Small steps

By Anaisbvm

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¿Quién diría que los pequeños pasos podrían cambiarlo todo? Damián White, un enfermero que trabaja en una de... More

Personajes
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22

Capítulo 10

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By Anaisbvm

Damián

El día estuvo agotador, cuando por fin terminamos de hacer todo con los niños llegamos a casa a ordenar y a armar todo lo que nos había llegado en el camión del centro comercial. Por primera vez en mi vida hice una cama con instrucciones del paquete, me quedé horas allí y pasada las once de la noche ya les tenía todo listo en sus cuartos. Por supuesto que ambos me abandonaron a mitad de batalla, estaban muy agotados para seguir.

Noah se quedó dormido en mi cama y Dylan se quedó en la sala viendo televisión.

—Tu cuarto está listo —le hablé al mayor y este solo se tapó la cara con manta en el sofá—. ¿Quedaste mudo, Dylan?

—Mhm.

—Ah, mira tú —me senté a sus pies y se quitó la manta de a poco.

—Damián... —levanté las cejas—, lo lamento mucho, lo de esta tarde no debió suceder.

—¿Verdad que no? Tranquilo Dylan, aunque aun no entiendo el porqué de tu berrinche.

—Es que... no era tan bueno en la escuela —confesó bajando la mirada—, y tampoco asistía mucho por mis trabajos...

—Pero aquí no tendrás trabajo, solo responsabilidades escolares —arrugó las cejas y se cruzó de brazos—, espero el mejor rendimiento ¿mhm?

—Ay no —dramatizó la situación—. No eres el que se preocupa de las notas ¿verdad?

—Ay si —reí y su pucherito me causó ternura.

—Tendrás que aguantarme mucho —levanté una ceja y se quedó mirándome muy serio—, también vas a ver que me estresaré y también puede que hasta llore por frustración... ¿aun así quieres enviarme a la escuela?

—Campeón, puede que pase, pero te levantarás, estudiarás y si no funciona lo volverás a intentar, ¿sabes por qué? porque eres valiente, fuerte y perseverante, eres más capaz de lo que crees, Dylan.

—¿De verdad?

—Por supuesto, yo creo en ti, ahora debes hacerlo tú —sus ojitos se cristalizaron.

—A veces... dudo tanto de mi —confesó colocando sus manos en la cara—, cuando trabajaba creía que no duraría y eso me aterraba, Damián, dejar a Noah sin comida otro día más era demasiado... tengo miedo de que eso ocurra con la escuela ¿y si no soy tan inteligente?

—Me tienes a mí, Dylan. Ustedes no estarán solos nunca más. Te lo prometí.

—¿Y no nos vas a abandonar verdad? Porque si pierdo el ritmo laboral por estar en la escuela no podré mantener a Noah...

—Dylan.

—Y tampoco podré darle todo lo que necesita —lloriqueó y no dejaba de hablar—, no quiero acostumbrarme a la buena vida Damián y dejar de lado mis estúpidas responsabilidades porque en el momento en el que decidas... hum...

—No pasará, cariño mírame —intenté ser lo más dulce posible porque sus ojos aguados me decían que quería llorar—, no los abandonaré ni hoy ni mañana ni nunca. Desde que los conocí mi vida cambió y para bien, quiero que entiendas eso, desde que firmé ese papel para obtener su custodia me convertí en padre o como ustedes me quieran ver ¿bueno? Somos familia.

—¿Me lo prometes?

—Con mi vida —su labio tembló y me dio un abrazo apretado.

—Gracias, no sé cómo recompensar todo lo que has hecho por nosotros...

—No debes hacerlo campeón, yo soy feliz si ustedes están felices ¿de acuerdo?

—¿Por qué tardaste tanto en llegar a nuestra vida? —se acostó en el sofá y le acaricié el cabello—, si te hubieras tardado un poquito menos nos habría venido excelente...

—Si tuviera control sobre eso —carcajeamos—, pero hablando claro, lamento mucho todo lo que pasaron con esa mujer, Dy.

—Olvidémosla, ella quedó en nuestro pasado ¿no es así? —le di la razón asintiendo con la cabeza—, es un nuevo capítulo.

—Muy bien dicho.

Busqué el control remoto en todos lados para apagar la televisión y el mayor no decía dónde lo tenía solo sonreía maliciosamente.

—¿El control remoto jovencito? Es hora de que te vayas a la cama ¿no?

—¿Yo? ¿A esta hora? Damián no inventes —bufó.

—Así es, tendrán horario para dormir —entrecerró los ojos.

—Solo para que lo recuerdes, no estoy para nada de acuerdo con esas reglas, Damián.

—Las conversaremos —gruñó y le di una mano para levantarse de ahí—, vamos chiquito, a la cama.

—¿Y no seguirás buscando...?

Sospechoso.

—¿Y por qué seguiría? ¿Es acaso una señal de que alguien por aquí lo tiene? —miré a todos lados como si estuviera buscando algo con una mano en la frente.

—Puede ser.

—¿Y qué quiere a cambio? —carraspeó y se acomodó en el asiento—, puede decírmelo y lo pensaré.

—Mas tiempo en la televisión —susurró—, esa información me dio.

Me siguió el juego y quise reír, es demasiado infantil esto sin embargo es tierno verlo divertirse y pedir permiso, claro porque eso quiere, pasar toda la noche aquí mirando películas.

—¿Ah, ¿sí? ¿Y puedo hablar con él?

—No lo creo —se encogió de hombros y negó con una mueca en el rostro—, me pidió que yo, su representante me comunicara contigo.

—Oh, ya veo. Entonces es imposible decirle que si o que no —lloriqueó—, aunque si Dylan promete dormirse temprano puedo pensarlo.

¡Si! ¡Lo haré!

Me reí y dejé un beso en su cabeza.

—Más te vale seguir las reglas chiquito, máximo tienes hasta las once de la noche. De ahí no pasas.

—Puedo hacerlo, te lo prometo.

—Confiaré en ti, creo que me iré a la cama porque estoy muy cansado. Buenas noches, tienes el cuarto listo, cualquier cosa que pase me despiertas ¿sí?

—No te preocupes, ve, que amanezcas bien.

Fui a cerrar las puertas y luego apagué algunas luces menos la de la sala donde estaba el mayor. Al subir las escaleras y entrar a mi cuarto me percaté de un pequeño detalle, Noah está durmiendo profundamente en mi cama.

—Mi niño —susurré y lo moví para que despertara—, debes irte a tu nuevo cuarto, despierta.

—Noo —lloriqueó dando patadas.

—Vamos que estoy seguro de que te encantará.

—Mhm —se acurrucó con sus brazos y saqué una manta de mi armario para abrigarlo.

—Te ves como un osito —sonreí y se abrazó de mi—, camina despacio Noah que el cuarto está cerca.

—¿Como te quedó? ¿De qué color es?

—Sorpresa —me pareció tierna su emoción y lo llevé a su cuarto que no estaba a más de cuatro puertas de aquí, casi al final del pasillo como el de Dylan—. Si no te gusta algo lo podemos cambiar.

—Estoy seguro de que lo hiciste bien.

—Me gusta esa confianza Noah —reí y me quedé apoyado en el marco de la puerta cuando el menor quedó mirando asombrado su propio espacio.

—¡Es perfecto! ¡Damián, es maravilloso! —dio saltitos—, ¡Es mi color favorito!

Lo adiviné, wow, me siento muy orgulloso de mi trabajo. Fue difícil y con mucho amor. Verlos así de contentos me alegra todo el día.

—Me alegra que te guste, aún falta un poco más de ropa ¿mhm?

—Es más de todo lo que he tenido... mi cuarto, woah.

—Así es Noah, tú propio cuarto.

—¡Gracias, gracias! —volvió a abrazarme—, ¡Me lavaré los dientes y me iré a dormir, ya quiero probar esa cama!

—Con calma campeón —fui en dirección a su escritorio—, reúne fuerzas que mañana tienen escuela.

—Estoy muy feliz.

—Aww cariño, un beso de buenas noches —se lo dejé en su cabeza—, descansa y a la cama rápido ¿mhm?

—Sii.

Caminé a mi pieza realmente exhausto por tanto trabajo, jamás creí que tener niños demandaría gran cantidad de tiempo y la verdad es que vale la pena, pero no deja de ser agotador.

Me acomodé y apagué las luces, no tengo nada de experiencia para ser sincero en la paternidad, puede que haya leído uno que otro libro acerca de ese tema y me preocupa un poco ya que necesito darles una buena enseñanza a mis niños eso está claro. Puede que haya depositado mucha confianza en dejarlos "cumplir" con sus responsabilidades y no vigilarlos sin embargo espero crear un espacio seguro para ellos.

Fue tanto el sueño que me venció, cerré mis ojos tan pronto como toqué esa almohada y caí no sin antes poner la alarma porque siempre responsable.

Dylan

Bostecé en plena película y me volví con una manta enrollada hasta más no poder. Estoy muy cómodo y la verdad esta televisión es genial, es más grande que yo si exagero un poco, quisiera tener una así en mi cuarto algún día.

—No puedes ir a ver si no hay nadie —le reclamé a la televisión—, ¡Es una trampa joder!

Me duelen un poquito los ojos y la cabeza, creo que ya llevo alrededor de cuatro películas, debería apagar la televisión e irme a la cama, ¿hasta qué hora me había dicho Damián? Ah, sí, hasta las cuatro de la madrugada, ¿o era a las dos?

Me concentré en el reloj y marcaron las 5:55 A.M y tragué saliva fuerte.

—Mierda —me tropecé al levantarme rápidamente y ver que ya casi amanecía—, no se tiene que enterar...

Busqué el control remoto y apagué la televisión, corrí y apagué la única luz encendida para luego subir las escaleras en puntitas hacia mi cama que de por si estaba intacta.

Al noveno escalón una alarma me sorprendió y comencé a toser como si no hubiera mañana al ahogarme con saliva.

—¿Dylan? —maldecí internamente e intenté crear una mentira piadosa.

—No soy yo —respondí.

Si Damián se entera de que no dormí en toda la noche me aniquilará además se lo prometí como un estúpido, aunque fue sin querer y sin intención alguna quedarme, no lo planeé ni nada por el estilo así que puede que eso me juegue puntos a favor ¿no?

Como si fuera un ser sobrenatural llegué a mi cuarto en menos de un minuto y no contaba con que Damián llegara un segundo después que yo con una cara de confusión.

Tengo una culpa horrible por lo que hice.

—¿Hiciste tu cama tan temprano, Dy? Yo venía a despertarte para que arregles las cosas para ir a clases.

—¿Ah? ¿Ahora?

—En una hora campeón y aún no me respondes lo que te pregunté antes.

—Hum, si, quería sorprenderte... —reprimí un bostezo.

—Puedes seguir durmiendo a la próxima, no es necesario que arregles todo tan temprano Dy.

—Ajá, eso haré —quise forzar una sonrisa.

—¿Me estás diciendo la verdad no es así? —mi voz va a temblar en cualquier momento.

—Puff —me apoyé en la pared con mi mejor cara de inocente—, claro que si ¿por qué te mentiría? Fue de lo mejor dormir allí.

—¿Y qué haces con la ropa de anoche jovencito?

Maldición, tengo una mala suerte increíble, se me fue un detalle.

—Me gustó tanto que la quise volver a usar...

—¿Sí? Más te vale que hayas dormido Dylan porque si no fue así tendremos problemas. No me gustan las mentiras ¿mhm?

—No miento —defendí muy bien mi postura.

—De acuerdo, ve a ducharte y bajas a desayunar. Despertaré a tu hermano.

—Bien.

—Y si quieres puedes ir a cambiarte y aprovechamos de lavar todo eso ¿bueno? —salió del cuarto y pude suspirar a gusto.

Menos mal no se dio cuenta de aquello o quizás lo hizo y realmente me estaba probando en cuanto a la lealtad que puedo tener, espero que no sea la segunda o estoy frito porque dudo que

Damián se quede con la "traición" y listo, debe resolverlo de otra manera y eso estoy seguro de que es un regaño.

Dejé de pensar cosas y obedecí a su orden, lamentablemente no tengo el tiempo suficiente para prepararme mentalmente para la escuela así que solo me queda ir a la vida, así es, nunca ser "responsable" ha sido lo mío y lo peor es que a él le importan las calificaciones.

—Odio el uniforme, parezco un saco de papas —gruñí para mis adentros mirándome en el espejo de la sala.

—Un guapo saco de papas, peque —fulminé con la mirada a Damián y él sonreía, estoy seguro de que está reprimiendo una carcajada.

—Mientes, dime que veo ridículo y ya está —me senté de mala gana en la silla del comedor.

—Hey más respeto, que estamos vestidos igual —reclamó Noah sentándose al frente.

—A ti se te ve pasable, a mi no.

—Se ven bien, chicos. Dejen de preocuparse por algo como eso.

—Se ve tenebroso tu traje —admití y ahora si comenzó a reírse.

—¿El uniforme clínico? ¿De verdad? —está vestido con un color azul—, me veo guapo.

—Tienes un ego por las nubes —le saqué la lengua.

—Te ves como un médico —Noah habló con la boca llena.

—He pensado estudiar medicina, aunque enfermería me va bastante bien —dejó el jugo de frutilla en la mesa—, pero cambiando de tema, debo conversar algo con ustedes niños.

—¿Qué cosa? —bostecé y quise cerrar mis ojos.

Mierda, tengo un sueño espantoso.

—Hum, creo que lo hablaremos más tarde —se arrepintió—. Aunque debo adelantarle algo y es...

—Son las siete y cuarenta minutos —susurró Noah y Damián palideció.

—¿Que? ¿Faltan veinte minutos para las ocho? Dios, vayan a lavarse los dientes ¡estamos atrasados el primer día!

—No alcancé a comer todo —me molesté sin embargo me levanté de allí—, que injusticia.

—Se los dejaré en un recipiente para que lo lleven de colación, corran.

—Puaj, no comeré cereal como un crío en la escuela, no gracias, Damián.

—Entonces te daré dinero para que compres algo y lo mismo para ti, Noah —mi hermanito sonrió y ambos nos fuimos al baño a buscar nuestros cepillos de dientes—, ¡Los quiero en cinco minutos en el auto!

—Quiere que volemos.

—Nah, quiere que nos teletransportemos —siguió el menor.

—¿Y si faltamos a clase? Vamos Noah, no quiero ir.

—Mañana inventa que estas enfermo y ya —se encogió de hombros.

—¿Estás loco? Se daría cuenta... aunque mala idea no es, me gusta como piensas.

—Es solo enfermero, dudo que sepa que mientes.

—¿Tú crees? ¿Y si tiene mucha experiencia?

—Ahí lo ves tú, yo no soy el que quiere saltarse las clases —levantó las manos mostrándose inocente.

—Joder, por lo que tengo que pasar —exageré escupiendo la pasta dental.

Damián

El camino hacia la escuela de los chicos fue bastante rápido porque tuve que pasar a ver a la directora y que me enseñara bien el plan de clases de los chicos, apenas me despedí de ellos y se los llevaron a sus salas correspondientes.

Me dieron el horario lo cual agradecí para llevar por lo menos un control de sus notas y también firmé los últimos documentos.

—Seguirán su plan normal señor Damián, estarán en el curso que deben estar de acuerdo con sus edades porque según la cartola que me muestra los pasaron todos a pesar de tener un bajo promedio. De por si la escuela es exigente, pero se acostumbrarán.

—Si, fue una situación compleja, pero mejorarán sus notas, estoy seguro.

—Me alegra ver a un padre comprometido —me sonrió la directora—, creo que es todo por ahora, a pesar de que las clases comenzaron en septiembre y llevamos tres meses consideraremos las notas de Dylan y Noah hasta el momento. Además, quiero informarle que cada mes se hace una reunión de apoderados en donde se dan a conocer todo tipo de calificaciones de sus hijos y también hay reuniones individuales con los profesores si es que está peligrando la reprobación de alguna asignatura.

—De acuerdo, me parece bien.

—Nos estaríamos viendo dentro de un mes, le damos la más cordial bienvenida a la escuela y esperamos que sea del agrado de sus hijos.

—Muchas gracias, directora —le di la mano y me levanté para salir de la oficina.

Se me removió algo al sentir que los dejaba en un lugar completamente desconocido para ellos sin embargo me hice el fuerte y salí de ahí con el corazón estrujado.

Deben aprender a estar en otra escuela y conocer gente, les irá bien, son unos niños muy tiernos y amables, espero que lleguen con buenas noticias más tarde. Lamentablemente comenzaron con el horario normal y salen por la tarde.

Hoy hace un frío horrible ya que estamos en invierno por acá en Canadá, los mandé abrigados a clases y ojalá no se les ocurra quitarse las chaquetas.

Al llegar al trabajo fui a cambiarme a otro uniforme por reglas del hospital y dejé mis cosas en mi propio casillero antes de ir a sentarme al lado de Caleb quien estaba rellenando una ficha de un paciente en un computador en la sala de urgencias.

—Llegó tu enfermero favorito —se sobresaltó cuando le toque el hombro.

—¡Joder, que me sacas el alma Damián! —sonrió de a poco y se levantó a darme un abrazado apretado—, ¿qué tal esas vacaciones?

—Buenísimas, aunque necesito unas extra porque vengo bastante cansado.

—Tienes unas ojeras...

—Porque tengo niños, Caleb —se atoró con saliva y comenzó a toser sin parar—, Dios, respira.

—¿Niños? No entendí el favorcito que debía hacerte cuando me hablaste el otro día.

—Pues es una larga historia —me senté y él hizo lo mismo.

—La cuentas con lujos y detalles que no me quiero perder nada.

—Adopté a dos niños, Dylan de dieciséis y Noah de catorce, son un amor.

—Me estas tomando el pelo...

—Te lo juro —abrió la boca y la volvió a cerrar—, sé que es inesperado y para mí también lo fue, pero fue la casualidad más linda de mi vida.

—Así que eres padre... diablos, Damián —carcajeó—, felicidades.

—Gracias Caleb —reí—, estoy en eso. Ayer fue mi primer día.

—¿Y qué tal?

—Estoy agotado —me contagió su risa escandalosa—, hablo enserio, me duele todo.

—Ay, ¡quiero ser el tío!

—Serás el segundo porque Lee ya se anotó —arrugó las cejas.

—Entonces seré el segundo tío favorito porque ese imbécil ya debió ganárselos... lo conozco tan bien.

—Tiene un pequeño lugar en sus corazones.

—Tendrán al tío Caleb, me amarán —dio vueltas en la silla y negué riendo—, ¿qué?

—Te odiarán al principio Caleb... es que tengo que pedirte un favor y a ellos no les gustará en lo absoluto.

—¿Cual? No me jodas...

—¿Podrías vacunarlos? Maldición Caleb, no quiero dejarlos en manos de otra persona y necesitan 3 vacunas esta semana.

—¿Tan cruel me veo para que me pidas algo así? Son mis sobrinitos y ya me los pones en contra —bufó exageradamente—, no me gusta sacar agujas y que los niños lloren Damián.

—¿Y crees que a mí sí? No estoy loco para colocárselas yo mismo, prefiero que otro lo haga.

—Y ese otro soy yo, maldición, me verán la cara y me echarán a patadas de la casa —reí fuerte.

—¿Ups?

—Es un favor grande Damián, me las pagarás.

—Mañana tienen la cita.

—¡¿Mañana?!

—No había otra más lejana —levanté las manos—, ¡Amor y suavidad cuando saques esas jodidas agujas Caleb! Son mis niños los que tendrás ahí.

—Claro que sí, tú tranquilo, aunque no sé cómo lograrás que entren tus niños a la sala.

—¿Lo dices por el escándalo de los otros niños?

—Además de eso, por el gran cartelito de la puerta Damián, a menos que los prepares antes que es lo que deberías hacer, ¿no les temen a las agujas, ¿verdad?

—¿Quién, ellos? No, bueno, Noah quien es más pequeño sí, pero Dylan jamás me ha confesado nada así que creo que será fácil con él.

—A veces los que se ven fáciles son los más difíciles —palmeó mi hombro y negó con la cabeza—, espero que mis sobrinitos sean unos angelitos.

—Oh claro que sí, lo son —sonreí de manera inocente.

—Háblales bien de mi ¿bueno? —asentí riendo—. Tenemos que pasar un fin de semana juntos, podríamos ir a un parque de diversiones o algo así, les encantará.

—Aw, si Caleb, me parece buena idea.

—Comienza el turno —suspiramos al mismo tiempo—, acompáñame que hoy nos toca urgencias.

—Genial.

Estoy contando las horas para ir a buscar a los chicos, tengo tantas ganas de saber que tal les pareció la escuela, es tan nuevo esto de tener niños y debo admitir que hasta el momento es una muy linda experiencia. Tengo muchísimos planes para hacer actividades en familia y me emociona demasiado.

Loque no ha podido pasar por mi cabeza es el hecho de que Dylan hiciera su cama tan temprano, escuché un ruido en las escaleras previamente y la verdad creo que no me dijo con total sinceridad lo de "quise sorprenderte", ¿Será que se quedó viendo televisión toda la noche? ¿Por qué presiento que es exactamente eso? Tendré que hablar con él.

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