LOS PROTECTORES: Los Condenad...

By GabrielO5

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Tercera parte de LOS PROTECTORES Luego de dejar su jornada heroica atrás, Alex y sus amigos le dieron un nue... More

LA HISTORIA DE LOS PROTECTORES
PRÓLOGO
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 8

CAPÍTULO 7

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By GabrielO5

Las alarmas comenzaron a sonar a través de todo el complejo, pronto el Palacio Naitodagā se bañó de una intensa luz roja que parpadeaba intermitentemente anunciando con sus ominosos tonos sangría que el peligro estaba cerca. La tranquilidad con la que había comenzado aquel día se había esfumado por completo, el caos y la agitación volvían a reinar y como si se tratase de una plaga mandada por algún dios cruel, nadie se encontraba a salvo. Parecía como si el recinto fuera el que estuviera bajo ataque, todo el personal del clan corría velozmente a sus estaciones, mientras la tensión incrementaba y se disparaba en todas direcciones, el grupo se apresuró a regresar al laboratorio para descubrir lo que estaba sucediendo. Dentro las cosas no eran diferentes, los científicos y el personal técnico parecían estar en crisis, gritando órdenes y yendo de acá para allá siguiendo las alarmas en los monitores así como también buscando la fuente del caos. Y justo en el centro en aquel holograma del planeta se hallaban la doctora Nakamura y Howard Reed discutiendo fervientemente lo que estaba sucediendo.

—¡Informe de la situación, doctora Nakamura! —imperó el Gran Maestro llegando al lugar. La doctora llegó a prisa y desplegó el mapa de Tokio hasta que se mostró una luz roja parpadeante en una región cercana de la capital.

—Acabamos de recibir una señal de alarma proveniente del sector 17-0 en Chiba —amplió la imagen hasta que se pudo ver la ciudad desde una vista satelital, así como también varias imágenes en tiempo real de noticieros que cubrían el ataque—. Parece que un grupo armado se infiltró en el Complejo Suragami —extendió varias imágenes de un imponente complejo de edificios de aspecto empresarial—. Tomaron el control de todo el sector. La policía trató de intervenir pero sus fuerzas fueron diezmadas rápidamente por los miembros del clan, justo ahora no tenemos información clara de lo que esté sucediendo allá.

—¿Qué quieren ellos con ese edificio? —cuestionó Zoey mientras miraba las imágenes del ataque desde un reportaje en el cual se podían ver los edificios cubiertos de humo.

—El Complejo Suragami es parte de Empresas Suragami, una farmacéutica de renombre acá en Japón, sin embargo no es más que una fachada para ocultar una organización criminal que opera en el bajo mundo de la ciudad, esta organización es conocida como el Loto Negro, un grupo de mercenarios y traficantes que trabajan para un capo criminal muy peligroso cuya identidad es conocida como Ogun —extendió un archivo más en donde se veía un montón de hombres de vestimenta elegante que portaban armas de fuego y ocultaban sus caras bajo amenazantes máscaras de tipo samurái, después mostró la del líder, un sujeto con la máscara de un oni rojo quien llevaba una katana en la mano—. Llevábamos tiempo tras ellos, esperando la oportunidad perfecta para atacar, pero parece que  Oshinage se nos adelantó.

—Que el clan haya atacado directamente a uno de los cuarteles centrales de una de las organizaciones criminales más peligrosas de Japón no puede ser causalidad —siguió Howard Reed—.  Quizás esto tenga que ver con el mensaje que difundió, acerca de purificar el planeta, quizás ahora su intención es acabar con ellos.

—Atacar al Loto Negro tan solo puede ser sinónimo de guerra —aseveró Hiroyuki Hashimoto acariciando su barbilla, mostrándose sumamente consternado con el actuar tan errático de sus enemigos—. Lo que sea que esté planeando hacer no puede ser bueno. Debemos actuar ahora. ¡Takeda!

—¡Señor! —respondió uno de sus diligentes al instante parándose firme frente a su líder y los héroes.

—Movilice nuestras fuerzas en el perímetro del complejo, mantengan a raya a los atacantes y alejen a todos los civiles de allí.

—A la orden, señor —tras eso se colocó un pañuelo en el rostro y salió de allí.

—Ren. —Espetó, y al instante el impasible sensei dio una reverencia.

—Sí, maestro.

—Prepare un escuadrón de reconocimiento, infíltrense en Suragami y neutralicen cualquier amenaza potencial. Si Oshinage está detrás de esto debemos ser cautelosos, no tendremos una oportunidad como esta, debemos actuar y detenerla antes de que sea demasiado tarde.

—A la orden, maestro.

—Y ustedes —se giró hacia los héroes—. No me decepcionen.

—Chicos, por aquí —Howard cruzó una buena parte del laboratorio hasta que llegaron a una sala adjunta repleta de inventos—. En todo el tiempo que estuvieron inactivos yo seguí trabajando, así que tuve la oportunidad de hacer unos cuantos juguetes nuevos —arribó hasta un panel y al accionarlo se desplegaron cinco trajes—. Espero les sean de utilidad.

—¡Mira esto! —Javi llegó al suyo y lo acarició como si fuera una obra de arte—. Es hermoso.

A simple vista se veían como versiones mejoradas de sus anteriores atuendos de vigilantes, sin embargo Howard los había refinado hasta dejarlos casi irreconocibles. Cada uno se acercó al suyo y pudo ver detenidamente las nuevas actualizaciones que el Ingeniero les había hecho.

—Les llamo Armaduras Sombra —sonrió orgulloso—. Como podrán ver son versiones actualizadas de sus anteriores uniformes, pero ahora los he reforzado y optimizado, cada uno de estos bebés está formado de una maya de acero triplemente reforzado con kevlar y finos pliegues de lynium que les brindarán una protección más eficaz a la que anteriormente tenían los primeros modelos, además que ahora los he confeccionado para hacerlos más ligeros y silenciosos. Con esto podrán pasar desapercibidos y también luchar con mucha más libertad.

—Trajes de sigilo —reconoció Roxane mientras acariciaba la fina tela de acero con las yemas de sus dedos.

—Básicamente —asintió—. Pensaba en que utilizaran los mismos colores de antes, pero... creo que si ahora irán a la guerra entonces será necesario utilizar el mismo uniforme, ¿no creen?

Zoey miró su traje, aquel uniforme carmesí que durante años había usado como su emblema para causar terror en los criminales y generar esperanza en las personas que lo necesitaran había quedado en el olvido, ahora frente a ella se alzaba un manto negro como la noche, la casaca de un arquero ungido en sombras, casi idéntico al de su padre. Alzó su mano y acarició la capucha, recordando aquellos días en los cuales tan solo eran su padre y ella contra el mundo. No pudo evitar notar un detalle en la espalda del mismo, un emblema, una flecha roja grabada y que a contra luz parecía resaltar como si fuese hecha de sangre.

—No me olvidé de los emblemas —reconoció Howard llegando con ella y entregándole un nuevo y sofisticado arco—. Quizás no sean tus colores, pero Rogue aún no se ha ido. Y ahora Black Bow tampoco.

Zoey asintió y tomó el arco. Sintiendo una descarga de adrenalina subiendo por su sistema y activando en ella ese impulso que la hacía querer lanzarse a la batalla. Roxane encontró un elegante atuendo que casi le recordaba a su leotardo que usaba cuando era una criminal, simple, pero elegante, y ahora destinado a ser un uniforme de combate, uno con el emblema de un cisne purpura en la espalda. Javi no había tenido un segundo traje hasta ese entonces, su uniforme de justiciero en México era rudimentario, nada más que una armadura ligera que había confeccionado junto a su maestro y que había tenido una larga carrera acompañándolo en su cruzada como Diablo, pero ahora aquel era suyo, un elegante uniforme táctico que traía de regreso aquella vieja armadura pero ahora mejorada y con nuevos aditamentos que le ayudarían a luchar mejor y convertirse por completo en un justiciero de la noche, en el reverso había un cuchillo rojo.

Rei encontró también el suyo, un atuendo digno de una guerrera de las sombras, un uniforme que ocultaba todo su rostro a excepción de sus ojos, como un ninja, pero ahora que ya no era parte del Clan del Dragón era momento de cambiarlo un poco. Así que se deshizo de aquella capucha hasta dejar únicamente un paño que ocultaría su rostro por la mitad, y le integró también un kasa que portaría de ahora en adelante siendo Ronin. Alex se colocó su traje y vio en el reverso aquella ave azul, el cuervo que lo guiaba durante las noches en las que salía a cazar criminales y que lo había cobijado con sus alas durante todos estos años de lucha, mostrándole el camino del vigilante, el camino de la noche. Una vez más era Nightcrow, tan solo bastaba una cosa más, su máscara. Se colocó aquel antifaz sobre sus ojos y miró a su equipo, todos estaban preparados con sus nuevas Armaduras Sombra, listos para el combate.

—Bien —tomó su nuevo y refinado Demoledor y lo integró a su espalda—. Es hora de irnos.

Para cuando abordaron el Banshee el sol ya empezaba a ocultarse en el horizonte, colorando así el panorama con un intenso color rojizo que parecía presagiar la sangre que pronto se derramaría ni bien llegasen a la prefectura de Chiba. La nave se alzó por los aires y emprendió vuelo rumbo al sudoeste de Tokio. Dentro tan solo estaban los héroes, envueltos en un silencio sepulcral que era acompañado por una lúgubre luz roja que bañaba toda la cabina de la nave. A medida que sobrevolaban los alrededores de la nación tan solo se podía percibir como la tensión incrementaba en ellos. Ahora la lucha estaba por comenzar.

Alex cerró los ojos y los puños mientras recordaba a su madre, antes de partir le había prometido regresar, con suerte lo harían con una victoria entre las manos. Aun cuando el miedo se cernía sobre su espalda y el temor era tal que parecía querer hacerlo caer rendido, ya no había marcha atrás. Tembló con fuerza y sintió como sus manos se agitaban sin control, era como la primera vez que había salido a patrullar junto con Rob, cuando tan solo era un niño asustado deseando cambiar las cosas en su ciudad, ahora todo había cambiado, pero el miedo no se había apartado de él en ningún momento, en eso Zoey alcanzó su mano y la apretó con firmeza.

—¿Estás listo?

—Sí —respondió temeroso, cerrando nuevamente los ojos durante algunos instantes, para después abrirlos y sentirse preparado para lo que estaba por suceder.

—Oye, estoy contigo.

—Y yo contigo —tomó su mentón con índice y pulgar—. Siempre.

—¡Hemos llegado! —anunció Howard Reed meneando delicadamente la aeronave y llevándola a través de la ciudad como si se tratara de una colosal ave negra.

Las luces y colores dominaban todo el panorama, la ciudad se alzaba imponente a su alrededor como un reino desconocido el cual estaba a punto de ponerlos a prueba. Pronto un grupo de helicópteros les indicó a donde ir, así como también una gran columna de humo que se levantaba cada vez más, el Complejo Suragami estaba sitiado, las fuerzas de la ley habían establecido un perímetro que alejaba a los civiles mientras ellos buscaban mantener el orden a como diera lugar. Hasta que de pronto arribaron ellos, enormes vehículos negros de los cuales empezaron a descender las fuerzas del Clan del Dragón, la gente miraba la escena con impresión, todo parecía tan surreal que incluso más de alguno creería que estaban en un sueño. El Banshee flotó entre la penumbra y arribó al centro del complejo, Howard maniobró hasta que la pudo situar a unos metros del suelo, justo en una enorme área de descanso que estaba repleta de jardines. Abrió la compuerta trasera y el aire entró en toda la cabina y la oscuridad de la noche se hizo presente.

—¡Mucha suerte, chicos!

Todos asintieron, uno a uno se colocaron un equipo de descenso controlado y se arrojaron de la aeronave, los cables se tensaron y uno a uno terminaron por caer en el centro de aquel enorme jardín exterior. Ni bien se apartaron los cables la nave se desvaneció entre las sombras de la noche, dejándolos a merced de lo que merodeara en aquel complejo.

—Bien, andando —Alex accionó un botón en su antifaz y unas lentillas blancas cubrieron sus ojos, los demás le imitaron y empezaron a movilizarse.

El interior de aquella fortaleza se hallaba en penumbras, tan solo tenues luces rojas y azules se traspasaban a través de los cristales, el caos del exterior era palpable también, colándose a través de las paredes y los imponentes pasillos que conformaban aquella fortaleza empresarial, los helicópteros rondaban las alturas mientras que la gente en el exterior cada vez se conmocionaba más a medida que la situación buscaba ser contenida. Cada paso de aquellos héroes generaba un profundo eco que se abría paso a través de los prolongados pasillos de aquel edificio. No había señales de vida por ningún lado, era como si de un segundo a otro el caos se hubiese disipado y tan solo restara una ominosa paz causada por la masacre.

—Este lugar es escalofriante —recitó Roxane mientras se internaban en un corredor principal que daba acceso a todo el edificio—. ¿En dónde demonios están?

—Quizás se marcharon —dijo Javi mientras miraba a todas partes augurando lo peor, todo mientras apretaba fuertemente la empuñadura de su cuchillo arrojadizo.

—O solo nos estaban esperando —reconoció Rei sin dejar de sujetar la empuñadura de su espada.

—Eso no me tranquiliza nada.

—Ren está en el edificio vecino, debemos registrar este lugar y asegurarnos de que está vacío —dijo Alex—. Vamos, sigamos adelante y no bajen la guardia.

Siguieron adelante a través del prolongado corredor, la austera arquitectura moderna de aquel pasillo los engulló como una bestia, llevándolos a internarse en un desolador panorama del cual no parecía haber salida, tan solo oscuridad sin importar a donde miraran. Los estrobos en el techo del pasillo iluminaron momentáneamente otra vez, y como si fuese obra de algún ente malévolo, varios cuerpos aparecieron repentinamente en su camino. Cadáveres, sangre y vestigios de una encarnizada batalla se hicieron presentes en un parpadeo como obra de una pesadilla.

—Santo dios —expulsó Roxane.

—Los masacraron —mencionó Zoey al inclinarse para inspeccionar uno de los cuerpos, un japonés con tatuajes en el cuello y parte de la cara que yacía tenido contra la pared, su sangre estaba desperdigada por lo alto y en su cuerpo había cortes tan profundos que nadie sería capaz de soportar. Inspeccionó más de cerca y palpó la sangre que aún le corría por la rajadura principal en su cuello—. Sigue fresca, esto sucedió hace no mucho. Deben estar cerca.

De pronto un lamento se alzó entre la apabullante oscuridad. Todos se pusieron alerta y siguieron a paso veloz hasta que arribaron al salón principal, una inmensa sala que en otros tiempos pudo haber sido el lugar de convergencia en el cual todos los que trabajaban ahí llegaban a parar, y que ahora no era más que un escenario digno de un infernal círculo dantesco. Decenas y decenas de cuerpos abarrotaban el salón, cadáveres de aquellos quienes habían luchado para proteger el lugar y que habían caído brutalmente ante el enemigo. El aroma de la sangre inundaba el ambiente, mientras que la podredumbre parecía querer abrirse paso a medida que se internaban más en aquel lugar. Ninguno de los héroes estaba preparado para semejante escenario. Y de repente, aquel lamento volvió a sonar, más cerca que nunca.

—¿Dónde está? —dijo Alex con premura y mirando en todas direcciones, encontrando únicamente cadáveres a su alrededor.

—¡Chicos, por acá! —exclamó entonces Javier.

Entre un tumulto de muebles destrozados y agentes de seguridad brutalmente masacrados se mostró un hombre que luchaba por mantenerse vivo a toda costa. Estaba pálido, y sus heridas eren profundas y no dejaban de sangrar sin control.

—No lo logrará —advirtió Zoey. Rei se inclinó y lo sujetó firmemente.

—¿En dónde están? —cuestionó en su dialecto natal—. ¿En donde están los responsables de esta masacre?

El hombre escupió sangre, balbuceó violentamente mientras temblaba y miraba a los héroes sin comprender nada. De pronto se quedó helado y simplemente miró a Rei.

—En... en todas partes —murmuró entre quejidos y de pronto acabó por dejar de respirar.

—Algo está mal —volvió a decir la Ronin. Agudizó sus sentidos y en cosa de un parpadeo se alejó del cadáver, desplegó su espada y acabó por desviar una afilada cuchilla que les fue arrojada desde las alturas. Al instante todos se reunieron y pudieron ver entre la penumbra como decenas de figuras envueltas en mantos rojos asomaban sus ojos carmesí, merodeando como demonios.

—¡Todos alerta! —rugió Alex partiendo su bastón a la mitad. Uno a uno los ninjas rojos empezaron a caer a su alrededor, desplegando sus armas, katanas, dagas y cuchillos cuyas hojas silbaban entre la oscuridad. Aquellos silenciosos asesinos los tenían rodeados—. ¿Zoey?

—¡Cúbranse los ojos! —exclamó cargando una flecha y lanzándola al cielo. Esta explotó y liberó una incandescente luz que cegó a los guerreros ninja.

Alex rugió y fue el primero en cargar hacia sus enemigos ni bien la luz se disipó un poco. Corrió velozmente hacia el primer guerrero y se lanzó con todas sus fuerzas, asestándole una poderosa patada de tornado que dio directo a la cara de su oponente y lo hizo girar violentamente hasta azotar contra el suelo. Los demás ninjas cargaron contra él, uno fue alcanzado por una flecha eléctrica y acabó neutralizado, mientras que el otro Alex lo abatió con una brutal seguidilla de impactos con sus bastones. Entonces la pelea se desató. Alex mantuvo a raya a varios ninjas, bloqueando sus ataques mientras en simultaneo batallaba con ellos, Javi no tardó en interceder lanzándose en una patada alta que derribó a uno de los ninjas, lo noqueó de un puñetazo y pronto se apartó antes de ser rebanado por uno más, le lanzó dos cuchillos a su oponente, pero este no pareció resentir demasiado los ataques, por lo que ambos intercambiaron varios golpes y patadas hasta que Javi tuvo la oportunidad de lanzarse hacia atrás y noquearlo con una patada ascendente que le destrozó la quijada.

Rei blandió su espada y con un dominio total del estilo que sus enemigos manejaban consiguió resistir los ataques de sus principales oponentes. Mandó un corte al estómago del primer ninja y después bloqueó los siguientes para lograr rebanar su espalda con un corte oblicuo que puso en desventaja a su enemigo. El otro cargó contra ella usando dos afiladas sais, ella mantuvo a raya los ataques hasta que pudo atrapar uno de sus ataques y desarmarlo parcialmente, después le dio una patada al pecho y acabó por atravesarlo con su espada. Uno más de los ninjas atacó por la espalda y le propinó un corte en el hombro, ella se apartó, pero antes de que lograra atacarla de nuevo, Zoey disparó una carga explosiva y el guerrero salió volando lejos de ahí. Cargó ágilmente otra flecha y disparó a los pies de un grupo que iba tras ella, una carga de fragmentación estalló y los veloces perdigones los imposibilitaron, cargó de nueva cuenta su arco y disparó una flecha incendiaria con la que redujo a otro oponente, pero este no desistió y envuelto en llamas cargó contra ella. Rauda usó su arco para bloquear sus ataques y cuando tuvo la oportunidad se lanzó en una patada de giro que neutralizó a su enemigo ni bien su ataque conectó contra su rostro. Y al aterrizar colocó una nueva flecha que al dispararla contra un grupo se fragmentó en decenas de pequeñas saetas que aterrizaron como mortíferos proyectiles contra los ninjas que asolaban a Roxane.

La ágil vigilante eludió varios golpes con la gracia y brutalidad que le caracterizaba, y respondiéndolos con múltiples ataques que lograban mantener a raya a sus oponentes. Lanzó uno de sus bastones al suelo, este rebotó e impactó de lleno contra un ninja que iba tras ella con su katana en alto, otro más rugió a sus espaldas y trató de empalarla con una lanza, ella se dejó caer en un maravilloso split que la alejó del peligro, la afilada daga de la lanza acabó por atravesar al primer ninja que la atacó. Rauda giró a través del suelo y se puso de pie de un solo movimiento, le propinó varios golpes contundentes a su enemigo más cercano y cuando el último intentó apuñalarla ella desvió su golpe y de un codazo y un último y brutal puñetazo logró neutralizarlo por completo. La batalla siguió su curso sin parar. Los héroes seguían luchando incansables, aun cuando el enemigo era numeroso, ellos no retrocedieron. Al cabo de varios intensos minutos el número de guerreros ninja había sido diezmado de manera abismal, la batalla había resultado a favor de los héroes, ganando terreno y sobrepasando a sus enemigos con creces, la contienda parecía definida, por lo cual al ver que un guerrero huía de la escena; Alex se apresuró a interceptarlo.

—¡Ey, detente! —rugió al verlo escaparse a través de un pasillo.

—¡Alex! —clamó Zoey tras verlo perderse entre la penumbra.

—¡Tranquila, yo lo cuido, ustedes encárguense! —gritó Javier mientras corría en su misma dirección.

Alex persiguió al guerrero a través de un largo pasillo de metal y cristal blanquecino, apenas y podía distinguirlo entre las sombras, de pronto le perdió de vista y pareció esfumarse como un espectro. Siguió adelante pero cuando una tenue luz exterior se dibujó al final del túnel fue que aminoró el paso y lentamente vagó con sus armas en alto hasta que arribó a un jardín. El terso canto de un riachuelo artificial acarició sus oídos, el agua corría bajo sus pies en canales repletos de peces koi y terminaban en un gran estanque, la brisa era fría, a su alrededor había una hermosa colección de plantas y árboles que pintaban el panorama con una naturalidad impuesta en medio de la urbe tecnológica que conformaba no solo la ciudad, sino todo el recinto. Se paseó lentamente entre los adoquines negros que conformaban el suelo del jardín exterior, oyendo la brisa del viento pasando entre los árboles, mientras que las hojas de cerezo caían lentamente y adornaban el suelo como una alfombra inacabable, mientras que aquel tenue resplandor rojo se abría paso a través de todo el lugar.

—¡Alex! —Javi llegó con él.

Al instante su compañero se giró y le instó a guardar silencio colocando su índice sobre sus labios. Le indicó seguirlo y ambos vagaron por el jardín hasta que se presentó una estructura frente a ellos. Los cimientos de madera rojiza y ladrillo y tejas negras se aglomeraban en una pequeña subida que conformaban lo que parecía era un pequeño templo budista, similares a los que había en el Palacio Naitodagā. Fue en ese santuario que la encontraron. Sentada en medio del jardín, aguardando por ellos.

—¡Los Protectores! Nos conocemos al fin. Estoy impresionada, son mucho más persistentes de lo que imaginé en un principio —enunció entonces la esbelta figura que se alzaba en el interior de aquel santuario. Una dama de sombría presencia, con una armadura oscura ornamentada con el color esmeralda que empataba con la tonalidad de aquellos ojos que refulgían contra la noche como los de una serpiente venida del inframundo.

—Oshinage, supongo. —Arremetió Alex, sintiendo una ola de tensión acrecentando sobre su pecho.

—Mi reputación me precede al parecer —dijo aquella mujer mientras daba una reverencia hacia el dúo de héroes. Su voz era ligeramente distorsionada por la máscara que llevaba encima—. El Cuervo y el Diablo, menudo par me vine a encontrar. Pensé que mis hombres los acabarían más rápido, pero creo que los subestimé demasiado. Me disculpo por eso, por lo que creo que es más justo para ustedes recibir un desafío más... digno, para ustedes.

—No te muevas, víbora —amenazó Alex apuntándole severamente con uno de sus bastones—. Esto se acabó.

—¿De verdad? Y yo que pensé que apenas nos estábamos conociendo, una lástima, supongo que dejaremos las conversaciones para después.

—Tendremos mucho tiempo para ponernos al corriente en el instante en que estés en una celda.

—Los héroes, siempre tan justos y correctos —exhaló con desgano—. Durante años he enfrentado a cientos como ustedes, idealistas que creen que pueden contra el cambio, ilusos que se niegan a ver la verdad —negó lentamente—.  Siempre acaban todos igual. En fin, una pena tener que bañar sus bonitos uniformes de rojo. —Chasqueó los dedos y desde una estructura cercana se vio descender una figura envuelta en oscuridad que acabó cayendo frente a ellos con un estruendo monstruoso.

El suelo se resquebrajó cual si pesara una tonelada, y de entre el polvo se alzó, pintando con su figura sombría contra la luz escarlata de las farolas de emergencia, sus ojos eran del mismo color. Al verlo Alex quedó paralizando, pues reconocía bien a quien le pertenecían, así como aquella atemorizante armadura negra que se había quedado tan grabada en él como un remanente de su pasado más sombrío. Su respiración se agitó, y el sudor empezó a correr por su frente.

—¿Ay cabrón y este güey quién es? —exclamó Javi desenfundando sus cuchillos.

—Raiden —imperó Alex con el miedo en sus palabras tan palpable como una cuchilla atravesando su piel. Y aquel ente desplegó dos afiladas cuchillas que brotaron desde sus antebrazos.

—Sí, lo conoces bien, ya antes se han enfrentado —exclamó Oshinage mientras bajaba del santuario y se acercaba para acariciar la negra armadura de su guerrero más letal—. Tuvimos que hacer algunas mejoras desde su último encuentro, pero puedo asegurarte que este es mi mejor trabajo, más rápido, más certero, más letal, el arma máxima, el Cazador absoluto, mi Neo Raiden —dejó las manos en su pecho y se acercó hasta alcanzar su oído—. Acábalos.

El guerrero inclinó su cabeza y pegó un salto tan fuerte que se perdió en las alturas, de pronto dos bombillas rojas como el infierno se vieron descender, y tanto Alex como Javi se apartaron antes de que el Cazador aterrizara, enterrando su cuchilla contra el suelo y destrozándolo como si fuese de cartón. Javi gritó y le arrojó sus cuchillos, estos rebotaron contra la armadura, no se detuvo y se lanzó con una patada que iba directo a su rostro. El nuevo Raiden levantó su mano y alcanzó su pie y lanzó con fuerza al vigilante hasta que chocó contra una estatua cercana y la destruyó por completo. Se incorporó y fue tras Alex, el vigilante se puso en guardia y atacó con ambos bastones, pero el Cazador fue más rápido, contrarrestó sus ataques hasta que logró partir uno de sus bastones por la mitad, Alex, enfurecido y lleno de pavor le asestó una patada al pecho pero el Neo Raiden ni se inmutó. Mandó un golpe acompañado con una de sus cuchillas, Alex se apartó de milagro, pero la hoja rebanó su mejilla, el nuevo Raiden mandó una patada de giró contra él, Alex cayó, y aquella bestia enfundada en negro alzó su daga y la lanzó directo a su rostro. El héroe antepuso su antebrazo y la protección de su armadura lo mantuvo a salvo, llevando la hoja de su adversario a colisionar a pocos centímetros de su rostro.

En eso se escuchó un grito cercano y Javi se lanzó contra el nuevo Raiden, embistiéndolo con una patada que logró apartarlo de su amigo, ambos giraron por el suelo y al incorporarse cada uno arremetió, las cuchilladas del Diablo poco o nada hacían contra la armadura del Cazador. Siguieron intercambiando feroces golpes y estocadas hasta que Alex trató de atacar por la espalda. El Neo Raiden soltó a Javi y con un puñetazo lo mandó lejos, Alex saltó y le acomodó un buen derechazo al rostro, el guerrero apenas y se movió de su lugar, Javi atacó de nuevo con varios puñetazos ascendentes, al poco tiempo Alex se le unió y los tres se batieron en duelo sin parar, mientras que Oshinage observaba atentamente el espectáculo desde la distancia. De pronto escuchó algo silbando, giró la cabeza y sin siquiera parpadear alcanzó una flecha que iba directo hacia su cara, Zoey bajó su arco y la miró desde una cornisa, la mujer le dedicó una mirada de desilusión, pero la arquera accionó un botón y la flecha estalló en una marea de espeso humo que la engulló por completo.

—Patético —exclamó con hastío y con solo dar un paso hacia atrás pudo eludir la afilada espada de Rei quien había aparecido entre la bruma, Oshinage negó y pareció desvanecerse entre el humo para después aparecer tras Ronin y propinarle una vertiginosa patada que la catapultó al suelo.

Roxane atacó después, pero Oshinage pudo esquivar exitosamente cada ataque que le mandó con sus bastones, viendo una ventaja le repartió una seguidilla de brutales puñetazos a la heroína, esta sintió como si le hubiese caído un yunque de acero en el estómago, incluso sintió el crac de sus costillas y algo de sangre salió disparada de su boca en el último impacto que su enemiga le propinó. Acabó cayendo rendida al suelo y Oshinage apenas parecía haberse despeinado. Rouge emergió entre el humo como un fantasma y logró acertar un brutal puñetazo al rostro de su adversaria. Esta se echó para atrás y miró con sus ojos resplandecientes a la arquera.

—Impresionante. Ahora es mi turno.

De nuevo se perdió entre la bruma y para cuando Zoey divisó sus ojos entre el humo ya había sido demasiado tarde. Oshinage atacó mandando un zarpazo que logró herirla, parecía que un juego de garras de acero habían brotado de su mano enguantada. Oshinage corrió y se deslizó por el suelo haciéndola caer. Saltó y buscó atravesarla con sus garras, la heroína se echó para atrás, rodó sobre su espalda y se puso de pie justo a tiempo para bloquear el siguiente ataque, ella respondió con dos puñetazos, Oshinage bloqueó y contrarrestó de igual manera, acertando también una patada a sus costillas. Rei se levantó y se lanzó contra ella, acertando varios golpes y recibiendo algunos cuantos más. La fuerza de su oponente era brutal, cada impacto de sus puños hacia su piel venía con la potencia de un misil. En un último intento por atacarla fue que Rei mandó un golpe y Oshinage atrapó su brazo, lo torció casi hasta romperlo y cuando tuvo a la Ronin a su merced le dio un cabezazo que le partió la nariz.

—No dejas de entrometerte en mis asuntos, estás empezando a molestarme.

—Entonces esto te molestará más.

Una feroz estocada logró atravesar el costado de Oshinage, Rei había atacado con una kunai, su enemiga la soltó y se arrancó la navaja, después le asestó una patada al rostro a Rei, ella acabó doblegada y lanzando sangre contra el suelo. Oshinage suspiró con molestia y observó a su alrededor, todos los Protectores yacían reducidos en el suelo y ella y el Neo Raiden se alzaban victoriosos.

—Me equivoqué, no son diferentes a los muchos "héroes" que he derrotado en el pasado. Todos son iguales —avanzó hacia Rei y pisó su cuello con su bota, cortando la respiración de la heroína que no tardó en empezar a luchar por agarrar algo de aire—. Nada más que simples cucarachas.

—¡Suéltala! —rugió Javier, buscando ponerse de pie aun cuando yacía brutalmente apaleado. Aquello captó la atención de Oshinage y la soltó.

—El amor... —el asco con el que emitió aquellas palabras pudo verse reflejado en su mirada monstruosa, casi como si un ínfimo atisbo de tristeza se hubiera reflejado en aquellos ojos de serpiente—. Nada más que ilusiones, te vuelve débil, y fácil de romper. —Miró a su lacayo y asintió.

Neo Raiden levantó su daga y estuvo a punto de atravesar por completo al héroe, de no ser porque una cadena unida  una daga con gancho brotó desde la oscuridad y de un poderoso tirón apartó al Cazador de Javi. Confundido el Neo Raiden desvió su mirada y pronto recibió un golpe al rostro y una feroz triada de patadas que lo apartaron, el maestro Ren Shinomura se presentó en la escena, recogió rápidamente su Kyoketsu Shoge y amplificó su rango de audición para así captar bien la presencia del Cazador y de Oshinage.

—Esto sí es nuevo —exclamó la villana con cierta sorpresa—. Esto se pondrá interesante. Ve.

Tal y como un sabueso obedeció su orden, y el Cazador atacó. Pero el maestro eludió hábilmente los ataques del Cazador, respondiendo con fugaces estocadas de parte de sus palmas abiertas, las cuales chocaban con fuerza y lograban repeler a su oponente, inclinó su cabeza entrecerrando sus ojos y puso a girar la daga al final de su cadena, formando una veloz hélice con la cual atacó al nuevo Raiden, el choque de su arma era precedido por un ágil golpe o una contundente patada, el Cazador atacaba pero el maestro era sumamente ágil y con solo sus palmas era capaz de desviar el más poderoso de sus golpes y reducirlo en cuestión de segundos.

—¡Acabalo ya, Raiden! —rugió Oshinage. En eso el sensei desvió su atención y lanzó su arma contra ella, la daga acabó atrapándola, contaba con ello, así que tiró con fuerza y la llevó hasta terminar frente a él.

Se lanzó en una patada giratoria y esta pegó contra su adversaria, Raiden atacó de nuevo pero él se apartó y contestó con un golpe condensado justo en su pecho, y como una expansiva en miniatura aquel estallido empujó varios pasos atrás al Cazador, este desplegó sus cuchillas y las hundió contra la acera para evitar caer. Oshinage se apartó y miró al sensei de ojos muertos, quien aún no rompía su posición de combate, esperando el siguiente ataque de aquellos dos.

—Vas a tener que hacer mucho más si es que quieres matarme, y a ellos —inclinó su cabeza y le mostró como el equipo empezaba a ponerse de pie.

—Un muy interesante primer encuentro, debo decir —ella y Raiden se alinearon—. El próximo será muy diferente. Te lo garantizo, anciano.

—Lo espero con ansias.

—Yo también —en eso una bomba de humo estalló y tras ser tragados por la bruma estos desaparecieron. El maestro Ren suspiró y se giró hacia los abatidos héroes.

—¿Se encuentran bien?

—¡Debemos... debemos alcanzarla! —exclamó Alex mientras daba lastimeros tropezones, sujetó su estómago y de milagro no cayó al suelo, el sensei Ren lo había atrapado antes de colapsar—. No... no podemos dejar que escapen.

—Basta. Están muy lastimados para continuar, debemos regresar al cuartel y recuperar energías para la siguiente batalla. Esto tan solo fue una prueba, quería ver que tanta oposición podíamos poner, ahora lo sabe. Los siguientes encuentros que tengamos con ella tan solo se volverán más complicados de superar, debemos estar más preparados ahora que ya ha comenzado.

—¿Qué ha comenzado? —cuestionó Zoey sujetando a Alex.

—La guerra.

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