La melliza de Adrik Cash

Par irinalee34

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Alessandra Cash es la melliza de adrik Cash, ¿cómo reaccionara ante la llegada de Jude? ¿Qué opinara sobre lo... Plus

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 24
Capítulo 25
TEMPORADA 2
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8

Capítulo 23

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Par irinalee34

0 horas para el inicio de la feria

¡Bienvenidos a la feria anual de la Universidad Tagus!

Si esperabas algo tipo puestos de comida y estands colocados en las aceras, subestimaste la capacidad de derroche del equipo directivo de la universidad más esnob del país. Miremos mejor: luces por todos lados, casetas de madera en las que colgaban carteles pintados de formas muy creativas, una tarima para que algunas bandas tocaran, y la música resonara en cada rincón gracias a los enormes amplificadores instalados por toda la feria...

Y si no estabas cerca de la tarima, ¡no había que preocuparse!, unas pantallas situadas en sitios estratégicos permitían ver las bandas desde cualquier lugar en el que estuvieras.

Además, al menos seis chicos del área audiovisual sostenían cámaras profesionales para grabar y transmitir a través de las pantallas.

También había una rueda de la fortuna, autochoques, gente con sombreros festivos y un gigantesco y loco personaje disfrazado de ornitorrinco que iba moviendo la pelvis por todos lados como si se follara a cualquiera. Lo peor era que daba risa.

Bonito todo, ¿no?

Aegan ya me tenía harta. Me obligo a estar cerca del escenario para poder practicar el discurso que tal vez no diría. Ya había pasado una hora y todavía no me dejaba irme.

Una chica apareció en nuestro campo de visión y él por fin dejó de hablar.

—Aegan, lo logré —le avisó, nerviosa—. Cambié el nombre de Regan por el tuyo en el discurso. Podrás subir, pero deberás ser rápido para que la rectora no te vea.

Oh, no. Esto no pintaba para nada bien.

La cara de Aegan, a mi lado, resplandeció de suficiencia y éxito, dejando claro que él había ideado un plan con esa chica para conseguir dar el discurso, porque, si recordamos bien, Regan le había quitado ese protagonismo.

—¿Vas a robarle la tarima y el discurso a Regan? —le preguntó Jude a Aegan, medio asombrada.

—Solo reclamaré lo que es mío —respondió, firme.

—Eh, pero creo que hay un inconveniente —avisó la chica, temerosa de la reacción de Aegan—. El discurso será veinte minutos después de la hora que se había dicho. No estoy segura de cuándo se hizo el cambio, pero tengo registrado un nuevo evento en la rueda de la fortuna.

Punto importante: todos los eventos se anunciaban por los altavoces diez minutos antes de que empezaran para que las personas no se los perdieran.

Aegan frunció el ceño.

—¿Qué evento? —exigió saber.

—Ni idea —respondió la chica—. No está especificado, pero está marcado como importante.

Aegan consideró que aquello era absurdo.

—¿Qué rayos sería más importante que mis palabras? —se quejó.

Enarqué una ceja.

—Eh, ¿niños muriendo de hambre? —mencionó Jude con obviedad.

—Cállate —soltó, entrando en modo obstinado. Luego le dio una orden—: Yo iré a la tarima a prepararme y tú irás a la rueda de la fortuna. Averigua de qué se trata y consigue que lo muevan para después. Me envías un mensaje —ella asintió y él dirige su atención a mí—. Vamos, Ale. Tenemos que seguir con lo de mi discurso.

¿Por qué a mí?

—Lo siento, hermano. Pero también tengo que cambiarme, tengo una vida, ¿sabías? —él sonríe—. Además, tengo una cita y no puedo abandonarla.

Ante mis últimas palabras, su sonrisa se desvaneció.

—¿Qué? —comenzamos a caminar hacia donde nos cambiaríamos—. ¿Quién es el idiota que no valora su vida?

—Lander —menciono en voz baja y él me voltea a ver con incredulidad.

—¿Es en serio? ¿Ese rarito?

—¡Aegan! Es mi novio —paró de caminar.

—¿Eh? ¿Puedes repetirlo?

—Es mi novio.

Así como escuchan. Anoche me citó en el parque y me lo pidió de una forma muy tierna.

—¿Acaso perdiste el buen gusto? ¿O estabas muy desesperada? La verdad no le encuentro explicación. Podrías estar con cualquiera y elegiste al chico que juega Fornite.

—Tú elegiste a Jude.

—Es verdad... Pero lo tuyo es peor.

—No lo creo.

—Ya te digo yo. Deberías hacerle caso a tu hermano mayor, que por algo te lo dice, ¿no crees?

—Pffff... —me burlo y estallo en carcajadas—. Ni en el apocalipsis te haría caso a ti.

—¿Ya le contaste a Adrik?

—No... —una sonrisa de maldad aparece en su rostro—. Cállate, Aegan. No vas a decirle nada.

—¿O qué?

—Pues... —quise intentar decir algo más, solo que las palabras no me salieron de la boca al ver lo que vi unos pocos metros detrás de él.

Mis ojos lo captaron muy rápido, de hecho. Los reconocí entre la gente sin problema. Estaban frente a uno de los juegos de tiro al blanco.

Adrik y Artie.

—¿Crees que sea bueno decírselo ahora que está con ella?

—Él terminó con ella por ti, ¿no? —sonríe—. ¿O son amantes?

Ignorando lo que dijo, caminé hasta allí y al llegar, tomé a Arik por los hombros.

—¿Podemos hablar? —asiente.

—Ya regreso —le dice y ella asiente.

No luce enojada conmigo, tal vez no lo sepa...

—¿Qué sucede? Te noto algo tensa.

—Tengo novio —su expresión de duda, se transforma en una de perplejidad.

¿Acaso era algo tan difícil de creer para esta familia?

—¿Quién? —pronuncia con dificultad.

—Lander... El ex de Artie.

—Eso... no me lo esperaba. ¿Desde cuándo?

—Ayer en la noche, cuanto te dije que iba a comprar galletitas —murmuro avergonzada.

—Entiendo...

—¿Y qué opinas?

—A mí no me interesa con quien salgas, Ale. Mientras que a ti te guste esta bien —me abraza.

—Awwww. Te amo, Driki.

Jude se había acercado a hablar con Artie y esta estaba algo pálida, por lo que él dijo que iría a ver si todo estaba bien. Era una excusa para verla, pero ¿qué podía hacer yo? Nada, por ende, decidí aprovechar para cambiarme.

Me miré al espejo y me sentí satisfecha con lo que vi. Me había puesto un traje para mujer formal, de color azul marino, con una blusa blanca y unos zapatos de tacón. Me había recogido el pelo en un moño elegante y maquillado con discreción.

Salgo caminando como diva y escucho algo en los parlantes.

—¡Durante los veinte minutos que faltan para escuchar el discurso honorífico tradicional, haremos un juego en la rueda de la fortuna! ¡Acérquense todos! ¡Traigan esas nalgas para acá!

Decidí ir a ver de que se trataba, ya que no estaba enterada y la curiosidad me ganaba.

Miré la rueda de la fortuna, algo oscura en la parte más alta. No estaba llena, muchos puestos habían quedado vacíos y era un poco difícil diferenciar las caras de las personas que estaban en la cima. Además, según la siguiente información de los altavoces, la rueda estaba parada para que la gente pudiera admirar el panorama, besarse, tocarse y todas esas cosas impuras.

Hum, alguien en la cima, en uno de los asientos, me resultó conocido, pero no estuve segura de quién era... A mi alrededor, Tood empezó a llamar a los fotógrafos y a soltar chistes sexuales y sarcásticos.

Al cabo de unos segundos, el lujurioso ornitorrinco reunió a bastantes personas en torno a ese espacio de la rueda de la fortuna, que comenzó a verse por las pantallas de la feria para entretener a la gente. La música seguía sonando desde la tarima, pero aun así la voz de Dash era bastante audible, animada y motivadora.

—¡Si no han conseguido un premio en los juegos, relajen la pelvis, porque conmigo tendrán la oportunidad de ganar algo especial! — anunció a través del micrófono mientras se meneaba dentro de su enorme traje. La gente se movió interesada—. ¿Qué hay que hacer? Pues besarse. —Un coro de silbidos y vítores pícaros y entusiasmados estallaron a mi alrededor. Tood saltó de emoción—. Sí, no los estoy engañando. ¡Tengo un premio para la pareja que se dé el mejor beso en la cima de la rueda de la fortuna! Así que, a ver, ¿quién va a meter esas lenguas hasta el fondo?

Reí ante sus palabras y él siguió:

—Podrán participar los que están en esta vuelta y los que se suban a la segunda —continuó Tood—. Pero si no quedan en la cima, ¡chao, pescao! ¡No participan porque no me da la gana! —Le silbaron y corearon en apoyo—. ¡Así que empecemos viendo qué es lo que tienen allá arriba en este momento, justo en el tope!

Tood giró el brazo y señaló la cima. Al mismo tiempo las luces que la oscurecían, se encendieron y la iluminaron. Las cámaras que rodeaban al ornitorrinco apuntaron hacia arriba e hicieron acercamiento. ¡Una pareja ya se estaba besando! ¡Yei! Los silbidos de apoyo estallaron. Era un beso intenso, pero el chico ocultaba la cara de la chica porque estaba sentado en una posición que daba la espalda hacia donde nos ubicábamos los espectadores.

De nuevo ese chico me resultó familiar...

Tood animó al público.

—¡De eso hablo, gente! ¡Traspásense con la lengua! ¡Que no quede ni un diente sucio! ¡Tatúale tu nombre en las encías!

Y todos gritaron, apoyaron la propuesta, rieron.

Hasta que la euforia por un simple beso se detuvo.

En el instante en que el chico se apartó de la chica, el público se quedó en silencio como quien apagaba de golpe un televisor. Todo el mundo se mantuvo expectante, asombrado, pero curioso. Incluso Tood permaneció inmóvil con el micrófono delante de los labios, porque no se trataba de un chico besando a una chica, no.

Era un chico que había besado a Aleixandre Cash, mi hermanito.

Delante de todos.

Y no era Owen.

Es-cán-da-lo.

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