Small steps

By Anaisbvm

24.9K 1.4K 580

¿Quién diría que los pequeños pasos podrían cambiarlo todo? Damián White, un enfermero que trabaja en una de... More

Personajes
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22

Capítulo 12

1.2K 74 42
By Anaisbvm

Dylan

Creí que me salvaría de esta, lo juro, por un momento en mi cabeza dije "vamos que no se puede enojar tanto" sin embargo me equivoqué, la cara de Damián no tiene precio. Se me acercó y dejó que lo abrazara lo cual lo asimilé como un punto a favor, ¿me apresuré? Tal vez porque me pidió las debidas explicaciones y aquí sigo yo sin dárselas.

—El reporte —me recordó sentado a mi lado—, ¿Qué pasó exactamente? Porque es muy extraño que siendo el primer día te entreguen uno sin razón alguna.

—La profesora me odia... —mentí.

—¿Te odia? Dylan apenas te conoce, lo dudo mucho.

—De verdad, me observó y dijo "fuera de mi clase" —en eso fui sincero.

—¿Y eso fue por...? —tragué saliva, no le puedo decir o se dará cuenta, me condenaría doblemente y no soy tan tonto para hacerlo—. Necesito toda la historia o no llegaremos a ningún lado de esta manera.

—Porque.... —quise llorar—, me quedé dormido.

Retiro lo dicho, realmente soy un estúpido. No me lo podía guardar porque en el fondo sé que está aquí preocupándose por mí y mentirle es traicionar a la única persona que ha estado dispuesta a entregar todo por unos simples desconocidos. Le importa, aunque sea un poco la idea de que haya pasado algo en mi vida y ese sentimiento es único. Antes nadie se preocupaba por mí, recuerdo que me quedaba horas mirando la nada en el trabajo porque ánimos solo me quedaban para cuidar a mi hermanito menor, éramos los dos contra el mundo y me alegra decir que ahora somos tres.

—¿Y por qué te quedaste dormido, jovencito?

—¡Yo te juro que quería cumplir la promesa! —le contesté tembloroso—, pero una cosa llevó a la otra y cuando me di cuenta ya eran las seis de la mañana, sé que no me quieres ahora, te traicioné, soy...

—Dios Dylan, calma —colocó su mano izquierda en mi espalda dando pequeños círculos para calmarme—. No me traicionaste ni nada, me alegra que admitas tu error y me cuentes porque es algo que valoro mucho, si bien no fue correcto mentirme por la mañana esto lo arregla un poquitín. No estoy enojado porque rompiste tu promesa ni mucho menos, tampoco desconfío de ti y te he dejado de querer ¿queda claro?

—¿No me odias?

—¿Cómo hacerlo? Eres mi niño Dylan —me limpió las lágrimas del rostro con dulzura—, de todas formas, hay muchas cosas de las que quiero conversar.

—Damián...

—Vas a venir a mi regazo y las vamos a contar —cerré mis ojos no queriendo llevarle la contraria sin embargo se me hace imposible—, desapruebo totalmente que no hayas dormido y que te hayas quedado mirando la televisión.

—Estaba entretenido...

—No lo justifica, ven aquí.

¿Cómo carajos quiere que me recueste ahí y me deje dar unos azotes como un niño? Es que no lo soy, joder y eso me molesta como nunca. Es un poco agobiante tener que acostumbrarse a un nuevo ritmo de vida con Damián porque se nota que coloca todo su esfuerzo por enseñarnos a hacer bien las cosas y claramente no lo necesito, aprendí de la vida, me caí y me levanté yo solito, no lo necesito por ahora. Soy bastante autosuficiente como para poder dirigir mi vida.

En esta situación tengo que dramatizar, es mi única salida.

—Podemos hablar —susurré esperando convencerlo—, prometo no volver a hacer las cosas que hice, enserio.

—No creo que se puedan solucionar así ¿mhm? Ven Dylan.

—Espera...—lloriqueé falsamente—, piedad.

—Ni te he regañado y ya me estas pidiendo piedad —entrecerró los ojos—, sé que no es de tu agrado este tipo de castigos y estoy seguro de que ninguno, aun así, acumulaste muchas faltas hoy.

Me tomó del brazo con suavidad y me recostó con una facilidad impresionante, no pude ni rechistar cuando ya estaba boca abajo, quise llorar por vergüenza, rabia y culpa, me hubiera ahorrado todo esto si por lo menos pensara un poco las cosas antes de actuar, lo peor es que ya llevo dos castigos contando este y Noah ninguno, soy todo un caso.

—¡Espera, no puedes porque me mando solo!

—¿Solo? Olvídalo Dy, desde ahora no te mandas solo hasta cumplir la mayoría de edad porque yo asumí el papel de padre aquí ¿queda claro?

Padre... bueno tiene razón, muero de ganas por decirle así, pero primero me tengo que asegurar que no vaya a abandonarnos a Noah y a mí, tengo que estar preparado para esos casos. Encariñarme con él convertiría la despedida más difícil.

—¡No!

—De acuerdo te lo explicaré con otras palabras, campeón —me levantó un poquito y me sentó en su regazo—, los niños y los adultos poseen distintas responsabilidades ¿bueno? Ustedes tienen el deber de ir a la escuela, cumplir con su aseo personal, hacer los deberes, divertirse, entre muchas cosas más y yo como adulto que soy, debo cuidarlos porque así lo quise y lo quiero. Son mis niños, mis nenes y escúchame bien, Dylan, nunca más van a tener que preocuparse por lo que comerán el otro día, por el dinero o por un techo donde dormir. Somos una familia, tal y como se lo dije a tu hermano te lo repito a ti.

—¿Nunca nos dejarás?

—Nunca, campeón.

—Yo no sé cómo agradecerte, por tanto, por acogernos en tu casa y querernos como si fuéramos tus hijos —rompí en llanto y me acercó a su pecho en donde escondí mi cabeza en su cuello—, perdóname por causarte problemas.

—No debes agradecerme cariño, todo lo que hago es de corazón, conversamos esto, por favor confía en mis palabras, si quieres puedo decirlo las veces que tu quieras porque es la realidad —dejó un beso en mi frente—, te quiero chiquito y estoy muy feliz de que ustedes me permitieran entrar en su vida.

—T-te quiero más, Damián —contesté con sinceridad—, gracias.

—Quiero darme muchos mimos ¿eh? —me hizo cosquillas—, y no puedo hasta terminar con este "castigo" que tienes, me apena demasiado tener que darte un par de palmadas por ese comportamiento de hace un rato.

—¿Y si lo olvidamos y hacemos borrón y cuenta nueva?

—Uy ya quisieras —reí un poco—. Ya corazón, volvamos al modo serio.

Arrugó las cejas y supe que estaba bromeando, no está enojado y yo tampoco desde ahora para ser completamente honesto.

—Te voy a recostar nuevamente y espero que reflexiones muchísimo sobre lo que te voy a comentar ¿mhm?

—Eres cruel.

—No chiquito, soy responsable —coloqué un puchero matador.

—Deberías ser menos responsable, es más, deberías quitar los castigos de la lista de los adultos ¿sí? Yo sería mucho más feliz.

—Más rebelde querrás decir —me sacó la lengua y carcajeé—. Ya campeón, comencemos.

Volví a la posición inicial, mucho más tranquilo debo admitirlo, sus palabras reconfortan bastante, es una gran persona. Me hubiera encantado que hubiese sido mi papá desde antes, haber crecido con él, ser su hijo de verdad, de sangre. En el momento que Damián decida tener una pareja y quiera tener un bebé será el niño más afortunado del planeta, lastima que no hayamos podido ser nosotros desde un principio.

—¿Qué tanto piensas Dy? Te veo muy cabizbajo.

—En nada —sorbí mi nariz y me di cuenta de que estaba llorando en silencio—, olvídalo.

—A ver pequeño ¿estas llorando? ¿Es por el castigo? No será tan malo como piensas, jamás te lastimaría.

—No es eso...

—¿Entonces? Amor no puedo adivinar lo que pasa por tu cabeza, necesito que te comuniques conmigo para poder hacer algo al respecto.

—Quiero que seas mi papá —solté entre balbuceos y un llanto desesperado, con sentimiento—, ¿Por qué no puedes serlo?

—Dylan, ¿Qué dices? Lo soy, corazón —volvió a levantarme, esta vez con una cara de preocupación—. Soy tu papá si así lo quieres.

—N-no porque no compartimos sangre —solté sollozando y me abrazó de inmediato—, cuando tengas un hijo... él...

—Detente ahí campeón, no importa el lazo de sangre aquí —aclaró—, yo te quiero muchísimo Dylan, ya te convertiste en un hijo para mi y prometo amarte mucho, cuidarte, protegerte y no dejar que nada te pase. Ustedes son lo más importante que hay en mi vida desde ahora, nene. No porque no tengamos el mismo tipo de sangre significa que no podré ser nunca tu padre porque lo soy, desde el día que entraron a la casa de su abuela en New York, desde el momento que los saqué de esas rejas en la estación de policía, desde que me otorgaron su custodia. Lo sentí aquí —colocó mi mano en su pecho, justo en el corazón—, y eso jamás se quita Dylan, el sentimiento jamás se irá.

—¿De verdad? —susurré y me limpió las lágrimas que descendían por mi rostro.

—Lo prometo —su media sonrisa con los ojos cristalizados me dejó en claro que decía la verdad—, ven aquí, dame un abrazo.

—¿No te enojarías si te digo papá en algún momento?

—No, todo lo contrario, me encantaría y sería la persona más feliz de este mundo —admitió—, si bien ustedes ya son mis hijos para mí, respetaré el tiempo que ustedes consideren necesario para poder decirlo, si no quieren, también está bien. Eso no cambiará nada, nunca me iré de su lado.

—Gracias otra vez.

—Creo que este castigo se tendrá que aplazar, no me da el corazoncito para darte unos azotes —dejó un beso en mi frente.

Es la conversación más sincera que he tenido en mucho tiempo, que agradecido estoy con el universo por haberme puesto a Damián como papá. Nunca podré recompensar todo lo que la vida me ha dado. Juro disfrutarlo al cien por ciento.

—Me alegra —reímos juntos con mi comentario.

—Vamos a hacer lo siguiente jovencito, bajaremos por un chocolate caliente, respiraremos profundamente y conversaremos lo que ocurrió con ese reporte porque es un tema que no puedo dejar pasar ¿bueno?

—Me parece bien.

—Perfecto, vamos.

Damián

No me puedo imaginar el sufrimiento por el que tuvieron que pasar estas criaturas. El solo hecho de que Dylan me diga llorando si me enojaría que se dirigiera a mi como papá me partió el corazón. No puede ser que les haya faltado tanto amor en sus vidas, aun no se me pasa por la cabeza como existe gente tan mala en este mundo como para tratar tan mal a unos niños que solo buscan protección.

Si antes estaba molesto por el reporte, ya no, eso no significa que deba dejarlo como si nada porque es importante colocar límite con respecto a ciertas cosas. Tendré una charla exclusiva con los dos acerca de lo que se puede hacer y lo que no. Si la debo pegar en el refrigerador para causar una fotografía mental de las reglas no tengo problema. Lo que ocurrió con Dylan en la escuela debe ser corregido, lo tengo presente, sin embargo, la conversación me hizo replantearme la idea si unos azotes eran buenos en ese momento, personalmente creo que no correspondía. Como recién estamos comenzando en esto de la paternidad prefiero advertirles primero, no puedo castigarles por algo que ni siquiera ellos saben.

—Noah, ¿quieres chocolate caliente? —le preguntó muy entusiasmado el mayor.

—¡Si! ¡Dos!

—Lo lamento mucho, solo uno peque, en la noche no dormirán con tanta azúcar rondando por ahí.

—Mentira, yo si duermo —aseguró Noah y carcajeé.

—Prefiero no arriesgarme —dejé un beso en su cabeza y le desordené el cabello con algunos rizos que le caían en la frente.

Preparé el chocolate caliente en la cocina, mientras tanto oía como esos dos se mataban de la risa en la sala por unos personajes animados de la televisión, son unos bebés y lo puedo asegurar, que Dylan se comporte como un niño grande es diferente. Cerré las ventanas y coloqué el aire caliente para no tener la casa tan helada, una notificación en el celular me indicó que iba a nevar esta noche.

—¡Está listo, vengan a sentarse! —los llamé dejando todo en la mesa del comedor.

—¿Damián, puedo sentarme al lado de la televisión? —preguntó el menor—, porfis.

—Hum, siempre y cuando tengas cuidado, no te vayas a quemar.

—Si, promesa —tomó mi mano y confundido lo dejé—, ahora me das este dedo y ¡Tara! Ya no se puede romper.

—Woah, que chico tan creativo —reí—, luego vienes al comedor a hacer los deberes ¿sí?

—Ajá.

—No corras, anda con cuidado —me quedé mirando como avanzaba a pasitos cortos y quise carcajear por su exageración.

—¿Yo puedo? —ahora Dylan llegó preguntando.

—Perdón por arruinarte la diversión, debemos conversar ¿lo recuerdas? —hizo un mohín—. Nada de caritas, a la silla jovencito.

—Pensé que te tardarías más —se quejó arrastrando los pies.

Me senté al frente de él y los dos tomamos un sorbo de la taza. Me quedé pensando en como comenzar la conversación hasta que lo decidí.

—De acuerdo, en primer lugar, vamos a crear reglas Dylan. Lo principal aquí es la comunicación y depende de la situación es la consecuencia ¿queda claro? Si hay un nuevo reporte porque te quedas dormido en clase, hay mal comportamiento o no haces los deberes te voy a castigar, dependiendo de la gravedad por supuesto. Por otra parte, las horas de sueño se respetan lo quieras o no, lo máximo que puedes estar despierto es hasta las 11:00 P.M, ni una hora más ni una hora menos.

—Damián es muy temprano...

—No jovencito, es lo correcto y agradece que no te mando a la cama a las 9 de la noche —lloriqueó en su asiento—. Ahora dime, ¿fue solo quedarte dormido? ¿hay algo más que no me hayas contado?

—Pues tienes que ir mañana al cole...

—Dylan White, ¿Qué tan grave fue como para que me mandaran a llamar?

—No te enojes, es que... —se está guardando algo, es demasiado evidente—, tal vez le haya dicho un par de cositas a la profesora.

—¿Qué cosas?

—¡Te lo digo con la condición de que no me castigues! —lloriqueó e internamente pensé "me la estas poniendo difícil".

—No te voy a castigar —su expresión de alivio fue obvia—, esta vez.

Lo tenía que puntualizar porque después este muchachito malinterpreta estas palabras y de repente comienza a ser más rebelde de lo que es en algunas ocasiones.

—Le falté un poco el respeto —chasqueé la lengua con desaprobación—, cuando me echó de la sala estaba enfadado y yo le dije... hum, no recuerdo.

—Ah, ¿no recuerdas? Mira que conveniente Dylan. No te preocupes que ya me entero mañana en la cita con tu profesora —entrecerró los ojos porque lo dejé en aprietos.

—Bien, le dije vieja bruja ¿contento?

—Por supuesto que no jovencito ¿Cómo se te ocurre insultar a tus mayores? Eso no está bien Dylan, ahora ni nunca. Debes guardar respeto o por lo menos disimular tu enojo hijo, no puedes gritarle solo porque te dio un reporte.

—No volverá a suceder.

—El vocabulario es otro tema importantísimo —quiso refunfuñar—, no voy a permitir que te expreses con groserías y mandándome a donde tú quieras ¿bueno? Merezco respeto, en realidad todos lo merecemos, tenemos que ponernos en el lugar de la otra persona.

—En eso si me pasé.

—¿Si, ¿verdad? Te advertí en más de una ocasión que no volvieras a hacerlo sin embargo ignoraste todas mis advertencias, no te quiero volver a escuchar una palabrota ¿estamos?

—Estamos.

—Por último, ese gran portazo en el auto y luego en la puerta del cuarto—bajó la cabeza—, esto te lo digo en general, en cualquier instante si algo no te parece no puedes estar golpeando las cosas para demostrar tu enojo. Además, encerrarte y evadir las consecuencias de tus actos tampoco está bien.

—Lo lamento —se le cayeron un par de lágrimas.

—Ya chiquito, todo perdonado —repartió besos por todo mi frente—, te amo y espero que esta advertencia haya servido de algo porque atención, si vuelve a pasar no dudes que estarás en mis rodillas y si bien esta vez no fueron palmadas, estas castigado de todas formas.

—¡¿Qué?!

—Así como lo oyes, me entregas ese celular que traes y te quedas sin televisión por dos días.

—Que injusticia.

—Oh créeme que es mejor que un par de azotes —sus mejillas se tornaron de color rojo—. Termínate ese chocolate caliente y vas a sacar tus cuadernos porque hoy haremos un grupo de estudio.

—¿Nos ayudarás con los deberes? —asentí.

—Después de terminarlos, cenamos y todos a la cama. Mañana será un día largo.

Bastante largo, pensé.

Tengo que llevar a los niños a su cita con el médico por la tarde y retirarlos de la escuela a más tardar antes de almorzar, no quiero que pierdan muchas clases para que después estén perdidos con sus asignaturas, conseguirán los cuadernos después de los que le toca luego de las 3 de la tarde. Ojalá no sea un caos, me llega a doler el estomago de los nervios de llevarlos a que les actualicen la cartola de vacunas.

Generalmente las madres o padres que llevan a sus hijos a vacunarse prefieren que yo los atienda porque dicen que tengo la "mano suave" a la hora de inyectar algún medicamento, siempre he pensado que es mentira, pero lo comprobé una vez que Caleb tomó mi lugar en pediatría, era un manojo de gritos, llantos y mocos a lo largo del hospital. Y sé lo que están pensando, le confié a él a mis niños para mañana, ojalá no me haya equivocado en esa decisión, de todos modos, nadie tendrá la paciencia que el propio tío de los nenes.

Si no funciona mi plan mañana, puede que yo tenga que intervenir, aunque eso me aterra para ser sinceros, no quiero tener que hacerlo por mi cuenta.

De todos modos, ¿Qué podría salir mal? Tengo esperanzas de que se van a comportar. 

Continue Reading

You'll Also Like

377K 21.3K 33
Levi Anderson, un joven pianista con un gran futuro asegurado. Decide aplicar para una beca para el ENS, una de las mejores escuelas de música de Ala...
90.6K 4.3K 17
¡¡¡¡ADVERTENCIA!!!! PARA MAYORES DE 18 Si no te sientes cómodo con la violencia, la violación y el lenguaje grosero, no lo leas porque la historia co...
4.8K 730 5
El mundo ha ido evolucionando al pasar los años, ahora, no solo las personas y los animales están viviendo dentro del planeta tierra. Una nueva espec...
100K 5K 23
Matias un adolecente atrapado en un espacio de cabeza, hace mucho tiempo su madre le contaba la historia de su padre, solía decir que su padre era la...