Capitulo 42

81 1 0
                                    

Al final los abuelitos se comprometieron a esconder a la madre y a dos de los hermanos. Y a última hora encontraron otra familia dispuesta a esconder a el padre y al otro hermano. Pese a lo mucho que les costó separarse, finalmente la familia lo hizo, para ellos era mejor eso que ser deportados sin saber cual sería su destino, pero seguramente mucho peor, y también estarían separados porque una vez se llegaba a los campos de concentración se realizaba separación entre hombres y mujeres.

El cumpleaños de Natalia estaba cerca y ojalá pudieran hacer algo especial, pero desgraciadamente las cosas no estaban para mucha celebración. Finalmente pasaron el día juntas, y como el año anterior tuvieron una agradable y romántica cena, con postre incluido.

Los días y las semanas iban pasando y todo era más de lo mismo. Los bombardeos británicos sobre ciudades alemanes se habían intensificado, y cada vez eran más frecuentes. Por otro lado, Alemania y sus socios habían vuelto a lanzar una nueva ofensiva contra la Unión Soviética, esta vez en Stalingrado y en septiembre habían penetrado en el Cáucaso y se habían asegurado la península de Crimea.

Por otro lado, las redadas y deportaciones de judíos hacia el este continuaban a toda máquina, sin descanso. Una de las más importantes fue en París. Miles de judíos fueron encerrados en el Velódromo de Invierno entre los días 16 y 17 de julio. Se hablaba de que casi 13.000 judíos fueron detenidos y 7.000 de ellos encerrados en el velódromo sin ningún tipo de condiciones sanitarias. Los judíos encerrados solo podían llevarse una manta, unos zapatos y dos zapatos. Después tuvieron que subsistir 5 días sin comida y casi nada de agua, y además los que intentaron huir fueron fusilados en el mismo velódromo. Todos los prisioneros fueron posteriormente enviados a los campos de concentración nazis, antes de ser enviados a los de exterminio.

Los días pasaban sin cambios. Todo era más de lo mismo. Intentar enterarse de como iba avanzando la guerra, no solo por los medios alemanes, que eran más bien poco fiables ya que no dejaban de ensalzar las victorias, pero no hablaban de las derrotas. Atender soldados heridos para después volverlos a mandar al frente o bien ayudarlos en la rehabilitación. Atender a personas heridas en los bombardeos por parte de los británicos. Esconderse de los bombardeos si era posible. Sufrir por no saber si uno de esos bombardeos había afectado a una persona querida. Y ayudar, intentar ayudar como fuera.

Su grupo de la resistencia había dejado de esconder judíos. Era imposible encontrarles familias. A parte de que cada vez eran menos los judíos que quedaban para ayudar. En esos momentos se dedicaban a conseguir cartillas falsas de racionamiento para los judíos que tenían escondidos y así poder conseguir alimentos para ellos y las familias que los escondían. También intentaban ayudar a escapar a aquellos que querían intentar salir del país, pero era algo muy complicado. Y todavía escondían algún que otro bebé, pero también las opciones disponibles eran cada vez menores. Alba seguía siendo la encargada de entregar a esos bebés y continuaba llevando la lista por si algún día esos bebés podían reencontrarse con sus familias.

En cuanto a sus vidas personales, todo seguía más o menos igual. Las chicas continuaban locamente enamoradas y pese a los difíciles momentos que estaban viviendo conseguían olvidarse de vez en cuando de todo y centrarse en ellas. Pero pese a todo ambas tenían sus propias preocupaciones.

Alba estaba preocupada por Maria y Julia. No porque creyera que les hubiera pasado algo, ya que sabía que, pese a que Estados Unidos estaban en guerra contra ellos, la guerra no había llegado hasta allí, a excepción de las bases del ejercito que eran bombardeadas por Japón, pero eso no afectaba a sus amigas. Pero lo que le preocupaba es que ellas estarían preocupadas por no saber nada de ellos. De no saber si todos estaban bien. Y es que era imposible comunicarse ni vía telegrama ni vía carta con Estados Unidos. Así que Alba no podía hacerles saber que estaba bien. Ni decirle a Julia que sus padres estaban escondidos y a salvo y que su hermano estaba ayudando en otra ciudad. La última carta que Alba había mandado diciéndole a Julia que sus padres estaban escondidos, de forma sutil por si alguien leía el correo, no había recibido contestación, así que no sabía si su amiga había recibido o no la información.

Serendipia (Albalia)Where stories live. Discover now