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Af milanolivar

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Camila es doctora en un hospital de Los Ángeles. Su vida se basa en ir al hospital, cuidar de su hermana Sofi... Mere

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Último Capítulo
Epílogo
Epílogo 2
Room 72 en físico
Room 72 portada

Capítulo 17

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Af milanolivar

Podéis seguirme en twitter: @milanolivar


... Un año después.

Lauren's POV

La última sesión. Había pasado por mucho para llegar allí, pero ahí estaba. Saliendo de la consulta de la psicóloga y todo estaba correcto. Todo estaba bien, todo volvía a estar en calma. Había dejado el trabajo aquél año en manos de Sean, que al menos no intentaría robarme porque formaba parte de ese... 'Círculo de protección' que había creado para mí, además su propia mujer trabajaba en el FBI, o sea que era de confianza.

Cambié por completo mi estilo de vida, radicalmente. Al dejar el trabajo, vivía totalmente relajada. Hacía ejercicio y comía... No sano, pero sí equilibrado. Es decir, lo que Camila preparaba yo me lo comía, básicamente.

Tras aquella última sesión, debía pasar un chequeo médico y obtener el alta definitiva, aunque convencer a la doctora de que estaba bien no iba a ser tan fácil. Me senté en la sala de espera con los brazos cruzados, moviendo el pie de arriba abajo con nerviosismo. Odiaba esperar, y más aún cuando quería ver a Camila de un momento a otro. Chris apareció por el pasillo y me miró, y yo lo miré. Llevaba puesto uno de esos trajes de color azul, con la camiseta del traje de manga corta.

-Pero bueno, qué guapo estás. -Ladeé la cabeza y él se echó a reír.

-Gracias. En realidad vengo a buscarte. -Se acercó a mí. -¿Tienes los documentos de la cita? -Asentí y los saqué, poniéndoselos en la mano.

-¿De verdad hace falta esto? Eres mi hermano. -Él se encogió de hombros revisando los papeles.

-No es por mí, Lauren. -Dijo él apuntando algunas cosas en una hoja. -Es el procedimiento normal, no podemos dar trato de favor a nadie. -Él se encogió de hombros y me devolvió el papel. -Cuando la doctora salga le das el papel de la cita y te atenderá.

-Claro. -Asentí cogiendo de nuevo el papel, suspirando.

A los pocos minutos Camila abrió la puerta y miré a las demás personas que estaban en la sala de espera, volviendo la vista a Camila. Llevaba un traje igual que el de Chris, sólo que en ella quedaba mucho mejor, quedaba sexy.

-¿Lauren Jauregui? -Me miró directamente y abrió un poco más la puerta, mientras yo me levanté para acercarme a ella. Saqué el papel y se lo di, mientras ella lo observaba con detenimiento. -Pasa. -Sonrió y cerró la puerta a nuestras espaldas.

-Wow, ese uniforme te queda demasiado sexy. -Dije mirándola con una sonrisa. Ella intentaba no sonreír, por lo que agachaba la cabeza a los papeles y volvía a mirarme.

-¿Qué tal todo hoy? -Me encogí de hombros sentándome en la silla frente a su escritorio.

-Es el último día de terapia. Así que, genial. -Crucé las piernas y ella se puso frente al ordenador, mirándome de reojo.

-Muy bien.. Tengo que rellenar un formulario así que me tienes que contestar algunas preguntas, ¿vale? -Asentí mirando mis manos.

-Creo que podrías contestarlo tú sola también. -Me encantaba intentar que Camila saliese de su rol de doctora. En realidad, si la pillaban interactuando de una forma 'familiar' con algún paciente podrían cesarla del trabajo.

-Vale.. Vamos a empezar. -Ella se giró hacia mí cogiendo el papel que salía de la impresora, cogiendo un bolígrafo de la mesa. -¿Has padecido antes alguna enfermedad mental?

-Mmh.. No. -Negué pasándome los dedos por las propias manos mientras los miraba, y observaba cómo Camila apuntaba en el papel.

-¿Has contraído alguna vez alguna enfermedad venérea? -Levanté la cabeza y entrecerré los ojos mirando a Camila.

-Pues no lo sé, pero creo que no. -Ella alzó las cejas y volvió a escribir en el papel.

-¿Haces ejercicio de forma asidua? -Miré los ojos de Camila con una sonrisa, y ella también sonreía.

-Ajá. -Asentí de nuevo, acomodándome mejor en la silla.

-¿Cuándo tuviste tu última relación sexual? -Camila levantó la cabeza con una sonrisa y yo alcé las cejas. Podía contestar ella misma la pregunta, pero sería algo demasiado obvio.

-Ayer sobre las tres y media de la mañana hasta las cinco, más o menos. Oh, espere, doctora.. Y luego.. A eso de las siete, mi novia se despertó y yo estaba cariñosa y.. -Me encogí de hombros bajo la mirada de Camila, que se mordía el labio inferior mientras me observaba con una sonrisa. Agachó la cabeza y comenzó a escribir, carraspeando.

-¿Fumas?

-No.

-¿Bebes?

-En ocasiones contadas.

-¿Tomas drogas?

-Obviamente no.

Camila terminó de rellenar el formulario y se puso el bolígrafo en el bolsillo de la camiseta del traje con cuello de pico azul, levantándose.

-Muy bien.. Vamos a hacerte unos análisis para ver cómo estás y podrás irte. -Me levanté quitándome la chaqueta yendo tras Camila.

-No me gusta ser como una paciente más.. -Susurré sentándome en una silla, viendo cómo Camila se ponía los guantes de látex ajustados mientras sonreía.

-Es mi trabajo. Intento salvar personas sean quienes sean. -Se sentó frente a mí con una sonrisa, y me contagió esta. Me levantó la manga de la camiseta y cogió una goma de color verde, atándola fuerte alrededor del brazo. -Necesito que aprietes el puño fuerte y luego vayas soltando poco a poco, cielo. -Me dijo en un tono dulce. Hice lo que me dijo, y sus dedos comenzaron a palpar mis venas.

-¿Me va a doler? -Camila sonreía palpando mi piel, mientras yo apretaba y soltaba la mano como ella me decía, y negó.

-No sentirás nada. -Dijo ella, cogiendo un algodón al encontrar la vena y lo pasó por mi piel para esterilizarla con alcohol. Miré cómo Camila cogía la aguja y la destapaba, aunque era una de esas sin succión, sólo les ponías unos tubitos y estos se llenaban solos de sangre. Introdujo la aguja lentamente, y lo que noté no fue más que los dedos de Camila sobre mi brazo y un suave pellizco que casi no noté. Camila puso los tubos, y estos se llenaban solos de sangre. Tras tres tubos, puso un algodón encima de la aguja y la sacó, dejando el algodón en el brazo y lo dobló. -Quédate así diez minutos, cielo.

Chris entró y Camila se giró, dándole el tarro con los tubos.

-Llévalo al laboratorio. -Y Chris me miró riéndose.

-¿Te ha dolido? -Hizo un gesto con la cabeza señalando mi brazo y me encogí de hombros.

-Casi no siento el brazo. -Camila rodó los ojos y Chris se fue, y ella me miró.

-¿Cómo te fue la última sesión? -Preguntó quitándose los guantes, echándolos a una papelera.

-Bien. La psicóloga es guapísima, de verdad. -Noté que Camila apretó el mentón.

-No deberías jugar porque vas a acabar mal. -Alzó las cejas y abrió la puerta de la consulta señalando fuera. -Espera ahí unos minutos anda, que tengo pacientes.

-Pero Cam.. -Negó señalando fuera, y siguió llamando pacientes.

Pasada media hora, Chris apareció con el informe de mis resultados y llamó a la puerta, dándoselos a Camila.

-Gracias, puedes irte a casa si quieres. -Ella asintió y me llamó con la cabeza para que entrase de nuevo.

Me senté frente a ella y se relamió el labio inferior. Odiaba que estuviese tan distante conmigo en la consulta, pero a la vez me hacía desearla aún más.

-Todo está bien. Todo está en orden. Estás perfecta. -Sonrió firmándome el papel y me lo dio, y yo me alcé de la silla levantando los brazos.

-Síiiiiiiiiiiiiiiii, claro que sí. -Asentí y me incliné para besar a Camila pero se apartó mirando mis labios.

-Nos vemos en casa. -Se mordió el labio y suspiré, apartándome de ella.

Cuando llegué a casa Jack estaba tumbado contra la pared, y en cuanto me escuchó, con las patitas empezó a palpar el suelo y a caminar lento, sin saber bien dónde ir. Ladró un poco y me acerqué, cogiéndolo en brazos y dándole un beso en la cabeza. Era como un pequeño bebé, y al no ver era incluso más tranquilo que un perro normal. Apoyó la cabeza en mi pecho y reí, porque siempre hacía lo mismo. 

-Estoy segura de que aún no has comido. -Dije poniendo al perro en el suelo de la cocina, acercándole su comedero mientras le acariciaba la espalda. Empezó a comer con hambre, y tras un año, aún le costaba encontrar dónde estaba la comida.

La puerta de casa se escuchó y Jack levantó la cabeza andando hacia la puerta aunque, se topó primero con el sofá pero ladró a duras penas y comenzó a ronronear entre las piernas de Camila.

-Con ella sí y conmigo no, ¿no? -Rodé los ojos mientras Camila se agachaba y acariciaba a Jack detrás de las orejas, sonriendo con los ojos cerrados.

-Sí, mamá está aquí, estoy en casa. -Le hablaba como si le hablase a un bebé de unos meses, y aquello me parecía lo más tierno del mundo. Una vez a Jack se le pasó la euforia Camila soltó el bolso y corrió hacia mí, saltando encima de mí y la sujeté por los muslos sintiendo sus manos en la cara para besarme lentamente, sonriendo al separarse. -¡Estás bien! ¡Lauren! ¡Estás bien! -Se abrazó a mí más fuerte, y no la quería soltar. Escondí la cara en su cuello apretando las manos con las que agarraba sus muslos. -Lo hiciste, Lauren. Y no puedo estar más orgullosa de ti. -Sonrió cogiéndome de las mejillas, dándome un beso más casto.

-Lo hice porque mi novia es mi doctora, entonces me quedaría sin sexo, sin comida, sin mimos.. -Me encogí de hombros riéndome y ella me dio un golpe en el hombro. -Por cierto, te deberían de dar un Oscar por casi parecer que no me conoces.

-Me cuesta ser doctora contigo.. -Suspiró poniéndome bien la camiseta, que se había bajado por mi hombro al abrazarla. -Y siento si soy borde a veces.

-Qué va, eres muuuuy dulce. Sobre todo porque aunque sea un paciente agobiante como yo no dejas de sonreírle. Debe dolerte la cara. -Le di un beso en la mejilla y ella rio, bajándose de mis brazos.

-Me gusta mi trabajo, incluso si es contigo provocándome a cada segundo. -Se encogió de hombros y abrió la nevera, bebiendo un poco de agua. -Mmh.. Tenemos que hacer las maletas para ir a Miami. Mi madre está de los nervios, y yo también.

-Es Acción de Gracias, no va a ir a cenar Obama a casa. -Me encogí de hombros sentándome en la mesa, mirándola.

-Lo sé, pero ella siempre es perfeccionista. Y además, esta será nuestro primer Acción de Gracias juntos. Tu madre, tus hermanos, tu sobrina. Tú hermano saliendo con mi hermana, eso es otro buen punto. -Camila ladeó la cabeza y dejó la botella de nuevo en la nevera, girándose hacia mí. -Se estará devanando la cabeza por si a tu madre le gustará la comida cubana o..

-Teniendo en cuenta que es cubana.. -Reí y cogí el plato de uvas de la nevera, dándole un mordisco a una bajo la mirada de Camila.

-¿Vas a hacer tu maleta o no? -Preguntó con las manos en la cintura con un tono mandón.

-No, tengo mi ropa en el hotel. -Me encogí de hombros y ella abrió los ojos.

-A veces olvido que podrías comprar Estados Unidos si quisieras.. -Reí ante el comentario y me encogí de hombros.

-¿Sabes qué? Después de Acción de Gracias, vamos a coger el jet y vamos a ir a donde tú quieras. -Me acerqué a ella saltando de la encimera, poniendo las manos alrededor de su cintura.

-No quiero aprovecharme de ti.. -Ella negó y yo hice un pequeño puchero.

-Nunca pago nada por ti, nunca me dejas hacer nada por ti. ¿Y sabes qué? No me gusta. Quiero gastarme mi dinero en ti, porque sinceramente es en lo único que quiero invertirlo. -Dije acariciando sus manos, y ella sonrió levemente. -Vamos.. Casi dos años de relación y nada.. Tengo pruebas más que suficientes para saber que no me quieres por mi dinero. Las tuve desde que te conocí. -Ella se quedó en silencio, mirándome con recelo y una sonrisa desde abajo. -Así que.. Vamos a coger el jet, vamos a ir a Miami y voy a comprarte ropa. Sin maletas. Y vas a pedir lo que te apetezca en el servicio de habitaciones, porque para eso es mío. Luego, les regalaré a tus padres lo mejor de lo mejor, y no te vas a negar porque entonces me enfadaré. ¿Entendido?

-Per..

-Ts, ts, ts, ts, -le puse el dedo en la boca negando.- ¿entendido? -Ella rodó los ojos y asintió, y la abracé como 'recompensa'.

En media hora estábamos en el jet. Camila y yo detrás y Chris y Sofi delante. Mi hermano estaba dormido encima del hombro de Sofi, que lo miraba constantemente.

-Así que.. ¿Dónde quieres ir? -Pregunté a Camila, y ella se giró hacia mí con una sonrisa, encogiéndose de hombros.

-¿Sabes dónde están las Islas Phi-Phi? -Preguntó Camila jugando con mis dedos.

-Claro que sé dónde están cielo. Recuerda que tengo hoteles allí. -Ella cerró los ojos con una sonrisa, riendo.

-Es verdad. -Reímos a la vez y su mano acariciaba la mía. -Pues ahí quiero ir. Nunca he podido, porque sinceramente tendría que vender un riñón en el mercado negro, literalmente.

-Bueno pues vamos a Tailandia. -Sonreí apoyando la cabeza en el respaldo del asiento.

-Aun así.. Tengo la sensación de que me aprovecho de ti. -Solté un suspiro más largo que las cinco horas de vuelo de Los Ángeles a Miami.

-Vale, Camila.. -Me froté las sienes con los dedos. -Tú no has pedido nada. Yo te lo he pedido a ti, ¿vale? -Ella asintió lentamente. -Porque quiero pasar un tiempo con mi novia en una playa paradisíaca sin tener que mover un dedo y relajadas y alejadas de todo. -Suspiré y giré la cabeza hacia el frente, cerrando los ojos unos segundos, hasta que la voz de Camila rompió ese silencio.

-¿Estás enfadada? -Dijo en voz baja y abrí los ojos negando, dándole varios besos en los labios.

-No, no, no, no. -Negué abrazándola contra mí, acariciándole la espalda. -Es sólo que tengo poca paciencia y nada más.

Al llegar al hotel, eran ya las siete de la tarde y llevábamos un minuto en la habitación, por lo que me tiré en la cama con un suspiro, mientras Camila miraba por la ventana apretando un poco los dedos en su brazo.

-¿Fue duro? -Preguntó Camila dándose la vuelta, mientras que yo me apoyaba en el cabecero de la cama.

-¿El qué?

-Buscarme durante tantos días. -Ella se encogió de hombros apartándose de la ventana, mirándome a mí.

-Fue más que duro, ni te lo imaginas. -Dije levantándome de la cama para ir con ella.

-Os vi a ti y a Sofi por una ventana, ¿sabes? Y quería llamarte, pero ya sabes, no podía ni sostenerme en pie. -Soltó una risa débil y se encogió de hombros, bajando la mirada. Rodeé su cuerpo con los brazos y besé su cabeza, acariciando su espalda.

-Ha pasado un año. Todo está bien, todo está genial. Pero.. -Acaricié sus mejillas con los pulgares. -Creo que necesitas parar de trabajar. -Ella asintió bajando la cabeza, y me sorprendió que no se negara por completo, porque Camila estaba entregada a su trabajo. -Yo empezaré a trabajar, poco a poco, no te dejaré sola.

Las épocas en las que Camila se duchaba unas cinco veces al día y yo casi no dormía, habían pasado. Aunque parezca algo increíble y aprovechado por mi parte, una de las formas en las que habíamos empezado a sustituir las duchas era el sexo. Había ocasiones en las que simplemente besaba todo su cuerpo, y le hacía sentir que era mía. Que nada de aquello había pasado, que estaba limpia de aquellas manos que la habían tocado. Y así, yo me cansaba y entre sus brazos podía dormir mejor.

Camila llevaba un vestido de tirantes con una falda con vuelo de color salmón que me había dejado sentada en el sitio, además de los tacones blancos. Quería decir cosas pero simplemente no me salían. Yo llevaba un vestido negro más ajustado, pero es que el de Camila, con el pelo liso me había matado. Tras llamar al timbre, Sinu apareció por la puerta y abrazó a Camila, dándole mil besos en la cara. Y cuando me vio a mí, me cogió de las mejillas y comenzó a besarme y yo arrugué la nariz y cerré los ojos, viendo cómo Camila separaba a su madre de mí.

-Mamá, mamá.. -Yo reía al igual que Camila, y Sinu se separó.

-Ay ya lo siento mija. -Nos hizo pasar. Yo no era muy partidaria de esas muestras de afecto, pero me parecían bien si venían de la madre de mi novia.

-No importa, señora Cabello. -Sonreí cogiendo mis manos delante de mi cuerpo, y la señora frunció el ceño.

-¿Cuándo dejarás de llamarme señora Cabello? -Ella rio, y yo me sonrojé un poco encogiéndome de hombros.

-No lo sé. -Dije en voz baja con una pequeña sonrisa, entrando en casa cuando la mujer me hace pasar.

-TÍA MILAAAAAAAA -La voz de Hayley se escuchó al final del pasillo y Camila corrió hacia ella. La latina se agachó y abrazó a Hayley que se enganchaba a su cuello.

-¿Cómo estás pequeña? -Dijo Camila dándole besos por las mejillas, provocando las risas de Hayley.

-¿Y qué pasa conmigo? -La pequeña giró rápido la cabeza al oír mi voz y la estiró los brazos hacia mí.

-TÍA LAUREN -La cogí en brazos y le di dos besos sonoros en las mejillas, sintiendo sus bracitos rodear mi cuello.

-Dios mío, estás enorme. -Reí un poco y Camila nos miraba con una sonrisa. -¿Cómo está la tía Mila? -Dije mirando a Camila, que sonreía ampliamente mirándonos a los dos.

-Está muy guapa. -Apoyó la cabeza en mi hombro y Camila se acercó a Hayley.

-¿Pero y tú? Eres la niña más guapa del mundo con ese vestido. -Le dijo Camila, y Hayley rio asintiendo, estirando los brazos para que la bajase.

La puse en el suelo y cogió la mano de Camila para ir al salón. Ya estaban allí Chris y Sofi, y los dos se acercaron a nosotros. Sofi abrazó a su hermana y Chris pasó un brazo por mis hombros. Luego, Sofi me abrazo y yo le devolví el abrazo.

-Es increíble que mi cuñada me salude mejor que mi hermano. -Chris entrecerró los ojos y miró luego a Camila.

-Oye, Camila, el otro día tenía que darte unos informes y te los dejé en la mesa, no sé si los viste. Espero que sí porque no quiero que me despidas por no avisarte y.. -Fruncí el ceño al escuchar a Chris y Camila puso una mano en su hombro echándose hacia atrás.

-Chris, cielo, soy Camila, no tu jefa ahora. -Ella rio y él también, un poco avergonzado. -Sí, los vi, y aunque no los hubiese visto no te habría despedido. -Rio Camila dándole un beso en la mejilla a Chris.

-Aprenderás a diferenciar a la doctora Cabello y a Camila. Es como Yo, yo mismo e Irene. -Negué con los ojos entrecerrados, provocando las risas de mi hermano.

-Y tú eres idiota. -Me señaló con el dedo saliendo pero la cogí del brazo para besar su cabeza.

-No te estreses.. -Dije dándole un beso en la frente, y ella gruñó.

-Tú, tú me estresas. -Dijo de mala gana, y la rodeé con los brazos pegándola a mí. -Eres idiota, te quiero.

-Eres el ejemplo perfecto de bipolaridad. -Ella me dio un golpe en el abdomen y yo reí más, porque me hacía gracia enfadarla. -Te quiero.. -Ella se separó negando.

-Ah ah, no me ganas así. Estoy enfadada. -Negó con el dedo y reí, acercándome a ella para poder abrazarla.

-Camila.. -Me acerqué a su oído y sonreí antes de hablar. -Si te portas bien hoy, tendrás una sorpresa bastante agradable esta noche. Agradable, mojada, dura, según cómo lo quieras, ¿huh? -Susurré contra su oído, rozando su piel al hacerlo. Cuando separé mi boca, Camila se quedó mirándome con los labios entreabiertos y juraría que por esa cara lo de 'mojada' había empezado ya. -Te quiero. -Sonreí metiendo mi mano bajo su pelo, inclinándome para besarla hasta que la figura de mi madre apareció al final del pasillo. -Oh, por dios mamá. -Reí separándome de Camila, y ella se dio la vuelta carraspeando totalmente roja.

-¿Esta es Camila? -Mi madre sonrió acercándose y asentí. Cogió la mano de la latina y se inclinó para darle dos besos. -Encantada, soy Clara.

-Un placer. -Dijo Camila con una sonrisa.

-Lauren Michelle, ¿por qué no me la habías presentado antes? -Mi madre me miró enfadada y me quedé mirando a un punto en blanco, con los labios entreabiertos.

-Eso, 'Lauren Michelle'. -Dijo Camila dándose la vuelta hacia mí con los brazos cruzados.

-Esto.. -Parpadeé un poco y me quedé en silencio. -Os prometo que yo quería que os conocierais. -Dije alejándome un poco.

Tras todo aquello y saludar a Alejandro, salimos al jardín. Había luces de navidad alrededor de este, y a pesar de aquellos 23 grados en pleno noviembre, le daba aquél ambiente festivo. Sinu y mi madre repartían algo de pavo con patatas, y se servían las copas.

Empezamos a comer, y la pequeña Hayley se comía los trozos de pavo de forma torpe, mientras que yo a la vez comía algo de arroz y frijoles que habían preparado mi madre y Sinu. Estaba demasiado bueno todo, y Camila se relamía al probarlo.

-Así que, tú estás saliendo con el hermano de Lauren. -El padre de Camila hablaba con Sofi, y yo observaba la escena sin parar de comer. Era gracioso porque los únicos hombres que habían era su padre, el marido de Taylor que daba de comer a Hayley y Chris.

-Sí, papá. -Asintió Sofi. La cara de mi hermano era un poema, y yo casi no podía aguantarme la risa, de no ser porque la comida estaba demasiado buena.

-¿Trabajas con Camila? -Preguntó él, y la mesa entera estaba en silencio.

-Sí, señor. -Dijo Chris.

-Es un buen chico, papá. Es todo lo contrario a mi ex novio, al que por cierto odiabas. -Toda la mesa rio, porque hasta yo odiaba a ese tipo.

Seguimos comiendo, la comida de la madre de Camila era algo así como placer hecho comida, y aún más cuando mi madre contribuía a ello. Tras acabar el pavo, seguí con mi ración de comida Cubana, y juro por dios que el vestido iba a estallarme.

Hayley corría por el jardín y se acercó a mí, y yo la senté en mi regazo, teniendo toda la atención mía y de Camila.

-¿Qué es eso? -Preguntó señalando el plato.

-Es arroz, frijoles y pollo. ¿Quieres probar? -Ella me miró y asintió. Cogí un poco con la cuchara de todo y se lo acerqué a los labios. La pequeña tomó un bocado, bajo la atenta mirada de Camila y mía. Pude ver cómo sonreía y se relamía los labios, abriendo la boca para comer un poco más.

-¿Te gusta? -Preguntó Camila, poniéndole bien el vestido a la pequeña. Hayley asintió y abrió la boca de nuevo para comer, llenándose las mejillas. -Mira, sois iguales. -Cogió una servilleta y le limpió los labios manchados de salsa y Hayley sonreía al sentir a su tía.

-Vamos, dile a tu madre que te de un plato de esto. -Dije besando su mejilla.

-No, quiero quedarme aquí. -Frunció el ceño y yo asentí.

-Vale, está bien. ¿Quieres sentarte entre la tía Mila y yo? ¿Mmh? -Hayley asintió con entusiasmo, y pusimos una pequeña silla entre las dos. Camila le puso un plato más pequeño que el mío, y empezó a comer lentamente, cogiendo un frijol y quedándose mirándolo antes de metérselo en la boca.

Mientras, nosotros seguimos comiendo, y miré a Camila con una sonrisa. Me incliné un poco y la besé suavemente, sintiendo las manitas de Hayley apartarnos con un gruñido.

-Quiero beso. -Gruñó cruzándose de brazos y Camila, yo, y toda la mesa estallamos en risas ante la reacción de la pequeña. Comenzamos a darle besos en las mejillas y nos agarró del cuello, riendo por las cosquillas que le hacíamos.

Empezamos a hablar entre nosotros tras la cena, cosa que era típica de las familias latinas. Normalmente los americanos terminaban de cenar, recogían y se iban, pero los latinos teníamos esa llamada sobremesa.

-Odio tener que volver a trabajar después de estos días de vacaciones. -Dijo Chris, mientras Camila tenía encima a Hayley, sentada en su regazo y apoyada en su pecho, que al ser 'tarde' comenzaba a quedarse dormida.

-Es bueno saberlo.. -Susurró Camila acariciando el costado de la pequeña, y Chris entró en pánico.

-Es decir, no quería decir eso. A ver.. Que.. -Camila y yo nos reíamos, y Sofi abrazaba a mi hermano contra ella dándole un beso en la mejilla.

-Es broma, Chris. -Camila negó, moviéndose un poco para mecer a Hayley que estaba completamente dormida.

-Nosotras no volvemos al trabajo. -Dije bebiendo un poco de mi vaso, cruzando las piernas.

-¿Qué vais a hacer? -Preguntó Sinu, y yo miré a Camila.

-Nos vamos a Tailandia un tiempo. Necesitamos desconectar. -Dijo ella, y yo cogí mi bolso un momento.

-Antes de nada, quería daros una cosa. -Fruncí el ceño mirando a los padres de Camila, sacando unas llaves del bolso, dándoselas en la mano.

-¿Qué es eso? -Miré a sus padres y guardé de nuevo el bolso.

-Son las llaves de una casa en Los Ángeles. -Camila no dijo nada, sólo puso la mano sobre mi pierna bajo la mesa. -Está pagada al contado. Ni gastos de luz ni agua. Podréis vivir allí unos días o una temporada, lo que haga falta. A veces es duro no poder ver a Camila o Sofi todas las veces que quieran. Y las dos en muchas ocasiones necesitan a sus padres, así que... -Los dos se quedaron de piedra, mirándome negando.

-Lauren eso es.. Eso es un gesto precioso, pero no podemos aceptar una casa. -Suspiré frotándome la frente con una mano.

-De tal palo tal astilla. -Reí mirando a Camila y a sus padres. -Quiero que entendáis una cosa... Tengo dinero, demasiado dinero y cada segundo que pasa gano más y más. ¿En quién me lo voy a gastar? ¿En mí? -Reí un poco negando. -¿Qué voy a comprarme que no vaya a compartir? Nada. Me sobra dinero por todas partes. Probablemente el millón que cuesta esa casa lo habré ganado ya, así que... Es vuestra. -Me encogí de hombros y se quedaron con la boca entreabierta.

-No sabemos qué decir.. -Alejandro miró a Sinu y yo a Camila, que ladeó la cabeza. 'Gracias', me dijo vocalizándolo y yo me encogí de hombros. -¿Un millón de dólares? -Dijo su padre y asentí riendo.

-Lauren lleva razón. -Dijo Camila, y me sorprendí de esa respuesta.

Tras la cena, no vi a Camila. Miré por el jardín, y salí a buscarla por el camino que daba al pequeño paseo marítimo de aquella playa escondida en el barrio residencial donde vivía Camila. Vi su figura al final del muelle, y caminé despacio por las tablas de madera que crujían bajo mis tacones llegando hasta donde estaba Camila. Ella se dio la vuelta con una sonrisa, y escuché el relajante sonido del agua de la bahía bajo nosotras.

-¿Qué haces aquí? -Pregunté frunciendo el ceño.

-Sólo.. Echaba de menos esto. -Ella se encogió de hombros y yo acaricié sus mejillas, dándole un tierno beso en los labios. Nos separamos y rocé mi nariz con la suya suavemente. -¿Y tú qué haces aquí..?

-Uhm.. Sólo venía a darte las gracias.

-¿Las gracias por qué? -Ella sujetó las manos que tenía en sus mejillas y las bajó, acariciando mis dedos con cuidado.

-No sé, por dejarme entrar así en tu vida. Y dejarme conocer a Sofi, a tus padres. Por hacerme de comer todos los días durante casi dos años. Por dormir desnuda a mi lado después de hacer el amor, por cuidarme y curarme cuando peor estaba, por todos los desayunos en la cama. Aunque no te debería dar las gracias porque todas las mañanas me mandes a cerrar la persiana, pero eres adorable. No sé, te podría dar las gracias por tantas cosas que ahora mismo no se me ocurren todas. Me gusta cuando te enfado y luego intento abrazarte pero no quieres porque estás enfadada, pero con cuatro besos se te pasa. Y sé que te lo digo mil veces al día, pero me encanta llegar a casa y saber que estás allí porque huele a tu perfume. Me gusta también el lunar de tu muslo, y el de debajo de tu ombligo, tú los odias y yo no pararía de besarlos hasta que se gastasen. Y desde que volviste yo.. He intentado hacerte ver, y saber que te amo y estoy siento rematadamente cursi pero me da igual, porque te prometí que iba a serlo y... No sería nada sin ti. Es decir. No era nada, tenía dinero y ya. Y luego apareciste tú y me diste una razón por la que seguir. Y verte todas las mañanas a mi lado, o el simple hecho de besarte tengo claro que es lo que quiero hacer toda mi vida. -Camila sonreía sonrojada, y agachó la cabeza, pero yo hice que la levantase. -Así que.. -Abrí la mano y dejé ver una cajita de color azul, que abrí y contenía un anillo de Tiffany's con un pequeño diamante, no muy exagerado encima. -¿Quieres casarte conmigo?

Camila se llevó las manos a la boca de forma casi instantánea, y yo sonreí viendo cómo empezaba a llorar mientras asentía, y era lo más precioso que había visto en la vida.

-Claro que sí. -Respondió ella abrazándome y rodeé su cintura para abrazarla apretando los ojos, sintiendo sus manos presionar mi espalda y sus sollozos en mi oído.

Me separé de ella y saqué el anillo de la cajita. Tomé su mano y le coloqué lentamente el anillo en el dedo anular, y cogí su cara entre mis manos dándole repetidos besos en sus labios hasta terminar de fundirnos en uno más lento, y me abrazó, sin dejar de sollozar con una sonrisa.

-Mi vida, cielo.. -Reí limpiándole las lágrimas, pegando mi frente a la de ella.

-Vamos a casarnos, Lauren..

*    *    *

No me dio tiempo a entrar en la habitación cuando sus manos estaban quitándome el vestido, y el suyo ya estaba en el suelo cuando cerramos la puerta. Mi vestido salió volando también a la otra punta de la habitación, y en cuestión de segundos acabamos sin ropa interior y desnudas una encima de la otra en la cama. Mi boca succionaba sus pechos, jugaba con ellos con la lengua mientras Camila levantó la pierna y mi sexo rozó su muslo. Comencé a moverme lentamente sobre este, soltando suaves jadeos sobre su piel, yendo cada vez más rápido mientras Camila apretaba mi pelo, pero paré de moverme. Bajé la boca hasta su sexo y lo lamí de abajo arriba, hasta acabar con su clítoris entre los labios, moviéndolo con la lengua y lamiéndolo como si fuese la boca de Camila. Sus gemidos llegaron a mis oídos, e introduje un dedo lentamente, que metí y saqué de forma que tampoco hiciese que Camila gimiese en alto.

Volví a subir con ella y me coloqué entre sus piernas, provocando que nuestros sexos chocasen uno con el otro. Enlacé mis manos con las de Camila y me incliné para robarle uno de esos besos húmedos que tanto me excitaban. Su lengua buscaba la mía, se dejaban ver entre los besos mientras que mis caderas aumentaban el ritmo. Cuando solté sus manos, estas fueron directas a mi trasero para que me moviese más rápido, y lo hice. En aquél punto Camila comenzó a gemir de forma agitada, y eso provocaba que yo también lo hiciese algo más fuerte debido al tono grave de mi voz. Las manos de Camila no soltaban mi trasero y hundían los dedos en este, y yo no podía más. Mi boca estaba entreabierta sobre la de Camila, y sus gemidos en aquél momento inundaban la habitación, mientras que yo aguantaba un poco, lo justo para poder llegar con ella, gimiendo sobre su boca.

Me acomodé en su pecho cerrando los ojos, haciendo pequeños círculos en su abdomen.

-Así que ahora soy tu prometida.. -Susurró Camila, acariciándome el pelo lentamente.

-Suena igual de extraño que la primera vez que dije que eras mi novia.

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