Duivel: La cara nunca vista d...

By ChuckBlack666

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Björn nació con algo que se consideró una enfermedad que los humanos no entendían por muchos años. Padece de... More

Introducción al Infierno.
Lo que se esconde detrás del famoso: vivieron felices para siempre. (Intro)
Alguien que me amó alguna vez, me dió una caja llena de oscuridad. (Confesión)
El destino te da lo que siempre quisiste, en el peor momento. (Parte I)
Bienvenido al infierno; piensa mal y acertarás. (Lucifer, capítulo I)
Estaba escrito que debía ser leal a las pesadillas de mis decisiones. (Parte II)
Pulvis et umbra sumus. (Parte III)
Todo tiene un origen: gracias Doctor Jekyll y mister Hyde. (Origen)
El mejor truco del diablo es persuadirte que no existe. (Lucifer, capítulo III)
He llorado cuando los ángeles merecen la muerte. (Parte IV)
La mayoría de veces el mal viene de buenas intenciones. (Lucifer, capítulo IV)
Amar al enemigo sin saberlo. (Parte V).
Etérea y eterna divina Lilith. (Lucifer, capítulo V)
Lo único peor que un hombre que te odia: un hombre que te ama. (Verano)
Cartas de Hamlet: Erase una vez Macbeth y Madeleine. (Primavera)
Los celos, ese dragón que mata el amor. (Otoño)
El destino de los amores contrariados. (Invierno)
Pero el poder -como el amor- es de doble filo: se ejerce y se padece. (Epílogo)
El castigo de toda mente desordenada es su propio desorden. (Ansiedad)
El sexo libera la tensión que el amor y el odio causan. (Lujuria)
Verdad y coraje no siempre son sentimientos cómodos. (Vulnerabilidad)
Hablemos del amor. (Confesión)
Feliz cumpleaños, cabrón. (Cartas de un lobo estepario y solitario)

Noveno círculo: Traición. (Lucifer, capítulo II)

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By ChuckBlack666

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"La traición de los demonios no es nada comparada con la traición de un ángel." ㅤㅤ

Noveno círculo del Infierno.
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Capítulo 𝑰𝑰.

Lucifer.
Judeca, Inframundo.
A temporal.

Continuación:

―  Iremos primero Lilith y yo, tendremos una amena charla con él... tenemos que saber que no sospechan de nuestro ataque. ― Concluyó el lider Nephlim, la cabellera rojiza asintió y aquel par siguió a Buer a los aposentos donde mantenían atrapado al mayor guerrero de Dios y el favorito entre los cielos: el valiente Miguel...

Cualquiera podía imaginar a primera instancia que al ángel lo tendría en las peores prisiones del Infierno, una asquerosa llena de putrefacción donde la única música que sonaría eran el llanto incesable de las almas atormentadas que al morir se quedaron en el peor limbo donde estaban atrapados en su peor pesadilla, una y otra vez, se terminaba y de nuevo comenzaba, eso pasaba en el séptimo infierno. Sin embargo, los líderes habían elegido otro escenario, le habían dado una habitación presentable a Miguel, él ángel estaba sentando sobre el borde de la cama mirando con detalle y extrañeza el lugar, a través del pasillo se escuchaba el arpa de Pandora danzar para todos los que habitaban aquel lugar y la iluminación sobre el mármol blanco le daba un toque celestial jamás visto por un ángel, la inminente calma la interrumpió Lilith entrando seductoramente al cuarto, le dedicó una sonrisa demasiado arrasadora para que aún Miguel pudiera contenerse, advirtieron el cambio en la respiración en él ángel porque conocía la naturaleza de la reina de los demonios, sin más se le sentó en las piernas a la figura masculina, el cabello caía en cascadas por la espalda una escena que le hacía torcer los labios a Lucifer, detrás de la cortina de hilos rojos se asomó el rostro de Miguel ignorando a Lilith (Primer error) dirigiéndose al Príncipe de los demonios (Segundo error).

Sé que has estado liándote con una humana... Va contra las leyes, Lucifer, ¿es que has perdido la cabeza? Las escorias se mezclan con escorias, no intoxican a más nadie, pero ustedes juegan con las reglas inmortales. ― Cada palabra que salió de la boca de Miguel fue como si intentará escupir a los dos demonios y ese fue el tercer error. No puedes estar en un reino del que no sabes nada, donde tu poder no tiene valía y retar a los líderes. Una vez más; osado Miguel.

Quizás el ángel esperaba un arrebato de rabia de parte del Nephlim, se podía deducir por la cara de póker que no esperaba que Lucifer le dedicará una amplia sonrisa enseñando sus dedos como un niño que va a recibir un dulce. No necesitaban el poder de las Hadas para saber que lo que pretendía Miguel era provocar una rivalidad entre Lilith que le reclamaría a Lucier por liarse con una vampira y que aquello los distrajera para que arduamente pudiera escapar, por más que habían discutido el plan, sonaba atractivo dejar que el ángel creyera que se las había jugado y justo en el pasillo lo estarían esperando la fila de demonios que querían cargarse su muerte a gusto.

Te noto tenso, dulce Miguel, ¿hace cuánto no follas? ¿O también te escandaliza esa palabra y prefieres que le llamemos "hacer el amor"? ― La voz de Lilith era abrasadora, líquida, entre lo más erótico y lo más dulce, en total, perdición y rendición a todos los pecados capitales, los dedos largos de la fémina se deslizaron por la piel de mármol del ángel, sin poder evitarlo, Miguel respondía a cada estimulo, deseando más, ella le sonrió y deslizó su lengua por la comisura de los labios, las dos primeras veces el ángel le corrió la cara, pero para la tercera vez se abrió para ella como una flor de loto a lo que el demonio río cantarinamente clavando sus uñas en el pecho duro del ángel, le quitó el pantalón de tela blanca que llevaba y lo dejó con desnudez, para ese momento el ángel balbuceaba miles de palabras sin sentido a lo que Lucifer chasqueó los dedos callándolo con un hechizo por unos minutos.

En el escenario no se sabía si Miguel estaba más incómodo y asustado por lo que vería o porque Lucifer estuviera de espectador sin ningún tipo de reparo, Lilith levantó las caderas y de un solo movimiento tomó el miembro de la anatomía humana del ángel para hacer que él se clavará en ella, la reina danzó en círculos, montándolo, subiendo y de nuevo bajando sobre el miembro del ángel, un nuevo chasqueó le devolvió el habla al ángel.

Pero... ¿Qué cojones? Me has crucificado, Lilith, seré un maldito repudiado, me has intoxicado. Te has metido en mi cabeza y en mí, Dios no me perdonará esto. ― Espetó con el rostro enfebrecido de la rabia y del placer que para su pesar no podía ignorar porque en ese momento era un hombre más que había caído ante la lujuria, Lilith danzaba ajena con los ojos cerrados apoyándose de los hombros de Miguel, ignorando lo hasta el momento.

Ven aquí. ― La dulce voz de Lilith llamó a Lucifer, abriendo los ojos brillantes, ambos se miraron reconociendo la parte final del plan estaba por llegar, el Nephlim saltó a la cama liberando al ángel de todo hechizo para que luchará y así soltó el primer alarido cuando Lilith alcanzó el clímax, usando su habilidad de súcuba para drenar parte de su energía y poder a través de uno de los pecados capitales: lujuria. Y en eso, la reina de la oscuridad era una experta. Después de la energía de Miguel fue drenada cayó al piso sin fuerzas, Lucifer le dio chance de que se levantará, que peleará, incluso lo ayudó tomándolo del cuello y levantándolo en el aire con los dedos largos apretándolo del cuello, aquella parte frágil de los cuerpos humanos que los volvía vulnerables.

Es hora de que entiendas muchas cosas, Miguel. Tú estás aquí porque nosotros te pusimos aquí, te pusimos trampas en el mundo de los mortales y tu como un sabueso las seguiste una a una, llevándole recaditos a Dios de si Lilith se cogía a un humano, que sí yo iba a visitar a la vampira o si me había reunido con una legión de caídos en un frecuentado restaurante y no en unas putas montañas como siempre esperan ustedes... Tienes que entender que ustedes no son mejores que nosotros y que el más fuerte es el que más calla, nosotros no tenemos que vendernos, presumirnos ni buscar la aceptación de ningún Dios porque no necesitamos nada de eso ― Cada palabra que Lucifer decía con una calma temeraria hacía que Miguel entornará los ojos, quizás si podías observar ver podías dictar que el ángel temblaba, que su actitud corporal te decía que estaba asustado, sin embargo, tenía un espíritu casi inquebrantable a lo cual jugó su última carta, con la energía que le quedaba atrajo su espada caída en el combate cuando lo atraparon y llegó a las manos del ángel, brillante con una extenuante luz, rasgando el aire, la espada oscilo en las manos de Miguel clavándose directamente en las costillas de Lucifer, Lilith saltó un alarido de dolor mayor al del príncipe de las tinieblas.

¿Qué has hecho, estúpido Miguel? ― Fuera de sus cabales el demonio empujó el cuerpo del ángel contra la pared rompiéndola, del otro lado aparecieron todos los demonios que esperaban la muerte de Miguel. Amosdeo y Astaroh habían atrapado el cuerpo del ángel, inmovilizándole mientras Mara cruzaba los escombros hasta alcanzar a Lucifer, él se sostenía la herida con incredulidad.

Suéltenlo. ― Pidió Lucifer con una voz que dejó a todo el mundo en silencio, pocas veces se podía ver al rey del infierno fuera de sí, y este era el momento donde los Nephlims confirmaban quién era su líder. En respuesta Miguel fue liberado y se abalanzó contra Lucifer, el caído evadió el ataque estampando un golpe en las costillas y otro embate en la espalda para clavar finalmente una patada en sus rodillas haciéndole quedar hincado ante él, con un movimiento peligroso el príncipe de las tinieblas tomó el mentón del ángel.

Quiero que siempre recuerdes este momento, Miguel, que se lo cuentes a tu pandilla de ángeles y sobre todo dile a tu Dios, que no nos arrodillaremos, cuéntale cómo vivimos, qué hacemos, cómo follamos... Todo, pero dile que fallaste porque al final sabemos su jugada final y ustedes no saben qué haremos nosotros... Pero lo sabrán. Y a pesar de tus intentos por ser el mejor, no sigues siendo más que un peón. Nos envías una postal de cómo te va tras contarle a tu jefe que te has follado a Lilith ― Lucifer finalizó sus palabras tomando las alas de Miguel, tirando de ella hasta que cedieron, permitiéndole al demonio arrancar las alas blancas del ángel de su espalda, ligamento a ligamento crujió entre los dedos del Nephlim y el alarido de dolor quedó resonando en la habitación donde cada par de ojos del demonio miraban perplejos cómo Miguel parecía un desprolijo humano, había perdido toda la grandeza y fuerza que representaba a los angeles, al perder sus alas y perder la pureza exigida por el celibato que debían cumplir. Pobre Miguel, lo había perdido todo.

𝐂𝐚𝐨𝐬;

𝘌𝘯𝘵𝘳𝘢 𝘦𝘯 𝘭𝘢𝘴 𝘷𝘪𝘥𝘢𝘴 𝘥𝘦 𝘭𝘰𝘴 𝘥𝘦𝘴𝘤𝘰𝘯𝘰𝘤𝘪𝘥𝘰𝘴, 𝘺 𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘳𝘢𝘴 𝘵𝘪𝘦𝘯𝘦𝘯 𝘮𝘪 𝘭𝘪𝘣𝘳𝘰 𝘦𝘯 𝘴𝘶𝘴 𝘮𝘢𝘯𝘰𝘴, 𝘮𝘪𝘴 𝘱𝘢𝘭𝘢𝘣𝘳𝘢𝘴 𝘴𝘰𝘯 𝘭𝘢 𝘶𝘯𝘪𝘤𝘢 𝘳𝘦𝘢𝘭𝘪𝘥𝘢𝘥 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘹𝘪𝘴𝘵𝘦 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘦𝘭𝘭𝘰𝘴... 𝘜𝘯 𝘭𝘪𝘣𝘳𝘰 𝘦𝘴 𝘶𝘯 𝘰𝘣𝘫𝘦𝘵𝘰 𝘮𝘪𝘴𝘵𝘦𝘳𝘪𝘰𝘴𝘰, 𝘥𝘪𝘫𝘦, 𝘺 𝘶𝘯𝘢 𝘷𝘦𝘻 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘢𝘭𝘦 𝘢𝘭 𝘮𝘶𝘯𝘥𝘰 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘦 𝘰𝘤𝘶𝘳𝘳𝘪𝘳 𝘤𝘶𝘢𝘭𝘲𝘶𝘪𝘦𝘳 𝘤𝘰𝘴𝘢. 𝘗𝘶𝘦𝘥𝘦 𝘤𝘢𝘶𝘴𝘢𝘳 𝘵𝘰𝘥𝘢 𝘤𝘭𝘢𝘴𝘦 𝘥𝘦 𝘮𝘢𝘭𝘦𝘴 𝘺 𝘵𝘶 𝘯𝘰 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘦𝘴 𝘩𝘢𝘤𝘦𝘳 𝘯𝘢𝘥𝘢 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘦𝘷𝘪𝘵𝘢𝘳𝘭𝘰. 𝘗𝘢𝘳𝘢 𝘣𝘪𝘦𝘯 𝘰 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘮𝘢𝘭, 𝘦𝘴𝘤𝘢𝘱𝘢 𝘤𝘰𝘮𝘱𝘭𝘦𝘵𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘢 𝘵𝘶 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘰𝘭.


Miguel me había preguntado sí me arrepentía de haberme convertido en el enemigo de Dios, de lo que había hecho y que me llamaran el Diablo.

Mi respuesta fue ecuánime sonriéndole de lado:

- Verás, en lo que me concierne personalmente, no hice otra cosa que llevar hasta el fin lo que ustedes solo llevan hasta la mitad, aunque se consuelen con la mentira de llamar prudencia a lo que es pura cobardía. Tanto es así, que mi vida es más real que la de ustedes.

Hoy todavía no sabes dónde se oculta la vida, que sitio es ese ni cómo se llama, siguen siendo los mismos dependientes y peones de otro que siempre se lleva el crédito de lo que ustedes hacen.

Si te abandonan, si borran tu nombre de los libros, ¿qué serás? Serás el sirviente de alguien más, nadie te recordará, todo el tiempo viviste bajo la sombra de otro y eso no tiene nada de honor, seguir a otro para extinguirte a ti. ¿De qué te sirve presumir una lealtad para otros, cuando no la tienes contigo mismo? Entonces, no hace diferencia en que seas un ángel, que vengas de parte de Dios y que estés de de lado de los buenos.

Una vez Dios te quite el amparo, tu no sabrás quién eres, porque toda tu vida viviste para otro. Puedo verte inmediatamente perdido, todo lo confundirás, carecerás de personalidad, no sabrás adónde ir ni cómo, ignorararás qué se debe amar y qué se debe odiar, qué debe respetarse y qué no merece sino desprecio.

Y entonces... ¿Qué dirás, Miguel? ¿Le agradecerás a Dios? Nunca has sido imagen y semejanza, nunca lo serás. Lo irás entendiendo cuando se haga mayor la molestia de la mortalidad, de ser hombres, hombres de carne y hueso; eso te dará vergüenza, lo considerarás como una falta y soñarás con llegar a convertirte en una especie de seres abstractos y universales. Intocables.

¿Nadie te lo dijo? Estamos muertos desde el momento mismo en que nacemos.

Lo he escuchado tanto.
Entrar a un templo, invocar a un Dios y pretender que así quede saldado toda cuenta pendiente con el Diablo.

¿No has sentido la fuerza de mis negaciones?

¿No te han quemado mis llagas por haberte predicho el fin?

¿Acaso no sabías que gracias a ti he sido fuerte, que has sido una rémora en mi impulso hacia la nada?

¿Y que hay de Dios? Nunca le pedí compasión, pero puse toda mi fuerza en la maldición para caer junto a él. Él me lo dijo siempre: "Lucifer, para que exista el bien, debe existir el mal."

Y en mi caída le recite a él y a su coro de ángeles nesfatos:

Padre, ¿Y no me has enseñado tú que mi desprecio debe tener la amplitud del amor también y que tú reino hay espacios para todos? Tu lenguaje del amor para mí tú ángel favorito fue desprecio desde la lejanía por tener potencial de rey, es tu ley, es tu mundo el que impone la soledad y el exilio cómo castigo por alguien más que tú querer tocar y gobernar el cielo, dices que esa fue mi falla, a cambio llevo el desprecio de las cumbres, de las cumbres que tu amor ha erigido.

Se tiene que haber construido un mundo con amor para poder mirarlo desde arriba y tú nunca supiste de ello para mí, no hay equilibrio en un mundo que proclamas tuyo, en el cual cada día, tendré que agradecer tu presunta misericordia por darme un día más. Entonces mi vida no era mía, mi vida era tuya y no he llegado tan lejos para que tenga que agradecerte cada paso. No eres mejor que yo, a pesar de que tu boca y tus seguidores adulan lo opuesto. La diferencia entre tu y yo: es que yo prefiero ser odiado, que adorado.

¿Y no me has aconsejado tú mirar desde lo alto para quitar nombres a los monstruos, los dolores y la oscuridad que trae una derrota? ¿Acaso has olvidado cómo fue haber palpado y besado tú mis llagas ensangrentadas, esas llagas que hablan de resurrección que traía la muerte que me impusiste en tus manos?

En mi libertad he sentido caricias de otros que nunca pensé que estarían de mi lado cuando mi voz cascada, amarga y triste susurró:

- Soy un universo de pesares. ¿Por qué hice lo que hice? Alguien tenía que hacerlo y yo, hermano, tenía ganas de hacer algo para que ya no le quedara escapatoria. Tenía ganas de destruir brutalmente todo los eufemismos y las mentiras proclamadas como verdad divina.

Así fue como muchos quedaron atrapados en el círculo noveno, en el vértigo de la traición y es que muchos no pueden evitar caer en el sentido embriagador que trae el insuperable deseo de caer en un mundo de caos que le abriera los ojos al mundo sobre la realidad cruda y no la mentiras cómodas, la ficción que inventamos para evadir la realidad.

Por supuesto, a este fenómeno caótico también podríamos llamarlo la borrachera de la debilidad: Uno se percata de su debilidad y no quiere luchar contra ella, sino entregarse. Está borracho de su debilidad, quiere ser aún más débil, quiere caer en medio de la plaza, ante los ojos de todos, quiere estar abajo y aún más abajo que abajo.

Me pregunto dónde estabas tú, ¿Por qué tú, que no perdonas nada, has consentido la debilidad de esta confesión y todos los actos atroces que se liberan día a día en la tierra, Dios padre?

- ¿Entonces volverías a hacerlo, Lucifer?

- Todas las veces necesarias, Miguel. Que me trituren los huesos, me claven la lengua y me arranquen la mirada de hacerlo distinto. Pues no quiero ser en existencia, lo que no soy en pensamiento, no quiero nunca que me consuelen cuando sea débil y esté cansado y triste. Prefiero que me quieran entonces severo, malo e implacable.

Quizás en mi descanso de la vida, puedas entender que siempre hubo alguien en quien confíe mi alma, soledad, lealtad, amor y en tus entrañas pude verlo de nuevo, fuiste parte de mi, puedo tocar aún la herida que llevas, porque no entiendes que nunca pudiste ser tú. No te culpes. Porque la verdad es que, Miguel, nunca confíe en quien viniera de parte de Dios, no hay nada creíble en los cuentos de aquel ser completamente bueno ni existe tal cosa como el héroe perfecto. Mi venganza a tu elección de vida, es que yo te compadezco, hermano.

Compadezco la vida prestada que has llevado por tanto y si nadie te lo enseño, permiteme hacerlo yo: No hay nada más pesado que la compasión. Ni siquiera el propio dolor es tan pesado que el dolor sentido, por alguien, para alguien, multiplicado por la imaginación, prolongado en mil ecos.

Ahora es tiempo de despedirnos, adiós Miguel. Envíale saludos a tu jefe de mi parte, nos veremos pronto pero tus alas... Me temo que no. - La voz en calma de Lucifer era tan amable que resultaba cruel, el caído no dejó de sonreír ante la imagen de Miguel perdido entre sus pensamientos, ya castigándose en su cabeza, y es que ni siquiera un ángel puede entender que no hay forma de salir del noveno infierno ileso porque en nuestra historia siempre habrá alguien que traicionamos y olvidamos, pero el infierno al igual que el cielo no olvidan deudas pendientes.

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