Small steps

Od Anaisbvm

24.9K 1.4K 580

¿Quién diría que los pequeños pasos podrían cambiarlo todo? Damián White, un enfermero que trabaja en una de... Více

Personajes
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22

Capítulo 3

1.2K 72 19
Od Anaisbvm

Dylan

¿Quién dice que no puedo estar enojado? Damián está demostrando que quiere estar únicamente con nosotros para conseguir a alguien que nos cuide y eso está más que claro. Sigo recuperándome de la gripe y no estoy de lo mejor sin embargo ya no le dirijo la palabra, no tiene la obligación de hacerlo, pero ¿por qué nos habla bonito y tenemos que encariñarnos? Su personalidad provoca que cualquiera lo quiera en su vida. Tiene un don.

—¿Qué piensas tanto? Toma la pelota —Noah me habló desde la cancha de Basquetbol - Mas tarde estará congelado, no podremos disfrutar. Que genial se siente jugar, no seas un amargado.

—No estoy de humor —arrugué las cejas y cerré los ojos feliz de tener una chaqueta abrigadora conmigo.

—Que aburrido eres —bufé.

—Estoy resfriado ¿recuerdas? Además, me dejaron salir solo porque querías compañía. Yo debería tener la libertad de elegir.

—¿Te enoja que Damián te dé algunas reglas? Estamos en su casa...

—Lo sé, pero no fue como que lo obligáramos —pateé unas piedras.

—Es raro obedecerlas, pero la verdad a mí no me molesta —se encogió de hombros—. Espera un poco si te quieres ir ¿vale? Es lindo que estén con nosotros. Piensa positivo Dylan.

Siguió en lo suyo y yo me senté en un banquito

—¡Te quedan tres minutos!

—¿Me estas jodiendo? Noah, no te pongas del lado del cascarrabias ese, me quedaré fuera el tiempo que se me dé la gana.

—Colocó el cronómetro, aquí está —me mostró un celular que seguramente es de Damián y me acerqué hasta arrebatárselo—, ¿Qué demonios?

—Que se meta los minutos que me quedan por donde le caiga —escupí mis palabras.

—Eres pesado, solo intenta ayudar.

—No quiero su ayuda.

—Gruñón —se volteó y suspiré.

—Perdón, es solo que no quiero acostumbrarme a todo esto Noah, entiéndeme —caminó a pasos agigantados para abrazarme—. Uy me ahorcas.

—Estaremos siempre juntos, por favor... por favor no cometamos el error de irnos.

—Si, si ya dijimos que aceptaríamos esa propuesta.

—Ahora juega.

—¡Se acabó el tiempo! —oí su voz desde la puerta.

Genial. Pensar que se le iba a olvidar era una fantasía, es que no se le escapa ninguna, me impresiona lo organizado que es en ese sentido. Me hace sentir como un crío, los horarios no existían hace una semana, ¿por qué ahora sí?

—Me quedo —dije muy orgulloso porque me defendí sin embargo no contaba con la cara de pocos amigos que puso Damián.

—A beber líquidos vas a ir y a descansar.

—Me recuperé —levanté una ceja y me crucé de brazos—. Déjame en paz.

—¿Quién se levantó con el pie izquierdo el día de hoy? —preguntó a la nada como si yo no estuviera presente—. Te recomiendo que entres.

—Pues aquí estoy perfecto.

—De acuerdo, si no te recuperas no será porque yo no te lo advertí, todo lo contrario —caminó hacia la entrada y me sentí pésimo.

Tiene razón, más allá de que esté molesto por algo absurdo debo cuidar de mi salud. Apreté mis nudillos y entré detrás de él, pude ver como sonreía.

—¿Te lo pensaste mejor?

Me senté en el sofá y busqué otra manta para ponerme encima. El tiempo está tan frío que no soporto sin estar con cuatro cosas encima para darme el suficiente calor. No pusieron la calefacción solamente porque los cambios de temperatura muy bruscos me hacen mal.

—Ah no, sácate esa manta de encima que volverás a tener fiebre, jovencito —Damián se acercó a mí y forcejeé con él.

—¡Noo, Damián, piedad! —me refugié en el asiento para que no me las quitara.

—Puedes quedarte un poco abrigado, no tanto.

—Pides demasiado —me acurruqué.

—Te quedarás sin postre —abrí y cerré la boca, el postre de su madre es una delicia, es para hacerme pensar dos veces antes de contradecirlo y lo detesto porque lo está logrando.

—¡De acuerdo, una sola!

—Todas Dylan y te dejaré quedarte con un suéter.

—Sueña —le saqué la lengua como un niño pequeño y comenzó a reírse—. ¿Qué es tan gracioso?

—Que seas tan porfiado —me miró con una expresión de regaño—. Si deseas sentirte mucho mejor ve a la cama y bebe líquidos. Te llevé un vaso de agua anoche y ni lo tocaste.

—No me gusta el agua.

—Imposible Dylan —fue hacia la cocina y rodé los ojos cuando volvió con un vaso y algo en su mano—. Aquí hay una pastilla.

—¡Es una cápsula! —me dieron ganas de vomitar—. Ugh.

—Se traga y no hay sabor —se sentó frente a mí y no pude evitarlo.

—Ríndete Damián.

—Nunca —bromeó—. Encontré una pastilla la cual puedes picar en pedazos, la otra no y debes consumirla.

—¿Me estás diciendo que son dos, una que me favorece y la otra no?

—Puedes tomarlo como quieras —se encogió de hombros— Aquí te espero.

—Uy, que no se sienta la presión —volteé los ojos con una expresión de burla y le hice caso.

Admito que la primera fue bastante bien, como estoy acostumbrado a consumir esos medicamentos por masticarlos sin embargo la segunda fue una tortura, tuve a Damián esperando veinte minutos mientras intentaba tragarla, pero me arrepentía y quedaba en mi lengua, más que nada es miedo lo que siento porque si me atraganto no sé cómo volver a la normalidad.

Se me pasó por la mente hacer una mentira piadosa, decirle que lo había hecho cuando en realidad la escondía.

—¿Listo? —preguntó mirándome y le sonreí con una expresión de inocencia.

—Si —le mentí con descaro.

—Genial, supongo que no es una mentira porque Dylan es un chico que se comporta excelente ¿no es así?

—Uff —discretamente cerré la boca más de la cuenta.

La pastilla está en la mejilla y lo peor de esta tonta idea es que se separó y tengo las pelotitas con su sabor amargo en la boca, tengo ganas de vomitar.

—Y quiere mejorarse de su gripe —completó—. A no ser que esté guardando un secreto...

—¿Mhm? Mm.

—Podrías hablarme —sugirió y yo lo pensé.

Si abro la boca en este momento es posible que vomite al instante o me dé una arcada y me descubra, eso arruinaría mi grandiosa reputación y Damián no volvería a confiar en mí.

—N-no.

—¿Y si me muestras que la tragaste?

—Exageras —protesté y di la primera arcada—. Iught.

—Lo sabía —dijo y mi labio tembló—. Pequeño no hay necesidad de mentirme, puedes tomarte el tiempo que quieras y yo te estaré dando apoyo.

—¿Y si no las quiero?

—Sería tu decisión, pero nunca te curarás de la gripe.

—Oh, gracias por tu aporte Damián.

—Digo la verdad —me sacó la lengua divertido.

Después de ese vergonzoso momento tuve que tragarla más por obligación que por voluntad propia y la madre de Damián nos dio una colación para pasar la mañana. No puedo creer que Noah esté tan feliz con todo, nunca lo había visto tan lleno de vida, se pasa de un lado a otro preguntándole absolutamente todo a Damián.

Yo me quedé sentado viendo una película hasta que oí al rey de roma entrar nuevamente a la sala hablando por teléfono.

—¿Qué? Claro Lee, tendría que ser pasado mañana porque es la boda de mi hermana, si a la que estas invitado —carcajeó y me quedé atento a lo que decía—. Tengo que ir a buscar el traje, el pasaje ya lo tengo listo y si, eso quería saber, los niños estarán impacientes.

¿De qué estará hablando?

—Me parece estupendo, recuerda que debe ser doble, ¿ya tienes a tres familias?

—¿Tan rápido? —susurré cerca de él y se volteó sorprendido—. Ups.

Me han descubierto y lo peor es que no hay excusa que inventar viendo que estoy fuera del sofá donde me encontraba y en puntitas detrás de una pared. Soy curioso, eso debo admitirlo y detesto cuando no me entero de las cosas que me pasarán a mí, prefiero saber con lujo y detalles lo que sigue a ser sorprendido, dependiendo claro si es algo bueno o malo.

—Debo cortar, gracias, Lee, nos vemos.

—Yo ya me iba —le sonreí y caminé despacio hacia atrás.

—Hey, ven aquí jovencito.

—¿Quién yo? Veo que estas ocupado —moví mis manos un poco nervioso—. Diría que mucho así que me llaman...si, Noah.

—Podemos conversar antes, ven —hizo una seña y me quedé inmóvil—. Cariño no muerdo, solo quiero charlar contigo sobre lo que acaba de pasar, puede que estes repleto de preguntas y le voy a dar respuesta.

—No.

—Pregunta no es Dylan —me quedé sorprendido porque nunca nadie me había hablado así de firme, yo hacía lo que quería o le gritaba a quien fuera y no importaba, pero no puedo hacerlo con él, es como si le tuviera cierto respeto.

—Y-yo...

—Siéntate allí —obedecí tragando saliva y maldiciendo—. Escuchar conversaciones ajenas no es correcto Dylan, te iba a contar lo que estaba hablando con mi abogado.

—Tenía curiosidad.

—Entiendo, pero no hagas más eso ¿sí?

—Nunca más —asintió—. ¿Y que decía...?

—Que existen ciertas opciones y las van a conocer próximamente, mañana es imposible porque no puedo llevarlos a la ciudad.

—Nos quedaremos aquí entonces, sé que tu hermana es importante, nos cuidaremos solos.

—Oh, por supuesto que no, irán conmigo a la boda—levanté una ceja—. Nada de caritas ¿eh? Se divertirán, hoy buscaremos un traje, sé que les gustará porque conocerán a muchas personas en ese lugar y tendrán amigos.

¿De que vale encariñarnos con esa gente y tener amigos si vamos a estar lejos en un futuro? Lo más probable si nos adoptan es irnos lejos y nunca más ver a Damián. Me aterra pensar que tendremos una vida con desconocidos, pero lo peor es que no veremos más a quien nos ha ayudado hasta ahora. Estoy siendo negativo, muchísimo, diría yo.

—Bien...

—Por eso los iba a reunir ahora, sé que estás enfermo pero estaremos cinco minutos, hay unas tiendas en un pueblo cerca de aquí sin embargo si no encontramos nada iremos a la ciudad.

—¿Vas a gastar en nosotros?

—Si y no te preocupes que quiero hacerlo —me revolvió el cabello—. Ahora ve a ponerte algo.

Damián

No planeo dejarlos solos, sé que ellos me necesitan y ahí estaré para apoyarlos en todo momento. La boda de Samantha se acerca pero ya le indiqué que tiene que agregar dos invitados más a la lista, voy a ver a todos mis familiares en ese lugar después de tanto tiempo. Habrán rumores claro de que tengo dos hijos o los adopté y en el fondo no me molesta, si fuera verdad estaría orgulloso por tener a las criaturas más tiernas y un poquito rebeldes a mi lado.

Compraré además de un traje para que se vean elegantes, algo de ropa ya que por lo que vi en sus mochilas no traían nada para cambiarse. Existe tanta irresponsabilidad de parte de su tutor que me molesta al punto de tener impotencia, estos chicos deberían haber tenido otra infancia, no la que les brindaban.

En el auto llevé a Dylan bien abrigado por la nieve y a Noah también, nuestra primera parada fue donde una conocida de mi madre.

—¡Señora Eli! —la abracé apenas cerré el auto.

—¡Pero miren a quien tenemos por aquí! —me sonrió—. ¡Mi Damián!

—¿Cómo ha estado? Me dijeron por ahí que usted vende los mejores trajes de todo el país, yo claro que les dije que era cierto.

—Tu si que sabes alagar —carcajeamos—. ¿Y quienes son estos chiquitos?

—Mis... —me callé de golpe con lo que iba a decir—. Son Dylan y Noah... vengan niños.

—Pero si son una hermosura.

—Igual a mi —todos sonreímos.

—Tengo el traje perfecto para ustedes —entró a la tienda y enseguida tomé la mano de ambos.

—¿Qué color prefieren? —sus ojitos brillaron—. Elijan lo que más les guste.

—¡Amo el color azul! —chilló Noah—. Quiero ese de ahí y ese...

—Prefiero el negro —Dylan susurró.

—Muy bien, señora Eli —la buscamos por el pasillo—. ¡Trajes azules y negros por favor!

—A la orden, joven Damián.

Creí que el probarse la ropa sería lo más fácil pero me equivoqué, fue la parte con más dolores de cabeza porque el más grande se comenzó una rabieta de que no quería probarse nada seguramente porque sabía que debía gastar en él y no lo aceptaba por completo.

—Entrarás ¿estamos? —Dylan arrugó las cejas—. Solo un ratito y si te queda bueno nos vamos, lo prometo.

—¡No quiero ir a descansar a la casa, Damián!

—Entonces te lo pruebas —dije firme y se molestó aún más cuando se lo entregué en las manos.

—¡Tampoco quiero!

—Basta Dylan, me estoy enfadando —no supe descifrar su expresión—. Te estoy dando una orden jovencito y vas a pasar a probártelo como lo hizo tu hermano, no te tomará más de un minuto. La paciencia se me agota.

—Pero *snif* —me acerqué inmediatamente a él para ver lo que pasaba—. N-no.

—¿Por qué no, corazón?

—No tendré como devolverte el dinero...

—Ya hablamos de eso Dylan, es un regalo ¿sí? —parpadeó—. Ve, disfruta esto que es con mucho amor.

—¿De verdad?

—Si, te esperaremos aquí —me senté en uno de los sillones que tenían enfrente de los probadores y se tardó un poco.

Noah estaba cerrando sus ojitos cuando Dylan apareció al abrir esa cortina y fue una emoción inmensa verlo tan elegante, prometo que fue una sensación de orgullo como si fuera mi hijo quien saliera de allí.

—Pero que chico tan elegante —aplaudí y volteó los ojos—. Te ves genial, Dy.

—Lo sé —dijo con el ego hasta las nubes—. Me veo perfecto.

—¡Sii! —confirmó su hermano.

—Ahora al mostrador, pagaremos e iremos por algo más —ambos asintieron y fui a buscar a la señora para agradecerle también por toda su amabilidad.

Lo más rápido fue el escogerles ropa, estaban vueltos locos viendo la cantidad de cosas que podían tener y me causaba felicidad verlos tan entusiasmados. No podía dejarlos sin almuerzo por lo que tuvimos que ir rápido a la casa con mi madre quien nos llevaba llamando por un largo rato a mi celular.

Me percaté esta mañana que el mayor no comió casi nada y me preocupó, no es normal que su desayuno haya sido un bocado de ese wafle y menos estando en ese estado así que el almuerzo será diferente por lo que me aseguraré de aquello. Si es necesario darle de comer como un bebé así será con tal de que pruebe algo.

—¡A sentarse a comer! —mamá gritó.

—Noah ve a sentarte por allá, yo me sentaré al lado de Dylan ¿bueno?

—¿Qué? ¿Por qué? —preguntó.

—Por nada cariño —el menor no puso problemas pero su hermano si que lo hizo, fui por el almuerzo y le dejé los platos con una porción adecuada.

—Espero que les guste, niños.

—Claro que les gustará, cocinas genial, mamá.

—Gracias mi Damián.

Todo marchaba normal hasta que vi lo que me temía, el separar las verduras, jugar y no llevarse nada a la boca. No le dije nada hasta que ya estaban terminando por respeto a su persona, podría sentirse avergonzado y es lo que menos deseaba.

—¿Te caliento esa comida, Dylan?

—¿A mí? No, estoy satisfecho.

—No lo creo —pude captar su atención inmediata—. No has probado nada y no te levantarás de la mesa hasta comer un par de cucharadas.

—¡Pero...!

—Pero nada —me levanté del asiento y fui a buscarle comida caliente—. El almuerzo es la parte esencial del día y deberías consumir lo necesario para estar bien, no dulces o algo chatarra.

—Simplemente no quiero.

—¿Estaba mala?

—No.

—¿Y entonces? No encuentro justificación.

—No tengo hambre.

—Pues vamos a reunir las ganas y comerás —colocó un puchero y me limite a no cambiar mis órdenes del principio, si le sigo la corriente ninguno llegará a un acuerdo y las cosas seguirán como estaban antes—. Me quedaré contigo.

—¡Noah!

—Adiós, voy a jugar...

—¡Me dejas cuando más te necesito!

—Está riquísima, ya lo verás —Noah salió del comedor al igual que mi madre.

—¡Eres estricto! —me gritó y negué con la cabeza.

—No me conoces estricto, Dylan —nunca pensé que el mayor se pondría a llorar y menos que actuara como si tuviera frente a mí a un niño de cinco años.

Siendo sincero no sé cómo controlar esta situación, lo menos que quería era que pasara algo como esto sin embargo actué por instinto y lo abracé primero que nada hasta que se calmara, dejando besos en su cabeza.

—¿Estás mejor? —asintió todo sudado—. Come algo, si estas enfermito y no lo haces ¿Cuándo habrá mejoría? Las pastillas que te di podrían ser fuertes, tu estómago necesita tener la energía necesaria para defenderse —le hablé como si de un pequeño se tratara.

—Bien...

—Un bocado a la vez, ya verás que te sentirás perfecto.

Dylan

No sé por qué se preocupa tanto por mí, eso me hace sentir querido y regañado al mismo tiempo. El obedecer jamás ha sido mi fuerte, aunque podría intentarlo reiteradas veces si de Damián se trata. No quiero a nadie más que nos cuide, no sé cómo hacerle entender eso.

—¡Yo sabía que podías! —aplaudió y me sentí chiquito—. ¿Ves, corazón? Estoy orgulloso de ti.

—Ay me avergüenzas...

—Esto merece un premio.

—¿Sí?

—No debería —comenzó a jugar y carcajeé—. Pero como Dylan se comió toda, pero toda la comida hay galletas... ¡Pero no de cualquiera! Las más preciadas de todo el universo.

—Adivino las hizo tu madre.

—No, mi abuela —abrí la boca y la cerré.

—Llevan una mermelada exquisita y desbloqueaste, redoble de tambores —le pegué a la mesa riendo—. ¡Tres!

—¡Genial!

—Y llamaremos a Noah quien tendrá unas cuantas también —no pude con tanto y corrí a abrazarlo nuevamente.

—¡Gracias, Damián! Eres el mejor.

—Gracias a ti Dylan, por aparecer en mi vida.

Pokračovat ve čtení

Mohlo by se ti líbit

Pequeño Sol Od leito_si

Nezařaditelné

100K 5K 23
Matias un adolecente atrapado en un espacio de cabeza, hace mucho tiempo su madre le contaba la historia de su padre, solía decir que su padre era la...
66K 1.9K 50
"me gustaría ser más cercana los chicos del club, pero supongo que todo seguirá siendo igual, no?"
99.3K 5.9K 18
LIBRO TRES DE LA SAGA ÁMAME. Summer ha estado enamorada de Nikolai desde que tiene memoria, ella siempre ha estado consciente de que nunca pasaría a...
475K 23.5K 48
Una historia que promete atraparte desde el principio hasta el final. Camila es una chica humilded, Ignacio Besnier es el heredero de un imperio empr...