Capitulo 19

120 0 0
                                    

En cuanto Alba llegó a casa se vio rodeada por los brazos de su madre, que la mira interrogante, pero debido a que había más gente decidió esperar por el momento adecuado para interrogar a su hija. Alba aprovechó para saludar a los padres de María y así conseguir escaquearse a su habitación.

De la que no consiguió escaquearse fue de María, ya que como su abuela va a dormir en su habitación, esos días se ha mudado a la de la rubia.

- ¿Qué? – Pregunta María entusiasmada.

- ¿Qué de qué? – Pregunta Alba haciéndose la loca.

- ¿En serio? ¿Te envío a la chica guapa y así es como me lo agradeces? – Se quejó María.

Alba se encogió de hombros.

- Ya os lo explicaré a Julia y a ti juntas, así no me tendré que repetir. – María salió disparada de la habitación. - ¿María qué...?

Pero María ya se ha ido y alba no puede evitar negar con la cabeza. Sabía perfectamente a donde había ido la loca de su amiga.

Unos treinta minutos después, María volvia a entrar en la habitación arrastrando a Julia.

- Ya estamos todas. – Informó María.

Y a alba no le quedó más remedio que contarles lo que había pasado esos días. Saltándose algunas cosas que no eran de vital importancia para sus amigas, como que habían dormido juntas.

- ¿Qué? – Dijo alba al terminar su relato censurado y ver las caras de gilipollas de sus amigas.

- Sois tan monas... - Dijo María poniendo cara de tonta, a lo que alba le dio con el almohadón.

¡Y para que lo hizo! Porque en ese momento empezó una batalla campal entre las tres amigas que entre risas fueron dándose almohadazos o cojinazos, en función del arma usada, a diestro y siniestro. Cuando se hubieron calmado reanudaron la conversación.

- Te ves feliz. – Dijo Julia.

- Lo soy. – Dijo alba encogiéndose de hombros. – Mucho. – Añadió por si había dudas.

- Te lo mereces. – Dijo Júlia abrazándola. – No me gusta verte triste.

- Ya no estoy triste. – Dijo Alba.

- ¡Ni que lo jures! – Dijo María abrazando también a su amiga.

- ¿Vas a decírselo a tus padres? – Preguntó Julia.

- Supongo... Aunque creo que esperaré un poco.

- ¿Por qué? ¿Crees que natalia se va a arrepentir? – Preguntó ahora María.

- No. Se que no lo hará. Pero con tanta gente por casa... No sé... Quiero que sea algo entre ellos y yo... Y tampoco sé cómo se lo tomaran.

- ¡Tus padres te aman! – Dijo Júlia como si eso fuera suficiente.

- Muchos padres aman a sus hijos hasta que algo de lo que hacen o de lo que piensan no va acorde con sus creencias. – Apuntó alba

- Pero tus padres no son así. – Dijo María. – Son geniales.

- Puede... Igualmente quiero esperar al momento apropiado.

- ¿Y entonces que les vas a contar? – Preguntó María.

Y lo que les contó fue que Natalia se dio cuenta de que se había equivocado, sin explicarles en qué se había equivocado, y que fue a buscarla para pedirle perdón. Y que después ella la invitó a quedarse allí unos días. Si los Reche se lo creyeron o no, su hija no lo supo, aunque creyó que no habían quedado muy convencidos con la historia. No le importaba mucho porque tenía intención de explicárselo todo más adelante. Seguramente cuando pasaran las fiestas y volvieran a quedarse los tres solos, junto con María , en casa.

Serendipia (Albalia)Where stories live. Discover now