Amateur ꩜ abo! larry

By tomlinhot

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Harry es un omega con un cachorro en casa y un trabajo que lo explota sexualmente. Louis quiere ser su único... More

Amateur
Guía
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38

Capítulo 39

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By tomlinhot

La primera semana de diciembre comienza con un día lluvioso y a Harry le cuesta un poco darse cuenta de cuán rápido ha pasado el tiempo para él. Piensa en ello mientras va en camino a buscar a su hijo al jardín con un paraguas que le cuida de las gotas que están por todas partes. Sus zapatos están comenzando a empaparse y ahora se siente un poco arrepentido de no haber tomado un taxi pese a la corta distancia que tiene que recorrer.

Hoy es un día especial, parece ser. Es el cumpleaños de Alexander y tanto Nimbe como el propio omega le han invitado al hogar de Louis para pasar un rato agradable juntos.

Al principio a Harry no le ha agradado la idea, incluso puede admitir que todavía no está demasiado convencido de ir. Sin embargo, ellos han convivido estas últimas semanas casi a diario, claro que sería una completa grosería de su parte si no se esfuerza un poco en asistir con una buena presencia y un detalle para él.

Nimbe se encuentra completamente bien en casa, con una herida que sanar y un cabestrillo del que se queja demasiado, pero realmente está feliz de poder dormir en su cama, estar con su madre y con Louis en cada momento y recibir las visitas de Harry y Kenai casi todos los días mientras ella cumple su reposo médico al pie de la letra.

Louis también se ha asegurado demasiado de que todo sea tal cuál lo ha especificado el médico. Está todo el día con ella, cocina él mismo y no se distrae ni un solo segundo.

Y, finalmente, Harry extraña mucho pasar tiempo con Louis.

Claro que lo ve casi a diario, pero él ahora mismo no se encuentra en la mejor situación y Harry sería incapaz de exigir una atención que no puede recibir por agentes externos.

El hombre se encarga cada día de recordarle cuán feliz se siente de tenerlo junto a él. Harry no puede negar el enorme esfuerzo que aquel alfa deja para mantenerlo contento y cerca en toda esta situación. Si el omega no va a su casa, entonces Louis espera que Nimbe se duerma y deja a Alexander al cuidado para manejar a casa del menor tan rápido como puede y al menos saludarle, o llevarle la cena, o siquiera estar sentados en la sala de estar mientras se acarician y hablan muy, muy poco.

Harry se siente bien porque puede disfrutar lo poco que Louis puede darle, pero eso no quita que realmente lo extrañe y quiera tenerlo más tiempo junto a él.

Cuando está frente al jardín de su hijo no se da cuenta sino hasta que una de las maestras le pregunta por quién viene. Él le responde casi de manera automática y se alegra de que la lluvia baje para cuando Kenai sale por la puerta con su suéter y un pequeño paraguas cubriéndolo de las gotas pequeñas que caen del cielo.

—¡Hola, mami! Lamento no poder darte un besito pero tengo mucho frío, ¿podemos pasar por chocolate caliente?

Harry ríe ante las palabras de su hijo y toma su mano para luego agacharse un poco y besar la mejilla pálida del chiquillo. Él le regala su mejor sonrisa y, de repente, se olvida de lo que ha estado rondando en su mente todo este rato.

—Recuerda que iremos a casa de Louis hoy, cariño.

El cachorro asiente y le da un beso rápido al omega sin que él lo espere.

—¿Entonces no podemos pasar por chocolate caliente?

Y quizás es la sonrisa del niño lo que termina por convencer a Harry de cumplir con esos caprichos a los que muy raramente puede decir que no. Entonces, con apenas una llovizna suave sobre ellos caminan tomados de la mano un par de calles hasta encontrar esa cafetería que Kenai ama desde la primera vez que fueron a ella.

Una vez allí, el chiquillo se deshace de su pequeño paraguas y el suéter que lo cubre, haciendo exactamente lo que su madre. Escogen una mesa cerca de la terraza pero lo suficientemente apartada para mantenerse secos.

El niño pide esa taza de chocolate que tanto desea y Harry prefiere un café que pueda organizar sus ideas de una vez por todas. Cuando todo es servido, ellos se sumergen en la calentura de sus tazas y todo lo que hacen es disfrutar del sonido de la lluvia suavecita que arropa el ambiente, la música suave y el ruido de las pocas personas a su alrededor.

—Mami...

Harry alza la mirada hacia el cachorro cuando le llama. Sonríe al ver su rostro manchado de chocolate y se estira para limpiarle con su dedo.

—Dime.

—Louis es papá de Nimbe, ¿verdad?

Tiene sus ojitos azules completamente vibrantes. La curiosidad está pintada en ellos y a Harry solo puede encantarle la manera en la que su hijo es tan curioso, preguntón y a veces chismoso.

—Lo es.

Kenai asiente un par de veces y parece perder el interés cuando regresa su atención a terminar su bebida. Harry le deja ser porque está acostumbrado a su curiosidad, la manera en la que se interesa por absolutamente todo a su alrededor, siendo esa la razón principal por la que han caído en tantas conversaciones incómodas que el omega no esperaba tener sino hasta dentro de un par de años.

Sin embargo, él realmente disfruta de esa peculiaridad en su hijo.

—¿Mami?

—¿Sí? —responde a su nuevo llamado, regresando a verle.

Kenai tiene una sonrisa que parece nerviosa, llena de vergüenza, lo puede ver en sus mejillas coloradas y la manito que está convertida en un puño sobre la mesa.

—¿Louis puede ser mi papá también?

Harry puede sentir todo el aire escaparse de su cuerpo dejando una sensación de picor en sus pulmones y garganta, quiere toser allí mismo para aliviar la comezón, pero Kenai parece demasiado interesado en cada uno de los movimientos de su madre.. Siente su corazón latir con rapidez y parece que no puede hacer nada para controlarlo.

Ve los ojos de su hijo y encuentra calma en el inmenso océano que hay en él. Sonríe porque sabe que no puede demostrarle que su pregunta lo ha tomado fuera de base pese a que le ha desequilibrado todos los sentidos y suspira mientras busca las palabras adecuadas, esas que parecen haberse escondido en la infinita alameda de letras y oraciones. Al final las encuentra escondidas detrás de una pila de diptongos, las toma por las orejas y les suelta una sarta de regaños por ocultarse en momentos como estos, pero casualmente salir cuando nadie las está llamando. Parece difícil para él, especialmente porque no suele ser muy regañón la mayoría de las veces.

—¿Por qué lo preguntas, Ken?

El chiquillo toma en serio el cuestionamiento, deja el vaso con su bebida sobre la mesa y se sienta derecho en su silla. Le mira con sus pupilas dilatadas y parece todo un alfa listo para conversar seriamente, justo como un adulto lo haría. Justo como su padre, Harry está seguro.

—Deneb me dijo que su papá no es su papá de verdad.

Harry alza las cejas. Claro. Quizá todo comienza a tomar un orden en su cabeza porque conoce esa historia, y casualmente también conoce cómo funciona su hijo.

—¿Sí?

—Ajá —asiente el chiquillo mientras parece pensar en lo que viene después—. El novio de su mamá ahora es su papá. Y, mami, yo le pregunté por qué era su papá y dijo que lo cuida, le enseña muchas cosas y lo busca al colegio. También vive con él y duerme con su mami.

El omega convierte sus labios en una línea recta y asiente. Él realmente quiere soltar una pequeña risa porque no puede creer todo lo que está escuchando del niño, está demasiado impresionado con él, sinceramente, plenamente no puede recordar cómo es la vida sin sus ocurrencias.

—¿Entonces?

—Bueno, yo estaba pensando, mami... —Se remueve en su asiento y coloca las manos sobre la mesa mirándole muy atento, realmente necesitando hablar en serio al respecto—. Louis también hace lo mismo conmigo. Él me cuida igual que a Nimbe, me busca al colegio contigo y, bueno, nosotros no vivimos con Louis, mami, ¿por qué no?

Harry va a morir, en serio lo va a hacer. Siente sus mejillas completamente encendidas y no tiene idea de cómo responder absolutamente nada de lo que su hijo le está diciendo. Es como si su mente se quedase en el instante en el que preguntó si aquel hombre puede ser su papá.

—Bueno, Louis y yo solo somos novios, bebé.

—Ah, eso no es nada, mami —dice él niño moviendo su mano—. Deneb dice que sus papás se casaron. ¿No puedes casarte tú con Louis? Entonces él puede ser mi papá, creo que funciona así,

Humedece sus al escuchar a su hijo, no queriendo admitir para él mismo que las palabras del chiquillo han removido algo en él. Y es que se ha imaginado demasiadas cosas en un solo instante y quizá sea de allí de donde su hijo sacó tanta creatividad.

Su cabeza da vueltas sobre él y no tiene idea de cómo es que su corazón va a recuperar su ritmo normal en esta situación. Está inquieto. Su pierna se mueve de arriba a abajo con velocidad y todo lo que puede hacer es agradecer que su hijo no pueda verlo.

No puede quedarse callado. Sabe que necesita hacer sentir a Kenai seguro y escuchado, que al final esta es una conversación necesaria y que llegaría pronto, sobre todo que no podría luchar contra la naturaleza de ambos alfas. Pero, sinceramente, no está listo.

No se siente preparado para introducir a su hijo a una nueva vida, ni a Louis, ni a Nimbe, y ni siquiera a él mismo. Hay un miedo escociendo en su interior y deslizándose lentamente dentro de él, apoderándose incluso de los espacios donde debería estar la cordura y la razón.

Kenai se siente seguro con Louis, eso es algo irrefutable. En realidad, Harry se siente demasiado bien de que todo sea tan natural como ahora lo es porque realmente su preocupación mayor es que todo hubiese sido tan difícil para todos.

—Yo creo —comienza, pero se interrumpe rápidamente para aclarar su garganta—. Creo que no es necesario que nos casemos para eso. Si quieres que Louis sea tu papá, puede serlo.

El chiquillo finalmente adorna su rostro con una sonrisa enorme. Es una sonrisa tan tranquila, trae paz a Harry y todo lo que puede hacer es sentir que está haciendo bien las cosas.

—¿Y él quiere ser mi papá, mami?

La pregunta aquella lo descoloca, más por sentimentalismo que por alguna otra cosa.

Se pregunta cómo es que alguien no quisiera ser padre de un niño como él. Está seguro de que cualquier persona desearía tenerlo en su vida y ser parte de cada uno de sus momentos justo como él ha formado parte durante todos estos años. Se siente demasiado orgulloso de lo que ha criado por su cuenta y está demasiado seguro de que ha hecho todas sus jugadas perfectamente bien.

—Estoy seguro de que sí, Ken.

Kenai muerde su labio inferior. Luce idéntico a Louis en el acto y Harry solo quiere tomarle una foto y mostrárselo al mismo hombre para que de una vez por todas deje de decir que realmente no se parecen tanto.

—¿Le puedo preguntar?

Harry deja salir una risa corta y baja la mirada por un instante. Cuando vuelve a ver a su hijo no puede controlar la sonrisa que tiene en su rostro.

—Claro que sí. Pero no hoy, ¿está bien? —le dice con un tono de voz bastante seguro—. Juntos buscaremos el momento perfecto para preguntarle, no desesperes.

El niño asiente una vez más y se sumerge en un diálogo donde habla solo él la mayor parte del tiempo.

Así es como se les va una hora entera entre preguntas que no llevan a ningún lado e historias que el chiquillo le cuenta. Harry disfruta de cada instante porque sabe que el tiempo junto a su hijo se le puede escapar de las manos cual arena fina de playa.

Cuando se acerca la una de la tarde él decide que es el momento perfecto para ir al departamento de Louis y acabar con aquello que ha estado torturando su mente durante toda la mañana. Toma un taxi para llegar hasta aquel lugar porque el trayecto es más largo esta vez.

Kenai parece tener toda la intención de dormirse en sus piernas y puede que Harry le amenace un poco para evitarlo, pues realmente no tiene ganas de enfrentar todo él solito. Finalmente llegan ambos despiertos y esta vez ya no hay gotas cayendo del cielo, solo es humedad inquietante que se cuela por los poros del omega y le hace preguntarse cuándo es que vendrá la nieve de una vez por todas para acabar con esta tortura que los ha estado siguiendo desde septiembre.

Al llegar al apartamento Harry tiene que tomar una bocanada de aire fuerte antes de tocar la puerta. Se escuchan los pasos y chillidos de la niña y la puerta es abierta en cuestión de segundos solo para revelar a la pequeña alfa, quien parece haber estado montando guardia a la puerta esperándolos a ellos.

—¡Ken! —llama, como si no hubiese visto al niño dos días atrás.

El pequeño cachorro se funde en un abrazo delicado, siendo demasiado consciente de ese cabestrillo que a él tampoco le gusta y que en algún momento quiso influenciar para quitárselo solo un momento para jugar. Ella lo toma con su mano libre y lo lleva hasta el interior del departamento gritando a cada rato que le va a enseñar el regalo que le ha comprado a su madre.

Harry sonríe viendo cómo se pierden de su vista y, finalmente, se encuentra con él.

El hombre tiene su mirada completamente perdida en el omega, una sonrisa casi risueña en sus labios y Harry podría jurar que su aroma es diferente esta vez, otra vez, pero por alguna razón no le perturba lo suficiente como para mencionarlo como veces anteriores ni darle demasiadas vueltas a las posibles razones por las que su esencia cambia tanto en momentos tan inespecíficos.

Él le extiende sus brazos en una bienvenida necesaria y Harry no duda ni un solo instante en lanzarse sobre él, ahogándose en su aroma tan fuerte y masculino, justo como a él le gusta tanto. Sonríe cuando el hombre lleva sus manos hasta la cintura del muchacho e inevitablemente se separan solo un poco para besarse lo suficiente para sentirse satisfechos por un instante.

Cuando se aparta Harry ya tiene sus mejillas encendidas, las pupilas negras ahogando el verde de su iris y un corazón que se puede escuchar a una milla de distancia.

Harry definitivamente se siente como si estuviera ovulando.

—Hola, omega.

Y ya está, eso es lo único que estaba necesitando para estallar por dentro una vez más. La manera en la que aquel hombre menciona su casta solo le crea esa corriente eléctrica en su vientre, esa necesidad tan animal de ser recordado como lo que es y ser tratado como tal, incluso si antes lo consideraba humillante, pues resulta que Louis ha llegado para derribar todas esas ideas y plantar unas nuevas en él, haciéndole sentir como el muchacho más feliz de la cuadra entera.

Es tan extraño, sin embargo se siente bien con ello.

Ahora mismo solo espera nunca perder esa emoción a través de los años, no quiere acostumbrarse a esto por el simple hecho de amar las sensaciones que le llenan cada vez, siendo una distinta a la anterior.

Se siente como si estuviera viviendo ese romance adolescente que no ha tenido. Tiene mirada de niño y unas manos inquietas que solo le delatan al mostrarle a aquel hombre lo contento que está de verle.

Harry está o muy enamorado, o muy cegado por ese alfa.

—Hola, Lou.

Y hay otro beso, esta vez el hombre lo toma del cuello y le besa con más cuidado, su lengua trazando cada parte de los labios del omega y no se apartan hasta que sueltan un pequeño ruido apenas audible para ellos dos. Al verse uno al otro Harry casi puede reconocer el rubor en sus mejillas cuando se ve a través de la mirada del hombre.

Es que lo va a volver loco un día de estos.

—Qué bien estamos comenzando diciembre.

Harry no podría estar más de acuerdo cuando se apartan con sonrisas de complicidad.

Termina de entrar al hogar del hombre con esa sensación de estar llegando a un lugar nuevo. Se siente diferente pese a que ha pasado por esa puerta demasiadas veces en los últimos dos meses y no entiende la razón de eso hasta que se quita los zapatos y aspira profundamente.

Hay un nuevo aroma penetrando sus fosas nasales. Durante un pequeño instante piensa que podría ser el aroma de Alexander, pero descarta la idea tan rápido como aparece porque ese hombre es incapaz de dejar su olor dando vueltas por ahí sin permiso, él mismo se lo dijo. Además, el aroma del omega es mucho más dulce, incluso más agradable que el que se ha estado esparciendo por ahí y le ha inquietado tanto.

Con solo aspirar una vez más los vellos de la nuca del muchacho se erizan.

—Huele a omega.

Harry ve la expresión del rostro de Louis tensarse solo un poco. Toma el chaleco que Harry tiene en sus manos y lo hace a un lado, tal cual como con el paraguas y la bolsa de regalo de Alexander, dejando todo en una de las mesas del recibidor.

El hombre, aún sin decir nada, toma la espalda baja del omega y lo conduce dentro del lugar. Terminan llegando a la cocina, donde el aroma a condimentos ahora está intensificado y ese olor diferente parece estar demasiado presente.

Entonces, al entrar, le ve. Está de pie de espaldas a él, con la manga de su camisa arremangada y un delantal atado a su espalda. Parece no haber notado siquiera su presencia hasta que Louis se aclara la garganta y se da la vuelta quedando completamente a merced de la vista de Harry.

Las facciones de su rostro son finas, con una nariz puntiaguda y ojos claros que no pasan desapercibidos. Tiene el cabello largo, lo suficiente para tenerlo atado en una cola que resulta ser bastante abundante.

Sonríe de inmediato los ve, Harry siente su estómago contraerse porque sencillamente el olor le está inquietando demasiado y se siente como si alguien hubiese invadido algo que es completamente suyo.

—Harry, este es Pierre, el nuevo chef —dice el alfa con la voz insegura, puede notarlo—. Pierre, él es Harry, mi omega.

Y pese a que el título con el que es nombrado le provoca llenar su pecho y alzar su barbilla, Harry se contiene y sonríe en su lugar. Es una sonrisa pequeña, ni siquiera se ven sus hoyuelos ni sus ojos verdes brillando. Es solo el levantamiento de sus comisuras que en realidad intentan atrapar el escándalo que el muchacho quiere armarle a Louis por ningún motivo demasiado fundamentado, pero que de todas formas está dando vueltas en su cabeza y picando en la punta de su lengua.

—Es un gusto conocerte, Harry.

—El gusto es mío.

No tiene ninguna intención de ser grosero, puede jurarlo. Y también puede asegurar que no lo está siendo en este momento. De hecho, espera recibir algún tipo de reconocimiento por el enorme esfuerzo que está haciendo ahora mismo al mantenerse tranquilo.

—Pierre, dejamos que sigas en lo tuyo.

El omega asiente con una sonrisa demasiado amplia y se da la vuelta solo cuando Louis toma a Harry de la mano para guiarlo fuera de la cocina. El omega se suelta del agarre del hombre tan pronto como desaparecen de la mirada ajena y escucha al hombre mayor soltar un suspiro.

Se da la vuelta solo para encontrarse con su mirada azulada y lo que parece ser un rostro cargado de vergüenza.

—¿Qué? —se adelanta a decir.

Su tono de voz sale con más fuerza de la que esperaba, pero Louis parece haberse estado preparando para algo como eso.

—Sé que estás molesto.

Harry levanta una de sus cejas y se apresura hasta la habitación de su hombre, esa que ahora también es suya, lo ha decidido desde ya.

Louis le persigue en silencio y cierra la puerta con suavidad después de asegurarse de que los niños estén bien en la habitación de la niña.

—Mi amor...

Comienza él con su mejor tono de voz y sus manos buscando del omega. Sin embargo, el muchacho se apresura a interrumpirle con nada más que una bocanada de aire y las próximas palabras que suelta.

—Mira, Louis, una de mis virtudes es que no me considero un omega celoso y mucho menos posesivo —dice tan pronto como encuentra las palabras—. Puedo tolerar muchas cosas, pero esto no está dentro de esa lista.

El alfa suelta un suspiro largo que parece estar cargado con bruma.

—Amor, juro que pasé por alto avisarte, creí que te lo dije hace días.

Harry niega con la cabeza tan rápido como el hombre habla y también provoca unos sonidos con su lengua en señal de estrés. Puede sentir su propio aroma deslizarse de su interior, saliendo solo un poquito, esta vez diferente a lo que Louis ha podido olfatear.

Huele a molestia, a posesividad. Es como si quisiera marcarlo con su aroma para que prevalezca su esencia en el hombre a donde quiera que vaya por el resto del día, pero todavía no es capaz de hacerlo.

—Es que eso no me importa, Louis. ¿Qué hace ese hombre dejando su aroma por ahí regado en una casa de familia?

La expresión del hombre cambia demasiado rápido, él ahora parece estar demasiado desconcertado por lo que ha dicho el omega.

—No lo había notado, mi vida —Se apresura a decir tan pronto como cae en cuenta de la situación, dando un paso más cerca del muchacho menor.

Harry se cruza de brazos y frunce el medio de sus cejas con una notable molestia.

—¿Cómo que no lo notaste, Louis? Si tiene la casa inundada con su apestoso aroma.

Vale, quizás está exagerando solo un poco y se está dejando llevar por la molestia que le llena el cuerpo y esos sentimientos de celos que están explotando dentro de él cuando nunca antes le había sucedido algo como esto —y claro, tampoco es como si hubiese estado en una situación como esta nunca—, pero tampoco nadie le puede exigir controlarse.

—No, cariño, apenas en la cocina pude sentir su olor. Ni siquiera es tan fuerte.

—Entonces, ¿son ideas mías?

El omega tiene esa expresión en su rostro de inconformidad, y debe admitir que el problema no es el omega, sino quedar como un celoso delante de Louis.

Él no es celoso, de verdad que no. Ni siquiera se siente intimidado por ese, es solo que siente que es una falta de respeto actuar de esa manera.

—No quiero decir eso...

Toma una bocanada de aire grande antes de interrumpirle, y Louis ni siquiera batalla por hablar.

—Louis, yo ni siquiera hago eso de dejar mi aroma por ahí regado en tu casa por respeto a tu hija y a Alexander. Y viene a hacerlo este omega que tiene apenas un día aquí.

Ahora es el alfa quien adopta esa expresión en su rostro de inconformidad, frunciendo su entrecejo y cruzando sus brazos sobre su pecho.

—¿Y eso qué tiene que ver? ¿En qué influyen ellos para que tú no lo hagas?

Harry flaquea solo por un segundo, pero parpadea con altanería como él naturalmente es.

—Bueno, es tu casa y tu hija vive aquí, y Alexander frecuenta bastante este lugar.

—Este también es tu espacio, después de todo también vivirás aquí conmigo.

Él no puede saber si lo que ha hecho Louis ha sido con toda la intención de provocarle un hormigueo en lo más profundo de sus intestinos, pero lo ha logrado. Tal vez puede adivinar que su rostro se ha calentado y sus mejillas se han colorado al escucharlo. Incluso, su cuerpo se ha relajado bastante después de lo que ha dicho.

—Pero... Sí, quizá...

—¿Quizá? —Louis se apresura a decir tan pronto como nota que el omega se ha quedado con las palabras en el aire—. ¿No es lo que quieres?

—Bueno, sí... —dice tan rápido como él mismo se permite, pues su cuerpo se siente pesado y puede jurar que sus cuerdas vocales se han reventado una a una muy lentamente—. Pero, ¿no crees que aún no es el momento, Louis?

—¿Y cuándo lo será?

Para este punto Harry puede notar los tintes de incomodidad en la voz del hombre mayor. Quiere hacer desaparecer eso y borrar cualquier rastro de decepción de él, quiere complacerle sobre todo porque él mismo desea todo lo que están hablando, pero todavía se siente incorrecto, inoportuno.

—No lo sé, Louis. Cuando tú puedas lidiar con todo.

Louis niega con la cabeza un par de veces y se acerca hasta el muchacho para romper la distancia que han marcado entre ellos. Le sonríe de una manera que el corazón de Harry se siente tibio, y deja un beso en la frente del omega para hacerle sentir un poco más cálido.

—Cuando quieras mudarte conmigo, mi amor, lo puedes hacer. El día que lo decidas estaré más que feliz de tenerte a mi lado.

Harry sonríe con sus ojitos inundándose de lágrimas. Se lamenta por ser tan débil en situaciones como estas y por tomarse tan a pecho cada palabra.

Los besos cortos que llegan después de eso, es lo único que el omega necesita para sentirse en casa una vez más.

—No sé cómo se siente enamorarse, pero creo que es esto que siento en mi corazón cada vez que estoy junto a ti —Harry murmura contra su cuerpo cuando le toma en un abrazo—. Te quiero, alfa, estoy intensamente enamorado de ti.

Para ellos ha sido más que suficiente, no hay palabra que exprese todo lo que en sus corazones habita, como la fauna de una selva tropical cuyos espacios nadie puede conocer, peligrosos sus sentimientos tal como son las víboras venenosas. Y justo alrededor de ambos crecen unos pastizales que son tan largos y fuertes como el amor que han estado sembrando.

Louis piensa que algún día podría decirle lo mucho que le ha estado queriendo y lo tanto que podría amarlo muy pronto.

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