Ella sabe que le miento

By ashly_madriz

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Una chica intercambia por error mensajes de texto con un desconocido, sin imaginar que se trata de Reign Mill... More

Sinopsis
Introducción
Capítulo 2: hola, desconocida
Capítulo 3: Gracias por nada
Capítulo 4: Textos inesperados
Capítulo 5: Diez mil veces idiota
Capítulo 6: Nos quedamos sin palabras
Capítulo 7: En la boca del lobo
Capítulo 8: ¿Quién es esta chica?
Capítulo 9: Amargura
Capítulo 10: Palabras peligrosas
Capítulo 11: No te alteres
Capítulo 12: Rotundo consentimiento
Capítulo 13: Solo un poco rotos
Capítulo 14: Los chicos no lloran
Capítulo 15: Viejos hábitos

Capítulo 1: Maldito Reign Miller

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By ashly_madriz

Mara

Odiaba a Reign Miller, claro que lo hacía.

Odiaba la forma en la que trataba a todos creyéndose el dueño del mundo.

Odiaba la forma en la que parecía tan despreocupado como si no tuviera ningún remordimiento en su cochina existencia.

Y también odiaba la forma en la que todo mi grupo de amigos llevaba horas hablando de él, sin importarles que estuviésemos en plena clase sin prestar atención.

—Escuché que su novia le fue infiel. —Se detuvo Omar a hablar, al tiempo que su hermana, Olivia, se giró para verle.

—Y yo escuché que solo la dejo porque sí. —Esta le contestó, girando los ojos para mantener un mayor dramatismo—. La gente se deja a diario, no sé porque crees que tuvo que haber una infidelidad.

—Había olvidado que eras su mayor fan —interrumpí con amargura, harta de que no me dejaran escuchar al profesor.

Aunque esa tampoco era una cosa que me causara mayor interés.

—Claro, he ido al cumpleaños de todos sus hijos —me devolvió con tono irónico, sonriendo triunfante—. Incluso me quedé a comer el pastel.

—No tiene ningún hijo —rebatió su hermano después, sin entender el chiste—, pero podría hacernos uno, ¿lo has visto?

Me removí en mi asiento, incomoda, y solté un suspiro desesperado, mientras las risas y cuchicheos de mis amigos continuaron detrás. No era personal, simplemente no me interesaba seguir escuchando del mismo tema del cual hablaban a diario justo en ese momento.

Lo bueno que estaba el maldito de Reign.

Lo increíble que el idiota de Reign.

Si no prestamos atención a la charla que estaba dando nuestro profesor sobre estadísticas financieras, íbamos a recibir una patada en el trasero en la próxima evaluación y ya tenía suficiente de eso. A pesar de que tenía cientos de apuntes escritos de asignaturas anteriores en mi libreta, ese día, simplemente no era capaz de procesar nada.

No podía determinar con precisión si se trataba de la pura flojera mental, al saber que era mi última clase de esa semana o si simplemente quería con desespero que la campana comenzara a sonar, ya que la pasada hora se había vuelto asfixiante y eterna y solo quería regresar a mi casa y toda esa semana.

No podía concentrarme, ni mucho menos sacarme de la cabeza las imágenes con las que había estado soñando la noche anterior. Había pasado demasiado tiempo, pero seguían vividas en mi mente, de un modo tan latente que se reproducían en mi cerebro con agonía.

—¿No vendrás con nosotros esta noche? —Olivia se acercó a mi costado de pronto, hablándome de una forma más baja.

Despejé mis pensamientos hacia un lado y le dediqué una sonrisa de disculpa y después negué con la cabeza.

—Esta vez paso, debo hacer de niñera hoy.

—No podrás descubrir si es el demonio que piensas que es si no lo conoces, ¿sabes? Solo haces tus suposiciones de hater, pero no es como si lo hubieras visto alguna vez —reprochó, dejándome desprevenida.

No entendía con exactitud lo que me decía, pero por su tono de voz, ya podía imaginarlo.

—¿A qué te refieres? —le pregunté—. Pensé que hablábamos de la noche de cine.

—¿No te apetece hacer algo diferente? —Oliva soltó un suspiro—. Vive un poco, Mara. La vida no es solo estudiar, cuidar del hijo de tu hermana y venir a clases. Enróllate con un chico o dos, vayamos a bailar y luego me lo agradecerás.

Omar, quien hasta ese momento había permanecido en silencio, soltó un carraspeó y miró a su hermana como si le hubiera crecido una segunda cabeza. Olivia rara vez tenia tacto para decir las cosas, y otras muchas veces era imprudente por naturaleza.

Desde mi posición le dediqué una mirada mordaz, esperando a que hablara.

—Es la fiesta de Reign. —El chico musitó—. Se supone que ese tipo que conocí la otra noche en un bar nos colaría en su fiesta, es una especie de bailarín, ¿sabes? Estuvieron trabajando juntos en su último proyecto.

—¿Y esperaban que fuera con ustedes engañada? —bramé con dificultad—. ¿Les parece eso genial?

—Acaba de ganarse un maldito Grammy, Mara... y dará la jodida fiesta del año. ¿No puedes dejar tu amargura por una vez? Dale un jodido respiro al chico —Omar soltó con exasperación.

No supe si había exagerado o mostrado demasiado mis emociones con respecto a cómo me sentía con un tema como aquel, pero si algo sabía, era que mis amigos se habían enojado en verdad, cuando se corrieron un par de asientos detrás y miraron al frente de la pizarra con una expresión resignada.

No odiaba una noche de fiesta y tampoco me interesaba realmente Reign, pero que a mis amigos les importara tanto su existencia, estaba comenzando a ser una constante en mi mente que sí me molestaba.

Apreté mi bolígrafo entre mis manos y esbocé una sonrisa falsa, al mismo tiempo que me dispuse a prestar toda la atención necesaria al pizarrón, para fingir que todo estaba bien.

Tenía la horrible costumbre de garabatear y rayar cosas cuando estaba demasiado abrumada o estresada y, para ese momento, no era suficiente escribir los aburridos cálculos matemáticos que señalaba el profesor.

En otra situación, hubiese escrito una hoja al azar en mi cuarto y luego la hubiese lanzado al cesto de basura que estaba al lado de mi cama; eliminando toda la evidencia de mi crimen, pero como estaba desesperada y a punto de gritar de la rabia en plana clase, comencé sin darme cuenta lo que sería una nota de odio desesperante.

Maldito Reign Miller...

¿Debería comenzar así? No lo sé, solo sé que estoy demasiado abrumada y que si te tuviera enfrente te dejaría calvo. Ni siquiera sabes quién soy, pero yo sí sé quién eres; eso debería preocuparte. En serio te detesto y detesto que todos crean que eres un ser de luz con tus tontas obras de caridad. Hablando en serio, me das asco. ¿Sabes cuántas veces has hecho que todos en esta estúpida ciudad sean miserables? Me alegro que te vaya realmente mal, porque no te mereces todos tus jodidos premios ni el amor que recibes por tu asqueroso grupito musical.

Estoy cien por ciento segura que no hiciste nada útil en tu vida excepto ser una plaga; déjame adivinar, ¿ya te hiciste pasar por alguien más? Eres mezquino y arrogante, un jodido cretino que debería desaparecer. Tiene sentido que la otra mitad de la población del país te odie.

Sé lo que hiciste esa noche. ¿Cómo puedes dormir en paz luego de todas las cosas horribles que has hecho? Que hiciste. Yo misma te vi y sé que no mereces dormir en paz, ¿pero sabes qué? Si pudiera arruinar tu vida, lo haría, ya que te crees tan intocable. Espero que te pudras en el maldito infierno y que el resto de tu asquerosa existencia no sea en paz.

Una vez mi ataque de odio cesó, pude soltar un suspiro tranquilo, al tiempo que la campana comenzó a sonar.

Una sensación de libertad profunda invadió mi cuerpo y pude darme cuenta que aquella era la medicina que necesitaba para terminar mi día, sin la necesidad de desquitarme con alguien que no merecía una ofensa.

Recogí mis cosas y me dispuse a salir del aula, sin darle tiempo a mis amigos de poder alcanzarme. Claro que estaba enojada con ellos y aunque la rabia no iba a durarme para siempre, me molestaba que me pidieran ceder a algo que sabían que no quería y que tampoco haría por nadie.

—¿Te irás a pie? —Escuché a Olivia a lo lejos hablar—. Sé que te enojaste, pero no queremos que termines yéndote a pie o en autobús por algo que hicimos nosotros.

—Por mí puede tomar el autobús, solo la seguí por sus apuntes —Omar bufo, incrédulo.

—Eso también es parte de vivir, lo sabían ¿no? —les recordé con amargura—. Yo hago las tareas, mientras ustedes hablan.

Y aunque podía negarme, claro que podía hacerlo, ya había hecho demasiadas cosas horribles en mi vida como para no prestarle a mis amigos las cosas que habían anotado durante la clase, por lo que sin decir más, comencé a rebuscar en mi mochila, recordándome que tenía que arrancar la página que minutos antes había escrito.

Sostuve mi mano entre los compartimientos, una y otra vez, hasta que, con resignación, pude darme cuenta que no estaba mi cuaderno y aún peor... que no estaba mi jodida nota de odio.

Y que luego de ese momento iba a preferir estar muerta.

X

¿Qué les pareció? ¿Primera impresión?

Inserten gritos de loca, ¿okey? ¿Todo bien? Esta historia les promete un viaje de emociones, muchas emociones y les juro que estoy demasiado emocionada con todo el proceso. Estoy eufórica a un punto en el que, en serio, me siento motivada como desde hace un tiempo no estaba por diversas razones. Amo esta historia. Espero les haya gustado, esto se va a poner MUY wow, así que agárrense y súbanse a este viaje.

Nos vemos en en la siguiente actualización. Gracias por leer, votar y comentar. XOXO; Ashly. 

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