Serendipia (Albalia)

By soul__10

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Serendipia: Hallazgo valiosos que se produce de manera accidental o causal. Berlín 1937 Alba es una chica de... More

Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Capítulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
Capitulo 34
Capitulo 35
Capitulo 36
Capitulo 37
Capitulo 38
Capitulo 39
Capitulo 40
Capitulo 41
Capitulo 42
Capitulo 43
Capitulo 45
Capitulo 46
Capitulo 47
Capitulo 48
Capitulo 49
Capitulo 50
Capitulo 51
Capitulo 52
Capitulo 53
Capitulo 54
Capitulo 55
Capitulo 56
Capitulo 57
Epílogo

Capitulo 44

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By soul__10

La guerra continuaba. Bombardeos, lucha y muertes en ambos bandos. Los alemanes continuaban con su empeño de conquistar a Unión Soviética. Después de la batalla de Stalingrado, los soviéticos comenzaron a avanzar y conquistar posiciones hacia el oeste en una serie de ofensivas que los alemanes no fueron capaces de rechazar hasta Zaporiyia, donde pareció que volvían a recuperar el control, aunque la ilusión les duró poco.

En ese momento, después de otra serie de contraofensivas alemanas y una vez estabilizado el frente, los soviéticos poseían un saliente formado en torno a la ciudad de Kursk y la intención de Hitler era atacarlo y recuperar la iniciativa en esa guerra contra la Unión Soviética.

El ejército alemán había denominado la misión "Operación Ciudadela", como nombre en clave para esa batalla que se viviría en Kursk durante los meses de julio y agosto de 1943. Entre ambos bandos se desplegaron más de tres millones de soldados, 6000 tanques, 36000 morteros y cañones y 5000 aviones. Pese a que los alemanes tuvieron menos bajas que los soviéticos, finalmente fueron estos últimos los que ganaron la batalla y pese al alto número de bajas que sufrieron enseguida recuperaron su ejército y la iniciativa en su propio país haciendo retroceder a los alemanes.

Mientras los alemanes luchaban contra los soviéticos en Kursk, las tropas estadounidenses y británicas desembarcan en Sicilia, y a mediados de agosto, los Aliados la controlaban. Debido a la invasión de Sicilia, Mussolini fue arrestado por el mismo rey de Italia terminando así con la Italia fascista. Después de eso, los aliados entraron a Italia a través del estrecho de Mesina, avanzando hacia el norte, sin encontrar mucha resistencia. El nuevo gobierno italiano, comandado por Badoglio, firma la rendición el 8 de septiembre intentando ocultarle a Alemania la rendición para que Hitler no sospechara de la traición de su aliado al rendirse a los aliados. Pero pese a los intentos de Badoglio por ocultar la rendición, Hitler se entera de la ocupación italiana por parte de las tropas aliadas y decide invadir el país.

Así que, después de diversas confrontaciones, Italia queda divida en dos, igual que Francia. En el norte, Mussolini, que fue liberado por los alemanes el doce de septiembre, y que gobierna la República Social Italiana. Y, por el contrario, el sur queda a manos de los aliados.

Pese a todo, la lucha por Italia no había acabado y ambos bandos continuaban luchando para hacerse con el control total del país.

Pero no solo el ejército alemán estaba siendo atacado, en septiembre de ese mismo año las RAF volvieron a bombardear Berlín con más fuerza que nunca. En diez días se perpetraron tres grandes ataques contra Berlín en los que participaron más de 1500 bombarderos. La destrucción de Berlín fue tal, que se hablaba de que en uno solo de esos ataques, los daños sufridos en la ciudad igualaban los sufridos por Londres durante la batalla de Inglaterra en 1940.

El primero de esos bombardeos pilló a Natalia en casa y corrió a esconderse en el refugio más cercano encontrándose allí con sus padres que habían salido corriendo de la librería. A Alba por su parte la pilló en el Hospital de la Cruz Roja y pese a que no estaba bien visto que los puestos médicos fueran atacados, varias bombas cayeron muy cerca de ellos. El caos era total y entre los heridos que ya había en el hospital y los que iban llegando enseguida se vieron desbordados.

Alba y Natalia hacia varias semanas que habían dejado de trabajar con Miguel en su clínica, que se había visto reducida al cuidado de los soldados heridos en el frente, en su mayoría de alto rango, y ellas habían centrado todos sus esfuerzos y tiempo en el Hospital de la Cruz Roja.

Después de ese primer ataque Natalia se negó a separarse De Alba, ya que el no saber si estaba bien o no, la mataba de preocupación. Así que se quedaba con ella en casa, o si iba al hospital por que le tocaba trabajar, ella la acompañaba. Allí siempre necesitaban voluntarios para otras tareas que no fueran médicas y a Natalia, con tal de estar con Alba , no le importaba ayudar en lo que fuera necesario. El resto de los ataques los pasaron juntas, uno las pilló en casa de los padres De Alba, por la noche, cuando se acababan de acostar y donde corrieron a esconderse en el sótano. El otro las pilló en el hospital, justo antes de terminar el turno De Alba y donde volvieron a caer varias bombas bastante cerca, una de ellas incluso dañó una de las paredes del hospital, debido a la onda expansiva, aunque por suerte esta se mantuvo en pie. Los días siguientes varios voluntarios se encargaron de arreglar esa pared.

Las bajas en la población civil fueron importantes. Los judíos escondidos fueron uno de los colectivos que peor llevaban los bombardeos que se iban sucediendo sobre Berlín, y otras ciudades alemanas, sobre todo porque no podían ir a un refugio y arriesgarse a ser descubiertos.

En el último bombardeo de ese septiembre, un matrimonio con una hija, que habían escondido hacia ya más de un año, se vio afectado. La mujer que los escondía consiguió contactar con alba . El padre había muerto protegiendo de un derrumbe en el sótano donde estaban escondidos, a la madre y la hija, que estaban bien pese a tener heridas superficiales que Alba curó y les enseñó a curar para los sucesivos días. Además, tuvieron que buscarles un nuevo escondite ya que la casa de la mujer que los escondía había quedado bastante afectada por los ataques y ésta les dijo que se iba fuera de Berlín, a un pueblo en donde vivía su hermana. Al padre, junto con su grupo de la resistencia consiguieron sacarlo una noche de la casa y enterrarlo con el mayor respeto posible, en un sitio discreto. Esconder a la mujer y a la hija fue muy complicado, en esas fechas y con tantos bombardeos ya nadie se preocupaba de esas cosas, además que hacia tiempo que no había judíos que esconder. Finalmente consiguieron ocultarlas en un colegio/internado de mojas, la hija sería matriculada como una alumna más y la madre trabajaría en las cocinas del centro, donde además necesitaban mano de obra ya que muchas trabajadoras habían dejado de ir a trabajar. Alba, gracias otra vez al amigo de su padre, logró pasaportes falsos para ambas y con eso las mojas se sentían más seguras por si había alguna inspección por parte de los nazis, ya que de vez en cuando hacían alguna para ver si escondían a alguien en el colegio.

Además, en esos tres ataques, dos almacenes y una de las fábricas del padre De Alba habían sido alcanzados y aunque por suerte no hubo bajas ni heridos, ya que los ataques habían sido de noche, si que los daños habían sido importantes. Uno de los almacenes se cerró y lo que pudieron rescatar fue trasladado a otros almacenes. Y el otro almacén y la fábrica fueron arreglados con ayuda de los trabajadores.

Después de los ataques, Alba y Sabela se vieron desbordadas de trabajo, cada vez había más heridos y era imposible atenderlos a todos, y encima combinar eso con la resistencia las estaba agotando, así que pese a sentirlo mucho, ambas, junto con Marilia y Natalia dejaron el grupo, centrándose en ayudar de otra manera, en el hospital.

Después de esos ataques hubo un periodo de calma, Natalia había vuelto a casa con sus padres, que también sufrían en esos ataques sin saber si su hija estaba bien pero también entendían que ésta necesitara estar con alba. Pero después de ese periodo de calma, el 18 de noviembre de 1943 se iniciaron una serie de bombardeos, unos más importantes que otros, pero todos altamente destructivos. La población de Berlín no sabía nunca cuando iba a haber un ataque y pese a los avisos, mucha gente se quedaba sin poder llegar a un refugio seguro. Y es que los ataques tenían lugar de noche, cuando estaba claro que era más difícil avistar a los bombarderos. Y, además, al ser de noche, a la población le costaba mucho más llegar a los refugios porque a muchos los pillaban durmiendo.

Alba y Natalia volvieron a vivir momentos de incertidumbre, de no saber si la otra estaba bien. Esos ataques volvieron a afectar a varios almacenes y fábricas de Los Reche y una de las bombas había caído también en plena calle de la librería y pese a que solo fue afectada la fachada y solo tuvieron que cambiar los cristales ese ataque las había asustado a ambas.

Para terminar de hundir a Alemania en el frente soviético, después de tres operaciones coordinadas por parte del Ejército Rojo, el día 22 de diciembre, Kiev era liberado de la ocupación alemana.

Por supuesto Berlín no era la única ciudad alemana que recibía bombardeos, muchas ciudades importantes también los recibían, pero Berlín no dejaba de ser la capital por lo que era el primer objetivo de los ataques, aún y así había ciudades que habían sufrido muchos más daños que Berlín: Hamburgo, Dresde, Colonia... entre otras.

El 1944 empezó con el continuo ataque aéreo a Berlín, sólo en enero fueron seis los ataques a la capital alemana y donde se arrojaron centenares de bombas. El 16 de febrero tuvo lugar uno de los más importantes donde más de 1000 bombarderos atacaron la ciudad.

La noche del tres de abril, después de varios días de calma y sin bombardeos ya que la operación de las RAF parecía haber terminado, Alba y sus padres dormían en su casa, aparentemente esa noche no había bombarderos a la vista ni sirenas de aviso sonando. No hacia mucho que se habían acostado, pero todos habían caído rendidos en sus camas, el trabajo en los hospitales era extenuante y todos llegaban cansados a casa con la única idea de cenar, acostarse y dormir. El timbre los despertó a todos. Alba salió de su habitación encontrándose con sus padres saliendo de la suya. Se miraron extrañados ya que no sabían quien podía ser a esas horas, es más, si era alguien podrían ser perfectamente las SS o la Gestapo, aunque a veces esos no se molestaban ni en llamar a la puerta, y menos a esas horas. Miguel se dirigió a la puerta principal mandado a su mujer y a su hija a la cocina, donde estaba la puerta trasera, por si tenían que huir.

- Natalia... - Murmuró Miguel al abrir la puerta.

Alba que desde la cocina oyó el nombre de su chica salió como un huracán casi apartando a su padre de un empujón de la puerta para ver a Natalia . La mirada rota de la chica le rompió el alma.

- Nat... ¿Qué pasa? - Preguntó alba con miedo a la respuesta.

Natalia se abalanzó sobre alba que la rodeó con sus brazos, con fuerza. Miguel cerró la puerta mirando a las chicas abrazadas y esperando, igual que Alba, una explicación. Rafi había llegado de la cocina y también estaba a la espera de una explicación.

- Se los han llevado... - Fue la explicación que dio Natalia

El tiempo parecía haberse parado en la entrada de la casa de los Reche mientras todos intentaban procesar las palabras de Natalia y lo que implicaban.

A Natalia le fallaron las piernas y rompió en llanto. Alba la sujetó con más fuerza para después caer ambas al suelo, de forma suave y guiada por alba. Natalia se refugió en el pecho De Alba mientras lloraba desconsolada y ésta trataba de consolarla meciéndola en su abrazo, sin soltarla.

- Estoy aquí, estoy aquí. – Murmuraba Alba con sus labios sobre los cabellos morena de su chica, intentando consolarla de alguna manera.

Alba no dejaba de susurrarle palabras tranquilizadoras mientras la mecía entre sus brazos y la agarraba con fuerza. De vez en cuando algún lastimero "Alba" se escapaba de los labios de Natalia haciendo que ésta la abrazara todavía más fuerte.

Ninguna supo cuanto rato estuvieron así hasta que Natalia poco a poco empezó a tranquilizarse. Cuando Natalia estuvo más tranquila Miguel se arrodilló junto a las chicas ayudándolas a levantarse y dirigiéndose los cuatro al salón donde Alba se sentó en uno de los sofás con Natalia pegada a ella y sin soltarla ni un momento.

Alba pasó sus manos por las mejillas de Natalia  intentando limpiar el rastro de lágrimas que había en ellas, aunque todavía caían algunas así que la acción no era muy efectiva. Alba le dejó un tierno beso en los labios intentando transmitirle seguridad, que supiera que ella estaba allí. Natalia se acomodó, recostando la cabeza sobre el hombro De Alba, que enseguida la envolvió con su brazo volviéndola a apretujar contra ella.

- ¿Qué ha pasado? – Preguntó Alba.

- ¿Quieres contarlo, cielo? – Oyeron la voz de Rafi.

Flashback

Los Lacunza acababan de cenar y estaban en el salón conversando sobre su día cuando unos golpes en la puerta los sobresaltaron.

- ¡Gestapo! ¡Abran la puerta! – Acompañó una voz a los golpes.

Mikel se levantó a abrir temeroso de lo que pudiera pasar. Dos oficiales de la Gestapo lo apartaron de malas maneras entrando en el piso. Se dirigieron al salón donde María y Natalia los miraban temerosas.

- María Lacunza . Queda arrestada. – Informó uno de ellos.

- ¿Por qué? – Exigió Mikel.

- Por judía. – Dijo el otro oficial de forma muy despectiva.

- ¡No es judía! – Dijo Mikel interponiéndose entre los oficiales y su mujer.

Uno de los oficiales le propinó un golpe antes de decir.

- Según la ley sí. Da igual que se casara con usted, su familia es judía y ella es judía.

- Iré con ustedes. – Dijo maria intentando mantener la compostura.

- ¡No mamá! – Gritó Natalia .

- Ssshhh mi niña está bien. – Dijo María intentando tranquilizar a su hija.

- No, no está bien. – Dijo Natalia al borde del llanto.

- Coja lo que necesite, en cinco minutos nos vamos.

Se dirigieron los tres a la habitación del matrimonio Lacunza y en una maleta empezaron a guardar ropa mientras Natalia no paraba de repetir que seguro que había otra manera.

- ¿Qué haces? – Le preguntó Natalia a su padre cuando vio que también guardaba cosas suyas.

- Me voy con tu madre.

- ¿Qué? ¡No! ¡No! ¡No! – Empezó a llorar Natalia.

- No es discutible Natalia . – Dijo Mikel cerrando la maleta y cogiendo otra para dirigirse a la cocina y llenarla de comida.

- Pues me voy con vosotros. – Dijo natalia decidida y dirigiéndose a su habitación.

- ¡No! – La frenó Mikel cogiéndola con fuerza por el antebrazo. – Cariño, tu tienes a alba, ella cuidará de ti. Os necesitáis, igual que yo necesito a tu madre.

- Pero...

- Todo irá bien. Ve con alba. Los Reche te cuidaran.

- No, papá... Yo... Por favor.

- Escúchame. – Dijo Mikel con decisión. – Cuando bombardean Berlín siempre quieres estar con ella, es lo que necesitas, quieres estar con alba porque os amáis y os necesitáis, necesitáis estar juntas y saber que estáis bien. Yo necesito eso con tu madre.

- Pero...

- ¿Y si fuera al revés?

- ¿Qué? – Preguntó natalia sin entender.

- Si detuvieran a alba y se la llevaran... ¿Te irías con ella?

- Sí. – Confesó Natalia muy a su pesar.

- Todo irá bien. – Repitió Mikel.

Natalia asintió y siguió a sus padres a la cocina donde metieron toda la comida que pudieron en otra maleta.

- Estamos listos. – Dijo Mikel a los oficiales.

- ¿Listos? – Preguntó uno de ellos.

- Sí. Mi mujer y yo. Me voy con ella.

- Pero no es necesario usted es alemán. – Dijo el otro oficial.

- Es mi mujer. Me voy con ella. – Volvió a decir Mikel con seguridad.

- Como quiera. Usted sabrá. ¿Ella también viene? – Preguntó señalando a Natalia.

- No. – Contestaron con rotundidad ambos progenitores a la vez.

Antes de que los oficiales se los llevaran, los Lacunza se abrazaron a su hija diciéndole lo muy orgullosos que estaban de ella, que se apoyara en alba y que la querían. Las lágrimas no faltaron en ese abrazo de familia antes de que los separan.

Mientras uno de los oficiales acompañaba a los Lacunza a la salida el otro le dijo a Natalia:

- Ten cuidado jovencita, no hagas tonterías porque estamos deseando que los mishling como tú las hagáis para deteneros también.

Y dicho esto cerró la puerta en las narices de natalia que cayó al suelo en un llanto desgarrador. No supo el tiempo que estuvo así, llorando sin poder calmarse hasta que unos ojos aparecieron en su mente. Cogiendo el abrigo salió de casa sin preocuparse por la hora que era y corrió hasta la casa de los Reche. Al llegar observó que toda la casa estaba a oscuras y supuso que ya era muy tarde, pero la necesitaba, más que nunca la necesitaba. Acercó una mano temblorosa al timbre y esperó.

Fin del Flashback

Natalia contó la historia entre lágrimas, siendo arropada por alba, mientras todos los Reche escuchaban con una mezcla de pavor y pena el relato. Alba la abrazó con fuerza, meciéndola con suavidad y sin dejar de decirle que ella estaba allí y que no iba a dejarla.

Rafi se levantó y se arrodilló en el sofá enfrente de las chicas.

- Cariño. – Dijo Rafi acariciando con ternura el cabello moreno de Natalia. Natalia levantó el rostro que tenía escondido en el cuello De Alba para mirar a Rafi. – Todo irá bien, no vamos a dejarte sola ¿vale?

- ¿Por qué se la han llevado ahora? – Preguntó Natalia con la voz rota.

- No lo sé. – Ahora fue Miguel el que habló y se acercó a las chicas. – Pero mañana indagaré. – Natalia asintió esperando que realmente miguel pudiera hacer algo por sus padres. – alba, porque no vais a acostaros, es tarde. Intenta dormir algo. – Le dijo esto último a Natalia.

Alba se levantó, arrastrando a Natalia con ella y subiendo ambas a la habitación. Una vez allí sacó un par de camisones, uno para ella y otro para Natalia. Le dio el suyo a Natalia y rápidamente se cambió, pero cuando terminó de hacerlo Natalia continuaba en la misma postura en la que la había dejado, al lado de la cama mirando para el suelo.

- Ey... - Dijo Alba cogiendo a Natalia por la barbilla para poder mirar esos ojos que tanto le gustaban, aunque el dolor que había en esos momentos en ellos no le gustaba nada.

Natalia parecía algo ida, así que con todo el amor del mundo alba empezó a desvestirla con ternura, sin dejar de observarla pese a que los ojos de Natalia no parecían estar viéndola. Cuando terminó de desnudarla, inmediatamente le colocó el camisón para después dejarle un tierno beso en la mejilla. La soltó un segundo para apartar las sábanas y la arrastró con ella a la cama tapándolas a ambas. Inmediatamente la abrazó y Natalia se acurrucó contra ella en un gesto mecánico.

Alba no dijo nada, esperando por si Natalia quería hablar, pero la morena tampoco parecía tener intención de decir nada. Alba la mantenía abrazada contra su cuerpo, dejándole caricias en el pelo y de vez en cuando diciéndole que estaba ahí.

Después de un rato en silencio y tranquilidad, Alba pensó que Natalia se había quedado dormida, pero poco después notó como las lágrimas silenciosas De la Morena le mojaban el camisón.

- Sssshhh, estoy aquí. – Le susurró.

- Los van a matar. – Dijo Natalia con seguridad.

- No. – Dijo Alba con rotundidad. – Mírame. – Exigió. Y esperó hasta que Natalia subió su mirada hasta la suya. – Tus padres están sanos y fuertes, antes los harán trabajar, sabes que necesitan mano de obra.

- Pero las cámaras de gas... Después los llevarán allí. – Insistió Natalia.

- La guerra está acabando. Sabes tan bien como yo que los alemanes están empezando a perder. No habrá tiempo para que eso pase.

- Y si no pierden...

- Lo harán, ya lo están haciendo, es cuestión de tiempo.

- Pero...

- Todo va a ir bien cariño. Ya lo verás. – Dijo alba dejándole un tierno beso en los labios.

- ¿Puedo quedarme aquí? – Preguntó Natalia.

- No puedes. – Y ante la mirada de confusión de Natalia se apresuró a añadir. – Debes. Estás loca si piensas que te voy a dejar sola.

- Pero y tus padres... ¿Querrán?

- ¿Qué te ha dicho mi madre? – Preguntó alba.

Natalia se quedó pensando unos instantes, tenía todavía todo demasiado reciente y liado en su mente.

- No vamos a dejarte sola. – Dijo finalmente.

- Exacto. – Confirmó alba. – Intenta dormir, no pienso moverme de aquí.

Natalia asintió y se volvió a acurrucar contra alba, pero volvió a levantar la cabeza para dejarle un beso en los labios, un beso con el que pretendía darle las gracias por todo lo que siempre hacía por ella. Volvió a acomodarse, pero cambió de posición poco después, colocando su oreja encima del corazón De Alba, y oyendo los latidos de su chica finalmente se quedó dormida.

Aunque ninguna durmió muy bien. Natalia se despertó un par de veces por la noche llamando a sus padres y Alba se despertó con ella intentando tranquilizarla y relajarla. Finalmente, Natalia se volvía a dormir escuchando los latidos del corazón de Alba, que no sabía por qué, pero conseguían relajarla lo suficiente para caer en un sueño, aunque fuera un sueño inquieto.

A la mañana siguiente los ánimos no estaban mucho mejor. A Alba le tocaba trabajar por la tarde, pero llamó a Sabela para comentarle por encima lo que había pasado y cambiarle el turno, cosa que su compañera y amiga no dudó en aceptar además de asegurarse de que si necesitaban algo la llamaran a ella o a Marilia.

Los siguientes días fueron apáticos para Natalia, no le apetecía hacer nada, se quedaba encerrada en la habitación de Alba cuando ésta se iba a trabajar y cuando no, la rubia la obligaba a salir de la habitación y que fuera a sentarse en el salón. Pero pese a todo agradecía que Alba no la dejara sola y que la consolara cuando se ponía a llorar. Además, Alba le había hecho el favor de pasar por su casa a cogerle algo de ropa ya que la morena no parecía muy cómoda con la idea de ir hasta allí y coger lo que necesitaba.

Miguel por su parte había intentado indagar que es lo que había pasado. Y es que por lo visto los nazis habían decidido que ya era hora de que los escasamente 15.000 judíos, la mayoría casados con no judíos, que quedaban en Alemania, fueran deportados. Maria Lacunza, desgraciadamente no había sido la única, y también sabía de alguna que otra pareja que había decidido irse con su ser amado.

Eso no consoló en nada a Natalia, si al menos lo hubieran sabido hubieran tenido tiempo de esconder a Maria igual que habían hecho con los Medina, o con tantas otras familias. No es que se arrepintiera de haber ayudado a tanta gente, pero no podía dejar de pensar que a su familia no la había podido ayudar.

Pese a todo Miguel no había logrado averiguar a donde se los habían llevado, pero no cejaba en su empeño por enterarse.

Finalmente, ese fin de semana, 5 largos días después, Natalia se levantó mentalizada en hacer lo que tenía y quería hacer. Así que le pidió a Alba si podía acompañarla a la librería, cosa que Alba, por descontado, aceptó. Así que después de desayunar pusieron rumbo hacía la librería, en un tranquilo paseo y que además coincidía con la primera vez que Natalia se animaba a salir de casa desde la fatídica noche del lunes.

Una vez llegaron a la librería y entraron Natalia contuvo el aliento intentado controlar todos los sentimientos que se le venían encima. Enseguida notó como Alba la rodeaba por la espalda y la abrazaba contra su cuerpo antes de dejarle un tierno beso en la mejilla.

- ¿A que hemos venido? – Preguntó Alba después de unos minutos en esa cómoda y reconfortante postura para ambas.

- Yo... quería guardar unos cuantos libros y llevarlos a tu casa. ¿Puedo? – Preguntó Alba.

- Claro. Podría avisar a mi padre para que nos venga a buscar con el coche y así podemos llevarnos lo que quieras.

Natalia sonrió y asintió mientras se dirigía a la trastienda seguida de Alba. Una vez allí, abrió su vitrina con sus tesoros y empezó a guardarlos en una de las cajas vacías que había por ahí, sin duda de algún pedido que ya estaba colocado en las estanterías. Alba miraba como Natalia empacaba libros sumida en sus pensamientos y sabiendo que ese era un claro signo de que no tenía intención de volver a pisar la librería en mucho tiempo.

Natalia, cuando terminó de guardar sus tesoros en un par de cajas, continuó guardando libros varios, novedades y clásicos, paseando arriba y abajo entre las estanterías y seleccionando sus libros favoritos, los que quería leer y los que creía que podían interesarle a Alba, y también los fue metiendo en cajas. Alba se había ofrecido a ayudarla, pero Natalia dijo que no hacia falta. Alba aprovechó para localizar a su padre en la clínica y preguntarle si podría pasar por la librería a buscarlas y Miguel le dijo que pasaría antes de la hora de comer.

Natalia finalmente terminó de guardar libros y había acumulado en total cinco cajas que entre ambas acercaron a la entrada para cargarlas en el coche cuando el padre de Alba llegara.

- Quiero... - Dijo Natalia rompiendo el silencio que se había creado durante todo ese rato. – ¿Me ayudarías a asegurar la librería?

- ¿Cómo? – Preguntó Alba que no terminaba de entender lo que quería hacer Natalia.

Natalia se dirigió hacia la trastienda, Alba la seguía de cerca, y se paró delante de unos enormes paneles de madera.

- Quiero ponerlos contra las ventanas. – Dijo Natalia.

Alba supo entonces que sus pensamientos no iban muy desencaminados, Natalia no iba a volver a la librería. Entre las dos, con bastante esfuerzo, fueron colocando los paneles contra las ventanas y asegurándolos como buenamente podían. Alba no tenía muy claro que sirviera de algo, pero si Natalia quería hacerlo ella no iba a ser la que le llevara la contraria.

- Gracias. – Dijo Natalia después de una larga hora colocando y asegurando paneles.

- De nada. Ya sabes que te ayudo en lo que quieras. – Dijo Alba.

- Lo sé.

Se volvieron a quedar en silencio. Volvieron a la trastienda y se sentaron en su querida escalera. Natalia se apoyó contra Alba que la abrazó contra ella.

- ¿Queda muy mal que no quiera volver aquí? – Preguntó natalia.

- No. – Negó Alba. – Es perfectamente compresible.

- Pero... a lo mejor tendría que hacerme cargo de la librería.

- Es normal que en estos momentos no quieras. Te trae demasiados recuerdos. Pero si quieres, aquí estará esperándote ¿no?

- Sí. – Dijo Natalia.

Poco después oyeron que picaban a la puerta. Debía ser Miguel así que se levantaron y, efectivamente, se encontraron a Miguel en la puerta. Cuando abrieron Miguel miró a su hija interrogante, aunque no preguntó nada, ayudó a las chicas a guardar las cajas en el coche y pusieron rumbo a casa para comer, Rafi los estaba esperando.

- Alba... - Gimió de repente Natalia mientras iban en el coche.

- ¿Qué? – Preguntó Alba a la que ese sonido lastimero le había chocado mucho.

- No... no... no le he dicho nada a mi abuela. – Casi sollozó Natalia al darse cuenta de que después de tantos días y no había pensado en decirle a su abuela que se habían llevado a sus padres.

- Al llegar a casa la llamas y...

- ¿Cómo se lo voy a decir por teléfono? ¡No puedo! – Expresó Natalia.

- Si quieres mañana probamos de ir hasta Postdam. – Dijo Alba.

- ¿De verdad? ¿Me acompañarías? – Preguntó Natalia sabiendo de antemano la respuesta.

- Sabes que sí. – Dijo Alba.

Miguel no intervino en la conversación, pero por dentro también pensó que como a nadie se le había ocurrido avisar a la abuela de Natalia de lo sucedido.

Al llegar a casa, y después de comer, Alba y Natalia estuvieron haciéndole sitio a todos los libros de Natalia, finalmente invadieron la habitación que había sido de Maria colocando la gran mayoría de libros allí.

Al día siguiente, después de desayunar, y tal y como había prometido, Alba acompañó a Natalia a ver a su abuela. Su padre las acompañó hasta el tren, el cual salió con bastante retraso y con exhaustivos controles. Era medio día cuando llegaban a casa de la abuela. Llamaron al timbre y la abuela, al abrir la puerta y ver la cara de su nieta supo inmediatamente que algo grave había pasado.

Alba dejó a Natalia hablando con su abuela y ella se quedó hablando con los Medina, contándoles también lo que había pasado. Aurora y Sergio se sintieron contrariados, porque Maria había sido detenida y Mikel se había negado a dejarla sola, y ellos por ahora estaban a salvo gracia a la madre de Mikel ¿No era curioso? Alba también les contó que hacía un par de meses había recibido noticias de Miki diciéndole que joan y el estaban bien pese a que habían cambiado de piso porque su bloque se había visto afectado por un bombardeo. También les comentó que no sabía absolutamente nada de Julia y que era imposible contactar con Estados Unidos, aunque estaba segura de que tanto ella como Maria estaban bien.

Comieron todos juntos y después de comer las chicas volvieron a Berlín. Natalia, ya en el tren, le comentó a Alba que su abuela le había ofrecido quedarse en casa pero que ella prefería estar en Berlín con ella, a lo que Alba le contestó que ella también quería estar con ella pero que, si necesitaba o quería estar con su abuela, que lo entendía. Pero no, Natalia necesitaba a Alba y aunque quería mucho a su abuela sabía que en esos momentos los únicos brazos capaces de consolarla eran los de su querida novia.

Durante la semana siguiente Natalia se animó a ir a casa, acompañada de Alba, y estuvieron recogiendo ropa y algunos recuerdos de la morena, entre ellos fotos y su querido diario, el que ya empezaba a necesitar una segunda parte. Esa semana la pasaron entre llevar cosas de casa de Natalia a casa de Alba y una vez allí colocarlas. Pese a que estar en su casa le traía demasiados recuerdos y dolor, Natalia se dio cuenta de que estar ocupada la ayudaba a no pensar así que volvió a trabajar en la empresa de Miguel intentado hacer los mismos horarios que hacía Alba en el hospital para poder pasar juntas el máximo tiempo posible.

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