A través del Cristal [Cristal...

By QueenElsiFrost

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ADVERTENCIA: NO ENTENDERÁS ESTA HISTORIA SIN HABER LEÍDO LA PRIMERA PARTE En la superficie la gente mira el... More

Sinopsis y Aclaraciones
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11. Parte 1
Capítulo 11. Parte 2
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18. Parte 1
Capítulo 18. Parte 2
Capítulo 19. Parte 1
Capítulo 19. Parte 2
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 39. Final
Epílogo
Extra. Hasta que nos volvamos a encontrar
Agradecimientos y ¿Secuela?

Capítulo 38. Final Damon y Ellie

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By QueenElsiFrost

Antes de leer: Si no leíste El Cristal del Príncipe, te oriento, Adam era el mejor amigo de Ethan, y Livard el novio de su mejor amiga (Elaine). El cómo la  conocieron, ya es otra historia, pero contexto rápido: Livard está flechado por Ellie, y Adam es su exnovio

Ah, y Gwen es la prima de Damon y Damian, dueña de la cafetería donde trabaja Damon :)

—————♡—————

Ellie

Damian finalmente salió del hospital, pero desde entonces apenas lo he visto. Lo poco que sé es lo que Damon me cuenta, aunque apenas hemos intercambiado palabras. Él ha dedicado todo su tiempo a Damian. Mientras tanto, yo aún tenía que ir a la policía para dar mi testimonio, aunque prefería distraerme un momento de todo este asunto. Me hacía pensar que hasta ahora, estar juntos solo nos había traído tragedias y dolor.

Decidí acercarme, caminando con pasos que resonaron en el suelo de la azotea, hasta que me encontré a su lado, mirando al horizonte pintado de tonos cálidos.

—Hola —saludé, suavizando mi tono.

—¿Cómo sabías que estaba aquí? —Damian tenía la mirada perdida, como alguna vez la vi en Damon, como alguna vez yo la tuve. Tenía las piernas abrazadas a su pecho y la barbilla en sus rodillas.

—Mmm, imaginé que lo último que querrías sería ver a alguien. Todos estamos preocupados —puse mi mano en su hombro.

—¿Qué? ¿Pensaron que iba a querer suicidarme? —se mofó.

—No, pero podría ser una posibilidad —sonreí—. Escucha. Tú estuviste ahí cuando Ethan y mis padres murieron, quiero estar ahí para ti.

Una sonrisa triste curvó sus labios, pero pronto se desvaneció, dando paso a un mar de lágrimas contenidas.

—Por primera vez, no quiero estar solo —susurró.

Me incliné hacia él, envolviéndolo con un abrazo que parecía contener todo el peso del mundo. Sentí su cuerpo temblar, desmoronarse junto al mío.

—Está bien —murmuré, acariciando su espalda con ternura, como si pudiera calmar sus tormentos con el roce de mis dedos.

Al apartarnos, su rostro estaba cubierto de lágrimas al igual que el mío.

—Ellie, ¿por qué lloras? —preguntó confundido.

—Es que... —solté un quejido mezclado con una risita—. Cada vez que pienso en que perdí a Ethan, recuerdo que también gané algo muy valioso: A ti.

Ambos volvimos a fundirnos en un abrazo, y froté mi nariz en su hombro.

A veces cuando creemos que lo hemos perdido todo, pasamos por alto que aún hay cosas por las que seguimos aquí. Me sentí perdida durante mucho tiempo, pero Damian siempre me acompañó. Él era parte de la familia que yo había escogido.

[...]

Miré desde la barandilla la altura a la que me encontraba, y pensé en las miles de veces que desee morir. Podría aventarme justo ahora.

—¿Interrumpo algo?

Me volteé sorprendida, y él estaba parado con lo largo de su gabardina siendo sacudida por el aire.

Livard.

—¿Qué haces aquí? ¿No me digas que me estabas buscando? —sonreí de manera coqueta y él se acercó sin dejar de mirar al frente; el Sol le dio unos destellos dorados a su cabello.

—Creo que lo hacía —apenas me dirigió una mirada de soslayo y sus labios se unieron en una sonrisa sutil—. ¿Y tú?

El sentimiento de esas palabras me provocó sonrojos.

—Creo que esperaba que me buscaras —respondí y decirlo se sintió correcto, sincero, como si me hubiera liberado de algo que llevaba pensando hace tiempo pero me negaba a admitirlo.

—¿Y qué te trae por aquí? —preguntó, siendo el azul de sus ojos tapado por la sombra de sus pestañas.

Volví la vista al frente.

—No lo sé. A veces me gusta simplemente mirar la vista, es reconfortante. La verdad es que no creí que este año sería tan caótico.

—¿Fue algo bueno?

Pensé en las veces que me cuestioné el no, pero a pesar de todo lo malo que sucedió, finalmente había encontrado paz en mi corazón.

—Si, lo fue. Quiero decir, espero que los demás sean mejores, pero definitivamente este no lo olvidaré.

—Bueno, dime qué hacer para que el siguiente sea mejor y lo haré.

—Solo quédate aquí, ¿sí?

Esa brisa que nos golpeó la sentí arrasar con mis sentimientos, como si algo que antes había estado ahí se hubiera desvanecido.

—Trato hecho —respondió, y no pude evitar sentir la calidez de aquellas palabras que reconfortaron mi corazón.

Ya no me sentía tan herida.

[...]

—Vaya, todo se ve tan diferente a la última vez que vine —comenté desplazando los ojos por el cuarto desde la puerta y Adam volteó, dejando lo que hacía hace un segundo.

—Deberías venir más seguido —sonrió—. Livard insistió en cambiarlo.

Alcé una ceja.

—¿Lo hizo? —descrucé mis brazos.

—Bueno, puede que yo lo haya convencido un poco —volcó los ojos.

Me reí.

—¿Puedo abrazarte?

—¿Y si te digo que no?

Obvio no le haría caso. Caminé hasta él y le di un fuerte abrazo en el que él no dudó en rodear mis hombros.

—Gracias por ser parte de mi historia —susurré a la altura de su pecho.

—Gracias por dejarme entrar en ella.

Este no era el final, si no el inicio de muchas otras cosas, para todos.

—Así que te vas un tiempo —dije al apartarme.

—Solo mientras resuelvo unos asuntos.

—¿Y eso involucra a una chica? —sonreí.

—Puede ser. Pero principalmente por mí. Creo que es hora de dejarlo ir.

—A veces lo mejor...es dejar ir, ¿cierto?

—Depende si ese alguien está destinado a quedarse contigo.

¿Pero quién decide el destino?

—Buen viaje, Adam —hice un saludo con la mano recta y en la frente.

—Buen viaje, Ellie —ahí estaba esa chispa es sus ojos encendiéndose de nuevo; era esperanza y fe, y era tan brillante como las estrellas que alumbran el cielo oscurecido.

Entonces me di cuenta que Ethan había dejado una parte de él en Adam, en Damon, en mí. Ahora era mi turno de brillar por mi cuenta.

—¿Interrumpo algo o... —Anne apareció de pronto en la puerta.

—No, no, pasa —Adam la alentó a entrar.

—¿Se supone que esta es la parte donde nos abrazamos y lloramos? —preguntó ella de manera burlona.

Los tres nos reímos al unísono y nos unimos en un abrazo. Damian era mi mejor amigo, Adam el de Anne, ella era mi mejor amiga, no importaba de qué manera, pero estaríamos juntos hasta que el tiempo se termine; y el tiempo puede detenerse, fracturarse, ralentizarse, pero nunca dejará de existir, porque es la eternidad en la vivimos.

Damon

Regresé al lugar donde dejé atrás a quien solía ser, y al cerrar los ojos, aún podía verme con mis hermanos correteando por la casa, oír nuestras risas resonando y sentir el crujido familiar del suelo bajo nuestros pies.

Solté mis maletas en la entrada y esperaba aun ser bienvenido.

Isabel se detuvo en medio de la escalera en cuanto sus ojos aqua cruzaron los míos y continuó avanzando con paso pausado hasta quedar a una distancia prudente. Nunca creí que quisiera romper esa barrera que se interponía entre ambos.

—Te estábamos esperando —habló.

—¿Lo hacían? ¿Todos? —cierta felicidad en mi voz me delató—. Whoa, las horas de la comida no solían ser muy buenas, ¿no?

—Eso era por... —la interrumpí

—¿Mi madre? ¿Eso ibas a decir? No te preocupes, lo sé, mejor de lo que quisiera.

Isabel inclinó la cabeza, aunque nunca solía bajar la mirada. A menos que...

—Pensé...en lo que me dijiste la última vez que estuviste aquí.

—¿Ah sí?

Asintió y refugió su atención en sus manos entrelazadas.

—Cuando me enteré del incendio...me di cuenta que no te odio tanto como creía.

Fruncí el ceño.

—Mm, esa es una rara manera de decir que me quieres, pero gracias.

Ella soltó una breve risa, antes de continuar

—Recordé que no todo siempre fue malo —continuó—. De niños solíamos jugar mucho, y tú parecías confiar en mí, algo que ya no haces. Es extraño...porque lo extraño. Nuestras madres se esforzaron en meternos en la cabeza que era malo que fuéramos medios hermanos, que terminamos por odiarnos. Sé que...es muy tarde para decirlo, pero, ¿aun puedo ser tu hermana mayor?

Alzó la cabeza; una ligera capa cristalina cubría sus ojos, me acerqué y la abracé a pesar de que el contacto la sorprendió.

—Siempre lo serás.

Lentamente sus brazos me correspondieron, un cariño que jamás creí que me sería concedido. Casi toda mi vida estuve rodeado de amor, pero siempre quise saber qué era sentir el cariño de una hermana. Y era mejor de lo que nunca pude imaginar porque me costaba trabajo idear en mi mente una realidad donde algo así sucediera.

—Pero que quede claro que sigues sin poder tener mi habitación —dije, provocándole una carcajada.

Sorbió su nariz en el momento que Elai entró en escena bajando las escaleras.

—¿Estuviste todo este tiempo ahí? —le pregunté, algo ofendido.

Él, apoyado en el barandal y sonriendo burlonamente, respondió:

—Fue mejor que ver una película.

—Voy a matarte —siseé.

—Esa clase de bromas ya no van contigo, hermano —declaró, levantando los brazos en señal de celebración—. ¡Eres libre de tu condena!

No voy a mentir, me hizo feliz escucharlo.

Me sentí agradecido, incluso un poco incrédulo, aún no podía creer que luego de dos años al fin terminara con los rumores, que finalmente pudiera vivir como alguien normal, sin un antecedente criminal; solo yo.

—¿También quieres un abrazo? —pregunté, viendo a Elai mover la cabeza de un lado a otro, pero finalmente correr hacia mí y colgarse de mi cuello—. ¡Agh! Maldición ¡Eres pesado!

—¿Cómo me preguntas algo tan obvio? —me sacudió, fingiendo lágrimas de manera dramática—. Eres mi hermano, pedazo de bastardo —sus ojos se ensancharon—. Sin ofender, quiero decir... todos lo somos aquí.

Rodé los ojos, y por encima del hombro, vi a Isabel sonriendo. Le devolví la sonrisa, consciente de lo raro que era verla así.

Los tres giramos la cabeza al ver a Damián entrar por la puerta, y se sorprendió tanto de vernos que casi no parpadea.

—¿Pero qué... ¿Qué hacen todos reunidos? No me digan que ya están discutiendo de nuevo, porque...

—Nada de eso —Isabel lo abrazó y él pegó un saltito ante el gesto; ella fue cuidadosa, sabiendo lo frágil que estaba con la reciente muerte de Ángel.

—Amm, chicos, ¿están bien? ¿Traigo un médico o algo? —preguntó, levantando las cejas, confundido, mientras nosotros nos reíamos, aumentando su desconcierto—. Hablo en serio, estoy comenzando a preocuparme

[...]

—¿No puedes esperar un poco más? Papá ya casi llega —me dijo Isabel mientras los cuatro nos encontrábamos sentados en la sala.

—Eso quisiera, pero tengo que ir a ver a alguien antes.

Ella apretó los labios, claramente no muy convencida, y nos pusimos de pie justo cuando la puerta se abrió.

—¿Hay alguien en casa? —la voz profunda y resonante del hombre de gran barriga se filtró desde el umbral hasta que sus ojos se posaron en nosotros—. Damon, ¿qué haces aquí? Digo, chicos, ¿por qué están todos reunidos?

Intercambiamos miradas y di un paso al frente.

—Papá —mencioné.

—¿Qué pasó? ¿Están todos bien? —preguntó, frunciendo el ceño, buscando alguna explicación lógica para tenernos a los cuatro reunidos.

—Estamos bien. Soy yo el que quería hablar contigo.

—Ah, está bien, pero siéntense, siéntense. Estoy un poco cansado. Chicos, vayan arriba para que pueda hablar con su hermano —ordenó, señalando hacia las escaleras, y ellos obedecieron sin protestar.

—En realidad... —lo interrumpí, deteniéndolos en seco—. No me importa que ellos escuchen.

A pesar de la extrañeza, todos nos sentamos, con papá inclinándose ligeramente hacia atrás debido a la panza que le estorbaba.

—Lamento todos estos años, el tiempo que se preocuparon por mí y el esfuerzo que hicieron para encontrarme —empecé—. Habría sido mejor no haberlos desperdiciado de esa manera, pero no puedo volver atrás, y realmente no quiero. Si lo hiciera, probablemente no estaría aquí hoy con ustedes. Sé que no fui el mejor hermano, ni el mejor hijo, ni nada de eso, pero aun así me aceptaron en su familia a pesar de que los abandoné —Elai puso una mano en mi hombro—. No quiero que sientan que lo hago de nuevo, pero hay cosas que tengo que hacer...

—Damon —habló Isabel—. Incluso sin el accidente, cada uno habría tenido que tomar su propio camino. Pero lo importante de la familia es estar ahí cuando alguien lo necesita.

—Isabel tiene razón —asintió Damian—. Si habláramos de ser el mejor hermano, probablemente yo no estaría en la conversación.

—No, pero yo sí lo soy —dijo Elai y lo miramos mal–. ¿Qué? No me culpen por sus errores, hermanitos.

—Deja de jugar —le reprochó Isabel.

—Pero yo soy su padre —intervino papá, inclinándose hacia adelante—. Y digo que ninguno ha sido un mal hijo. Cada uno ha tenido sus aciertos y errores, y como padre, yo también los he tenido. Ninguno tiene que culparse. Ni siquiera por los padres que les tocó tener —inspiró profundamente—. Y menos ahora. Deben vivir sus vidas, no la nuestra.

—Pero papá... —intenté decir algo, pero él me cortó.

—Nada —sentenció—. Ya lo dije. Ahora todos salgan de mi casa.

Podía decir que casi nos echó a patadas, pero había cierto afecto en sus palabras. A pesar de que papá no era el modelo de esposo perfecto, como padre fue el mejor que podría haber tenido.

Cuando salí, me detuve y levanté la cabeza hacia el cielo, sonriendo involuntariamente.

—¿Cuándo dejarás de sonrojarte al verme? No es la primera vez que me ves, ¿sabes? —me burlé, inclinándome sobre la cama donde él estaba sentado para quedar a su altura mientras él sostenía mi cuello.

—Jamás, porque nunca dejarás de gustarme como lo haces.

—Nunca suena demasiado lejos —comenté, arqueando las cejas.

—Es porque es eterno.

—Entonces aunque nuestros cuerpos dejen de existir y nuestras almas se desintegren, nuestro amor siempre vivirá en la eternidad.

—Siempre, Damon

Era hora de dejar el pasado atrás y comenzar a vivir el futuro. Entonces, comencé a correr tras él.

Ellie

—Así que...la de la fotografía eres tú —me volví hacia la pelinegra, cuya apariencia era muy distinta a la de la foto que sostenía—. No sé cómo no te reconocí antes...

Ellie se lamió los labios y se echó el cabello hacia atrás con un gesto seguro—. Bueno, eras muy pequeña cuando nos conocimos.

Así es, tenía frente a mí a la mejor amiga de Ethan, sentada frente a mí, quien curiosamente resultaba ser la prima de Damon.

—¿Y por qué no dijiste nada? —pregunté, notando cómo Gwen se encogía de hombros

—No supe cómo acercarme. Además, esa vez que te vi en la cafetería me desconcertó. Lo que sí sé es que Damon tiene un gusto muy inusual por los Ackerman —enarcó una ceja, y me percaté de lo similar que eran sus gestos, parecían reflejar una conexión más profunda que la de él con su propia hermana.

—¿Y qué hiciste después de su muerte? No te vi en el funeral —comenté.

—No pude asistir. Tuve que encargarme de la cafetería. Resulta que al ser mayor de edad, mamá me nombró dueña, según decía el testamento de mi padre.

—Lo siento. Sé lo que sientes, también perdí a mi padre —instintivamente, me acaricié el hombro—. Bueno, ahora ya no, él está conmigo, pero sí perdí a mi madre.

Ella soltó una risa leve, inclinándose ligeramente hacia mí.

—Todos perdemos cosas, pero también ganamos otras. Seguramente te preguntas si Ethan valía lo que tienes ahora.

Recuperé a papá, incluso cuando ya lo había perdido a él, conseguí amigos, y probablemente tenía a Damon a mi lado.

Luego, al ver mi silencio, ella continuó:

—A veces hay cosas que simplemente no sabemos ponerle valor porque son invaluables.

—Es la primera vez que hablamos y siento que ya me resolviste la vida entera —reí, y su risa se unió a la mía.

—Sólo trato de aconsejarte ahora que Ethan ya no está —inclinó la mirada y sonrió—. En realidad es algo que él diría.

—Cuéntame más —me senté a su lado, como una niña esperando escuchar un cuento.

—Él tenía razón, eres igual a como te describió —apoyó las palmas en la cama.

—¿Te habló de mí?

Asintió.

—Ethan no hablaba casi de él, pero nunca perdió la oportunidad de hablar sobre ti.

—Eso me recuerda...

—¿A Damon? —preguntó—. Sí, bueno, lo aprendió de él. Sin embargo, esos dos se contaban hasta lo que no eran capaces de decirse a ellos mismos.

Noté cómo aquello me afectaba y ella puso una mano en mi hombro.

—Pero no te desanimes. Damon hace muchas cosas contigo que seguramente no hacía con Ethan, y viceversa. Lo importante es que les brindó a cada uno una parte de él. Al final, son caras de la misma moneda —se encogió de hombros—. Quizás deberías dejar de aferrarte a lo que alguna vez Ethan y Damon tuvieron, y pensar en lo que tú tienes con él.

¿Pero qué teníamos? ¿Un pasado que nos unía, o tal vez una persona?

—No lo entiendo —parpadeé repetidas veces, y ella me sonrió como si fuera la persona más incrédula. Puso su mano sobre mi hombro y me dijo:

—Lo tienes a él.

Después de pedirme que me alejara, de querer apartarlo, al final seguía estando a mi lado, sin importar cuántas veces intentáramos lo contrario.

Quizás el destino, o lo que fuera, continuaba manteniéndonos unidos por algo. Significaba que esto no podía simplemente terminarse porque no le habíamos dado un final.

—Pero yo... —me llevé la mano al pecho, encogiéndome en mi lugar—, no soy el final de Damon.

Sentí ganas de llorar, sin embargo, esas lágrimas nunca cayeron.

Porque en el fondo de mi corazón, ya lo había aceptado. Había aceptado la realidad en la que tendría que vivir sin Damon, en la que él no era para mí, ni yo para él, porque nuestros corazones latían al ritmo de canciones distintas y no encajaban en la caja de música del otro.

—¿Entonces por qué aún no termina? —ladeó la cabeza, esperando esas palabras como impulso para tomar valor a lo que más le huía; y era al hecho de dejar ir.

Salí corriendo de casa, con el corazón entre las manos y lleno de dudas, que hacían que mi cuerpo temblara por los sentimientos encontrados.

Fui a buscar a Damon a su casa, pero nadie abrió ni recibí respuesta, así que me asomé por las ventanas, sin encontrar rastros de su presencia.

Miré al cielo, pensando en si esta era otra de sus señales. Y, por supuesto, lo era.

Despegué la mirada del cielo y me dirigí a aquella cafetería en la que alguna vez una chica conoció a un chico.

La chica se enamoró del chico.

El chico la quiso.

El chico era solitario.

La chica hizo lo posible para mantenerse a su lado.

¿Pero qué pasaba al final?

Abrí la puerta, esperando encontrarme con esa cabellera oscura que jamás se decidía por qué peinado usar, con aquellos ojos azules en los que podía ver el mar y encontrar la calma en sus olas, y esa sonrisa que me dio esperanzas.

Sin embargo, nunca lo vi.

Pregunté por él a sus otros compañeros de trabajo, y dijeron que hoy había ido a dar su renuncia. Subí a la terraza, sintiendo que ahí debía estar, y me limité a observar el cielo, el cielo que alguna vez miramos juntos en este sitio, otro de los lugares que me haría recordarlo.

Me sujeté de la baranda, sintiendo que estaba a mi lado, como aquella vez, cuando hicimos aquel trato que nos unió antes de que pudiéramos declarar que estábamos juntos.

Golpeé ligeramente el fierro, refugiando mi cara entre mis brazos al darme cuenta de que nada volvería a ser como aquel entonces. Damon ya no sería el chico que conocí en esta cafetería, y yo ya no sería la chica que él conoció.

No seríamos el par de desconocidos que tenían algo en común incluso antes de haberse hablado, los que rieron pocas veces y lloraron otras tantas. Ahora sería feliz. Sería feliz sin él.

Comencé a llorar al entender que nada era para siempre, que seguramente hoy estaría triste, pero mañana tendría que levantarme con todo lo que pudiera sin importar qué, porque así era; ni siquiera mi tristeza podía durar por siempre.

Estaría bien extrañarlo, haberlo amado, pero pronto, con el paso del tiempo, eso también lo superaría. Tendría que suceder, y aun así, no podría adelantar este momento. Sufriría el tiempo que yo dejara que me lastimara. Porque he superado la partida de mamá. De Ethan. Pero no sé si estoy preparada para que te vayas tú también. No sé qué será de ti o si te irá bien o mal. No sabré qué sucederá luego de que le des vuelta a la página. O siquiera si escribirás de mí en esas hojas. No quiero que nuestra historia simplemente se pierda en el tiempo como muchas otras, que tú la olvides, que me olvides.

—¿Por qué estás llorando?

Al escuchar esa voz, di un brinquito y me di la vuelta. Mis lágrimas se detuvieron en ese instante y él sonrió, él estaba aquí. Se sentía como un hoy en el que el mañana no existía. Quería dejar de contar el tiempo y sólo vivirlo, detenerlo para que fuera más. Me reí entre lágrimas y él me atrapó entre sus brazos antes de que pudiera ver que yo estaba por hacer lo mismo.

—Lloro porque pensé que te habías ido.

—Pero estoy aquí —se rió.

—También lloro por eso —y al decirlo tuve la sensación de querer hacerlo más. Su pecho brincó por sus risas y me acarició el pelo de una manera tan familiar que me hizo sentir en mi hogar.

—Dime que finalmente se acabó —hablé desesperada—. Que por fin podemos tener este final.

Una sonrisa se formó en sus labios.

—Se acabó, Ellie.

Una extrañeza acompañó su voz, así que me separé de él y lo miré en un momento en el pude ver en sus ojos el futuro que le esperaba por delante, en las maravillosas cosas que haría y lo feliz que sería.

—No es lo único que se acaba, ¿cierto? —mis pupilas titilaron, inmensas y brillantes, y no me había dado cuenta del miedo que le tenía a esas palabras hasta ahora. Sonreí apretando los dientes—. Es la primera vez que puedo decir adiós.

—Un hasta luego se oye mejor —se rió al igual que yo y la separación de nuestros cuerpos a pesar de que se sintió dolorosa, también fue liberadora. Ambos sabíamos que permanecer juntos era como tener cadenas en las manos. Y nos queríamos, pero no lo habíamos hecho de la mejor manera. Nuestro amor se convirtió en algo a lo que ya no se le podía llamar por esa palabra.

—¿Y qué hay de ti? ¿Estarás bien? —pregunté.

Él miró el cielo, y luego me sonrió.

—Ahora lo estoy.

Y esta vez no lo sentí como una mentira.

—Sabes que haría lo que fuera por ti, ¿cierto? —espeté.

—Lo sé —me contestó—. Por eso lo mejor que puedes hacer por mí es enamorarte —otra palabra que me dolía, porque nunca pude escucharla de sus labios—, casarte, tener hijos, una familia. Porque aunque perdiste a la tuya puedes tener otra.

Me pregunté por qué no podía ser él ese hombre, con quien me casara y tuviera hijos, que fuera mi familia, pero no estaba escrito en la historia. Al menos no en la nuestra. Esta historia nunca fue sobre nosotros.

Él dio pasos hasta acercarse a mí, tomó mis mejillas y depositó un beso en mi frente.

—Prometo ser tuyo en otra vida.

Creí que ya lo había sido. Pero decidí creerle, como siempre hice, porque a veces las mentiras eran lindas.

Tomé sus manos porque no quería que se alejara, quería aferrarme a mis deseos, pero eran egoístas, egoístas e injustos para él. Hizo tanto por mí, que lo menos que podía hacer por él era dejarlo ir.

Porque siempre estuvo destinado a ser esa alma libre que tanto quiso y yo solo fui una parada en su camino. Ahora que había cumplido su propósito podía irse. Y aquí era donde se cortaba ese hilo. El hilo que nos mantuvo unidos; ambos finalmente dejamos ir a Ethan. Pero mientras yo viviera, contaría nuestra historia.

—————————♡————————

Sentí mucha nostalgia corrigiendo este capítulo, ya que la primera vez que lo escribí fue hace mucho tiempo, sin llegar a pensar que llegaría a este punto (hablo de que alguien leyera el libro)

Y sí, ya lo tienen, Ellie no se quedó con Damon gente, que ya veía a varios sufriendo por eso desde capítulos atrás

Espero que les haya gustado mucho este final que tuvieron los protagonistas, aunque no tan final, pero lo que sabremos de ellos por ahora

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