Diavolessa ©

By DeeDeeMars

2.7K 280 207

Ella es sensualidad y deseo. Él es poder y peligro. Ella es la hija de un temido y respetado agente del FBI... More

Nota de Autor / Advertencia 18+
Sinopsis / Copyrights
Cosa Nostra
Playlist
Epígrafe
Minuto Cero
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14

Capítulo 4

122 14 14
By DeeDeeMars

ALANA
Nueva York, Estados Unidos

El rostro inexpresivo de Maritza DeVito acaparaba toda mi atención. Sus dedos repiqueteaban sobre el apoyabrazos del butacón, estaba furiosa y no me esperaba menos.

—Es una locura, Alana. No voy a dejar que hagas algo así.

Suspiré. No estaba sorprendida por su oposición. Sabía que no aprobaría mi plan, nunca lo había hecho en el pasado, menos lo haría ahora que se había vuelto una puta locura.

—No te estoy pidiendo permiso. Te estoy informando de mi decisión.

—Te piensas meter en la boca del lobo sin invitación. ¡Estás loca! —siseó, sacudiendo la cabeza con los ojos llameando de emoción.

Tenía miedo, podía notarlo con claridad en su mirada. Maritza era una mujer fría y calculadora, pero nunca conmigo. Para mí siempre había sido la misma versión que solo le mostraba a Matteo: una mujer fuerte y decidida que amaba y se entregaba con todo su ser.

A veces me preguntaba que hubiera sido de mi vida si el amor que me dio al crecer hubiera sido suficiente. Tal vez esa versión falsa que le mostraba al mundo sería mi realidad. Tenía un corazón lleno de odio y resentimiento, el alma se me había manchado de tanta oscuridad que ahora rara vez veía la luz al final del túnel.

Maritza había sido la madre que nunca tuve, ella me dio el amor que mi madre biológica nunca me supo dar y llenó una parte de ese vacío que tenía por dentro.

Pero amar no es suficiente. Yo la quería, pero necesitaba encontrar la paz al costo que fuera necesario o terminaría consumiéndome hasta el día la muerte tocara a mi puerta.

—Voy a estar bien —le aseguré. Estaba mintiendo, ella no era estúpida. Era muy probable que no saldría viva de lo que pensaba hacer y ambas lo sabíamos—. Solo necesito que cumplas con tu parte del plan. Nadie sospechará si eres tú la que organiza la gala en honor a Matteo. 

—Veré lo que puedo hacer —accedió con recelo—. Solo… ten cuidado, Alana. Eres lo único que me queda ahora que Matteo se fue, si te llegara a perder a ti también no lo soportaría.

Volteé los ojos en blanco.

—No seas exagerada. Tienes a Giulio y a Luca, son buena compañía para la soledad —intenté bromear.

Los labios de Maritza se curvaron en una sonrisa triste.

—No es lo mismo, mio angelo. Perder a un familiar o al amor de tu vida puede ser duro, pero perder a un hijo —Tomó mis manos en las suyas y las apretó con fuerza—, eso es algo que una madre nunca sería capaz de superar. Algún día entenderás el porqué.

El aire se quedó atascado en mi garganta junto a mis palabras. Odiaba las muestras de afecto aún más cuando venían de ella, me hacían sentir incómoda como nadie, como si me picara la piel y se me estrujara el corazón.

La opresión en mi pecho se hizo más insistente al notar la humedad en los ojos de Maritza. Solté mis manos y me paré del sofá de prisa , alejándome unos pasos de la única mujer que me aterrorizaba tanto amar por miedo a perderla.

Haber sido testigo de la muerte de mi padres a los siete años me había cambiado, ese día perdí mi inocencia y mi niñez le siguió luego de unos meses viviendo en el sistema. Haber perdido a Matteo había dolido también, pero, a pesar de que intentó criarme como una hija, él nunca fue más que un tío para mí.

Aun así, no quisiera imaginarme lo que sentiría al perder a Maritza, porque sabía con certeza que me destrozaría.

—Necesito espacio. No puedo hacer esto ahora, Maritza. Para lograr lo que quiero debo ser Alana DeVito “La Diabla”, no Amalia Guilarte.

—Lo sé —se puso de pie y alisó las arrugas de su vestido verde esmeralda con las manos. Todo rastro de calidez y emoción se desvaneció de su rostro, reemplazado por la frialdad que tanto la caracterizaba y que bien me había enseñado.

—Necesito una lista de invitados antes de mañana, no podemos permitirnos invitar a demasiadas personas en estos momentos luego del incendio en el Almacén.

Asentí. Estaba de acuerdo con ella. Debíamos hacerles creer que la Famiglia se enfrentaba a una amenaza desconocida hasta que Giulio se presentara como nuevo el Don ante La Commissione.

Me carcomía por dentro no ser yo la que les callara la boca a todos esos bastardos al tomar mi puesto como líder la los DeVito, pero, por ahora, mantendría la falsa hasta que fuera necesario. Tenía metas mucho más grandes que cumplir y que no se harían esperar.

El sonido de un mensaje entrante me alertó a tomar mi teléfono. Ingresé la clave y desbloqueé la pantalla, segura de que sería Luca con la actualización que le había pedido. Mis labios se separaron en sorpresa al reparar en el nombre que resaltaba en la bandeja de entrada.

Kiara: Voy de camino a Nueva York con Vince y Lucius. Estaremos allí unos días. Luego te escribo para ponernos de acuerdo. Besos.

Volví a leer solo para asegurarme que no había un mensaje oculto o un doble sentido detrás de sus palabras. Kiara siempre tardaba mínimo un par de meses en volver a visitar la ciudad, que viniera dos veces en la misma semana no era conciencia. Mucho menos si la acompañaba el Capo di tutti capi y su Numerale.

—¿Qué sucede? —preguntó mi tía al notar la tensión que invadía el ambiente repentinamente. 

—Necesito que planees la fiesta para dentro de dos días.

Asintió sin dudar, no preguntó por qué. Sabía que se lo contaría solo cuando creyera conveniente.

—Kiara me envió un mensaje. Viene de camino a la ciudad y trae compañía.

La comprensión empapó su mirada. Tomó el teléfono de la mesita de la sala de estar, marcó un número de memoria y se alejó al pegárselo al oído. Escuché el nombre de Vittoria, la organizadora de eventos, dejar sus labios antes de que se perdiera por una esquina que llevaba a las escaleras centrales de la mansión.

No me demoré más, tomé las llaves y mi bolso y me dirigí al garaje. 

Al parecer la vida se había empeñado en joderme los planes y, de paso, la maldita existencia de un sopetón. No apreciaba los cambios repentinos, más bien los odiaba con todo mi ser; y la tormenta que se había desatado sin previo aviso las últimas setenta y cuatro horas me había dejado descolocada, tambaleando los cimientos seguros que tanto me había esforzado en construir.

Pero el jodido destino podía ir a follarse a otro por el culo, porque yo no había jugado con la llamas del Infierno solo para terminar abrazada por el fuego de una simple fosforera. 

Me subí al auto y arranqué el motor, el ruido del Ferrari rojo vibró bajo mis piernas como el rugido de una leona. Me gustaba mucho el color, le daba carácter al vehículo. Era una mujer pasional y me aseguraba de demostrarlo hasta en lo que conducía.

El Lamborghini aún se encontraba en el parqueo del hotel y no pensaba recogerlo pronto a menos que fuera necesario. Volver a ese maldito lugar solo me hacía recordar como había sido lo suficientemente estúpida para mostrar mis cartas ante el enemigo. Había permitido que me manipulara hasta exponer lo que él quería ver.

Podría culpar al alcohol de mi desliz esa noche, pero estaba claro que tener a Vincenzo Valentino tan cerca me nublaba el juicio en hormonas.

La calles de Nueva York estaban casi desiertas a estas horas, el tráfico era movido, pero a excepción del ajetreo de autos y personas en los horarios laborales del día, este sí se podía transitar con facilidad.

Amaba esta ciudad. Era preciosa en la oscuridad e impredecible cuando menos lo esperabas. Me sentía identificada con cada esquina oscura y con las historias perdidas de quienes la habitaban.

Llegué al complejo de apartamentos donde vivía Luca más rápido de lo esperado, aparqué el coche yo misma en el mini garaje exclusivo de la pent-house y me adentré al edificio, tomando el ascensor hasta último piso.

—Voy a tener que pedir una orden de restricción si sigues apareciendo en mi casa cada vez que se te venga en gana.

Seguí el sonido de la voz seca hasta la cocina, tiré mi bolso sobre la encimera y me acomodé sobre uno de las taburetes de madera. Analicé a Luca con detenimiento mientras lo observaba teclear en su laptop a una rapidez impresionante.

—¿Tienes lo que te pedí?

Alzó sus ojos irritados en mi dirección.

—¿Qué mierda de pregunta es esa? Sabes que sí.

—No sé ni un carajos, Luca. No te has ganado mi plena confianza aun después de la mierda que me hiciste.

Bufó molesto, como siempre lo hacía cada vez que sacaba el tema de su traición a la luz.

—Superalo ya, Alana. Han pasado tres años.

—Si pagaré las jodidas consecuencias por toda la vida, me aseguraré que tú lo hagas conmigo. Entre dos se sufre más rico.

Le guiñé un ojo. Estaba segura que la amargura que sentía en ese momento se reflejaba claramente en mi rostro, pero me importaba un carajo. A él no le escondía mi sufrimiento, se lo mostraba y luego le hacía pagar por él.

Luca Palermo era un hijo de puta de los peores, de esos hombres que creían que siempre se saldrían con la suya solo para luego soltar un berrinche cada vez que se topaban con una pared. Antes solía pensar que entendía lo que pasaba por su cabeza, yo más que nadie sabía como jodía la mente vivir una mentira, pero nada justificaba sus errores del pasado.

Había cambiado los últimos años. Había dejado la adicción y esa necesidad de adrenalina que lo plagaba de lado y, a pesar de que en parte sabía que ya era hora de perdonarlo, no podía. Me había quitado demasiado, por su culpa perdí algo que nunca supe que quería hasta que me lo arrancaron de las manos para siempre, y solo le había bastado una noche para lograrlo.

Y para su desgracia, yo no era una mujer que perdonaba y olvidaba tan fácilmente.

Un gruñido irritado fue toda la respuesta que recibí de él. Vi como se alejaba de la cocina en dirección a su despacho y yo aproveché para invitarme a la copa de vino tinto medio llena que había servida para él. El sabor dulce e indistinguible del ‘Viacamo’, proveniente de los viñedos de los Gambino, inundó mi paladar con un ardor esquicito. Sus cosechas estaban calificadas entre las mejores del mundo, y con razón. Domenico Gambino era bueno para solo tres cosas: hacer vino, blanquear los capitales de la Cosa Nostra y follar a putas.

Luca regresó minutos después con una carpeta blanca en sus manos que colocó frente a mí.

—Es todo lo que conseguí. No fue nada fácil. Lucius Simone es un jodido misterio. Con Salvatore Valentino fue más fácil. Demasiado si me preguntas.

Abrí la carpeta sin dudar y me dediqué a absorber toda la información necesaria posible. Tenía una memoria fotográfica, lo que significaba que podía recordar con claridad hasta el más mínimo detalle de todo lo que vivía, leía o escuchaba; incluso los recuerdos más jodidos y dolorosos de mi vida.

—¿Puedo saber qué piensas hacer con eso?

—No, no puedes —sentencié, cerrando los archivos.

Puse la carpeta junto a su computadora. Mi mente no dejaba de dar vueltas, analizando cada palabra que había absorbido en mi cerebro. Sabía que no debía dar nada por sentado y que tenía que estar preparada para cada eventualidad posible.

A simple vista, Salvatore Valentino aparentaba ser el blanco más fácil de manipular. Si había dos cosas que regían la vida de ese hombre eran la sangre y el sexo. Yo podía darle ambas.

Pero en el mensaje de Kiara no había mención de su hermano y eso solo significaba una cosa: no vendría.

Así que Lucius se había convertido automáticamente en el suertudo de la noche. Luca había descubierto bastante poco sobre el Numerale de los Valentinos, aparte de una fecha de nacimiento y una que otra mención aquí y allá en los negocios de la Cosa Nostra.

Estaba jugando con fuego al querer meterme en la cama del Destripador, nombre por el que sus víctimas y enemigos lo conocían, pero lo haría con gusto si así pudiera estar un paso más cerca de lograr mi objetivo.

—Necesito que hagas algo más para mí.

Luca esbozó una sonrisa irónica.

—No tienes que pedirlo. Estoy bajo tus órdenes, Don.

Ignorando su tono despectivo, metí la mano en mi boldo, saqué la foto gastada que me había dado Matteo antes de morir y se la entregué. En ella se podía apreciar la imagen borrosa de una chica joven, con una melena rubia brillante y unos ojos llenos de inocencia y vida. La sonrisa que mostraba era tan radiante como el mismo sol.

—¿Quién es ella?

Encogí mis hombros en respuesta.

—Eso es exactamente lo que quiero saber. —Me terminé le resto del vino de un sopetón antes de agarrar mi bolso y bajarme del asiento—. Y también necesito que prepares la seguridad para la gala en honor a Matteo. Es en dos días.

Abrió la boca para refutar, pero una sola mirada de mi parte fue suficiente para hacerlo callar nuevamente.

»Es una orden, Luca. Debemos guardar las apariencias hasta que tu padre se presente ante la Commissione.

Pude ver la clara negativa en sus ojos, ya venía cayendo en cuenta de que pretendía hacer y no le gustaba nada.

Que bueno que su opinión valía lo mismo que nada para mí.

El aire fresco que me recibió al salir del edificio fue un relajante para mi cuerpo tenso.  Le entregué las llaves al botones para que trajera mi auto antes de sacar el teléfono y abrir la aplicación de mensajes para responderle a Kiara.

Alana: Pronto habrá una gala en honor a mi tío. Están oficialmente invitados. Espero tu llamada para darte los detalles.

Bloqueé la pantalla y alcé el rostro al cielo negro. Inspiré el olor húmedo y cargado de la ciudad y mojé mis labios, soltando el oxígeno que retenía en mis pulmones segundos después.

El juego de poder del que Maritza siempre me hablaba había comenzado. Ya solo quedaba ver quién se convertiría en la víctima y quien en el ejecutor en esta guerra sin fin que yo pensaba ganar.

¿Quién tiene ganas de ir de fiesta con Alana y Vincenzo?

¿Cómo creen que debería vestir Alana? ¿Sexy, elegante o una mezcla de ambas? ¿Con o sin peluca?

Ya los dejo mis angelitos pecadores, porque es bien tarde y estoy casada.

Besos,
Deedee.

Continue Reading

You'll Also Like

1.2M 192K 160
4 volúmenes + 30 extras (+19) Autor: 상승대대 Fui poseído por el villano que muere mientras atormenta al protagonista en la novela Omegaverse. ¡Y eso jus...
6.7M 281K 74
Molly Johnson es una mesera y necesita juntar mucho dinero para salvar a su hermana. Axel Cavelli es un exitoso empresario y necesita una novia por t...
1.9M 135K 90
Becky tiene 23 años y una hija de 4 años que fue diagnosticada con leucemia, para salvar la vida de su hija ella decide vender su cuerpo en un club...
127K 9.5K 28
Hazel, una chica que es famosa en la escuela por agarrar a patadas a todos y ser muy extrovertida y Noah, la chica mas popular de toda la escuela, a...