Serendipia (Albalia)

By soul__10

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Serendipia: Hallazgo valiosos que se produce de manera accidental o causal. Berlín 1937 Alba es una chica de... More

Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Capítulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
Capitulo 34
Capitulo 35
Capitulo 36
Capitulo 37
Capitulo 38
Capitulo 39
Capitulo 40
Capitulo 41
Capitulo 42
Capitulo 43
Capitulo 44
Capitulo 45
Capitulo 46
Capitulo 47
Capitulo 48
Capitulo 49
Capitulo 50
Capitulo 51
Capitulo 53
Capitulo 54
Capitulo 55
Capitulo 56
Capitulo 57
Epílogo

Capitulo 52

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By soul__10

El nacimiento de Hope, como era previsible, cambió las rutinas en toda la casa. La pequeña comía cada dos horas, como mucho aguantaba tres por la noche, y además era una glotona, aunque, al menos, una vez comida no había niña. Según les había explicado Rafi era normal que los niños que nacían pequeños, porque habían pasado hambre en la barriga de su madre, fueran las causas que fueran, fueran más ansiosos y glotones a la hora de comer, pero que tampoco se los podía atiborrar porque el estómago que tenían era pequeño como ellos.

Alba iba cansada pero feliz. Nunca dudó en quedarse a esa pequeña cuando se enteró de que estaba embarazada, pero desde que la sostuvo por primera vez en brazos tuvo claro que haría lo que hiciera falta por protegerla, porque no tuviera que pasar por lo que ella pasó, por lo que sus madres y su hermana pasaron, porque pudiera crecer en un mundo diferente, un mundo tolerante y feliz.

Natalia también iba cansada pero casi se podría decir que estaba más feliz que Alba. Se encargaba de cambiarle el pañal a la niña, cosa que aprendió a hacer enseguida gracias a rafi, la acunaba, la mimaba y porque ella no podía darle el pecho que sino también lo haría. Sin duda se había enamorado de esa pequeña preciosidad que con el paso de los días se parecía más a Alba, parecía que iba a ser castaña pero los ojos apuntaban a que serían como los de su madre y Natalia decía que también tenía su nariz pero Alba le decía que era demasiado pronto para saberlo todavía.

El mayor cambio fue para Olivia, ella intentó dormir con Alba y Natalia como antes del parto, pero la pequeña la despertaba por la noche, y si no eran las pesadillas las que la despertaban. Probaron poniendo otra cama en el dormitorio, cama que Miguel se había encargado de conseguir hacía días precisamente para eso, pero se despertaba igual. Finalmente se mudó a la antigua habitación de Maria, que había quedado libre, después de que Alba y Natalia hablaran con ella y la convencieran de que era lo mejor, de que así descansaría y Hope no la despertaría por la noche. Eso no quitaba que siempre alguna de las dos se quedaba con ella hasta que se quedaba dormida o que cuando tenía una pesadilla fuera ella la que corría a refugiarse con Alba y Natalia, que la tranquilizaban y cuando se volvía a dormir la volvían a llevar a su habitación.

Marilia y Sabela finalmente se habían marchado a casa de los padres de ésta última, que después en enterarse de lo sucedido les abrieron las puertas de su casa. Marilia empezó a trabajar otra vez en la tienda de sus padres y Sabela tenía intención de volver a trabajar de enfermera aunque todavía no se encontraba con fuerzas suficientes, prefería esperar un poco más.

Los Lacunza volvieron a su casa pese a las protestas de Natalia, no quería separarse de sus padres pero tampoco quería dejar a Alba y a las niñas, pero sabía que posiblemente sus padres lo que necesitaban era volver a casa, intentar poco a poco volver a la normalidad, así que finalmente cedió a su marcha. Pese a todo se veían casi a diario. Si no eran los Lacunza los que iban a ver a su hija, eran Natalia y Alba con las niñas las que aprovechaban para dar un paseo y salir un rato de casa e ir a ver a los Lacunza, o como ellos ya empezaban a llamarse, los abuelos.

Miguel y Rafi seguían trabajando en la clínica aunque mucho menos que antes, habiendo delegado mucho de su trabajo en sus subordinados. Por su parte Miguel intentaba mantener a flote su empresa, comenzando a producir otra vez después del parón de más de un año debido a la guerra donde prácticamente la producción se había parado, volviendo a contratar a trabajadores antiguos y también a muchos nuevos, no era difícil porque la precaria situación que se vivía en el país hacia que hubiera mucha mano de obra disponible.

Por su parte, tanto Miguel y Rafi como Mikel y Maria, empezaron a trabajar con los aliados para intentar recomponer el país, ayudando en lo que hiciera falta, los contactos que Miguel había hecho durante la guerra con los estadounidenses, pasando información, les había servido para poder reunirse todos juntos otra vez. Alemania había quedado dividida por las potencias aliadas. El país quedó dividido en zonas dependiendo del país que las ocupara. Así Alemania se dividió en la zona soviética, la zona británica, la zona francesa, la zona norteamericana y la zona polaca. Berlín por su parte también se vio dividido, en este caso en cuatro zonas: el sector francés, el sector británico, el sector americano y el sector soviético. Por suerte ninguno de ellos vivía en el sector soviético, que parecía ser el más conflictivo y el que no terminaba de encajar con la forma de hacer del resto de naciones.

El cumpleaños de Natalia lo celebraron en el jardín. Pusieron la mesa y comieron todos juntos como en los viejos tiempos. Y pese a que la celebración no fue nada del otro mundo, al menos la pudieron celebrar todos juntos. Alba había conseguido escaquearse un día de Natalia, cosa difícil porque la morena estaba siempre encima de ella, preocupándose por ella, todo el día, pero aprovechó un día que se fue con Rafi para marcharse ella con las niñas y comprarle un regalo. Nada del otro mundo, no había mucho que comprar en esas fechas, pero como siempre compró algo significativo para Natalia. Olivia le ayudó a escogerlo y fue la encargada de entregárselo a Natalia en el momento de repartir los regalos. Era una foto ampliada donde salían las cuatro y que les había hecho Rafi en el parque, Natalia llevaba en brazos a la pequeña Hope y Olivia estaba entre ambas cogiéndolas de la mano, no podía ser una foto más familiar. Y Olivia había ayudado a Alba a escoger el marco y que foto poner en él. Cuando se lo dieron a Natalia quedó claro que le había encantado el regalo.

Pocos días después, precisamente en Postdam, donde vivía la abuela de Natalia y donde se mudaron los Lacunza temporalmente para convencer a la madre de Mikel que se fuera a Berlín con ellos, tuvo lugar, del diecisiete de julio al dos de agosto, la conferencia de Postdam donde se reunieron las tres principales potencias aliadas: Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Soviética. Stalin, Churchill y Truman (así como Clement Attlee, después de que sucediera a Churchill después de ganar las elecciones de 1945) se habían reunido para acordar como administrarían Alemania. Los objetivos de la conferencia también incluían el establecimiento de un orden de posguerra, asuntos relacionados con tratados de paz y el estudio de los efectos de la guerra, así como también la reconstrucción del país.

Desgraciadamente la guerra no había terminado, y otra vez se dejó patente hasta donde llegaba la crueldad humana. Los días 6 y 9 de agosto Estados Unidos lanzó dos ataques con bombas nucleares en Hiroshima y Nagasaki respectivamente, devastando ambas zonas y provocando el día quince la rendición incondicional de Japón a los aliados. Otra vez miles de muertes, que por culpa de la radiación aumentarían durante los próximos meses y cuyos efectos se verían incluso en las siguientes generaciones.

¿Quién habían ganado esa guerra? Porque mucha gente solo era capaz de ver lo mucho que habían perdido, seguramente todo el mundo conocería alguien afectado por ella y muchas familias habrían perdido a algún ser querido sino a todos.

Poco a poco las cosas iban volviendo a la normalidad en Berlín, no quedaba otra que seguir viviendo. Gracias a la ayuda ofrecida por los aliados en la reconstrucción, poco a poco ya se podía ver como las calles de Berlín volvían a la normalidad.

Con esa normalidad Alba también decidió que había llegado la hora de entregar sus listas, las de esos bebés que escondió hacía tanto tiempo ya. Nadie esperaba que la guerra durara tanto tiempo y por desgracia esos niños no conocían más familia que los alemanes que los habían escondido, si todavía quedaban familiares de esos niños las cosas seguro que se pondrían difíciles. Miguel se había puesto en contacto con un conocido rabino que se estaba encargando de ayudar a las familias a reencontrarse después de la guerra. Como Alba tenía suficiente trabajo en casa con las niñas el rabino aceptó pasarse por la casa de los Reche a buscar las listas.

Era un día de principios de septiembre cuando por fin Alba entregó esas listas, esperaba que hicieran lo mejor para esos niños, pero no estaba segura de que eso fuera a ser así. Los judíos los querían para ellos, habían muerto demasiados de ellos y eso significaba que la comunidad había sido diezmada y necesitaban el mayor número posible de gente para propagar su fe. Alba sabía que muchos de esos niños ya no tendrían familia a la que volver, que otros a lo mejor tendrían que volver con familiares lejanos y otros, puede que los más afortunados, pudieran reencontrarse con sus padres. Pero ¿las familias alemanas que los han acogido durante tantos años, querrían dejarlos marchar? Eso era algo de lo que Alba ya no tenía que preocuparse, estaba cansada de preocuparse por los demás, ahora tenía una familia por la que preocuparse y luchar y se iba a centrar en eso. Aunque también sabía que antes o después intentaría indagar sobre lo que había sucedido con esos niños.

Durante esos meses desde la finalización de la guerra, algunas de las familias que habían escondido se habían pasado por casa de los Reche a darles las gracias, por suerte algunas llegaron al final de la guerra sin ser encontradas, otras no tuvieron tanta suerte, la misma que la gente que los escondía.

Una visita que las sorprendió mucho, sobre todo porque no sabían que sería capaz de encontrarlas, ni que tuviera intención de hacerlo, fue la del piloto británico que habían salvado hacía tanto tiempo. Pero resultó ser que la familia Reche era bastante conocida entre los altos mandos de los ejércitos americano e inglés gracias a los chivatazos de Miguel. Bryan les explicó que logró llegar sano y salvo a la frontera y que una vez allí, pese a que le costó, pudo volver a su país, solo para volver a subirse a un avión. Y pese a que cuando llegó nadie se creyó lo que les contó sobre los campos de concentración, una vez empezó la invasión a Polonia y Alemania no solo vieron que era cierto, sino que era mucho peor de lo que se podían haber imaginado. Peor que lo que Bryan les había contado siguiendo la petición de Alba y Natalia, lo único que le habían pedido a cambio de ayudarlo.

Un día de mediados de Octubre, Alba estaba en el sofá dándole el pecho a la pequeña, que ya no era tan pequeña, y Olivia estaba leyendo un cuento mientras Alba la ayudaba con las palabras difíciles. La verdad es que la pequeña aprendía rápido y tenían que empezar a pensar a apuntarla en una escuela, el problema era que sin los papeles en regla no podían. Y la adopción iba para largo así que entre Natalia y ella le enseñaban a leer y escribir, los números y estaban empezando a contar y hacer sumas.

Cuando la pequeña terminó de mamar, Alba se la colocó sobre su pecho y ésta no tardó en quedarse dormida escuchando los latidos del corazón de su madre. Estaban solas en casa porque su padre estaba trabajando y su madre y Natalia habían salido a comprar. Llamaron al timbre y Alba protestó ya que estaba demasiado cómoda con la niña en brazos y escuchando a Olivia leer como para tener que levantarse para abrir la puerta. Soltó un suspiro y se levantó, colocándose a la pequeña en su brazo izquierdo para tener el otro libre para abrir la puerta.

Al abrirla se llevó tal impresión que casi deja caer a la pequeña de sus brazos. En el otro lado de la puerta el impacto debía haber sido más o menos similar porque dos de las tres personas que allí había se habían quedado paralizadas intentado entender la situación.

Alba dejó salir un sollozo con una palabra que podría ser "dios" e inmediatamente se vio rodeada por los dos pares de brazos que llevaba echando de menos seis largos años. El abrazo duró unos largos instantes hasta que una pequeña voz llamando a la rubia las sacó del trance.

- Oli ven. - Dijo Alba haciéndole una seña a la niña que se acercó hasta la puerta. - Estás son...

- Maria y Julia. - Dijo Olivia interrumpiendo a Alba.

Maria y Julia la miraron sorprendidas, ya que ellas sin duda no conocían a esa niña de nada, pero para Alba no fue nada raro, le había hablado mucho de ellas a Olivia, sobre todo durante su estadía en el campo de concentración. Y en casa había visto suficientes fotos como para ser capaz de reconocerlas. Pese a que los años no habían pasado en balde para ninguna, las tres ya no eran ningunas jovencitas adolescentes y estaban hechas todas unas mujeres.

- Chicas, esta es Olivia y esta es la pequeña Hope. - Dijo Alba señalando a ambas niñas.

Sin duda todas tenían mucho que explicar, pero sin duda la que más cosas tenía que explicar era Alba, sus amigas estaban perdidas con tanta niña alrededor de la rubia, sobre todo con la pequeña que tenía en brazos y que se parecía demasiado a la rubia, y hasta donde ellas sabían Alba y Natalia eran inseparables y la morena era mujer.

- ¿Y él quién es? - Preguntó Olivia señalando al chico que había detrás de Maria y Julia.

Alba le bajó la mano con la que estaba señalando al chico y le dijo que era de mala educación hacer eso. Olivia se encogió de hombros a la espera de una respuesta.

- Chicas, os presento a Carlos right. - Dijo Julia, haciendo un hueco entre ella y Maria para que éste se colocara mientras Alba le hacia un buen repaso intentando descifrar quien sería. - Mi prometido. - Añadió Julia desvelando por fin el misterio del fornido, guapo y chico.

Alba se quedó con la boca ligeramente abierta ante la sorpresa para después esbozar una enorme sonrisa. A su amiga se la veía feliz y eso no podía hacer nada más que ella también lo fuera.

Alba y Julia se saludaron cordialmente y después éste se agachó para quedar a la altura de Olivia y poder saludarla.

- Pasad. - Dijo Alba finalmente apartándose de la entrada para que los chicos pasaran.

Sin duda había mucho de qué hablar. Todas tenían mil preguntas para hacerse. Aunque sin duda la más acuciante para Maria y Julia a era saber quién era esa tal Madi y sobre todo quien era la pequeña Hope, tan parecida a su madre.

Se sentaron en los sofás, Alba dejó a Hope, que se había dormido, en su moisés y Olivia se sentó en el suelo, algo apartada, a jugar con alguna muñeca. Alba se sentó en el sofá entre medio de sus amigas y empezaron a hablar las tres la vez para decirse básicamente que se habían echado mucho de menos y Alba no dejaba de recalcar que se alegraba un montón de que hubieran vuelto.

En esa charla emocionada estaban cuando la puerta se abrió y se oyó la voz de Natalia

- ¡Ya estamos en casa!

Olivia se levantó para ir a saludar a Natalia y Rafi pero paró a mitad de camino encontrándose con Natalia paralizada en el umbral de la puerta del salón, y Rafi sin ver que se había parado tropezó con ella y no cayeron al suelo de milagro.

- Pero qué... - Empezó a decir Rafi callándose al instante al percatarse de la escena que había en el salón.

Natalia dejó lo que llevaba en el suelo y se acercó a sus amigas que ya se habían levantado y se encontraron en un intenso abrazo. Rafi también se acercó a las chicas y apartó a Natlia para poder abrazar también a esas chicas que casi eran como sus hijas.

- ¿Cuándo habéis llegado? - Preguntó Rafi emocionada.

-A la noche, hemos dormido en las casa de los Medina.-Dijo Maria

Rafi y Natalia se quedaron mirando a la otra persona, desconocida para ellas, que había en el salón.

- Este es Carlos Right, mi prometido. - Informó Julia. - Y ellas son Natalia, la novia de Alba y Rafi, la madre de Alba. - Hizo Julia las presentaciones.

Y si al chico le pareció extraño la palabra novia, no lo demostró de ninguna manera. Seguro que Julia le había hablado mil veces sobre ellas.

-¿Conoces Berlín? - Le pregunto Rafi.-El chico negó con la cabeza. - ¿Qué tal si damos un paseo y se lo enseñamos? - Dijo mirando a Olivia.

Olivia asintió y a Carlos no parecía importarle el plan, sabiendo que esas cuatro chicas tenían demasiado que contarse, seis años eran muchos para ponerse al día.

Empezaron Maria y Julia, hablando de sus primeros meses en América, de que el negocio iba muy bien y que ambas trabajaban duro junto los padres de Maria para sacarlo adelante. Los últimos años habían sido difíciles y al no llegar mercancía desde Alemania habían tenido que buscar otros proveedores, pero pese a todo lograron mantenerse a flote. Carlos había entrado a trabajar en la empresa hacia cuatro años y enseguida habían conectado con él. Y él y Julia empezaron a salir un año después, llevaban tres años saliendo y pese a que Carlos le había pedido matrimonio a Julia el año anterior esta se negó a casarse hasta que la guerra terminase y pudiera volver a ver a su familia y que su familia pudiera asistir a tal evento. Después fue el turno de Maria de ser interrogada sobre su vida sentimental y pese a que hasta hacia poco parecía que no había tenido nada serio, ahora llevaba varios meses saliendo con un chico, llamado Pablo, del que todas podían intuir que estaba más que enamorada. Y por último hablaron de la guerra, de que se respiraba un ambiente extraño, de que muchos jóvenes y no tan jóvenes habían partido hacia ella, y que pese a que en las ciudades no había habido ataques, sí que muchos americanos habían muerto en la guerra y muchas familias habían perdido algún ser querido.

Después les tocó a Alba y Natalia hablar sobre la guerra. Hablar sobre cómo habían escondido a familias, a niños, incluso a un soldado británico. De cómo habían soportado bombardeos, con la incertidumbre de no saber de la otra. La cantidad de heridos que Alba había visto en el hospital de la Cruz Roja, de la cantidad de niños desnutridos que había a medida que avanzaba la guerra. Y después hablaron de lo peor, de Isaac, de cómo las había detenido sin argumentos, de cómo las había separado y de todo lo que tuvieron que vivir a partir de ese momento. Julia y Maria no tardaron en comprender de donde había salido Hope y de donde había salido Olivia. Una impuesta por una brutalidad, y la otra acogida por la rubia al quedarse sola, pero de lo que no tenían duda Maria y Julia es que Alba quería a esas niñas con toda su alma, solo había que verle los ojos cuando hablaba de ellas para saberlo.

Compartieron sus experiencias entre risas y lágrimas, pero felices de estar juntas de nuevo. Felices de recuperar algo de lo que la guerra las había privado, su amistad, que pese a que después de seis años seguía intacta y fuerte no habían podido sentirla.

Sin duda tenían muchas más cosas para decirse, muchos más sentimientos y emociones que sacar a la luz, pero habría tiempo para ello. Aunque Alba sabía que ambas volverían a Estados Unidos, ya que ahora su vida estaba allí. Pero ella ya hacía tiempo que quería irse de Alemania, de Berlín, para ella ese ya no era su hogar, un país que había perdido su rumbo, que ni siquiera parecía arrepentirse de lo que había pasado, puede que hubiera cosas más urgentes que hacer que reflexionar, aunque para ella no era así, desde el principio supo que lo que estaban haciendo los nazis estaba mal, y esta guerra le demostró que demasiada gente pensaba como ellos. A lo mejor empezar en un sitio nuevo... Pero hasta que no pudiera adoptar a Madi oficialmente no podía pensar en marcharse, y también tendría que hablarlo con Lexa, porque sin duda su hogar estaba con ella y las niñas, pero hasta que no se resolvieran las cosas prefería esperar antes de decir nada, aunque tenía la impresión de que a Lexa tampoco le apetecía mucho seguir allí, aunque a lo mejor se equivocaba.

La conversación se vio interrumpida cuando los paseantes volvieron de su paseo, que les había permitido ese momento de intimidad para ponerse al día, aunque fuera solamente con pequeñas pinceladas sobre lo más importante acontecido en esos seis años. También venían Aurora y Sergio, que habían sido invitados a comer por Rafi. Así que Aurora y Rafi se pusieron manos a la obra en la cocina para preparar la comida mientras el resto se ponía a otras cosas.

Cuando Hope despertó, Alba aprovechó para desaparecer en su habitación para darle de comer, había demasiada gente allí y no hacía falta que todo el mundo viera como le daba el pecho a su pequeña, para ella era un momento íntimo y nadie más que su familia, Natalia y Olivia, tenían porque presenciarlo. Alba aprovechó ese momento de intimidad para asimilar que sus amigas estaban de nuevo allí, para asimilar todo lo que habían hablado y poner en orden su cabeza y sus sentimientos.

- ¿En qué piensas? - La sacó de sus pensamientos Natalia acercándose a la butaca donde Alba estaba dando de mamar a la pequeña.

- En todo. - Dijo Alba con sinceridad, porque la verdad era que en esos momentos su cabeza era un torbellino de pensamientos.

- Te quieres ir ¿Verdad? De Berlín, de Alemania. - Dijo Natalia.

Alba la miró sorprendida, aunque después pensó en que no sabía de qué se sorprendía, siempre se habían sabido leer los pensamientos y las intenciones, así de bien se compenetraban, a veces daba hasta algo de miedo.

- No me siento identificada con mi país. Un país que me odia por lo que soy. - Dijo Alba encogiéndose de hombros.

- Creo que los homosexuales están mal vistos en todo el mundo. - Dijo Natalia.

- Puede... - Dijo Alba cambiando de posición a Hope que ya había soltado su pecho. - Pero no comparto la forma de pensar de muchos alemanes, no solo me refiero al tema de la homosexualidad, sus ideales no son los míos.

- Vayámonos. - Dijo Natalia. Alba la miró con una triste sonrisa. - Si, sé que hasta que no adoptes legamente a Olivia no podemos, pero cuando lo hagas... Vayámonos. - Repitió Natalia. - La librería ya no está y mis padres no quieren ni oír de volver a abrir, y Alemania es un país que no me representa. Que no nos representa. Nuestros ideales han sido firmes durante toda la guerra, incluso antes de esta, y aun y así la gente parece que continúa dormida. A lo mejor en otro país podemos ayudar a cambiar las cosas, aquí no lo creo. Al menos no en un corto espacio de tiempo.

- ¿Y nuestras familias? - Dijo Alba.

- A lo mejor se vendrían. No creo que ninguno este bien con la situación tal y como está.

Alba sonrió y Natalia no pudo evitar acercarse para darle un beso. Hope no parecía enterarse de que ese beso estaba subiendo de intensidad pero desgraciadamente una voz desde abajo, que las avisaba de que la comida estaba lista, las obligó a separarse sin muchas ganas.

Natalia se levantó y extendió los brazos y Alba le tendió a Hope para que la morena la cogiera. Natalia la acurrucó contra ella y Alba se levantó.

- Cada vez se parece más a ti. - Dijo Natalia contemplando a esa pequeña de pelo castaño claro, más claro pero sin llegar al rubio de su madre, como bien había dicho cuando era más pequeña, con la misma nariz, lo único que parecía diferente era esa pequeña boquita.

Natalia se colocó a Hope en un brazo para con el otro rodear a Alba y abrazarla contra ella. Alba rodeó a Natalia con sus brazos acercándola más a ella y se refugió en ese reconfortante abrazo. Otra vez las llamaron desde abajo y no les quedó más remedio que separarse no sin antes dejarse un tierno beso en los labios.

Bajaron a comer, a disfrutar de una comida como hacía años que no hacían, todos allí reunidos otra vez, como en los viejos tiempos, y aunque ya nada fuera igual que antes, porque esa guerra los había cambiado a todos, al menos había cosas que podían continuar siéndolo.

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