room 72; camren

By milanolivar

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Camila es doctora en un hospital de Los Ángeles. Su vida se basa en ir al hospital, cuidar de su hermana Sofi... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Último Capítulo
Epílogo
Epílogo 2
Room 72 en físico
Room 72 portada

Capítulo 10

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By milanolivar

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Lauren's POV

Yo no solía beber. De hecho lo único que tomaba eran aquellas copas de vino en las comidas, o quizás, si estaba estresada un dedo de whisky y quizá un cigarrillo. Y así es como estaba ahora, apoyada en el borde del escritorio de mi despacho, con un vaso con whisky en la mano y devanándome la cabeza. Moví un poco el vaso mirando cómo el líquido entre anaranjado, dorado y marrón se pegaba al vaso y volvía a su sitio, pero yo ni siquiera tenía tiempo para pensar en aquello.

Miré una vez más los papeles encima de la mesa y ladeé la cabeza, dándole un trago al vaso, que bajaba por mi garganta casi quemándome, pero en aquél momento no me importaba.

-¿Lauren? –Escuché la voz de la nueva secretaria en la puerta y me di la vuelta con una mano apoyada en la mesa, mirándola de forma seria e impasible. -¿Tienes ya alguna solución?

-No. –Respondí. Apreté la mandíbula viendo cómo volvía a salir y volví a mirar la ciudad por la ventana. Era de noche, y las luces de los edificios se mezclaban entre las sombras que dejaban estos mismos, creando así un efecto que provocaba perderse en ellos.

De un trago me acabé el vaso, cogí la botella de cristal y volví a echar otro poco en el vaso. ¿Cómo ahorrar millones de dólares sin pérdidas? Esa era la pregunta que no podía resolver. Hasta ahora, todo iba bien. Los ingresos eran abundantes y aún más los beneficios, sin desmerecer a los clientes. Pero habíamos llegado a un punto que las deudas se estaban comiendo los beneficios y casi no teníamos margen de ganancias.

-¿Puedo entrar? –Una voz me hizo despertar de mis pensamientos. Me giré con el vaso en la mano y sonreí al ver a Camila, sonreí por primera vez en todo el día.

-Puedes. –Respondí dejando el vaso en la mesa. Me acerqué a ella y nos fundimos en un abrazo. Sus manos acariciaban mi espalda y mi cara estaba escondida en el hueco de su cuello, buscando algún refugio en ella.

-Hey, ¿estás bien, cielo? –Se separó de mí y me cogió la cara entre las manos y yo asentí con una sonrisa.

-Saturada de trabajo. –Me separé un poco y me senté en el sillón, tirando de su mano para sentarla en mi regazo. Camila rodeó mi cuello con los brazos y miró los papeles frunciendo el ceño.

-No entiendo nada. –Rio levemente y me miró mordiéndose el labio. -¿Qué tienes que hacer?

-Básicamente son cuentas. Y tengo que hacer que, con un cambio ganemos dinero. Y no sé qué cambio hacer, porque ya está todo bien hecho. –Me froté la cara con las manos y suspiré, apretando mis sienes con los dedos.

-¿Dónde compráis las verduras, carnes, frutas...? –Camila frunció el ceño y miró los papeles.

-Una empresa. –Dije enseñándole el papel de alimentos, kilos y precio.

-¿Por qué no se las compras directamente a los agricultores y ganaderos? Cobran muy poco por todo, y sólo con que les pagues un poco más que las empresas multinacionales te lo venderán a ti directamente. –Entreabrí los labios y señalé a Camila, sin poder creerme lo que acababa de decir.

-¡Dios! ¡Claro que sí! ¡Eres un genio! –Dije levantándome de la silla, dejando a Camila allí sentada. Cogí el teléfono y marqué el número. –Hey, soy Lauren. Tenéis que romper el contrato con la empresa que nos vende la carne y la verdura. –Me movía por el despacho con el móvil en la mano, mientras veía a Camila jugar con uno de los bolígrafos, que aunque ella no lo sabía podía costar perfectamente unos cien dólares. –Lo sé. Sí, lo sé. Pero tenemos que hacerlo. –Suspiré girando de nuevo la mirada hacia Camila, que miraba el despacho que era bastante grande. –Lo haremos, porque soy la dueña de esto. Y se hará porque sé que las cosas saldrán bien. ¿Tienes jefe? Pues soy la jefa de tu jefe, y del jefe de tu jefe. Y del jefe, del jefe de tu jefe. Así que anula el puto contrato y paga la cláusula que tengas con la empresa, ahora. –Suspiré mientras Camila jugaba con sus manos. –Gracias.

Colgué y dejé el móvil en la mesa, acercándome a Camila.

-Tu despacho es muy grande. –Dijo con una pequeña sonrisa, mientras yo me senté de nuevo, y ella se colocó encima.

-Llegas y solucionas todos mis problemas. –Reí levemente y posé mi mano en su muslo, dándole un suave y lento beso en los labios.

-No hice nada, lo tenías delante de ti. –Ella rio mientras negaba, dándome varios besos por los labios. –Y, te mereces descansar.

Tras eso, nos levantamos y salimos del edificio, mientras aún Camila observaba todo con una sonrisa. Era bastante grande, cristaleras, despachos, salas, gente corriendo de un lado a otro y.. Salimos a la calle.

Una vez en el coche, Camila me indicó que fuésemos a su casa, y no me negué. Miré de un lado a otro en la calle entrecerrando los ojos, girando el volante para coger una de las calles que llevan a casa de Camila.

Aparcamos y, tras subir en ascensor ella abrió la puerta.

-¿Sofi? –Preguntó dejando el bolso en la entrada, y nadie respondió. Cerré la puerta y pude notar las manos de Camila quitarme la chaqueta del traje, poniéndola en el perchero de la entrada. –Necesitas descansar. Estás tensa.. –Sus manos apretaron mi cuello, completamente rígido.

-No.. –Negué lentamente mientras ella me cogía la cara entre las manos dándome un beso lento, profundo, notando cómo el tacto de su lengua acariciaba la mía lentamente, y se retorcía en el interior de mi boca. Mis músculos se relajaron por completo a medida que las manos de Camila se paseaban por mis costados, acariciándome lentamente, hasta llegar a mis mejillas, acariciándola de la misma manera.

Puse las manos en su cintura, caminando con ella a través del acogedor salón, y entrando en el pasillo de habitaciones y entramos en la suya sin dejar de besarnos.

-¿Nunca llevas pantalones? –Fruncí el ceño metiendo las manos bajo su vestido, apretando su trasero con las dos manos de forma fuerte, provocando un jadeo de Camila en mi boca, mientras yo bajaba su ropa interior sin quitarle el vestido.

-No para el trabajo. -Cayó a sus pies la ropa interior, enredándose en sus tacones, y me agaché poniéndome de rodillas delante de ella. Levanté un poco su vestido, comenzando a dar besos por sus muslos, sintiendo la mano de Camila acariciarme el pelo lentamente. Mis besos fueron yendo hacia su sexo, hasta quedar frente a él. Ni siquiera lo toqué, pero mis labios entreabiertos estaban encima de este, a milímetros y podía notar mi aliento en él. Me separé y terminé de sacar su ropa interior, volviendo a ponerme de pie frente a ella.

-No hagas eso.. –Se quejó, besándome lentamente mientras mis manos acariciaban la piel desnuda de sus nalgas, moviéndolas lentamente aunque, no podía evitar agarrarla algo más fuerte.

-¿No quieres que juegue contigo? –Hice un puchero y subí la mano por la cremallera de su vestido, bajándola lentamente.

-No.. No juegues. No hoy. –Matizó, viéndola prácticamente desnuda a falta del sujetador. Mi mano lo quitó rápido y lo bajé por sus brazos, siguiendo los besos.

-No voy a jugar hoy. –Camila me quitaba la camisa lentamente, botón a botón hasta hacerla caer al suelo con el sujetador. –Voy a hacerte el amor muy, muy, muy lento... -Susurré en el oído de Camila a medida que la tumbaba en la cama, dejando pequeños besos alrededor de su oreja,  bajando por su mentón hasta besar bajo este, levantando la vista hacia Camila. No me paraba a apreciar lo guapa que era Camila en aquella situación, pero simplemente solté una risa aspirada, acariciándole la mejilla.

-¿Qué ocurre? –Preguntó ella con un tono bastante tierno, con las mejillas rosadas.

-Que eres preciosa. –Respondí pegando mis labios a los de ella una vez más, terminando de fundirnos en un beso lento, sintiendo las manos de Camila deslizarse por mi espalda hasta llegar a mi nuca, comenzando a acariciarme el pelo. Las manos de la latina me desabrocharon el pantalón con cuidado y terminó bajándolo con los dedos junto con mi ropa interior. Y así acabé, encima de Camila, ambas desnudas otra vez.

Muchas veces pensaba en todas las cosas que podía hacerle a Camila durante el sexo, en cómo hacerla temblar debajo de mí y que gritase mi nombre. Pero cuando la tenía así.. Sólo quería abrazarla, besarla, sentirla junto a mí.

Así, mis caderas empezaron a moverse contra las de Camila, escuchando un primer jadeo chocar contra mi boca. Apoyé los antebrazos a los lados de su cabeza y le acaricié el pelo con lentitud, con dulzura, nada que ver con el ritmo que llevaban mis caderas más rápidas y fuertes, que provocaban los primeros gemidos de Camila y míos, y su mano se enredaba en mi pelo atrayéndome a su boca, dándome besos húmedos sin separarnos unos minutos. Cuando retiré mi boca de la suya, moví las caderas de un modo más lento pero algo un poco más fuerte, sintiendo la mano de Camila en mi mejilla. Me acercó a ella de nuevo y nos fundimos en un beso más lento, suave, mientras mis caderas no paraban de moverse.

-Te quiero.. –Susurró, pegando su frente a la mía, comenzando a gemir de nuevo cuando mis caderas aumentaron el ritmo, y ninguna de las dos podíamos responder. Los gemidos comenzaron a hacerse más altos, más fuertes, y sus manos apretaban mi espalda y mi pelo al subir por esta.

Nuestras respiraciones empezaron a ser inestables, y podía sentir cómo mi cuerpo se tensaba y provocaba que mis caderas fueran prácticamente veloces contra Camila, que me abrazaba contra ella mientras sus gemidos chocaban contra mi oreja, y yo apretaba el labio para no gemir en alto, pero sentí a Camila temblar entre mis brazos y, yo no podía más. Gemí contra su boca llegando al final, quedándome quieta un momento pero, moví las caderas un poco para alargar aquella sensación de placer.

Y no sé cómo acabé de nuevo abrazada a ella, sintiendo cómo sus manos me acariciaban el pelo de forma suave, terminando por quedarme dormida sin decir nada más encima de ella.

A la mañana siguiente, volví a sentir el codo de Camila en mi abdomen, y fruncí el ceño totalmente dormida, abriendo los ojos para darme con la luz del sol.

-Cierra la ventana.. –Me pidió tapándose con la sábana, y yo gruñí. Siempre hacía lo mismo, aunque no me importaba y era adorable.

Me levanté y eché la persiana de nuevo, dejando la habitación a oscuras. Volví a tumbarme en la cama y acomodé la cabeza en el pecho de Camila, que subía y bajaba tranquilo, con una mano en su abdomen.

Y volvimos a dormirnos. No nos costaba nada quedarnos dormidas, y menos después de aquella noche.

Una de las cosas que adoraba de salir con Camila era dormir con ella, y sentir sus manos acariciándome o, enlazar nuestras piernas y acariciarlas de forma lenta. Además, tenerla cada mañana a mi lado al despertar era como un regalo.

Unas dos horas más tarde, abrí los ojos lentamente. Camila estaba dormida a mi lado y, no reparé en mirarla con atención. Pasé los dedos por la mejilla de mi novia suavemente, sonriendo al verla dormir de forma tan plácida.

-¿Me miras mientras duermo? –Alcé las cejas y me quedé en silencio un momento, observando cómo los ojos de Camila se abrían con una sonrisa.

-Te miro mientras duermes.. –Dije pasando una mano por su mejilla, dándole un pequeño beso en los labios. –Buenos días.

-Buenos días, Lo.. –Bostezó hacia otro lado y reí, parecía uno de esos cachorros de labrador recién nacidos.

-Te quiero. –Le respondí a lo que me dijo la noche anterior, y ella me respondió con varios besos en los labios, sentándose encima de mí, justo en mi cintura. Me levanté y quedé sentada en la cama, rodeando la cintura de Camila para pegarla a mí.

-Me estoy acostumbrando a despertar así y si algún día no estás, no me va a gustar. –Enlazó sus manos con las mías y la miré con una sonrisa, la que nunca se me borraba cuando estaba con ella.

-No te voy a dejar, así que... Tendrás que acostumbrarte. –Me encogí de hombros y ella cogió mi cara entre sus manos para darme varios besos suaves, mordiendo mi labio inferior.

-Mmmh.. Voy a darme una ducha. –Sonrió y me repartió besos por los labios que traté de responder pero iban demasiado rápidos, hasta que se separó. –Ahora vengo, cielo. –Me apretó la mano antes de irse y salió por la puerta totalmente desnuda, lo que me permitió mirarle el trasero al salir.

Me dejé caer en la cama pasándome las manos por la cara y miré al techo. Intenté pensar en el trabajo, en lo que debía hacer pero... Mi mente volvía a Camila, de una forma u otra. Volvía a cómo pasar la mayor parte del tiempo con ella, a averiguar cómo me había descolocado todo.

Sonó el teléfono de Camila sacándome de mi mundo, y casi se me encogió el corazón. En la pantalla, un nombre que no conocía. Estaba poniéndome celosa y nerviosa, cosa que no me había pasado en bastante tiempo y me descolocaba. Eran las nueve de la mañana, ¿quién podría ser a aquellas horas? Descolgué.

-Teléfono de Camila, ¿quién es? –Pregunté rascándome la comisura del labio.

-Soy su madre, ¿quién eres tú? –Entreabrí los labios y casi me desmayo en la cama. La situación era bastante bochornosa, acababa de acostarme con su hija.

-Eh... Soy Lauren, su novia. –Respondí mirando al frente, intentando quitarme el estado de shock. La situación era bastante incómoda, sobre todo por las horas que eran y porque su madre habría supuesto que había dormido con su hija.

-Oh... -Tragué un poco de saliva y vi a Camila entrar por la puerta con una camiseta puesta, frunciendo el ceño. Me separé el móvil de la oreja y se lo di, abriendo los ojos un momento.

-¿Mamá? –Camila se sentó a mi lado en la cama y yo me puse la ropa interior, me sentía incómoda hablar con su madre medio desnuda, por muy estúpido que sonase. –Soy Mila. –Entrecerré los ojos porque todos llamaban así a Camila, mientras que yo la llamaba Camz. –Sí, mi novia, Lauren. –Pude escuchar cómo la mujer gritaba en español a través del teléfono. -¡Iba a contártelo! Pero he estado liada, mamá. Sí.. –Camila rodó los ojos mientras jugaba con mis dedos, y yo la miraba de reojo entrecerrando estos. –Sí, mamá estoy en casa. –Ella se mordía el labio y yo estaba a punto de caer de nuevo dormida por las caricias de Camila. –Sí, Lauren está en mi casa. Mamá, ¿tanto te importa que duerma conmigo? –Camila rio y negaba, acariciándome el pelo con una mano. –Ya, ya sé que después de lo que pasó no te fías de nadie. Pero ella no va a irse un año y a dejarme. Está aquí. Literalmente, la tengo abrazada a la cintura. –Reí porque era totalmente cierto, mi cabeza estaba apoyada en su pecho y me acariciaba la espalda. –Además, a Sofi le cae genial. –Camila se quedó en silencio, simplemente soltando pequeños sonidos para indicar que entendía. –Ajá.. Mmh.. Vale, se lo diré. Te quiero, dale un beso a papá.

Camila colgó y me miró, mientras yo no apartaba la mirada de ella con una sonrisa.

-¿Todo bien? –Fruncí el ceño ya que, no lo tenía muy claro.

-Dice que quiere conocerte, que vayamos a Miami. –Me incorporé y fruncí el ceño.

-¿Conocerme? –Me tensé un poco y me incorporé.

-Tranquila.. Si le dio el visto bueno a mi ex novia, te lo dará a ti, créeme. –Puso una mano en mi mejilla y la besé, lentamente, soltando un suspiro en sus labios.

-No sé qué haría sin ti.

-Yo tampoco sé qué harías sin mí.


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