𝐋𝐎𝐘𝐀𝐋𝐓𝐘 || 𝙳𝚊𝚛𝚢𝚕...

由 https_pxleth

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El mundo se fue al carajo desde que los muertos lo poblaron, pero todo puede mejorar para Amelie al encontrar... 更多

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由 https_pxleth

Anoté una cosa más en el pizarrón y me giré a ver a Denise.

— Esos son los síntomas comunes de una infección. — le señalé. — Si olvidas alguno, estarán ahí.

— Bien, bien.— asintió acercándose.— Gracias, Amelie.— le sonreí y eso pareció darle algo de ánimo. — Por cierto, ¿cómo está Tara?

Ladeé mi cabeza, reprimiendo una risita.

— Ella está bien, sí. — me crucé de brazos.— Puedes ir a verla, estará encantada de recibirte.

Denise se puso nerviosa y pude notar un pequeño rubor en sus mejillas.

La verdad es que había sentido la tensión entre ambas chicas desde que Tara había venido a sus curaciones, toda esta semana.

— Yo no...ah...— el sonido de una motocicleta la hizo callar.

Me asomé por la ventana y vi a Daryl encabezar el grupo de automóviles que venían llegando a la comunidad.

— Volveré luego.— le dije.— Cierra la puerta si quieres irte a casa.

Salí de la enfermería y coloqué una mano sobre mis ojos, para poder ver con mayor facilidad, y sacudí mi mano libre en el aire, saludándolos.

Caminé un poco más hasta llegar a donde todos habían aparcado.

Rick y Daryl hablaban, hasta que se percataron de mi presencia.

— Pero si es la nueva médica de Alexandria. — Rick sonrió.

— Oh, cierra la boca.— lo abracé a modo de saludo.

— Hey.— Daryl se acercó a mí y cerré mis ojos cuando sus brazos rodearon mi cuerpo.

— Es bueno saber que se mantuvieron a salvo.— murmuré cerca de su oído.

Nos separamos un poco y un mechón de su cabello cayó sobre sus ojos, por lo que elevé mi mano y lo coloqué detrás de su oreja.

— Eso está mejor.— sonreí al notar su nerviosismo y acabé por romper el abrazo.

Cuando volví mi mirada al líder, este nos veía con sus ojos entrecerrados en una expresión divertida.

— Y díganme,— rompí el silencio. — ¿qué tal afuera?

— Hay más caminantes de los que creíamos.— Rick me informó.

— Mierda.— suspiré.

— Sí, mierda. — Daryl repitió. — Son miles, tenemos que armar un plan rápido.

Hace unos días habían descubierto una cantera repleta de muertos y era la razón por la que Alexandria se había mantenido intacta por tanto tiempo, los caminantes caían en ella.

— Después veremos eso.— Rick asintió. — ¿Cómo estuvieron las cosas aquí dentro mientras no estábamos? — comenzamos a caminar.

Daryl, Rick, Abraham y los demás habían ido a acampar fuera de Alexandria al menos una semana entera para saber qué pasaría con la cantera y cómo eliminarían a los muertos.

— Bueno...— mordí mi labio inferior antes de seguir.— Han habido pequeñas peleas por aquí.— me afirmé del brazo del ballestero mientras seguíamos andando, lo que pareció no molestarle.

— ¿Entre quiénes? — Daryl preguntó.

— Ron.— Rick frunció su ceño.— Y Carl.

— ¿Mi hijo? — pasó una mano por su barbilla.— ¿Por qué?

— Ya sabes...— apoyé mi mentón en el brazo de Daryl. — Mataste a su padre y...al parecer Enid era novia de Ron.

— ¿Era? — volvió a preguntar.

— Creo que lo dejó y Ron pensó que era culpa de Carl.— me encogí de hombros.

— Bien, bien.— el líder entrecerró sus ojos por el sol.— Iré a verlo, gracias por decirme.

— Rick, oye, solo...no te enfades cuando veas su rostro, ¿sí?— le advertí.— Ya lo regañé varias veces cuando limpié las heridas.

— Carajo, el niño sabe pelear. — Daryl se burló un poco, así que golpeé su brazo, con el ceño algo fruncido. — Lo siento, lo siento.

— Oh, maldición. — Rick miró al cielo y soltó un suspiro.— ¿Al menos ganó alguna de las peleas?

— Unas cuantas.— sonreí al notar que quería mantener su postura seria.

Asintió antes de volver a caminar hacia nuestra casa.

— ¿Así que el niño peleó cuando te dejaron cuidándolo? — Daryl me observó.

— ¿Qué puedo decir? — elevé mis cejas.— No estoy orgullosa, pero al menos sé que Carl sabe dar buenos golpes.

— ¿Cómo quedó el otro?

— No ha salido de su casa en unos días. — rió.

Lo observé con cuidado y sonreí al notar las pequeñas líneas de expresión al costado de sus ojos y algunas cicatrices pequeñas en su piel.

— Oye, yo...te traje algo.— habló luego de unos segundos.

— ¿A mí? — me sorprendí.

— A ti. — sonrió, sonrió tan abiertamente, que no pude evitar devolvérselo.

Carl tenía razón, Daryl casi nunca reía, pero yo me sentía atraída por semejante gesto.

— Vamos a la moto, lo tengo ahí.

— ¿Tengo que cerrar mis ojos? — bromeé.

Volvimos a caminar y mantuve mi agarre en su brazo, sintiendo el calor de su cuerpo contra el mío.

— Ahí está.— se acercó a su moto y yo solo caminé detrás de él, asomándome por sobre su hombro.

Se volteó nuevamente y observé lo que tenía en sus manos.

— ¿Saqueaste una tienda de caza? — hablé al ver el objeto.

— Algo así.

— Dios, Daryl. — un arco de madera estaba en medio de ambos, con las flechas y su carcaj.

— ¿Te gusta? — buscó mi mirada.

Pasé una mano por el arco, sintiendo la textura, suave, perfecta para que la flecha resbalara al dispararla.

— No tenías que hacerlo. — murmuré mientras posaba mis ojos en los suyos, con una pequeña sonrisa.

Mi corazón se había detenido unos segundos por la impresión.

— Lo vi y no pude pensar en nadie más que...en ti.— confesó mirando hacia otro lugar.

— Daryl. — lo llamé. — Me encanta.— mantuve el contacto visual.— Gracias.— me hice espacio y lo abracé nuevamente.

Esta última semana en Alexandria se había sentido vacía sin su presencia, sin sus bromas.

Sus brazos afirmaron mi espalda con fuerza y me permití afianzar el abrazo, pasando una mano su cabello, y lo sentí suspirar.

— Gracias. — repetí.— Es la mejor sopresa que me han dado.

Nos separamos luego de unos segundos, pero no podía borrar la sonrisa de mi rostro, que incluso sentía cómo los músculos de mis mejillas se contraían con esmero.

Bajé la mirada a sus labios, encontrándome con una sonrisa discreta, una sonrisa que, la mayoría de las veces, iba dirigida a mí.

Solo a mí.

— ¿Quieres probarlos? — su pregunta me sacó de mi burbuja.

Pestañeé varias veces, procesando lo que había dicho.

— ¿Qué? — cuestioné nerviosa.

— Que si quieres probarlos.— repitió.

— Yo...Dios...— balbuceé.

— Tu arco y las flechas.— me aclaró.

— Oh, te refieres a eso.— ni siquiera había notado que había aguantado mi respiración un momento.

Una risa nerviosa se escapó de entre mis labios al comprender.

— ¿De qué más iba a hablar? — dijo con confusión.

— Nada, nada.— negué.

— Entonces, vamos al bosque o al lago.

Me observó fijamente, esperando una respuesta.

— No lo sé...—

Denise estaba sola en la enfermería, pero...ella había mejorado mucho últimamente, confiaba en lo que podía hacer.

— Ven conmigo. — sus ojos me rogaron.

— Pídele al cielo que no haya ninguna emergencia que me haga volver. — terminé por aceptar.

— Bien. — sonrió.

— Tengo que ir a buscar una chaqueta, ¿me esperas? — le pregunté.

— Ve, acomodaré esto para que no se caiga.— su mano rozó la mía al tomar el arco.

Volteé a ver una vez más antes de comenzar a trotar a casa, mientras colgaba el carcaj en mi hombro.

Abrí la puerta con prisa y me adentré en la sala, queriendo subir las escaleras e ir a mi cuarto.

Ya te lo dio, ¿eh? — la voz de Rick detuvo mis pasos.

— ¿Hablas de esto? — señalé el contenedor de flechas.

Asintió y caminó hacia donde estaba yo.

— Se pasó un par de días eligiendo uno para ti.— elevó sus cejas.

— ¿En serio? — ladeé mi cabeza.

— Sí. — se cruzó de brazos. — ¿Eso quiere decir que hay algo entre ustedes y aún no me lo han dicho?

Mis labios se extendieron en una sonrisa y bajé la cabeza.

— ¿Quién eres, mi padre? — cambié el rumbo de la conversación.

— Bien, bien.— levantó ambas manos.

Puse un pie en las escaleras, pero el oficial volvió a hablar.

— Y oye...Amelie, gracias por cuidar a Carl y a Judith mientras no estaba.— sonrió sin mostrar sus dientes.

— Tus hijos son lo mejor.— le devolví el gesto. — Cuando quieras los vigilo otra vez.— asintió y caminó hacia la sala.

Subí los escalones sin detenerme y entré a mi habitación, abriendo el ropero con rapidez y pasando mis ojos por cada prenda, buscando algo con lo cual abrigarme.

Bingo.

Tomé la chaqueta y, dejando las flechas unos segundos, la puse sobre mis hombros.

El regreso fue rápido, cerré mi cuarto y bajé las escaleras corriendo, rogando por no tropezarme con algún escalón y acabar en la enfermería.

Salí de casa y no demoré mucho en llegar hacia donde Daryl había estacionado su moto.

Todavía tenía el carcaj colgando de mi hombro, así que lo pasé por mi espalda y pude ver el arco en la misma estructura en la que Daryl tenía su ballesta.

— ¿Estás lista? — revisé que mi arma y mi navaja estuvieran en su lugar.

— Ya tengo todo.— confirmé.

— Sube.

Pasé un pie por encima del asiento con agilidad.

— No me hagas caer.— reí.

— Sería un tonto si lo hiciera.— ladeó su cabeza para mirarme y no pude evitar esconder mi rostro, ocultando una sonrisa.

— Solo enciende el motor y vámonos. — me afirmé a su espalda.

— Oye, cuidado, todavía no arranco y ya me estás persiguiendo.— bromeó.

Encendió la motocicleta, pero, antes de que comenzara a andar, volvió a verme.

— ¿No te olvidas de algo? — elevé mis cejas sin saber a qué se refería.

— ¿Mi arma? — pregunté. — ¿El arco? — volvió a negar.— ¿Un beso? — cuestioné con diversión.

Su rostro de transformó y pasó de estar alegre a nervioso.

— Maldición, yo...ah...— frunció su ceño.— No, no.— reí al ver su expresión. — El pañuelo.

— Ah, eso.— me extendió el pedazo de tela.— Aunque las otras sugerencias también eran válidas, ¿no?

— Claro que sí. — no dejó de mirarme hasta que coloqué el pañuelo tapando la parte inferior de mi rostro.— Bien, vamos.— se volvió hacia el frente e hizo rugir el motor.

Me apoyé en su espalda y condujo hacia la entrada de Alexandria.

— Hey, amigo, abre la puerta. — Daryl le habló al hombre que estaba de guardia.

Incliné mi cabeza para poder ver al vigilante bajar las escaleras desde el puesto de vigía.

— Oh, hola.— Spencer me saludó.

— Hola.— contesté por cortesía.

— Tenemos prisa, hombre, por favor.— Daryl llamó su atención.

Spencer nos observó a ambos y guardó su arma, dejando sus manos libre para abrir el portón.

— ¿Irán a algún lado...especial? — preguntó de repente.— ¿A una cita?

Sentí la espalda de Daryl vibrar por una pequeña risita.

— ¿Por qué? — devolvió la pregunta. — ¿Quieres ir?

Me enderecé y me afirmé del asiento, sintiendo la tensión entre ambos.

Daryl me miró de reojo al no percibir mi toque, pero volvió rápidamente a Spencer.

— Yo...— comenzó el hombre.— Que tengan buen viaje.— intentó sonreírle al ballestero, pero salió más como una mueca.

La puerta se abrió por completo y algunos de los caminantes que estaban en la carretera voltearon a vernos.

— Nos vemos luego, chico.

— Adiós. — le hice una seña con la mano.

Daryl empezó a avanzar lentamente y luego aumentó la velocidad, por lo que abracé su cuerpo.

El aire se sentía fresco y libre, y movía mi cabello sin esfuerzo.

Reconocí el camino, pero contraje mis cejas cuando tomó una desviación, alejándonos de nuestro destino.

— El lago es en esa dirección. — hablé cerca de su oído.

— Ya lo sé. — alzó la voz. — Iremos a otro lugar.

Asentí, aunque no pudiera verme y apoyé mi mentón en su hombro, disfrutando del paisaje, cerrando mis ojos y solo dejándome llevar por el momento.

— ¿No vas a ir a dejarme por ahí, verdad? — rió ante mi pregunta.

— Ni aunque quisiera me desharía de ti. — colocó una mano en mi pierna y, sin dejar de mirar el camino, dio una palmadas en ella.— Tranquila.

Avanzamos unos kilómetros más y comenzaba a desconocer la carretera, yo no había recorrido todos los alrededores de Alexandria.

— Ya casi llegamos.— me avisó.

— ¿Dónde vamos exactamente? — unas pocas casas comenzaron a aparecer.

— Es un lugar especializado en...— no pudo seguir, porque tuvo que hacer una maniobra con la moto.

Por la sorpresa, apreté mis manos, empuñando su ropa.

— Mierda.— murmuré al escuchar disparos.

— ¿Qué carajos? — se agachó un poco y esquivó una bala.

Moví mi mirada hacia todas partes, buscando a los tiradores, pero no los encontraba.

— Tiene que ser una maldita broma.— me hice de valentía y me separé de Daryl, tomando mi arma y quitándole el seguro.

Unos hombres aparecieron en medio de los arbustos y siguieron disparando contra nosotros.

Oye, oye, ¿qué haces? — Daryl sujetó mi pierna al sentir que me ponía en pie mientras su motocicleta se mantenía en movimiento.

No respondí y comencé a disparar, haciendo caer a un par de hombres.

¡Cuidado! — el grito de Daryl me alertó y miré hacia el frente.

Un hombre se había parado en medio de la calle y nos apuntaba.

Perdí el equilibrio a la vez que Daryl perdía el control de la moto, cuando una bala rozó la rueda delantera.

Ni siquiera tuve tiempo de procesar lo que había sucedido, rodé sobre mi propio cuerpo y mi rostro chocó contra el pavimento.

Toqué mi frente y, al mirar mis dedos, una línea de sangre había quedado en ellos.

Mi pecho subía y bajaba con rapidez, y podía sentir la adrenalina desde la cabeza a los pies.

¿Quiénes eran estos tipos?

Me puse se pie con lentitud y algo mareada, pude ver a Daryl unos metros más allá.

— Amelie. — me llamó. — Amy.— logró levantarse.

— Estoy bien, estoy bien.— tomé mi arma.— ¿Tú? — asintió.

— Esos malditos hijos de puta.

— ¿Quiénes son? — pregunté.

— No lo sé. — negó.— Quédate aquí, iré a ver a ese infeliz.— señaló al hombre que nos hizo caer, tirado en la carretera.

Detuve su brazo y arreglé mi chaqueta.

— No, levanta tu moto, yo iré. — al ver la determinación en mi mirada, no dijo nada.

Revisando el cargador de mi arma, me acerqué al tipo.

— ¿Quién carajos eres? — apunté su cabeza.

Al oírme, quiso tomar su ametralladora, pero levanté mi pie y lo dejé caer sobre su brazo, lo que lo hizo soltar un grito de dolor.

— Vete a la mierda. — escupió.

Dejé salir la bala, deteniendo sus quejidos en un instante, no me importó tomar su arma y sus municiones.

Recargué el arma robada, pero el sonido de ruedas sobre el cemento me alertó.

— ¡Vienen más de ellos! — comencé a correr hacia Daryl, quien ya había logrado encender su motocicleta. — ¡Vamos, vamos! — subí casi de un salto.

Los autos cada vez estaban más cerca y me volteé sobre el asiento, rogando no caerme, y comencé a disparar nuevamente.

Mi cuerpo dolía como el infierno, pero seguí con el arma en alto, hasta que logré darle al conductor y su peso cayó sobre el manubrio, haciendo que el vehículo se descarrilara y chocara con una de las casas.

— Amelie...— Daryl me advirtió.— Mierda.— miré hacia el frente.

Un grupo grande de caminantes caminantes bloqueaba el camino, pero no podíamos bajarnos para eliminarlos.

— ¡Dispara, dispara! — me ordenó.

Me apoyé en su hombro y me puse de pie como pude, con una de sus manos en mi pierna, para evitar que me cayera.

Logré darle a un buen número de caminantes, los suficientes para poder cruzar la carretera.

Las balas se acabaron y mi último recurso fue golpear la cabeza de uno de los muertos y lanzar el arma.

Daryl nos condujo hasta que nos perdimos en medio del bosque.

— Pararemos aquí. — detuvo la moto.

A pesar de que Daryl había dicho aquello, yo seguía afirmada a su espalda, sin ánimos de querer soltarlo, pero me obligué a hacerlo.

Bajé de la moto y me estiré, tratando de quitarme la tensión muscular de encima.

— Estás...sangrando.— Daryl se acercó a mí y llevó su mano a mi frente.

— Sí...— también toqué la herida. — No es nada, descuida.— noté que hizo una mueca al bajar su brazo.— Déjame ver eso.

— Solo es un raspón. — sobó su codo.— No tiene importancia, lo juro.

— Bien.— asentí.

— Lamento que esto pasara.— se disculpó.— Solo quería llevarte a...—

— Oye, oye.— tomé su rostro entre mis manos. — Esos idiotas salieron de la nada, no fue tu culpa.

— Yo te insistí en salir y ahora tienes la cabeza rota.— reí un poco ante su comentario. — ¿Te parece gracioso? — contrajo sus cejas.

— Dios, no, claro que no.— mantuve mi toque.— Pero no fue tu culpa, ¿bien? — coloqué los mechones de cabello que caían sobre su rostro detrás de sus orejas, permitiéndome ver de mejor manera sus ojos.— Y no me rompí la cabeza, solo estoy algo mareada.

— ¿Por qué siempre que salimos tú y yo sucede algo? — bajó la mirada.

Mi corazón se contrajo y no pude evitar las ganas de abrazarlo, así que lo hice.

Lo tomé por sorpresa, porque no fue hasta segundos después que pasó su mano por mi cintura y reforzó el gesto.

Apoyó su rostro en mi cuello, lo que me generó pequeñas cosquillas y acaricié su cabello, cerrando mis ojos.

Al menos estábamos bien.

— Oye, Amy...— se separó de mí, pero mantuvimos la cercanía.

— ¿Sí? — posé mi mano en su mejilla, mientras le daba mi atención.

— Yo...eh, yo...— pasó saliva y miró un momento hacia otro lugar antes de volver a mí.

Mis ojos siguieron cada una de sus facciones, esperando a que terminara de hablar.

— Quiero...— aclaró su garganta.— Yo quisiera que...— miró mis labios por menos de un segundo.

— Sí.— contesté y me observó con confusión.

— Ni siquiera oíste lo que iba a decir.

— Ya lo sé. — asentí. — Pero la respuesta es sí.

Su mirada se suavizó y me pareció percibir que sus ojos se alegraron un poco, así que le dediqué una sonrisa.

Pero el momento terminó en cuanto escuchamos el motor de un auto acercarse.

— ¿Qué es eso? — pregunté separándome de él por completo.

— No tengo idea.— la camioneta derribó unos arbustos y se estacionó sobre ellos.— Ven, agáchate.

Me escondí detrás de un árbol y varios hombres con rifles bajaron del vehículo.

— Deben ser parte del grupo que nos atacó. — le murmuré.

Daryl estaba justo detrás de mí, observando a los hombres.

— Están buscando a alguien. — me aclaró en tono bajo.

Salgan ya y acabemos con esto.— habló uno.— Sé que están por ahí, los llevaré con el jefe y estará tan feliz de verlos.— percibí la sorna en su voz.— Sigan buscando. — ordenó y el auto nuevamente comenzó a andar.

— Tenemos que irnos.— me tomó por el brazo para jalarme suavemente.— Por ahí. — señaló hacia la dirección contraria.

— ¿Qué hay con tu moto? — pregunté.

— Déjala, luego volveremos por ella.

Extendió su mano hacia mí y la tomé, comenzamos a alejarnos con rapidez, pero cuidando que nuestros pasos no fueran lo suficientemente pesados para llamar la atención de los hombres.

Cuando estuvimos lo suficientemente lejos, nos detuvimos.

— No los oigo.— miré a mi alrededor.

— Seguramente rastrearan nuestros pasos.— pasó una mano por su rostro. — Tenemos que seguir.

— Ya va a anochecer, Daryl, no podemos seguir.

Casi pude ver los engranajes moviéndose dentro de su cabeza, pensando en qué hacer.

— Solo un poco más, Amy, debe haber una cabaña por algún lado, pasaremos la noche ahí. — asentí variadas veces.

— Está bien.— la adrenalina iba acabándose poco a poco y mi cuerpo empezaba a doler cada vez más.

Desenfundé su arma y metí unas balas en el cargador, preparándome para cualquier cosa.

Caminamos al menos unos treinta metros más, hasta que la fachada de una pequeña cabaña se dejó ver.

— Te dije.— suspiró con alivió.

Sacó el cuchillo de su cinturón y avanzó hacia la puerta, la abrió con cuidado y dio unos pequeños golpes en la madera con sus nudillos.

Esperamos por los caminantes, pero ninguno apareció.

— Creo que no hay ninguno. — me dejó pasar primero.— Revisaré el resto.— cerró la puerta.

Por mi parte, fui a otra habitación, la cocina, buscando entre los estantes algo que nos pudiera servir para comer por la mañana.

Al abrír el último cajón, encontré una lata mediana de sopa de tomate e hice una mueca.

De las pocas cosas que no me gustaban.

— Está todo limpio. — Daryl entró a la cocina.

— Tenemos desayuno.— le enseñé la sopa.

— Paso.— negó y reí. — Eso es asqueroso.

Dejé la lata sobre la mesa y volvimos a la pequeña sala.

Me senté en el suelo, con la espalda contra la puerta y Daryl imitó mi acción.

Un bostezo abandonó mis labios y mi cuerpo se relajó.

— Duerme un poco.— me sugirió. — Te ves cansada.

— No, no.— me enderecé en mi lugar. — No tengo sueño.

— Sí, claro. — sonrió. — Duerme, yo haré la primera guardia.

— No tienes que hacer eso.— negué. — Yo puedo vigilar contigo.

— Amelie, por favor, duerme. — repitió.

Podía sentir mis ojos algo pesados.

— Te despertaré cuando me de sueño.— me miró a los ojos.— Lo prometo.

No pude decir que no.

Extendí mi mano en el suelo y esperé a que la viera, tímidamente, estiró la suya y la colocó sobre la mía, así que encogí mis dedos, sintiendo el calor que me transmitía.

— Daryl. — llevé nuestras manos a mi regazo.

— ¿Mmhm?

— Gracias por sacarme de la monotonía de Alexandria. — me apoyé en su hombro y acabé por cerrar mis ojos.





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Resumen del capítulo: abrazos JAJSJAJA

Qué puedo decir? El love language de Amy es el contacto 🙌🏼

Aclaro que algunas cosas pasarán en distinto tiempo, como lo que fue en este capítulo el tiroteo y la búsqueda de Dwight y Sherry, eso no cambia los acontecimientos, pero sí la fecha en la que sucederán, que puedo ser antes o después de lo que se ve en la serie 😩

Bueno, no sé si se entendió o no, pero espero que sí jajsjs

Espero que hayan disfrutado el caaaap, hasta la próxima actualización! <3

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