mismo extraño humor, pero era mucho más sincero consigo mismo y con el mundo, mucho más fuerte que meses atrás.

―Me alegra escuchar eso, Dazai. Has progresado tanto desde que comenzaste la terapia. Me alegra ver el hombre que eres ahora.

―Yo también me alegro ―murmuró, y se rio de sí mismo con buen humor―. ¿No es extraño? Nunca antes me sentí feliz de ser... yo, pero ahora realmente me gusta la persona que soy.

―Es genial escuchar eso. Bien, ¿sobre qué más te gustaría hablar en esta última sesión?

Dazai habló un rato más sobre el relato de la antología y los planes que Natsume tenía para él. Habló sobre su rendimiento en la universidad y como estaba buscando la opción de adelantar algunas clases para graduarse antes que el resto de su generación. Habló un poco más sobre la fiesta de esa noche, sobre su relación con los hermanos de Chuuya y rectificó que, sin duda, Arthur era su favorito.

Paul y Kouyou aún no aceptaban completamente su presencia alrededor de Chuuya, e incluso perdió el poco respeto que el rubio sentía por él y casi le lanza encima a Guivre cuando supo un poco de los conflictos que hubieron entre él y el pelirrojo al terminar y volver a encontrarse cuatro años después. Claro, Chuuya intentó decirle a Paul que dejase de actuar como un hermano mayor celoso y que le dejara tomar sus propias decisiones, sin importar si eran buenas o malas.

Paul se negó, pero quien lo hizo entrar en razón fue Arthur.

Arthur se puso del lado de Chuuya y por ende, del lado de Dazai. Cuando fue invitado a una incómoda cena familiar, antes del viaje al onsen, el francés fue el primero en recibirlo y tratarlo bien. Chuuya tenía razón, los abrazos de Arthur eran cómodos, era fácil acostumbrarse a esa sensación de seguridad.

La salud de Arthur no había empeorado durante ese último mes, le comentó Dazai a la psicóloga, pero tampoco estaba mejorando. Sin duda el hombre se veía más débil cada día, pero mantenía esa buena actitud que incluso lograba contagiar a Dazai. Rápidamente llegó a apreciarlo, y no solo porque era una de las personas más importante en la vida del hombre que quería; sino porque genuinamente Arthur era fácil de amar, al igual que Chuuya.

Incluso si tenía poco tiempo, se alegró de tener la oportunidad de conocerlo.

Continuó hablando de cualquier cosa un rato más, hasta que el tiempo de su sesión se acabó y fue el momento de marcharse.

Al levantarse del sofá, el pensamiento de que no volvería a esa habitación lo golpeó. Cuando comenzó la terapia el final se veía muy, muy lejos, incluso pensó que jamás llegaría a la última sesión. Pero ahí estaba, agradeciendo a la mujer toda su ayuda, escuchando de parte de ella que ya sabía dónde encontrarla si sentía que volvía a recaer, y aunque Dazai estaba seguro de que en el futuro se sentiría débil algunos días y sin saber dónde ir o qué hacer, sabía que no volvería a ese lugar.

Porque la persona que salía de esa habitación ya no era la misma que entró.

―Por cierto, Dazai ―llamó la mujer. Con un pie fuera de la habitación, Dazai se giró a mirarla y recibió una sonrisa que correspondió―. Te deseo lo mejor.

―Adiós, doctora ―respondió―. Gracias por acompañarme todo este tiempo.

Era un excelente día para caminar por la ciudad. Era temprano, ya había superado el periodo de exámenes y aunque la consulta quedaba lejos de su departamento, podía darse el gusto de caminar y perder el tiempo. De todas formas solo pasaría por su hogar a ducharse y luego se marcharía directamente al departamento de Ranpo y Yosano para la fiesta de esa noche.

¿Debería comprar algo? Seguro iban a necesitar más alcohol, aunque él ya no bebía. Tal vez su terapia había terminado, pero la prescripción de antidepresivos seguía entre sus manos, aunque poco a poco las dosis iban siendo más pequeñas.

¿Tal vez debería comprarle algo Ranpo y Poe? Después de todo era su fiesta, recordó. Y mientras se preguntaba qué regalo de broma sería bueno para la pareja, pasó frente a una tienda de música y sus pies se detuvieron al instante.

El primer disco de Black Ocean estaba ahí, entre cientos de otros más, pero había algo en la portada del álbum que atraía la mirada de todo aquel que pasaba por fuera de la tienda, y Dazai se alegró de notar que algunos salían del local con el disco entre las manos.

Dazai no dudó en entrar al local y comprar una de las muchas copias lanzadas al mercado esa mañana. El estante donde este estaba ya tenía muchos espacios vacíos, y aquello llenó su pecho con un sentimiento de orgullo al cual no estaba acostumbrado.

Ah, ¿no era genial? Ahora muchas más personas escucharían a Chuuya cantar. Tal vez sus poemas nunca fueron leídos más allá que por un par, pero ahora cientos conocerían su voz.

Y si Dazai pudiera pedirle algo al pelirrojo, solo una cosa, pediría que sus miradas siguieran encontrándose sin importar cuán grande fuese la multitud.


[•••]


Brindar con vasos de jugo era extraño, pero suficientemente bueno. De todas formas, era temprano y algunos de ellos beberían en la fiesta esa noche.

Después de las clases de la mañana, Black Ocean se reunió en el departamento de sus guitarristas para celebrar el lanzamiento de su primer álbum. Por supuesto, el novio de su líder también estaba ahí, pero ya estaban más que acostumbrados a su presencia.

Ni Ryuunosuke ni Atsushi tuvieron clases esa mañana, y este último se estaba quedando en el departamento de su novio desde la tarde anterior. El chico pensó en marcharse y darles ese momento a la banda, pero después de algunas insistencias, decidió quedarse y compartir con ellos la emoción del primer álbum lanzado esa misma mañana.

Sin embargo, había planeado salir a comprar el disco, y mientras más tiempo pasaba, más ansioso se sentía.

―Voy a morir ―se quejó Atsushi, con el teléfono entre las manos, mientras la banda disfrutaba de su sufrimiento―. Ya está agotado en la página web de la tienda. Mierda, ¡sabía que tenía que inscribirme en la pre-orden!

―Tienes a la banda frente a ti, has estado en nuestros ensayos, has escuchado las canciones antes que nadie y estás lloriqueando por un disco ―se burló Chuuya.

―Chuuya, llevo esperando este disco por meses ―respondió con seguridad―. Lo necesito, es más, tuve que ser el primero en comprarlo, ¡pero Ryuu no me dejó ir a hacer fila al local de música desde anoche!

Rieron de su dramatismo, pero sonaba completamente real y algo que Atsushi era capaz de hacer. Dirigiendo el rostro hacia el pelinegro frente a él, Tachihara pidió:

―Dime que está exagerando...

Casi como si ya estuviera acostumbrado a esos momentos de excesivo fanatismo de su novio, después de darle un sorbo a su vaso de jugo y dejarlo en la mesa otra vez, el guitarrista respondió con tranquilidad.

―No lo hace.

―¡¿Y si daban un póster con la compra?! ―exageró Atsushi, por sobre la voz de su novio y el rostro incómodo del bajista―. ¡Necesito uno de Ryuu!

―Me tienes a tu lado ―le recordó el guitarrista, bastante ofendido―. Literalmente estoy sentado a tu lado, ¿para qué quieres un estúpido póster?

―Por si me harto de tus idioteces y me enfado contigo. El póster me recordará por qué me gustas.

―O puedes lanzarle dardos cuando te enojes ―le sugirió Kajii―. Ten uno para besarlo cuando extrañes a Akutagawa y otro para los dardos.

―Esa es una excelente idea.

Ryuunosuke soltó un quejido de molestia. Como si fuese una señal, entre risas Gin y Chuuya se levantaron, dirigiéndose al mismo lugar pero por dos motivos diferentes y relacionados a la vez. Tachihara y Kajii intercambiaron una mirada de complicidad, y manteniendo una expresión tranquila en sus rostros, centraron su atención en la pareja frente a ellos en la mesa circular.

Gin y Chuuya no demoraron en regresar, pero se quedaron a espaldas de la pareja esperando el momento indicado.

―Es una estupidez, ambos son unos idiotas ―se quejó el guitarrista―. No había póster con el disco, Jinko.

―¡Aun así necesito el disco...!

Antes de que Atsushi pudiera decir más, Gin le puso frente al rostro un cuadrado y delgado objeto, con una imagen y un nombre que bien reconocía. La expresión de Atsushi pasó de la sorpresa a la emoción en solo un segundo.

¿Estaba llorando? No, no, todavía no, pero podría hacerlo, se dijo a sí mismo, mientras tomaba el disco y dejaba que todos sus sentidos le aseguraran que el objeto entre sus manos era real.

Y al girarlo y ver el número al final del código de barra, pensó que sin duda iba a llorar.

―¿Esta es...?

―Sí, la primera copia ―dijo Gin.

―Se supone que la primera copia es para la banda ―explicó Akutagawa, sin quitar su mirada del chico a su lado―, pero decidimos que tú cuidarás mejor de ese disco.

Atsushi acarició la portada con la punta de los dedos. Trazó el nombre de la banda en la parte superior, luego la imagen debajo de esta, y al voltearlo, leyó los nombres de las canciones en la contraportada.

Sintió la nostalgia golpearlo con fuerza. Su respiración se tornó profunda, contemplativa y volvió a acariciar el título de cada canción. Recordó el primer video de mala calidad que vio del guitarrista a su lado, la primera canción y las que siguieron después. Esa primera presentación, ya tan lejana en el tiempo, la que esperó años para poder presenciar. Las nuevas canciones que pudo escuchar. Ver a la banda crecer a pesar de los problemas a su alrededor o entre ellos, verlos sobre un escenario y de alguna forma ser parte de ese sueño y ahora tenerlo entre las manos.

Sí que ha pasado tiempo para ello, pensó Atsushi, pero nunca dudó de ellos. Nunca dudó que un día Black Ocean llegaría a donde está, se repitió, mientras se llevaba el disco al pecho, abrazándolo como si fuese lo más preciado del mundo.

Y sabía que Ryuunosuke lo estaba mirando con una sonrisa burlona, así que le dirigió una igual, aún sin dejar de abrazar el disco. Sin embargo, su mirada se fijó en aquello que Chuuya estaba sosteniendo entre sus manos y detrás de su novio. Y antes que el albino dijera algo, Chuuya cubrió la mirada de Akutagawa con aquello entre sus manos.

La mirada grisácea no vio nada más que una pequeña bola de pelo oscura y ella, devolviéndole la mirada con el mismo malhumor, maulló.

―Y ella es para ti, Ryuu, es un regalo por tus primeras canciones registradas como compositor profesional ―dijo Chuuya, entregándole el pequeño gato al chico que, conmocionado y sin quitarle la mirada de encima al felino, lo tomó entre sus manos―. Recordé lo que Gin le dijo a Kyoka sobre que siempre quisiste un gato negro, y bueno, encontré a esta pequeña.

―Es linda, ¿no? ―comentó Gin, riéndose por lo bajo de la concentración con la cual su hermano seguía mirando a la gata―. Dazai la cuidó por unos días y la dejé en mi habitación esta mañana sin que te dieras cuenta. ¿Qué opinas? ¿Te gusta?

El guitarrista no respondió. Continuó observando fijamente a la pequeña gata entre sus manos, quien caía perfectamente entre sus palmas y que también le mantuvo la mirada, casi como si se estuvieran estudiando el uno al otro. Luego, sin dar explicación, Akutagawa murmuró:

―Rashomon.

―¿Eh?

―Su nombre es Rashomon ―explicó, y metió a la gata dentro de su sudadera, dejando solo su cabeza a la vista

―¿En serio? ―inquirió Tachihara, mirando a la felina y luego al rostro del hermano de su novia―. Es hembra, no creo que ese nombre...

―Cállate, es mi gata y se llamará Rashomon. ―En respuesta, Rashomon ronroneó―. ¿Ves? Le gusta su nombre y dice que eres un idiota.

―Yo creo que es linda —comentó Atsushi, pero cuando intentó acariciarla, Rashomon lo mordió. Sí que mordía fuerte para tener solo unos pocos meses, pensó el chico―. Y de mal carácter... Sí, es perfecta para ti, Ryuu.

Acariciando con la punta de los dedos las pequeñas orejas de la gata y sintiéndola ronronear relajada y adormilada, Akutagawa felicitó.

―Eres agresiva, eso me agrada. Si muerdes a Tachihara estaré muy orgulloso de ti.

―No me quieras tanto ―ironizó el bajista, y luego miró al novio de su líder―. ¿Y tú qué, Atsushi? Creí que también le regalarías algo a Akutagawa por el lanzamiento del disco.

―Ah, sí, eso... Se lo entregué por adelantado.

―Sí, por eso tuve que salir de casa anoche ―comentó Gin.

Las implicaciones de lo que había ocurrido la noche anterior pudieron haberse pasado por alto, pero la vergüenza en el rostro de la pareja los delató.

Era normal ver a Atsushi avergonzarse y balbucear cosas sin sentido, pero no estaba acostumbrados a que Akutagawa lo estuviera. Claro, su expresión era una mezcla de ira asesina y vergüenza, pero eso no evitó que tanto Chuuya como Kajii se rieran de él junto a Gin. Y por una vez, Tachihara decidió no unirse a las bromas y parecer mortificado por la información que dejó caer su novia.

―Gracias, no quería saber ―se quejó el bajista.

―Yo sí ―comentó Kajii. A su lado, Chuuya intentó controlar su risa, mientras la vergüenza en la pareja aumentaba con cada palabra―. Y ahora tengo que preguntar: ¿Quién fue el pasivo?

Levantándose con Rashomon aún dentro de su sudadera, Akutagawa les dio la espalda y se alejó, dirigiéndose a la cocina.

―Vete a la mierda, Kajii, ¡eso no te importa!

―Yo también quiero saber ―bromeó Chuuya. Akutagawa se giró hacia él con una mirada molesta y el rostro tenuemente polvoreado de rosa.

―Yo no te pregunto quien es el pasivo entre tú y Dazai.

―Si quieres saber te lo digo.

―¡No quiero saber!―aclaró, y tras soltar un quejido molesto y sostener más a Rashomon contra su pecho, agregó―: ¿Saben qué? Desde ahora solo me agrada Rashomon. Todos son unos idiotas, solo puedo confiar en ella.

Las risas volvieron a llenar el departamento. La mirada asesina de su guitarrista se volvió más profunda y oscura, pero eso solo produjo que el ruido y las bromas aumentaran.

―Vamos, no seas tan dramático, aunque yo sí te crié así ―bromeó Chuuya, y luego golpeó con su codo al albino―. Atsushi, dile algo.

Una vez que la vergüenza fue superada, y ante el pedido del pelirrojo, Atsushi se acercó a su novio. Volvió a mirar a Rashomon, luego al rostro de Ryuunosuke, y con seguridad preguntó:

―¿Puedo considerar a Rashomon como nuestra hija?

―No, es solo mía.

―Está bien, quiero el divorcio.

―Me ofende que no me hayan invitado a la boda ―bromeó Gin, y volviendo los seis a acomodarse en la mesa, el ambiente tranquilo y ameno los envolvió una vez más―. Quería dar un discurso.

―Algún día lo harás ―respondió su hermano.

―¿No llevan ni un año saliendo y ya están pensando en casarse? ―se burló Chuuya, pero no dijo más. Solo se rio de la vergüenza de los chicos y el millar de excusas más que el pelirrojo decidió ignorar.

Ah, amor joven, pensó, mirando a la pareja frente a él con una sonrisa.

Él también soñó y habló de eso años atrás con Dazai, pero por supuesto, eso ya estaba en el pasado. Ahora no sabía hacía donde la vida y esa nueva relación los llevaría, si estarían mucho o poco tiempo juntos, pero estaba bien. No quería pensar demasiado y distraerse con escenarios que podían o no suceder en un futuro, pero podía pensar en la fiesta de esa noche a la cual toda la banda estaba invitada.

Y leyendo el mensaje que llegó en ese momento a su teléfono, deseó que la noche llegara pronto y ver a Dazai otra vez.


[•••]


Le hubiese gustado pasar el resto de la tarde con Chuuya, pero el pelirrojo estaba con la banda, y él fue raptado por Yosano.

Aunque la fiesta era en su departamento compartido, Ranpo no ayudó nada. Se sentó en el sofá, hablando por teléfono con su novio y preguntándole a qué hora llegaría, mientras que Yosano hacía una lista de cosas por comprar y arrastraba a Dazai de un local a otro, obligándolo a cargar bolsas con más alcohol que otra cosa.

Tuvo que escuchar a la mujer despotricar contra su mejor amigo toda la tarde, pero eso la ayudó a calmarse y no pensar en lo mucho que extrañaba a Chuuya, aunque de todas formas pensó en él.

Dazai no entendía por qué Ranpo decidió invitar no solo a sus amigos, sino también a los amigos de sus amigos. De todas formas, prácticamente toda la gente invitada se conocía entre ellos. Sería una noche agradable.

Los primeros en llegar fueron Edgar y Kunikida. Mientras Poe se dirigía directamente hacia su novio, dejando las maletas que traía consigo a un lado, Dazai le preguntó a Kunikida dónde estaba Sasaki. Sabía que Ranpo le había dicho a Kunikida que sí quería invitar a su novia, podía hacerlo. El rubio tan solo respondió que la mujer estaba ocupada, pero que agradecía la invitación y se marchó a la cocina a ayudar a Yosano con un par de cosas más.

Un par de minutos después, cuando el reloj estaba cerca de las ocho y veinte, la puerta volvió a ser golpeada y llegó Atsushi junto a su mejor amiga, aquel chico que Dazai había cuidado durante el concierto y Black Ocean sin su vocalista.

Dazai no preguntó por la ausencia de Chuuya, sabía que el pelirrojo llegaría en un rato más, así que centró su atención en el chico de cabello bicolor. Sigma seguía a la banda de cerca, manteniéndose alrededor de tanto Atsushi como de Lucy. Se sentía un poco incómodo y cohibido, notó Dazai.

Si bien su grupo de amigos y la banda nunca socializaron mucho, se conocían desde hace bastante tiempo y rápidamente se sintieron cómodos en el departamento; platicando con Ranpo, Poe, Kunikida o Yosano. Lo mismo sucedía con Lucy, con quien ya estaban más que familiarizados gracias a Atsushi, pero Sigma... Sigma era un elemento nuevo a su grupo.

Después de ser su niñera, Dazai se olvidó de él. Cumplió su parte del trato y volvió a centrar toda su atención en Chuuya, sin pensar más en el chico. Sin embargo, sabía que Atsushi intercambió información de contacto con Sigma ese día del concierto, y que, tal como le sucedió con Lucy, estuvo platicando con el chico de cabello bicolor cuando tenía un rato libre.

Supuso que Atsushi se vio reflejado en Sigma, ya que, aunque el chico tenía a Nikolai y Fyodor en la ciudad, de todas formas era difícil llegar a un lugar que no conocía y comenzar a construir una vida desde cero. Compartir con alguien de su misma edad hacía todo mucho más fácil, por lo cual a Dazai no le sorprendió ver a Sigma seguir a Atsushi a todas partes como un patito, sin saber cómo relacionarse con las otras personas en el salón que acababa de conocer, o qué hacer con la mirada celosa que Akutagawa le dirigía cuando lo notaba muy cerca de su novio.

Oh, bien, se apiadaría de él. Estaba de buen humor.

―Hey, no sabía que estabas invitado ―le comentó Dazai al menor, con un tono amigable, mientras se acercaba y separaba un poco al chico del resto.

Sigma le respondió con una sonrisa nerviosa, pero pareció mucho menos incómodo al hablar con otra persona que ya conocía.

―Yo tampoco ―confesó―. Atsushi me invitó ayer, dijo que Ranpo estaba de acuerdo con que viniera...

―Si Ranpo lo dijo, entonces bien ―comentó Dazai―. Así que relájate, eres bienvenido, simplemente no te asustes cuando comiences a escuchar idioteces.

Sigma rio. Sintiéndose mucho más relajado, mantuvo la mirada en Dazai y asintió.

―Está bien, Atsushi ya me advirtió que eran un grupo... animado.

―Y eso que aún no nos has visto ebrios ―bromeó Dazai―. Bien, ¿qué tal están Nikolai y el imbécil de Fyodor?

―Ellos están bien, pero Fyodor me pidió que te dijera que dejaras de intentar hackear su computadora o iba a vaciar tu cuenta bancaria.

―Ah, que inmaduro, ¡solo hice eso una vez!

―Dijo que ayer intentaste hacerlo por décima vez...

―Sí, bueno, ¡estaba aburrido y tenía un rato libre!

El rostro del chico se cubrió de una expresión cansada, pero no sorprendida por su respuesta. De todas formas, se quedó a su lado hablando por debajo de las otras voces a su alrededor.

Dazai le preguntó si estaba ocupando su antiguo cuarto. El chico le respondió que sí, pero que esperaba entrar a Kyodai el próximo año y optar por un dormitorio en la residencia para estudiantes. Planeaba quedarse en Kyoto por un tiempo y le alegraba que, al menos, tendría un par de conocidos dentro de la universidad.

Qué interesante, Dazai pensó algo parecido cuando fue aceptado en Kyodai. Sin importar cómo fue ese momento de su vida, si no era tan cercano a ellos en ese tiempo o si estaba pensando en otras cosas más que en estudiar, saber que dentro de ese campus estarían Ranpo, Yosano y Kunikida le hizo sentir mucho más tranquilo el primer día.

Por supuesto, ellos ya no estarían en Kyodai cuando Sigma entrara. Yosano y Kunikida se graduarían a finales de año, Ranpo iniciaría su doctorado en otro lugar, y él estaba adelantando su último año para obtener su título junto a sus amigos, dejando al más jóven de su grupo atrás.

Tal vez porque sabía que sería dejado atrás, inconscientemente Atsushi hizo otros amigos más o menos de su edad. Al albino aún le quedaban un par de años en Kyodai, a Akutagawa y a Lucy también. Y si bien Sigma no conocía tanto a los otros dos más allá de la relación de noviazgo y amistad que poseían con Atsushi, cuando entrara a Kyodai ese primer día, sabría que ellos estarían por los alrededores.

Y se reuniría con ellos a almorzar cada día, tal como Dazai lo hizo con Ranpo, Yosano y Kunikida.

Era interesante como todos las historias eran de alguna forma cíclicas. Siempre se repetían las mismas situaciones, con distintas personas y distintos sentimientos, pero con más similitudes cuanto más cerca se les observa.

Cerca de las nueve, la puerta fue golpeada otra vez. Yosano los recibió y prontamente regresó al salón seguida de un grupo de seis hombres con los cuales, si bien compartieron solo un par de momentos con cinco de ellos, de todas formas eran divertidos y Ranpo los quería en su fiesta.

Siempre recordaba esa noche en el Falling Camellia mucho tiempo atrás, cuando tanto su grupo de amigos, la banda y los amigos de Chuuya se toparon. Esa noche fue increíble, se divirtieron y bebieron hasta la mañana siguiente, y ebrios se prometieron volver a reunirse alguna vez.

Por supuesto, esa oportunidad no pudo repetirse hasta ese momento, así que cuando Chuuya llegó con sus cinco amigos, los recibieron de buen ánimo. Se saludaron como si se conocieran de toda la vida, vieron a Dazai abrazar a Albatross como si el rubio fuese su amigo más íntimo, y luego Chuuya los separó, queriendo saludar al moreno.

Sin embargo, cuando notó al chico de cabello bicolor junto a Dazai, dudó.

El recuerdo del moreno alejándose con él la noche del concierto llegó a su cabeza, y aunque no había razón, se sintió un poco a la defensiva.

―Oh, tú... Eras el primo de Nikolai, ¿no? ―preguntó. Sigma asintió y antes de que pudiera decir algo, Dazai lo interrumpió.

―Atsushi lo invitó ―explicó―. Sigma, este es Chuuya, él es...

―Su novio ―dijo rápidamente, tomando la mano de Dazai e ignorando la forma en que este le miró o la atención de toda la gente a su alrededor―. Soy su novio.

Pudo escuchar a Albatross gritar a sus espaldas un "¡por fin!", mientras en la otra esquina, sentado en el sofá con Atsushi a su lado, Akutagawa murmuró que ya todos sabían que estaban saliendo, simplemente hacía falta que lo confirmaran, y un par de bromas se extendieron en el salón a las cuales Chuuya respondió con una combinación de ira y vergüenza.

Y Dazai... Dazai solo pudo repetir esa simple palabra en su cabeza.

Novio. Chuuya era su novio. No era su imaginación, no tenía que seguir preguntándose si era pronto para llamarlo así o necesitaban esperar más. Era su novio. Era el novio de Chuuya, y ahora todos sus amigos lo sabían. Después de verlos bailar el uno alrededor del otro por tanto tiempo, de verlos reprimir sus sentimientos, dañarse, perdonarse y volver a un inicio incierto, al fin estaban en ese lugar en el cual todos esperaban verlos.

Eran novios.

Mierda, ¿cómo podía sentirse tan emocionado con solo una palabra? Ah, bien, Natsume-sensei decía que las palabras tienen poder sobre las personas, y Dazai ya no podía negarlo.

―Para tu suerte, no tuviste que presenciar todo su drama ―comentó Ranpo a Sigma, atrayendo a Dazai a la realidad una vez más y la atención del resto sobre él―. A veces era divertido, no lo niego, pero la mayoría del tiempo quería golpearlos.

―Sí, especialmente porque hicimos muchas apuestas sobre ellos dos y ninguno ganó ―se quejó Albatross.

―¿Cuál es tu obsesión por apostar sobre la vida amorosa de otros? ―inquirió Chuuya―. Sabes que eso es de muy mala educación y...

―Oh, cállate, Chuuya. Cuando Akutagawa comenzó a salir con Atsushi, literalmente pateaste la puerta de mi habitación y me restregaste en la cara que habías ganado la apuesta que teníamos sobre ellos.

Y se compró unas botas increíbles con ese dinero, pero omitió el comentario, así que intencionalmente ignoró la expresión de traición de Atsushi y la estoica de Akutagawa; él ya sabía sobre esa apuesta y, de todas formas, no le sorprendía.

―Bueno, lo que sea, ¿hay alguna apuesta más de la cual no estemos enterados? ―preguntó el cantante.

Se escuchó una serie de negaciones por la habitación, sin embargo, una mano se levantó. Con una expresión desconcertada, Chuuya miró a su novio sin saber qué pensar. Dazai mantuvo una imagen inocente.

―¿Qué demonios, Dazai? ¿Qué apostaste y por qué no me dijiste?

―Chuuya, la apuesta era sobre ti ―se excusó―. Aposté con Albatross sobre cuánto tiempo te tomaría notar que él y Lippman están saliendo.

―¡¿Qué ellos qué...?!

―Y yo aposté que nunca te darías cuenta hasta que otro lo señalara ―agregó con orgullo, y extendió su mano hacia el rubio de gafas oscuras―. Ahora paga.

Alzándose de hombros, Albatross le dio un par de billetes al moreno, mientras a su lado Lippman insultaba a ambos hombres por ser tan infantiles, pero a Dazai no le importaba ser llamado de esa forma. No cuando estaba contando el dinero que acababa de ganar.

―¡Espera un maldito momento! ―exigió Chuuya, y con un gesto tembloroso, apuntó a sus dos compañeros de piso, luego a sus otros amigos, su banda e incluso a los amigos de Dazai―. Ustedes dos... ¿El resto lo sabía? ¿Cómo? ¿Desde cuándo están saliendo?

―Desde hace muchos capítulos atrás ―bromeó Albatross―. Eso te sucede por no prestar atención, Chuuya.

El resto de los presentes estuvieron de acuerdo. Escuchó a Ranpo murmurar que incluso ellos que no eran tan cercanos, se percataron de la relación. Yosano, Poe y Kunikida dijeron lo mismo, vieron las obvias señales esa primera vez en que todos compartieron bebidas en el Falling Camellia.

Desde el sofá, Ryuunosuke murmuró que él lo sabía porque se lo preguntó directamente a Albatross. El rubio lo confirmó, le dijo sobre la apuesta que tenía con Dazai y le pidió no decirle nada a Chuuya. Aceptó mantener la boca cerrada porque creyó que su vocalista lo notaría inmediatamente, pero no pensó que el pelirrojo fuese tan ciego.

Después de un tiempo, Ryuunosuke se lo dijo a Gin y a Atsushi. Su hermana se lo dijo a Tachihara y Kajii, Atsushi se lo dijo a Lucy y, en alguno de sus mensajes, se lo comentó a Sigma solo porque sí.

La única persona que nunca lo supo fue Chuuya, y el pelirrojo no sabía si sentirse traicionado o muy, muy estúpido.

―Todos son unos idiotas, viví engañado todo este tiempo ―se quejó el cantante, pero dirigió su ira al moreno a su lado, exagerando cada una de sus palabras―. Imbécil, confié en ti. Te presenté a Arthur y te defendí de Paul, ¿y así me respondes? Terminamos.

―¡Pero si acabamos de empezar! ―dijo Dazai, intentando no reírse.

Una parte de él temió a esa palabra, pero la otra más grande, aquella que estaba consciente de que la mano de Chuuya seguía sosteniendo la suya, le recordó que no era más que una broma.

Las bromas a las cuales estaban acostumbrados, los insultos y las discusiones que no buscaban dañar al otro, solo sacar un par de risas. Las mismas que hicieron que una sonrisa se formara en los rostros de sus amigos a su alrededor, que hicieron que sus propios labios se arquearan y apretara un poco más la mano de Chuuya, mientras lo escuchaba seguir discutiendo con sus amigos sobre el secreto que no estaba realmente escondido, pero que pasó por alto.

―Lippman, confiaba en ti ―dijo Chuuya, y las palabras que agregó sacaron un quejido ofendido de Albatross―. Puse mi fe en ti, pensé que tenías mejor gusto.

―¡Hey!

―Me hace reír ―respondió Lippman, ignorando a su novio―. Es como un cachorro hiperactivo.

―¿Eso es un halago cariñoso o un insulto?

―Un poco de esto, un poco de aquello.

Las bromas siguieron por un rato más, y aumentaron de volumen cuando Yosano repartió vasos con alcohol a todo aquel que quisiera, y dieron la noche por iniciada.

Algunos se mantuvieron de pie, la mayoría ocupó las pocas sillas o bien se acomodó en el piso, platicando de todo y nada a la vez, intercalando bromas sin sentido y anécdotas que se tomaron el tiempo de explicar a Sigma. Aquel detalle le hizo sentir bastante bienvenido. Aunque apenas los conocía, lo trataron como a uno más.

En algún momento de la noche, escucharon a Albatross molestar a Akutagawa y preguntarle por qué mantenía su atención en el teléfono. El chico no quiso decirle nada, pero Atsushi, ya por el tercer vaso de sake y con palabras atropelladas, le respondió que su novio estaba preocupado por su nueva mascota.

Les fue difícil convencer a Ryuunosuke de asistir esa noche, no quería dejar a Rashomon sola, así que antes de llegar al departamento de Ranpo y Yosano, pasaron por la residencia de estudiantes y dejaron a la felina al cuidado del compañero de cuarto de Atsushi. El guitarrista le exigió a Tanizaki darle su número de teléfono, así que ahora lo estaba acosando cada media hora para asegurarse de que Rashomon estaba bien.

―Ya deja el teléfono ―le exigió Gin, de pie detrás del sofá junto a Tachihara con vasos de jugo entre las manos―. Ya le juraste venganza a ese chico si algo le sucedía a Rashomon, ahora déjalo en paz.

―¿Rashomon? ―repitió Albatross―. ¡Es el mejor nombre de la vida! Estoy harto de los idiotas que llaman a sus gatos "Simba" o "Pelusa".

―¿No tuviste un gato que se llamaba "Simba" de niño? ―inquirió Chuuya.

―Y lo amaba, pero odiaba su nombre.

―Bueno, no es lo más original ―apoyó Chuuya―. Por eso cuando adopte un cachorro, lo llamaré Arahabaki.

―Iugh, ¿un perro? ―se quejó Dazai a su lado, y luego exageró―. Sí, ya, sé que me cambiarías por un perro.

―Lo haría, pero en serio a veces olvido que te desagradan los perros. Guivre siempre se queda dormido cuando está a tu alrededor ―se excusó Chuuya, y miró al guitarrista―. De todas formas, tienes eso en común con Ryuu, a él tampoco le gustan los perros.

Desde el sofá, el guitarrista le dirigió una mirada molesta a la cual Dazai solo respondió con una sonrisa y una broma.

―Bueno, puedo ver que es más una persona de gatos, por eso le gusta Atsushi.

―¡No soy un gato! ―se quejó el albino, y con los brazos alrededor de su novio, parloteó―. Soy más como... un tigre. Uno blanco. ¿Cierto, Ryuu?

―Eres un idiota que debería dejar de beber.

No lo hizo. Ninguno de ellos dejó de beber o bromear por lo que restó de la noche.

Platicaron sobre el disco recién lanzado. Orgullosamente, Pianoman comentó que ellos ya lo habían comprado, Lucy y Sigma también, y bastante borracho, Atsushi se jactó de que tenía la primera copia en emitirse. Privilegios de ser el novio del líder de la banda, balbuceó, mientras besuqueaba sin pudor alguno la mejilla de Akutagawa.

Suaves bromas rodearon a la pareja. Albatross les gritó que "buscaran una habitación", mientras que Yosano respondió que había cerrado su habitación con llave; no quería que ninguna de las parejas se revolcara en su cama, y ocultado la vergüenza, Akutagawa le aseguro que eso no sucedería y decidió que su novio ya había bebido suficiente.

Por supuesto, Atsushi se quejó cuando le quitaron el vaso, pero al poco rato olvidó el alcohol, se apoyó contra el guitarrista y continuaron hablando sobre el disco y los planes que Fitzgerald tenía para la banda.

Apoyados contra el ventanal cerrado del balcón, un poco apartados del resto, Dazai se inclinó hacía Chuuya, quitándole el cabello que cubría la mitad de su rostro y susurró directamente contra su oído.

―También compré una copia ―confesó, sintiendo a Chuuya estremecerse bajo su voz―. Ahora podré escucharte cantar cuando quiera...

―Siempre pudiste hacerlo ―respondió, girando su cuerpo hacia el ajeno―. Solo tienes que llamarme.

―¿Y cantarás para mí?

―Tal vez ―murmuró Chuuya. Con las manos sobre el cuerpo ajeno, acariciando desde su cuello hasta sus costados y volviendo a arriba, acercó más a Dazai. Y con una expresión que silenciosamente prometía más que solo un buen momento, agregó―: Si estoy de buen humor, haría más que cantar...

Mierda. ¿Chuuya estaba consciente de lo que sus palabras provocaban? Por supuesto que sí, por ello le estaba mirando de esa forma; con ojos azules tan profundos y depredadores, como si quisiera devorarlo y a la vez dejar que Dazai lo devorara, y el moreno estaba de acuerdo con ambas ideas.

Había querido volver a saborear a Chuuya durante tanto tiempo, ocultando su deseo detrás de los corazones rotos que se lanzaron el uno a otro de forma intermitente. Pero ya no necesitaba pensar en nada más, ¿no? Chuuya estaba entre sus brazos, él estaba entre los brazos de Chuuya, inclinándose hacia él para obtener un poco de los besos que estuvieron deseosos de repetir después del primero.

Pero olvidaron que no estaban solos, y las bromas de doble sentido y los silbidos no demoraron en llegar.

―Al parecer otros también necesitan una habitación ―bromeó Ranpo―, pero no les voy a prestar la mía.

―¡Solo era un beso! ―lloriqueó Dazai, mientras Chuuya miraba al mayor con molestia.

―Sí, a mi también me han dicho que es "solo un beso" y luego despertaba en la cama con alguien a mi lado ―respondió Ranpo, y golpeando con el codo al silencioso hombre a su lado con picardía, preguntó―: ¿No es así, Edgar?

Las bromas y preguntas con doble sentido se dirigieron esta vez a Poe. El mayor no hizo más que balbucear excusas sin sentido y esconderse detrás de su novio, mientras Ranpo reía y abrazaba a su avergonzado novio.

Las bromas se calmaron después de un rato, los vasos se llenaron, vaciaron y fueron olvidados en algún momento de la noche. La música sonó tranquilamente por lo bajo, complementando a esas conversaciones que se mantenían de un lado a otro, como si cada persona en esa habitación fueran cercanos los unos a los otros.

La imagen de las sonrisas ebrias, o de aquellas conscientes, de los ojos adormilados que se mantenían abiertos por la emoción de la compañía, y las risas calmadas, llenas de una felicidad que se experimentaba en pequeños momentos, era algo que sin duda quería recordar, pensó Ranpo.

Mirando a sus amigos, a la banda, a las parejas en la habitación, a los amigos de sus amigos y a aquellos que no podría conocer a mayor profundidad, realmente le hizo sentir un poco triste.

Y tal vez nadie notó su expresión, pero el hombre a su lado sí. El hombre al cual había decidido seguir, notó su breve momento de desánimo y lo sostuvo inmediatamente; abrazándolo por la espalda, susurrando palabras tranquilas contra su oído y mirando la misma imagen que su novio veía.

―Ranpo, cariño, ¿estás bien?

―Lo estoy ―respondió, apoyándose más en el silencioso hombre que, a pesar de odiar el bullicio y el ruido, estaba compartiendo ese momento con él y sus amigos porque sabía lo importante que era para su novio―. Voy a extrañar esto, eso es todo.

Iba a extrañar ese departamento compartido y esa ciudad. Iba a extrañar la universidad, los locales de comida a media noche, las salidas con Dazai y Yosano, las tardes de estudio con Kunikida, los consejos que le daba a Atsushi y las bromas que solo ellos cinco entendían.

Iba a extrañarlos, pero el mundo seguía girando, y aquello que quería estaba fuera de esa ciudad. Además, ninguno de ellos lo necesitaba más, pensó Ranpo, mirando directamente a Dazai. Y sin poder evitarlo, una sonrisa se formó en sus labios.

Estaría bien. Se lo dijo, ¿no? Esta vez, todo estaría bien.


[•••]


El taxi se detuvo frente al edificio a eso de las nueve de la mañana. El equipaje ya estaba en el maletero con todo lo necesario e indispensable, llevándose los recuerdos más importantes y dejando un par de ellos atrás, por los cuales prometió regresar algún día. El conductor estaba listo para partir, Poe también, sin embargo, Ranpo no.

Había querido marcharse sin mucho escándalo, pero esos cuatro idiotas estaban despiertos incluso antes que él y Edgar. Tal vez ellos estaban más nerviosos que él, mucho más temerosos de dejarlo ir que él a ellos, y los ayudaron a bajar las maletas al primer piso sin importar que la mitad de ellos hubiese dormido menos de 3 horas, y la otra mitad estuviera sufriendo de una pequeña resaca.

Kunikida y Dazai se veían muy cansados, con ojeras bajo sus ojos y la idea de que, cuando el auto partiera, no podrían volver a dormir. Yosano y Atsushi se veían un poco pálidos, tal vez sufriendo dolor de cabeza o de estómago después de beber tanto la noche anterior, y sin embargo, estaban ahí. Los cuatro frente a él, esperando que fuese él quien se despidiera de ellos y diera el primer paso.

Ah, no era justo, pensó. Marcharse también era difícil para él.

―Fue una buena fiesta de despedida ―comentó Ranpo―. Díganle a la gente que sigue en el departamento que fue divertido y que me sorprende que nadie haya vomitado en la alfombra.

Los cinco rieron.

―Atsushi estuvo bastante cerca de hacerlo ―se burló Dazai. El menor pareció realmente avergonzado.

―Ugh, por favor, olvida eso. Prometo no beber nunca más...

―Siempre dicen lo mismo, pero siempre vuelven a beber ―bromeó Yosano, acariciando el cabello blanquecino.

―De todas formas no sería mala idea si intentas controlarte un poco con el alcohol de ahora en adelante, aunque sé que aún no llegas al nivel de Akiko de beber casi cada fin de semana ―comentó Ranpo, yendo uno por uno―. Y tú, Akiko, recuerda comer bien, siempre te saltas los almuerzos cuando estás de turno en el hospital y luego te quejas de sentirte débil. No seas idiota.

Tanto Atsushi como Yosano asintieron, sin embargo, parecía que no estaban tomando completamente en serio las palabras del mayor. Sus rostros mantuvieron una sonrisa mientras escuchaban a Ranpo dirigir su discurso hacia el rubio del grupo.

―Kunikida, intenta relajarte, sé que estás haciendo una pasantía en una firma de abogados y que vas bastante bien, pero relájate un poco ―exigió y, finalmente, miró al hombre de cabello oscuro―. Y tú, Dazai, no seas un idiota con Chuuya, pero tampoco dejes que él sea un idiota contigo. Y por amor a lo que sea, dejen de pelear cada tres meses, porque si tengo que regresar solo porque otra vez discutieron voy a...

―Ranpo, Ranpo, estaremos bien ―le interrumpió Dazai. Dando un paso adelante, posó ambas manos en los hombros del mayor, y apretando suavemente estos, hizo una promesa―. Estaremos bien.

Ya no necesitaba preocuparse por ellos. Él mismo sabía que estarían bien sin tenerlo a su alrededor, como esa presencia tranquila que siempre estaba dispuesto a darles un golpe de realidad con sus palabras.

El mundo seguiría girando sin él. Cada uno de ellos seguiría caminando incluso si no lo tenían a su alrededor. Y él tenía que hacer lo mismo, pensó. Pero era difícil.

Pasó años junto a ellos, tal vez un poco menos con Atsushi, pero no estaba listo para que una gran distancia los separara. Sabía que siempre podría hablar con ellos por videollamadas o mensajes, sabía que no perderían el contacto, pero era difícil pensar que ya no los vería cada día, ni almorzaría con ellos en la misma mesa y a la misma hora en Kyodai, ni sería arrastrado a noches de música en un bar en algún lugar de la ciudad.

―Cariño ―llamó Edgar desde el interior del taxi―. Tenemos que irnos ya, el tren a Nabari partirá pronto.

―Lo sé ―respondió, pero no se movió―. Lo sé...

―Solo ve, Ranpo ―dijo Yosano, y cuando la miró otra vez, pudo ver la tristeza reflejarse en su ojos, la misma que él también sentía―. Ve a Nabari a presumirle a tus padres que harás tu doctorado en Estados Unidos.

―Y nos envías una foto cuando estés ahí ―agregó Dazai―. También cuando aterrices.

―Sería genial si nos envías una foto de la universidad, debe ser tan diferente a Kyodai ―comentó Atsushi.

―Y recuerda también darles las gracias a Fukuzawa-sensei ―le aconsejó Kunikida.

―Sí, realmente le debo una a Fukuzawa-sensei ―respondió el mayor.

Cuando se acercó al maestro con su idea y por qué necesitaba cursar su doctorado en Estados Unidos, Fukuzawa inmediatamente se comunicó con cada académico que conocía tanto en Japón como en otros lugares. Sabía que la solicitud de Ranpo sería aceptada en cualquier lugar, tenía un registro académico impecable y cualquier universidad sería afortunada de tenerlo.

No le sorprendió que la única opción de Ranpo fuese Harvard, ni que la universidad estuviera encantada de ayudarle a obtener su doctorado. Sin embargo, Ranpo no quería esa universidad por el prestigio, aunque eso ayudaría bastante. Quería ese lugar porque estaba en Massachusetts, el lugar donde Edgar nació, en el cual su avión aterrizaría en un par de días y en el cual comenzaría su vida juntos.

Había imaginado que su vida en pareja, viviendo bajo el mismo techo, iniciaría en Kyoto con sus amigos a su alrededor. Imaginó hacer una fiesta de celebración para su nuevo lugar, y estar alrededor de ellos en los momentos que lo necesitaran.

Sus planes cambiaron un poco, el departamento que los esperaba en Estados Unidos era diferente al que quería, sus amigos estarían lejos, pero ellos ya no lo necesitaban.

Estarían bien sin él, se recordó. El mundo seguiría girando para cada uno de ellos y había llegado el momento de que cada uno se moviera por su propia cuenta.

El taxista les informó que ya debían marcharse, o llegarían tarde para tomar el tren hacia Nabari. Obteniendo la valentía para alejarse y despedirse, Ranpo se acercó a cada uno de ellos, y sin importarle que no estuvieran acostumbrados a muestras de afecto de su parte, los abrazó.

Les susurró palabras para cada uno. Le murmuró a Yosano que ella seguiría siendo su mejor amiga sin importar la distancia. Le pidió a Kunikida que cuidara del resto en su lugar, le recordó a Atsushi que aunque no había pasado tanto tiempo con ellos, seguía siendo una pieza importante de su grupo, y cuando abrazó a Dazai, le pidió que siguiera avanzando.

―Si ocurre cualquier cosa, llámame ―le pidió, y cuando se alejó del menor, le dio una sonrisa de superioridad―. Aunque ya no vas a necesitar que te diga lo obvio.

Dazai le respondió con el mismo gesto, y lo dejó ir.

Sentado en el asiento trasero del taxi, con su novio a su lado y en la billetera los boletos del tren que estaban por tomar y del avión que abordarían en dos días más, se despidió. Y mientras el automóvil avanzaba y la figura de sus amigos se hacía cada vez más pequeña, siguió intentando mantener su mirada en ellos.

Sabía que marcharse sería difícil, pero no creyó que el pecho le dolería tanto. Pero estarían bien, se recordó, y sintió la mano de Edgar entrelazarse con la suya, e intercambiaron una sonrisa agridulce y emocionada por la vida que les esperaba.

El mundo seguiría moviéndose y algún día sus caminos volverían a encontrarse.


[•••]


Al regresar al departamento, pensando en el desastre y a las personas durmiendo en el piso del salón que tendrían que esquivar, se sorprendieron de verlos a todos sus invitados ya despiertos, hablando entre ellos y limpiando el desastre de la noche anterior.

Vieron a la banda en la cocina lavando los vasos y platos ocupados, mientras los amigos de Chuuya se encargaban de ordenar el salón y mover a su sitio original el sofá y mesa de centro.

―Vaya, de saber que después de una fiesta limpiaban gratis mi departamento, los hubiera invitado antes ―bromeó Yosano, intentando mantener un buen humor, pero no podía forzarlo.

Comprendiendo los motivos del poco ánimo de la mujer, tras enviarle una sonrisa tranquila, Pianoman respondió.

―Es lo mínimo que podemos hacer ―dijo―. Nos alegró que nos hayan invitado a la despedida de Ranpo, la pasamos bien. Y supongo que deben estar en la estación en este momento.

―Van de camino ―respondió Yosano―. Y si me disculpan, la cabeza me da vueltas todavía. Iré a desmayarme un rato...

Todos siguieron con la mirada la figura tambaleante y cansada de la mujer hasta que la puerta de la única habitación ocupada se cerró. Se miraron entre ellos antes de continuar ordenando, evitando comentar más sobre la persona que acababa de tomar otro camino.

Debió ser muy difícil para Yosano despedirse de Ranpo, pensó Chuuya. Dazai le había contado que aquellos dos se volvieron mejores amigos y vivieron juntos prácticamente desde que se conocieron, y estaba tan acostumbrada a tener a Ranpo a su alrededor que su ausencia no sería fácil para ella.

―Ya terminamos por aquí ―dijo Akutagawa desde la cocina―. Nos iremos ahora, o yo lo haré y me llevaré a Atsushi. Tenemos cosas que hacer.

―Está desesperado por ir a buscar a Rashomon ―explicó el albino en lugar de su novio.

―¡No es eso! Fitzgerald quiere hablar sobre los siguientes planes para la banda y...

―Oh, yo voy con ustedes, quiero conocer al gato ―interrumpió Lucy, e ignorando la mirada molesta del novio de su mejor amigo, dirigió su atención al tímido chico que se mantenía cerca de ellos―. Sigma, ¿vienes con nosotros? Te dejamos en la estación.

Sigma aceptó. De todas formas, aún no se acostumbraba a las calles y seguramente se perdería si intentaba regresar por su propia cuenta.

Gin masculló que se marcharía directamente a su departamento, necesitaba dormir. Tachihara y Kajii se ofrecieron a acompañarla, y prontamente estuvieron en la puerta despidiéndose de aquellos que se quedaban un rato más.

Al poco tiempo, y una vez que el salón también estuvo listo, los cinco amigos de Chuuya decidieron marcharse también. Le preguntaron al pelirrojo si iría con ellos, pero el menor respondió que se quedaría un rato más. Cuando ellos salieron, tan sólo Dazai, Chuuya y Kunikida quedaron en el salón. Dos de ellos sin atreverse a marcharse por si la mujer en la habitación los necesitaba.

Como nunca antes, el departamento se sentía tan grande y vacío. No estaban seguros de que fuese bueno que Yosano se quedara sola en ese momento, pero Dazai sabía qué, a diferencia de él, Kunikida tenía otras responsabilidades que no podía dejar de lado.

―Si tienes que marcharte, hazlo ―dijo Dazai a su amigo desde el sofá con su novio a su lado―. Recuerdo que nos dijiste que estás ayudando en un juicio por negligencia infantil, ¿no?

Kunikida suspiró y asintió.

―Sí, tengo que revisar las pruebas y escribir algunos informes, pero Yosano...

―Estará bien, me quedaré a dormir un par de días ―le interrumpió Dazai―. O al menos hasta que se aburra de mí y me eche. Lo que suceda primero.

El rubio no parecía convencido, sin embargo, decidió levantarse e ir a hablar con su amiga para saber si necesitaba algo de él. Estuvo en la habitación de Yosano por unos diez minutos, y cuando salió, se despidió de Dazai y Chuuya.

Cuando la puerta se cerró, un cómodo silencio llenó el salón. Sentando a su lado, Chuuya le envío el mismo mensaje de todos los días a Arthur: preguntando cómo se sentía, si algo le dolía o si necesitaba algo de él. Y Arthur, como cada mañana, le respondía que estaba bien, sin importar si era verdad o mentira.

Y cada vez Chuuya decidía creerle, porque sabía que Arthur se molestaría si se preocupaba demasiado o dejaba de lado su vida por él. Prefería que el mundo de Chuuya siguiera girando. De todas formas, el suyo iba a detenerse tarde o temprano.

Pero no querían pensar en ello. Arthur le escribió sobre traer a Dazai para almorzar, incluso le propuso traer a Yosano con ellos. Desde hace tres semanas que todos estaban enterados que Ranpo se marchaba de Kyoto esa mañana, y entendían que no debía ser fácil para ella estar sola después de tanto tiempo.

Chuuya le respondió que le preguntaría si quería acompañarlos. Por ese momento, decidió centrarse en el hombre a su lado que, aunque se mantenía en silencio, se movía de un lado a otro fingiendo ser el adolescente tímido que jamás fue, queriendo hacerle una pregunta vergonzosa, pero sin atreverse a hacerlo.

Le parecía tan estúpido y adorable al mismo tiempo. Bien, Dazai siempre fue así, un poco más inclinado hacia la estupidez, pero tenía buenas cualidades. Así que, chocando suavemente sus hombros, le invitó a hablar.

―¿Qué pasa?

―No, nada ―dijo Dazai, y luego por lo bajo, con una sonrisa, dijo―: Así que... somos novios.

La emoción podía escucharse en cada palabra, y logró cubrir los labios de Chuuya con una sonrisa.

―¿Por qué lo dices con esa cara de idiota? ―se burló y chocó contra él, empujándolo suavemente―. Pensé que habíamos dejado eso en claro desde hace un mes, ¿crees que besaría a cualquier hombre?

―¿Tengo que responder?

―¿Crees que ahora besaría a cualquier hombre? ―se corrigió―. Te he llevado al departamento de Paul y Arthur, te llevé al onsen y te golpee ese flacucho trasero que tienes.

―El último comentario está de más ―se quejó. Sin embargo, una suave sonrisa se mantuvo en su rostro, y buscando la mano de Chuuya, susurró―: Solo quería asegurarme... Pocas veces me suceden cosas buenas.

Algo bueno. Esa relación, ese amor, era algo bueno.

Tiempo atrás no hubiese estado de acuerdo. Se hubiese negado a pensar en enamorarse otra vez de Dazai como algo bueno, pero el último mes... El último mes había sido fantástico a pesar del estrés, las malas noticias y del futuro incierto a su alrededor.

Seguían como siempre. Con las mismas bromas, el mismo trato, las mismas películas malas y las caminatas por Kyoto. La única diferencia era que ahora se besaban y se tomaban de la mano más a menudo. ¿El coqueteo? Chuuya tenía que admitir que siempre coquetearon, incluso si era solo para molestarse, así que nada más había cambiado, solo lo importante, y lo agradecía.

Agradecía que esa relación fuese tan diferente a la que tuvieron años atrás, porque realmente, realmente, le gustaba el hombre que conoció en Kyoto y que tenía a su lado.

Y no pudo evitar buscar un beso de él. Apoyando ambas manos en cada costado de su cuello, instó a Dazai a acercarse. El moreno se inclinó tentativamente, como si aún no estuviera acostumbrado a esos momentos en que dejaban las bromas de lado y se permitían expresar lo que durante mucho tiempo negaron.

Chuuya tenía que admitir que le gustaba esa reacción. Esa sorpresa al sentir sus labios y como el otro hombre se relajaba entre sus manos. El suspiro que Dazai soltaba entre el beso, la forma en que se movían contra el otro, conociéndose otra vez, queriendo saborear más.

Y esa sensación de insatisfacción volvía a ellos cuando se alejaban para tomar aire, respirando por sobre la respiración del otro, con las frentes juntas y los ojos cerrados, escuchando el mundo a su alrededor moverse, mientras que el mundo entre ellos se mantenía silencioso.

―¿Qué hacemos ahora? ―preguntó Dazai, dejando toda elección y toda voluntad en las manos de Chuuya.

Chuuya acarició su rostro. Sus pulgares repasaron los relieves de sus pómulos, sus labios, su nariz, sus cejas y las ojeras bajo sus ojos, esas que ya no eran tan oscuras como años atrás.

―Bueno, no podemos hacer nada en el sofá o Yosano nos mataría ―bromeó el pelirrojo, intercalando cada palabra con un beso―. Tal vez después... Por ahora, no lo sé. Arthur te invitó a almorzar, y luego hay una reunión con Black Ocean para decidir dónde promocionaremos el álbum...

―¿Y yo qué debería hacer? ―pregunto Dazai, correspondiendo cada beso―. Natsume-sensei ha dicho que quiere que ahora escriba un libro...

―Escríbelo ―insistió Chuuya. Le dio un beso más y al alejarse, mantuvo sus manos en el rostro de Dazai―. Escribe un libro. Dijiste que querías convertirte en un autor, ¿no? Escribe algo para mí.

―Rechazaste el poema que escribí...

―¡Tú hiciste lo mismo! ―le recriminó Chuuya, pero ninguno se sentía dañado por ese pasado―. Pero esta vez... Si escribes algo para mí, lo leeré.

―¿Lo harás? ―Chuuya asintió. Le dio otro beso y con voz suave dijo:

―Lo haré, yo cumplo mis promesas y tú también cumplirás las tuyas esta vez, ¿no?

Dazai asintió. Pensar en escribir algo para Chuuya era fácil, tenía mucho que decir sobre él, sobre ellos.

Además, tal vez era momento de apuntar hacia algo más grande.

Si Chuuya estaría sobre un escenario, entonces sus historias podrían estar en una librería. 

Continue Reading

You'll Also Like

26.2K 2K 10
Baji ocultaba esos sentimientos que sentía hacia Chifuyu, pero como el no es bueno ocultando ese tipo de cosas un día el rubio se da cuenta de aquell...
9.1K 759 1
❝¿Te quieres casar conmigo?❞ Y cuando menos te lo esperes, tu amigo secreto se levantará de su asiento con un esplendoroso regalo en manos, dispuesto...
63.6K 9.7K 86
«Dentro de cuatro meses será el séptimo aniversario desde que usted y Osamu Dazai publicaron su exitoso y único álbum "Double Black" además de el sen...
726K 58.2K 85
"Uncanny: una experiencia sobrenatural o inexplicable, extraña o más allá de lo ordinario" Todos los vampiros tienen un compañero destinado, alguien...