Aventuras de un heredero

By Anaisbvm

58.2K 3K 932

Miles Campbell Jones, uno de los chicos más reconocidos de toda Europa por ser hijo de un joven empresario ex... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42

Capítulo 32

951 64 45
By Anaisbvm

Alexander

—Gracias Vincent, por esa información tan valiosa e innecesaria de contar —dije entre dientes mientras veía a Milan levantarse lentamente de allí.

¿Cómo se le ocurre decir semejante barbaridad con mi hijo a su lado? El procedimiento como profesional es decírmelo a solas, aún más cuando pudo ver como Milan entraba a su consultorio. Me molesta profundamente la poca empatía de este dentista con respecto a los miedos de los demás. Voy a contratar un médico y dentista personal con el fin de poder realizarle los procedimientos a los niños, no pienso volver a cometer este error nuevamente, tendremos que ir hacia su clínica sin embargo es mejor en comparación a la búsqueda de horas en el sistema de salud privado y pensando si la persona es de confianza o no.

—Estarías despedido si fueras mi empleado—no lo pensé y lo dije.

El chico observó extrañado y se aclaró la garganta antes de responderme.

—Señor con todo respeto usted no puede... hum...

—Disculpe, la costumbre —gruñí para mis adentros y mi niño sonrió.

Logré sacarle una sonrisa a Milan lo cual es más importante, me tranquilizó de algún modo verlo demostrar otra emoción diferente a la tristeza.

—Es una celebridad señor Alexander y nosotros estamos muy felices por su elección con nuestra clínica con respecto al tratamiento de su hijo...

Si tan solo supiera que la escogió Lucas por ser la única con horas rápidas no me estaría agradeciendo, pero es información confidencial la cual no planeo revelar. Reprimí una carcajada y seguí escuchando con una cara seria.

—Por eso le otorgaremos un descuento... —carraspeé—, si usted gusta...

—Podría comprar todo esto si quiera —admití un poco incómodo sin intención de presumir—, destruirlo y volverlo a construir en menos de una semana. Aun así, le agradezco su amabilidad.

—N-no es nada —lo noté nervioso. Debe ser normal, si soy bastante imponente cuando quiero serlo y me agrada como las personas me respetan, a excepción de mis hijos claro, a ellos le importa un pepino si su padre les pide una cosa por más mínima que sea.

—Gran charla, muy motivadora —aplaudió Milan removiéndose en el asiento—, pero es momento de irnos ¿no?

—Hey ¿a dónde vas tan rápido jovencito? —le pregunté colocando una mano en sus hombros, evitando su huida.

—A casa —susurró.

—Luego campeón, hoy tienes una pequeña cita aquí y deben completarla, si las muelas son un problema y la solución es la extracción, lamento decirte que no nos iremos de aquí sin hacer nada por ti —su puchero matador apareció y esta vez con un leve lloriqueo.

—No mi niño, así no, quita ese puchero ya mismo —volteé la cabeza debido al poder de convencimiento de mi hijo.

—Pero quiero ir a la casa —dijo muy bajito—, quiero irme a dormir.

—Llevamos muy poquito aquí Milan, debes sacarte las muelas ¿sí? Prometo quedarme a tu lado, pero con una silla, las piernas ya no me dan —admití con las manos en la cintura.

—Papá... —esta vez dio un leve sollozo—, por favor...

—Milan hablamos de esto, vamos a tomar las opciones del dentista, es lo mejor —contesté—, ¿verdad?

—Claro, su padre tiene razón —coincidió conmigo.

—¿Lo ves? Prepárate mentalmente y coopera, hijo.

—Papi... —el llanto de Milan no tardó y salió como pudo de ahí para abrazarme—, ¡No quiero, y-yo no...!

—Está bien cariño, no te preocupes, será indoloro ya lo verás —mentí por segunda vez consecutiva y cerré mis ojos—. Eres un chico valiente, puedes hacerlo.

—Dile a Miles que lo haga por mi —dio un hipido.

—Él no tiene dolor, amor —le di una mirada de tranquilidad y le hablé con palabras suaves entregándole seguridad—. Este beso en la frente lo cura todo, anda hijo.

Le dejé un beso tal y como se lo dije, no se quiso separar de mí, fue un total lío, con gritos, un par de patadas a las señoritas y luego un "me niego a abrir la boca" lo cual se convirtió en una lucha a fin de convencerlo de que todo estaría bien.

Vamos Alexander, eres fuerte, tu hijo también.

—¡Me odias, bwaa!

¿Qué lo odio dice?

—Hijo te amo, por eso estamos aquí y mírame bien, préstame la máxima atención. Entiendo, no es de tu agrado estar en un lugar como este y créeme, siento lo mismo, detesto tener la obligación de mantenerte aquí, sin embargo, debes poner primero tu salud ¿te gustaría seguir teniendo ese dolor de muelas? —negó—. Bueno, papá tampoco lo quiere, por esa razón se esfuerza muchísimo para ayudarte y es capaz de mover cielo, mar y tierra con tal de verte mejor.

—Si lo dices así... *Snif*

—Nunca, jamás, en toda la faz de la tierra podría existir un sentimiento de odio hacia ti ¿clarísimo?

—Si papi —sorbió su nariz una vez más y le limpié las lágrimas de su rostro.

Ese "papi" me derritió.

El pecho me dolía y el corazón me daba fuertes punzadas al verlo de esta manera. Necesito a Lucas o por lo menos a Parker, uno de los dos con su apoyo.

Me regañé mentalmente a mí mismo por molestarlos a esta hora, en un momento tan bueno como su tarde libre. Le pedí a Lucas asumir la responsabilidad con respecto al cuidado del Demonio de Tasmania que tengo en casa, esto debido al mensaje de la mayoría de los guardias informándome sobre aquel jovencito el cual estaba por hacer una travesura en mi ausencia.

Casi carcajeo ahí mismo en la consulta al referirme a Miles de esa manera, pero es verdad, se parecen en cuanto a los revoltosos, el menor odia mantenerse quieto y estar aburrido, si fuera por él estoy seguro muy seguro que se pasaría el día haciendo cada una de las cosas prohibidas. Es mi bebito rebelde.

Miles

Parezco un niño de lo resguardado que me encuentro en este jodido lugar. Por lo menos diez personas me rodean e intentan hacer como si no me ven, puedo ver perfectamente como cada dos minutos se voltean a asegurarse de mi presencia. Alexander les dio otra orden la cual fue cuidarme a un nivel exagerado, tengo unas ganas de decirles unas palabrotas a todos por ser así sin embargo siguen reglas tal y como lo hace Lucas. Él me vigila de cerca.

—¿Me acompañarán al baño también? —les grité muy molesto—, ¡Me siguen para todos lados!

—En vista de lo sucedido hace cinco minutos, haremos lo necesario, joven.

—¡Lucasss! —lloriqueé sin importarme las personas de alrededor—, ¿Me dejas ir un momentito al bufet? Tengo hambre y por la información dada en sus contratos es su deber llevarme, necesito alimentarme ¿No es así?

Lo último lo dije más alto con intención.

—Podemos traerle cualquier comida.

—No, quiero ir yo —le llevé la contraria.

—Le preguntaré al señor Alexander.

—¡No! Puedo solo...además estoy seguro, lo aprobará.

—¿Por qué no lo llama y le pregunta usted mismo?

Me tendió el teléfono. Lucas es un astuto, es consciente acerca de los límites de papá, es obvia su respuesta, me lo negará enseguida y de paso me llevaré un regaño gratis por estar molestando a mi pobre guardaespaldas. Si tan solo tuviera un poco menos de control a mi alrededor podría divertirme.

—Esas son las únicas dos opciones, o le traemos nosotros mismos la comida o le preguntamos a su padre.

—¡Ni quería! —gruñí y corrí hacia el cuarto del segundo piso.

Permanecí sentado en la cama, mirando atentamente el techo como si fuera lo más entretenido del universo. Los ojos se me comenzaban a cerrar y de a poco el sueño me iba ganando, me terminé durmiendo arriba del cubrecama y con la ropa puesta.

No desperté en horas y solo sentí unos pasos entrar a mi habitación y taparme con una manta, desconozco quien fue debido al sueño, el cual no me permitía abrir un ojo para verificar su identidad. Por suerte no tuve pesadillas ni sueños lindos, fue como dormir en piloto automático, sin la necesidad de esforzarme por crear escenarios en mi cabeza, supongo que mi mente me abandonó, se cansó de mis idioteces

Hubo un momento en el cual di vueltas en la cama buscando la mejor posición y caí como un costal de papas al piso. Abrí los ojos exageradamente y me quejé bajito por el golpe.

—¡Joder! ¿A quién se le ocurrió hacer la cama tan pequeña? —me reincorporé del piso y medio adormilado caminé en dirección al pasillo, quiero ver si mi padre y mi hermano llegaron.

A pasos lentos y arrastrando los pies hasta las escaleras sentí lloriqueos, primero pensé en un gato en el tejado y me espanté al considerar su pasada en una de las ventanas, pero luego recordé un detalle importante, no estoy en mi casa, estoy en un pent-house en donde es prácticamente imposible que algo escale.

—¿Miles? Te llamé un par de veces y no bajaste, hijo—papá me miró con una ceja levantada.

—Estaba durmiendo...

—¿Tapado? —las mejillas se me tornaron de color rojo—, ¿Abrigado al menos?

—Eh, si, alguien me tapó.

—De seguro fue Lucas —dio una media sonrisa—, menos mal, luego tomas un resfriado y yo debe ser el que corre contigo al hospital. Le agradeceré más tarde.

—Llegas a retarme como un crío, me sé cuidar solito papá.

—Ajá, solito te cuidas —bufé dando pisadas fuertes hacia la cocina, era donde se encontraba y vi a Milan sentado en el sofá.

—¡Hey, hermanito! —le hablé y me acerqué lo suficiente—, ¿Cómo te fue?

—¡Miles, bwaaa! —quedé helado cuando se paró de ahí y me abrazó llorando a todo pulmón. No esperaba consolar a mi hermano mayor, joder, casi se me va el alma.

—¿Que te pasó? —pregunté medio asustado—, ¡Te ves horrible! ¡Tienes las mejillas infladas!

—Miles Campbell, no seas así —me volvieron a regañar.

Ups, se me pasó lo sincero ¿Cómo le mentiría? Hasta el tatarabuelo de Alexander se veía mejor en las fotos y eso que posaba en un charco de lodo en plena guerra mundial. Sin ofender, por supuesto.

—Lo sé, perdí mi esencia —se separó y se limpió las lágrimas exagerando.

—Aprendiste drama del mejor —me di créditos.

—Déjalo descansar un ratito Miles, todavía está bajo el efecto de la anestesia y viene muy berrinchudo —papá negó con la cabeza.

—¡Dejaste que me quitaran cuatro muelas! —lloró más fuerte—, ¡Eres malo conmigo!

—Milan, entiende, fue por motivos de fuerza mayor, debías hacerlo tarde o temprano, no te enojes conmigo, hijo.

—Pareces el de Alvin de las Ardillas —le recordé de nuestra película favorita—, no, en realidad a Theodore.

—Eres un pesado —me dio un empujón y se abrazó un cojín del sofá.

—Es un cumplido, zopenco.

—Debes ir a la cama Milan, ¿tú no querías llegar a dormir? Bebe un poco de agua antes —mi hermano se negó y papá suspiró, seguramente reuniendo paciencia—, un poquito.

—¡No, me va a doler!

—Claro que no.

—Le estas quitando el agua al mar —lloró desconsoladamente y me quedé mirándolo como un bicho raro—, ¡Vivian pececitos y me estaré bebiendo su casita! ¡Bwaa!

—Dios, ¿Qué le dieron en la anestesia? ¿Droga?

—Jovencito...

—Es que sí, pa, míralo. Además, los pececitos para que te informes, aparte de vivir en el agua hacen pipi, básicamente si tragas agua del mar te estarías bebiendo sus...

—¡Miles Alejandro, no le sigas insistiendo!

—Iught, nunca más beberé nada —sorbió su nariz.

—Señor, te pido paciencia —papá miró el techo y reprimí una carcajada—. En primer lugar, cariño es imposible, no estas consumiendo agua de mar ¿sí? Tranquilo que los pececitos están a salvo.

—Hasta los martes, cuando los matan para venderlos en las ferias...

—¡Bwaa papá!

Estoy empeorando la situación, con la mirada que me largó Alexander casi me corta la cabeza y me deja en cubitos. Me da risa y pena a la vez ver a Milan de esa manera, es muy extraña la anestesia de los Estados Unidos, más de una vez me vi algunos videos de personas donde decían idioteces luego de salir de una operación.

—Ven a tomarte el medicamento por el dolor, mañana amanecerás mejor —lo ayudó a levantarse de ahí y yo dejé de prestarles atención por la televisión.

Estaban relatando un partido de fútbol de lo más entretenido, el futbolista iba acercándose al arco, le hicieron un pase jodidamente bueno y quienes juegan en medio campo detrás de él cuando de la nada tira la pelota, estaba por ver el famoso "gol" y papá desconectó la televisión arruinando por completo mi día.

—¡No, papá enciéndela! ¡Iba a ver si ganaba! —le contesté enojado queriendo quitarle el control remoto de las manos—, ¡Me arruinaste el partido!

—Te he hablado más de cinco veces para que te vayas a dormir, no puedes estar tan metido en la televisión Miles. A la cama y no lo repetiré.

Demonios, ¿Qué bichito le picó? Alexander anda insoportable esta tarde. Me está dando dolor de cabeza de lo serio que está. No puede hacerme esto, tengo la edad suficiente con respecto a la elección de horarios de sueño.

—Ya señor responsabilidad, voy —susurré.

Lo sé, estoy generoso, ¿Quién diría que me pondría en los zapatos de papá un momento? Eso se llama madurez, señoras y señores.

—Basta de ser burlesco ¿eh? No me cuesta nada llevarte al cuarto y darte tus respectivos azotes por contestador.

—Pero si no dije nada... —apreté los puños molesto e indignado.

—Tienes un minuto para subir y acostarte, es tarde ya.

—¡Acabo de despertar de una siesta! No tengo sueño Alexander, puedo estar aquí hasta la hora que se me antoje, ¿desde cuándo debo pedirte permiso?

—¿Cómo, Miles? Tienes horarios y no porque no los hayas respetado significa que no existan y automáticamente te mandes solo.

—¡Arruinas mi tarde!

—No me hagas perder la paciencia —cerró los ojos—, última advertencia. Sube.

—Volveré de todos modos, no puedes impedírmelo, yo llevo el control de mi vida —dije altanero y lo reconozco, lo estoy desafiando, pero solo por esa maldita actitud, es un gruñón y él lo sabe.

—Oh atrévete a desobedecerme jovencito y ya vas a ver como irá —caminó hacia mi sin dejarme si quiera poner un pie con el fin de huir y me dio tres palmadas-

PLAS PLAS PLAS

—Si te veo escabulléndote del cuarto, te voy a castigar aquí mismo en la sala, no importa la hora, acabo de darte una orden muy clara. Es más, desde hoy olvídate de los aparatos electrónicos y me pasas tu celular.

—¡Andas insoportable! —atentamente yo y mi bocota.

—¡Al cuarto Miles Campbell! —esta vez me levantó un poco la voz provocándome el sentimiento de doble regañado.

—¡Aquí tienes el puto celular! —se lo lancé. Un segundo me tardé en procesar lo cometido.

Ay mierda, ¡Le cayó en la cara y rebotó al piso! Es mi fin, bueno, comenzando esta dolorosa despedida número diez mil, primero aclarar lo joven que soy, no me debería suceder esto y lo sé, la vida es injusta, a veces les da las peores guerras a sus mejores guerreros ¿no es cierto? Y aquí estoy yo, enfrentando el destino como un hombre valiente. No lloren por mí, les saldrán arrugas.

No es verdad, lloren mucho, aunque si les salen arrugas se los dije.

—A-alexander...

—Miles Alejandro Campbell —coloqué una cara de horror debido a la pronunciación pausada de mi nombre—, ¿Cómo se te ocurre lanzarme tu celular? ¿Es así como se entregan las cosas, caramba? A mí ni a nadie se le golpea de esa manera por un simple berrinche, podrías haberme hecho daño, ven inmediatamente, lo recoges y me lo entregas como corresponde.

—Papá...

—Si no te acercas te iré a buscar de la oreja.

Demonios ¿voy o escapo? Analicemos las posibilidades de los posibles escenarios a ocurrir, si voy a optar por la primera opción, me castiga al momento, maldición. Y si elijo la otra puede por un pelo que me gane el doble. Debería escoger sabiamente.

Di un paso hacia atrás y el rey de roma supo mis intenciones.

—Ah no, alto ahí jovencito, un paso más y si te llego a alcanzar no te gustará el castigo que te voy a dar.

—De todos modos, lo harás...

—A la una.

—¡No, tú eres de los que cuentan hasta el dos! —chillé—, ¡Papá perdón!

Universo, la última oportunidad que te pido, me he portado bien, bueno relativamente bien este último tiempo ¿lo merezco sí? No es que te esté chantajeando ni mucho menos, eso me convertiría en una mala persona, ándale, por mi trasero. Es broma eso de actuar ahora ya, pero si quieres no es broma.

—Iré por ti —su voz grave y actitud mandona se presentaron.

—¡Bien! —di pasos cortitos y seguros. Levanté mi teléfono (por suerte no se quebró la pantalla) y se lo entré en sus manos esperando lo peor.

—Me vas a esperar en tu cuarto, tú y yo vamos a hablar el por qué no se le debe lanzar cosas a la gente.

Di pisotones fuertes hacia las escaleras, enfadado, no pude ver televisión, me quitaron el celular, estaré incomunicado del mundo entero y me gané una ida a la cama bien calientito solamente por no saber controlar mi vocabulario. Entré a mi cuarto, me quité la ropa colocándome pijama y fui al baño a lavarme los dientes con una fuerza exagerada, casi me dejo sangrando las encías, también cabe mencionar mi rabieta a la hora de patear la ropa del piso, luego lanzar puñetazos al aire y dejarme caer boca abajo a la cama lloriqueando en el transcurso.

—¡Agh, te odio, eres un idiota Alexander! —dije con la almohada en mi cara—, ¡Un pesado, un estúpido y un mandón!

Los insultos no paraban y no me importaba en lo absoluto porque estaba solo, nadie me escuchaba decir palabrotas y realmente me descargué.

—¡Joder, imbécil, todo por no dejarme ver televisión, vete a la mierda! ¡Métete el partido por donde te caiga! ¡Tonto!

Volví a patalear, ahora haciendo un berrinche en la soledad, si alguien me viera ahora mismo diría comentarios sobre mi actitud digna de un crío. Razones no faltan para pensar algo así, sin embargo, deben colocarse en mis zapatos por cinco segundos, ¿Qué se siente que te apaguen la televisión en la parte más esperada? Una mierda, como si te dieran una patada en el estómago y te dijeran que te levantaras, que no pasa nada.

Todos los planes se desintegraron, anhelaba con ir a esas típicas fiestas de por aquí con Milan y al niño le acaban de quitar los terceros molares, estuve a punto de huir de este hotel, pero aparecieron los guardaespaldas, me tuvieron encerrado años en este pent-house con vistas a la ciudad y casi me asfixio, ¿a qué no es una tortura? Todo lo malo me pasa a mí, maldición.

—¿Terminaste? —Alexander preguntó desde el marco de la puerta.

Trágame tierra, me dio un susto terrible, tanto así que casi salto al techo y caigo al piso.

—Me esperaba todo menos eso —se cruzó de brazos—, ¿Algún insulto más que quieras agregar? Porque te veía muy cómodo diciéndolos a tu almohada.

—¿Me espías? —le grité indignado.

—¿Qué me fuera donde...? Podrías repetírmelo de frente Miles, a ver cómo te resultan las cosas —demonios, está enojado—. Tu pasatiempo favorito es faltarme el respeto ¿o me equivoco?

—¡Exageras todo!

—No son maneras de expresarte muchachito, menos de tu padre.

—Hagamos un trato, amor y paz —levanté las manos y negó.

—Te sobrepasaste allí abajo, ¿lanzarme el celular a la cara, es enserio? No corresponde —me regañó—, mucho menos conmigo, eso puede lastimar a cualquiera ¿eh?

—Yo no lo pensé...

—Claro que no —coincidió conmigo—, ven a mi regazo, no te salvas.

Me rendí, cabizbajo me recosté cuando tomó asiento en la cama y todo iba bien, lo juro, hasta la parte en que mis pantalones desaparecieron.

—¡No era parte del trato! —chillé removiéndome como un gusano.

—¿Qué trato? Que yo sepa no he dicho nada Miles, estate quieto.

—Olvídalo, viejo, suéltame —di patadas y me llegó un azote, me detuve al instante.

PLAS

—¡Me dolió! —bramé con ganas.

—No mientas Miles, no te hizo ni cosquillas —mis mejillas se tornaron de color rojo por el enfado y la vergüenza—. Y te me calmas.

—¡Demonios, vete, andas pesado hoy!

PLAS PLAS PLAS PLAS

Ahora si me callo, no planeo decir ni una babosada mientras esté en esta posición tan humillante solo por el hecho de no tener el control de esto, no puedo quitarme ni correr, si voy a terminar con el culo adolorido que sean pocas, no que me aumenten por mis frases tan enriquecedoras. Lo acabo de aprender.

—A mí no me echas así jovencito y menos me gritas, ya basta de faltas de respeto, eso no te lo voy a permitir ¿entiendes Miles?

—No —¿Qué aprendí dije? Mentí.

—De acuerdo, ya me irás entendiendo en un par de minutos.

PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS

—Hemos tenido bastantes charlas sobre lo mismo y ya estes haciéndolo de nuevo. Este castigo va por tres cosas puntuales que te comenté en un inicio, las groserías, los gritos y lanzar cosas.

—No soy un niñato para explicarme el por qué... —gruñí por lo bajo—, además tus jodidos castigos ni me duelen.

Bueno, ¿Quién quiere té? Me acabo de condenar yo solito, si antes mis pies estaban bajo el agua ahora yo me aventé. Mis enojos sobrepasan los límites y no dimensiono las frases. Soy impulsivo, necesito cambiar aquello.

—Lo dices por enojo y no caeré en ese juego, hijo.

—¿No me crees? Mal por ti.

—Miles, basta. Te lo advierto.

PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS

Intenté no emitir ningún ruidito, no quiero darle en el gusto, mucho menos llorar, aunque si estaban picando eran flojas, con un poco más de intensidad que las primeras, recordándome firmemente mi error, casi un delito.

—No te guardes los sentimientos, ¿bueno? No te hace bien.

—¡No me vas a ver llorar!

—Hijo, ¿de verdad crees que quiero verte llorar? Por supuesto que no, mi objetivo es que aprendas y corrijas esos errores.

—¡Vete de mi cuarto apenas acabes y no me dirijas la palabra! —mis ojos se cristalizaron.

—¿Nada de mimos? Wow, que pequeño orgulloso tengo aquí.

—Ajá, nada.

—De acuerdo cariño, así será —me dieron ganas de llorar, ¿por qué me da la razón?

PLAS PLAS *Snif* PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS

—Que conste que la sacaste baratísima —susurró levantándome de ahí. Me limpió el rostro por las lágrimas—. Está todo perdonado mi niño, ¿sabes tus errores cierto?

Volteé la cara y me subí los pantalones a la velocidad de la luz. Claramente lo sé, no lo quiero expresar, es distinto.

—¿Seguro que no quieres mimos? Yo muero por darte besitos y abrazos antes de que te vayas a dormir porque sé que mi bebé entendió la charla del día de hoy.

—Adiós, Alexander —papá me miró con una mueca y se levantó dando un suspiro.

—Buenas noches, te amo —no le respondí y se fue dejando cerrada mi puerta.

Fue ahí cuando me lancé a la cama a sollozar, a botar todo sentimiento reprimido en ese castigo insignificante, no me dolieron las palmadas, bueno un poco, pero lo que más me dolió fue sentirme regañado por algo, me equivoqué feo y lo admito, también me arrepiento, sin embargo, no le confesé nada de esto a Alexander. Tengo cargo de conciencia, además lo rechacé.

—No campeón, no me iré a la cama escuchándote llorar así —con los ojos rojos vi cómo se acercaba a mí a pasos largos—. Ven acá, con papá.

—N-no —contesté dando hipidos.

—Yo te amo muchísimo, hijo —me abrazó y escondí mi cabeza en su cuello—. Hay veces que me enojo, si, lo reconozco, pero es debido a ciertas actitudes las cuales no me agradan en lo absoluto. Eres un gran chico, muy inteligente, bromista, cariñoso, guapo y algunas veces respondón, eso no te lo quita nadie.

Carcajeé con él.

—Aun así, eres lo más especial que tengo en este mundo, no me gusta que te enfades e ignores un par de mimos después de un castigo. Perdóname si no te pareció algo ¿sí?

—Tú me tienes que perdonar a mi —lloré a todo pulmón.

—Tranquilo Miles, no llores así, te vas a enfermar —pasó su mano por mi espalda—. Ya está todo perdonado, con borrón y cuenta nueva ¿Qué te preocupa?

—Q-que te haya lastimado —susurré con más llanto.

—No me lastimaste mi vida, con suerte tendré un poco roja la mejilla —dejó un beso en mi frente—. Ya pasó, hijo.

—Lo lamento tanto *Snif*

—Dejaré estos besitos por acá —besos sonoros en mi cabeza y mi frente—, también podría hacer un par de cosquillas por aquí.

—¡Papá, y-ya! —dije entre risas—, ¡Nooo!

—Y un abrazo apretado —reímos juntos—, de esos de osos.

—Puaj, ya entendí.

—Vas a dormir en mi cuarto hoy —mis ojos brillaron de felicidad, aunque tuve que carraspear con el fin de disimularlo—, y no me vengas con eso de ser mayorcito, nunca es suficiente para regalonear con papá.

—Solo por hoy —mentí con una sonrisa.

—¿Te llevo en la espalda? —mi cara se tornó de mil colores.

—¡Papá que soy adulto!

—Uff, adulto serás —negó riendo—, vente.

Me subí a su espalda porque hace muchísimos años que no lo hacía, también dejé que cantara una canción horriblemente absurda mientras caminábamos hasta su cuarto, era una de las típicas canciones de cuna de cuando era chiquito. Sorprendentemente provocó que me bajara el sueño y ni me di cuenta cuando me recostó en su cama y dejó un beso de buenas noches.

—Ustedes dos son el mejor regalo que me ha dado la vida —susurró y caí en un sueño profundo con una sonrisa.

Continue Reading

You'll Also Like

17K 1.5K 16
┌──────── ∘°❉°∘ ────────┐ ¿E⳽ ρo⳽ɩᑲꙆᥱ ϙᥙᥱ ᥙᥒ ʋɩꙆꙆᥲᥒo ρᥙᥱᑯᥲ ᥱᥒᥲຕoɾᥲɾ⳽ᥱ ᑯᥱ ᥙᥒ ᖾᥱ́ɾoᥱ? └──────── °∘❉∘° ────────┘ ...
10.4K 351 7
Marco Evans es un chico normal, tiene una vida y una rutina que seguir. Hasta que una noche todo eso cambia cuando un portal se abre en su habitación...
1.2K 152 17
No existe peor tragedia que la perdida de la libertad. No hay peor traición que la de alguien cercano a ti, aquella persona en quien confiabas ciegam...
62.8K 7.4K 10
Reki últimamente está teniendo malas notas en sus exámenes. Y Langa sabe cómo solucionarlo. ──Langa x Reki También incluye un poco de Joe x Cherry...