Samay Meyer
—No lo sé. Cuando llegamos, ella estaba en el vestíbulo con los Bryne, muy empalagosos, por cierto. Rex la vio y le pidió que si podía cambiarte. La rubia no dudó en ayudarte. Se nota que te quiere mucho. —fruncí el ceño. Las primeras palabras se repiten en mi mente como bucle: con los Bryne... con los Bryne.
¿Qué hacia la idiota ingenua de Adina con las paredes de los Bryne?
—¿Dónde está ella? —En ese momento las puertas del elevador se abrieron, mostrándonos el vestíbulo.
Había muchos soldados cuidando los alrededores, observando todo como águilas y en el centro, distribuidos por el grande lobby, estaban los Frensby Ajax, Slora, Bryne y... ¿mis amigas?
Henar y Adina estaban sentadas en un sillón. La primera con la cabeza entre las piernas y la segunda, sentada recta, pero con la mirada fija en el piso.
Ignore los saludos de los Frensby Ajax y me acerqué rápidamente a mis mejores amigas.
—¿Qué pasó? ¿Qué hacen aquí tan temprano? —ambas levantaron sus caras y me vieron. Mire sus vestimentas, algo que jamás había visto en sus armarios. —¿Y esa ropa?
—¿Qué haces tú aquí? —pregunto con el ceño fruncido Henar.
—Yo pregunte primero. —pronuncié exasperada. Adina solo nos miraba.
—Mis padres no me dejaron entrar a la casa, dijeron que volviera hasta que cambiara mi actitud. —abrí los ojos sorprendida. —Fui al ring, necesitaba desahogarme, pensar que hacer y ahí me encontré a uno de los Slora, me ofrecieron quedarme con ello y aquí estoy. —mi cara se desfiguro.
Me sentía la peor amiga del mundo en este momento. Mi amiga me necesitaba y yo me estaba besando a los Frensby Ajax.
—¿Tu? —pregunte hacia Adina, la cual, se puso roja.
—Me invitaron a una cita, me sentía culpable por lo qué pasó, así que acepté. No quería volver a casa así que les pedí si me podían llevar a un hotel, se negaron a dejarme sola y también me quede aquí, con ellos.
—¿Qué? —pronuncie. Nos habíamos metido en tantos problemas por evitar a estos idiotas, pero parece que el destino quiere juntarnos.
—¿Qué haces aquí, Samay? —mire a Henar.
—Claramente estoy en las mismas que ustedes. —suspire frustrada, sentándome en un sillón cerca de ellas. —Salí a beber con Darin y Rex, ya sabes como es el rubio cuando sale a tomar. Los Frensby Ajax estaban ahí y nos "ayudaron". —hice comillas.
—Estamos jodidas. —suspiro Adina, tocándose la frente, frustrada.
—Señoritas. —llamó alguien, exsaltandonos a las tres. —Lo siento. —pronunció la mujer que nos llamó, con una sonrisa. —Los señores exigen hablar con ustedes. —nos miramos sin entender. —Ellos quieren que se acerquen. —aclaro la señorita. Asentimos, pronunciamos un gracias y ella se retiró.
—Quiero... no, necesito que me cuenten más detalles. —dije neurótica.
—Deberíamos de ir. —dijo Adina, mirando tras de nosotros. Negué.
—Ellos pueden esperar. Esto no. —mire a Henar. —¿Cómo estuvo lo de tus padres? ¿Qué sucedió? Cuéntame todo.
—Después de que tú salieras de la dirección, Adina y yo nos quedamos ahí como una hora, esperando noticias. Llegaron Los Slora y Bryne, nos los encontramos justo cuando nos iban a ir. Ellos nos informaron que estábamos suspendidas por una semana, pero que esa semana, teníamos que pasarala con ellos. Los Bryne, intentaron hablar conmigo, los mande a la mierda y fui a buscar a mis padres, no los encontré. Ellos ya se habían ido y ni pío me dijeron. Tuve que irme a pie hasta casa. —Adina y yo hicimos un sonido de indignación.
La casa de la pelirosa, quedaba un poco lejos.
—¿Por qué no tomaste un taxi-rubo? O ¿por qué no me llamaste? —pregunto Adina.
La pelirosa no respondió.
—¿Hablaron con sus padres? —pregunto
Íbamos a responder, pero una cuarta voz se escuchó.
—Señoritas, parece que la soldada W, no dio bien el mensaje. —dijo la voz. Miramos al dueño de la voz. Era uno de los Bryne. —Lamentó interrumpir su plática, pero tenemos que irnos.
—¿Irnos? ¿A donde? —pregunto Henar, con un tono sorprendentemente tranquilo, como si confiara en él. El castaño la miró y su sonrisa creció más.
—Depende de a qué fracción acompañarán. Tu, irás con nosotros, a las oficinas de la justicia. —Henar se tenso, entendiendo que tendría que ver a sus padres.
—¿Podemos ir a otro lugar? —cuestionó la pelirosa lentamente. La miré sin comprender nada.
—Lo hablaremos con los demás. Vamos. —él le tendió su mano a ella, y la femenina la tomó.
Mire indignada como mi amiga se iba.
¡APENAS AYER LOS ODIABA!
Se acercó uno de los Slora.
—¿Nos vamos, Adina? —preguntó uno de los Slora, mire a mi amiga, esperando que no me dejara sola.
—¡Claro! —respondió entusiasmada y feliz.
Ya no entendía nada.
—Adiós, Samay. Que disfrutes tu dia. —me guiño un ojo y miro atras de mi, con una sonrisa. Se alejó con una mano del Slora en su cintura, ambos se iban riendo de un comentario de la rubia.
Mi vista también fue para mi espalda, donde estaban los quince Frensby Ajax mirándome.
Los detalles rápidamente: los quince vestían con camisas o pantalones color blanco o azul cielo... como mi ropa. Incluso algunos vestían con camisas Ralph Lauren.
Decidí ignorar eso y me incorporé bien en mi sitio.
—No pienso pararme hasta que estén aquí. —les grite y me acomode bien.
Escuche pasos, acercándose a mi.
—¿Estás lista, Sam? —preguntó Bastian.
—¿Qué haremos exactamente? —pregunte sin entender mi propósito de estar ahí.
—Hoy visitaremos los edificios de la OC y tal vez, si corremos con suerte, podemos ir a alguno de sus laboratorios o plantas. —dijo con una sonrisa Khaled. —No queremos que te aburras mucho, así que pedimos mas pum-pum, que bla-bla. —Intente contener la leve risa que ese muy mal chiste.
La vista de todos fue a mis labios, sentía que se los comían con la mirada y en un acto nervioso, me los mordí.
—Mierda. —pronunciaron.
—Será mejor que nos vayamos. —antes de que salten encima de mí.
Me paré del sillón e iba a tomar mi bolso, pero una mano me interceptó.
Mire al dueño de la mano, sin entender que pasaba.
—Deja que nosotros la llevemos. —dijo Domani, guiñandome un ojo. Le hice una mueca, estaba muy enojada por la idiotez que él, Lucian y Yael
Le arrebate mi bolso.
—Prefiero que lo lleve Eron, no se le vaya a contagiar tus malas vibras. —lo barrí, con el ceño fruncido. Él suspiró, pero no rechisto.
—¿Hablaste ya con tus padres? —pregunte en mi oído Milos, asustandome.
—No. —solté suspirando.
Íbamos ya de camino, de hecho, estábamos a nada de llegar.
Durante el camino, revisé mis mensajes: alguno de Rex y Darin, preguntándome cómo estoy y otros de Henar y Adina en nuestro grupo. Pero ninguno de mis padres.
Era muy consciente de que en esta visita (y probablemente en las de toda la semana), me encontraré con ellos.
No sé cómo reaccionan. ¿Me correrán como lo hicieron los padres de Henar? ¿Dirán algo? ¿Me odiaran mas de lo que ya lo hacían? ¿Me dirán que no están orgullosos de mí?
Tuve más de cuarenta minutos para prepararme mentalmente para ver su reacción.
—¿Eres consciente de que los veremos todo el día y que tu madre será nuestra guía? —asentí.
Estaba decepcionada de mi madre, no quería ni verla en pintura; pero, tarde o temprano, tendría que enfrentarla.
Llegamos rápidamente a las oficinas de la OC.
Solté un suspiro, nerviosa.
Sentí una mano cubriendo la mía, la cual, se encontraba sobre mi regazo. Mire hacia el dueño de la mano.
—Todo estará bien. No tienes que temer, nosotros te respaldamos. —me sorprendí ante el comentario de Brais.
Otra mano cubrió mi otra mano.
—Sabes que puedes contar con nosotros para lo que necesites. —dijo Milos.
En vez de tranquilizarme, me asusto. Y no en el sentido de que tengo miedo que alguien me quiera o se preocupe por mi: en el sentido en el que nuestra relación va demasiado rápido.
Es mi culpa por no poner límites desde un inicio y ser una idiota impulsiva.
—Samay, hay que bajar. —dijo una voz que sentía muy lejana.
Estaba nerviosa.
Me acerqué a la puerta, Emeric me extendió la mano para ayudarme a salir, pero baje sola. Él bufó, resignado.
Los quince se pusieron a mi alrededor, dejándome a mi en el centro.
Mire extrañada a todos.
—¿por qué parecemos escena épica-final de los power rangers? —pregunte,
—Porque estamos en tu fase final de tu batalla con tus padres. —bromeó Domani. Lo mire con una mueca.
—Solo yo puedo burlarme de mis problemas paternales. —le aclaré y algunos de ellos se rieron.
—Si te dicen algo, nos dices y nosotros nos encargaremos. —soltó de repente Rayan, guiñandome el ojo. Fruncí el ceño.
—Mejor caminen. —les dije, ignorando el extraño comentario del rubio.
Comencé a caminar, sin importarme ellos.
—¿No se supone que nosotros debemos caminar delante de ti? —preguntó Jano y yo lo mire sobre mi hombro.
—Si los dejo hacer eso, parecerá que son más importantes que yo. —se rió el de ojos verdes.
Camine cuidadosamente por el camino de piedras, hasta llegar a una casetita.
—Buenos días. —le sonreí amablemente al señor que llevaba muchos años en la planta.
—Samay! —exclamo feliz. —¿Qué te trae por aquí? ¿Vienes a visitar a tu madre? O ¿a hacer algún experimento que dejará a la planta sin electricidad otra vez? —me reí. Buena anécdota aquella.
—Parece ser que sigues siendo igual de distraído que siempre, Homero. —me moví, dejando que el hombre viera a los hombres que venían tras de mí y nos miraban extrañados— Vengo de niñera de esos hombres. —le dije susurrándoles.
—Señores Frensby Ajax. —pronunció el hombre y se agito. —Lamentó retrasarlos tanto. Los Doctores Meyer se encuentran dentro de la planta. —dijo el hombre, moviendo un par de papeles y cosas nervioso.
—Excelente. Gracias, Homero. —dijo para mi sorpresa Khaled, con una gran sonrisa. El se encontraba muy cerca de mí, su pecho tocaba mi espalda y sus manos estaban en mi cintura, supongo que intentando moverme. Manotee su mano y di un paso adelante, alejándome de él.
—Señor Frensby Ajax. Gracias a usted los trabajadores logramos tener una vida mas digna. Le aseguro que hoy y siempre, votaré y confiaré en usted. —dijo el compañero de trabajo de mi madre, con los ojos muy brillosos. El de ojos verdes sonrió más y me miró de reojo.
—Mejor ya nos vamos. Adiós, Homero. —me despedí y entré por fin.
—Ves que no somos tan malos. —dijo el castaño con una sonrisa de satisfacción.
—Es tu trabajo. —le respondí. Todo el resto del camino que tuvimos que hacer, nos la pasamos en silencio.
Parece ser que ellos notaron lo tensa que estaba.
Llegamos por fin a las puertas, nos las abrieron y ahí estaban dos de mis padres: papá Raul y mi madre.
Cuando ella me vio, su cara se relajó, pero aun así se veía muy sombría y fría. Mi padre ni siquiera me miró.
—¡Chicos! —exclamó mi padre, abriendo sus brazos. Avanzó y me pasó de largo. Mi madre y yo abrimos la boca, claramente sorprendidas.
Ahora sí, ya último capítulo del maratón. En vez de hacer dos capítulos, lo hice uno, ya para no hacer más show.
Les quiero dar el spoiler que ya en los próximos capítulos es la fiesta donde todos se enteran de sus compatibles.
Para todas las que decían que Samay tenía una vida perfecta, pues ya no. Lo verán más adelante, todo está planeado JAJAJAJAJAJAJAJAJ.
¿Les gusto el capítulo?
Disfrutenlo.
🎃👍🏻