Habían transcurrido dos días desde el nacimiento de los trillizos.
Mientras Dazai se encontraba trabajando, Chūya se había quedado a cargo de los niños en casa. Daba leche en sus respectivos biberones a dos de los bebés, mientras que el bebé tercero, una de las niñas, empezaba a quejarse por querer alimentarse también.
Chūya tenía dos manos y le era imposible alimentar a los tres al mismo tiempo. No lo conseguía, por más que estuvo practicando. La bebé lloraba a todo pulmón, siendo la única en no tener su desayuno.
— ¡Fumiya! ¡¿Vienes un momento?!
Gritó Chūya desde su habitación. Fumiya fue tan pronto como escuchó el grito, entró a la habitación, y se sentó sobre la cama donde los bebés se hallaban acostados.
— ¡T-Ten cuidado, cariño! Podrías lastimarlos.
Dijo en un tono de voz suave.
— ¿Podrías ayudarme a alimentar a tu hermanita? Está llorando de hambre, pero es difícil con tres niños.
Chūya agitaba el biberón de la bebé, para luego entregarlo a Fumiya, quien no sabía de qué manera alimentar a su hermanita.
— Mami, ¿Cómo?
— Puedes sentarte más al medio sin mover mucho la cama, Fumi. Y con cuidado, pones la mamila en su boquita, sin que le vaya a caer leche en la nariz.
Fumiya siguió las instrucciones de manera inexperta, pero había logrado que su hermana se alimentara.
— Mami, ¿Yo soy feo?
— Claro que no, mi vida. Tú eres lindo.
Hubo otro silencio de segundos. Fumiya había estado triste desde el día en que sus hermanos llegaron a casa. Al principio creyó que ser hermano mayor sería divertido, pero estaba equivocado. Chūya lo ponía a cuidar al menos a uno de los gemelos cuando él estaba jugando muy entretenido o mirando caricaturas.
— Mami, papá y tú me prometieron llevarme a la escuela hace mucho tiempo. ¿Cuándo me llevarán?
— Fumiya, el mundo exterior es peligroso para tí. Eres el poseedor con la habilidad más poderosa del mundo hasta el momento, y todos desconocen tu identidad. Si sales, y alguien se entera de que eres tú, querrán hacerte daño y yo... No me lo perdonaría nunca. Además, sabes leer, sumar, restar, multiplicar, dividir, ¿Qué más necesitas?
— Quiero amigos.
Chūya suspiró con cansancio.
— Está bien. Hablaré con Dazai sobre esto más tarde. Mañana te tendré una respuesta Fumi, de si irás a la escuela o no. ¿Está bien?
— ¡Sí! ¡Gracias, mami!
Al emocionarse, dió un pequeño salto de alegría, moviendo el biberón y derramando un poco de su contenido en la nariz de la bebé, quien soltó el llanto al instante.
— ¡¡¿QUÉ HICISTE, FUMI?!! ¡¡TEN MÁS CUIDADO!!
Chūya dió una cachetada al niño por impulso, sin medir su fuerza. La mejilla del castaño estaba colorada, y sentía mucho dolor. Sus ojos se llenaron de lágrimas y se sintió decepcionado.
— P-Perdón, mami, yo no quería lastimarla, fue un accidente...
Chūya atendía a sus trillizos, acomodando mejor a cada uno sobre la cama una vez Fumiya se levantó.
— ¿Accidente? Eres algo descuidado, niño.
Fumiya ya no respondió nada. Se quedó unos segundos observando el gran cariño que Chūya le daba a sus hermanitos; y salió de la habitación, para ir a la suya y encerrarse a llorar.
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Horas más tarde...
Dazai llegó a casa con bolsas de sus compras. Traía leche, pañales y algunos accesorios para sus bebés. Estaba maravillado con su gran familia, y orgulloso de todos ellos.
— Hmm... ¿Maki-chan y Miko-chan?
Señaló a cada niña. Chūya sonrió y negó con la cabeza.
— No. Ella es Miko y ella es Maki. Debes aprender a diferenciarlas, Dazai.
— Claro que sí. ¿Mika-kun está dormido?
— Sí. Le dí un buen baño y se quedó tranquilo hasta dormirse. Parecen unos angelitos cuando duermen. Son hermosos.
— Son muy lindos porque son tus hijos, Chūya. ¿Por cierto, y Fumiya?
— Oh, Fumiya... Está en su habitación. Sigue con la idea de ir a la escuela pero... ¿Crees que sea conveniente? ¿Y si le pasa algo malo?
— Tranquilo, amor. Yo sé que Fumiya-kun estará bien, así que, dejemos que vaya a la escuela. Mañana yo mismo lo llevaré e iré a inscribirlo.
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Fumiya había estado bailando y practicando unos pasos de baile de pop chino, japonés y coreano. Le gustaba lo relacionado a la música y al baile, y cada vez que podía ponía su música para divertirse ensayando.
En ese momento, Dazai entró a la habitación, encontrándose con un bailarín Fumiya que no lo hacía nada mal.
— ¡Papá! ¿Me viste?
Dazai rió y apagó la música.
— Sí. Eres un buen bailarín, Fumiya. ¿Debería inscribirte en una escuela para Idols?
Los ojitos de Fumiya se iluminaron. Era un aficionado al baile e imitaba a sus Ídolos favoritos.
— ¡Sí! ¡Sí quiero!
— Cuando seas mayor. Eres muy pequeño todavía. Pero bueno, mami Chūya me dijo que quieres ir a una escuela primaria. Si es así, mañana te inscribiré y llevaré a una.
— ¡Que bien! ¡Iré a una escuela y tendré muchos amigos!
— Por supuesto que sí.
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Al día siguiente...
Osamu había inscrito a Fumiya en una escuela primaria, la más cercana y de mayor prestigio.
El niño estaba emocionado por su primer día de clases. Feliz con su mochila y útiles escolares que usaría por primera vez.
— Fumiya, tengo que irme. Sé buen niño, no des problemas y no uses tu habilidad. Recuerda que no todos los niños son dotados.
— Lo prometo, papi. ¡Gracias por el obentou!
— No es nada, espero que te guste.
— Papi...
— Dime.
— ¿Por qué mamá se ha vuelto diferente conmigo?
— ¿A qué te refieres?
— Mami no se acuerda mucho de mí en el día, y ayer me dió un golpe. Mamá nunca me golpeaba.
Dazai nunca imaginó escuchar eso de parte de su hijo. Sin pensarlo, lo abrazó para despedirse de él, y sin buscarlo, pudo ver dónde había sido ese golpe que Chūya le dió al niño.
— ¿Por qué te golpeó?
— Fue un accidente con Miko-chan.
— Ya veo. De cualquier modo, Chūya está mal. No tiene porqué estar actuando así tan cortante contigo. Eres nuestro hijo, nuestro primer bebé. Debe amarte como el primer día en que estuviste con nosotros.
— Él nomás quiere a los bebés.
— Eso no es cierto, mi amor. Y aunque así lo parezca, yo siempre tendré amor para tí, no lo olvides. Eres mi orgullo, Fumiya.
Besó la frente del niño y limpió sus lágrimas con sus pulgares.
— Ve a clases, mi niño. Estaré aquí a la hora de salida.
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En casa de Akutagawa...
Atsushi y Ryūnosuke tenían todo ordenado y limpio en casa. No había nada más que hacer, y se entretenían mirando programas de televisión en la sala.
— Ryū, yo... Me esforzaré por ser un buen padre maternal para el bebé. Incluso cuando crezca, no quiero que mi hijo se sienta rechazado como se siente Fumiya-kun.
Dijo Atsushi bastante preocupado por el niño. Él a la edad de Fumiya ya había sufrido bastante, y no quería que su pequeño viniera el mundo a sufrir.
— Lo serás, estoy seguro, Atsu. También yo, seré el padre que nuestro pequeño niño merece, uno que lo ame mucho, lo cuida y lo proteja de todos y de todo.
Atsushi sonrió, con sus mejillas ruborizadas, mientras acariciaba tiernamente su gran barriga.
— Será lindo cuando te llamé "papá" Ryū. Es adorable.
— Sí, lo es.
Ryūnosuke se aproximó a su amado y apartó su mechón lateral, para luego besar sus labios con ternura.
— Te amo, Atsu.
— Y yo a tí, Ryū.
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En la escuela primaria, siendo la hora del recreo...
Fumiya había intentado varias veces relacionarse con otros niños y niñas, y ser su amigo. Creía que hacer amigos era algo sencillo, pero sus creencias no eran ciertas.
Comía su obentou en soledad, pues se había sentado junto a otros niños pero se alejaron al tenerlo cerca. No entendía porqué.
— Lulu, ¿quieres un poco de mi obentou?
Preguntó a "la nada", cuando en realidad, "Lulu" era la forma miniatura de su habilidad, una mini esfera con ojos, nariz, boca, piernas y brazos, que no tenía una voz, pero sí comprendía a su amo.
Fumiya cortó un pedacito de su onigiri, y lo puso en las manitas de Lulu, quien lo mordió enseguida, alzando un pulgar.
— Lulu, eres mi única amiga.
— Hola, ¿Puedo sentarme?
— ¿Eh? Sí...
Una niña de cabellera rizada y oscura, se sentó junto a él, sacando una esfera muy similar a Lulu, pero sin ser habilidad, sólo un juguete.
— Me llamo Kaori, ¿Y tú?
— Fumiya.
Seguía desempacando lo demás de su obentou, sin notar que la niña miraba a Lulu y hacía comparaciones con su esfera.