Bella Mujer. | kth | jjk |

Por panmyg

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Chi è quella bella donna? | ❝¿Quién es esa bella mujer?❞ El amor es engañoso, fantasioso y manipulador. En un... Más

trailer + grupo
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𝐏𝐑𝐈𝐌𝐄𝐑 𝐀𝐂𝐓𝐎
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𝐒𝐄𝐆𝐔𝐍𝐃𝐎 𝐀𝐂𝐓𝐎
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𝐓𝐄𝐑𝐂𝐄𝐑 𝐀𝐂𝐓𝐎
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preguntas.
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Por panmyg

El día y la noche avanzan, los segundos son horas y HoSeok no puede estar más cansado de sus clases.

—El día de mañana tendrán su examen semanal de lo aprendido esta semana, espero que todos mantengan su constancia en sus calificaciones, y quienes fallaron en el anterior, mañana después de clases tendrán una evaluación oral sobre el tema el cual fue el examen; no sustituirá su nota, ni se le agrega puntos, pero me dejará a mí evaluar si merecen que la cambie. ¿De acuerdo, clase?

—Sí, maestro. — Respondieron en unísono un pequeño grupo de siete jóvenes, todos eran hombres.

—Me parece bien, pueden retirarse — cedió el profesor, un hombre con algunos cabellos blancos en su cabeza y voz no tan grave; los menores se dispusieron a recoger sus pertenencias para salir —. Por cierto, Donati, quédese un momento cuando sus compañeros hayan salido, por favor.

El rubio suspiró y se tragó una maldición.

No tuvo que esperar mucho cuando el salón quedó vacío, esa era su última clase en el día, por lo que todos estaban expectantes para que su jornada estudiantil acabase, hasta él, aunque llegar a casa no era lo que verdaderamente le provocaba emoción.

Guardó con más lentitud sus útiles, su libreta de cuero no tenía muchos apuntes porque no suele anotarlos, por suerte, es una persona que puede memorizar con facilidad información una vez la escucha con atención. Por lo general, sus apuntes ahora solo son palabras al azar, pensamientos, ideas y uno que otro dibujo a carboncillo mal hecho, no era bueno con los lápices, le gustaba más sostener un pincel.

—Dígame, señor Santoni — dijo cuando se acercó al escritorio del hombre mayor, quien le sonrió con un ademán de mano —. Disculpe, Leonardo. ¿Para qué me necesita? ¿Quiere que le ayude a llevar el material?

—Me serías de mucha ayuda, hijo.

—No hay problema — respondió, cargando entre sus brazos algunos grandes libros que el adulto usa para sus clases, ambos dirigiéndose hacia la salida del salón y el establecimiento —. ¿Va a casa?

—Sí, pero después quisiera ir a visitar a Emma, en realidad. ¿Crees que podría?

—Por supuesto, señor Leandro. Puede ir a visitarla cuando quiera, no tiene que pedirme permiso.

—Un hombre siempre debe de saber lo que su mujer está haciendo — HoSeok suspiró, no iba a objetar nada —. ¿Cómo te trata la vida de casado? ¿Mi hija está siendo una buena esposa?

—Es... amena. No tenemos ningún inconveniente y nos hacemos buena compañía.

Mentira. Mentira. ¡Todo era mentira! ¡Odia a esa mujer!

—Me alegra que te hayas casado con ella, su madre la crió muy bien — el menor le respondió groseramente dentro de sí —. Y te lo agradezco, también. Emma nunca tuvo tantos pretendientes como lo tuvieron sus hermanas, ni de buena calidad como sus ahora esposos. Mis yernos trabajan en la producción de textiles y minería, pero quería uno que siga mis pasos. Y te conozco, HoSeok, eres un buen muchacho. Eres inteligente, aplicado y sobresaliente, estoy seguro que serás un gran médico.

—Gracias, Leonardo.

—Espero también poder trabajar contigo y esto es de lo que principalmente quería hablarte — el rubio asintió, dándole paso a que siga hablando mientras seguían el paso por el camino de tierra para llegar a la casa del hombre —. Supe que, cuando entraste a la academia, te adelantaron un par de años. ¿Eso es correcto?

—Oh, bueno. Tenía conocimientos previos de los primeros años porque mi padre me ha estado involucrando en la medicina desde que tengo memoria, él también quería que siguiera sus pasos, así que no quería que pierda el tiempo en esos cursos inferiores. Puedo decir que tuve ventaja.

—Eso lo tengo claro, pero quería hacerte una propuesta.

—¿Una propuesta como cuál?

—Quiero exentarte de algunas materias que sé que las tienes en la palma de tu mano.

HoSeok se rio, ¿qué estaba escuchando?

—No creo que...

—Piénsalo así. Necesitas un determinado número de materias para terminar la academia, si demostramos que dominas a la perfección algunas, más pronto avanzarás para terminar. Yo te puedo ayudar en eso, si es que tienes alguna duda o a repasar algunos temas para que des un examen teórico y práctico, lo darías al iniciar el próximo ciclo y estarás más próximo a convertirte en médico a como lo estás ahora.

Si bien a HoSeok no se le dificultan sus clases, a él no le gustan.

Aunque, a decir verdad, desde que Jungkook, Taehyung y Yoongi se fueron, ha estado acaparando toda su atención en la academia.

Según palabras de su padre, sus distracciones se fueron. Según él, sabe que lo hace para no pensar y sentir la soledad que lo abraza de manera tan gélida, ni a su corazón roto.

No ha pasado mucho tiempo desde que la madrugada de despedidas aconteció, recuerda como si fuese ayer la fuerza de voluntad que tuvo que reunir para dejar de abrazar a su maestro porque debía de subirse a la carreta, así como tuvo que dejar de sentir la suavidad del cuerpo de Taehyung cuando le dio un abrazo corto con una caricia en su nuca y un «Has sido fuerte, sigue así» en su oído.

¿Con qué derecho le viene a decir algo así? Solo le provoca ganas de llorar.

¿Y Yoongi? Yoongi solo se despidió con un un asentamiento de cabeza, no sin antes ver con fijación los pequeños brotes que tenía en su labio inferior; gracias a una mueca que puso, dedujo que se estaba lamentando de eso nuevamente.

Una parte de él lo entendía. Comprende que le daba hasta temor acercarse a él por si le puede contagiar alguna otra cosa, lo cual era imposible puesto a que nunca tuvieron sexo; sin embargo, esperaba un mínimo contacto, un apretón de manos y, muy avariciosamente, un abrazo largo.

Era lo único que pedía del hombre que lo besó e ilusionó.

Y quien le contagió las llagas en sus labios.

Por su culpa, tuvo que esconderse un par de semanas de su padre porque él sabía de lo que se trataba, no como Taehyung y Jungkook que creyeron que era un golpe que recibió.

Pero no lo hizo. Y capaz el vacío que siente en su pecho sea esa falta de cierre del episodio de su vida en el que Yoongi Cetti estuvo presente, puesto a que no cree volver a verlo.

Mierda, ¿era tan difícil darle un abrazo?

Solo era un... abrazo. Ni un pequeño roce, sus brazos se sienten tan vacíos desde que se fue.

Aunque está seguro de sus sentimientos, de igual manera se siente como si su enamoramiento no hubiera tenido el tiempo suficiente para crecer, pero al mismo tiempo marchitarse al nacer. Murió ni bien nació y nadie ha recogido sus restos.

—Gracias por pensar así, señor. Mas no tengo ningún apuro en terminar la academia, estoy bien al paso al que voy.

—No creo que vayas a desaprovechar una oportunidad así, tus mismos compañeros de mi clase ya quieren terminar todo, ¿no es así? Y son mayores que tú — asintió, él estaba consciente del deseo de los demás y su descontento con su presencia por la diferencia de edad —. Además, no culminé mi propuesta. Después de la academia, podrías trabajar conmigo. No como mi estudiante como las prácticas que solemos hacer en grupo, sino que tú tengas tus propios pacientes y que conformemos un tipo de asociación laboral.

Ah... HoSeok cree que está soñando. Y no en el sentido eufórico que no cree lo que está pasando por felicidad pura, sino por la extrañeza en las palabras.

—Escuché que dejaste la academia estos meses por el arte, ¿no es así?

—¿Quién le dijo eso?

—Eso no se dice, hijo. Pero dime, ¿es cierto? No conozco muchos artistas en Rocce, ¿fuiste al centro de Florencia?

—No... Me quedé aquí, fui pupilo de Notte. Aprendí mucho y es una gran persona.

—Ah, el sodomita — el rubio quiso replicar, pero solo se mordió la lengua —. Vi algunas de sus obras, lástima que su talento se desperdició por ser una atrocidad.

—Sí...

—A ti no te contagió de eso, ¿verdad? — HoSeok negó con la cabeza y con una mirada directa, es tan fácil mentir a estas alturas y tan necesario —. Qué bueno, también hubiese sido una pena si te contagiaba su sodomía, hay que tener cuidado al tratar con ese tipo de personas, aunque no deberíamos acercarnos a ellos desde un principio.

—Sí... Yo no sabía de eso hasta que lo atraparon los gendarmes.

«Perdón, maestro Kook.»

—¡Menos mal no te hizo nada! Por algo Dios castigó a Sodoma por sus depravaciones, qué horror. Hasta te pudieron haber acusado de sodomía, hijo — el menor asintió, una vez, y se mordió la lengua hasta que sintió el sabor de sangre en su paladar —. Al menos ya te alejaste de ese perverso, ¿es verdad que el señor Marcini también era uno de ellos?

—No — se apresuró en decir, tal como lo habían acordado —. Notte trabajaba para el señor Marcini, lo contrató para que realizara retratos de su familia y después como transcriptor. Taehyung Marcini no es un... sodomita, ni un perverso. Lo acusaron sin fundamento y no lo sentenciaron.

—Ya veo... De todas maneras, HoSeok, no te vuelvas a acercar a esas personas. Te lo digo por tu bien y como si fuese un padre para ti, ¿de acuerdo? — asintió, siguió con su camino y esperó que el tema dé por culminado ahí —. Hablando de ellos, ¿dónde están? ¿Sabes si alguien los ha visto?

No.

Nadie lo ha hecho.

Desde hace casi un mes que nadie sabe de ellos, ni siquiera él, ni siquiera la familia Marcini.

Es como si el viento se los hubiese llevado.

Y ese era el plan.

—No he visto a Notte desde que lo atraparon los gendarmes — recitó con exactitud, debía de ser muy meticuloso —. Supe que le quitaron todos sus bienes, vivía en un establo a las afueras de Rocce.

—Eso es lo mínimo que deben hacerle a ese.

—Y escuché que partió hacia el norte, huyó. Después de todo, el Padre Conte dice que hace un par de años huyó de otra ciudad hasta llegar a Florencia, por eso llegó de la nada. Así como vino, se fue después de que lo hayan capturado.

—Debió ser, sabe que Dios lo va a castigar y por eso trata de esconderse, lo que no sabe es que en cualquier lugar, su ira lo condenará — HoSeok asintió, el ignorante era aquel hombre —. ¿Y el señor Marcini?

—Volvió a hacer uno de sus largos viajes, no sé si supo si el señor Cetti estaba por aquí.

—Ah, sí. Yoongi Cetti, lo recuerdo, fue a verme hace poco más de un mes, tal vez dos.

—¿De verdad?

Leonardo asintió y dijo: —Sí, quiso que le revisara unas llagas que erupcionaron en sus labios y cómo debía de tratarlas, pero no pude hacer mucho porque esas lastimaduras nacen a raíz de una enfermedad que tiene, que nace también en sus genitales. Me dio un poco de lástima, no hay mucho que hacer por él porque se rehúsa a tomar mercurio.

El rubio suspiró, no quería hablar de él.

—Bueno, pues el señor Marcini acaba de irse con el señor Cetti hacia Bari por un problema que tuvieron en el viñedo de esa ciudad.

—Oh, ya veo... ¿Y tu padre ya está en buenos términos con la familia Marcini?

—Un poco — mentira y más mentiras —. El tema de la estafa quedó enterrado por el bien de ambas familias.

—Me parece bien, entonces. Un día de estos iré a visitar a la familia Marcini — ambos hombres siguieron su caminata hasta la casa del mayor, donde HoSeok se detuvo apenas en la entrada —. Muchas gracias, hijo. Si quieres, puedes adelantarte, recordé que debo de organizar unos exámenes para otra clase... Hablando de eso, ¿te interesaría ser maestro?

—Si le soy sincero, no tengo idea.

—Está bien, podemos hablar de eso en la cena, estoy seguro que a tu padre le encantará la idea — el menor asintió, sin más que pueda decir —. Dile a Emma que iré más tarde, por favor.

—Claro, no hay problema.

Con un asentimiento de cabeza, Leonardo entró a su hogar y HoSeok pudo suspirar y dejar el semblante firme que le estaba atormentando.

Estos días no han sido nada fáciles.

Extraña a Jungkook, hasta a Taehyung, y las mentiras ya son parte de él.

Le disgusta un poco no reconocer cuán importante son ese par para él, pero entiende que es por el bien de todos. Aquella decisión fue tomada por ellos mismos con la ayuda de Yoongi, cómo no, el mentiroso más mentiroso que no ha conocido jamás, todo un maestro de las artimañas.

Siente sus ausencias como si las llagas de sus labios se hubiesen extendido por todo su cuerpo, más en su pecho. Ya no existe el lugar en el que podía ir cuando su casa era tormento, ya no podía escapar de su presente ni un momento, ya no había quién vele sus sueños y siente que sus brazos se desconocen cuando abrazan a la nada o sostiene al cuerpo de la mujer que ahora formará parte de su vida.

Sentir un mal abandono es inevitable, fue dejado atrás por un bien y, aunque él también hubiese hecho lo mismo, no es grato cuando sus pensamientos son inundados de maldad al saber que fue dejado de lado.

Está triste y quiere llorar.

Hubiese querido ir con ellos.

Pero se reconforta a sí mismo pensando que su maestro y Taehyung lograron llegar a donde buscaban la libertad, tal tierra prometida de la cual Yoongi habló.

Espera y, realmente, anhela que así sea.

Fiorella Marcini se dedica a ver los árboles del jardín en silencio.

El día estaba siendo ameno, cada vez está haciendo menos calor por la llegada próxima del invierno, el sol de a poco se esconde, las nubes tienen más protagonismo y la brisa fresca acariciaba sus arrugadas mejillas mientras el tiempo pasa con ella.

En completa soledad.

Vestía de negro, se sentía de luto.

La casa se siente vacía y con tanta angustia y nostalgia, no hay murmullos y en la noche se escucha únicamente a unas cuantas cigarras y grillos a lo lejos; no escucha a ningún caballo relinchar porque Taehyung se encargó de vender todos antes de partir, no escucha la risa de Rosé mientras habla con la servidumbre, mucho menos sigue el ruido que Francesca produce al caminar con zapatos de tacón que tanto le fascinan.

De vez en cuando las voces de Berenice y JiEun hablan entre ellas, pero nunca se ha integrado en alguna conversación a menos que sea para darles órdenes. Conoce que viven con ella en el espacio de la casa destinado a los empleados, mas no las ve mucho por el día cuando recorre la residencia de arriba a abajo por no tener más que hacer.

—Señora Marcini — dijo JiEun a su lado, ni siquiera la miró —. ¿Hoy también quisiera pastel de calabaza?

—Sí.

—De acuerdo, lo tendrá para la cena — asintió, aún ensimismada en la vista —. ¿Desea algo más?

—¿Rosé ha vuelto? — preguntó, en el interior, con un poco de esperanza.

—Me temo que no.

Fiorella, con un ademán, hizo que JiEun se fuera. Dejándola sola, como lo ha estado en los últimos días.

Desde que se fue Taehyung, parece que sus hermanas lo hicieron con él.

De a poco se había acostumbrado a la ausencia de Francesca tras mudarse a su nueva casa, pero lo entendía porque así era la vida de una mujer casada, ella también tuvo que abandonar lo que conocía como hogar cuando ni siquiera tenía quince años, para seguir a Aurelio que se convirtió en su esposo de la noche a la mañana y ahora ser ella quien lleve la tarea de ampliar su hogar.

Aurelio Marcini no fue más que un hombre que se interesó en ella y la tomó como propiedad.

Pero, según ella, estaba bien. Después de todo, no es una historia extraña que no haya sucedido a su alrededor.

No es como si la familia que tenía no hubiera sido conformada de esa manera, tan fragmentada como un cristal roto que te puede cortar si te acercas demasiado. El anhelo de una familia que pueda abrazar en la penumbra se convirtió en una necesidad.

Su matrimonio fue un deber, despertarse apenas amanece y comportarse como la señora Marcini que era, aguantar y obedecer a su esposo, sentir la presión de su madre y tías al insistirle sobre concebir en su vientre, pues había pasado poco más de un año y Fiorella no lograba quedarse embarazada.

Su esposo lo tomó mal.

Ella también, tiene que admitirlo.

Era catastrófica cada reprimenda y acusación de un posible vientre podrido. No lo entendía y nunca supo el porqué no pudo quedar embarazada hasta que cumplió dieciocho años, un poco tarde a la mayoría de jóvenes con las que compartió clases de modales y cocina. Recuerda con admiración las horas que pasó sosteniendo su abultado abdomen donde guardaba a una de las personas que más ama en la vida.

El primogénito de Aurelio Marcini, Taehyung Marcini Salvatore.

La primera vez que lo tuvo en brazos, no dejó que nadie siquiera lo mirase. Sentía que era tan frágil que hasta ella misma le podría hacer daño con un solo beso en su sien, su piel no pálida ni tan morena era tan suave, como un abrazo al corazón cada vez que lo recostaba en su pecho o le daba del mismo, en sus ojos solo veía la inocencia de su primer hijo, con sus largas pestañas que adornaban sus párpados al abrir y cerrarse cuando le veían y soltaba una risa escandalosa tal melodía de arrullo.

Taehyung Marcini fue la dicha de lo que parecía ser un matrimonio roto, ahora eran una familia, la felicidad de todo aquel que se interesaba por la nueva línea del apellido Marcini que parecía triunfar en el mercado de a poco.

Una responsabilidad muy grande para alguien que no conocía más allá que las cuatro paredes de su habitación.

Quiso darle todo a su disposición, hizo que Aurelio ahorre para que su hijo vaya a las clases que los demás niños con familias poderosas asisten y lo consiguió, no pudo estar más que orgullosa cuando Taehyung lograba ser el mejor de su clase y veía su determinación y compromiso con lo que sus padres le otorgaban.

Eventualmente, Francesca y Rosé llegaron a la familia como bendiciones de Dios y nunca más se volvió a tachar a Fiorella como una mujer inútil.

Al final, tenía una familia. Una propia que nació de ella.

Y cuando todo parecía ir bien, cuando creía que su historia terminaría con un final abierto en la que todos asumen que será feliz hasta el día de su muerte, llegó la terrible noticia.

Aurelio Marcini falleció mientras una parte de uno de sus primeros viñedos en Florencia ardía y asesinaba todo a su rastro.

El dolor en su pecho fue como una daga en su corazón cuando escuchó al capataz del viñedo darle conocimiento de tal desgracia. Sonaba... irreal y maldito, como si el hombre hubiese sido el causante de la muerte de su esposo solo por mencionarlo en voz alta.

Ese día, todo se destruyó.

Su familia, su estatus, su esperanza. Ahora solo era una pobre viuda con tres hijos que ni siquiera pudo estudiar.

¿Qué era lo que debía hacer?

—Mamá — le llamó Taehyung, una noche en la que los cuatro permanecieron encerrados en su habitación por la paranoia de no sobrevivir al exterior —. Si yo trabajo como mi papá, ¿también me voy a morir?

—No — contestó con rapidez, Rosé dormida en su pecho fue lo único que le impidió gritar —. No vuelvas a decir eso, tú no vas a morir. No dejaré que nada malo te pase, ¿de acuerdo?

—Mm... ¿Y ya puedo ir a jugar afuera?

—No, nos quedaremos aquí.

—Ah... ¿Por cuánto tiempo? — se quejó el niño, se aburría en tal lugar —. Ya me cansé de estar aquí.

—¿Prefieres el exterior en vez de a mí y tus hermanas? ¿Es más grato para ti dejarnos atrás?

Taehyung, en ese entonces, lo único que pudo hacer fue quedarse callado.

Tal vez fue la ausencia, tal vez que el trauma o la paranoia que influenciaron cada una de sus acciones después de tal suceso. Si eso no hubiese pasado, puede que su percepción de la realidad en la que su hijo buscaba refugio en ella no se haya distorsionado tanto como para que ella sea la que necesita esconderse en su pecho cuando la bruma llega.

Hubo una ocasión en específico, un poco tarde, pero fue ahí cuando notó cómo los papeles de madre e hijo se invirtieron.

—Papá.

¿Qué?

—No, Rosita. Soy Taehyung, no papá.

—¡Papá!

—Mamá, Rosé me está diciendo papá de nuevo. Dile que pare.

—¿Uh? — Fiorella volteó a ver a su hijo, quien tenía sentada a su hija menor en sus piernas mientras leía unos cuantos papeles y escribía cada tanto —. Déjala ser, cariño. No te hace mal.

—Pero no me gusta que me diga papá, ¿de dónde aprendió esa palabra?

—Debió escucharla de alguna sirvienta.

—¡Papá!

—¡Mamá! — se quejó el adolescente de ese entonces —. Por favor.

—Tae, ten consideración de tu hermana. Era muy pequeña para recordar a Aurelio y necesita un padre — Fiorella caminó hasta ellos, cruzándose de brazos —. ¿Vas a dejarla con ese vacío?

—No...

—Entonces, no te quejes. Luego se le pasará, cuando sea más grande entenderá.

Claramente, no pasó así.

Y aconteció después del primer viaje de Taehyung.

Él no debió tener más de veinte años, su cuerpo había cambiado, puede que sea el nerviosismo de empezar viajes por la región por el crecimiento de la marca Marcini que estaba siendo conocida, además de que tiene que administrar y tener reuniones con capataces y demás personas que logran el funcionamiento de cada viñedo; pero su cuerpo adelgazó bastante y se encontraba un poco débil.

Con la complexión de un joven, hombros anchos y rostro definido, Fiorella lo vio llegar al jardín tras el término de su primer viaje.

—Madre — saludó con una sonrisa —. Ya estoy en casa.

—Oh, mi amor — lo primero que hizo fue correr hacia sus brazos, donde fue bien recibida, nunca antes habían estado tanto tiempo separados —. Bienvenido.

—Gracias, ¿dónde están mis...

—¡Papá!

Taehyung no sabía cómo sentirse, él también se estaba confundiendo.

—Rosita — le llamó cuando estuvo frente a él —. Soy Taehyung, no papá. ¿Recuerdas?

—¿Puedo decirte papá Taehyung?

—No, solo Tae...

—Cariño, déjala — intervino Fiorella —. Te llamó así porque te extrañaba. ¿No es así, Rosita?

—¡Sí! — exclamó la niña y fue tomada en brazos — Ya no volverás a irte, ¿verdad?

—Ah... Rosita, es trabajo.

—No entiendo.

—Lo harás cuando crezcas, ¿dónde está Francesca?

—Durmiendo, la iba a despertar. ¡Vamos, pa...! Digo, ¡Taehyung!

Con la creciente demanda de viajes de Taehyung, el tiempo de madre e hijo fue reducido. Aunque, cada tanto, compartían alguna noche bebiendo vino en el despacho de Taehyung mientras hablaban de una manera tan incoherente y extraña.

Y una de las razones por las cuales aborreció a ese pintor, le quitó aquellos momentos íntimos que sentía propios con su hijo.

—Rosé quiere un vestido lila porque se lo vio a la hija de la familia Vitale cuando visitamos el centro de Florencia, supe que son importados de Grecia.

—Bien, mañana en la mañana trataré de averiguar quién los encarga y pediré unos cuantos. Pronto es su cumpleaños, podemos darle eso como regalo — Fiorella asintió sirviéndose más vino de la botella que tomó de la reserva oculta en la casa —. ¿Francesca va bien en sus clases?

—Ha estado un poco altanera, pero nada que no se pueda tolerar. Estos meses hemos estado bien, tranquilos.

—Me da paz, entonces — Taehyung miró su copa y le distrajo un poco el reflejo de su rostro —. Viajar en barco se ha vuelto un poco tedioso, me mareo mucho.

—Tendrás que acostumbrarte, cariño.

—Sí, creo que sí...

—Solo recuerda que tu familia está a gusto por tu sacrificio — le dijo cerca de él, dándole un reconfortante y raro abrazo —. Te amo, Taehyung.

—Yo también, madre.

Y fue ahí que todo se distorsionó.

Taehyung ya no solo era su hijo, sino el hombre y cabecera de su familia, quien velaba por su bienestar y el de sus hermanas como si fueran sus propias hijas. Tan retorcido que en su momento le dio repulsión y satisfacción, con deseos de ir a confesarse a la iglesia, pero también a guardar ese oscuro secreto en lo más profundo de su ser para que no se le vuelva arrebatar aquello que tanto ama.

Pero no sirvió de nada porque, otra vez, estaba sola.

—Madre.

Fiorella sintió su corazón detenerse un momento y el nombre de su hijo quedó atascado en su garganta cuando se dio la vuelta y vio a Rosé, firme a unos cuantos pasos de ella.

—Rosita, hace días que no vienes a casa — dijo y se puso de pie —. Pronto voy a cenar, ¿quieres que mande a servir un plato para ti? ¿Quieres pastel de calabaza?

—Te he dicho muchas veces que eres la única aquí al que le gusta el pastel de calabaza... — la castaña suspiró y vio a su alrededor —. Vine a saludar y buscar unas cuantas cosas en mi habitación, cenaré con Fran.

—¿Y Santino? Hija, no debes irrumpir un matrimonio...

—Santino no está, Francesca me comentó de un viaje anual que tiene y no puede perderse, así que estará sola unas semanas. Le haré compañía en lo que vuelva.

—Ya veo... — susurró, acercándose más —. ¿Por qué tu hermana no viene a quedarse aquí en lo que vuelve Santino, ¿sí? D-Dile que...

—Mamá, por favor — Rosé retrocedió —. Ya hemos hablado de esto, Francesca no quiere verte.

Lo sabía.

Había pasado una semana desde que Taehyung se fue y Rosé se estaba quedando con Francesca desde entonces, así que no pensó dos veces en armar una canasta con algunas frutas y una botella de vino para ir hasta ellas.

Su ilusión de verlas se destruyó tan pronto cuando le dijeron que no tenía permitido el paso a la propiedad por orden de Santino y Francesca Vitale.

—Está bien — desistió y le volvió a dar la vuelta —. Puedes recoger todas tus pertenencias, si así lo deseas. Ve a vivir con la ingrata de tu hermana y no vuelvas a aparecer por aquí.

—Por esto Taehyung se fue.

—¡Se fue por culpa de ese maldito pintor! — gritó, volviendo a verla — Me abandonó por ese sodomita... ¡Fue por él, no por mí!

—¡Maldición, entiende de una vez! — Rosé también gritó con sus ojos cristalizados, una de las pocas veces que alzaba la voz —. Se fue porque desde hace muchos años dejaste de ser su madre, solo lo obligaste a hacer esto y aquello, ¡te importaba más comer tu estúpido pastel de calabaza en vez de él!

—¡Mentirosa! No fue así, yo soy su madre y lo seguiré siendo, ¡es su obligación volver a mí!

—¡Pues no lo hará! No lo hará y deseo que nunca vuelva, ¡que se olvide de Florencia! ¡De Francesca y de mí! ¡Que se olvide de ti! Porque no mereces que regrese, ¡ni siquiera mereces que sea...

Rosé calló abruptamente cuando Fiorella le propinó una bofetada.

—No tienes idea de lo que hablas.

—Tú no tienes idea de quién era tu hijo — respondió la menor, en cambio, con un ardor en su mejilla lastimada —. ¿Sabes cuán roto estaba por tu comportamiento? ¿Sabes que desistió de la idea de irse una y mil veces solo por ti? ¿Por pensar que cambiarías para que su corazón deje de romperse? ¿Sabes que huir fue meramente su idea?

—Eso no...

—Mierda, ¿siquiera sabes cuál es su color favorito? — la castaña quitó el rastro de lágrimas que había soltado, lo único que sentía ahora era repulsión —. Mi Dios, ¿qué clase de madre tengo?

—Taehyung nunca habría querido huir si no hubiese conocido a ese pintor.

—Puede que no — admitió —. Tal vez, hubiese seguido trabajando a nuestro lado si no conocía a Notte. O puede incluso haberse casado con cualquier mujer que aceptes por compromiso y obligación. ¡Hasta nunca se hubiese apartado de ti como tanto deseas!

—Y me das la razón...

—Pero también hubiese sido tan infeliz como lo era antes de conocer a Notte. ¿Acaso no lo veías?

—Él no era infeliz, me tenía a mí.

—A veces quisiera poderte hacer ver la realidad de mi hermano, pero es imposible. Nadie puede hacer que cambies de parecer, solo tú y te tocará hacerlo a las malas, sola y pudriéndote en esta casa.

—Rosé Marcini...

—Así que empieza a rogarle a Dios para que le vaya bien a Taehyung donde quiera que esté, que lo guarde bajo su manto para que ningún gendarme le haga lo que le hicieron a Notte en la iglesia, porque sé que ahí te vas a lamentar de todas y cada una de las cosas que has dicho o hecho; porque no vas a soportar ver a tu hijo siendo arrastrado por el suelo del cabello o siendo condenado a la hoguera.

Fiorella se quedó callada. No tenía más que decir.

—Arrodíllate y empieza a rezar, yo lo hago todas las noches — también sin más que agregar, la menor dio un par de pasos atrás con un suspiro —. Adiós, Fiorella. Quedará en tu consciencia que fuiste la única culpable de que tus tres hijos se alejen de ti; no hay más culpables que tú.

Y con el eco de un par de zapatos alejándose, la casa quedó vacía.

Otra vez.

—Tengo malas noticias.

Taehyung miró expectante a Yoongi después de buscar en su compartimiento de comida, los tres habían acordado detenerse por esa noche para descansar un poco al lado del camino y junto a una fogata, por ello el castaño tenía a su Noche que dormitaba entre sus brazos.

—¿Qué sucede?

—Ya no tengo arroz crudo.

—Arroz es lo que más tenemos, Yoongi. No me asustes así.

—Sí, pero no el que yo compré.

—¿Y es diferente?

—Sí, porque es el que yo compré y el que tenemos en común ya está previsto para días justos antes de llegar a Roma.

—No hay problema, cuando pasemos por otra ciudad te voy a comprar — el mayor suspiró, pero asintió de todas maneras porque necesitaba comer su dosis de arroz, que subió desde que el viaje emprendió, por el nerviosismo que ataca su ser —. ¿Cuánto nos falta para llegar a Roma?

—No mucho, quiero creer. Pero a este paso y si Jungkook sigue así, nos vamos a retrasar bastante.

Hace más de una semana que Jungkook no se sentía muy bien.

No entendían muy bien qué pasó, pues empezó con un malestar en el cuerpo y picazón en el cuerpo, después tenía un poco de tos y no tenía mucha fuerza para tener su turno al mando de los caballos que empujaban la carreta, hasta sentirse mareado al estar moviéndose, lo que hizo que se detengan varias veces e incluso algunas noches en medio de la nada, esto también le afectó por las bajas temperaturas que eran llevaderas por las fogatas que hacía Yoongi.

Los tres asumieron que se debieron al cansancio que todo el viaje ha generado, además de estar en constante vigilancia de su integridad porque era común que aparezcan asaltantes de caminos, incluso con armas de fuego, aunque solo ciertas personas deberían de ocuparlas como los gendarmes, aun así, Taehyung ni Jungkook habían visto a alguien de Florencia usarlas.

—Ya estará mejor mañana y seguiremos el paso que antes teníamos.

—Tenemos qué, hay que alcanzar una ciudad rápido porque ya no tenemos ningún tipo de carne — Yoongi contestó y vio a Jungkook con su rostro pacífico, como si no estuvieran huyendo de su pueblo —. Aunque él no come carne, ¿verdad? No lo he visto hacerlo.

—No... No le gusta.

—Pero debe, Tae. Creo que solo ha comido arroz, eso también puede influir en su estado.

—No come ningún tipo de carne animal — le hizo saber —. Solo lo que proviene de ellos... Como huevos, leche o queso. Cosas así.

—Pídele que coma carne — le pidió —. Agradezcamos que podemos comer carne cuando pisamos un pueblo porque no la podemos transportar, no queremos llegar a Stigma moribundos.

—Ya, le diré. Trataré de que entienda.

Cetti asintió y se acercó más al fuego, sus huesos dolían. Aunque estaba acostumbrado a este tipo de viajes, por así decirlo, el frío es el enemigo de su débil cuerpo.

—Pienso ocupar el apellido de Fiorella a partir de ahora — Yoongi alzó su mirada, era la primera vez en esas tres semanas que Taehyung menciona a su madre, quien también ve la fogata frente a ellos —. No sé si deba de ocupar otro nombre también.

—Mm... Con tal que ya no ocupes Marcini, supongo que basta. Lo que más importa por aquí es el apellido.

Era una conversación que ambos habían estado aplazando.

—Taehyung Salvatore, no suena tan mal, ¿verdad?

—Será un poco raro no llamarte más Marcini, pero es por el bien de todos — el castaño asintió, la idea rondaba por su cabeza desde hace mucho —. ¿La extrañas?

No lo sabe.

En cambio, contestó: —¿Recuerdas cuando me daba miedo la oscuridad?

—Claro que sí. Cuando jugábamos en la noche no podía separarme de ti ni un paso.

—Sí... — los dos rieron, el silencio ensordecedor les acompañaba junto a la leña consumiéndose —. Antes de irme, quise despedirme de ella... No me abrió la puerta, ni siquiera dio un atisbo, así como cuando nunca me abrió la puerta en la noche cuando me daba miedo la oscuridad.

—Lo siento, Taehyung.

—Gracias, supongo — se encogió de hombros —. Me dijo que sólo abriría la puerta si me quedaba en Florencia, así que le dije adiós sin mirarla, espero que ninguno de los dos se arrepienta de eso.

—Y sabes que no hiciste nada malo al hacer eso, ¿verdad?

—Lo sé — bajó su mirada, Jungkook era tan bello al dormir —. Ahora lo sé.

—Piensa que ahora en Stigma podrás planear tu propia vida, ten un huerto o algo parecido, la tierra de Roma es más fértil que la de Florencia — Yoongi le intentó animar —. Jungkook podría, no sé, seguir pintando. Piensa que hasta pueden casarse pronto, podrás usar las joyas que te gustan y no deben de decir que son hermanos cuando alguien les vea raro en público.

Aquello aconteció hace poco más de una semana, en la que se detuvieron en un pequeño pueblo, más pequeño que Rocce para comprar lo que necesitaban en el mercadillo y tener una comida completa en alguna cabaña del lugar.

Como de costumbre, Taehyung y Jungkook estaban más cerca de lo usual y Yoongi se mantenía en su propia mente. Fue tan inesperado como casi catastrófico, cuando la joven que les entregó la comida les preguntó si eran hermanos porque se veían muy cercanos y con una sutil semejanza en sus facciones.

No pudieron decir más que sí ante esa premisa errónea.

—Gracias por ayudarnos en esto, Gi — dijo con sinceridad, a lo que el mayor asintió con una sonrisa que dejó ver sus encías —. Te coloqué en mi testamento.

Y Yoongi dejó de sonreír.

—¿Ya hiciste tu testamento? — Taehyung asintió — ¿Por qué? ¿Qué tienes?

—Quiero prevenir cualquier cosa y estar preparado para lo peor, supongo — mierda —. Quería que lo supieras para que no te sorprendas cuando eso pase.

—No me hubieses mencionado... Es un desperdicio.

—¿Por qué?

—Tengo el presentimiento de que moriré antes que tú.

Años de amistad, muchas lágrimas derramadas y con testigos, sinceridad en su esplendor y Taehyung sabía que Yoongi, esta vez, no estaba mintiendo con eso.

—Entonces apresúrate en hacer tu testamento y que todo quede para Mia — el pelinegro logró sonreír con la sola mención de su hija —. ¿Al final le darás el divorcio a Brina?

—No lo sé, pero iré a Bari después de que se adapten a Stigma, iba a dárselo por algo que ya no vale la pena — el castaño asintió —. ¿Tu madre también está en tu testamento?

—Sí, le dejé la casa.

—Vaya...

—Lo hice antes que muchas cosas pasaran, pero la cuestión es que está hecho y que debe de respetarse mi voluntad. A veces la extraño... A veces la repudio y a veces quisiera que nunca hubiera sido mi madre. Son muchos sentimientos encontrados.

—Es entendible, es la primera vez que haces algo como esto. ¿No te has querido arrepentir?

Taehyung asintió.

—Pero hubiese desistido muy pronto — se encogió de hombros y negó con su cabeza —. De alguna u otra manera, creo que esta es la única manera en la que debíamos de acabar, ya sea porque ella seguía insistiendo con mi matrimonio o ya confirmaba que no me gustan las mujeres.

—Tú ya habías dicho que ella lo sospechaba, ¿cómo lo sabías?

—Ambos éramos un poco obvios, ¿no? — Yoongi no respondió —. Quiero decir, nunca me interesé por una mujer.

—Ni tampoco por un hombre. En realidad, de nadie.

—Interés como tal, no. Es cierto que varias mujeres me parecieron hermosas y en varios momentos me asusté cuando una insinuaba algo más que una copa de vino... Pero tengo la teoría que ella ya lo sospechaba por eso mismo, por su insistencia en encontrarme en su esposa, en preguntarme cuáles eran mis intereses o qué me parecía atractivo de una mujer y que yo nunca le haya contestado. Supongo que fue raro para ambos.

—Ella solo te hostigó, no debías de tenerla encima como mosca molesta cuando descubrías que te gusta Jungkook.

—No, pero... Tal vez, para ella también fue temeroso conocerme — y, de pronto, los dulces ojos del día se llenaron de lágrimas —. O, quizás, nunca lo quiso hacer. No lo sé. Ah, mierda, perdón.

—No te disculpes, todo pasó muy pronto, aún te debe de doler — el castaño asintió y bajó su mirada para limpiarse las mejillas —. Será de esas heridas que tienes marcados en el corazón, no sanará y dejará de doler a ratos, se convertirá en una enfermedad.

—Habrá que aprender a vivir con ella.

—Con el tiempo te acostumbras.

—¿Y qué es lo que te duele a ti? — Taehyung preguntó, tomando por sorpresa al contrario — ¿Está todo bien?

—Sí, bien. Tranquilo.

Y como de costumbre entre ellos, el menor se quedó en silencio por unos segundos.

—Bueno... — el pelinegro bajó la mirada, la fogata se le hizo más interesante que nada —. Al final, no visité a mis padres, creo que me voy a arrepentir de eso.

—Oh, cierto que lo mencionaste una vez, pero no lo hiciste porque te encontraste con HoSeok.

—Sí, bueno, tampoco iba a hacer mucho. Solo quería pasar a saludar y decirles cómo está Mia y Brina, después ellos me hubiesen dicho que todo eso les podía contar en una carta y me volvería a ir. Hacen eso cada tanto — nuevamente, Tae se quedó callado —. Hablando de Brina...

—¿Por qué no le vas a dar el divorcio?

Yoongi se encogió de hombros y dijo: —No le puedo hacer eso, no quiero ser cruel.

—No la amas, ¿por qué se te hace difícil?

—Conozco lo que les espera a las mujeres divorciadas en esta puta región, ¿bien? Es horrible y me basta saber que ya le arruiné la vida por completo como para aceptar el divorcio, que ni siquiera se sabe con certeza si la iglesia lo permitirá, y joderle más la vida.

—Tienes un punto...

—Claro que lo tengo — ambos guardaron silencio un minuto, uno un poco incómodo —. No sé por qué lo pidió, ni sé qué quiere hacer. Cuando vaya a Bari, lo voy a averiguar. Por el momento, no quiero que ninguno de los dos haga una estupidez.

—¿No has pensando en huir como nosotros?

—Tengo a Mia, Taehyung. No la puedo abandonar, mucho menos llevarla de un lugar a otro como si nos acecharan. No le puedo hacer daño a Mia, no a ella... A todos, menos a ella.

—La extraño.

—Yo también — dijo el pelinegro y sacó de su bolsillo el retrato que tiene de la pequeña —. ¿Puedo pedirte un favor?

—Claro, dime.

—Si algo malo me sucede... — alzó la mirada a su amigo —. No tengo testamento porque no tengo nada propio, Mia no tendrá nada de mi parte más de lo que le doy ahora. Aun así... si algo malo me sucede, ¿puedes cuidarla?

—Tenlo por seguro — Taehyung respondió sin titubear ni dudar —. Ni siquiera tenías que pedirlo, Yoongi. Tú y tu familia siempre recibirán mi ayuda en todo lo que pueda.

—Pedirlo me da más confianza...

—¿Ahora yo puedo pedirte un favor? — el pelinegro asintió —. Si todo esto sale mal, ¿ayudarás a Jungkook?

—En todo lo que pueda — de igual manera, Yoongi respondió —. Pero nada malo va a pasarnos, ¿verdad?

—Confío en Dios en que no.

¿Acaso será la noche en la que Dios podrá escuchar los deseos de todos?

buenasnalgas, q digaaa, buenas tardes.

qué raro actualizar en la tarde, me acostumbro más en la madrugada, pero ahora tengo que dormir bien pq estoy trabajando :p

en fin, muchas gracias por leer, les leo cualquier cosita que me quieran decir pq estaré pendiente de contestar cualquier mensaje.

besitos~

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