Ella sabe que le miento

By ashly_madriz

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Una chica intercambia por error mensajes de texto con un desconocido, sin imaginar que se trata de Reign Mill... More

Sinopsis
Introducción
Capítulo 1: Maldito Reign Miller
Capítulo 3: Gracias por nada
Capítulo 4: Textos inesperados
Capítulo 5: Diez mil veces idiota
Capítulo 6: Nos quedamos sin palabras
Capítulo 7: En la boca del lobo
Capítulo 8: ¿Quién es esta chica?
Capítulo 9: Amargura
Capítulo 10: Palabras peligrosas
Capítulo 11: No te alteres
Capítulo 12: Rotundo consentimiento
Capítulo 13: Solo un poco rotos
Capítulo 14: Los chicos no lloran
Capítulo 15: Viejos hábitos

Capítulo 2: hola, desconocida

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By ashly_madriz

Reign

Sacudí a la chica que estaba devorando mi cuello, en el momento en el que Daniel, mi mejor amigo, detuvo su monstruoso todoterreno en un semáforo en rojo. No había dormido una mierda la noche anterior y justo en ese instante tenía más café que sangre en mi sistema.

Habíamos permanecido toda la madrugada y parte de la mañana en el estudio, siendo gritados por nuestra manager. Hasta que las cosas se habían encendido de más y Daniel había llamado a un par de chicas que habían terminado con ambos en la parte trasera de su auto.

Ambas se habían quedado en los asientos de atrás, mientras yo había cambiado al del copiloto y esperaba con impaciencia a que mi amigo terminara por llevarme a mi clase de ese día, pero parecía más interesado en cantar a todo volumen alguna canción azar que estaba sonando en el reproductor del auto.

—Sí sigues con esa cara parecerá que tienes resaca —dijo una de la dos chicas desde donde estaba.

No podía diferenciar sus voces, y si habían dicho sus nombres, tampoco los recordaba.

No me sentía mal con ello y no era necesario fingir que me interesaban.

—¿En serio? ¿Te parece que tengo resaca? —respondí, pero no dirigiéndome a la chica, sino a Daniel.

—Parece como si estuviste haciendo cualquier cosa menos estudiando para tu prueba —este argumento con vehemencia, al mismo tiempo que despegó sus ojos de la carretera para verme.

El tampoco lucía mejor, pero no tenía que ir a clase a hacer un examen.

—Ojo en la carretera, Daniel —enuncie sin ninguna clase de simpatía—. No se va a ver bonito en los titulares, mucho menos en esa asquerosa mierda de hater. ¿Qué te parece mejor? Que diga que fuimos atrapados conduciendo con alcohol o que tuvimos un accidente con dos chicas que ni conoces.

—A hater no va importarle que tengamos un accidente, creo que haría su vida más feliz —este se burló. Las chicas también se rieron, siguiendo el juego, pero yo pude sentir su molestia detrás.

Suficiente teníamos en nuestros bolsillos como para arriesgarnos con un nuevo escándalo.

A él realmente no le importaba lo que dijeran en hater, la maldita página de chismes administrada por alguna persona que parecía saber cada cosa que pasara en nuestras vidas, en vez de ocuparse de la suya; ahí podían encontrar cualquier clase de rumores, desde los más simples, hasta las más turbios. Había comenzado como una cosa sencilla, un día casual, algunas stories en Instagram hablando principalmente mal de Softcore, pero últimamente estos se habían intensificado a más.

Nuestra manager, la madre de Lucas, se había dedicado con todo su equipo a investigar quién estaba detrás de todos los escándalos y el acoso, pero no había dado con nadie y a este punto nos habíamos resignado a que era imposible. En las primeras publicaciones, no se había sumado mucha gente, pero con el pasar de los meses, la pequeña chispa que era hater, comenzaba a convertirse en una llamada furiosa, sumando a más gente y comentarios imparables.

—Puedo quitarte esa preocupación de encima, Reign. —La misma chica de hace un rato volvió a hablar, con un fingido tono sensual que me hizo dibujar una mueca en mi rostro—. Deberíamos ir a mi casa, te daré un masaje y luego podrás descasar.

No estaba de buen humor para seguir con el papel de "me agradas" y ya se estaba tornando jodidamente molesta. De los cuatro, Daniel era el mayor fanático de las groupies, pero yo, yo prefería no tener que mezclarme con ellas si iba a tener que enfrenarme con las publicaciones de nuestro anti-fan.

—Déjame un par de cuadras antes —le pedí a Daniel—. No quiero otra cosa como la de la última vez.

—¿Estás seguro? Está lloviendo a cantaros —este me indico lo obvio, soltando un suspiro ahogado—. No entiendo porque sigues haciendo esto, ¿asistir a la universidad? Ya no estamos para eso.

Puse los ojos en blanco, ya que era un tema por el que habíamos discutido muchas veces antes. Ninguno de mis amigos y compañeros de banda podía entender. Era una razón muy personal que tampoco le interesaba a ninguno de los tres, pero que existía.

—Porque algunos de nosotros si queremos educación, imbécil.

No le di mucho tiempo, ya que una vez se detuvo, abrí la puerta del todo terreno, siendo empapado por las gotas de lluvia. Era una suerte que estuviera cubierto por mi sudadera con capucha, pero eso no iba a servir de mucho, ni durante mucho.

—¿No vas a despedirte de las nenas? —fue lo último que escuché salir de la boca de Daniel, antes de que lo ignorara para comenzar a caminar hacia la entrada de mi facultad.

A veces me costaba hacer tiempos, compaginar las cosas y solía pedir más permisos que cualquier otro estudiante universitario, pero intentaba llevar la situación más que podía. Una de las pocas cosas que harían a mi abuela feliz, era cumplir su estúpido sueño de verme graduado de la universidad, y ante todo, quería hacerla feliz.

Por ello, me sacudí de la lluvia, maldiciendo lentamente por otro retraso en mi única clase de ese día. Sabía que mi profesor de estadística financiera era un grano en mi culo y que también, por nada del mundo, iba a dejarme entrar a un aula cuando su clase llevaba diez minutos andando.

Solté un suspiro ruidoso, cuando estuve frente a la puerta y noté que, efectivamente, esta se encontraba cerrada y que el profesor Michael estaba parado frente a la pizarra anotando inentendibles operaciones matemáticas a un ritmo acelerado.

Di un primer golpe al cristal frente a mí, rogando a los cielos que no me echarán de patadas al ver mi rostro llegando tarde otra vez, y al notar que mi llamado no fue atendido, di un segundo, esperando que esta vez, si me escucharan.

—¿Se le está haciendo costumbre llegar tarde, señor Miller? —inquirió el profesor, una vez había abierto la puerta.

—No, señor. Escuché que el decano le había hecho llegar una nota —le respondí con voz ligera, intentando forzar una sonrisa—. Ya sabe... para informarle de mis retrasos.

—Entonces debería apurarse a tomar asiento, ya que la prueba comenzó.

Asentí con la cabeza y este se hizo a un lado para dejarme entrar.

—Le prometo que no volverá a suceder.

Una mentira, pero que no le haría daño al pobre viejo.

No me gustaba utilizar mis privilegios, porque tampoco quería pasarme de listo, pero si algo sabía, era que de vez en cuando debía acudir a ello para salirme con la mía. Y así fue, ya que el profesor se hizo a un lado y yo le otorgué un asentimiento de cabeza cuando me hizo pasar.

Me había acostumbrado a la repentina tensión y a la falta de oxígeno que sentía cuando entraba a un lugar lleno de gente. Las miradas se posaban sobre mí de forma inevitable y tenía que fingir una sonrisa de un millón de dólares si no quería salir como estelar del programa de chismes de los domingos.

Por ello me desplacé entre las filas, dando un escaneo rápido a los pupitres y evitando hacer contacto visual con cualquiera del grupo de universitarios que se había desconcentrado de su examen para verme. Había un único puesto libre, el penúltimo de la fila de la esquina más alejada a la puerta, por lo que con rapidez me dirigí hacia él.

En una primera instancia, pensé que estaba ocupado, ya que sobre la silla se encontraba un cuaderno, forrado con un montón de stickers de programas televisivos y algunas bandas de rock, pero luego de que el profesor me diera un gruñido de reprimenda, entendí que no era así, así que dejé caer mi mochila al suelo y con descuido retiré la libreta de la silla, dejándola caer también al suelo.

Gracias a esto, el cuaderno se abrió, mostrando algunos apuntes, los mismos que resolvían los problemas matemáticos que se suponía debíamos resolver en nuestras hojas para el examen, por lo que antes de que el señor Michael lo notara, pise las hojas y arrastré el cuaderno debajo de la silla y rogué a los cielos que este no lo notara.

Poco a poco el salón comenzó a vaciarse, un indicativo de que había llegado lo suficientemente tarde como para saber de qué no me quedaba mucho tiempo para lograr responder la supuesta prueba diagnóstica, a pesar de eso, pude completar suficiente de las ecuaciones y esperé quedarme hasta el final.

No quería toparme con nadie a la salida, por lo que con ello, recogí mis cosas y tomé la libreta que había tirado al suelo con la intención de devolvérsela al profesor, rezando para que este no lo malinterpretara.

Tal vez era de alguien que la necesitaba, que se había esforzado tomando apuntes en clases anteriores para estudiar y era un desperdicio que la desechara.

Me agaché, tomé mi mochila y también la libreta, inspeccionando si en alguna página estaba escrito quien era propietario, pero aparte de las tareas y apuntes, lo único que llamó mi atención fue la única señal de un nombre escrito, y se trataba de nada más y nada menos que el mío.

Con una jodida nota de odio dirigida a mí.

"Maldito Reign Miller..."

Con cada palabra leída, la boca se me secó y un jodido malestar en mi sien comenzó a palpitar, a medida que mis ojos se desplazaron por todo el veneno contenido que estaba en una página agresivamente escrita. La caligrafía era desordenada y parecía que la persona que se había tomado el tiempo para expresarse de esa forma en realidad me odiaba.

Lo suficiente para expresarse así.

No sabía en realidad de qué estaba hablando, lo único que sabía era que la persona detrás decía saber un supuesto secreto que ocultaba y que era una chica, una chica muy furiosa y enojada que deseaba dejarme calvo.

Por ello, tal vez estaba a punto de cometer el mayor error de mi vida, ya que la curiosidad me embargó y el sentimiento de querer descubrir si las palabras que había escrito aquella persona eran reales, se convirtieron en una motivación más poderosa que el sentido mismo.

Con ello y una sonrisa triunfante en mi rostro, apreté el bolígrafo que estaba entre mis manos y comencé a escribir justo debajo de la nota de odio de la susodicha

"Hola, desconocida.

¿Te gustaría desahogarte con un amigo? Comunícate a este número, si tanto como yo odias a Reign".

Una vez había terminado, dejé el cuaderno en el escritorio del profesor y me alejé con el estómago ardiendo y un sentimiento de primitiva curiosidad que no había sentido nunca antes.

Tal vez alguien además de hater me odiaba, pero ¿qué tanto sabía la chica de la nota de mi vida como para afirmar que ocultaba algo? 

X

¿Les gustó?

Hola, aquí estoy, por fin pueden leer el segundo capítulo de esta historia. Estoy demasiado feliz y contenta de que puedan leer este bebé. Esta historia es una montaña rusa y me tiene tan, tan emocionada que ni se imaginan. Ya conocieron a Mara y ahora Reing. ¿Están listos para lo que se viene?

Gracias por leer, votar y comentar. En ig estaré dejando cositas, XOXO; Ashly.

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