Lágrimas de oro carmesí #ONC2...

By MikiRiK

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✨CLASIFICADA LISTA LARGA ONC 2024✨ Cuenta la leyenda que en la Isla del Trébol Roto hay una sirena capaz de c... More

🦇ONC 2024🦇
⚓PERSONAJES⚓
🩸​☠️CAPÍTULO 1 - LA MALDICIÓN DE LAS MAREAS🩸​☠️
🗺️​🩸CAPÍTULO 2 - ACUERDOS DE PAZ Y PACTOS DE SANGRE🗺️​🩸
👑​🪶INTERLUDIO - DIARIO DE RORY👑​🪶
🦇​🏴‍☠️CAPÍTULO 3 - COSTUMBRES DE PIRATAS Y VAMPIROS🦇​🏴‍☠️
🩸​⛵CAPÍTULO 4 - UN VALS DE SANGRE Y SOLEDAD🩸​⛵
👑​🪶INTERLUDIO - DIARIO DE RORY👑​🪶
🎭​🥞​CAPÍTULO 5 - LA MASCARADA DE LOS DRAGOMIR🎭​🥞​
⚔️​🩸​CAPÍTULO 6 - EL DUELO⚔️​🩸​
⚰️​🐟CAPÍTULO 7 - OTRO CLAVO EN MI ATAÚD⚰️​🐟
👑​🪶INTERLUDIO - DIARIO DE RORY👑​🪶
⛈️​⚔️​CAPÍTULO 8 - LA VÍSPERA DE LA TORMENTA⛈️​⚔️​
🐍​CAPÍTULO 9 - ¡LIBERAD AL LEVIATÁN!🐍​
🖤​🏝️​CAPÍTULO 11 - LA OSCURIDAD DE LA ISLA🖤​🏝️​
👑​🪶INTERLUDIO DE RORY👑​🪶
🔪​💀​CAPÍTULO 12 - ENTRE TRAICIONES Y CAVERNAS🔪​💀​
🧜‍♀️​❤️​CAPÍTULO 13 - EL CORAZÓN DE LA SIRENA🧜‍♀️​❤️​
💫​CAPÍTULO 14 - EL ÚLTIMO DESEO💫​
⏳​⚔️​CAPÍTULO 15 - LA BATALLA POR LA ETERNIDAD⏳​⚔️​
🍀​💔​CAPÍTULO 16 - EL TRÉBOL ROTO🍀​💔​
🪶​👑​EPÍLOGO - RORY🪶​👑​

🏝️​🏴CAPÍTULO 10 - EL DESTINO DE TODOS LOS CAMINOS🏝️​🏴

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By MikiRiK

Blair y Rory contemplaban la neblina desde la seguridad del bote. Habían pasado unas horas desde que zarparon del puerto a escondidas, lejos de los guardias del castillo. La idea de adentrarse en la boca del lobo les producía escalofríos, pero más aún cuando se toparon de frente con los resultados de la batalla.

La criatura pez que los guiaba movía el remo como el barquero de los infiernos. Alrededor no había más que llamas en la superficie acuática, restos de naufragios y escamas gigantes que flotaban llevadas por el oleaje.

Era un cementerio de navíos, la destrucción absoluta de la flota real a manos de su propia ambición desmedida. Una vela cruzó de largo un lateral del bote, llevada por las mareas sin un mástil al que atenerse.

No se oía nada. El silencio atraía las lluvias torrenciales de la tormenta. El chapoteo de las gotas sobre las aguas era el único motivo por el que la doncella y el príncipe sabían que seguían estando en el mundo de los vivos.

Agunar se detuvo en mitad de la nada y esperó. Lo que debían ser sus orejas, dos largos cartílagos puntiagudos que daban reminiscencia de un elfo, se estiraron. Sus músculos se tensaron.

—¿Qué ocurre? —preguntó Rory, más asustado que ninguno de los tres. Se aseguró de tener bien agarrado el diario.

—Ya vienen. Escondeos. —El niño pez les hizo una señal con la mano membranosa.

Los jóvenes se tumbaron en el bote, cubiertos por una manta que los tapaba a medias. Podían pasar como cadáveres si se esforzaban. La palidez del terror la tenían desde que frenaron el avance.

De la bruma salieron los espíritus del agua cargados con farolillos de llamas azules. Navegaban sobre los restos de tablas de madera de los barcos que se habían hundido. Observaban los fondos marinos en busca de supervivientes a los que ejecutar. Ya lo habían hecho antes y lo volverían a hacer en cuanto cruzaran el siguiente trecho.

Daba la sensación, por las cabezas de pez y los cuerpos hechos de tronco de árbol, de que los espíritus del agua pertenecían a una raza similar a Agunar. La diferencia residía en un aura oscura que envolvía los ojos de los cazadores y que el pequeño niño pez no tenía.

Un grupo pasó por el lado del bote. Observaron al príncipe y a la doncella, pero sabiendo que viajaban acompañados de un igual, se limitaron a ladear la cabeza. Sus gestos camuflaban el sadismo con el que torturaban y mataban a los soldados del rey. No parecían tan peligrosos hasta que mostraban los cientos de dientes afilados que formaban parte de sus bocas.

La mayoría de seres que los vio los ignoró. Quien no lo hacía, era distraído por Agunar entre palabras malsonantes en un idioma arcaico. Terminaron dejándolos atrás y, de nuevo, el barquero reanudó sus movimientos de remo.

En cuanto la niebla se disipó, Rory y Blair se quedaron boquiabiertos. A escasos metros se encontraba una playa: acababan de llegar a la isla del Trébol Roto.

—Agunar, ¿qué podemos hacer para evitar morir? —preguntó el príncipe, tembloroso.

Blair lo acalló poniéndole un dedo sobre la boca. De pronto, comenzaba a sentir una energía especial atravesando su cuerpo hasta las extremidades. Era como si pudiese percibir a su maestra y se fortaleciese con su cercanía.

—Tatiana ha llegado ya. Está aquí. —Sonrió—. Sigue con vida. Si nos reunimos con ella, podría defendernos.

—¿Estás segura...? —Rory se rascó la nuca.

—Por supuesto. Y con ayuda de Agunar será pan comido. Podremos conocer al fin a la sirena.

El niño pez desembarcó sobre la arena, iniciando su marcha a cuatro patas. Se giró para comprobar que los jóvenes lo seguían, tenso.

—Tenemos que llevar cuidado. En la isla hay peligros mucho mayores que el Fantasma de las Mareas. Oh, sí. Los hay. Los hay. —Asintió repetidas veces, dando suaves aplausos flácidos con sus palmas.

—¿Qué quieres decir con eso? —La respiración entrecortada de Rory lo obligó a esconderse detrás de Blair—. ¿No nos protege tu presencia todopoderosa?

—Oh, no, no, humano cobarde. Los espíritus del agua también estamos asustados de los rostros oscuros.

Agunar se quedó tan tranquilo y dio media vuelta para seguir avanzando mientras el príncipe se estiraba de los pelos y Blair lo agitaba de los hombros para calmarlo.

Las palmeras se alzaban imponentes, abriendo un sendero pedregoso hasta lo alto de una colina. Una selva de verdes oscuros impedía ver más allá de la playa, pero el pico de la montaña era visible desde cualquier punto. Un relámpago iluminó la cumbre y un rostro demoníaco pareció reflejarse entre las nubes.

Narcís Dragomir escupía agua detrás de una roca. Estaba empapado y temblaba desde que se había sumergido en el mar. Había visto el cuerpo serpenteante del Leviatán bajo el agua. De haberlo sabido, jamás habría saltado. Tendría pesadillas con aquella imagen de la bestia moviéndose entre las sombras.

Escuchó unas voces a sus espaldas. Gateó hasta unos arbustos y dio una voltereta para ocultarse. Boca arriba, pudo ver lo altos que eran los árboles de la selva. Se sentía diminuto al lado de aquellas magnitudes.

—Que nadie llegue al altar, ¿entendido? —Oyó gruñir al Fantasma de las Mareas. Su paso etéreo podía percibirse por el frío repentino que dejaba como huellas en el ambiente—. Situaos en las puertas de las cavernas.

—Sí, señor —contestaron al unísono decenas de espíritus del agua que lo seguían y se dispersaban por la selva.

—Y si encontráis al vampiro que me ha mordido, traedmelo con vida. Quiero sacarle la energía vital hasta extinguir la luz de sus ojos —ordenó con un alarido en la distancia, ascendiendo la colina.

Narcís estuvo a punto de soltar una carcajada. La reprimió para poder escapar sin ser visto u oído. Sus pasos sigilosos eran propios de un espectro, aunque él no lo fuese. Los murciélagos chupasangre, como los llamaban la escoria humana, tenían la costumbre de no emitir sonido alguno ni cuando pisaban cristales rotos. Era una habilidad mágica, el talento de un ser inmortal con experiencia en la caza.

Pasó un tiempo observando a sus presas, escalando árboles para ocultar su presencia. Se columpiaba entre ramas, ágil como un felino, y saltaba entre ellos para lograr subir la colina. La montaña tenía varias entradas accesibles a pie, pero una de ellas solo estaba protegida por un par de espíritus deformes. Los demás patrullaban a la distancia, ajenos.

Se movió entre los árboles de la selva, decidido. Un salto de fe más tarde, cayó encima de uno y le devoró el cuello sin que se enterara. Le arrancó la energía vital. Esquivó la estocada del bracamarte del segundo. Lo agarró del brazo viscoso y lo atrajo hacia sí para morderle el cuello. Una esencia rojiza salió de él para introducirse en el cuerpo del vampiro.

Lo revitalizó.

Entró en las cavernas sin dudarlo. Sería el primero en encontrar a la sirena y el primero en recibir su bendición.

Harry MacLeod logró escapar de la batalla gracias a un par de supervivientes del ejército humano que lo llevaron hasta la costa. Con la caída del Leviatán y la dispersión de los espíritus del agua por la isla y los mares, pudieron pasar inadvertidos. La misión del rey se había convertido en un fracaso, pero todavía les quedaba una opción.

—Obligaremos a la sirena a que reviva a nuestro rey legítimo. Solo así podrá cumplir su deseo —protestó el comandante, que se abrió paso a través de la playa seguido por siete guerreros maltrechos.

Él mismo tenía heridas abiertas por el cuerpo y había perdido su tricornio. La furia de su corazón era lo único que le quedaba tras la muerte de sus hermanos, amigos y militares sacrificados por la patria. Los había visto arder, tirarse por la borda y morir degollados o devorados por el mar. Había llegado el momento de atacar y vengarse.

Ascendieron por una colina vacía, corriendo hasta la entrada de unas cavernas que olían a podredumbre. La única ventaja que poseían era que los demás espíritus del agua temían aquella región; el origen de los rostros oscuros y el lugar por el que llegaron por primera vez.

En aquellos instantes, el Trébol Roto se había convertido en un tablero de juego y las piezas se acercaban al corazón preparadas para la convergencia.

Conteo de palabras: 1355

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