Había pasado exactamente unos dos meses desde que Hurrem tomo a Anastasia bajo su mando, la griega aprendía rápido todo lo que se le enseñaba, por qué tenía la ventaja de ya haberlo visto antes de viajar al pasado.
Hasta el momento ella nunca había visto a Suleiman, poco después se enteró por Mihrimah que su padre se encontraba de campaña, Mihrimah y Emine (Anastasia) se habían hecho demasiado amigas en tan poco tiempo, era natural verlas juntas casi siempre.
Eso a Hurrem le gustaba, después de todo, Mihrimah nunca había tenido amigas, tampoco tenía una hermana con la que podría contar en todo momento, siempre había estado sola, por lo que Hurrem consideraba a Anastasia como un tesoro.
La griega no solo se había ganado el cariño de Hurrem y Mihrimah, si no de Selim, Bayaceto y Cihangir, aunque era evidente que al pequeño Cihangir lo quería más que a los demás.
Y era extremadamente amiga de Mehmed, si no estaba con Mihrimah, estaba junto con el Sehzade, planificando ideas de como evitar su muerte y como encontrar el espejo para que Emine pudiese volver a su tiempo original.
Ese era un día normal en el palacio, Mehmed había salido a cazar con su padre y Mustafá por lo que ella se quedo en el palacio, acompañando a la Sultana Hurrem y a los príncipes.
Irónicamente Firuze no estaba en el palacio, cosa que levanto las sospechas de Emine, la cual no dudo en contarle a Hurrem sobre sus pensamientos, causando que la Sultana pelirroja empezará a sospechar también de esa mujer.
──Quiero que la vigiles, Emine, cualquier cosa por más mínima que sea, tendrás que decirlo.
──Por supuesto Sultana.
──¡Emine!── Grito Cihangir corriendo hacia su amiga.
La griega estiró sus brazos hacia el pequeño Cihangir para abrazarlo y sentarlo sobre su regazo.
──¿Que paso mi príncipe?
Cihangir le dió el ramo de jazmines que tenía ente las manos, sonriendo.
──Para ti.
──Son hermosas.── Sonrió la griega para besar el cachete del pequeño príncipe, sacándole un sonrojo.── Las atesoraré mi príncipe.
──¿Y a mí?── Pregunto Hurrem fingiendo indignación.──¿No le trajiste nada a tu madre?
── Te traje esto.── Cihangir dejo una pulsera de plata en manos de su madre, ganando un abrazo de su madre.── Mehmed me ayudó a escogerla.
──Es preciosa.
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Mehmed llegó al palacio imperial junto a su padre y hermano, quienes una vez entraron se fue cada uno por su lado.
El príncipe camino observando cada rincón, “Sigue siendo exactamente igual.” Ese fue el pensamiento que tuvo, y por andar sumido en sus pensamientos se chocó con alguien.
La joven con la que había chocado, parecía que si iba a caer por lo que Mehmed la sostuvo de la cintura.
──Disculpe alteza.── Pidió la muchacha.
──Disculpame a mí, iba distraído debí fijarme por dónde i...──Mehmed interrumpió sus propias palabras al ver el rostro de la chica.
«Clara» Era su Clara, a la primera mujer a la que había amado de forma romántica, su Nurbahar.
Por un momento deseo abrazarla y llenarla de besos, pero claro estaba que no podía hacer eso, ella no lo recordaba y era evidente, después de todo ellos no se conocían todavía.
Pero no importaba, ese detalle no importaba, ahora que su nueva meta era sobrevivir, podría estar de nuevo con ella, está vez no iba a permitir que se fuera de su lado.
──Sehzade, su mano.── Indicó la muchacha algo incómoda.
──Es verdad, como lo siento.── Pidio Mehmed con un sonrojo.── Discúlpeme señorita Clara.
──¿Cómo sabe mi nombre?
"Felicidades Mehmed, ya la regaste."
──Sumbul me lo dijo.── Mintió.
──¿Usted Pregunto por mí?── Susurró Clara con nerviosismo.
──Por supuesto, llamaste mi atención.
Clara abrió la boca y volvió a cerrarla, no sabía cómo reaccionar ante está situación, ella había observado al príncipe desde que llegó a Topkapi, y soñaba con ser notada por él, pero ahora que su sueño era realidad no sabía cómo reaccionar.
Cuando se decidió por decir algo, en su mirada apareció una hermosa mujer de tez blanca y cabello castaño oscuro, figura esbelta y ojos grises.
──Mehmed, tu madre te busca.── Hablo la mujer tomando del hombro al príncipe.
Clara rápidamente entendió de quién se trataba, era esa esclava griega que se había convertido en favorita de Mehmed.
Sintió unos celos arder dentro suyo.
──Ire de inmediato.── Mehmed volteo toda su atención en Emine, colocando su mano derecha en su hombro.
Esa escena mortificaba a clara, ¿Por qué había tenido que aparecer esa mujer en estos momentos?
Mehmed abandono el Harem y se dirigió hasta los aposentos de su madre, dejando a Clara y Emine solas.
──Emine Hatun.── Murmuró Clara con evidente molestia en su voz.
──¿Y tú eres?── Pregunto Emine mirándola.
──Clara.── Respondió la Hatun.── Eres bonita, pero no tanto como para tentar al Sehzade Mehmed.
──No tengo tiempo para escenitas.── Respondió Emine dándose cuenta de lo que buscaba la Hatun.
Se dió la vuelta y avanzo hasta los aposentos de Mihrimah, ella amaba a Ahmed, el sultán que se había vuelto su razón para vivir y por la que buscaba desesperadamente volver al pasado.
Aunque no podía negar que se había hecho demasiado cercana a Mehmed en sus investigaciones y todo, pero no pasaba de eso, era una simple e inocente amistad.
Mehmed era como su hermano y eso no iba a cambiar.