Capítulo 29

1K 59 72
                                    

Alexander

Todos juntos sentados a la mesa, compartiendo como familia, de vacaciones.

Es que uno se pregunta ¿ahora que podría salir mal? Todo, ahí está la respuesta.

Pasó muy rápido, me llevaba el tenedor a la boca tranquilamente hasta que vi como mi hijo mayor se levantaba abruptamente de la mesa dejando a todos desconcertados y le dirigía la mirada a su hermano menor, una fulminante y de enojo por supuesto, pero eso no quedó ahí, lo acompañó de un puñetazo que le partió la ceja a Miles.

¿Cómo lo tomé? Malísimo, es que soy pésimo intentando reunir paciencia y de verdad que lo intenté, respiré profundo sin embargo el enojo sobrepasó los limites porque para mí lo que acaba de pasar enfrente de mis ojos corresponde a una gran sanción, no es grave pero intermedia lo cual de todas maneras acredita una buena "charla".

Ahí me quedó claro que la conversación anterior no sirvió en lo absoluto, hice un pésimo trabajo y caí en la mentira de "ya entendí" con unos ojos llorosos y un puchero. Me ablandan muy rápido y me aseguraré de que no vuelva a ocurrir.

—¡Milan Campbell me explicas inmediatamente lo que acabas de hacer! —su cara fue un total poema, miles de sentimientos mezclados al parecer. No le grité, solo le hablé con un tono de voz más elevado.

—Y-yo... —tragó saliva y empujó a Miles para despejar la salida.

—Milan más te vale que vuelvas aquí en este instante —dije más que enojado y me levanté de la silla apenas lo vi cruzar por la puerta y meterse al ascensor.

Lo bueno es que no me va a hacer correr por las escaleras como su hermano menor lo hizo el otro día sin embargo es malo que esté huyendo, más en esta situación.

—Vayan por él por favor —les pedí a Lucas y Parker.

No tardaron en salir a buscarlo mientras yo veía a Miles quien se estaba tocando el rostro y se miraba las manos espantado.

—Miles... mírame —mi hijo no halló nada mejor que levantarse rápidamente—, no te vayas a caer por apresurarte tanto.

—Debí devolverle el puñetazo al desgraciado.

—Hey —lo regañé.

—¡Me arruinó la cara! —se quejó lloriqueando—, ¿Qué tan feo quedó?

—Déjame ver, para eso debes mantener la calma.

—¡Está espantoso! —lloriqueó sin siquiera mirarse—, ¿Ahora como saldré a la calle?

—Miles ya basta, jovencito —arrugué las cejas—. ¿Me vas a dejar parar la sangre?

Me acerqué a él y con la mano le levanté el mentón para observar de mejor manera.

—Ve al baño, iré por el botiquín de primeros auxilios.

—¿Qué culpa tenía yo? —reclamó molesto y pisoteando—, papá estoy mareado.

—Deja de ver la sangre en tus manos Miles, esa es la razón.

—Voy a vomitar... —se tapó la boca mientras le caían las lágrimas—, me voy a desmayar también, ay, veo negro.

—Miles no juegues con eso que me preocupas.

—¡E-es la verdad!

—Pues camina que te llevo al hospital —lo tomé de los hombros y se zafó—, vamos.

—Me siento mejor, creo que fueron los nervios —sorbió su nariz—. Iré rapidito al baño.

Es que madre mía, ya no sé qué pensar. Este es el momento en donde pido tener un gemelo o poder dividirme porque tengo que estar para Milan y Miles al mismo tiempo, soy uno solo. No puedo ir por ambos y eso me tiene horrible. Estoy preocupado por mi hijo mayor ¿Dónde estará? ¿Qué le estará pasando por la cabeza ahora mismo?

Aventuras de un herederoWhere stories live. Discover now