Todo Lo Que Quiero (#2)

By Rubi_Maxwell

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Trilogía: Segundo libro. Muerte: Defunción - Término - Expiración. Austin Maxwell había tenido la muerte muc... More

Antes De Leer
Sinopsis
1. Hija
2. Trabajo
3. Enfermo
4. Todo
5. ¿Niñera?
6. Película
7. Salida
8. Pelea
9. Llamada
10. Compañera
11. Lluvia
12. Tierno
13. ¿Señor?
14. Resolver
15. Nervios
16. ¿Se Conocen?
17. Cuñado
18. Hermano
19. Te Ayudo
20. Incógnita
21. Confiar
22. Tortura
23. Sentir
24. ¿Celos?
25. Cita
26. Feliz
27. Momento
28. Invitación
29. Anhelo
30. Cena
31. Chicas
32. Recital
33. Te Quiero
34. Libre
35. Hermosa
37. Deseada
38. Brillo
39. Loco
40. Ascensor
41. Olivia
42. Quiebre
43. Pánico
44. Confesión
45. Nuevo Integrante
46. Bebé
47. Latidos
48. Verdad
49. Mamá
50. Casa
51. Odio
52. Hermana
53. Papá
54. Amor
55. Volver
56. Sueño
57. Velas
58. Final
Epílogo

36. Tan Cerca

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By Rubi_Maxwell

¡AHHHH les puedo actualizar!

Ha sido complicado, pero no imposible. Creo que estuve a cada momento al pendiente, ya extrañaba quedarme dormida cerca de las 3am jeje

No olviden de darle apoyo al capítulo, 200 votos y 200 comentarios. Los amooo.

Narra Stacy

23 de Agosto, 2024.

Muerdo mi labio inferior.

Me doy cuenta de la mirada expectante de Austin que aún espera mi repuesta.

—¿Crees que sea buena idea? —le pregunto.

Se acerca con una leve sonrisa pintada en sus labios, y toma mis manos entre las suyas.

—Creo que es la mejor, sino, no te hubiese preguntado. —Acaricia mis nudillos—. Pero, sabes que nunca te obligaría a hacer algo, voy a respetar tu decisión.

Sonrío.

¿Por qué tiene que ser tan bueno? Austin es único.

Él siempre escucha, apoya, y te insta a seguir, a pesar, de que todo esté en contra.

—¿Qué va a decir Hilary? —Abro los ojos asustada.

Lo que menos quiero es que ella se haga una mala imagen de mí.

—No te debes de preocupar por Hilary. Ella puede ser una niña, pero es muy inteligente, y ambos lo sabemos. —Me da una sonrisa tranquilizadora—. No debes de temer, cielo.

Cierro los ojos por breves segundos intentando encontrar la repuesta.

Austin hace unos minutos me ha invitado a quedarme aquí en el departamento, y dormir con él en su habitación.

Claramente no es un problema muy grande, y yo estoy más que gustosa porque confío en él y sé que nunca haría algo sin mí consentimiento, mucho menos, después de saber absolutamente todo. Pero me aterra tener algina crisis al sentirlo tan cerca, no me gustaría que Hilary en algún momento los pueda presenciar.

Suspiro.

—Bien, me voy a quedar... —murmuro. Su alegría no hace esperar—. Pero...no tengo ropa para dormir. —Río nerviosa.

Austin niega, divertido.

—Ni siquiera es un problema. Te puedo pasar una camiseta, o lo que gustes. —Me da un casto beso—. No sabes lo feliz que me haces —dice aún sobre mis labios.

Los ojos me pican, y sólo puedo sonreír encantada.

—Parece tan irreal...

Me da una mirada confundida.

—¿Qué cosa?

—Nosotros... —susurro—. Ni en mis mejores sueños pensé que nosotros pudiésemos estar juntos.

Austin deja salir una risita, y besa mi frente con cariño.

—Entonces, debes saber que para mí eres de los mejores sueños, cielo.

Su mirada es tan intensa, tan sincera que no me cabe duda que no miente con sus palabras.

—¿Por qué eres tan perfecto? —me quejo cerrando los ojos con fingido fastidio.

Toma mi rostro para que lo mire.

—No soy perfecto, cielo, pero en mí siempre vas a encontrar sinceridad. Siempre, sin importar qué.

Su rostro se encuentra totalmente serio, y me puedo dar cuenta cuán importante es para él que sepa aquello.

Ahora soy yo la que toma su rostro y acaricio sus mejillas.

—Lo sé...y no sabes cuanto te agradezco tu sinceridad, tu paciencia... —la voz se me quiebra al decir lo último.

Toma mis manos entre las suyas, y deja un beso en cada una.

—Ven aquí. —Me tira del brazo hasta tenerme entre su pecho. Se sienten magníficos estos momentos junto a él, donde ambos podemos hablar con sinceridad—. Será mejor que subamos, ya es muy tarde. —Besa mi coronilla.

Asiento mientras me aparto.

—Tienes razón. Mañana ambos tenemos trabajo, además, de una niña que levantar.

Sonríe.

—Vamos. —Me toma de la mano llevándome detrás de él mientras subimos las escaleras.

No voy a mentir diciendo que no estoy nerviosa porque mi corazón late desbocado, y solo puedo agradecer que mis manos no están sudando. Sería muy vergonzoso.

Me da ternura ver como Austin pasa a darle una visita a Hilary antes de finalmente llegar a su habitación.

Dejo salir un suspiro. Todo sigue de la misma forma, y creo que nunca terminaré de sorprenderme por la pared de dibujas. Es totalmente hermosa, e insuperable.

—¿Te gusta?

Salto en mi lugar al escuchar su voz cerca de mi oído. Definitivamente este hombre me quiere matar del susto.

—Demasiado. Es muy tierno de tu parte guardar cada dibujo —digo con verdadera sinceridad. Para un niño cada detalle vale mucho—. Eres un excelente padre, Austin. —Me giro hasta quedar frente a él.

—Hago lo que puedo, cielo, porque no es nada fácil. —ríe.

Ya me lo puedo imaginar.

—Pero lo haces bien —sonrío.

Me da un pequeño beso y se mueve por la habitación hasta entrar a lo que parece su armario.

—¡¿Quieres camisa o camiseta?! —grita desde adentro.

Trago saliva. Ahora me arrepiento no tener ropa de emergencia en el hotel.

—¡Con una camisa está bien! —respondo.

No pasa ni un minuto cuando sale con una camisa blanca en su mano. Llega hasta mi lado, y me la tiende con una sonrisa tranquilizadora.

—Te puedes cambiar en el baño, cielo.

—Gracias...

Paso por su lado casi corriendo, y juro que escucho una leve risa de su parte antes de cerrar las puerta del baño.

—Eres una tonta, Stacy —me reprendo mientras me cambio.

Dejo salir un suspiro de alivio al ver cuán grande me queda la camisa, y no queda tna corta.

—Tu puedes... —me doy ánimos mientras me miro al espejo—. Vas a salir y dormirás con tu novio guapo, y candente que te quiere y respeta más que nada en el mundo —me repito algunas veces y cuento hasta diez antes de abrir la puerta del baño.

Austin ya se encuentra en la cama y ni siquiera puedo pasar desaparecida porque su mirada enseguida me recorre.

Hay Dios...

—Ven... —Da unas palmadas en la cama haciéndome reaccionar.

Camino con lentitud evitando que algo se me vea, y con manos temblorosas me meto debajo de la manta. Sé que Austin en ningún momento me quitó la vista de encima y eso me tiene más nerviosa.

Trago saliva.

—Te vas a caer, cielo. —Presiona los labios para no reír, se está burlando de mí. Aunque, en cierta parte lo entiendo, estoy a pocos centímetros de la orilla, así que me acerco un poco más a él—. No te debes de preocupar, ver aquí.

Se mueve para tomarme de la mano, y dejarme sobre su pecho, aunque, lleva una camiseta. Suspiro aliviada al sentir que también tiene un pantalón, así que lo abrazo de la cintura con más libertad.

—¿Estás cómoda? —pregunta, y acaricia mi cabello.

Cierro los ojos con tranquilidad.

—Demasiado —murmuro, le doy una sonrisa.

—Voy apagar la lámpara. —Se estira hasta hacerlo, y por breves segundos me debo acontumbrar a la oscuridad—. Duerme, cielo. —Siento como besa mi coronilla.

Carajo.

En serio este hombre es muy tierno, y no tengo forma de pensar lo contrario.

—Que tengas buena noche. —Lo aprieto más de la cintura escuchando su leve risa.

Cierro los ojos intentando dormir y es que hace un momento si tenía mucho sueño, pero al parecer ahora todo se ha ido.

Los minutos pasan y no puedo conciliar el sueño. El pecho de Austin sube y baja con tranquilidad y quiero pensar que ya está dormido porque no ha dicho nada. Me muevo buscando un poco más de comodidad.

—¿Por qué te mueves tanto? —su voz es ronca, y puedo sentir su aliento muy cerca de mí rostro. Se me hace imposible responder porque me quedo estática en mi lugar—. ¿Hay algo que te incómoda? —vuelve a preguntar.

En cierta parte agradezco que todo esté a oscuras ya que así no puede ver mi sonrojo ante mis pensamientos, porque si ya no estoy dormida es por muchas cosas que estoy pensando respecto a nosotros juntos en la misma cama.

—T...Todo está muy bien —tartamudeo—. Solo me cuesta domir.

—¿Segura? —pregunta, pero no respondo. Lo siento moverse, y a los segundos hay claridad en la habitación ya que prendió la lámpara—. Te mueves a cada rato desde hace más de treinta minutos.

¿Qué?

Entonces no estaba dormido y presenció cada segundo que mi nerviosismo.

—Pensé que estabas durmiendo —murmuro. Siento que las mejillas me arden.

—No podía cuando tu tampoco lo hacías. —Intento esconder el rostro en su pecho, pero me lo impide—. Ahora me dirás que te tiene tan nerviosa no es la primera vez que estamos de esta forma. Sé que no a este extremo, pero sabes que me puedes decir tus incomodidades, y lo resolvemos. —Deja salir un suspiro—. Me puedo ir a dormir a la habitación de huésped así estas más tranquila.

Abro los ojos sorprendida y niego tomando su rostro.

—Ni lo pienses. Me encuentro bien, no te preocupes por favor, solo se me hace extraño domir en otro lugar —miento un poco.

Frunce el ceño.

—¿No me mientes? —pregunta.

Muerdo mi labio inferior.

Debo ser sincera, sé que debo decírselo, pero es tan vergonzoso porque se supone que no me he quedado a esto.

Me muevo con nerviosismo y evito su mirada.

—Es que es muy vergonzoso. Vas a pensar que estoy loca y te vas a reír —me quejo.

Me toma de los hombros dejándome muy cerca de su rostro, a pesar, de la poca claridad puedo verlo y tiene una mirada preocupada.

—Todo lo que suceda contigo para mí es totalmente serio, no tendría porqué reírme.

Escondo mi rostro en su cuello dejando salir un quejido lastimero.

—¿Lo prometes?

Acaricia mi espalda.

—Lo prometo.

Cierro los ojos nerviosa. Quiero hablar, quiero que él sepa lo que está pasando por mi mente y que acepte.

—Quiero... —comienzo, y suspiro—. Quiero que lo intentemos.

Lo digo muy rápido, pero quiero pensar que lo entiende porque se queda en total silencio, y su respiración se torna un poco acelerada.

Justo ahora no quiero salir de mi escondite.

—¿Segura? —su voz es ronca.

Trago saliva.

—Muy segura...

—Pero si no sales de tu escondite, dudo mucho que podremos hacer algo al respecto. —Intuyo que está sonriendo, además, me da un leve apretón en la cintura.

Con un puchero, y con las mejillas ardiendo como nunca antes, me aparto con lentitud de su cuello encontrándome con su mirada tranquilizadora.

—No te rías. —Le pego en el pecho.

—¿Me estoy riendo? —Enarca una ceja—. No te debes de avergonzar, cielo. Esto es muy normal entre las parejas y nosotros somos una, nunca me podría reír por algo tan importante como esto.

—Tú... ¿Tú quieres hacerlo? —Muerdo mi labio inferior.

Niega. Me toma de la nuca hasta darme un casto beso dejándonos muy cerca.

—Ni siquiera lo debes de preguntar. Siempre voy a querer estar contigo, cielo, nunca lo dudes —susurra.

La forma en que me mira me deja mucho a la imaginación, y sus manos toman mi cintura con fuerza.

—¿Qué no debería hacer? —pregunta.

Inclino la cabeza hacia un lado, y muerdo mi labio inferior.

—No me tomes de las muñecas... —comienzo—, ni tampoco mi cabello y que... que todo no sea demasiado brusco. —Trago saliva—. Sé que me voy a sentir amenazada con tu cuerpo, por lo que intenta no apricionar con tus brazos.

Austin asiente y acaricia mi mejilla.

—Ya lo tengo todo anotado aquí. —Apunta su cabeza—. Voy a ser muy cuidadoso y paciente. No temas decir que no, si algo te incómoda o quieres terminar. Porque voy a parar en el momento en que tu lo quieras, ¿entiendes?

Suspiro, de alivio.

—Claro que sí, confío en ti —sonrío.

—Y no sabes lo bien que se siente escuchar aquello. —Me da una última mirada antes de posar sus labios sobre los míos.

Es un beso tierno, movimiento lentos, pero que me tiene pasando mis manos temblorosas por su camiseta. Mis movimientos son un tanto torpes por el nerviosismo, pero poco a poco me voy soltando.

Todo a nuestro alrededor deja de existir y solo somos nosotros en nuestra burbuja. Dejo salir un chillido cuando me toma de la cintura y me daja a horcajadas.

—Esta vez estarás arriba, así podremos ir despacio, y no te sentirás tan amenazada, o eso espero —me da una sonrisa, pero también puedo notar un toque de nerviosismo—. ¿Te parece?

Me muevo un poco por los nervios y gracias a ello siento como se me sube la camisa, pero no hago nada al respecto porque la manta hace que no se vea casi nada.

—Es extraño..., pero puedo con esto —murmuro.

—Confía en mi cuando te digo que será la forma más fácil para comenzar —habla lentamente.

No sé si pueden pensar que soy una estúpida, pero me encanta la mirada de Austin y como su pecho sube y baja por la respiración un tanto acelerada. Además, su mirada me recorre como nunca.

Me siento hermosa, me siento deseada y por primera vez yo también lo quiero.

—Ya te dije que confío en tí.

Ahora soy yo la que lo beso y lo que hago porque él se estaba debatiendo demasiado por cómo comenzar.

Estoy asustada, pero quiero hacerlo.

Austin me devuelve enseguida el beso, y se siente como si solo hubiese estado esperando que diera el paso para estar verdaderamente seguro y poder actuar.

Ya no es un beso tierno como el anterior, sino, es más desesperado. Sus manos bajan con cuidado por mi espalda y es como si estuviera haciendo una leve caricia, pero se siente más totalmente diferente.

Por mi parte, subo las manos hasta su cuello y las mantengo allí para poder darme mejor estabilidad. El beso se vuelve un tanto más apasionado, y ya no solo nuestros labios danzan, sino, que adentra su lengua y ambos nos dejamos llevar por nuestro deseo.

Joder. Es el mejor beso de mi vida. Este hombre besa como los dioses.

—Voy a bajar —murmura.

Al principio no entiendo, pero cuando sus besos bajan hasta mi cuello todo cuadra. La respiración se me acelera ante el acto pero le doy más acceso. Sus besos son hacen estragos en mi y solo puedo apretar las manos contra su cabello.

—Eres tan deliciosa... —su voz cerca de mi oído me eriza la piel.

Cierro los ojos, disfrutando el momento mientras por inercia abro ligeramente la boca respirando.

Con las manos acaricio sus brazos, sus músculos, hasta bajar para tocar la orilla de su camiseta.

—Está bien si...

La pregunta queda en el aire porque es él mismo el que me toma las manos y las deja bajo su camiseta dejándome tocar su abromen.

—Puedes hacerlo. Puedes tocar donde quieras y te sientas más cómoda, no hay problema, cielo.

Así que tomando su palabra. Muevo las manos sobre su abdomen sintiendo como se tensa, pero al ver cómo cierra los ojos por breves segundos me confirman cuanto le encanta.

Él no deja de mover sus manos en mi espalda, pero me tenso cuando sus manos ya casi llegan a mi trasero.

—¿Puedo...? —pregunta. Su respiración está muy agitada y ni hablar de la mía.

Lo observo fijamente. Su cabello está desordenado porque he pasado mis manos demasiadas veces por el, sus pupilas completamente dilatadas le hacen dar una imagen más salvaje y ni hablar de nuestra posición. Literalmente estoy acostada arriba de él, y tiene una buena vista de la copa de mis pechos.

—Sí... —es un leve susurro, pero parece que todo a nuestro alrededor cambia ante mi respuesta.

—Iré despacio...

Asiento. Me da un suave beso, pero vuelve a mi cuello, y solo puedo cerrar los ojos porque se siente demasiado bien.

Creo no darle mucha importancia a como sus manos acarician los lados de mis piernas dando un desvío de mi trasero. Mi cuerpo tiembla levemente cuando comienza a subir la camisa para tener mejor comodidad.

Por inercia me muevo un poco, y quedo estática ante su maldición. Me aparto enseguida.

—¿Qué pasó? —Lo miro preocupada.

Abre los ojos que los mantenía cerrados.

—Te moviste —susurra.

—¿Hay algo malo...?

Niega.

—Para nada, pero sucede esto...

Austin se mueve para arriba y salto en mi lugar al sentir su gran erección. Al estar casi sobre su estómago no había podido tener la oportunidad de sentirlo, pero ahora, lo he hecho completamente y es como si todo cambiara.

—Tú... Dios... Es demasiado, no creí...

Realmente no sé qué decir al respecto.

—Para que tengas en cuenta todo lo que provocas en mí —su voz es ronca—. Aunque, no quería que te sintieras...

Niego.

—Por favor no te preocupes —imploro—. Está bien...

Y como soy una jodida curiosa y realmente necesito más de todo porque lo deseo. Bajo nuevamente y aunque hay ropa de por medio, puedo sentirlo.

—Joder... —Austin aprieta las manos en mis piernas—. No deberías de hacer eso, cielo. No quiero...

Lo callo con un beso.

—Quiero hacerlo. No me asusta, no me incomoda, quiero esto. —Nuestras narices se rozan.

Veo claramente como su mirada se oscurece mientras asiente.

—Sube y baja, pero no tan rápido.

Y como si fuera demostrarme, me toma de los muslos haciendo la acción. Debo apretar las manos en su camiseta para no soltar una maldición.

En los siguientes minutos solo puedo apretar los labios y cerrar los ojos ante las sensaciones de mi cuerpo que nunca antes había podido sentir con tanta claridad. Las manos de Austin hacen maravillas, y ni hablar de él también me ayuda en todo.

Suelto un gemido sintiéndome enloquecer.

—¿Crees... que sería bueno si suelto algunos botones? —susurra tocando el comienzo de la camisa.

Sin dejar de moverme asiento porque ahora solo quiero que Austin haga lo que quiera. El deseo es demasiado y mi mente está nublada.

—Hazlo...

No voy a negar que tiemblo ligeramente cuando suelta el primer botón, y me hace la pregunta silenciosa para poder soltar otros. Así que nuevamente asiento y ahora sí me quedo unos segundos sin moverme y solo puedo observar como Austin se lame los labios ante la vista que tiene de mis pechos.

Me da una larga mirada que expresa en ella otra gran pregunta, la cual pienso algunos segundos. No es una decisión fácil porque me asusta no tener una buena reacción.

—Estoy nerviosa, pero hazlo —respondo.

—Quiero que estés segura, cielo.

—Lo estoy, solo me pone nerviosa.

Asiente.

Aún sin cortar nuestras miradas, Austin abre la camisa hasta mitad dejándome media desnuda ante sus ojos. No paso desapercibido el deseo en sus ojos justo antes de dar el primer beso cerca de mí pecho izquierdo.

—Muévete, eso ayudará...

¿Ayudará? ¿Y en qué? Pero no le pregunto y sólo lo hago entendido todo a los segundos.

Juro que tiemblo completamente cuando sus labios tocan el pezón del pecho izquierdo. No puedo retener el gran gemido que sale de mis labios sin permiso haciéndome avergonzar, pero nada detiene el momento.

Austin chupa y lame con calma, pero de una forma que me hace delirar como nunca antes. Sus manos se mueven hasta mis piernas para hacer el movimiento de nuestra pelvis más profundo.

Me tenso completamente cuando finalmente sus manos llegan a mi trasero y lo manosea haciendo que pare mis movimientos de forma abrupta.

Los malditos recuerdos de como ese hombre me tocaba por todos lados y me apretaba con fuerza sin importarle mi dolor y mi consentimiento llegan sin previo aviso.

No culpo a Austin por esto porque realmente ha sido mucho más perfecto de lo que imaginé y todo está bien.

Abro los ojos, encontrándome con su mirada preocupada.

—Lo siento, cielo. ¿Quieres dejarlo hasta aquí? —pregunta. Su voz se escucha tan arrepentida.

★★★★

¡Nuevo capítulo!

Ya sé, no me maten. Me he tardado demasiado, pero les dije que con mi familia se me iba hacer casi imposible actualizar *lloro*

Ya les traigo la parte 2 de este capítulo. ¿Emocionadas? Escribir esto fue verdaderamente caótico jeje.

Pequeña aclaración:

Quizás algunos pueden pensar que Stacy va progresando muy rápido, pero ya les explico. Stacy, como dijo en los capítulos anteriores, ella no recuerda el abuso en sí, solo cuando la maltrataron y la toqueteaban por todo su cuerpo.

Con esto no quiero minimizar nada, pero si explicar que su trauma no es tener relaciones sexuales con una persona. Su trauma es ser toqueteada, y sentirse amenazada por el cuerpo de otra persona, entonces para ella es difícil comenzar todo, porque Stacy ha dejado muy claro que desea a Austin.

¿Me hago entender?

Entonces para que sepan que ellos van a trabajar en ello. En qué Stacy se sienta tranquila en todo el proceso previo, que no se sienta amenazada, y que pueda disfrutar cada momento hasta llegar al acto.

Espero que con esto puedan entender, y evitar cualquier comentario que minimize su trauma. ¡Gracias!

Velitas para que el próximo capítulo esté antes del Lunes...

Nos leemos pronto.

Instagram: (@rubi_escritora)

-Rubí.

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