Aventuras de un heredero

By Anaisbvm

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Miles Campbell Jones, uno de los chicos más reconocidos de toda Europa por ser hijo de un joven empresario ex... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42

Capítulo 16

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By Anaisbvm

Milan

Estirarme y estar cómodo, no hay nada mejor que eso. Siento como mis pies tocan las nubes y mi espalda me lo agradece, estar en un agradable colchón, se parece a mi cama.

Mi cama... un momento.

Abrí un ojo y se me fue el aire al ver que efectivamente estaba allí. En mi propio cuarto y con un vaso al lado, en mi mesita de noche.

¿Cómo y cuándo llegué aquí? ¿No se suponía que estaba en el club con Hugo?

Mierda, no se tenían que enterar. Ahora que hago memoria Parker me fue a buscar, ¿habrá sido capaz de decirle a papá? Si pienso lógicamente por supuesto que sí, hay un 99.9% de probabilidades que se lo haya relatado con lujos y detalles condenándome de por vida, pero también está ese 0.1% en el cual confío.

Unos golpecitos hicieron que me levantara de golpe y fue como si tres sacos de piedras se me vinieran encima al mismo tiempo. Que horrible es la resaca por Dios. Me duele hasta el cabello y eso es imposible.

—¿Milan? —es Miles y agradezco que no sea papá—. ¿Estas despierto?

Dudé si contestar que sí o no, pero terminé accediendo por lo que le grité que podía pasar.

—¡Wow! —sonrió con una cara de malicia—. ¿Te escapaste anoche?

—Si no es la gran cosa.

—¡Para mi si, joder! ¡Estoy muy orgulloso de ti! —fingió limpiarse lágrimas falsas—. Por fin aprendes, hombre.

—No estoy feliz de haberlo hecho.

—Y menos lo estarás cuando Alexander probablemente saque el cinto, pero...

—¡¿Qué?! —me mareé más de lo que estaba y fui directamente al baño, corriendo y sin respirar.

—Hey no duele tanto.

—¡No me jodas Miles! ¡Viniste a asustarme!

—A felicitarte, que mal genio —rodó los ojos y lo dejé de mirar por un momento— Eres todo un adolescente ahora que...

Guardó silencio por un segundo y luego continuó.

—¡Que no sabes comportarte! Les diste un infarto a todos, estoy feliz de que no te haya pasado algo hermano —levanté una ceja confundido por su discurso y cuando me volteé estaba Alexander allí.

—¿Con que eso era lo que le querías decir a tu hermano Miles? Porque me parece perfecto, venía por lo mismo que tú —el imbécil sonrió inocentemente.

—Claro, te dejo para que hablen.

Maldito traidor.

—¡Miles, ven! —chillé cuando este se alejó a pasos agigantados.

—¿Cómo amaneciste después de la borrachera de anoche? —mi labio tembló y quise llorar enseguida porque me sentía culpable.

No le respondí. Lo único que pude hacer en un momento como ese fue sentarme al lado del inodoro y mirar el piso. Si decía algo la cagaba y si le respondía queriendo defender lo indefendible me re ultra cagaba.

—¿Y bien? No espero que te quedes callado jovencito.

—Bien, amanecí bien.

—¿Sin resaca? ¿Tomaste la pastilla que te dejé en la mesa?

—Si.

—Me parece bien, ve a darte una ducha y bajas a desayunar.

—¿Está...? —no terminé mi frase hasta que se volteó confundido—. ¿Está todo bien?

—¿A qué te refieres?

—¿Me perdonaste? —quise esconderme en lo más profundo del universo y no salir nunca.

—Jamás he estado enojado contigo Milan, no hay nada que perdonar.

¿Es esto un milagro? Porque lo agradezco enserio. No puedo más de la felicidad. No hay castigo, nunca pensé que fuera a ser tan fácil. Si quiere conversar por supuesto que voy a acceder porque no habrá consecuencias.

Mas aliviado que antes respiré profundamente y me levanté de donde estaba con un aire diferente, creo que se llama victoria, pero también estaba la incertidumbre. Si Miles viniera hasta aquí podría preguntarle si es que ya olvidó todo papá, aunque no parece de ese estilo para ser sincero. Podría confirmar mi teoría.

Lo encontré en el desayuno, no despegaba la mirada del gran wafle con miel que tenía enfrente y de la televisión que estaba a unos pocos pasos de nosotros.

—¿Miles?

—¿Mhm? —hizo un ruido y suspiré intranquilo.

—¿Te puedo hacer una pregunta?

—Ya la estás haciendo —levantó una ceja—. ¿Te comerás eso? Joder está buenísimo.

—Eh, no —le entregué el plato y moví mi pierna—. Miles... ¿papá no me va a castigar cierto?

Se atragantó.

Miles literalmente se atragantó con la mitad del wafle y sus ojos se abrieron par a par. No paraba de toser y toser por lo que me asusté. Fui hacia él sin saber que exactamente hacer y apliqué una técnica que aprendí en redes sociales. Lo bueno es que funcionó, botó el pedazo y pudo volver a la normalidad. Menos morado.

—Mierda, Milan —rodó los ojos respirando entrecortado­—, las cosas que me preguntas.

—¿Y bien?

—¡Casi me voy con San Pedro y eso es lo que te importa! —su cara de indignación fue notable.

—Ay, ¿estas bien?

—¿Me ves bien? —dramatizó la situación.

—Todo fue mi culpa, lo siento —dije rápidamente.

—No es cierto, que yo sepa no controlas cuando trago la comida Milan, está bien. Fuiste un posible causante de que cayera asfixiado, sí, pero es lo de menos. En realidad, eres casi mi salvador —lo miré confundido—. ¡Hazlo de nuevo!

—¿Qué carajos...?

—¡Tengo evaluaciones Milan, es mi fin! —cortó un pedazo de wafle—. Prefiero terminar con esto rápido.

—Ay que estupideces dices —le quité el tenedor de la mano.

—No me quedan más opciones.

—Te ayudaré, no es tan difícil como parece.

—¿Harás mis pruebas Milan? —malentendió todo—. ¡Yo sabía que eras mi hermano favorito!

—Pero si soy el único.

—Por eso —me abrazó y carcajeé.

Alexander pasó por el comedor para sacar unas cosas de la alacena y ahí supe que mi tiempo se había acabado. No podré preguntarle a Miles si es cierta mi teoría, ahora soy un manojo de nervios, hasta se me olvidó que tenía resaca.

—¿Hoy no vamos a ir a la escuela? —preguntó mi hermano.

—Si Miles, es temprano, ve a vestirte que Lucas te esperará en la entrada.

—¿Y yo? —susurré bajito.

—No, te quedarás hoy conmigo.

—Pero tengo que poner atención en clases... —inventé una excusa rápida.

—Te conseguirás la materia.

Ahora estoy dudando si me irá tan bien como pensé.

—Suerte —Miles dio una palmadita en mi hombro y salió del comedor.

—¿Me vas a castigar verdad? —temí por su respuesta.

Es que no puede ser justo, no tiene derecho a hacerlo. Además, es mi vida y yo sé cómo la controlo, puede que sea su casa, pero no hay motivo para que me castiguen ¿verdad? Además, no tiene para nada la mano suave, sus palmadas me hacen reconsiderar todo y lo peor es que yo no elegí estar aquí, ni estar así, puede que sea una vida mejor de la que llevaba antes sin embargo detesto este método de disciplina que tiene papá.

—Hablaremos luego, termina tu desayuno.

—¡Pero no puedes dejarme así! —reclamé levantándome bruscamente de la silla.

—Milan ya te lo dije y no lo repetiré de nuevo —no comí ni un bocado y me fui corriendo hacia mi cuarto—. ¡Milan!

Que se jodan todos.

Alexander

Estoy estresado, demasiado diría yo. Tuve que ir a la empresa esta mañana y dejar a Milan a cuidado de Parker quien se quedaba en casa. Puede que no haya sido la mejor decisión el no enviarlo hoy a la escuela, pero con resaca creo que me lo agradecerá.

Ayer pasé un susto horrible cuando no lo encontrábamos por ninguna parte, pasaron horas en las cuales estuvieron revisando minuciosamente la cámara y yo no sabía si salir a buscarlo o quedarme en casa por si regresaba. Se me pasó por la cabeza lo peor, creí que pudo haberse perdido por la carretera o que alguien le había hecho algo, fue muy difícil llevar esa situación ya que nunca me había pasado algo similar. Las veces que Miles lo había intentado Lucas siempre estuvo allí para ayudarme.

Cuando Parker encontró una pista no dudé en querer ir con él, pero tenía a Miles durmiendo en el segundo piso y no quise dejarlo, por precaución y menos levantarlo a esas horas de la noche para preocuparlo si es que no conseguíamos la ubicación de su hermano.

¿Qué si Milan está en problemas? En muchísimos.

Apenas llegue a la casa charlaré con él.

Los videos de su ida a ese club están circulando por redes sociales y me encontré muchos paparazis en la entrada de la empresa. Corren los rumores de que yo no sé controlar a mis hijos, de que soy un padre muy liberal, que los chicos son un descontrol y no saben cómo seguirá el legado de empresas Campbell, entre millones de rumores más.

—Buenos días —los trabajadores me miraron y sonrieron.

—Buenos días jefe.

—La junta de negocios comenzó señor —Lucas caminó a mi lado—Lo están esperando.

—¿De qué se trataba esta vez?

—Un contrato con una empresa estadounidense y también tiene en su agenda registrado un viaje la próxima semana a Boston donde se reunirá con un par de colegas.

—¿Cuándo lo registré?

—Hace tres meses señor.

—Arregla el hotel con dos habitaciones más por favor, los niños irán conmigo.

—De acuerdo, jefe.

—De ahora en adelante la mayoría de los viajes serán con mis hijos, no me arriesgaré a dejarlos solos en esta ciudad.

Caminé hasta mi oficina para buscar un par de papeles que me hacían falta para ir a la junta que se estaba haciendo en el piso quince.

—Señor llamaron de la clínica —lo miré y siguió hablando—. La cita que tenía para sus hijos es hoy a las tres de la tarde.

—¿La puedes reagendar? Dudo que le coloquen alguna vacuna a Milan estando en ese estado, sé que le deben faltar muchas con la responsable madre que tenía...

Hablé desde el desconocimiento ya que no tengo idea si es un factor que considere el personal de salud sin embargo creo que yo no me siento preparado, puede que sea un poco exagerado, pero tengo que prepararme mentalmente para ayudar a un adolescente desesperado por una aguja pequeña. Es un gran estrés pasar por eso, pero me imagino que más para él quien las recibe, aunque tengo que decir que para la persona que trata de mantener la calma no es nada fácil.

—¿Cuándo considera que es apropiado?

—Mañana viernes o el lunes, cuanto antes mejor y todo depende de cuando es el viaje.

—Es el miércoles en la tarde.

—Entonces mañana porque no los quiero llevar enfermos a Boston.

—De acuerdo señor, enseguida le informo a la clínica.

—Está bien, ¿podrías hacerme un favor, Lucas?

—Por supuesto jefe.

—Busca actividades en Boston, no quiero que los chicos se aburran allá.

—Claro —sonrió—. Me olvidé comentarle que las pruebas de los jóvenes son la próxima semana.

Di un largo suspiro, será difícil convencer a Miles de que estudie algo, pero no imposible. El menor es el más descuidado en ese tipo de cosas, detesta estudiar pero con todas sus letras. No sé si Milan tenga el mismo problema y espero que no.

—¿Que días?

—Según el calendario lunes y martes, serán un total de 4 evaluaciones, dos cada día y la directora informó que los resultados estarían el viernes en la plataforma estudiantil.

—Gracias Lucas, vamos a la reunión.

Todo iba bien en la junta de la empresa, estábamos firmando algunos contratos y acuerdos mientras conversábamos de cosas importantes sobre el futuro de la empresa cuando un mensaje llega a mi celular, por educación decidí no responderlo, pero siguieron llegándome más y más. Carraspeé cuando una llamada hizo callar a todos y me levanté haciendo un gesto.

—Disculpen, debo atender.

Todos asintieron a la vez y yo salí de la oficina.

—¿Bueno? —la voz de Milán llegó a mis oídos.

—¡Papá dile a Parker que me deje ir a la escuela por favor!

—Señor tuve que pasarle mi teléfono yo...

—¡Es que necesito ir, hay un examen!

—Joven por favor...

—¡No! ¡Hasta que papá me responda! —me toqué el puente de la nariz.

—Milan devuélvele el teléfono a Parker ahora mismo, no repetiré la orden que te acabo de dar —normalmente me dirijo a los chicos con un tono mucho menos autoritario del que estoy teniendo ahora y al parecer eso le llamó la atención porque de inmediato oí como su guardaespaldas le daba las gracias.

—Jefe ¿lo coloco en altavoz?

—Si, gracias —esperé un segundo y hablé—. ¿Milan?

—Mhm.... —su voz tembló.

—¿Puedes explicarme que fue todo ese escandalo? Estoy en una reunión jovencito y no puedes estar quitándole las cosas a los demás.

—Yo... tengo que ir a la escuela.

—Es tarde, te dije que hoy no ibas a ir.

—Pero tengo —recalcó la palabra—. Por favor.

—¿Para un examen dijiste?

—Si.

—Si es que estas diciéndolo porque quieres salvarte de la charla que tendremos...

—Le pedí adelantarlos a la profesora, creo que entiendo la materia y estoy atrasado. Es eso.

Decidí creerle. Quizás no evade las cosas como está acostumbrado su hermano menor. Tengo que empezar a conocer más a Milan, los años hacen que los gustos vayan cambiando al igual que los pensamientos así que es mi deber intentar comprenderlo. Aunque el instinto de padre no se equivoca, sé cuándo uno de ellos me miente porque son mis hijos, lo puedo notar en la manera de hablar, los gestos, las miradas.

Con esto no estoy concluyendo de que así sea, puede que esta vez yo sea el equivocado, pero a pesar de eso debo tener en cuenta que será mucho estrés para Milan tener una charla hoy y peor cuando se entere de lo que pasará mañana por lo que más allá de que sea verdad o mentira tengo que darle 5 minutos de respiro.

Miles

El equipo de baloncesto es una pasada, me encanta lo unidos que son y que me incluyeran de inmediato en el equipo como si me hubieran conocido hace años. Tengo una camiseta personalizada con mi nombre y mi propio casillero. ¿Será que tienen todo tan rápido al ser multimillonarios o me querían dar una cálida bienvenida? Lo primero definitivamente.

—¿Cuándo es el primer partido?

—Mañana, jugaremos con la escuela de chicos que está a un par de cuadras de aquí.

—¿A qué hora terminaba esto? —le pregunté a Henry, un compañero de clase que conocí ayer.

—En treinta.

—Genial ya me duelen las piernas.

—Eres bueno jugando.

—Me siento alagado —carcajeé—. ¿Será que me convierto en el nuevo capitán del equipo?

—Si Isaac deja la escuela pues claro.

—¿Tan fanático es de este deporte? —me hizo una señal para que me volteara y vi como daba órdenes a todos.

—Ayer me tenía hasta las pelotas de lo insistente que es en que juguemos "bien".

—Ya llegó el mejor, tu tranquilo —reímos un buen rato y seguimos las estrategias que tenía Isaac.

Luego del partido nos dirigimos a camarines más sudados que Lucas cuando es verano, por cierto, ¿Cómo puede andar de traje en esos días de infierno? Es que me sorprende, le dije tantas veces que se cambiara a pantalones cortos que un día llegó con una tiza y se los dibujo por encima de la tela, recuerdo que me hizo reír tanto y había tenido un día tan malo... Sin duda es mi guardaespaldas favorito.

—Te llaman —Henry alzó las cejas y me percaté de mi celular.

—¿Hola? —respondí y fue silencio absoluto—, ¿papá?

—¿Cuándo considera que es apropiado?

¿Qué carajos? Al parecer a Alexander se le marcó el celular y estoy escuchando una conversación que probablemente debería ignorar, pero la curiosidad mató al gato dicen por ahí. Me quedé callado para oír más.

—Mañana viernes o el lunes, cuanto antes mejor, todo depende de cuando es el viaje.

¿Cuál viaje? ¿Tenía algo programado y no nos avisó? Grandioso, hasta aquí llegó lo presente que decía que quería estar, ya se va a meter en el trabajo nuevamente. Me jode muchísimo esto.

—Entonces mañana porque no los quiero llevar enfermos a Boston.

¿Enfermos? Yo no estoy enfermo, ¿Qué significa esto? ¿Nos llevará? Ay, ahora me duele el estómago de los nervios, no entiendo ni un pepino de lo que quiso decir, pero algo bueno no debe ser.

—¿Pasó algo Miles?

—¿Ah? —me quité el celular de la oreja porque corté por accidente—No.

—Entonces ve a ducharte rápido que el equipo quiere salir a comer.

—¿Hamburguesas?

—Tacos, apresúrate.

Estábamos todos saliendo cuando veo desde lejos a Milan, me pareció muy extraño verlo por aquí, pero les dije a los chicos que los veía en la entrada y me fui corriendo hacia él.

—¡Milannn! —lo abracé riendo.

—Ay Miles que me asustas —sonrió devuelta.

—Ya pasó lo peor eh —me referí a su castigo y levantó una ceja—. Espero que Alexander no haya sido tan pesado contigo, digo, pensé que en un momento como este no ibas a querer tener a nadie cerca... pero estoy aquí si es que...

—Miles...

—Es un fastidioso muchas veces, un pesado, malhumorado, gruñón... —mi hermano carcajeó.

—No he hablado con él —me callé de golpe.

Mierda, menos mal no entré en detalle porque lo espanto.

—¿A qué te refieres con lo peor? ¿Tan malo fue lo que hice?

—Eh, me tengo que ir, nos vemos luego —me volteé y corrió detrás de mí.

—Vamos, no seas un pesado y cuéntamelo, estoy muriendo de nervios Miles, necesito saber un adelanto por lo menos.

—¿Qué haces aquí en la escuela?

—Dando un par de evaluaciones, las quise adelantar porque es materia muy básica, aunque no lo creas estudiaba cuando me aburria viajando.

—Wow, enséñame entonces.

—No cambies el tema, ayúdame Miles.

—Es que no sé qué tan molesto está papá ¿entiendes? —apreté los labios—. No soy adivino, conmigo es más...agh Milan, no hablaré de esto. Ve a hacer tus evaluaciones nos vemos luego.

—Llévame contigo...

—No sé si...

—Papá debe venir en camino Miles, no quiero que me castiguen y ya terminé todo, acaba de tocar el timbre para salir. Te lo pido.

—No lo vas a poder evitar ¿lo sabes, ¿verdad?

—¿Por qué es tan imbécil? Yo sé las decisiones que vaya a tomar, no debería estar castigándome por cosas inútiles.

—Pues es su casa... las reglas que tiene son una mierda, pero coherentes y lógicas —me encogí de hombros.

Caminamos juntos a la salida y papá estaba allí, sentí el nerviosismo de Milan con tan solo ver su cara. Se nota a kilómetros que Alexander no anda con juegos, me lo ha demostrado seriamente en su regazo cuando me he portado malísimo y sé que aún no he pasado el límite porque siguen siendo los castigos con su mano, pero joder, hay una puta regla de madera en su escritorio que me ha hecho pensar todas las veces que me mandaba alguna que otra cagada. Por claras razones no se lo mencioné a Milan o el pobre se hubiera puesto a llorar aquí mismo. No creo que la use con él sinceramente, debería estar muy enfadado y tendría que ser una falta grande cosa que beber y escaparse no lo cumplen en su totalidad.

—Hum, ¿me dará permiso?

—Pues lo dudo...

—Te acompaño, unamos fuerzas —le quise dar mi apoyo y hasta yo me sorprendí de mi actitud—. Papá te vez super bien hoy ¿te afeitaste? ¿cambiaste de corbata? Te veo diferente.

—¿Qué me quieres pedir Miles? —sonreí.

—¿Yo? ¿Pedir algo? No, no.

—¿Estas seguro? —carcajeó.

—Bueno... me acaban de invitar unos amigos a comer tacos.

—Puedes ir, pero no te quiero tarde en la casa ¿estamos? —asentí—. Lucas irá contigo, por precaución.

—Pero quería llevar a Milan...

—Lo siento mucho, pero Milan viene conmigo a casa, está castigado y creo que no es necesario decírselo dos veces ¿No es así? —Milan colocó una mueca.

—Vamos pa...

—No Miles, puedes ir tu solo o nos acompañas a casa, tú decides.

—Suerte —le susurré y salí de ahí.

Hubiera insistido pero el grupo me seguía esperando y papá no iba a ceder eso estaba claro. Lo que necesito ahora es despejarme y pensar en la conversación que escuché. No nos ha mencionado nada al respecto y tengo planeado sacarle información a Lucas, aunque sé que negará todo.

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