4. Todo

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¡Estamos de vuelta!

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Narra Austin

15 de Marzo, 2024.

Me quejo por unos segundos, mi cabeza palpita y siento mi garganta seca. Me muevo buscando un poco de comodidad, pero el peso en mi costado izquierdo me hace fruncir en ceño.

Abro los ojos con lentitud, me intento acostumbrar a la claridad que entra a la habitación ya que las cortinas están abiertas. Observo mi costado y una sonrisa se forma en mis labios, Hilary se abraza de mi torso y duerme profundamente, su cabello negro está completamente desordenado.

Vuelvo a cerrar los ojos mientras acaricio su coronilla, los recuerdos de la tarde de ayer me golpean, lo único que viene a mi mente es como me comencé a sentir mal y ya después es historia.

No sé qué sucedió con Hilary y por eso me siento tan aliviado de tenerla aquí conmigo. Hace muchos años no me enfermaba y realmente fue muy extraño.

El movimiento del cuerpo de mi hija hace que mis pensamientos se vayan y solo me centre en ella.

Es mi pequeño milagro.

Nunca me cansaré de observar cada una de sus facciones, es tan parecida a Olivia y eso me enorgullece. Sé que ella estaría igual de orgullosa.

Me gustaría que estuviera aquí, conmigo, con nosotros.

—Papá —mi pequeña murmura mientras beso su frente.

—Buenos días, princesa —respondo. Intento que mi voz se escuche lo mas normal posible, pero se puede notar lo ronca por la gripe.

De una forma que no me imaginé, Hilary se sienta en la cama y toma mi rostro con sus pequeñas manos, para después observarme fijamente.

—¿Estás bien, papi? —su voz se escucha muy preocupada—. Ayer tu frente quemaba muchísimo.

Sonrío con ternura, y realmente me siento culpable al hacerla pasar por esto. No me gusta que se preocupe.

—Estoy bien, princesa, no te preocupes. Creo que solo fue un resfriado —respondo lo más calmado posible.

Deja salir un suspiro, como si era todo lo que necesitara escuchar y vuelve a la posición que estaba hace unos minutos. Sus brazos rodean mi torso con fuerza.

—Me asusté mucho —dice en un murmullo.

—Lo siento. —Vuelvo a besar su frente— ¿Llamaste a Kim? —pregunto preocupado. Asiente enseguida.

Siempre le digo que si algo sucede debe de llamarla, es la única manera en que este tranquilo. Desde muy pequeña Hilary fue demasiado inteligente para mí, así que tampoco me costó enseñarle que hacer en estos casos. Siempre le digo, que ante todo debe mantener la calma.

—La llamé, pero ella no estaba.

¿Qué?

La miro confundido y muy preocupado.

—No estoy entendiendo, ¿ella no vino?

—Si vino, papá. Solo tardó un poco, pero una amiga de la señora Kim me ayudó —responde con una sonrisa, como si fuera un chiste.

Claramente no es un chiste, no para mí.

Voy a responder cuando los toques en la puerta me hacen callar. La cabeza de Kim es lo primero que veo.

—Buenos días, les traigo el desayuno. —Sonríe. Hago el movimiento para poder ayudarle, pero niega y deja la bandeja sobre la cama— Espero se encuentre mucho mejor, señor Austin, ayer nos dió un buen susto.

Todo Lo Que Quiero (#2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora