Prison lovers

By liz-star

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Título: Gefangnis Autor: Jahee Adaptación: Si Advertencias: este libro tiene contenido sexual explícito entre... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capitulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capítulo 20
Capitulo 21
Javadd
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Harry
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 30
Liam
Ianthe
Capitulo 33
Capitulo 34
Capitulo 35
Capitulo 37
Capitulo 38
Capitulo 39
Kim
Capítulo 41
Capítulo 42
Capitulo 43
Capitulo 44
Capitulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Zayn
Capítulo 56
Epílogo 1/2
Epílogo 2/2
Walls

Capítulo 36

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By liz-star

Era difícil que una prisión con tanta presencia como la de Londres, fuera liderada por un solo hombre, la mayoría de las cárceles tienen varios líderes; pandillas formadas racialmente, unas aliadas y otras enemigas traficaban en el mercado negro a cambio de una vida más cómoda dentro de la penitenciaría. La cárcel de Londres no era la excepción, sin embargo, el apellido de Zayn pesaba, como también lo hacía su fama de sanguinario, y resultaba complicado ir en contra de sus mandatos; Zayn no se inmiscuía demasiado en el tráfico de productos, drogas, y alguna que otra arma, pero actuaba lo necesario para mantener contentos a todos los grupos y así lograr restablecer la paz que por largo tiempo había estado ausente.

Zayn era admirado por muchos y secretamente odiado por otros. No obstante, ahora precisaba de terminar con ésa pasividad y violentarla al máximo, necesitaba la rabia de los prisioneros, y sabía, ésta no explotaría con simples diálogos; todos eran criminales, y las motivaciones debían ser diferentes.

La prisión se dividía en cuatro pandillas de variables integrantes; la horda inglesa, conformada exclusivamente por ingleses arios, capaces de infiltrar hasta los objetos más impensables, y la cocaína más pura, Geert había sido su cabecilla, antes de que el mismo Zayn lo asesinara por intentar propasarse con Louis.

Existía también, la pandilla asiática; la mayoría de procedencia china y tailandesa, y cuyo principal miembro se decía que pertenecía a una triada china muy importante que seguía operando desde la prisión.

La banda albanokosovar, con seguridad, la más temida y con la que en particular Zayn mantenía excelentes relaciones, se encargaba de controlar la distribución de heroína dentro de la penitenciaría. Y por último, se contaba con la pandilla de negros, de lo más escandalosos y vocingleros, traficaban con pornografía y marihuana.

No fue complejo el hacerles enfurecer, y sin que se percataran, unirlos para luchar por su causa. Ivan Schwantzenberg; miembro principal de los ingleses, adoraba el fútbol y lo practicaba a diario en las canchas del reclusorio, el deporte lo hacía olvidar por un momento dónde se encontraba y aunque efímero, el sentimiento de libertad se le presentaba cuando corría por toda la extensión de territorio, persiguiendo un balón. Zayn se aprovechó de su debilidad por el juego y por medio de un soborno considerable, el guardia en turno pinchó todos y cada uno de los balones existentes y mantuvo las mangueras de riego abiertas durante la noche y madrugada, inundando las canchas. Al siguiente día, Ivan se presentó puntual al campo, y su expresión al observarlo, fue digna de fotografiarse; su sorpresa se volvió rabia cuando dio cuenta de los balones abollados, esparcidos por la cancha, a modo de burla.

En otra situación, a Zayn le habría parecido un estúpido juego de niños, pero en una prisión; queriendo o no, la susceptibilidad se agudizaba y ésos detalles, pequeños o considerables, se convertían en motivo de guerra. A partir de aquél día, la relación entre guardias y ingleses arios se tensionó, sin embargo el Malik sabía, se necesitaba de mucho más.

Con la pandilla asiática fue más fácil, eran todos tan ordenados y orgullosos que casi cualquier cosa que no iba entre sus planes les enojaba, ni siquiera gustaban de gratas sorpresas porque no era de su agrado perder el control de sus emociones. Lao Zhang era un hombre posesivo y receloso con una enfermiza obsesión hacia un transgénero que purgaba su misma sentencia; corría el rumor que eran amantes de mucho tiempo y que el mismo Zhang se encargó del encierro de ella, para no vivirlo en soledad. El transgénero, "Betzy" como se hacía llamar, a todas luces una mujer, y tan bella como adicta a la cocaína y heroína, era conocida por sus buenos 'trabajos' a cambio de dinero o droga.

El mismo Kim se enredó en una ocasión con la guapa Betzy, y lo único que le impidió seguir haciéndolo fueron las crueles burlas de Zayn al enterarse. Lao ignoraba lo que su querida Betzy hacía a sus espaldas, era bastante respetado y nadie se atrevía a contar lo que hasta los mismos guardias sabían; uno de ellos, inclusive, era su habitual cliente, como descubrió pronto Zayn, y se valió de ello para armar un nuevo escándalo; mientras se revolcaban en una celda vacía cuando todos comían, Kim regó el rumor en la mesa de Lao, y éste, al enterarse, salió del comedor caminando sereno, dirigiéndose a las celdas en remodelación.

Lo que aconteció después, toda la penitenciaría lo supo; Lao Zhang había sido enviado a las mazmorras por unos días como castigo al intentar atacar a un guardia de seguridad. El disgusto con los uniformados tomó más fuerza y Zayn bebió whisky esa noche, de pura felicidad.

La guinda en el pastel debía ser mirífica, y Zayn analizó su última estocada con mucho cuidado; los albanokosovares eran los más listos y peligrosos, en especial su líder, y Zayn no podía encontrar en él ninguna debilidad. Siempre frío y distante, Argile Nano era un misterio y Zayn comenzó a desesperarse, le recordaba así mismo, antes de conocer a Louis. Sin embargo, un buen día, el moreno se percató que Argile no era para nada impávido cuando hablar de su país se trataba. Cuando citaba a Kosovo, con tanta pasión y deleite, sus ojos adquirían un brillo inusitado y en su boca se dibujaba una sonrisa sincera, lo mismo ocurría cuando exteriorizaba las tradiciones y costumbres de su estirpe albanesa. Nano había pertenecido al ejército de liberación de Kosovo en la década de los noventa, y su amor por ése país equivalía a su odio por Serbia y todos los países que conformaron la ya extinguida Yugoslavia.

Por aquella delicada razón nacionalista, Argile detestaba a un guardia en particular de origen croata, y al que debía su apodo en la prisión. "El terrorista" lo llamaban socarronamente lejos de sus oídos, aludiendo a su reclutamiento al ELK (Ejercito de Liberación de Kosovo) mismas siglas que tenía grabadas con tinta mineral en el bíceps de su brazo izquierdo. Descubriendo ésta flaqueza, el resto del trabajo de Zayn se facilitó.

Ésa tarde, afiló su navaja y esperó paciente la cena sabiendo que el guardia croata no tardaba en arribar para hacer su relevo nocturno. Gjovalin, la mano derecha de Argile, caminaba en solitario hacia los comedores para degustar su cena, ignorando su destino final; en el pasillo donde las cámaras de seguridad eran nulas, Zayn le haló el cabello desde atrás y le pasó el brazo armado por delante, cortando la carne de su cuello en un santiamén.

Kim vigilaba la entrada del pasillo, mientras el Malik finiquitaba su faena; era una muerte rápida y digna, pero muy escandalosa por el abundante sangrado que fluía de la prominente herida, Zayn tuvo cuidado de no mancharse y le desnudó con rapidez. Entonces, la daga del moreno se transmutó en un bolígrafo y la piel de su nueva víctima, en un pergamino. Y sobre ella escribió, firme y claro, lo que bien había memorizado. "Kosovo es Serbia" Aunque escrito en serbio, Argile y su banda conocían perfectamente el idioma, y precisamente para ellos, era el mensaje. Kosovo es Serbia; declamó Argile cuando encontraron el cuerpo de su amigo.

Nano gritó con los ojos saltones colmados de furia; cada facción en su cara ruda gritaba locura y ésta se debía más al mensaje estampado en el pecho de Gjovalin, que al propio asesinato de su compañero delictivo. Ésa noche fue un parte aguas en el ánimo de los presidiarios; el descontento con los guardas se generalizó, fomentado por los cabecillas de las tres principales pandillas.

Un motín ya no sonaba lejano, y mucho menos complicado; a una semana del segundo aniversario luctuoso de Geoff Payne, los planes de Zayn marchaban perfectos.

Más temprano que tarde se acordó una reunión con Zayn, y en la celda de éste, se llevó a cabo. Ninguno tenía experiencia en revueltas, pero era el Malik el que aventajaba a los demás en usanzas criminales de alto riesgo. Ivan, Lao y Argile escucharon con atención cada orden y cada recomendación de Zayn. Se darían un festín, y tendrían, porqué no, la oportunidad de escapar. Sin embargo, sólo Kim y el moreno conocían el trasfondo de la situación; los reos serían meras marionetas usadas para la entretención, nada más.

La conclusión de largas horas de charlas fue clara; cada uno de los líderes de sus respectivas bandas movilizaría a su gente, y se convino, para mayor discreción, darles noticia y órdenes un día antes de la fecha acordada para la monumental trifulca. Zayn habló tajante y preciso; el motín comenzaría al amanecer, aprovechando el cambio de guardias para tomarles desprevenidos, y la primera zona a destruir sería la enfermería y la clínica dental ― por aquello de las emergencias médicas, la policía tendría que apoyarse en el 112 ― también, se atacaría simultáneamente la biblioteca y sala de juegos para crear un incendio aterrador que se propagaría con enorme facilidad por el tipo de materiales allí presentes. Le seguiría el comedor y los baños, donde destrozarían alcantarillado y demás tuberías, evitando con esto, el accionar de los extintores contra incendios.

Someterían a todo guardia en el recorrido para usarles después como rehenes y arrasarían casi con todas las cámaras de seguridad; la policía vería sólo lo que los prisioneros deseaban.

Los motines casi siempre eran causados por la búsqueda de protagonismo y poder, éste sin embargo, obedecía a otras razones. Los reos estaban cansados de humillaciones, muchos eran personas orgullosas que no toleraban ése tipo de tratos y los recientes acontecimientos habían terminado por destruir la última porción de paciencia.

Era increíble la unión que Zayn logró entre los presidiarios, y ésa noche, el moreno comprobó que las tragedias verdaderamente unían personas sin importar gustos particulares, raza, sexualidad o nacionalidad.

Palos, trozos de tuberías rotas, piedras, y toda cosa que pudiera enrojecerse hasta quemar, se convertirían en armas de guerra, empero, para los reos más importantes había claras excepciones; contaban con un arsenal, pequeño, pero armas de fuego al fin. Dos granadas de fragmentación, tres armas cortas Beretta 9mm con un par de cargadores, y asombrosamente, Argile poseía un fusil de asalto AK―47 con dos cargadores también. Más tarde, Nano confesó a Zayn que el mismo sacerdote qué con frecuencia visitaba la prisión, era colaborador suyo, y que justamente el cura había sido responsable de la intrusión del arma, valiéndose de su oficio aparentemente inocente.

Al final todo quedó resuelto y Zayn despidió a los reos mientras éstos seguían debatiendo la negociación en los tratados que garantizaría una mejor calidad de vida. Sólo a Argile, el más temerario e intrépido, se le ocurría, seriamente, un posible escape.

"Estás loco, estás jodidamente loco" Expresó Kim una noche antes de la fecha tan esperada, cuando Zayn le reveló el plan de la manera más cabal posible. Ya ninguno pudo conciliar el sueño; los nervios en Kim, le hicieron presa, y la adrenalina en Zayn, le mantuvo activo durante la madrugada. La fresca brisa de verano que evidenciaba la proximidad de las lluvias se coló por cada celda, y acarició la faz de todos los prisioneros, el aire se volvía gélido con algunos de ellos, pues era claro que no existía motín en la historia, en el que no se hubiesen contabilizado bajas humanas.

(...)

El sol estaba en su máximo esplendor, alumbrando con su brillo dorado a los reos que se divertían en sus horas recreativas, los guardias comenzaron a moverse de los pabellones, listos para ser relevados, ignorando el brutal acontecimiento que marcaría la historia, unos minutos, tan sólo unos minutos después. Una revuelta memorable, como Zayn predijo, sin imaginarse que sería mucho más que eso. Éste hombre, causante de tanta desgracia y dolor, aparentaba esperar su desayuno sin denotar la ansía que por dentro, le carcomía. Kim, su único y fiel amigo, entró al comedor con la faz pálida, fumando desesperadamente un cigarro, se sentó frente a él.

― Parece que en cualquier momento vaciarás el estómago – Saludó Zayn.

― ¡Como si tuviera algo que vomitar! no he podido probar bocado – Suspiró nervioso – Se acerca la hora.

― Vete ya, no nos deben ver juntos, ve a las canchas y finge despreocupación.

― No puedo Zayn. Tengo miedo, mucho miedo de que me maten cuando tú te largues – Sus alargados ojos oscuros brillaron, colmados de terror.

― No lo harán si sigues mis instrucciones, conozco a Liam – Rió con sorna – Tiene complejillo de héroe, puede ser un cabrón, asqueroso y ruin, pero con gente inocente no se mete.

― Me sacarán la verdad – Gimió.

― Les dirás la verdad, ó al menos, la mayor parte de ella. Diles que te obligué a conseguirme una buena suma de dinero, que te prometí reembolsar con el tiempo, qué pensabas que haría negocios de droga aquí dentro, diles que frecuentemente hablaba de motines e incendios, pero nunca me tomabas en serio, di qué, no pasaba un día sin decir que me vengaría de mi hermano, el repugnante traidor.

― ¿Estás seguro? – Inquirió titubeante.

― Completamente. Además, Liam tampoco me desconoce, sabe a la perfección que jamás le confiaría mis planes a otra persona – Kim pareció más seguro, y aunque pálido, sus ojos retomaron la tranquilidad.

"¿Cuál será la señal de ataque?" Había preguntado Ivan Schwantzenberg en días anteriores. Zayn tomó una granada de las dos existentes, y la guardó en el bolsillo de su pantalón "Cuando escuchen su detonación, cerca de las regaderas"

Zayn caminó hacia la bodega que tantas veces fue testigo de sus encuentros pasionales con Louis; abrió la puerta asegurándose que nadie le observara y entró decidido. Un guardia le recibió con la mirada acobardada.

― Timothy – Le saludó frugalmente, cortando con pasos largos la distancia entre reo y uniformado.

― ¿Trajiste el dinero? – Cuestionó atropellado. Zayn asintió observando la fina capa de sudor que cubría el rostro del hombre rechoncho.

― La cantidad que acordamos. ¿Dónde está mi encargo? – La mirada de Tim apuntó a una mesa de madera; sobre ella, un uniforme de guardia estaba pulcramente doblado.

― Me lo tendrás que regresar el mismo día que envenenes al reo; checaran las cámaras de seguridad y por más que te hayas cortado el pelo – Le apuntó señalando los obvios cambios en su físico – Y tu barba haya desaparecido, no quiero ningún riesgo.

El moreno, paciente, sacó un cigarro y lo encendió al instante.

― Me temo que te mentí – Exhaló una larga bocanada de humo – No voy a envenenar a nadie. Es que, si te hubiese dicho la verdad, jamás habrías aceptado.

― ¿Qué demonios dices? – Inquirió con la piel erizada.

― El cuentito ése; el de entrar a las cocinas camuflado de guardia para no alertar a las cámaras de seguridad y echarle veneno a la comida del desgraciado prisionero que muere lentamente en la enfermería, y al que por cierto ni siquiera conozco, es falso.

― ¡Dijiste que querías matarlo! ¡Tú dijiste que te hizo perder mucho dinero! – Rumió escandalizado ― ¡¿Todo era un invento?! – Zayn asintió.

― Voy a escapar de la cárcel, y tú me ayudarás – Timothy rió nerviosamente.

― Sabes... Malik, siempre sospeché que estabas mal de la cabeza, ahora lo he confirmado. ¡Eres un demente! – Zayn inclinó ligeramente la cabeza, como si agradeciera un cumplido – Voy a terminar con ésta cháchara de una vez – Cuando se disponía a sacar su radio, la voz de Zayn intervino oportunamente.

― Supongo que ya debes tener bien formulada la explicación sobre el uniforme de guardia y el dinero en mi bolsillo; yo no me guardaré nada, y revelaré todo. Si piensas hundirme, te llevaré conmigo – Tim achicó aún más la distancia entre ambos, molesto.

―¡Escúchame bien, cabrón! ¡Una cosa es hacer negocios con ustedes, lacras de la sociedad, y observar cómo se destruyen, y otra, muy diferente, es colaborar y ponerme de su lado! Todos ustedes son un peligro para la gente decente, y su lugar corresponde aquí.

Timothy extrajo la pistola enfundada en su cinturón con habilidad, pero no logró apuntar hacia su objetivo; un frío metal en su frente le dejó paralizado.

― Eres el más corrupto de todos los guardias, sencillamente por ésa razón estás aquí. ¿Crees que me habría arriesgado a sobornar a un policía con un alto sentido de honorabilidad? Vamos... Tim, puedes engatusar a los demás ¿pero tratar de engañarte a ti mismo? – Zayn quitó el seguro de su Beretta y Timothy tembló bajo su sombra – Cuando se trata de dinero, los hombres son muy veleidosos; son capaces de todo, pero luego quieren más, luego te chantajean o cambian sus lealtades en un parpadear – Los ojos miel, fríos como un glaciar, le robaron el habla y hasta el movimiento de sus extremidades. Zayn se apoderó de su arma, y estrelló la radio contra la pared más cercana – Pero, cuando es la vida propia la que está en inminente peligro, cuando eres amenazado de muerte – Con su arma, apuntó directo al corazón de Tim ― Entonces te vuelves fiel como un perro, más incluso, hacia ésa persona, porque el instinto de supervivencia es el más primario de todos, y te anula razón, moral, y humanidad.

― Así que, ¿piensas escapar de esa manera? ¿Llevándome como rehén?, debes estar desesperado para pensar que funcionará.

― No has captado nada – Lamentó el Malik – Ésta calma es la que precede a la tormenta. Hoy habrá motín.

― Eso está aún más descabellado – Zayn observó su reloj.

― Inicia la cuenta regresiva, en un minuto una detonación se escuchara en los baños y la revuelta dará inicio.

― ¡Estás loco, no podrás escapar!

Con la culata de su pistola, Zayn le partió los labios de un golpe recio. Inmediatamente desembolsó una jeringa y un frasco transparente con una sustancia de igual color, el moreno introdujo la aguja hueca en la ampolleta y succionó todo el líquido. Cuando Tim apenas reaccionaba, sintió un pinchazo en el estomago; creyó que Zayn le había apuñalado, que era su fin, sin embargo, la realidad era distinta. Antes que pudiera preguntarle sobre la inyección, un puñetazo en el estómago le obligó a retorcerse de dolor en pleno piso y otro aguijonazo se unió al anterior, casi en el mismo lugar. La zona le dolía, pero tampoco se trataba de un dolor que no pudiera soportar, se masajeó el vientre, confundido y atemorizado. Zayn guardó las armas, y le obligó a ponerse de pie. Sólo entonces, Timothy pudo divisar dos frascos vacíos de cuantiosos mililitros tirados en el piso. ¿Veneno, acaso? Negó, el uniformado dudaba que la ponzoña se vendiera en aquellas presentaciones.

― Heparina – Respondió a su pregunta interna – Te acabo de administrar una sobredosis de Heparina, ¿sabes qué es? – El hombre le teme a lo que desconoce; Tim negó con ojos acuosos, todo su cuerpo comenzó a agitarse por el miedo a la muerte y Zayn gozó ésa visión – Es un anticoagulante muy potente; y en dosis como la que recién te apliqué, es mortal – Informó con naturalidad ― ¡Lo mejor es que la conseguí aquí mismo, te infiltras en el almacén de medicamentos, y ya está! – Añadió burlón.

― ¿Vas... vas a matarme? ¿Moriré con un dolor atroz? – Zayn frunció el entrecejo, en completa seriedad.

― Vivirás, y esto será un amargo recuerdo, si tan sólo cooperas – Propuso, y Timothy se sintió volver a nacer.

― ¡Lo que sea! ¡Lo que sea! ¡No quiero morir! – Lloriqueó.

― Puedo engañarte, y decirte que morirás en quince o diez minutos, pero no es así. Hasta por seis horas puedes resistir sin que se te aplique el antídoto, el problema aquí, verás, es que sólo queda uno; los demás yo mismo me encargué de destruirlos, y éste único antagónico se encuentra bien escondido en alguna parte de la prisión – Zayn palmeó amistosamente las mejillas de Tim – El otro pequeño problema...

El presidiario extrajo sigilosamente su acostumbrada navaja, y sin que se percatara, tomó un corto vuelo y hundió con reciedumbre la hoja de acero en la pierna izquierda del policía. Tim chilló de dolor mientras Zayn le sujetaba del cuello para mantenerlo en pie; el moreno lo zarandeó, exigiendo atención en aquellos momentos de profundo dolor.

― ... es que seis horas es demasiado tiempo para ti. ¡Escúchame bien, hijo de perra! Ni que te llevaran en helicóptero al hospital más cercano te salvará, tu tiempo de vida de aquí en adelante, corre en tu contra. Pórtate bien, y cuando me encuentre fuera de éste chiquero, te diré en qué lugar de la prisión está escondido el antídoto. ¿Estamos? – Zayn retiró la cuchilla con rudeza y un abundante sangrado le sucedió.

Timothy cayó al suelo y aterrorizado observó el agujero en su pierna, del cual, emanaba un río de sangre; en cada borbotón la vida se le escapaba, no había nada que pudiera hacer, salvo aceptar las órdenes de Zayn. En su mente desesperada, olvidó cuestiones monetarias, de negociación y garantías, lo más importante era preservar su vida, sin importar el cómo.

Una estruendosa explosión hizo vibrar la bodega, aumentando el temor en el guardia que lentamente se desangraba. Zayn no era un hombre de juegos y Timothy no pensaba arriesgarse haciéndose el héroe. Con la manga de su camisa hizo torniquete en la pierna, aletargando el fluido sanguíneo, pero no evitándolo.

― ¡Mueve el culo! – Apresuró al cabizbajo de Timothy.

― ¿Cuánto tiempo tengo? – Preguntó mirando la herida con preocupación; a pesar del torniquete, la sangre no paraba de brotar a causa de la heparina.

― Una hora, tal vez menos – Tim suspiró y haciendo un esfuerzo sobrehumano, se levantó tambaleante.

― No confío en ti, pero no tengo opción. ¿Qué debo hacer?

― No mucho en realidad; sólo cerrar el hocico y obedecer.

Zayn miró la hora y se limpió el sudor de la frente con el dorso de su mano; lo que vendría a continuación era la parte más importante de su plan, y debía marchar perfecto, si quería escapar. Tomó el uniforme de guardia y se cambió rápidamente, usando desde unas botas oscuras que le quedaron un poco apretadas, hasta la gorra que le cubría medio rostro, pasando por un pantalón verde seco y la ajustada camisa de igual color. Timothy le observó vestido con el uniforme de guardia y una parte de sus preguntas fueron contestadas. Afuera, el revuelo había comenzado y se incrementaba a cada segundo que pasaba; se escuchaban disparos, pisadas fuertes retumbaban por todos los pasillos y pabellones, Zayn pudo distinguir incluso el sonido de metralla en el rifle de asalto de Argile Nano y el grito de guerra, que se alzaba sobre la prisión como demanda a todas las injusticias de las que eran víctimas.

Para los prisioneros, no existía otro elemento más insinuante que el mismísimo fuego, misteriosamente, los excitaba hasta el punto de la mutua destrucción. Locos de frenesí, incendiaban hasta lo inimaginable, y las sillas, sillones, alfombras, y cualquier objeto que pudiese arder, se volvían sus armas en el feroz combate; se alentaban unos a otros, coreaban, gritaban, reían; se divertían como nunca. Zayn, vestido con las prendas de guardia y escondido tras una muralla con el herido de Timothy, no pudo evitar detenerse un momento y admirar su obra de arte. Se invadió de orgullo; increíble lo que un poco de creatividad podía lograr, pensó con satisfacción. Pero ya era hora de partir, tiempo de la jugada final, el moreno giró y se internó en la espesa neblina de humo que el reciente incendio provocó. Las alarmas ya estaban encendidas y Zayn evitó las zonas conglomeradas, él mismo había fabricado el ardid, por lo que no debían existir sorpresas; aún así caminaron a prisa, a pesar de las quejas del hombre herido y en menos de un minuto llegaron a la entrada principal, varios guardias estaban ahí, custodiándola como gárgolas a milenario castillo, evitando cualquier posible intrusión, gracias a los nervios de Zayn, igual de acerados a las rejas, no permitió sospecha alguna, y con voz clara y demandante, pidió auxilio.

― ¡Guardia herido! – Gritó, alertándolos. Se llevaba la mano al bolsillo de su pantalón, donde había guardado la identificación de ingreso de Tim, cuando la guarda pelirroja, más que consternada por la visión, se apresuró a abrirle la puerta con su propia tarjeta – Está grave, lo llevaré a una ambulancia – Dijo sin detenerse, e inclinó el rostro, fingiendo que observaba la herida del policía.

― Sí, llévalo – Tosió Marien con fuerza, el denso humo dificultaba la respiración... y la visibilidad – Llévalo rápido.

Zayn se aproximó al siguiente dispositivo de seguridad e imprimió con disimulo el pulgar de Timothy en la pantalla. Mientras esperaba la autorización se percató de una cámara que lo captaba, miró el lente por un par de segundos, dedicándole una mirada socarrona a Liam, pues sabía que más tarde, observaría la grabación. En las oficinas no estaba mejor, todos corrían de un lado a otro, le animaban a que siguiera ayudando al cada vez, más débil policía, pero nadie tenía la gentiliza de cargarlo, cosa que Zayn apreciaba; todas las miradas se las llevaba el guardia acuchillado y no el hombre que sumisamente lo auxiliaba sin quejarse ni un poco.

― Vas a lograrlo, infeliz, no olvides tu juramento al final – Le susurró Timothy entrecortado. Toda su piel se había tornado cetrina, sus labios estaban de color púrpura, y traspiraba frío.

― No lo haré, cállate y ahorra energías, te estás desangrando muy rápido.

Por un momento, la algarabía se ausentó dramáticamente, como si gruesas paredes de concreto se hubiesen cerrado detrás de él y ningún ruido pudiera atravesarlas. La luz del sol le encandiló como nunca, y el cielo le pareció más azul que de costumbre; la tétrica penitenciaría de Londres yacía a sus espaldas, y el estacionamiento de ésta; espacioso y rebosante de autos estaba frente a sus ojos. Casi deja caer al guardia diezmado que tanto había ayudado en su escape, pero todavía faltaba la última pincelada. A lo lejos vio venir una ambulancia pasando la casilla de vigilancia, el centinela de allí, con los sentidos aletargados de tantísimas emociones encontradas nunca pensó el porqué, estando los hospitales tan lejanos, había llegado una ambulancia con la rapidez de un rayo. Zayn confirmó la matrícula con el corazón brincando alegremente de su pecho; la ambulancia se estacionó con apremio y de ella bajaron dos paramédicos.

― Han requerido nuestros servicios, ¿quién nos llama?

― Zayn Malik.

El par de hombres sonrieron y abrieron las puertas de su vagoneta.

― Bienvenido Malik, la libertad te espera.

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