Línea Azul

By MMIvens

163K 16.7K 79.9K

Padecer hipocondría no es sencillo, tampoco tratar de mantenerlo a raya para no ser objeto de burlas; mucho m... More

• Dedicación •
• Prefacio •
Capítulo 1: Un día de esos.
Capítulo 2: No sé más de ti.
Capítulo 3: Como un perro.
Capítulo 4: Amistad de tres.
Capítulo 5: El que no dejaba de buscar atención.
Capítulo 6: Cuántas veces dije "sí" queriendo decir "no".
Capítulo 7: No te entrometas.
Capítulo 8: Parecías alguien honesto.
Capítulo 9: ¿Le gustaría más así?
Capítulo 10: Nadie te entiende.
Capítulo 11: Si fallo, me desmoronaré.
Capítulo 12: Larguémonos de aquí.
Capítulo 13: Es un placer conocerte.
Capítulo 14: Soy mi peor enemigo.
Capítulo 15: El perdedor.
Capítulo 16: Sé que nadie me ayudará.
Capítulo 17: ¿Cuántos secretos puedes guardar?
Capítulo 18: Aunque durara tan solo un segundo.
Capítulo 19: No te importa.
Capítulo 20: Sé que no soy esa clase de hombre.
Capítulo 21: No soy detective.
Capítulo 22: Crecí cansado de este cuerpo.
Vivo como si estuviese en una obra.
Capítulo 23: Achinga, todos son más padres que mi papá.
Capítulo 24: Si no es ahora, no será mañana.
Capítulo 25: ¿Puedo llamarle?
Capítulo 26: Ojos negros.
Capítulo 27: No me vayas a hacer llorar.
Capítulo 28: Cuando era más joven.
Capítulo 29: Todas las cosas de las que no hablo.
Capítulo 30: Quiero ser tu as.
Capítulo 31: Estoy tratando de decirte algo.
Capítulo 32: Vive tu vida.
Capítulo 33: Soy violento, es la realidad.
Capítulo 34: Todos están de acuerdo.
Capítulo 35: Común acuerdo.
Capítulo 36: Odio cuando lloras.
Capítulo 37: Debería ser yo.
Capítulo 38: ¿Seguirá siendo igual?
Capítulo 39: Me está poniendo nervioso.
Capítulo 0.
Capítulo 1: Chivo Expiatorio.
Capítulo 2: ¿Qué esperas?
Capítulo 3: Llévame contigo.
Capítulo 4: La suerte que he tenido.
Capítulo 5: Déjà vu.
Capítulo 6: Hijo de la luna.
Capítulo 7: Hazte fuerte.
Capítulo 8: Así es como te amé.
Capítulo 9: No pretendas que es un misterio.
Capítulo 10: Para no matarme.
Capítulo 11: Supéralo.

Capítulo 40: Vergüenza.

1.7K 206 1.4K
By MMIvens

Habían dos polos opuestos, que coexistían todo el tiempo, dentro de mí: La negación a la vida, y el desenfreno de la misma.

Sin símbolos, solo la descripción inmediata, física, de lo que dentro de nosotros estaba siendo el mundo. No tanto un complejo de categorías intangibles, sino como un cúmulo de sensaciones concretas.

Un suspiro, que con solo ser descrito, me arrancaba a mí mismo de mi cuerpo.
Gracias a ello, descubrí que mi alma quedó abandonada en el pasado; expuesto solo a la vergüenza de la vida.

Hipocondríaco.

Conocí a Estocolmo en un momento común de mi adolescencia.

Antes de conocerlo, poco o nada sabía de lo que era preocuparse por cosas tan triviales como acomodarse el cabello para no lucir desarreglado. Antes de él, no tenía ni idea de que el calor cuando su nuca hacía contacto con mis dedos viajaba hasta mi pecho, hundiéndose como si siempre hubiese estado congelado en el interior.

En ese tiempo solo tenía una amistad, quien estuvo conmigo en momentos muy extraños de mi vida. Incluso ahora que mi muñeca yacía fracturada, Exin fue ese primer amigo que me miraba como si el daño hubiese sido para él.

—Los paramédicos ya vienen para acá. ¿Cómo te sientes? —Me preguntó, angustiado. Su mano pasó por mí frente, removiendo mi sudor frío—. ¿Puedes aguantar más?

—No tiene sentido —murmuré, sintiéndome atraído por ver mi muñeca.

Moví con cuidado mi mano. La luz vieja, que solía ser amarilla pero ahora aparentaba ser de un verde horrible, cubría por completo mi cabeza y mi piel. Como si fuese una ilusión, un momento poco realista.

Aquello me dio una idea:

—Creo que fue una confusión. No debiste gritarle a Des.

—¿Qué?

—Fuiste muy grosero. No le dejaste explicarte, solo lo llamaste loco. Creo que debes ir por él...

—¿Es en serio, Hipo?

Levanté la vista hacia él, asintiendo. El semblante incrédulo de Exin me hizo no continuar.

—TE GOLPEÓ, IMBÉCIL —exclamó—. Claramente no lo iba a escuchar. Menos cuando no me pudo dar una puta razón decente.

No comprendía lo que acababa de pasar con Des, sus acciones me habían parecido de lo más raras, pero el ataque excedió cualquier pensamiento a justificar. Desde que Exin nos había dejado solos, el rubio solo me preguntó cosas vagas, incluso si yo no abrí la boca en ningún momento. Lo único cierto es que le saludé, pensando que me había saludado a mí.

Eso me dio penita.

—Igual estoy preocupado. Parecía literalmente hablar en serio sobre...

Exin arrojó un golpe contra la camilla, doblando el metal que recorría el colchón. Me quedé helado al verlo actuar así; supe que era mejor callarme, o terminaría destrozando toda la enfermería, pues justo ahora su cabeza estaba sobrecalentada del tema.

—Ya no hables de Des. Si alguien va a hablar o defenderse, que sea él.

Dijo que saldría al pasillo a esperar. Quise pedirle que habláramos, pero no me salían las palabras. Conocía a Exin y no quería provocarle un episodio en ese momento; no era mi estilo jugar con las condiciones de otros, mucho menos después de haber visto lo que pasaba con Des.

Ojalá se esté medicando bien.

—Lo correcto es que hable con Exin. No servirá si yo le digo algo. —Balbucí, recostándome en la camilla.

Sentía las pequeñas gotas de sudor resbalar por mis brazos hasta llegar al suelo. Cerré los ojos, fatigado, tratando de inducirme en el sueño para no pensar en la herida. Tan solo recordar que me había roto un hueso me hacía transpirar, como si fuese un niño en una noche febril, sin que sus padres supieran.

Mi cabeza no pudo sostenerse, sentí cómo esta se deslizaba hasta hundirse en la almohada. Quizás tuve un sueño que me pareció agradable, pues no quise despertar.

—No hagas ruido —oía a Estocolmo en alguna parte, junto al tronar de sus nudillos.

Sus labios secos, que se sentían suaves al contacto con mi mejilla, me hicieron pensar que yo estaba muerto, incapaz de moverme. O simplemente carecía de fuerza para tirar de su rostro y devolverle el beso; pero cuánto me habría gustado hacerlo.

El calor de la fiebre me asfixió, obligándome a despertar de golpe. Me reincorporé como si saliera de la tierra en la que estaba enterrado, lleno de sudor, con el brazo en una muñequera de fractura. El cambio de iluminación me indicó que estaba en el hospital.

—Ah... —exhalé, aferrándome a mi pecho con la otra mano mientras sentía la tos venir. Giré hacia los costados al recordarlo—. ¿Est? ¿Dónde...?

Me mantuve serio al encontrarme con el rostro de mi madre. Estaba parada junto a Exin, quien parecía ocupado diciéndole algunas cosas antes de que les interrumpiera.

No está aquí.

—¿A quién buscabas? —Eirín elevó una ceja. Yo me negué a hablar con un gesto, centrándome en las cobijas que me cubrían.

—Ya terminé de firmar. —Mi papá cruzó la única cortina que me dividía de los enfermos caminando alrededor.

Ojalá hubiese ido a verme, aunque sea un segundo.

Mi madre parecía empeñada en recordarme que fue ella quien estuvo cuidando de mí esas horas. Me entregó un abrigo nuevo, que pasó a comprar en el centro comercial frente al hospital. Mi papá solo habló con Exin, tratando de relajarle, diciéndole que solo fue una discusión de amigos; todo estaría bien.

Yo no estaba tan seguro, pues ningún mensaje de Des tenía. Si no se había disculpado después de unas horas, era mala señal.

Cuando llegamos al estacionamiento, Exin se apartó con mi padre a buscar la máquina donde pagar el boleto del estacionamiento. Yo permanecí con mi mamá, dándole la espalda al rosa del cielo que se transformaba en un azul oscuro para darle entrada a la noche.

—¿Cómo te sientes? ¿Mejor?

Sus cabellos negros que iban de un lado a otro por la brisa. Sus ojos sonrientes que me buscaban. Sus dedos entre mi cabello, tratando de acomodar el desastre en mi cabeza.

—Ten cuidado al practicar. Mira cómo terminaste...

Le veía de reojo.

No pude grabar su rostro pues evitaba su mirada, incapaz de soportarla. Miré a los lados una y otra vez, con palabras que yo mismo desconocía, ahogándose en mi boca, rodeando mi cuello. No pude mirarla, aunque quise devolver la sonrisa, ser parte de aquellos que podían reírse después de una mala experiencia, pero mi rostro se congeló.

—Se te ve lindo el abrigo —habló, con ternura, rozando la piel de mi frente con sus dedos—. Recorrimos muchas tiendas en búsqueda de él. Para que veas que siempre te tengo en mente.

¿Por qué me sonreía?

¿Por qué me decía "Te ves guapo y elegante"? Con tanta naturalidad, con cariño, con esa forma peculiar que tenía de acercarse a mí para arreglar las cosas, para estar bien. Sin necesidad de hablar de lo que acababa de suceder, o romper el silencio que habíamos formado tras tantos años de jamás creer en mí.

No había vuelto al hospital desde que Estocolmo rompió mi nariz.

—Por cierto, hice caldo antes de venir.

Fue la última vez que mi madre cuidó de mí.

La angustia, y el dolor, se alimentó del aire que debía llegar a mis pulmones, asfixiándome en consecuencia. El simple recuerdo de cómo, por una confusión que podía resultar sencilla, mi vida siempre volvía a ese lugar; a mirar a mi madre a los ojos sin ser capaz de preguntarle si acaso no se arrepentía de mi nacimiento.

Pensé que moriría allí mismo. Y me habría gustado que así fuera. Pero ni siquiera lloré, solo me aparté.

No podía perdonarme tan fácilmente.

~•~•~•~

—Quiero besarlo. —Hablé a mis adentros, con la vista perdida en las nubes.

El viernes había llegado, me era sorprendente haber sobrevivido desde el domingo sin ver a Estocolmo ni siquiera de reojo. Me había empeñado en no cruzarme ni por accidente con él, ya que le quería dar espacio, el suficiente para que pensara claro. Ni con mi brazo roto le pediría que se adelantara a hablarme.

Doblé el cuello, reparando en mi muñequera. Aparentemente podría comenzar su rehabilitación dentro de una semana, aunque tomaría unas más recuperar toda la movilidad.

No vine ayer, así que tampoco pude encontrarme con Des.

—Eh, bro, ¿cómo andas? —El capitán del club de básquetbol se detuvo a hablar conmigo—. Nos enteramos de que sacaron a alguien de emergencia antier. Pero qué chido que ya andes acá. ¿Vas a entrar al cierre?

—Muchas gracias, sí —tosí, elevando el brazo para cubrirme del sol a sus espaldas—. ¿Ya va a empezar? Para ir.

—Ah, pues entremos —respondió contento, posando ambas manos alrededor de su cintura. El tipo era bastante corpulento—. Exin me pidió que te ayudara en lo que necesites. Hasta te puedo cargar, si gustas.

—¿Dónde está él?

—¿Ex? —Asentí—. Ah, no, no creo que él venga. Parece que discutió con Des, y como él va a cerrar el PLJ, dudo mucho que venga muy contento a escucharlo. Lo más seguro es que se haya ido a fumar o capaz encontró la forma de regresarse a su casa. Aunque apuesto más a que está fumando, no lo vi con intenciones de irse sin ti.

No dijimos que Des me lastimó. Fue solo un incidente mientras practicábamos.

—Espero esté bien... tenemos partidos pendientes y él es el corazón del equipo.

Conociéndolo, tal vez entre a oír el discurso, pero esté apilado al fondo.

Me sentí sin fuerzas para despegarme de la banca. No quería causarle esos problemas a Exin, menos ahora que por fin sus sentimientos habían llegado a un punto con Des. Ambos eran las personas con quienes había compartido nuevas experiencias esos meses; ahora, se sentía como si les arrancara la oportunidad de disfrutarla.

—¿Cómo está? —La voz de Albin me hizo buscarlo detrás del capitán.

Estaba ahí parado, con su peluca café, normal. Bastante normal.

—Estará mejor. —Respondí después de verle señalar su propia muñeca.

—Me alegra —respondió sonriente, apresurando sus pies para seguir a la multitud que se dirigía al domo.

Me ha hablado con cierta distancia desde aquel día.

—Entonces, ¿entramos? —El muchacho buscó mi confirmación. Yo asentí, usando mi fuerza restante para seguirlo.

Cientos de estudiantes estaban siendo organizados antes de ingresar al lugar donde se llevaría acabo la clausura. Hicimos fila por varios minutos antes de entrar. Esperaba que no hubiese espacio al frente, pero la mayoría se apilaba al fondo del lugar, lejos del escenario, como si estar cerca fuese a matarles.

—No quieren que los directores les vean. Ya sabes, están medios loquitos así que nunca se sabe qué cosa harán de último minuto. —Me comentó el capitán. No le pedí que me repitiera su nombre, me avergonzaba admitir que aunque podía recordar bien a una persona a quien apenas había visto, su condición era lo que menos estaba en mi mente.

Era algo relacionado a la piel, creo...

Me moví más al frente, siguiendo de forma inconsciente la silueta de Estocolmo que vi abrirse paso para estar entre los más cercanos al escenario. Me detuve al darme cuenta de que lo estaba siguiendo, ensimismado.

Él también se percató de ello, así que aún a metros de distancia, cruzó miradas discretas conmigo.

Quiero hablarte.

—Auch. —Expresó al mover sus labios, lento. No le escuchaba a esa distancia y menos con el ruido, pero me lo confirmó al elevar su mano y señalarse a sí mismo.

—Auch. —Repetí el movimiento con mi boca, pero yo señalé mi mejilla, con la esperanza de que me confirmara si ese día entró a la enfermería.

Se encogió de hombros antes de volver a darme la espalda. Supuse que también me mantendría con la duda hasta que terminara la semana. Tan solo ver su actitud me hizo suspirar, más calmado.

Me tranquilicé a mi mismo, obligándome a centrarme en el escenario que apartaba su telón para descubrirse. Los organizadores hicieron que mi sonrisa se borrara de inmediato y cambiase por un rostro poco emotivo; me había vuelto a centrar en el presente.

Por fin se termina esto.

—«La educación debe ser el deseo de guiar a otros, e igual que una cadena, funcionar en ayuda de todos». Respetable público —habló uno de los profesores de Savant, con el brazo extendido para señalar a las autoridades de más alto rango—, compañeros, estudiantes, amigos. Después de dos años de haber sembrado la idea del PLJ y meses de ardua preparación, nos presentamos con orgullo para concluir este maravilloso viaje.

Varios a mi alrededor aplaudieron. Incluso sentí algunos empujones a mis hombros para indicarme que también aplaudiera, pero se detuvieron cuando dejé al descubierto mi muñequera.

Bueno, incluso si no estuviese herido no aplaudiría.

—El camino hasta acá no fue fácil, pero teníamos una idea en mente al desarrollar este proyecto, que ojalá se lleve acabo cada año a partir de este: "La unión de los alumnos, independientemente de la categoría en que la vida los ha puesto". Sabemos lo difícil que fue para todos, así que les agradecemos su colaboración. —El sonido del micrófono era algo bajo, así que resonó el sintonizador cuando le subieron—. Aprendieron a realizar algunos alimentos, conocieron nuevas condiciones en las charlas a puerta cerrada, y se ejercitaron más de lo muchos esperaban. ¡Nos alegra saber lo lejos que pueden llegar!

Oh, sí, descubrí que puedo correr un poco más sin morirme.

—Tenemos el compromiso para el siguiente año de optimizar la seguridad del evento, de incidentes externos así como internos. —Sus sonrisa de repente se sintió incómoda. Todos hablaban a sus espaldas de lo que había pasado con el chico basquetbolista. Me imaginaba que también llamó la atención mi accidente, junto a otros heridos de distintos grupos—. Pondremos a más profesores a su cuidado. Y ofrecemos una disculpa para los momentos que fueron pasados por alto.

Ni hablar de los casos que no se conocen solo porque no involucraron sangre o fracturas.

—Antes de dar por concluida la ceremonia, uno de los participantes nos regalará unas palabras de despedida. Y para concluir, escucharemos al señor Brendon, director de Savant, quien también quiere hablar sobre algunos inconvenientes en el evento. —Informó, recibiendo el resto de aplausos.

Incliné la cabeza tan pronto vi el cabello rubio de Des salir tras bambalinas. Me centré en sus tenis, que eran en gran parte cubiertos por el pantalón escolar azul.

Sus pasos fueron cortos. Sus manos se cerraban y abrían, de puños a palmas y de palmas a puños, quizás para calmar sus nervios que eran notorios en sus pupilas. James había hablado con sus padres ayer así que supuse que él tampoco había asistido, solo estaba hoy por petición de los organizadores.

Llevaba una nota de papel. Me miró un instante antes de volver a sumergirse en lo escrito.

—Am... Saludos al cuerpo educativo —habló, girando en sus talones para señalarles, también destacar la imagen con el logo del PLJ que se proyectaba con un cañón detrás de él—. A mis compañeros y compañeras.

Se dirigió a nosotros. Lucía impaciente, entre viendo la hoja y lo proyectado que solo decía PLJ y el año actual.

Mi primera impresión de Des hace unos años, fue de mera indiferencia. Era alguien demasiado sociable para mi gusto, pero no tardé en atraparme a mí mismo disfrutando de los momentos en que peleaba con Exin, ya que fue el único sin tenerle miedo a mi amigo. Quién diría que esa sinceridad realmente era atracción entre ambos.

E incluso verdadero afecto.

Pero no me parecía un mal chico, incluso lo consideraba un amigo. Fue nuestro apoyo incluso sabiendo que el consejo estudiantil solo nos iba a utilizar en nombre de los alumnos de L.A, pero eso no le importó. Quizás era tonto, o ingenuo, pero actuó de la misma forma que yo: sin que nada le importara, sin dudar.

Me causaba afinidad, eso era. Odiaría la idea de que por un malentendido, la amistad entre los tres comenzara a llenarse de grietas.

Quería disfrutarlo un poco más. El silencio, el caminar juntos a la línea azul cuando llegaba la noche. También disculparme e invitarle a mi casa para mostrarle honestamente que se había ganado mi confianza.

Ese fue mi deseo.

—Am... —Des tartamudeó, solo observando la pared detrás de él.

Me centré en la imagen que se proyectaba. Parecían fotos del PLJ, de las multitudes, actividades, escenarios casi vacíos al ser abandonados tras el periodo escolar. No había sonido ya que no era un video, solo imágenes que cambiaban, como una presentación de diapositivas.

Sentí mi ojo temblar al ver la imagen que revelaba un chat con el mismo nombre que el de nosotros tres. Me pareció que se le había escapado, así que lo ignoré sin detenerme a leerlo, ni pensar en que solo se veía mi nombre expuesto.

Pero la siguiente imagen fue otra conversación, de nuevo con el mismo patrón. El nombre de Exin y el suyo censurado.

"El guardia hace sus rondas cada 35 minutos. A veces tarda más porque pone alguna serie y se distrae."

"Le seguridad de Savant es una mierda."

"Lo sé, lo sé. Cambiando de tema. Estocolmo me entregó las llaves. Podremos entrar sin problema."

"¿Qué se supone que hagamos con él?"

"¿Estocolmo? Lo aislaré. No puedo confiar en él."

Uno de los organizadores se levantó a preguntarle a Des qué pasaba con las imágenes. Des tapaba el micrófono con una de sus manos, pero al estar yo tan cerca podía escuchar sus murmullos, los cuales afirmaban que no había sido él, solo permitió el acceso al proyector a alguien más.

—Espera, no las quiten... —El director de Savant, aquel señor que imponía terror solo con caminar en los pasillos, tranquilizó a la administración—. Dejen que acabe.

—¿Puedo retirarme? —Des preguntó, dando la espalda a las imágenes.

El rubio salió con la cabeza oculta entre su cabello. No hubo ninguna emoción en su rostro, solo la misma indiferencia con la que llegué a mirarlo.

"¿Y qué se supone que hagamos con la estatua? ¿La rompemos y la colgamos en la entrada de Savant o qué, papá?"

"No me parece mala idea."

"El imbécil del director está más concentrado en hacer estatuas para su escuela, que en planear el PLJ, te lo aseguro."

"Ya. Al menos tenemos la estatua."

"Maldita broma que te encontraras con ese animal."

Las conversaciones, principalmente entre Exin y yo, continuaron proyectándose en silencio. Yo apenas percibí al cabo de unos minutos, las miradas sobre mí, al igual que los señalamientos discretos mientras balbuceaban mi nombre: un único hipocondríaco en L.A.

Di algunos pasos. El círculo a mi alrededor se hizo más espacioso, como si fuese una bacteria a la que sometían al aislamiento. Aunque girara en la dirección opuesta, ellos retrocedían para dejarme a mí en el centro.

—No son mis conversaciones... —Balbucí, extendiendo una de mis manos, intentando sostenerme de quien estaba más cerca.

Me detuve al percatarme de que mentía. Mi rostro quizás era el mismo que los que se alejaron con solo ver mi mano, aterrado de quien estaba tras mi rostro.

—El consejo me lo pidió... —Murmuré, bajando ambos brazos.

Fue por petición de ustedes.

Ustedes me escogieron para hacerlo, y yo acepté.

La fotografía de mi credencial de estudiante pasó entre las imágenes. La denuncia por acoso escolar también fue expuesta, con mi nombre completo y el del involucrado, Estocolmo, junto a las ocasiones registradas y las medidas que tomaron acabo los profesores, al igual que la postura de los padres respecto al incidente.

Al mirar a mi izquierda, Est también me observaba, confundido. Vi que algunos alumnos tenían sus manos alrededor de él, así que cuando intenté acercarme, otros lo confirmaron al ponerme sus manos sobre el pecho, impidiéndome llegar a donde estaba.

—Voy a pedirle al alumnado que evacue tranquilamente el domo. —El organizador habló, rompiendo el silencio.

Me sentí como si estuviese en la popa de algún barco, moviéndome a los costados cada vez que intentaba dar un paso firme. Traté de sostenerme de algunos alumnos que caminaron en dirección opuesta, pero no lograba ni siquiera tocar sus hombros, rehuían como llamas impulsadas por mi oxígeno.

—Yo no quería... —El aire comenzó a hacerme falta.

—Por favor, salgan con cuidado. Mantengan sus teléfonos apagados.

—Yo... Esperen. Espérenme.

Elevé mi cabeza, encontrándome con el agua sucia que habría quebrado mi cuello si yo fuese de papel. Me hizo sentirme como el niño desnudo de los baños, ahogado.

—Perdona, era el agua para inaugurar la gran pecera. —Detrás de esa disculpa, Anemia cubría su rostro tras una gorra.

El charco fue tan grande, que lo que antes era simple espacio a mi alrededor se convirtió en vacío. Me pareció que incluso mi sombra reflejada en el piso creció entre más solo estaba.

Ah... voy a tener que disculparme con mamá.

Mis dientes comenzaron a doler por la presión ejercida en mi mandíbula. Traté de mirar a través de mis cabellos húmedos, pero apenas distinguía a las figuras a mi alrededor como personas. En segundos, tampoco mis rodillas pudieron soportar el peso, dejándose caer con fuerza en el piso.

Perdóname, por hacerlo otra vez.

Elevé mis brazos a la cabeza, intentando sostenerme antes de desplomarme por completo.

—¿Es él, no? ¿Por qué actúa como la víctima?

No pude pasar desapercibido.

Ni siquiera pude perdonar.

—Por favor, no se detengan. Abandonen el recinto.

Hice todo lo que no debía hacer.

Y me avergüenza ahora mirar a la cara a cualquiera.

—Qué asco me da.

Permanecí tirado mientras los zapatos de los alumnos me rodeaban. Aunque quise cerrar los ojos, estos se mantuvieron abiertos, llenos de ardor, atentos a Estocolmo quien trataba de abrirse paso para llegar a mí, empujando a quienes le detenían.

—Lo vas a empeorar si te acercas. —Un chico de cabello largo lo detuvo, casi abrazándolo para retenerlo—. Hablo en serio, no te acerques ahora, Est. Deberías salir de aquí.

Antes de conocer a Estocolmo, no sabía que existía la vergüenza.

Quería decirle que esa siempre había sido mi vergonzosa realidad, quien tiraba la piedra pero escondía la mano por temor, incluso si se trataba de allanar una escuela. Ese era mi pasado, al igual que mi presente. ¿Podía cargar con ello? ¿Por mí?

Incluso si pudiera, odiaría que lo hiciera. No merecía que alguien sintiera afinidad por una vida tan poco valiosa como la mía.

—MUÉVETE —oí un grito, antes de visualizar las manos pecosas que se aferraron a mi rostro para despegarme del suelo—. Hey, no, Hipo. No te duermas, mírame.

No pude ver con claridad a Albin debido al agua sucia entre mis ojos. Le dio indicaciones al chico de cabello oscuro, que por su desesperación al correr empujando a otros supe que era Exin.

—Por favor, déjennos solos. YA LÁRGUENSE. —Continuó discutiendo con algunas personas que se detenían a ver—. Respira, Hipo. No te siento respirar. Respira. Ex fue por ayuda, solo que las personas bloquean el paso.

Su voz, al igual que su rostro, solo se mezclaba con el agua. Las indicaciones de los organizadores para sacarme de ahí, se desintonizaron, al igual que las manos de Estocolmo que eran alejadas junto a la multitud.

Sentir culpa era como tener un hueco en la cabeza. Si perdía el equilibrio, mis pensamientos, mis emociones, mi uso de la razón se desbordaban a una velocidad violenta, un suspiro atrapado en mi boca debido a la poca fuerza en mí. La desesperanza, invadiendo cada espacio de mi mente.

Me pregunté si así se sentía la muerte. Eso no era para siempre, ¿verdad?

El único canal que podía escuchar, que no dejaba de subir dentro de mi cabeza. Era mi propio grito de ayuda, aterrado por volver a revivir la misma situación que había arruinado mi vida una vez.

Estoy acabado.

—NO DEJES DE RESPIRAR.

• • •

Doy por concluida la primera parte de Línea Azul.

Me gustaría volver al inicio de la historia, solo para decirle a Hipo que deje de involucrarse con el consejo. Que no tenga nada que ver con el PLJ.

El director de Savant nunca deja de sorprenderme. Prefirió dejar las imágenes expuestas solo para entender la conversación y lo que estaba pasando, antes que esperar a que todos abandonaran el lugar. Ni hablar de Des, quien solo pidió retirarse.

Ah... sé que debería dar unas palabras, pero lo que acaba de pasar es demasiado. Les doy la palabra, ¿cómo se han sentido?

¿Qué creen que desencadene esto? ¿Habrá consecuencias legales, o realmente solo especulaciones? Tengamos en cuenta que la estatuilla se devolvió sin problema y realmente no pudieron vandalizar Savant. Es como si nada hubiese pasado.

Ahora, voy a borrar sus memorias y AGRADECERLES POR TODO.

FUA, YA UN AÑO Y UNOS MESES DE HABER COMENZADO LINEA AZUL. Me siento tan contenta de haber llegado hasta acá, pero sobre todo con ustedes por haberle dedicado tanto tiempo a la obra. Ha sido de las mejores experiencias leer sus comentarios, compartir memes e ilustraciones.

No solo eso, también he disfrutado cada momento con los personajes. Desde Albin, Hipo, Estocolmo, los otros dos enculados e incluso personajes como James.

Espero no tardar demasiado con la preparación de la segunda parte y actualizar pronto. Aunque antes me gustaría realizar unas ilustraciones.

Ahora, si me disculpan, huiré de aquí:

~MMIvens.

Continue Reading

You'll Also Like

BURNED By Sarah

Teen Fiction

9.6K 2.1K 40
Fuego y hielo están condenados a separarse para no perecer y mantener la paz. Del mismo modo, será aplicado para todos aquellos nacido con su propio...
1.1M 3.7K 1
El destino puede unir personas de diferentes formas; pero cuando es mediante una desgracia, ¿Quién pensaría que un suceso tan negro se pintaría de co...
11.4M 1.2M 41
«Conocerte fue descubrir un género musical diferente al que suelo escuchar, pero que al final me terminó gustando.» La vida de Andy está rodeada de d...
676K 95.7K 69
Isaac no conoce más allá del internado de monjas donde ha sido criado desde su infancia. Su padre niega que lo visite en vacaciones y su madre está i...