Ella sabe que le miento

By ashly_madriz

257K 16.8K 5.9K

Una chica intercambia por error mensajes de texto con un desconocido, sin imaginar que se trata de Reign Mill... More

Sinopsis
Introducción
Capítulo 1: Maldito Reign Miller
Capítulo 2: hola, desconocida
Capítulo 3: Gracias por nada
Capítulo 4: Textos inesperados
Capítulo 5: Diez mil veces idiota
Capítulo 6: Nos quedamos sin palabras
Capítulo 7: En la boca del lobo
Capítulo 8: ¿Quién es esta chica?
Capítulo 10: Palabras peligrosas
Capítulo 11: No te alteres
Capítulo 12: Rotundo consentimiento
Capítulo 13: Solo un poco rotos
Capítulo 14: Los chicos no lloran
Capítulo 15: Viejos hábitos

Capítulo 9: Amargura

13.4K 951 344
By ashly_madriz

Reign

Desde la cima, la vista es genial.

Aunque también, desde la cima, la caída siempre es más dolorosa y fuerte...

Había ciertas cosas que podrían destruir mi vida, por lo que el supuesto secreto del cuál no tenía idea y una mujer desconocida acechando mis talones en plena cacería, no se comparaban al poder y a las repercusiones que podía tener un paparazzi, encontrándome en una posición comprometedora con alguien con quien no debían relacionarme jamás.

El flash sobre mi cara me cegó y escuché a Mara jadear y trastabillar por su visión borrosa. El casco que pasaba en ese momento de sus manos a las mías, cayó estrepitosamente al suelo, los cielos parecieron rugir a nuestro alrededor y la lluvia que por un momento sentí cesar, volvió con tal magnitud que nos bañó como una cascada.

Un maldito fotógrafo se convirtió en dos y dos en tres, convirtiéndose en una manada de hienas carroñeras, dispuestas a obtener lo que buscaban.

Mi casco aún estaba sobre mi rostro, así que no comprendí en qué momento habían comenzado a seguirnos y mucho menos como había quedado expuesta mi identidad. Tal vez, la opción que escogí no fue la más sensata, ya que mi primer pensamiento fue obligar a Mara, quien no dejó de protestar, a subir de nuevo a la moto para emprender una nueva ruta, dando por hecho de que iban a seguirnos detrás.

Nos desplacé por la carretera, desviando a los paparazzi hacia las calles más estrechas de la ciudad, cortando su camino. No había posibilidad de que supieran dónde estaría esa mañana, mucho menos de que iba de salida sin un equipo de seguridad, por lo que la única explicación que podía darle, era que los guardias del complejo en el que vivía se habían convertido en unos jodidos chivatos.

Conocía aquella ciudad como la palma de mi mano de mis tiempos de adolescente rebelde, así que no se me hizo difícil llevarnos hacia una especie de callejón desolado y ponernos a ambos a salvo.

Después de eso, solté un suspiro aliviado, cuando mis pies, cubiertos por mis zapatillas mojadas, tocaron el pavimento. Mara, en su lugar, permaneció estática, mirando a la nada con confusión.

—Puedo partir desde aquí —fue la primera en hablar, aunque sus ojos no me miraron a mí, sino al vacío.

Mi abuela iba a patearme el trasero si se enteraba de que había dejado partir a una chica, sola y asustada, por segunda vez en medio de una tormenta, por lo que negué con la cabeza.

Mi expresión tensa y el ceño fruncido.

—No es seguro ahí afuera —añadí con sinceridad, sacándome el casco de la cabeza y dejando que mi cabello húmedo empapara mi frente—. Tampoco fue mi intención que esto sucediera, no sé cómo pudieron seguirnos.

—No me están siguiendo a mí, te siguen a ti —Mara pareció dubitativa y furiosa, pude ver los engranajes en su cabeza trabajando, pero al final se detuvo—. Además, ya no los veo por aquí.

—Oh, lo están, que no los veas no quiere decir que no lo estén. Aunque no lo creas, justo ahora, tienes un letrero neón e invisible sobre tu cabeza que grita presa fácil; puedes parecer muy dura y darles una patada en las bolas a otros imbéciles, pero no sabes que es lidiar con esas mierdecillas.

—¿Entonces cómo piensas resolver esta situación? —Hubo una expresión de derrota en sus ojos.

Sus brazos se cruzaron sobre su pecho y no pude evitar mirar con su camiseta negra se había pegado a su cuerpo como una segunda piel. Seguro que aquella prenda de ropa tenía más años que yo, porque podía ver como el encaje de un sujetador se marcó por debajo de su ropa y no pude evitar echarle un vistazo al contorno de sus pezones marcados.

Sí, no estaba mal.

Ella podía no agradarme y yo aun así iba a disfrutar la vista,

Mis ojos volvieron directo a su cara un segundo después, recordándome que no estábamos en un concurso de camisetas mojadas. Pude sentir de ese modo, incomodidad, no solo viniendo de ella, sino también porque no quería que los paparazzis me fotografiaran como una evidente semi erección, si decidían hacer acto de presencia después.

—No te preocupes, llamaré a alguien y en un segundo estarás cómoda y seca en tu cama. —Alejándome un par de metros de ella, le indiqué señalando a mi teléfono que haría una llamada. No le quité el ojo de encima.

Algo que llamó mi atención, fue que a pesar de la actitud de Mara y como siempre estaba a la defensiva, ante cualquier cosa, el que me le quedase mirando las tetas como un completo pervertido, pasó totalmente desapercibido por su parte, como si su malicia no fuera capaz de trascender esa barrera para detectar la doble intención detrás.

No quería llamar a mi equipo de seguridad, ya que no quería lidiar con Hilda, por lo que terminé recurriendo a la única persona que podía cubrirme de mi pesada agente.

Marqué el número de Daniel, rogando a cualquier cosa que hubiese en el cielo que no estuviera follándose a alguna de sus groupies en aquel momento. El repiqueteo en la línea se escuchó varias veces que se sintieron interminables, hasta que al final una voz ronca y soñolienta se proyectó desde el otro lado de la comunicación.

—¿Por qué te molestas en llamarme? —Quería dar por hecho de que acababa de levantarse y no de que estuviese borracho.

—¿Puedes hacerme un favor? Te enviaré una ubicación —Los ojos curiosos de Mara se encontraron con los míos, mientras le hablé a Daniel. No esperé a que mi amigo diera una respuesta de inmediato, así que me lance a por ello—. Ven por mí o te patearé el trasero, trae una sudadera y a tu seguridad.

Antes de darle oportunidad de una negativa por su parte, colgué la llamada y caminé de vuelta hacia donde se encontraba Mara. Lucía ansiosa y me culpé un poco por haber causado aquellos problemas para ella. Si tan solo fuese una persona más fácil de tratar y no estuviese a punto de querer morderme el cuello como un rottweiler, seguro que tal vez pudiéramos llevarnos bien entre nosotros.

Pero eso solo podía pasar en un universo alterno, uno en el que ella no fuera una jodida mocosa huraña difícil de soportar, ya que el poco tiempo que habíamos pasado se había comportado como una perra amargada.

—¿Está todo en orden? —mi voz se escuchó algo tensa.

Mara asintió con la cabeza.

—Tan bien como podría. —Respiró hondo—. Ni siquiera sé en qué parte de la ciudad estamos y no me causa mucha confianza saber que puedo ser asaltada y dudo un poco de tus habilidades para poder defenderte... menos defenderme.

Alcé una ceja, una pequeña sonrisa confianzuda se posó en mi rostro, luego le dije:

—¿En serio crees que no puedo defenderme?

—Pareces grande y malo, pero no creo que puedas hacer más cosas con tus manos que tocar la guitarra.

—Oh, créeme, puedo hacer muchas cosas con mis manos, pero eso no es lo que especialmente me hace grande y malo. —No hubo disimulo alguno, menos cuando un bonito tono rojo subió por su cuello hasta sus mejillas.

Intentó disimularlo, inclinando su rostro y retirando algunos mechones largos que se pegaron por su piel. Tenía un tono inusual de cabello, a veces lucía como un castaño medio, otras veces tenía unos toques de miel, por lo que me cuestioné si lo había teñido o era su color natural.

Aquello parecía lo único que tenía vida en ella, entre todos los tonos oscuros de su ropa y la expresión muerta; era curioso como su cabello no concordaba mucho con su personalidad. Era de esperar que las chicas como Mara usaran el tono de cabello más negro que consiguiesen en la farmacia, lo que me daba el indicio de que tal vez sí era natural.

Definitivamente, aunque seguía prefiriendo otro tipo de mujeres salvajes, podía aceptar el inicio de la intriga detrás.

—Deja de verme como lo haces —musitó y sus ojos se encontraron con los míos.

Algo indescifrable que no pude entender en ese momento me apretó el pecho.

—¿Cómo te veo? —expresé, confundido.

—Como si estuvieses analizando qué hay de malo en mí, Reign y eso no me gusta.

Había dicho otra vez mi jodido nombre con sus labios.

No Miller, solo Reign.

Quise negarle, decirle que estaba malinterpretando las cosas, pero en ese instante el estrecho callejón el que estábamos se vio siendo atestado de nuevas personas, unas que por suerte no eran los paparazzis, sino más bien Daniel en su monstruoso todoterreno y unos cuantos escoltas detrás.

—Bueno, Mara, es hora de que te saquemos de aquí —anuncié, lleno de perplejidad.

De esa forma, le lancé mis llaves a uno de los escoltas de mi amigo y le pedí que se llevara mi motocicleta a otro lugar, luego le dije a Mara que caminara conmigo hasta el vehículo; su cuerpo se sintió tieso como el de una muñeca, de igual forma y como pude terminé abriendo una de las puertas traseras de la camioneta y haciéndola subir.

Me debatí si sentarme a su lado, pero ¿qué importancia tenía? No éramos amigos o algo así, suficiente era con tener que explicarle a Daniel aquella incómoda situación.

Éramos desconocidos, solo eso.

Así que entré en él asintiendo del copiloto y evité hacer contacto visual con el miembro más desastroso de Softcore, que para bien o para mal, era mi mejor amigo.

Este me miró con confusión, pero no agregó nada, solo me lanzó dentro de una bolsa de papel la sudadera que le había pedido. De vuelta, se la extendí a Mara, quien se mostró pensativa.

—Deberías cubrirte, hay frío afuera. —Recordé lo que había pasado antes con sus tetas y una nueva punzada se traspasó a mi pene.

Si fuera más como Daniel o Marcus sería considerado un prostituto, en mi defensa, no era un Santo, pero tampoco rayaba en ese extremo.

—De acuerdo. —solo eso dijo.

Vi como miró la prenda de ropa, apretando los dientes, pero terminó colocándosela, luego de pensarlo demasiado. Después de eso, marqué en el GPS la dirección en donde debía dejar a Mara. El silencio incómodo y algo de música disco acompañaron los pocos minutos de viaje.

Las calles de la ciudad estaban inundadas de agua y a pesar de estar en un lugar seguro, no me sentí de esa forma.

Lo más seguro era que ahora la cara de Mara estuviera presente en todos los medios, tableros de chismes y redes sociales. Hater me hacía añicos a diario, pero ahora la harían papilla a ella. Por otro lado, estaba Odio, la chica que había escrito una carta y que supuestamente sabía algo de mí que, según sus palabras, podían destruirme.

Una vez Dan se detuvo en el edificio de apartamentos donde vivía Mara, ambos cruzamos miradas, no agregó más palabras solo asintió con la cabeza como señal de despedida y se bajó del vehículo sin decir más.

***

El resto de la tarde avanzó con tranquilidad, excepto por el interrogatorio a menos de Daniel, al que sobreviví por suerte. Habíamos regresado, por lo que este se había tirado en mi sofá para jugar una partida de videojuegos en línea con Lucas para aliviar el estrés.

—¿Sabías que a Reign ahora le gustan sus chicas mojadas pero con agua de lluvia? —Pude escuchar el cuchicheo con un par de viejas que tenían aquellos dos.

—¿Chicas mojadas por agua de lluvia? Eso es nuevo. —Escuché la carcajada que nuestro tecladista, a veces guitarrista de apoyo, soltó.

—No creo que sea su chica y si lo es, le dio una mala follada, parecía súper amargada y lo miraba como si quisiese matarlo. ¡No me habló, Luke! Me sentí invisible por un momento y no soy invisible en lo absoluto para las chicas. —Puse los ojos en blanco ante el dramatismo que Daniel había soltado como una buena reina del drama.

Amargada...

Le iba bien, su nombre por muy irónico que fuera, significaba amargura, algo que tenía en borbotones de su menudo cuerpo.

De un momento a otro, la imagen de esta, sentada a orillas de la carretera, en medio de la nada, se me vino a la mente. Como sus ojos café contrataban con los restos de maquillaje corridos como lágrimas negras en sus mejillas y como su aspecto salvaje lucia como el de alguien herido y lastimado.

El sentimiento que se apodero de mi cuerpo en ese momento, fue uno que durante un tiempo me obligue a forzar y que incluso creí haber olvidado. Ni Hater, ni Odio, ni siquiera los paparazzis podían destruir mi vida o mi carrera, lo único que podía destruir eso, era la desaparición de mi composición, pero sentado donde estaba, por alguna razón, me sentí revitalizado y recargado de aquella sustancia mágica en mi venas, el sentimiento de inspiración.

Corrí hacia mi estudio y como pude tomé papel y el primer lápiz que encontré, luego las palabras solo fluyeron.

Un par de frases sin sentido se convirtieron en un puente y el resto fue historia.

"Hey, sí, amargada, te vi temblar y eso me gustó.

Creo que tu dolor me envuelve y eso es desgarrador.

Podría ser luz en tu oscuridad.

Secar tus lágrimas y traer tranquilidad.

O simplemente ser tu desdicha.

Y ponerle diversión a tu comodidad".

Una vez lo tenía, por muy desordenado que estuviera, salí corriendo y me lance encima de Daniel.

Sus ojos se abrieron en demasía y supe que lo había entendido incluso cuando no se lo había dicho.

—Hermano, ¿lo tienes?

—Claro que lo tengo —mi respuesta fue suficiente.

Tal vez no estaba tan hundido después de todo.

Tal vez Odio podía hacerme reír al fingir ser alguien que no era, pero también divertirme de cierto modo con Mara.

¿Les gustó? ¿Teorías? ¿Opiniones?

Escribí estar historia es algo que me divierte mucho, y aunque para nada he podido resolver la situaciones que tengo, ahí estoy llevando las cosas como puedo. Ojalá pronto pueda escribir y actualizar tanto como quiero, pero por ahora las cosas son de esta forma. Hay algo cocinándose entre Reign y Mara, me divierte mucho leer todos los mensajes con teorías que me manda por IG, me hace demasiado feliz también todo el apoyo y amor que le están dando a esta historia. ¡Ya somos más de 100k!

Gracias por leer, votar y comentar. XOXO; Ashly.

Continue Reading

You'll Also Like

1.9M 75K 48
Stephen no ha tenido una vida fácil. Tuvo que hacerse cargo de su madre y de su hermana pequeña cuando su padre los abandono y aunque no esta muy org...
23.1K 2.6K 7
"¿Me está diciendo que es juez y no va a ayudarme?" "Te estoy diciendo que esta no es la manera de ganar el juicio por tu cachorro." "¿Incluso si le...
163K 9.1K 38
Tras descubrir un secreto familiar en el verano antes del último año de escuela, Madison se da cuenta, que su vida no era tan buena como creía. Sus a...